Partida Rol por web

¿No hay presidente mundial? Extraño. Según mis cálculos para esta época ya tendría que haber habido uno... O varios, hm. En cualquier caso... No, no siempre he hablado de esta forma. Cuando aún vivía en la tierra me comunicaba como tú, con mi voz, pero al llegar a este mundo perdí esa capacidad y los creadores me otorgaron el don de la comunicación mental... Junto con muchas otras cosas que ahora mismo no tienen mucha importancia. Y respondiendo a tu segunda pregunta... Hasta donde yo tengo conocimiento las personas siempre se han comunicado de forma oral... Aunque el lenguaje ha ido evolucionando demasiado.

-¿Por qué la perdiste al venir aquí? Yo aún tengo la mía. ¿Y cómo se calculan los presidentes? Por cierto, ¿cómo debo llamarle, señor de la máscara? No sé si señor de la máscara es adecuado. Y...

En vez de ver saciada su curiosidad, parecía que el señor de la máscara la alimentara con cada palabra. Thaen quería preguntar millones de cosas.

"Thaen, te estás convirtiendo en una ametralladora de preguntas." Dijo Wax sujetándole el hombro como si tratara de evitar que saliera corriendo. "Calma."

-Lo siento.- susurró tan bajo como pudo-. 

No vine aquí en las mismas circunstancias que tú, pequeña... Fuí invitado, sí, pero traído de una forma distinta. Además, cuando fuí traido mi edad era sumamente avanzada y tenía otros... Problemas, todo eso sumado provocó que perdiera mi capacidad del habla. ¿No te han enseñado en el colegio como se eligen a los presidentes? Pues... - Durante un momento hay un silencio abrumador - Pues realmente no lo recuerdo... Y puedes llamarme Abuelo, como todos.
 

El abrazo de Zap fue muy efusivo. Sonreí encantada, el niño era muy simpático. Me senté con él a la mesa y me puse a comer dulces también, mientras contemplaba a la chica de las coletas y al señor de los dulces. Parecía que hablaban pero me estaba perdiendo la mitad de la conversación y no entendía la mitad de las cosas.

Sin desviar la mirada de ellos, le pregunté a Zap - ¿ tu sabes de qué hablan? No me estoy enterando de nada.

Me levanté con las manos llenas de crema de fresa y me acerqué a los dos. Miré a uno, y luego a otro, y luego ladeé la cabeza curiosa - ¿estáis hablando de gente de la tierra? - algunos temas se me hacían de niños más mayores. Yo con la tabla de multiplicar tenías suficiente.

-Sí, Abuelo tenía curiosidad sobre como se encuentra la tierra. 

Thaen vió las manos de Emma y le ofreció un pañuelo de papel de los que llevaba en el bolsillo.

-¿Tú de dónde eres? ¿Y cómo has llegado hasta aquí?

Todas las preguntas le parecían pocas, pero Wax ya le había advertido respecto a su curiosidad. Estaba tratando de controlarse. También tenía mucha curiosidad sobre cómo serían Bo y la princesa, y cuándo llegarían para informarles acerca de su misión. 

Acabando de comer el delicioso dulce relleno de chocolate, Emma, empezó a preguntarme sobre el extraño señor de la máscara y Thaen. 

Me quede observándolos intrigado a las dos personas, y la verdad, es que era todo muy extraño.

-Ummm...creo que hablan de arboles o cactus!- Le dije a Emma mientras me llevaba el ultimo dulce a la boca.

Tras esto, me levanté de mi silla a la vez que Emma y me acerqué hacia Thaen. Me quede escuchando la conversación que tenia Thaen con ella misma. 

-Thaen...vas a poner un huevo? Pascu siempre que habla sola pone huevos- Dije con cara de intriga.

Cogí el pañuelo que me ofrecía y miré mi mano. Con una sonrisa de disculpa me la limpié de crema antes de contestarla.

- Yo soy de la tierra, vine a través del libro que me regaló mi abuela. No sé porqué, pero me quedé atrapada entre sus dibujos. Me pregunto si mi abuela sabía que el libro haría algo así. En él se contaban cuentos de este mundo, y mi abuela sabe que me gustan mucho los cuentos.

Me callé para tomar aire y entonces oí a Zap hablar de un huevo. Abrí los ojos tanto como pude con la sorpresa. ¿Las niñas podían poner huevos? Mi mente infantil empezó a pensar en cuentos extraños donde todo era posible.

- Thaen, ¿tu puedes poner huevos? - mis ojos brillaron de la emoción de lo que podría ser eso.

Thaen abrió los ojos como platos mientras oía a Wax retorciéndose de la risa a su lado.

"Que cosas, poner huevos, ¡una chica humana poniendo huevos de los que salen más humanos!" decía entre carcajadas limpiándose las lágrimas. "Me gustaría ver eso. En serio, me encantaría"

-Yo nunca he puesto un huevo. Dudo mucho que se pueda, se supone que somos mamíferos, ¿no? Aunque venir aquí ya parecía imposible, sobre todo de las formas en las que hemos llegado. Así que tal vez en mundos como este haya humanos distintos que no sean mamíferos. - Entonces se giró hacia Zap con curiosidad.- ¿Y tú?

-Jooooo, no es nada raro...- Exclamé decepcionado al oír a Thaen. -Yo creía...que también ponías...- Dije en voz baja y tímida.

Agaché mi cabeza con ojitos entristecidos, mientas que juntaba mis dedos índices. Tras un instante de silencio levanté la cabeza, el ambiente se volvió tenue a mi alrededor y dije...

-¿¿¿COMO VOY A PONER YO HUEVOS??? SOY UN CHICO, VEEEES, ESTOY FUERTE- Dije agravando mi voz para hacerme el macho y sacando musculo.

Tras esto me quede con una inocente sonrisa y los ojos, medio cerrados mirando a Thaen mientras le enseñaba mi brazo.

Thaen trató de aguantar la risa, pero con Wax carcajeándose a su ludo le fue imposible. 

-Bueno, podrías ser de una raza en la que los machos pusieran huevos-dijo cuando consiguió dejar de reír.

Wax y Thaen comenzaron a reír, así que dejé de sacar musculo.

-Juuum ¿De que os reís? No os riáis...- Dije mientras me giraba dándoles la espalda. 

Thaen y Wax dejaron de reir, y entonces Thaen exclamó: -Bueno, podrías ser de una raza en la que los machos pusieran huevos-

-Los únicos chicos que pueden poner huevos son los burritos de mar...- Dije con los brazos cruzados y cara de enfado.

-¿Burritos de mar? ¿Te refieres a los caballitos de mar?

Thaen volvió reírse. Todo aquello le resultaba demasiado divertido. 

"Voy a reventar de tanto reír" dijo Wax a su lado "Esto es demasiado.

Por fin habían acabado las clases y ahora tocaba la parte favorita de Yuuki, la siesta de medio día, justo antes de la comida y de la siesta de la tarde. Al instante de cerrar los ojos ya había caído en un sueño profundo, un sueño en el que se precipitaba hacia lo que parecía ser un castillo.

-No pasa nada, como es un sueño ahora volaré.-Se dijo a si mismo intentando convencerse de ello, pero no. Yuuki seguía cayendo hacia el castillo a velocidad de vértigo.-¡Esto no es un sueño, es una pesadilla!-Gritó mientras el castillo se acercaba cada vez más.

Yuuki atravesó una ventana abierta agarrado a su cojín, chocó contra el suelo y rebotó dos veces antes de detenerse, ileso, algo sorprendido por la situación.-Hola.-Dijo al grupo que se encontró en la enorme sala llena de dulces. Había 3 chicas, dos de ellas con ropas raras. Una especie de peluche con cabeza de cebolla, un chico que parecía haber metido los dedos en el enchufe y un ser extraño con una máscara y una gran barba.

Se sentó en una silla, como si no hubiese pasado nada, y tomó un pastelito.-Buenas noches.-Dijo antes de dejar su cojín de estampado de leopardo en la mesa y apoyar su cabeza para echarse una siesta.

Thaen se giró sobresaltada al ver a aquel niño aterrizando en la sala. Una entrada bastante arriesgada, por suerte, llevaba una especie de almohada gigantesca.  El niño saludó como si nada y se puso a comerse un pastelito, después, se acomodó con su cojín y les dio las buenas noches. 

-Hola- Thaen se sentó frente a él procurando no hablar demasiado alto, por si era de los que se dormían rápidamente. - ¿Has visto eso, Wax? Tiene un cojín volador.

"Probablemente sea un cojín aterrizador, Thaen" Contestó Wax tocando el cojín con un dedo "No tiene alas, ni motor, ni nada de eso."

Un chico volador interrumpió la conversación de Thaen y Zap y aterrizó en medio de la sala. Asombrada, miré al chico y su almohada. Luego, miré a Thaen.

- ¿En serio es un cojín volador? Había oído de alfombras voladoras, pero no de cojines - entusiasmada, me acerqué al chico que se había echado a dormir y lo agité como cuando quería despertar a la abuela cuando se ponía a dormir como una marmota - Eh, eh, ¿ese es un cojín volador? ¿Cómo funciona?

De pronto, de no sabéis donde, un coro de trompetas suena a todo volumen con una melodiosa tonadilla. Miráis alrededor, pero no encontráis la procedencia del sonido. Tras unos segundos, las trompetas paran y una silueta sale de una puerta lateral al fondo de la sala. Unas luces blancas con pequeñas hebras de luz multicolorida se encienden sobre él y os dejan ver a un pequeño y curioso ser que os mira con curiosidad y fingida seriedad. Os parece que puede ser un hamster o puede que un roedor de dos patas.

El hamster se planta en medio de todas las luces y se aclara la garganta. Con mucha dignidad y una aguda voz, os habla de esta forma - bienvenidos, respetables huéspedes. Soy Bo, primer guardián de la princesa Ives y habéis sido llamados para una importantísima misión para ayudar al mundo de Mooh. Permitidme presentaros a nuestra querida e ilustre princesa de Mooh, la princesa Ives.

Las pequeñas hebras de luz multicolorida comenzaron a emitir brillos que flotaron suavemente hacia el lugar donde todas las luces se congregaban y a trazar líneas y dibujos en el aire, hasta que todos se juntaron y dieron paso a la figura de una hermosa joven con un vaporoso vestido blanco y una aura de luz príscina a su alrededor. A su espalda, dos traslucidas alas brotan como si estuvieran compuestas sólo de luz. La joven camina, casi como si flotara, hacia vosotros y os sonríe con gentileza.

- Bienvenidos, mis queridos niños. Muchas gracias por haber respondido a la llamada de auxilio, soy la princesa Ives y necesito vuestra ayuda para solucionar un terrible problema.

La princesa os mira con ojos apenados, mientras camina hacia vosotros. Tras sus pasos va quedando una estela de pequeñas flores luminosas que van desapareciendo a medida que avanza.

¡La princesa! Thaen no sabe que hacer, y en un momento de nerviosismo, tratando de realizar una reverencia, termina cayendo de cara contra el suelo. En las películas parecía más fácil.

"¡Thaen! Mantén la compostura. Se trata de alguien de la realeza, vamos ¡Arriba" Wax le susurra desde su espalda. Él también parece estar nervioso.

-Perdone mi torpeza, princesa. - Thaen se disculpa, consiguiendo al fin mantener el equilibrio durante su caótica reverencia. - Estoy completamente a su servicio.

Yuuki levantó un poco la cabeza del cojín al escuchar la voz de la chica de las coletas.-¿Volador? La verdad es que no vuela mucho... normalmente el que vuela soy yo... aunque esta vez ha sido raro. Tampoco suelo soñar con gente tan extraña.-Comentó mientras miraba de nuevo al hombre barbudo que le parecía siniestro. La chica con vestido de brujita se acercó a él para comenzar a zarandearle, eso casi le quita el sueño a Yuuki.-No. Se. Como .Funcionaa~.-Intentaba decir entre sacudidas.

Entonces comenzó a escucharse una música melodiosa que parecía de una orquesta, música que acompañaba a lo que parecía ser un pequeño topo que decía llamarse Bo.-Que sueño más raro estoy teniendo hoy.-Tras una breve presentación, el pequeño ser introdujo a Ives. La princesa de Mooh.

La princesa Ives era una linda chica con un precioso traje blanco y alas que le hacían parecer un Hada. Se dirigió a los presentes en la sala para pedirles ayuda en lo que parecía ser una importante misión. Tras intentar comprender la situación, Yuuki solo logró formular una pregunta.

-Entonces... ¿Esto no es un sueño?-

En el país de las nubes de algodón, hogar natal de Puffy, es todo maravillosamente suave y acolchado, era el paraíso de los ositos de peluche, no había un sitio duro, incómodo o áspero, para ninguno de los cinco sentidos, hasta los seres vivos cumplían con todas aquellas premisas.

Una mañana, cuando Puffy se encontraba correteando por el campo detrás de una mariposa, tropezó y cayó por un ¿agujero? ¿Pero cómo podía haber un agujero allí? Los agujeros no eran bonitos, ni cómodos, ni suaves, los agujeros simplemente no eran, simplemente un hueco vacío.

Puffy, claramente no sabía qué era lo que pasaba, nunca había estado en un lugar igual, sentía que se caía y no paraba, aquello era algo nuevo, y las cosas nuevas aterrorizaban a Puffy.

Todo era oscuro, hasta que, poco a poco, fue atisbando una tenue luz que poco a poco se fue haciendo mas grande, hasta darse cuenta de que estaba cayendo en el interior de una especie de salón enorme. Como era de esperar en un ser suave y esponjoso, el chocar contra el suelo no supuso mayor problema, su suavidad amortiguó todo el golpe, haciéndolo rebotar levemente un par de veces sin complicaciones.

Uff, menos mal que todo ha parado, estaba asustadísimo, odio las cosas nuevas.

Al ponerse en pie y mirar, tranquilamente, a su alrededor vio que en aquella gran sala había seres que no eran como él, no eran de algodón, ni esponjosos, ni suaves, ni agradables  a la vista. Eran desconocidos, nuevos... ¿nuevos? ¡oh no! Puffy no tardó en darse cuenta de que todos y cada uno de ellos eran seres totalmente desconocidos para él, ¿su reacción? Taparse sus tiernos ojos con sus suaves manos mientras todo el cuerpo le temblequeaba como si fuera gelatina.