Partida Rol por web

Creo que... - dijo mientras buscaba en el bolsillo  de su chaqueta- aquí están!

- Adentremonos en tan misteriosa casa y averigüemos qué secreto esconde, si están preparados.

Edward sonreía casi como un niño a la entrada de una feria llena de sorpresas y diversión.

Miró de arriba a abajo al 'pequeño' J, pensando que el fuerte hombretón quizás le gustaría tomar protagonismo. - Si quiere hacer usted los honores señor Malloy y pasar el primero ...- invitó el doctor.

El joven continuaba con su mirada algo perdida en el cielo. Algo en el tejado, o seria algo aun mas arriba que eso, le llamaba la atencion, mas bien lo incomodaba. Paso casi sin notar la escena entre Rene y el Dr Temple, pero cuandomeste se dirijio a el ofreciendole las llaves de la casona, no supo bien como entender aquello. Por un lado le causaba gracia, entrar a una casa abandonada por la puerta principal, usando las llaves y todo, realmente no era su estilo. Pero en un segundo instante se sintio ofendido. Acaso se esta compadeciendo de mi? Por tener baston y copa me da la oportunidad de ser el primero en entrar en tremanda cazona? Quien se cree este tipo? 

Con el rostro inmutable pero con un cambio en su mirada, Malloy arrebato las llaves con cierta brusquedad de las manos del Dr Temple. -Bien. Vamos. Carraspeo con una voz grave definitivamente impuesta, metiendo y haciendo girar la llave en el porton para luego acceder en la mansion.

No solo me vi sorprendida ante la disculpa del doctor hacia la joven, sino que también me pillo por sorpresa que accediera a que le realizara aquél ritual, mas una sonrisa salió  de mis labios, o este hombre se había vuelto creyente de un segundo a otro, o simplemente no quería seguir con una discusión que todos sabíamos que no llevaría a ninguna parte.

Sea como fuere, el ritual se llevó a cabo, y al joven Malloy se le entregaron las llaves para que fuese el primero en entrar, un acto brillante a mi parecer, aunque estaba tomando mas tiempo del requerido, Estaba impaciente por entrar, por saber que era aquello que atormentaba a los antiguos habitantes, lejos estaba de creerme las paparruchas sobre fantasmas y espíritus, pero hasta que no entrase no descartaría nada de nada.

De alguna manera poco común, las ideas no venían para hilarse solas, sino que el libro se estaba escribiendo solo gracias a las tres fuentes de inspiración que me acompañaban, todos tan distintos, todos tan iguales, me encontraba en un éxtasis creativo como pocas veces había vivido.

Muy bien queridos, veamos que secretos nos esperan en esta mansión  - dije con tono tranquilo y quedo, disfrazando así las ganas que tenía por entrar de una santa vez.

Malloy introdujo la llave en la cerradura. Al girarla hizo un sonoro chasquido pero pese a todo la puerta continuó sin abrirse. Quizas por dentro tuviese algún tipo de cerrojo que impedía que se abriera. 

-Vaya...-dijo René decepcionada ante la anticlimática no-apertura de la puerta- quizás deberíamos mirar a ver si tienen puerta trasera o si hay alguna ventana...

Estaba ansiosa por entrar en la casa, descubrir no solo los supuestos poderes de la vidente, sino que quería saber qué era eso que había trastornado a los antiguos propietarios de la casa, pero cuando el joven giro la llave y la puerta no se abrió, el sentimiento de decepción me invadió por completo.

Muy buena idea querida ¿qué os parece si el joven Malloy y vos examináis las ventanas, mientras el doctor y yo miramos por si hay otra puerta de entrada? – siendo cuatro lo mejor era repartirnos el trabajo, aunque la intriga hacía mella en mí, ¿el hombre nos había dado la llave equivocada o había alguien dentro que había trancado la puerta?

- Señoritas porfavor, recuerden que hemos sido invitados a esta casa, no es necesario colarnos cual ladrones.

Aunque le seducía la idea de lo prohibido no había motivo para que los viandantes pensasen que eran unos asaltantes y llamasen a las fuerzas del órden.

- Primero miremos qué es lo que le ocurre a la puerta, quizás tan sólo esté algo oxidada. Sino, mándamos al chiquillo de los periódicos a avisar al señor Chase y que nos envie a alguien a abrirnos la casa.

Doctor Temple, no sea un aguafiestas -  le reprocho con una sonrisa, era cierto que el buen doctor tenía razón, y un altercado con la policía no sería lo mejor ahora mismo, pero tenía unas ganas inmensas de entrar en aquella casa. - Bueno, ¿quien hace las pruebas pertinentes para ver si el cerrojo solo está oxidado tal y como recomienda el buen doctor? - de una u otra manera tenía ganas de moverme ya.

Mientras dilucidáis yo iré a dar una vuelta al rededor de la casa, quizás la llave pertenezca a la puerta de servicio si es que la hay - y dicho esto y con una leve reverencia dejé a mis compañeros y me puse a caminar la rededor de la vieja casa.

Con un ligero temblor, tan imperceptible, incluso para el mismo, Joseph intento abrir la puerta. Ante la negativa probo dos o tres veces mas, hacia el lado en que todas las puertas abren, primero, y luego, hacia el otro, procurando aplicar el minimo de fuerza. Nada. El joven en silencio le devolvio la llave al doctor. Tal vez el estaba haciendo algo mal. ¿Tan acostumbrado podia estar a abrir las puertas sin necesidad de una llave? 

-Podria intentarlo. Esta bloqueada por dentro, con alguna hebilla o algo similar -que daba la casualidad de poseer- podria probar de abrir la puerta. Incomodo por tener que hablar, esperaba que le dieran el buen visto, o no, pero sin preguntar acerca de sus habilidades. 

Ja,ja. Quizás sea la casa que no le hace gracia que entremos- era tan solo un comentario jocoso, esperaba no haber asustado a nadie. Pero el caso es que empezaban con mal pie.

- Bueno señor Malloy, si cree que puede hacerlo discretamente, por mí adelante. Aunque quizás Agneta tenga razón y la llave sea de la puerta de servicio. Probemos por si acaso.

-Cierto. Mientras prueba con la otra puerta, intentare con esta. Solo me tomara un momento. Dice Malloy, mientras de cuclillas se pone a trabajar en la puerta. No es ningun experto como muchos de sus compañeros, pero esta motivado de poder hacer algo en lo que se siente capaz. Aunque despues de algunos intentos, desiste. 

-Lo siento, se ve que este tipo de cerraduras no lo conozco bien. Comenta algo avergonzado. 

-Quizás-dijo con tono burlón- si los señores quieren probar a abrir la puerta lateral con esas llaves pudieramos entrar en la casa sin parecer unos asaltadores. Suerte que no hay nadie cerca por aquí...-la mujer había ido hacia una de las esquinas de la casa y señalaba ahora una segunda puerta.

Malloy probó suerte con la puerta lateral. Metió las llaves y giró la cerradura. Esta vez la puerta se abrió con un sigiloso chasquido. Dentro, un oscuro y largo pasillo cruzaba la casa de un extremo a otro. Varias puertas se situaban a los lados y, al final del pasillo, unas escaleras que subían al segundo piso. La casa se iluminó levemente al entrar luz por la puerta pero la casa estaba en penumbras completamente. No les vendría mal traer una linterna de gas o tratar de encender las que había en la casa.

Voilá las puertas del infierno se habían abieto al segundo intento, nada mal.

Y sí, para el doctor Temple aquello era un infierno, poca iluminación, suciedad por doquier...

Abramos las ventanas y demos a esta caserona algo de aire fresco y luz - dijo según entraba en la casa, dispuesto a ventilar la vieja mansión- qué les parece?

Entré con paso seguro y tranquilo tras el doctor, la suciedad y la penumbra no me eran agradable, pero pasé eso por alto solo por las ansias que me consumían por dentro,  quería entrar, abrir cada puerta y recorrer cada rincón en busca de la solución a este misterio que se nos había planteado.  – totalmente de acuerdo mi querido doctor, pero ¿qué tal si antes le preguntamos a nuestra médium? Ella es la experta después de todo – comenté con tranquilidad mientras esperaba que todos entrásemos, una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras andaba por el pasillo – hora de matar al gatito – pensé.

Tras abrir la puerta trasera, y dejar que todos pasen al interior, el joven se quedo absorto no por la mugre y el desorden, a los que estaba habituado, sino por el tamaño del sitio. Dudo mucho que este lugar este deshabitado. Y de ser asi, yo mismo me podria colar aqui unas semanas -penso el joven con cierto entusiasmo, mientras caminaba por el pasillo, buscando la manera de traer luz al lugar.

-Los espíritus no usan las puertas o las ventanas como nosotros, no veo por que no pueden quitar los tablones. Pero si pretenden quitar toda las maderas de las ventanas de la casa vamos a pasar aquí toda la noche-dijo la mujer dirigiendose hacia la la puerta mas cercana, que quedaba a la derecha.

-Mmmh tiene de nuevo razón, mi querida señorita, mejor será encender algunas lámparas y luego ya abrimos las ventanas del cuarto que nos interese investigar. Quizás el salón, quizás tengamos suerte y encontremos una biblioteca.

Alguien tiene una cerilla?

Como él no disponía de fuego para encender las lámparas de aceite, se dispuso a abrir la primera puerta, podría mirar algo con la luz que entraba desde el exterior mientras cualquier otro prendían la lámpara, o eso esperaba.

El olor a polvoriento tiempo que manaba de aquel lugar me sumerge en un estado ensimismado, mi mirada repasa el pasillo. Mientras los demás hablan yo suspiro, dirigiendo mis ojos al techo ésta vez; después de todas las leyendas que asolan el barrio, entrar en este lugar me resulta fascinante.

Sonrío pensativa mirando posibles cuadros, la moqueta… Pero mis pies, ávidos, inquietos y curiosos, movidos por la intriga se dirigen de frente hacia la primera puerta y cuando me doy cuenta, estoy casi asida al pomo.

El doctor habla, la preciosa escritora responde y por alusiones, yo, que incluso los habría olvidado, sonrío de medio lado y hablo en voz baja, como si susurrara pero un poco más elevada. Esta casa es un misterio y los misterios se susurran hasta poder ser desvelados, amén de crear un clima íntimo, el tipo de clima que requiere esta preciosa casa.

Dirijo mis ojos a J, que camina por el pasillo atrevido y confiado en un clima tan oscuro.

- Yo encenderé la luz, si es que la luz quiere morar en esta casa – busco las cerillas con las que suelo prender la pipa y pruebo a encender lámparas, al menos una de mano para poder alumbrarnos en nuestro camino, y alguna otra para tener luz en el pasillo – J por favor no se me aleje mucho, quizás... sería mejor que no nos dispersáramos - hablo en voz baja todo el tiempo, pero lo suficiente para que todos me escuchen - y que fueramos llevando luz a todas las habitaciones una a una. Y ya que usted, buen doctor, parece el más inquieto, usted llevará la primera luz - si he logrado encender alguna lámpara de mano, algún candelabro, se lo tiendo con una tranquila sonrisa; si hay cuatro, mejor, aunque sean velas, los reparto, pero mantengo la esperanza de que no nos desperdiguemos.