Partida Rol por web

El grupo no tardó en salir de aquella casa que les provocaba sentimientos tan funestos por lo vivido. Jeff Smith y el detective Stokes se dirigieron al Boston Globe tal y como acordaron con el grupo.

El edificio del periódico se trataba de un moderno bloque de ladrillo de seis plantas de altura, una sucesión de pilastras flanqueaban cada una de las numerosas ventanas que agujereaban la fachada dando al conjunto un aspecto clásico que recordaba a los templos griegos. Tras atravesar el gran portón de entrada se vieron apabullados por lo impresionante de aquel vestíbulo: decorado de manera elegante sin caer en la ostentación hacía un alarde del prestigio de aquel medio de comunicación mientras una marabunta de periodistas entraban y salían del lugar.

La secretaria que les recibió a la entrada parecía reacia a dejarles acceder al archivo del periódico, incluso hizo partícipe a su superior dejando claro que no era el capricho de una mujer lo que les impediría el acceso. Cuando todo parecía perdido un simple vistazo a la placa que portaba el agente abrió todas las puertas.

El archivo de recortes del Boston Globe se encontraba en el sótano y aquel lugar no derrochaba el mismo glamour que el resto de estancias a ojos profanos. Opinión contraria tenía el periodista al encontrase un largo recopilatorio de la historia de la ciudad de Boston desde el origen del perdiódico; sus ojos brillaban... Sin embargo aquel archivo era tan grande y no parecía estar el archivero a la vista...

El grupo no tardó en salir de aquella casa que les provocaba sentimientos tan funestos por lo vivido. El trío se dirigió a la Capilla de la Contemplación tal y como acordaron con el grupo.

Las indicaciones que recordaban del chico de los periódicos fueron fáciles de seguir: en apenas cinco minutos tras atravesar una tortuosa y sucia calle llegaron a lo que parecía ser... O al menos a lo que quedaba de aquel lugar.

Las ruinas que quedan habían sido tan maltratadas por los elementos y cubiertas de vegetación, que los grises escombros se recordaban más a la piedra natural que a muros y cimientos de cualquier material trabajado por la mano del hombre. Un muro inclinado parecía darles la bienvenida, como esperando su llegada. Aquel muro no pasaba desapercibido debido a una curiosa simbología pintada aparentemente de manera reciente... Se trataba de tres Y dispuestas formando un triángulo equilátero y en el centro de éste, un escalofriante ojo les observaba fijamente.

El detective se sintió abrumado por el tamaño del archivo. Suspiró y se rascó la frente.

-Bueno, parece que tenemos bastante trabajo por delante. No veo al responsable, así que mejor que nos vayamos poniendo manos a la obra. Cuanto antes empecemos, antes acabaremos.

Estar en un gran periódico como el Boston Globe para Jeff Smith era lo más parecido a un parque de atracciones. Observaba todo, y curioseaba cada una de las estancias, siempre que el decoro lo permitiese.

-Vaya, Stokes -le comentó Smith a su compañero-. Me alegra que haya venido conmigo. Creí que siendo periodista no tendría problema en acceder, pero me equivocaba. Veamos qué podemos encontrar.

En cuanto puso un pie fuera de la casa, Miranda comenzó a sentirse mejor. La visita le había destrozado los nervios, y mientras avanzaba junto al resto del grupo en dirección a la iglesia intentaba convencerse de que cuanto creía haber visto en realidad no había ocurrido. La mancha, y aquel horripilante olor... todo ello no había sido más que el resultado de la mezcla de su cansancio acumulado y el aura inquietante que rodeaba al antiguo hogar del señor Corbitt. Entonces se adentraron en aquellas ruinas, y dieron con aquel único ojo que les devolvía la mirada. 

A primera vista, el símbolo no le resultaba familiar. Mientras intentaba identificarlo, no pudo evitar sentir cierto desasosiego, como si el ojo de la pared la examinara a ella igual que ella a él. Miró a sus acompañantes, Bishop y Monroe, y preguntó: 

—¿Les es familiar el símbolo a alguno de ustedes, señores? —aunque no era muy evidente, su tono de voz tenía un cierto deje nervioso. 

La pareja se separó y empezó a buscar entre los archivos intentando elucubrar su forma de organización, no estaba por fechas, tampoco por categorías y tipos de acontecimientos... Parecía que aquella labor les iba a llevar una eternidad hasta que como si fuese algún tipo de ayuda del cielo... apareció el archivero embutido por una camisa blanca rematada por dos tirantes que sujetaban un pantaloncito negro.

-Ejem... -Carraspeó para hacerse de notar, su rostro se mostraba adusto tal vez no le agradara que la gente circulara libremente por aquel lugar como si extraños hubiesen interrumpido en su hogar... -Me han dicho desde arriba que podríais necesitar mi ayuda, ¿Qué estáis buscando exactamente en este palacio de la memoria?

Miranda se acercó a aquel muro medio derruido que se encontraba delante de la iglesia y parecía querer darles la bienvenida. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentirse observada por aquella extraña pintura aparentemente ritual: tal vez el símbolo del culto, tal vez un acto vandálico que frivolizaba con la tenebrosa historia del lugar...  Preguntas sin respuesta...

Los visitantes desconocían que se iban a encontrar en aquel lugar. Un salto de fe era lo que les había llevado allí, a aquel lugar que fue protagonista de acontecimientos extraños y que podría tal vez estar relacionados con los que habían vivido hace apenas unos instantes... Aunque aquella pesadilla parecía más lejana.

Un hormigueo empezó a aparecer en sus cabezas conforme se acercaban, no era un dolor de cabeza si no como una especie de martilleo sobre sus sienes. La capilla parecía no querer dejar que perturbasen su descanso.

El historiador se agarró la cabeza con las yemas de los dedos, por ambas sienes, al sentir un dolor punzante en el cráneo, que extrañamente pensaba que podría tratarse de algo relacionado con el lugar. Cuando pido controlarse lo suficiente, avanzó hacia el símbolo mientras trataba de recordar sus libros de estudio y observaba atentamente la simbología.

- Esto es raro... Juraría que he visto algún símbolo como este en algún grabado antiguo. No recuerdo donde ni su significado... - Quedó pensando momentáneamente mientras seguía observando y estudiando el símbolo.

Entre tantos papeles, el periodista era feliz. Aunque seguía centrado en la búsqueda de lo que les había traído allí, también apuntaba discretamente datos de otras cosas que podían interesarle en un futuro. Por eso se sintió sorprendido y culpable como un niño al que pillan con una falta, cuando el archivero apareció por sorpresa. Pronto recobró la compostura.

-Estoo.. Buenos días -le tendió la mano-. Me llamo Jeff Smith, y soy periodista. Mi amigo es George Stokes, detective. Realmente sí que puede ayudarnos, si nos hace el favor. Estamos buscando un artículo que no llegó a publicarse sobre una casa misteriosa de la ciudad, la conocida como "Casa Corbitt", donde varios sucesos extraños acontecieron, entre ellos que algunos de sus habitantes acabaron en hospitales mentales. Ese artículo que buscamos por lo visto hablaba de una familia de inmigrantes que se trasladó a la casa pero ésta quedó vacía poco después.. ¿Le suena a usted? ¿Sabe por dónde podríamos mirar?

Inconscientemente, Miranda dio un paso atrás. 

—El niño dijo que aquí hubo una redada, y que falleció gente —miró a su alrededor mientras se acariciaba la sien con la yema de los dedos—. Espero que el detective no olvide investigarlo... 

-Creo que sé de cuál me hablas, la que está rodeada de las oficinas modernas de hormigón, ¿no?-. Respondió el personajillo mientras empezó a caminar a lo largo de un pasillo conformado por columnas de archivos.

-Todo esto está organizado por direcciones. -Informó mientras de cuando en cuando susurraba el nombre de alguna de las etiquetas que aparecían...

-¡Ajá! ¡Aquí está!. -Anunció con un grito de triunfo.

Los recortes que tendió a los visitantes tenían diferentes fechas, las más recientes se encontraban en la parte superior, aquel orden evidenciaba que se colocaban conforme se redactaban. Sobre los Macario apenas hay notas, son breves y no aportaban información fuera de lo que ya conocían.

A continuación se encontraba un artículo el cual tenía una anotación en el margen que indicaba que no fue publicado, este afirmaba que en 1880 una familia de inmigrantes franceses se trasladó a la casa, pero ésta quedó vacía tras numerosos accidentes que provocaron la muerte de los padres y además dejaron lisiados a sus tres hijos. Tras ello la casa quedó desocupada un largo tiempo. En 1909 otra familia se trasladó y al poco todos cayeron víctimas de una enfermedad. En 1914 el hermano mayor enloqueció y se mató con un cuchillo de cocina, tras lo cual la familia se mudó de la casa. En 1917 una tercera familia alquiló el lugar marchándose al poco tras caer víctima de una enfermedad.

-La verdad es que es terrible todo aquello que pasó... Me consta que se volvió a vender. ¿No serán ustedes los compradores?

-No, lamento decepcionarle. Tan sólo recopilamos información -contestó Jeff, sin ganas de darle muchos más detalles -. Muchísimas gracias por su ayuda, es justo lo que estábamos buscando. Sin duda, sin usted no lo habríamos encontrado. Tome, por las molestias causadas -le ofreció discretamente un billete de cinco dólares-. ¿Puedo hacer copia del artículo? O al menos tomar notas sobre él.

Jeff quería tener amigos hasta en el infierno. Nunca sabe si tendría que volver a necesitar la ayuda del archivero, y prefería que lo recordase con simpatía.

De todos modos ya habían econtrado lo que buscaban, y eso sí era una buena noticia.

La ayuda del buen hombre no pudo venir en mejor momento, pues el detective estaba al borde de la desesperación entre tantos documentos. "Este periodista parece disfrutar entre tanta montaña de papel" -pensó el detective. Tras leer el artículo no publicado no pudo evitar sentir un escalofrío. Normalmente no habría reparado siquiera en ese tipo de historias, pero los sucesos vividos ese día le hicieron replantearse sus convicciones.

-Muchas gracias caballero. Sin usted esto nos habría costado más de lo deseado -dijo Stokes dirigiéndose al hombre-. ¿No sabrá, por casualidad, el motivo por el que no fue publicado?

-Parece que la historia de esa casa ha estado íntimamente ligada a las desgracias -comenzó a susurrar al señor Smith una vez fuera del alcance de los oídos del archivero-. Bastantes muertos para que sea una simple casualidad, ¿no le parece señor Smith? Y hoy ha estado a punto de engrosar esa lista con mi nombre. ¡Ya incluso hablo como si esa casa tuviese personalidad propia! En fin, ¿le parece que nos dirijamos a la comisaría para ver si podemos encontrar algún tipo de explicación más terrenal a todos estos sucesos que una simple historia de fantasmas?

-¿Vosotros también lo sentís? Esto cada vez me está gustando menos. -Murmuró para sus adentros el doctor mientras se dirigió al interior con paso vacilante, de vez en cuando volvía la vista atrás para confirmar que no entraba solo.

Al acceder los investigadores al interior de la capilla bloques de granito aparecieron allá por donde miraban, mientras que vigas de madera podrida y medio quemada aguantaban aún en su posición original como si hubiesen remplazado la ya inexistente techumbre por la bóveda celeste. Por el suelo únicamente restaban antiguos desperdicios, restos fruto del abandono del lugar, alguno de ellos objetos tan cotidianos que podrían haber sido el relato de cultos pasados en aquel lugar: bancos destartalados, algunos papeles arrugados y ya descoloridos, botellas rotas...

Mientras caminaban sobre la húmeda tierra observado algunos de estos restos, el trío no pudo evitar advertir oír el ya tan familiar crujido de tablones de madera bajo sus pisadas.

Con la molestia todavía reciente en la cabeza del doctor, siguió avanzando hasta llegar a los restos, estos traicioneros restos y dichoso martilleo, en ese momento el suelo se abre, sus reflejos le fallaron, dichosa pierna herida, por que tendría que forzarla tanto dentro de la casa, ya sabia que tarde o temprano las pagaría, todo eso pasaba por su cabeza mientras caía. Mientras el suelo se abría solo llego a decir.

-¡CUIDADO…..!-

Las tablas del suelo no paraban de crujir a cada paso que iban dando el trío de compañeros. Aquello no pasaría a nada bueno. Daba la sensación de un deterioro bastante notable. Aún así, Alan, al igual que la señorita Thornton y el doctor Bishop, siguió adelante.

Miranda caminaba lentamente, con la mano en la sien, masajeándosela y sin dejar de mirar el símbolo que había en la pared. 

-¡Sin duda, George! -afirmó Smith -. He visto algunas cosas... ¿Cómo decirlo?.. Extrañas, quizás, en otros casos. Pero en éste se juntan sucesos del todo extraordinarios. Me costó convencerme de lo de su caída. Resultaba tan inverosímil.. Pero la mancha de sangre y el olor lo sentimos todos. Es como una.. presencia, ¿no cree usted? -le costaba aún vocalizar la palabra-. Algo que nos vigila. En parte por eso.. No me extrañan los brotes de locura y las cosas que puedan haber pasado allí. Vayamos entonces a la comisaría, a ver si podemos ampliar la información.

También allí Jeff Smith tenía algunos amigos y contactos, que esperaba que pudiesen serle útiles. Aunque sin duda el detective era quien debía manejarse allí mucho mejor que él.

Únicamente un leve crujido fue el aviso que precedió aquella hecatombe: el suelo cedió repentinamente en un mar de astillas, polvo y basura arrastrando con su gravedad todo cuanto encontraba a su paso. Tal vez por el peso, tal vez el aviso de su compañero Miranda se libró de aquello mientras veía a sus compañeros precipitarse tres metros abajo.

Cuando el polvo empezó a ceder paso a la luz, el sótano empezó a distinguirse . Parecía una parte aislada del resto del edificio, bajo aquella tonelada de escombros se identificaban lo que parecían los escalones que daban acceso al lugar.

Mientras la pareja de caídos se revolvía entre quejidos advirtieron la compañía de dos esqueletos. Estos eran lo único que recordaba a los moradores del lugar, con fragmentos raídos de túnicas de seda, ennegrecidas por el hollín. Parecían dos sectarios que se refugiaron en el sótano esperando encontrarse a salvo de las llamas el humo fue su perdición...

Varios armarios se sucedían con documentos aparentemente de la secta en buen estado, mientras que encadenado a un podrido escritorio hay un enorme volumen de aspecto podrido y totalmente carcomido por los gusanos.