Partida Rol por web

Tu viaje desde las minas de Kolds, pues tu pueblo estaba cerca de estas minas, había sido algo arduo, por fin habías llegado cerca de la ciudad de Ánubel, allí pretendías recibir noticias de los acontecimientos recientes de las guerras que ocurrían en el reino, pues sabías que así podrías encontrar la manera de ayudar a tu pueblo. Tenías que hacer noche antes de llegar a Ánubel, pues aún estaba a medio día de viaje, así que te dispusiste acampar en el refugio de los árboles del final del bosque, haciendo un fuego para calentar los fríos pies, pues el invierno estaba cerca, la noche parecía que iba a ser estrellada pues ninguna nube cercaba los cielos. Mientras cenaba viejos recuerdos de los tuyos inundaban tus pensamientos, cuando llegaría el día de volver... Aún era muy pronto para pensar en ello...

 Jorgael tenía el petate extendido y la manta lista, apozadas en un árbol, para cuando le tocara descansar. De momento vestía aún la armadura, y tenía los arreos de combate a manos, pues es lo que le dictaba el sentido común al encontrarse en tierras ajenas.

 Se encontraba con la pipa encendida entre los labios, con la mirada puesta en las ascuas de la hoguera, sumido en sus reflexiones...

 Tras fumar la hierba que tenía en la cazoleta de la pipa, y que las ascuas terminaran por apagarse, Jorgael decide ponerse de nuevo en marcha. No es bueno quedarse a dormir en tierras ajenas, solo y sin vigías, ya tendré tiempo de descansar a pierna suelta cuando llegue a algún sitio adecuado.

  Así pues recoge el equipo que tenía preparado para acostarse y tras hacer un meo en las ascuas apagadas el sacerdotes de Clanggedín prosigue la marcha, lenta pero inexorablemente.

 Jorgael estaba sumido en sus reflexiones, en especial repasando las doctrinas de su fe. Eso le ayudaba a hacer las horas más llevaderas.

El enano sabiamente sabe que dormir en el bosque no es una gran idea, pues puede ser pasto de los animales salvajes que allí se hospeden, así que decide marchar hacia Ánubel, para llegar cuanto antes, una ves  allí, ya descansaría lo merecido.

No pasaron muchos minutos después de recoger su equipo que se topó con dos seres que parecían algo reptiles con sus escamas y su cola, que estaban alrededor de lo que parecía un animal muerto, por lo visto no se habían dado cuenta de su presencia, al parecer parecía que discutían por la pieza de caza. El enano se detuvo a escasos metros, que podía hacer?

 Parece ser una pequeña prueba que me presenta Clanggedín, el valor y el prestar batalla, si són las criaturas que dicen los ancianos, y la mitad de viles, sin lugar a dudas es mi deber, como buen enano el prestar batalla.

 - Espero estar a la altura de tus enseñanzas, Clanggedín Bargenta. Ayudadme a protegerme del mal que representan esa aberración de todo lo que es bueno y justo.

  El aguerrido enano pronuncia una breve oración, y en respuesta a la súplica, Una especie de esfera intangible parece expandirse des de su interior hacia afuera, de una tonalidad metalizada.

Justo cuando el clérigo acaba su oración la cual hace efecto de inmediato después, uno de los kóbolds gira la cabeza mirando hacia él, pues parece que algo le alertado, sus ojos rojos se abren como platos en cuanto ve al enano, y haciendo gestos al otro mientras se comunica con el otro ser, prepara su arma que estaba clavada en el animal que yacía en el suelo para hacer lo propio con el ser que se acababa de presentar sin previo aviso...

 Jorgael avanza unos pies, pues el terreno lleno de vegetación le impide moverse con libertad, pero tiene los ojos puestos en los dos adversarios.

 - Vuestros días de fechorías, aquí terminan, escoria.- Dice en enano.

Los kóbolds ven como el enano avanza unos metros y se detiene a la expectativa, puesto que son dos los adversarios y a de andar con ojo, pues quien sabe quizá hubieran más, este tipo de criaturas actuaban normalmente en grupitos. Uno de ellos (Kóbold 1) avanza cogiendo su media lanza con fuerza y después de recorrer unos metros envía su arma contra el enano que en un último instante se ve capaz de evitarlo por poco con un movimiento de cintura, por consiguiente el compañero (Kóbold 2) avanza junto a su compañero y prepara la lanza para ser usada contra el enano, pero esperando a ver que hacía ese ser que les había interrumpido.

 - Jah! Con estas armas de feria pretendéis dañar a un enano, entonces soys más necios de lo que cuentan las leyendas!- Dice de nuevo en enano.- Clanggedín, haz que esta hacha sea digna de ser cantada en leyendas.

 Tras formular una oración el guerrero enano avanza cauteloso hacia las lagartijas.

Las criaturas tras ver que el enano murmuraba unas palabras y acto seguido su arma parecía coger un brillo, lo miraron con desconfianza y no se atrevieron a avanzar hasta él, de echo el que había intentado golpearle con la lanza  sacó una ballesta ligera de su espalda y la empezó a cargar, mientras el otro se puso al lado de su compañero para vigilar los movimientos del enano, mientras echaba un ojo a la pieza que habían dejado allí tirada...

 Jorgael viendo que no se decidiían, que uno bajaba un ponto la guardia decido mover ficha y se abalanza con contundencia contra la desdichada lagartija.

 - ¡POR CLANGGEDIN!

 El paticorto enano se lanza en un sorprendente esprint y termina por descargar un potente arco descendente con su hacha alcanzando al mequetrefe kóbold, abriendo una brecha entre sus escamas...  la sangre sale proyectada en un surtidor, manchando el suelo y a los contendientes.

Al kóbold no le dio tiempo de volverse a mirar al enano como venía en tromba a por el, puesto que cuando ya giraba la cabeza el enano le había hecho una brecha en el esternón salpicando alrededor todo de sangre, su compañero vio lo que sucedió y no se lo creía, lo había echo trizas como a un simple pergamino, apuntando con la ballesta se le veía como le temblaba la zarpa y sin mucho acierto lanzó el virote contra el que podía ser su verdugo, ni siquiera miró si el virote daba en el blanco o no, salio de allí a toda prisa con la esperanza de no ser perseguido por ese brutal ser...

El enano ve como el virote choca contra la parte plana del hacha mientras con una patada se deshace del cuerpo del kóbold muerto para recuperar el hacha...

 La densa sangre que había salpicado su armadura y rostro empezaba a deslizarse para abajo cuando el enano se lanzó en la persecución de la huidiza lagartija.

 - No huyas, afronta tu destino como un guerrero y no como una alimaña!

 Jorgael plasmó de nuevo la verdad de que los enanos son un terrible adversario en las distancias cortas... Acompañado por el estruendo de las palnchas metálicas de su armadura se abalanza contra el kóbold restante, lanzando esta vez un tajo horizontal, de izquierda a derecha, incrustando profundamente el filo de la pesada hacha en el torso de la sabadija...

El kóbold apenas lo vio llegar, apenas pudo girar la cabeza para mirar donde se encontraba aquel enano, antes de que pudiera siquiera pedir clemencia aún intentándolo fue destrozado por la fuerza con la que el enano arremetió contra la criatura, que cayó casi partida en dos al suelo dejando un reguero de sangre alrededor, la amenaza había acabado y el enano se encontraba de pie mirando a la criatura con repugnancia y satisfacción.

 - Ahora el mundo será un lugar un poco menos sucio y peligroso.- Dice mientras saca un trapo de entre sus pertenencias y quita la sangre del filo de su hacha.

 Mira que tienen estas sabandijas, un poco de comida, algo de chatarra... más por curiosidad que por avaricia.

 Jorgael guarda en su funda su preciada hacha enana, ya limpia de la pegajosa sangre de las sabandijas que pronto serían pasto para los carroñeros.

 Toma unas de las medias lanzas y examina los cuerpo, tumbándolos, buscando algo de interés. De repente, ve algo extraño. Un abultado saquillo de cuero repleto de monedas, lo toma, lo sospesa y examina, finalmente examina su interior, se fija en el gravado de las monedas de plata para ver que reino puede haberlas acuñadas. Dudo que estas bestiolillas comercien con monedas, eso debe ser el fruto de algún pillaje... Jorgael se guarda en la mochila el saquillo con las monedas de plata. Cuando examina el otro kóbold, ve que tiene un zurrón hecho trizas con una redoma en la que se aprecia un contenido líquido. Examina con sus manos enguantadas la poción, en busca de alguna etiqueta o runa. Después la guarda en un bolsillo de su mochila.

 Finalmente decide hacerse con las dos ballestas ligeras, de tamaño pequeño y emprende de nuevo el viaje hacia su destino. Ya he descansado suficientemente, es hora de reanudar el viaje.

 Antes de dejar el escenario, inca una rodilla en el suelo, mirando hacia los dos cadáveres y hace una reflexión sobre lo sucedido. Clanggedin enseña que debemos aprender de todo combate y batalla, debo aprender de todas para estar preparado en batallas futuras.

 - De esta batalla he aprendido que no se debe dar cuartel, y llevar el combate al cuerpo a cuerpo, donde no pueden usar estas armas impuras de ataque a distancia.- Susurra en eneno.

 Finalmente se incorpora y emprende la marcha de nuevo.