Partida Rol por web

Cuando me apercibo de que el desconocido se trataba en realidad de un muchacho aldeano, una sensación de alivio me tranquiliza por una parte. Aunque estaba en lo cierto con mi pálpito, pues había por lo menos un superviviente, poco me dura la alegría al ver el estado lamentable en que se encontraba. Era sin duda un chaval valiente, no debía de tener mucha más edad de la que yo tenía cuando atacaron nuestro campamento, pero estaba magullado y, a pesar del orgullo que mostraba, al parecer al borde de sus fuerzas sosteniendo tembloroso y con esfuerzo su propia espada.

Tenía tantas preguntas que hacerle acerca de lo que había pasado en el Maig Tuira que no sabía por donde empezar, aunque antes siquiera de que pudieramos intentar tranquilizarle para que confiara en nosotros, el muchacho ya se había desplomado enfrente nuestro.

-¡Baga!- Exclamo en cuanto le veo caer, sin demorarme en dirigirme hacia el chico. Enseguida veo que había quedado inconsciente, y la herida que tenía en su costado no era para nada alentadora. Teníamos que llevarlo cuanto antes con los demás, a la luz del fuego.

-Regresemos al campamento, necesita ayuda. -Digo mirando solemente en la oscuridad al elfo, para después levantar con cuidado en mis brazos el cuerpo del chico. No podía ser que lo perdieramos tan pronto...

Harandir ha tenido más reflejos que yo. Ciertamente, no me demoro en acudir a su lado para ayudarlo a transportar al muchacho hasta el interior del poblado.

En medio de la noche y del bosque, prosigo mi particular duelo con mis oponentes. Tras mi ultimo ataque, me preparo para resistir la embestida de los lobos. Pero he aquí que, quizás, el destino parece sonreirme esta noche. Pues uno de los lobos, cae enredado en unas raíces justo cuando se disponía a atacarme. Y el otro, ya herido por mi anterior golpe, no logra acertar en su dentellada.

Y esa, es una oportunidad que no voy a dejar escapar. Alzo mi espada y descargo un nuevo tajo sobre el lobo ya herido. Resuena de nuevo en medio de la noche, el sonido del acero; y yo, entrecerrando los ojos digo.

¡No temas!. Pronto se reunirá tu compañero contigo en la muerte.

Y tras mi ataque, me giro con rapidez dispuesto a lanzarme sobre el segundo de los lobos.

Los vigías ven cómo el que parece el único superviviente al ataque del poblado se desploma ante sus ojos, sus fuerzas estan sin duda al límite de lo que puede aguantar un ser humano. Rápidamente, Harandir se lanza en su ayuda llegando a él y levantando la cabeza buscando la ayuda de su compañero, pero el elfo se demora unos instantes y, comprobando que todo aquello no sea una trampa, afina sus agudizados sentidos del oido y la vista, sin percibir absolutamente nada. Al final, el elfo se decide y corre también a socorrer al chico, entre los dos lo levantan pasando los brazos por sus hombros y arrastrando sus pies camino a la choza en la que se encuentran los demás...

Harandir, Lolyan y el Herido por fin llegan a la choza elegida para pasar la noche, nada más entrar agradecen el fuego encendido por Dagar, que se encuentra en silencio mirandolo fijamente, inmerso en el crepitar de las llamas. Cuando se desencanta, se sorprende mucho al ver lo que traeís y se levanta de un salto, Ivorwen y el viejo Pad duermen en un extremo, ambos estan heridos en un extremo de la cabaña y no van a pasar buena noche. Rápidamente, los dos aventureros dejan al joven guerrero cerca del fuego y le explican al Dunedain lo ocurrido y que ellos si han podido hablar con Baga, aunque escasamente,  si no recibe atención médica en poco tiempo morirá.

El ataque del montaraz no lobra su objetivo, su oponente a aprendido la lección y pese a estar gravemente herido da muestras de una agilidad que sólo un animal puede tener, esquivando el golpe con un movimiento instintivo. Amlaith parece sorprendido y baja la guardia durante un instante, que el lobo aprovecha para agarrarle del pantalón y darle un buen mordisco en la pierna, aunque en seguida se suelta. Mientras, su compañero parece seguir aturdido después de tropezar con la raiz.

Suerte es lo único que le ha salvado la vida a mi primer oponente. Y esa suerte, es la que aprovecha el lobo para clavar sus colmillos en el gemelo de mi pierna izquierda. Aprieto los dientes y, a modo de respuesta, lanzo una estocada recta sobre el hocico del animal. Por supuesto, vuelvo a alzar mi escudo y, con el rabillo del ojo, mantengo vigilado al segundo lobo. El cual, sigue enredado en las raíces.

Por un segundo, el primer lobo y yo, cruzamos las miradas. Y ambos llegamos a la misma conclusión. Este combate acabara solo cuando uno de nosotros haya muerto.

Preocupado por Amlaith, no es mi intención demorarme durante mucho tiempo en la cabaña.

-Ocupaos vosotros –susurro, para no despertar a los heridos. -Vuelvo al puesto de guardia.

Dicho y hecho: mis pies, como bendecidos con alas, me transportan de nuevo por sobre los anaqueles de la noche. Son mis oídos lo que apuró en cuanto me aposto de nuevo a la entrada de Maig Tuira.

Tras dejar a Baga recostado explico brevemente a Dagar la situación, mientras busco intranquilo en la penumbra de la habitación algo de tela que pudiera servir para vendaje, o restos del preparado que Amlaith había administrado a los heridos. A decir verdad no podía pensar con claridad desde que cogí en brazos al chico, estaba abrumado por la situación, y ver partir de seguida al elfo sin tiempo para responderle me frustra todavía más ¡Tenía entendido que los elfos sabian de medicina!¡Qué diablos tiene que hacer ahí fuera para que sea más importante que la vida del chico!¡Pende de un hilo! Tal es mi frustración que no puedo contenerme a pegar una patada y tumbar una de las sillas soltando una maldición. Después de tomarme unos breves segundos para calmarme y de llevarme las manos a la cara, me dirijo a la que parecia la única persona que quedaba despierta en la choza:

-Dagar, tenemos que ayudar cuanto antes al chico...

Dicho esto me quito la capa sin demora para hacer jirones con ella. Serviria sin duda como venda, no podíamos perder ningún instante más. No tengo mucha experiencia en cuanto a sanar heridas, pero he de intentar cuanto pueda mantener la vida que le quede.

Después de acercarme de nuevo a Baga, quito con cuidado los ropajes que cubrían su pecho, pues me parecía que era allí donde había recibido la herida más importante. La luz titilante de la lumbre es suficiente para notar con claridad la gravedad de sus heridas y, con toda mi buena intención, procedo a vendarle, poniendo la fe que me es posible en mis poco entrenadas habilidades curativas.

-Aguanta... aguanta... -susurro mientras miro preocupado al chico, esperando que recobrara el conocimiento cuanto antes... Yo debería de tener aproximadamente su misma edad cuando sufrí el ataque a mi campamento, y sobreviví. Si ocurrió una vez y salí bien parado de allí, él también puede lograrlo...

Vamos Baga, puedes hacerlo, no te nos vayas...

El lobo recibe un nuevo golpe que le hace retroceder, eso, y que su compañero se pone a correr después de desenredarse en la rama es suficiente para amedrentarlo, Amlaith se queda una vez más sólo en la quietud de la noche, aún con el resuello que le ha provocado la reciente refriega -Probablemente ese animal no sobreviva, su herida es muy grave...- Piensa el montaraz a la vez que emprende inmediatamente el camino de regreso al poblado.

Un poco más tarde, Amlaith llega sin contratiempos al poblado y, cuando esta a sólo unos metros de la muralla una voz lo hace frenar en seco -¿Quién va?- El montaraz la reconoce en seguida, se trata de Lolyan que cómo afirmó antes de que Amlaith se fuera, está vigilando el perimetro del poblado. En la semioscuridad, encima de la muralla con su arco tensado, se puede ver la silueta del elfo en guardia ante un posible ataque, hasta que se percata de que el intruso es su valiente compañero. El elfo le comunica que hay novedades y ambos se dirigen sin más explicaciones a la choza donde están los demás...

En la choza, el nerviosismo de Harandir va en aumento recordando sus viejos fantasmas, el poblado arrasado, humo por todas partes, gente muriendose, sangre... Las heridas del muchacho no presentan buen aspecto y el nórdico no tiene demasiados conocimentosde medicina, pero aún así, Harandir se esfuerza por ayudarle y acierta vendandoselas con los jirones en los que ha convertido su capa. Justo cuando está apunto de acabar la tarea aparecen Amlaith, Lolyan y por último Edha, que se encontraba explorando el poblado y también viene con visible preocupación en el rostro...

Cierro los ojos completamente al caer al suelo, noto vagamente como me transportan pero no se ni a donde ni por cuanto tiempo. El tiempo y el espacio parecen infinitos para mi mente en estos momentos.

Sueño con lo que le ha pasado a mi aldea, recordando los terribles momentos que me ha tocado vivir. Esos sucesos torturan mi alma y perturban mi descansar. Parecen tan reales que grito para poder despertarme, grito por mi padre, por mi madre, por mis hermanos y hermanas...pero ninguno de ellos responde. Ninguno de ellos viene en mi ayuda.

Noto como mi costado arde y la fiebre aumenta, es como si el fuego que incendió mi aldea se alojase en mi interior

- Padre...son muchos... - digo en mi estado febril, mi voz es casi un susurro - ...yo...yo los retendré...

En ese momento recuerdo como la espada me atravesó mi vieja armadura y cortó mi carne. Emito un grito ahogado por la fiebre y la falta de fuerzas, en ese momento mis sueños se vuelven oscuros y me sumo de nuevo en el mundo onírico.

Una vez que mis enemigos se dan a la fuga, lo primero que hago, es limpiar mi espada de la sangre de la bestia que he dejado moribunda. Y tras envainar y volver a colgarme el escudo sobre mi hombro izquierdo, me encamino con rapidez hacia las ruinas del poblado.

No tardo en aparecer por la entrada principal y a pocos pasos de entrar, recibo el alto de Loylan. Asiento satisfecho pues no esperaba menos y respondo.

Soy yo Loylan. Estoy de vuelta tras un breve retraso.

Juntos nos encaminamos hacia la choza que usamos para cobijarnos en la noche y al llegar, me encuentro con un herido que me es desconocido. Interrogo con la mirada a Harandir y este, tras encogerse de hombros, se limita a señalarme también a Ivorwen.

Y yo, tras examinar a ambos heridos, mascullo una maldición entre dientes por no haber podido traer nada útil de mi correría nocturna. Solo entonces me giro para descubrir cierto gesto de preocupación en la cara de Edha, por tanto, pregunto.

¿Has visto algo extraño en tu exploración?. Por mi parte, solo puedo relatar el encuentro con dos lobos. Uno de ellos no sera ningún problema. El otro, huyo al final. Y eso es algo que me preocupa. Pues cada vez estoy mas convencido de que algún tipo de voluntad parece guiar a nuestros oponentes.

En el silencio que sucede a las quejas del malherido, he aprovechado para sondear los rostros de los que se congregan en torno: Dagar, Harandir, Amlaith y Edha, esta última especialmente inquieta tras su vuelta.

Es un alivio comprobar que siguen vivos estos dos con ansias de exploración; la jindama durante la guardia incluso me había empujado a subirme al muro para adivinar más. Y no eran futiles los temores, tal como acaba de testimoniar Amlaith.

Me debato entre la urgencia de marcharme a seguir vigilando y la curiosidad por saber si el pueblerino podrá hablar y contarnos lo que ha pasado. “No tiene buen aspecto, me digo, y, de sus murmullos se colige que lleva quebrantos en el alma para dar y tomar; tan sólo espero que no devenga en un sujeto de los que cantaran:

Antes que agonice
Taparme la cara:
Si me ve la muerte, temo que no quiera
Llevarse mi alma.”

Pero aquí me demoro, tratando de ser útil, de arrimar un pellejo con agua o vino, y dirigiendo furtivas miradas a la puerta de la choza luego de que el dúnadan haya compartido sus ominosas sospechas.

Sentado junto al muchacho, y con los codos apoyados sobre mis rodillas, contemplo con la mirada perdida el fuego.

-Se llama Baga- comienzo a decir lánguidamente ante la concurrencia.- Lo encontramos saliendo de la posada, exhausto y tambaleante. Apenas nos pudo decir su nombre y se nos derrumbó... Tiene temple y coraje, vaya si lo tiene, y ningún miedo a reunirse con sus ancestros con la cabeza bien alta, como un guerrero. Seguro que luchó con todo su ánimo, pero le tuvieron que atravesar de parte a parte, la herida que tiene en el costado no me gusta nada...

Después de una pausa, vuelvo de mi abstracción, pensando en voz alta:
-Es... es raro... ¿Qué pensáis que habrá podido pasar? No hemos visto cadáveres, no huele a muerte ¿Quizás los quemaron junto con el resto del pueblo? ¿Viste algún cuerpo, Edha?

Frunzo el ceño y niego con la cabeza al oír el relato de Harandir. Y habiendo escuchado sus preguntas, digo.

Por mi parte solo puedo recomendar largarnos de aquí con las primeras luces del alba. Como lamento que se me escapara ese segundo lobo.

Dicho esto, paseo mi mirada por los rostros de ambos heridos antes de añadir.

Los transportaremos en los carromatos. No creo que el paso de los bueyes les cause excesivos problemas.

Callo entonces y vuelvo a mirar a Edha. Pues tengo la impresión, de que es muy posible que tenga algo interesante que contarnos

Edha asiente inmediatamente con un leve movimiento de cabeza a la pregunta de Harandir -Estoy de acuerdo con lo que porpone Amlaith, he encontrado varios cadaveres, algunos de ellos desmembrados y otros quemados, no se quién ha hecho esto pero os aseguro que tenían más motivos que el simple echo de conseguir algunas provisiones y seguir su camino, se han ensañado con esta gente- dice la experimentada guerrera mirando al muchacho tendido.

Dagar esta sentado en uno de los tocones que estaban esparcidos por la destartalada cabaña, con los codos sobre las rodillas y aguantandose la cabeza -Esto es muy extraño, cómo os dije, este poblado lleva mucho tiempo aquí, a pesar de todas las escaramuzas siempre se había respetado, esta campaña será muy dura... tal vez los Cultirith esten preparando una gran ofensiva... aunque no tienen medios...-

El joven se levanta y echa mano a su bolsita del cinturón, sacando una especie de musgo y ofreciendoselo a Amlaith-Yo tengo Melandar, hazles una infusión a ambos y tendrán menos probablilidad de infección, lo que no tengo es nada para curar esas graves heridas, ya gaste el Arkasu para recuperar a Pad...-

Al escuchar la última frase de Dagar,  levanto la cabeza mirándole excitado y exclamo:

 -¡Yo tenía también arkasu en mis provisiones, maldita sea!¿Cómo no me he acordado? -camino rápidamente hasta mi mochila para sacar la hierba y tendérsela a Amlaith. -Espero que no sea demasiado tarde... -Después de eso, continúo:

-No sé quienes serán los culpables de esta masacre, pero estoy de acuerdo en que que sólo nos resta descansar y seguir nuestro rumbo cuanto antes, con lo que podamos... -giro la cabeza hacia la guerrera del grupo- porque por la cara que traes y tus palabras me da la impresión de que no has encontrado nada más que cadáveres y que esto ha sido, además de quemado, también saqueado ¿estoy en lo cierto?... Antes de partir podríamos inspeccionar las ruinas de la posada, por si todavía quedaran algunos víveres, pero no tenemos nada más que hacer aquí. Y ahora, si no os importa voy a acostarme para reposar un poco, confío en que el arkasu le vaya bien al chico... Cuando necesitéis que monte guardia, despertadme.