Partida Rol por web

Por lo visto Amlaith y Loylan se adelantarían para ver qué había ocurrido y el resto nos quedaríamos custodiando el waeosh.

Me parece un buen plan. Podéis dejar las mochilas en este mismo carro - les digo señalando uno bien custodiado por el gato, junto al que me dispongo a seguir avanzando- Nosotros nos quedamos custodiando los carros.

Iba a decir que no había nadie en los alrededores pero sólo alcanzo a abrir la boca y justo un segundo después recuerdo que el humo del Maig Turia, el poblado que estaba de camino al Thirton, donde nos dirigimos, me demuestra claramente que sí que hay, o había alguien, en los alrededores. Y puede que dispuesto a atacar la caravana... Cierro los labios y busco un lugar con la mirada que pueda servir de escondite para los carros: alguno no demasiado alejado tampoco del camino, no conviene poner estas ruedas en barrizales o liados en las hierbas...

Pero mis conocimientos no son de esta naturaleza y me espero que el resto, más experimentados que yo en este campo, den su opinión.

Desde nuestra posición no alcanzamos a ver nada más que lo que ya sabíamos: algo ha sucedido en Maig Turia. Las opciones que se nos plantean en este momento no son muchas, más bien sólo tenemos una opción, nuestro camino pasa necesariamente al lado del poblado, pues los carros que llevamos con nosotros no pueden avanzar campo a través.

La posibilidad que plantea Amlaith me parece adecuada, pero no me parece suficiente que sólo dos de nosotros vayan a averiguar lo sucedido. Después de pensarlo durante unos minutos, me decido a exponer mi opinión a los presentes.

Creo que la mejor de las opciones es la que plantea Amlaith. Digo mirando primero a éste y después a los demás. Necesitamos saber qué es lo que está pasando en Maig Turia antes de aventurarnos a pasar cerca de allí. Pero si sólo vais dos personas hasta allí, teneis más posibilidades de sufrir algún daño que si alguien más os acompaña. Ahora, miro a Lolyan y Amlaith mientras les explico mi opinión. Si alguien se encontrara cerca de este lugar, sin duda ya nos habría atacado. Además, si escondemos los carros tras algún árbol o arbusto cercano y dos de nosotros se quedan junto a Dagar y Pad, ocultos de las miradas de cualquiera que pueda pasar por el camino, no creo que nuestro waenhosh sufra ningún percance, y si alguien intenta hacerse con los carros, habrá cuatro personas para defenderlos. De este modo, tres de nosotros podrían acercarse al poblado y ver lo que sucede. Es más problable que seamos atacados allí abajo, y si sólo sois dos los que vais, es más fácil que acabeis con alguna herida grave o algo más... Si me aceptais, os acompañaré hasta Maig Tuira. Llevo años luchando en batallas y mi espada puede serviros de gran ayuda si ocurre algo inesperado.

Entre todos los integrantes de la caravana, se decide que se formaran dos grupos, uno hará de avanzadilla para ver lo que ocurre en el Maig Tuira, y el otro se quedará cuidando de la mercancia portada por los carromatos.

En un principio, sólo Amlaith, con su experiencia en estas lides, y Lolyan, que al parecer dispone de unos sentidos más desarrollados, iban a ser los miembros de esa avanzada. En el último momento, cuando los dos voluntarios se disponen a cubrir los metros que los separan del campamento, la mujer de la cota de malla y el precioso espadón, hace pública su decisión de ir con ellos. Edha expone sus argumentos con tono de quién ha estado en muchas de estas y alude a su gran experiencia en combate, algo que sin duda en caso de un ataque será muy útil al nuevo comando. Teniendo en cuenta que iban a ser cuatro personas las que custodiaran la mercancía, no parecía mala idea, y el elfo y el montaraz aceptan de buen grado.

Dagar se muestra en seguida de acuerdo con el plan efectuado por los guardias de su caravana, al fin y al cabo era para situaciones cómo aquella para lo que los había contratado.

-Me parece un buen plan- afima mientras se encamina hacía los carromatos -Desde aquí tenemos un amplio campo de visión, podeís hacernos señas en caso de que queraís que nos acerquemos o pongamos pies en polvorosa, estaremos esperando por aquí...-

Sin más demora, los exploradores comienzan a avnazar por la tendida pendiente, cuesta abajo, armas en mano y pendientes de todo lo que les rodea, poniendo especial atención a la curva del camino que desaparece cerca del Maig Tuira. Sus pasos son rápidos y queda poco para que corran, sin duda les interesa cubrir aquella distancia cuanto antes.

Mientras, Ivorwen y Harandir, que se han quedado en la misma posición en la que antes se encontraban todos, lo observan todo desde lo alto de la colina, esperando que ocurra algo que de momento no llega. Dagar y el viejo Pad, han sacado los carros del camino unos metros con el fin de esconderlos, aunque va a ser una tarea dificil la verdad...

La avanzadilla ya ha cubierto la mitad del trayecto y no ha ocurrido absolutamente nada en su linea de visión hacía el campamento...

Nada había dicho sobre la idea de Amlaith de mandar una parte de nosotros como avanzadilla. Podría haber propuesto también sin duda ser su acompañante pero, al fin y al cabo, me seguía pareciendo que Lolyan podría ser quizás más adecuado que nadie para esa tarea de aguzar los sentidos. Me mantenía agachado, escondido por entre la maleza, con una rodilla apoyada en tierra. y un brazo en la otra. Desde mi posición observo, junto a Ivorwen, cómo Lolyan, Amlaith y Edha avanzaban por el camino a paso ligero. Ahí arriba, desde lo alto de la colina, podíamos controlar gran parte de terreno, aunque no lo que se hallaba tras la loma. Me siento intranquilo, y noto incluso cómo no puedo dejar de mover los dedos de mi mano libre. El aire parece volverse por momentos más pesado y enrarecido, quizá fuera por la sensación de incertidumbre...

-Es raro... ¿qué crees que puede haber pasado en el Mag Tuira, Ivorwen? -le pregunto en voz baja, con la vista fija en el resto del grupo.

Sin embargo, nuestra misión era proteger a Dagar, Pad y el cargamento, y no podíamos dejarles sin vigilancia. Cuando de repente caigo en la cuenta de que justamente era eso lo que estábamos haciendo, me giro para observarles un momento.

Me giro para Harandir y le respondo en el mismo tono susurrante :

Supongo que habrán atacado los cultirith de los que hablaba Dagar hace un momento. Quizá se han cansado de que los habitantes del poblado sean neutrales o hubo alguna disputa más fuerte que de costumbre entre las dos facciones.

En cualquier caso somos un blanco si llegan a saber de nuestra existencia.

Me doy la vuelta para vigilar a Dagar y Pad y veo que se estan esforzando para hacer sacar un carromato fuera del camino.

Deberíamos estar a su lado. Los otros no tardarán. Si hay pelea y nos necesitan ya nos enteraremos y si está despejado también.

Dicho esto empiezo a bajar de la colina para ayudar a Dagar y de paso comprobar que mis dagas siguen afiladas y el gato en su sitio.

Vuelvo a girar la vista hacia Ivorwen, que se dirigía a ayudar presta a Pad y Dagar, con su elegante caminar. Si, como decía ella, había pelea y nos necesitaban, prefería permanecer atento. Y si hacían señas para que avanzáramos, también.

-Bueno, yo me quedaré de momento aquí a la espera de ver qué ocurre con los demás, para que no nos pille nada por sorpresa... -le respondo, antes de acomodarme de nuevo entre la vegetación, centrando mi atención en el camino. Mi corazón seguía todavía inquieto.

Una vez todo dispuesto, los tres que hemos decidido adelantarnos, empezamos a bajar por la suave ladera de la loma a la que subimos. Mi leal acero cuelga en su vaina listo para ser desenvainado mientras que mi escudo, ocupa su lugar en mi brazo izquierdo.

Avanzamos a paso rápido dejando atrás la ladera y separados unos poco metros unos de otros. Los suficiente como para no perder el contacto visual, pero también lo suficiente como para que no se nos pueda distinguir con facilidad en medio de la vegetacion. La ladera queda finalmente atrás y yo, que voy en el centro y algo adelantado, alzo mi mano derecha en total silencio. A continuación, tras mirar primero a uno de mis compañeros y después al otro, les hago un gesto bajando la palma de la mano derecha.  Hecho esto, me inclino tras uno de los arbustos del terreno y oteo hacia delante y hacia los lados mientras digo en un susurro.

No quisiera ser la causa que provoque un ataque. Avancemos con el grado de precaución adecuado. Pues estamos aqui para detectar cualquier posible peligro. No para que ese peligro nos salte a la cara por sorpresa.

 De momento, tan solo veo ante mi, a algunas aves carroñeras sobrevolando el lugar. Pero permanezco atento a cualquier otro posible detalle.

A cierta distancia de mis dos acompañantes, ando con paso firme a la derecha de Amlaith mientras bajamos la suave pendiente que nos separa de nuestros compañeros y nos acerca hasta el campamento. Siento como la adrenalina corre por mis venas, la tensión ante lo inesperado de los acontecimientos guía mis pies con decisión por el camino.

Mantengo agarrada con firmeza mi espada, sintiendo el frio tacto de su empuñadura entre mis dedos, mientras fijo la mirada en la curva que nos obstaculiza la visión, pues es en ese lugar donde espero la sorpresa.

Cuando llevamos recorrida la mitad de la distancia que nos separa de nuestro objetivo, Amlaith levanta su puño en señal de que nos detengamos. Me mantengo quieta donde estoy, agachandome ligeramente para cubrirme por los escasos matorrales, ya que por un momento creo que ha visto algo en el horizonte. Miro a uno y otro lado, pero no percibo ninguna amenaza cercana a nosotros. Sus palabras confirman mis sospechas, por ahora no hay ningún peligro, simplemente quería asegurarse de que nadie se había percatado de nuestra presencia.

Desde donde estoy, susurro unas palabras a mis dos compañeros. En esta posición somos un blanco fácil, desde lo alto de la siguiente loma podrían atacarnos. Estos arbustos no nos ofrecen una gran protección y aquí somos visibles para cualquiera. Debemos avanzar hasta un lugar más seguro o acabará descubriendonos quien quiera que este cerca. 

Dicho esto, inspecciono una vez más los alrededores con la mirada, y tras cerciorarme de que todo sigue en tranquilidad, me dispongo a avanzar de nuevo hacia delante junto a Lolyan y Amlaith.

El que nos ataquen, es una posibilidad que tengo en cuenta Edha.

Respondo en el mismo tono que mi compañera.

Pero quiero estar totalmente seguro de que ningún extraño se halla cerca de la caravana. Esa, es mi prioridad.

Continuo entonces prestando atencion a los alredores. Sigo sin atisbar ni una sola señal que me pueda indicar presencia hostil. Pero no obstante, ahi delante de nosotros, se eleva una humareda de lo que antaño fue un prospero asentamiento. Y yo añado.

Lo que espero es, si realmente mis temores se confirman, hallarnos, quizá con algún rezagado del posible grupo atacante mas adelante. Y si es así, no me importara hallarlo. En estando lo suficientemente lejos de los carros, ya podéis imaginar lo que pienso hacer con el o con ellos.

Dicho esto, miro tanto a Edha como a Loylan mientras palmeo la empuñadura de mi espada.

Fue abandonar el hatillo, afianzar las correas de mi aljaba y asegurarme la daga al cinto, y entregarme al trote, flexible como un junco, en pos de mis compañeros, completando el vértice izquierdo de un triángulo furtivo.

Los susurros de aquella pareja se han sucedido ahora en tanto mi mirada reparaba en un nido abandonado entre los matojos tras de los cuales me he agachado a la señal de Amlaith. Y esta visión fortuita en la tarde clausurada empuja al sentimiento a superar la brecha entre pensamientos y realidades, y caigo en la cuenta de lo que estamos haciendo, de que puede haber gente que nos quiera mal allí delante en el camino, y no puedo sino echar de menos mi escritorio, el olor de los libros y los puertos, e incluso la cara bonita de mi madre.

Y sólo me queda aferrar el arco con ambas manos, como un náufrago se aferra a su madero, y asentir con facciones marmóreas -por que no trasluzca la emoción- a mis compañeros, y prepararme para seguirlos en cuanto dispongan.

El grupo de exploradores se detiene un momento en la llanura, cubierto parcialmente por uno de los miles de matorrales que se extienden en toda aquella zona de monte bajo. Durante un corto espacio de tiempo sus tres componentes vuelven a observar los alrededores con detenimiento sin descubrir absolutamente nada, todo está en silencio y nada se mueve excepto un grupo de buitres que sobrevuelan el terreno a muchos metros de altura, cómo un mal presagio.

Hablan entre ellos, llegando a la conclusión de que su escondite no proporciona la suficiente cobertura cómo para no ser vistos, sin duda les interesa cubrir cuanto antes la distancia que les separa del poblado así que vuelven a avanzar de la misma forma, rápidamente pero con cuidado. Poco a poco se acercan a las primeras contrucciones, hasta que lleguan a ver la totalidad del asentamiento, desapareciendo de la vista de Harandir, que los observa desde su puesto en la lejanía.

La avanzadilla por fin ha alcanzado su objetivo, la población no es más que un pequeño grupo de chozas precariamente fortificado con un pequeño muro de metro y medio de alto, precedido por un foso que hace que cuando te encuentres frente a la muralla, la parte alta quede a unos dos metros. El muro esta rodeado por una especie de alambre de espino que está roto en alguna de sus partes. También hay un edificio contiguo al poblado y fuera de la muralla, está semiderruido aparentemente de forma reciente.
 

De alguna de las zonas de cabañas brotan nubes de humo, no demasiado denso pues ya llevan rato quemandose y la combustión no es muy fuerte. Los exploradores observan de nuevo sin percibir nada que tenga vida, en aquel sitio se respira una quietud enorme, tanta que produce una gran incertidumbre...

Los que se han quedado encargados de la custodia de los carros siguen a lo suyo, sacar aquellos pesados vehiculos de tracción animal del camino y esconderlos no era ni mucho menos una tarea facil. En esos momentos Ivorwen estaba ayudando a Dagar y a Pad en su cometido y Harandir se había girado hacía ellos.
De pronto, desde algún sitio no demasiado remoto, un sonido comienza a llegar cada vez más audible a todos los presentes...

Después de unos momentos en los que la tensión y la sorpresa se refleja en el rostro de los aventureros, el viejo Pad muestra su preocupación ante aquel posible nuevo contratiempo, a la vez que con su fuerza ayuda a avanzar a uno de los carros.

-¡¡Lobos!! Es lo que nos faltaba...-

Un rápido vistazo a los alrededores basta para ver que allí no hay absolutamente nada, el sonido viene de lejos pero la cara de Dagar lo dice todo, la cosa se estaba complicando por momentos, al joven se le veía algo sobrepasado por la sucesión de acontecimientos y se mantuvo en silencio a la espera de lo que dijeran sus guardias...

Finalmente, tras avanzar un ultimo trecho, llegamos hasta la entrada del poblado dunledino. Nada parece tener vida en su interior. Nada salvo los buitres que revolotean graznando, quizás molestos, por nuestra aparición. Y yo, hago visera con la mano y los contemplo con rostro serio. Sin duda, ansían poder darse un banquete.

Me adelanto entonces unos pasos y digo a mis compañeros mientras observo el humo que se eleva.

No es necesario poseer grandes dotes de observacion para deducir lo que aquí ha ocurrido. Algo me dice que lo que vamos a encontrar ahí dentro, no va a ser agradable precisamente.

Ajusto las correas de mi escudo y compruebo que mi acero se desliza en su vaina sin obstáculo alguno. Mientras lo hago, me percato de algunas brechas en el perimetro defensivo del poblado.

En fin. Toca entrar.

Señalo una de la brechas y añado.

Pero si os parece bien, no lo haremos por la entrada principal. Pues si todavía queda alguien vivo ahí dentro, hay mas posibilidades de que sea de los atacantes que de los defensores. Y no me apetece aparecer en medio del acceso principal a la vista de cualquier par de ojos indiscretos.

Dicho esto, avanzo hacia la brecha mas próxima manteniendome todo lo alerta que puedo.

Permanezco atento a mis compañeros hasta que desaparecen totalmente de mi vista. No tenía mucho más que ver, así que después de unos instantes observando las altas columnas de humo que se levantaban delante mío, me vuelvo a girar hacia el resto.

Un aullido de lobo me sorprende en ese momento, y levanto la cabeza para escuchar atentamente el sonido. Al parecer no debían de estar muy lejos. Camino entonces, a paso ligero pero sin alterarme, hacia los carros, dejando colgado mi escudo a la espalda.

-Calmaos, no hay de qué temer, los lobos no atacan tanto como se cree. -hablo pausadamente intentando que Pad y Dagar no se alteraran más de lo debido -Y si se acercan estaremos en todo caso preparados -digo cogiendo mi arco y mirando rápidamente a Ivorwen. -No os alejéis...

Miro un poco a mi alrededor, para comprobar que los lobos no estuvieran más cerca de lo debido...

Estaba ayudando a Pad y Dagar cuando se escucha el aullido de un lobo...

En este momento llega Harandir y coge el arco. No hay duda que si se acerca un lobo será bien recibido por una flecha.

Asiento a las palabras del montaraz nórdico y echo un vistazo a los alrededores de la otra parte de los carros abriendo la capa y cogiendo las dagas y siempre a pocos pasos de Dagar y Pad.

He seguido con detalle las predicaciones de Amlaith y, convencido, parto tras él hacia esa zona próxima en que el remate de espinos aparece calcinado, aprovechando para apuntar entre susurros:

-Tendremos que encaramarnos a la muralla desde el foso. Pero antes, si no tenéis inconveniente, impulsadme con las manos para que pueda asomarme.

El peso de las armas se instila en nuestros espíritus, y hasta reviste con gravedad a nuestras sombras.

Asiento para mostrar mi acuerdo ante las palabras de Loylan y, con cautela, me aproximo hasta el lugar mas cercano que me parece óptimo para entrar. Reviso la pared y, finalmente, hago una señal a mis compañeros. Miro a Loylan y digo.

Suerte. Espero que, si queda alguien, pases desapercibido hasta que entremos nosotros.

Dicho esto, me inclino mientras hago un estribo con ambas manos. Loylan apoya su bota derecha en mis manos y ese es el momento en el que intento impulsarle hacia arriba con fuerza. Entre mi impulso y su agilidad innata, Loylan no tarda en agarrase al borde del parapeto. Y tan solo tarda un instante en desaparecer al otro lado. Miro entonces a Edha y digo.

Tu turno. No obstante, esperemos a ver que nos cuenta nuestro compañero elfo.