Partida Rol por web

Cuando por fin conseguimos ver por completo el poblado, lo miro con gesto serio. Como muy bien dice Amlaith no hay que ser muy inteligente para adivinar que allí ha pasado algo terrible. El humo que sale de alguna de las cabañas da al conjunto un aspecto lugubre. A pesar de que todos observamos con detenimiento el lugar, no logramos ver a nadie, si queda alguien vivo dentro de Maig Tuira, está claro que se encuentra bien escondido o a la espera de sorprender a quien dedida entrar.

Ante las palabras de Amlaith hago un gesto de afirmación con la cabeza, pues me parece acertada la idea de pasar el muro por un lugar menos visible que la entrada principal. Así pues, sigo de cerca a ambos hasta el lugar, con los sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido que se pueda producir a nuestro alrededor.

Una vez en el foso, Amlaith impulsa a Lolyan para que salte al otro lado, pero antes de que éste desaparezca de nuestra vista le digo en un susurro. Haznos una señal para que entremos.

Cuando Lolyan consigue saltar el muro, me quedo mirando fijamente el lugar por el que ha entrado al poblado. Sí Amlaith, esperaremos a que nuestro amigo nos indique que entremos. Le digo a éste, ahora mirándolo a él. Cuando haya saltado y me encuentre al otro lado, te lanzaré una cuerda para que puedas trepar por el muro.

Todos buscan con su mirada la presencia de los canidos sin exito. El nerviosismo de Dagar y Pad va aumentando y dejan de esconder el carro, parece una tarea imposible esconder algo tan grande en aquel terreno de monte bajo. Harandir intenta tranquilizarlos explicandoles que los lobos no tienen porque atacarles, él ha cazado mucho y sabe de lo que está hablando pero a pesar de eso prepara su arco, toda precaución es poca.

El grupo intenta volver a la normalidad, pero sólo unos instantes después la voz de alrama del viejo Pad delata la presencia de cuatro lobos en la parte baja de la colina, semiocultos por unos matorrales...

-¡¡Mirad!! ¡¡Allí están!!- exclama señalandolos con el dedo

Al hacerlo, los animales parecen percatarse de que han sido descubiertos y comienzan a andar lentamente describiendo una amplia curva, a lo suyo pero sin alejarse ni acercarse...

-¿que hacemos? vamos a esperar a los otros tres o vamos a acercanos al Maig Tuira, la noche se nos echará encima...-

Los tres exploradores se acercan al muro sigilosamente, bajando al foso. Rápidamente Amlaith se presenta voluntario para aupar a sus compañeros a la parte superior del muro, que no presenta una gran dificultad al encontrarse sólo a un par de metros de altura.

Lolyan es el primero en poner sus pies dentro del Maig Tuira, lo hace sin apenas tardar nada y con la agilidad y el sigilo propio de las gentes de su raza, un rápido vistazo le basta para darse cuenta de la desolación y el estado de ruina en el que se encuentra gran parte del poblado dunledino, allí no se mueve nada...
Mientras, el montaraz aupa a la guerrera a la parte superior del muro, ambos quieren esperar a las noticias que les de el elfo que ya se encuentra en el interior, pero entonces algo ocurre...

Desde encima del muro, cuando Edha se gira para ayudar a Amlaith, el único que aún no ha subido, se da cuenta de que un grupo de tres lobos se acercan a gran velocidad hacía su compañero desde un pequeño soto de arboles que se encuentra próximo al asentamiento.

-¡¡Cuidado Amlaith, detrás tuyo!! - avisa la guerrera con sorpresa ante el repentino ataque.

Al girarse, el montaraz ve a los tres lobos, uno en el centro y dos en los flancos, corriendo y a sólo unos escasos metros, enseñando sus amarillos colmillos y gruñendo en clara disposición de ataque...

Al ver a los lobos acercarse hacia Amlaith me agacho para intentar ayudar a éste a subir hasta lo alto del muro. ¡¡Rápido Amlaith sube!! Le digo a mi compañero mientras le tiendo la mano para ayudarle a trepar.

Una vez que he ayudado a Edha a subir por el muro, me disponía a hacer lo mismo cuando, de repente, suceden varias cosas a la vez. Edha lanza un aviso y yo, me giro en un instante con la mano en la empuñadura de mi espada listo para desenvainar. Pero he aquí que lo veo son tres lobos gruñendo listos para saltar.

No puedo perder el tiempo en un combate fútil. Flexiono las piernas y, teniendo como objetivo la mano que me tiende Edha, salto hacia arriba intentando agarrarme. Y mientras salto, puedo sentir las dentelladas de alguna de estas bestias sobre el lugar que ocupaba hace escasos instantes.

Amlaith y Edha están lo suficientemente rápidos cómo para evitar el ataque, el montaraz sube agilmente a la parte superior del muro ayudado por el brazo de la guerrera, desde su posición ambos observan cómo la dentellada de uno de los animales ha estado apunto de lograr su objetivo. En estos momentos el mismo que ha estado apunto de morder a Amlaith está encaramado a la pared gruñendo y mostrando de nuevo sus dientes, mientras los otros dos hacen lo propio unos metros más atras.

Los animales sostienen la mirada de sus enemigos unos intantes, cómo esperando algo... y efectivamente algo ocurre... dos nuevos integrantes de la manada aparecen del interior del soto corriendo cómo posesos hacía la puerta del poblado, todos habiaís oido que los lobos tienen tacticas de grupo para cazar, ahora ibaís a verlo desde la perspectiva de la presa...

Por más que miras al interior del poblado no ves nada más que cascotes y humo, alguién a arrasado el asentamiento no hace demasiado tiempo, pero no parece estar allí adentro. Te encuentras al lado de una choza completamente derruida y otra a  medio derruir, aunque un poco más adelante hay un par que están intactas.

De pronto, un instante después del aviso de peligro de Edha, ves cómo Amlaith sube cómo un resorte a la parte alta del muro, una vez arriba oyes unos claros gruñidos y cómo alguno de los lobos se ha encaramado al muro y lo está raspando con sus patas delanteras, aunque no puedes ver nada...

Encaramado al muro, echo un vistazo hacia abajo y veo la particular sonrisa que me dedica uno de los lobos. Y sin dejar de mirarlo, le digo a Edha.

Gracias por tu aviso y por tu ayuda. Estoy en deuda contigo.

Y precisamente, por estar mirando hacia el exterior, puedo ver como otros dos lobos salen de entre la vegetacion y corren hacia la entrada de Maig Turia. Y ahora, soy yo el que no puede evitar un gruñido de disgusto. Tras señalarselos a Edha, digo.

Parece ser que tendremos que librarnos de esta compañía indeseable a las bravas. Solo espero que no sean demasiados y que no hayan olido a los bueyes de la caravana.

Dicho esto, me giro en lo alto del muro y, mientras examino el suelo buscando un buen lugar por el que descender, añado por si no se hubiera percatado.

¡Loylan!. Tenemos compañía después de todo. Lobos y a juzgar por las apariencias, parecen bastante hambrientos.

Y al mirar hacia abajo, veo a nuestro compañero elfo pegado a una de las paredes exteriores de una de las casas del poblado. Y tras cruzar una mirada con Edha, me dejo caer al suelo cerca de el lugar en el que se halla nuestro compañero al tiempo que desenvaino mi espada y preparo mi escudo.

Suspiro aliviada cuando Amlaith consigue subir a lo alto del muro. Ha estado cerca... comento mientras uno de los lobos desde el foso lanza dentelladas hacia nosotros.

Amlaith, no estás en deuda conmigo, estamos aquí para ayudarnos... aunque creo que tendrás tiempo de hacer lo mismo por mi... le digo irónicamente a mi compañero cuando éste me señala los nuevos lobos que se acercan hacia el poblado.

Desde mi posición observo como los animales se disponen a entrar en Maig Turia por la puerta principal. Cuando mi compañero ha conseguido bajar del muro, hago lo propio y con cuidado de no lastimarme salto hacia el suelo, colocándome cerca de donde se encuentran los otros dos.

Tenemos que mantenernos unidos, separarnos podría significar la muerte. Digo mientras mantengo mi espada fuertemente sujeta entre las manos a la espera de que los fieros animales aparezcan.

Con la mirada busco algún lugar que nos ofrezca más protección que el sitio en el que nos hayamos. Quizás podriamos refugiarnos en una de las cabañas que todavía se mantienen en pie.  Comento señalando a la cabaña más próxima que todavía se mantiene intacta. No sabemos cuántos lobos son en total, podrían aparecer más en cualquier momento.

Pad es el primero que advierte de la proximidad de los lobos, agazapados por entre el monte bajo. Al parecer la manada se había fijado en nuestro grupo como presa, y estaban comenzando a acecharnos. Se veían a la vista unos cuatro lobos, aunque cabía la posibilidad de que la manada contara con incluso algún ejemplar más...

-Señores, si alguien trae antorchas no vendría de más que se utilizaran para intentar mantener a raya a las alimañas. Y si traen algún arma, este es el momento también de sacarlas.

 Ahora lamento realmente haber gastado de forma inútil mi última antorcha antes de llegar a Bree. Aunque agarro una flecha de mi carcaj, no lanzo ningún disparo todavía, pues si desencadenara que los lobos se decidieran a atacar en ese momento nos podrían pillar en desventaja... Dudo si las fuerzas de la compañía serán las suficientes como para afrontar un ataque directo de toda la manada, ahora que quedamos como escoltas sólo Ivorwen y yo. Pero si las bestias se acercan más, no me van a amedrentar...

-Creo que lo mejor que podemos hacer inmediatamente es sacar los carros de donde se encuentran y devolverlos cuanto antes al camino para llegar al Mag Tuira -digo, atento del movimiento de los animales.- Los lobos nos rodean, por lo que, si aguantamos en el sitio y nos oscurece sin que haya regresado el resto del grupo, tendremos que crear una hoguera para pasar la noche con las bestias alejadas y nuestra posición se verá de todas formas descubierta. Así que propongo intentar alcanzar el Mag Tuira para reunirnos lo más pronto posible con nuestros compañeros...
 

Dos entrando y tres mas al otro lado del muro que sepamos.

Digo yo desde mi posición.

Me parece a mi, que lo mejor sera ir eliminandolos conforme nos encuentren. Y si, no estaría nada mal hallar una posición desde la que poder defendernos con mayor facilidad.

Miro hacia atrás por un breve momento y me percato de que nos hallamos en un estrecho pasillo entre el muro exterior y la pared de una de las casas. Aguzo el oído por si oyera pisadas aproximandose pero, de momento, parece que contamos con algo de tiempo de ventaja. Por tanto, añado.

En cualquier caso, este podría ser un buen lugar en el que entablar combate. Que el mejor de vosotros con el arco, se sitúe en el centro. Los otros dos, podemos intentar cubrirle. Y si hemos de movernos, nada de separarnos. Eso facilitaria la labor a esas alimañas.

Todavía estaba situándome, luego de la incursión, y preguntándome quién puede haber sido el artífice de ese desastre, cuando la sucesión de los gritos de alerta, la aparición casi simultánea de los dos compañeros sobre el muro y el estrépito de lo que podrían ser unos cepos cerrándose al otro lado no habían dejado de ponerme en guardia.

-Lobos –he repetido al hilo del informe de Amlaith al tiempo que extraía una flecha del carcaj y la cargaba con precisión en el arco. Han descendido los cómplices y hecho sus recomendaciones y aquí encuentro un hueco para articular mi desazón: -Confío en que podamos eliminar a un buen número antes de vernos en la necesidad de refugiarnos. Pero este es un sitio angosto, ¿no será preferible irnos desplazando (conservando la distribución que propones, Amlaith) hacia esa choza?

“¿Y si los otros están siendo atacados?”, me asalta el sombrío pensamiento, sólo que se me antoja que mencionarlo son ganas de sembrar ansiedad.

Observo la choza a la que se refiere Loylan y me percato de que es una de las que esta en mejores condiciones. Sigo permaneciendo alerta por si detectara algún sonido aproximandose a nosotros. Pero parece que, de momento, tenemos suerte.

No es una mala posición. Si estás de acuerdo por mi adelante. O si lo preferís, que uno de vosotros vuelva al muro y haga de tirador desde esa improvisada atalaya. En cualquier caso, decidamos rápido. Algo me dice que el tiempo se nos agota.

Dicho esto, vuelvo a otear mi entorno mientras, de nuevo, permanezco a la escucha.

Y como la inspiración no parece mala del todo y comprobando que la altura del parapeto por esta parte es asequible, me encaramo sobre él con cuidado, con intención de hacer de vigía y disparar a placer a las bestias.

-Veré qué puedo hacer desde aquí –participo.

Asiento a las palabras del rubio montaraz.

Tengo un par de antorchas, ahora las saco - digo mientras efectivamente saco las dos antorchas de mi mochila y las enciendo - Arathorn, quédate aquí y no te muevas - ahora dirigiéndome al gato.

Resuelta me vuelvo a poner al lado de Dagar, dándole una antorcha, sosteniendo la otra con la izquierda y con la derecha la daga. Harandir con el arco no puede coger ninguna. Con voz firme pero tranquilizadora les indico algunas palabras

Lo importante es no mostrar miedo. Casi ningún animal ataca si la presa muestra que no tiene temor.

Y mientras me fijo cómo están situados los lobos, quizá pudiera concentrarme y crear algo que impidiera que se acercasen, quizás un muro de tierra, o podría transportarlos más lejos.

Decididos finalmente a hacer frente a los lobos desde la posición en la que estamos, cuando Lolyan se encuentra en lo alto del muro, dirijo mis palabras a Amlaith. Bien, mantengamos nuestras espaldas unidas. Con el muro a un lado y la cabaña al otro, los lobos sólo pueden atacarnos por la derecha o por la izquierda... yo me ocupo del lado derecho.

Excelente Edha, yo me ocupare entonces del lado izquierdo.

Y con el escudo alzado y la espada lista para golpear, estoy preparado para entablar combate contra estas bestias hambrientas. Entretanto, Loylan ya se ha encaramado al muro y permanece alerta preparado para lanzar sus flechas. El tiempo pasa y ya solo queda que los lobos aparezcan. Y yo entrecierro los ojos mientras pienso.

Adelante, vais a llevaros una sorpresa bastante desagradable.

Los lobos se van separando los unos de los otros poco a poco, siguiendo la linea de un circulo imaginario, sin acercarse ni alejarse. Desde lo alto de la colina observaís sus movimientos, intranquilos...  Vuestra preocupación se acrecenta un poco más cuando Dagar, con una de las antorchas en la mano, os avisa de nuevo.

-¡¡Allí!!-

Otros tres lobos han salido de la nada e imitan a sus compañeros a unos metros de ellos, uno de ellos es negro, y parece más grande que los demás. Entre todos los animales forman una media luna que casi imperceptiblemente comienza a cerrarse sobre el Waenosh... Dagar vuelve a hablar.

-La idea de Harandir es buena, son demasiados para nosotros, creo que habría que avanzar en la medida de lo posible ¿que me decís?- sugiere el joven

Mientras, Pad intenta devolver lo antes posible los carromatos al camino ayudandolos con su gran fuerza, tan rápido lo quiere hacer que podeís ver cómo apunto está de romperse la rueda de uno de los carros contra una piedra de gran tamaño, emitiendo un sordo quejido, la situación se está complicando...

Los aventureros se preparan para el inminente ataque de los lobos detrás de una de las cabañas que se encuentran en ruinas, tienen la esperanza de que esta y el muro les sirvan de protección, a su vez el elfo se ha vuelto a subir al muro de tierra, desde el que confía poder ver y disparar a sus númerosos enemigos y así ayudar a los que están debajo.

Los lobos no se hacen esperar y se lanzan hacía la puerta del poblado a una velocidad endiablada, sólo uno, el mismo que casi logra morder al montaraz, permanece al otro lado del muro con gesto rabioso, mirando al elfo y enseñando sus dientes, listo por si el hombre del arco tuviera la brillante idea de abandonar esa posición aventajada.

Amlaith y Edha vigilan mientras tanto sus respectivas esquinas de la choza derruida, en unos instantes que se hacen eternos, se encuentran en guardia y esperando a que los canidos se presenten ante ellos con sus garras y dientes. Estos no tardan mucho en hacerlo... ahí están, sólo Lolyan los puede ver pero los demás saben perfectamente donde se encuentran debido al ruido que hacen sus patas al correr por la tierra. Hay cuatro y cuando llegan cerca de la cabaña se ditribuyen para ver quién es el primero en enganchar a su presa... Tal y cómo esperaban, los lobos se encaran uno con cada uno de los aventureros, lanzando dentelladas al aire y rápidos amagos para ver si pueden sorprender a sus enemigos.

Y finalmente, las bestias peludas, aparecen ante nosotros. Frente a mi, aparece uno de mirada particularmente aviesa que gruñe y babea sin perderme de vista. Pero yo, interponiendo mi escudo, me preparo para descargar el tajo que lo mande al infierno.

El lobo intenta colarseme bajo la guardia pero siempre acaba encontrando mi escudo frente a su boca. Y yo, mostrando los dientes en una sonrisa que se asemeja a la que muestra mi oponente, acabo diciendo.

¡Vamos bestia!. ¡Veamos si tus colmillos pueden igualar mi acero!