Partida Rol por web

Más lobos! La situación no me gusta nada. Aunque estén lejos y no nos ataquen abiertamente estando sólo cuatro personas tendríamos las de perder. Y más estando poco armados.

Sí, volvamos al camino y avancemos hasta el Maig Turia.

Me giro y veo cómo Pad intenta hacer arrastrar un carro por un lugar poco adecuad: un pedrusco bastante grande impide el paso de la rueda.

Espera Pad! Hay una roca bajo la rueda!

Con la antorcha y la daga en la misma mano me sitúo junto a la rueda, en frente del pedrusco, cierro los ojos concentrándome, mi mano se levanta lentamente en dirección a la piedra y musito unas palabras, esperando que la piedra, respondiendo a la llamada de las fuerzas de la naturaleza se convierta en polvo y pueda hacer avanzar el carromato.

Habiéndome sobrepuesto al leve vértigo que me asaltase en cuanto había avistado las fauces de aquel lobo centinela y, tras de haber empeñado mis sentidos en torno, alertado en un tono sin inflexiones a los dos sobre los que domino de la inminente acometida de la manada

(-Son cuatro. Tened cuidado.),

me veo ahora enfrentado a la indecisión de a qué presa cobrarme primero.

Y se me ocurre que estas fieras son astutas, y que no sería ningún disparate que este de aquí detrás y que capto de soslayo, haya sido designado para cortarnos una posible retirada. Así que, ni corto ni perezoso, me propongo acabar con la bestia rezagada, me giro sobre el borde, de temple doble es mi pecho, y voy tensando la cuerda, redoblando el esfuerzo en la pierna del arco (la izquierda) con ocasión de un tiro inclinado hacia abajo, haciendo el vientre potente, desplazando inexorable el culatín de la flecha hacia mi ojo de apuntar (el derecho), de modo que ya estoy tañendo la muerte.

Alerta y decidida, mantengo con ambas manos fuertemente sujeta a hielo, mi espadón, preparada para cuando alguna esas bestias asome su cabeza por el lado de la cabaña en el que me encuentro.

Tras unos pocos minutos, que para mi son horas, aparece ante mi uno de los lobos dispuesto a darme muerte. Sus grandes fauces lanzan dentelladas hacia mi mientras se aproxima buscando un hueco por el que atacarme. Pero lejos de acobardarme ante la visión del animal, me mantengo firme en mi posición.

Ahora vas a saber de verdad lo que es el hielo...

Turno de combate:

- Lobo 2 (el de Veantur)
- Lobo 4
- Lolyan
- Edha
- Amlaith
- Lobo 3 (el de Edha)
- Lobo 1 (el de afuera)
- Lobo 5

LOBO 2

El combate ha comenzado, los integrantes de la manada ya están en frente de los aventureros, gruñendo y babeando, mirando con sus ojos amarillos a sus enemigos. Después de tirar varios amagos, el lobo que se encuentra frente a Amlaith, lanza una dentellada que no consigue alcanzarle, pues el montaraz anda muy rápido y lo esquiva ladeando un poco su cuerpo, el animal queda a su merced durante unos instantes, que Amlaith quiere aprovechar...

Observando la maniobra envolvente de los lobos, veo cómo lamentablemente mis sospechas de que la manada pudiera ser incluso más grande de lo que a primera vista parecía no iban mal encaminadas... Siete lobos, uno de ellos más corpulento y negro, podría ser el lobo alfa...

-Calma Pad, ahora tranquilidad, no hay que dejarnos llevar por la ansiedad- pronuncio al escuchar la alarma de Ivorwen y notar que Pad intentaba por todos los medios sacar cuanto antes el carro al camino desde la posición en la que estaba.- ¿No queremos quedarnos sin carro por las prisas, verdad Dagar?- digo en todo medio en broma. Quizá no era este el mejor momento para hacer ninguna, pero sentía que tenía que soltar un poco la tensión que iban provocando los lobos...

Ivorwen está concentrandose y con los ojos cerrados, pero justo cuando la rueda parece que va a ceder sube a la piedra y logra pasarla por encima, poniendose todo el conjunto por fin en movimento. La maga se da cuenta de que no es necesario realizar el sortilegio al menos de momento así que se vuelve a girar para ver a la manada de Lobos.

Harandir y Dagar están haciendo lo propio y todos comprueban cómo los animales de momento no atacan, sólo se limitan a acercarse muy lentamente.  El grupo ha decidido moverse así que se ponen manos a la obra, en silencio si no fuera por la broma del montaraz, concentrados... los carros por fin salen al camino y Dagar y Pad se encarga de conducirlos hacía el poblado lo más rápido posible. Poco a poco van bajando la colina con la guardia de Haradir e Ivorwen, que cubren la retaguardia de la caravana, vigilando a los lobos a los que no tardan en perder de vista debido a la pendiente. Una vez abajo, la comitiva afronta los 200 metros de llanura que los separan del campamento dunledino, viendo cómo la silueta de la manada de lobos se recorta en lo alto de la colina que acaban de abandonar. Por un momento todos creen que se van a quedar allí, pero el lobo nego comienza de nuevo a caminar hacía ellos tranquilamente. Harandir se da cuenta gracias a su experiencia cómo cazador de que ese animal no es un lobo, sino un Huargo...

De pronto, un relámpago amarillento cruza por la mirada del lobo que tengo delante. Veo como sus músculos se tensan y la bestia, se lanza hacia delante rugiendo  en una potente acometida. Pero para mi, esto es una oportunidad. Flexiono la pierna izquierda evadiendo el cuerpo y descargo mi acero sobre el cráneo del lobo.

No es lo que esperabas pero es lo que has encontrado.

Rápidamente, vuelvo a alzar mi hoja recuperando mi posición de guardia con el escudo por delante y espero que a mis compañeros le vaya igual que a mi.

Frente a frente con el lobo, sin perder un instante, lanzo mi espada con todas mis fuerzas contra el cuerpo del animal antes de que éste pueda atacarme primero.

¡¡Muere!!

Y entonces, a la señal inextricable del destino, las circunstancias se desatan, y el poseedor de la palabra, sumiso, deja paso al superviviente, y ya todo se reduce a intentar golpear el primero y esquivar la ruina; en lo que toma un parpadeo, en el lapso anterior a que mi blanco pueda alumbrar algo en su voluntad salvaje, mis dedos sueltan la cuerda.

Poco a poco íbamos conseguiendo avanzar hacia el Maig Tuira. Mirando concentrado hacia los lobos, camino de lado, con el arco preparado por si alguno de los animales se acercara más de una distancia prudencial. Veo cómo calmadamente abre de nuevo el avance de la manada el lobo negro, parecía que efectivamente era el líder. Tenía además un aspecto algo demoniaco, más feroz, más grande, y de pelo más espeso que el resto, y me doy cuenta entonces de que no se trataba simplemente de un lobo, sino de un huargo.

Sólo espero que no nos encontremos con ninguna otra sorpresa de camino y que consigamos contactar con los demás antes que la manada se decida a atacar...

RESOLUCION TURNO 1

El combate ha comenzado, los integrantes de la manada ya están en frente de los aventureros, gruñendo y babeando, mirando con sus ojos amarillos a sus enemigos. Después de tirar varios amagos, el lobo que se encuentra frente a Amlaith, lanza una dentellada que no consigue alcanzarle, pues el montaraz anda muy rápido y lo esquiva ladeando un poco su cuerpo, el animal queda a su merced durante unos instantes; Amlaith aprovecha el momento y descarga su espada intentando golpear a su lobuno enemigo en la cabeza pero la agilidad de este le permite esquivar el letal golpe, a pesar de ello la espada del montaraz se hunde en la parte superior de una de las patas del animal, que gime retrocediendo un metro. El corte es profundo y de él mana una buena cantidad de sangre, pero aún así el lobo vuelve a la carga lanzandose contra su agresor.

A un par de metros se encuentra Edha, en su particular combate contra otro de los lobos, esta vez la guerrera ataca primero a su rival sorprendiendolo y haciendole un feo corte en el pecho, que no hace amedrentar al lobo. El cánido se revuelve y muerde a la guerrera en la espinilla, pero esta se zafa rápidamente, ambos contendientes se separan para un nuevo lance, no ha sido más que un rasguño...

Encima del muro, Lolyan, con su arco largo cargado, apunta al lobo que lo vigila desde abajo, con ojos de rabia, impotente al no poder alcanzar al enemigo. El elfo suelta por fin la flecha y esta se dirige inexorablemente al animal que aunque parece no darse cuenta de lo que está pasando esquiva gracias a sus increibles reflejos en el último momento, clavandose el proyectil en el suelo de tierra, el combate continua...

La comitiva avanza todo lo rápido que le permiten los bueyes que tiran de los carromatos, siempre atentos a los movimientos de la manada de lobos, que los sigue a unos 80 metros de distancia. Los deseos de Harandir de llegar al poblado antes de que los animales ataquen están apunto de hacerse realidad.

Por fin toman la curva rodeando la colina que anteriormente les tapaba la visión y que da acceso al asentamiento, cuando lo tienen en frente, lo que ven no hace más que acrecentar sus preocupaciones. Lolyan está encima de la pequeña muralla de tierra, con su arco en ristre y disparando contra un lobo; buscaís a los demás con la mirada, pero no están allí. Justo en esos momentos los integrantes de la manada que seguía al grupo toma la curva toda velocidad en lo que parece el ataque que llevan tiempo preparando....

El combate prosigue mientras el elfo vigila desde su posición de ventaja y, justo después de fallar el flechazo al lobo, Lolyan levanta la cabeza y consigue ver cómo los carromatos toman la curva que rodea la colina para llegar al pueblo lo más rápido que pueden, tras ellos, apunto de atacar aparecen más Lobos. Parece que el grupo que se quedó rezagado para custodiar el trigo también se encuentra en peligro... En ese preciso momento, el agil elfo se percata de un nuevo peligro, un lobo negro, mucho más grande que los demás, se acerca a toda velocidad y directo a él, parece incluso dispuesto a atacarle a pesar de encontrarse encima del muro...

Turno de combate:

- Lobo 2 (el de Veantur)
- Lobo 4
- Lolyan
- Edha
- Amlaith
- Lobo Alpha
- Lobo 3 (el de Edha)
- Lobo 1 (el de afuera)
- Lobo 5

LOBO 2

Amlaith y Edha siguen luchando encarnizadamente con los animales practicamente espalda con espalda, conteniendolos por el momento. A pesar de estar gravemente herido, el lobo que se encuentra frente al montaraz, muestra su fiereza lanzando un desesperado ataque hacia su rival, al que intenta morder en un muslo, llegandole a rozar haciendole un pequeño arañazo, pero quedandose de nuevo descubierto para el ataque del humano...

La aparición de la caravana en mi campo de visión ha conseguido perturbarme justo en la última contracción del disparo, y, lo que es más grave, he subestimado la sagacidad del animal.

-¡La caravana viene hacia aquí huyendo de los lobos!

He dado el aviso sin girar de la cabeza, superando los gañidos, el pisoteo, los jadeos y el áspero silbido de las hojas, puesto que ya vengo divisando a un nuevo enemigo, un gigantesco lobo, negro como una mina, que galopa hacia mi posición a tal velocidad que en cuestión de unos segundos habrá saltado por encima del foso y estampado sus garras contra mi pecho. Para impedírselo, sólo me queda confiar en mi destreza y en que me ilumine una buena estrella, mantenerme en el aplomo, no hay tiempo para apuntar, mis dedos extraen la flecha y la traban en la cuerda, la vista adelante, las mandíbulas apretadas, inmóvil como una estatua, este arco de espacio y tiempo que empuño y que alzo lo decide todo en este instante, la diferencia entre ser el cazador o la presa la marcará esta flecha que ahora entrego al aire.