Partida Rol por web

No he bajado el arco ni destensado la cuerda un ápice mientras lo he seguido con la vista hasta desaparecer detrás de la colina con el lastre de mi flecha. Cuánta malicia asomaba en los ojos de aquel animal. Tan sólo cuando se han proferido palabras, las cuales elevan sobre las cosas, emitiendo un largo suspiro, he saltado al foso para recuperar los dardos sin tino, extrayéndolos con cuidado de la tierra para no dañar su punta ni sus plumas.

Acto seguido, he corrido para reunirme con los otros a la entrada del pueblo. Aquí están asistiéndose los unos a los otros y expresando sus resoluciones. Me animo a intervenir en este punto:

-Me inclino por la propuesta de Edha, si me permitís proclamarme. El corazón me dice que no encontraremos supervivientes (cuya búsqueda resultaría un buen motivo para demorarnos), pero tanto si esos lobos estaban apostados en calidad de centinelas como si fue una casualidad confluir con ellos justo cuando vendrían a comer carroña, si regresasen a por nosotros sería mejor recibirlos detrás de esos muros. Podemos atravesar algo en la entrada, hacer un gran fuego que ojos indeseados confundirán con la destrucción y curar con sentido a los compañeros.

Me giro al escuchar unos pasos suaves, casi imperceptibles y veo como nuestro compañero elfo avanza al trote para reunirse con nosotros. Una vez que llega a la entrada del asentamiento, escucho su opinión.

No olvidéis ninguno de los presentes, el motivo por el que estamos aquí. Hemos de llegar a la atalaya con la mayor brevedad posible. Y después de lo ocurrido, tengo la sensacion de que nuestros pertrechos les van a ser muy necesarios.

Pero dicho esto, miro sucesivamente a Edha, Iorwen, Pad y Daggar. Los cuatro han sido tocados por estas bestias y por lo que parece, es Iorwen la que se ha llevado la peor parte. Por tanto, acabo asintiendo y añado.

Esta bien. He de admitir que, en estas condiciones, no creo que pudiéramos ofrecer demasiada resistencia si nos sorprenden de noche y a campo abierto.

Miro ahora a Loylan y a Harandir antes de continuar.

¿Podréis encargaros vosotros de montar el campamento?. Quisiera echar un vistazo por los alrededores. Quizá encuentre algo que nos pueda ser útil y también, quisiera ver si hay algún tipo de rastro que vaya en la dirección que hemos de seguir nosotros. Hemos de estar prevenidos sobre lo que podamos encontrar cuando lleguemos a nuestro destino.

Me incorporo trabajosamente gracias a la ayuda de Edha, la antorcha está en el suelo y me agarro el brazo herido con el izquierdo, intentando paliar el dolor que me causa la profunda herida y que no deja de sangrar...

¡¡¡Por todos los Valar, Eldar y la Canción!!!! intento gritar enfadada consigo misma por haberme caido de una forma tan tonta, por no haber sido capaz de presentar batalla de forma tan eficaz como mis compañeros, peró sólo me sale una voz ronca y gimeante

Ee, estoy bien...  estoy jodida y a punto de desmayarme, débil y sin fuerzas..aparte de esto, estoy bien...

Con un hilo de voz, cansada y débil por la pérdida de sangre, les respondo:

Está anocheciendo, y preferiría quedarme aquí y descansar. Tengo en la mochila algo de arkasu, servirá para todos, no soy la única herida... -digo señalando a Edha y Pad.

Tras oír a Iorwen, me aproximo hasta ella y le digo.

¿Donde esta tu mochila?. Admito que si que nos va a venir bien. Precisamente, yo iba a deambular por los alrededores tratando de hallar alguna hierba adecuada para esta situación.

Y al aproximarme, observo como mana sangre de su brazo derecho. Sin mas dilación, añado.

Vamos, todos adentro del asentamiento. Mas tarde me preocupare de dar una vuelta de inspección por los alrededores. Ahora lo primero, es echar un vistazo a estas heridas.

Dicho esto, me dirijo al segundo de los carros y, tras agarrar el dogal de uno de los bueyes, tiro de el con algo de fuerza. Los animales no tardan en responder a mi presión y con paso lento pero firme, avanzan cruzando la entrada de Maig Tuira. Apenas nos separan unos pocos metros de la plaza central del pueblo. Y yo, examino las casas de los alrededores con la vista tratando de descubrir cual es la que esta en mejores condiciones.

Está en el carro con las vuestras y el gato custodiándolas.

Señalo a un carro donde acurrucado en un rincón entre saco y saco está el gato junto con unos bultos que corresponden a las mochilas.

Mientras Amlaith se encarga de un carro me dirigo al otro y cogo al gato cariñosamente - Arathorn! conque me has hecho caso y te has quedado aquí quietecito, me alegro. - le digo mientras lo acaricio y él ronronea; estiro el brazo no herido y cogo mi mochila, supongo que Harandir y Edha cogerán las suyas que están al lado.

Me la pongo en le hombro esperando que el montaraz dé su experta opinión sobre cuál casa és la más adecuada para pasar la noche, o si es mejor en la plaza...

Cuando llego al corral donde se encontraban Edha, Pad e Ivorwen, junto a los carros, veo el panorama. Una masa de pelo yacía inerte en el suelo, entre un charco de sangre. Al parecer, la guerrera era la única que había conseguido acabar con uno de los lobos. Ivorwen, un poco debilitada, tenía todo el brazo ensangrentado, y Pad por lo visto había sido herido igualmente en su pierna. Por suerte, la maga tenía también algo de arkasu consigo.

Escucho las intervenciones de todos, frunciendo el ceño y bajando la cabeza al pensar en la posibilidad de que no hubiera supervivientes. Todo eso me traía muy malos recuerdos a la cabeza. Finalmente, tomo la palabra:

-Sería fenomenal si consigues encontrar alguna buena hierba entre los matojos que crecen por todo este sitio, Amlaith. Aunque no precisemos ahora nada más que el arkasu de Ivorwen, seguro que no nos vendrá mal en adelante otro poco más de ayuda vegetal...

Continúo tras un bufido:

-Sobre lo de poder encontrar algún superviviente, tengo que decir que no comparto vuestra opinión, pues el jaleo suele amedrentar a cualquiera, y puede que sí que haya alguien escondido en alguna de las cabañas. He vivido antes esto y también tengo una corazonada al respecto, sé que puede haberlos y el miedo que pueden sentir todavía -digo mirando un poco contrariado al elfo. -Yo tampoco saldría a recibir alegremente a un grupo de extraños si he sido atacado por otros tantos desconocidos recientemente, el instinto de preservación dicta desconfianza. Pero bueno, es verdad que no podemos invertir tiempo en eso... veamos cuál es el edificio más amplio que todavía quede en pie para poder alojarnos. Si este asentamiento tiene algo parecido a una posada o taberna quizás sería lo más conveniente de usar como techo, aunque no sé si correremos esa suerte...

Tras atravesar las puertas, o lo que queda de ellas, de Maig Tuira, me encamino hacia la plaza central tirando de los bueyes de uno de los carromatos. Me detengo ante el pozo de agua que hay en el centro y observo que la choza que hay al nor este del pozo, se halla en bastantes buenas condiciones. Entretanto, mis compañeros me han ido siguiendo y ahora, miro hacia atrás y digo.

Parece que esa choza podrá servir para pasar la noche. Id acomodandoos. Yo he de hacer algo ahora.

Dicho esto, ato el dogal del buey a una de las piedras que hay tiradas en medio de la plaza y subo al carromato. Busco en mi mochila y saco mis dos cantimploras. La de vino y la de agua. Y finalmente, desde el carromato, le digo a Pad.

Necesitare también un par de tus cacerolas. No te apures, las tratare bien.

Me encamino entonces a la choza que he señalado y traspaso su umbral. Y efectivamente, no esta en unas condiciones demasiado malas. Me aproximo hasta la chimenea y veo que hay algunos leños a medio quemar. Y asintiendo en silencio, agarro de un saquillo que pende de mi cintura yesca y pedernal y me inclino sobre la leña. Tras un par de intentos, al fin una chispa prende en la hojaresca que rodea a los leños. Agarro entonces la cantimplora de agua y vierto bastante en una de las ollas. Pero en la otra, vierto vino. Pongo ambas a calentar y mientras lo van haciendo, desgarro varios trozos de tela de mi capa.

Finalmente, parece que todo esta listo ya. Le pido las hierbas a Iorwen y una vez que las tengo en la mano, voy echandolas con mesura sobre el agua hirviendo. Vierto. A  continuación, voy empapando los trozos de mi capa en el agua. Entretanto, mis compañeros han ido acercandose y yo les digo.

Ahora que el vino esta caliente, usadlo para limpiar vuestras heridas. Después, os iré colocando estas cataplasmas sobre los cortes y desgarros. Espero que baste para eliminar cualquier tipo de veneno que pueda entrar a través de las heridas.

Y conforme me van haciendo caso, voy agarrando los trozos de tela empapada y coocandolos en las diferentes heridas. Iorwen, Pad y Edha. Todos acaban con un pedazo de tela bañada en la infusión tras haber limpiado las heridas con vino. Y yo, viendo que todavía queda tanto algo de vino caliente como de infusión, digo.

Bebed lo que queda de ambos recipientes. Fortalecerá el cuerpo y despejara la mente.

Miro entonces los rostros de los tres heridos y sonrío levemente. Pues noto como, sobre todo en el rostro de Pad, va desapareciendo el rictus de dolor. Devuelvo las hierbas que quedan a Iorwen y concluyo diciendo.

Guardalas con cuidado. De momento, son nuestra mas valiosa posesion. En cuanto estemos instalados, saldre a ver que logro encontrar.

Sigo las instrucciones de Amlaith, vierto el vino sobre la fea herida y aún me escuece más, si eso era posible... A continuación a todos los heridos nos pone la cataplasma de las hierbas de arkasu, lo cual hace que me sienta mejor. La herida se va cerrando y el dolor remite. Gracias, eres bueno- le digo medio sonriendo.

Después tomo algo del vino sobrante, esperando que efectivamente me reponga, aunque me conformo con que el brazo no me duela.

Guardo el arkasu que me devuelve el montaraz en la mochila asintiendo a sus palabras. Hemos tenido suerte que en Bree consiguiera estas hierbas...

Bueno, ¿al final donde dormimos?

Inclino la cabeza ante las palabras de Ivorwen y, al escuchar su pregunta, respondo.

Esta es una de las chozas que se hallaban en mejores condiciones de todo el poblado. Pero si preferís que examinemos alguna otra, por mi de acuerdo. Y por lo que respecta a dormir, que lo heridos aprovechen al máximo posible las horas de sueño.

Ahora me giro hacia Loylan y Harandir antes de añadir.

Me gustaria salir y explorar un poco los alrededores esta noche. Eso significa que os tendríais que quedar de guardia vosotros dos. De todos modos, no tardare demasiado. Pues me gustaría que nos fuéramos de este lugar lo antes posible. No, no me inspira confianza.

Y por mi mente pasa de nuevo la imagen del gran Huargo que ha logrado escapar.

Mientras que los demás conducían los carros hacia el interior, elegían una choza donde guarecernos, preparaban un bebedizo y comenzaban a tonificarse con él, Harandir y yo nos hemos encargado de comprobar si seguía siendo factible atrancar las puertas del poblado.

En algún momento, reparando en la velada recriminación del norteño, me he disculpado:

-Harandir, tal vez fui tosco al decir que no encontraríamos supervivientes, lo siento.

Y también le he advertido:

-Hay dos lobos muertos aquí dentro, junto al muro, y uno afuera. ¿Qué crees que deberíamos hacer con los cuerpos?

Ahora, reunido con los otros, si me alegró descubrir que conservaban la entereza para restañar sus heridas, me vuelve a inquietar la decisión de Amlaith.

-Es peligroso, Amlaith –repongo. -No deberíamos separarnos, pero actúa según tu criterio.

Por lo que respecta a esos lobos, alejadlos de nuestro lugar de acampada y que sean pasto de los buitres. A menos claro, que alguien tenga interés en sus pieles. Y en cuanto a mi salida, tranquilo Loylan. Quiero ver si puedo encontrar alguna hierba que resulte útil por los alrededores además de cerciorarme de que el entorno esta despejado.

Camino hacia la salida de la choza y, tras mirar al cielo, compruebo el tiempo que falta para el anochecer. Me giro entonces y añado.

Seré rápido, pues yo también quiero aprovechar lo que pueda para descansar, y todo lo silencioso que pueda. Recordad. Quisiera que nos marcháramos de aquí cuanto antes. Deseo llegar a nuestro destino lo antes posible.

Ante el comentario del elfo alzo la mano, y hago un gesto agitándola para restar importancia

-No te preocupes por eso, Lolyan, es sólo que... me dolió porque es una vieja herida... Pero de todas formas no podemos plantearnos parar a rebuscar entre los restos de esto para ver si todavía queda alguien. Nos llevaría demasiado tiempo y no estamos aquí para eso, así que poco importa...

Escucho que también me pregunta acerca de los lobos caídos:

-No creo que encontremos nada raro en sus despojos, y tampoco es que tenga interés en sus pieles por el momento, pero si quieres podríamos echar un vistazo y alejarlos un poco... De todas formas ahora mismo los cadáveres que menos me preocupan son los de esas criaturas, en el estado en que ha quedado el Maig Tuira, no me extrañaría que no fueran los únicos muertos del lugar...

Una vez ya con los demás, en la cabaña, intervengo también:

-Quedémonos aquí, creo que la choza esta bien elegida. Nos vendrá bien utilizarla para pasar la noche, no deja de ser amplia y no parece haber sufrido muchos daños, y me da que lo único parecido a una posada es el edificio que hay afuera ¿estoy en lo cierto Dagar? Así que será mejor no movernos mucho y que los heridos descansen cuanto puedan.

Sigo a los demás hasta el interior de Maig Turia silenciosa y alerta ante cualquier movimiento que pueda producirse a nuestro alrededor mientras buscamos una choza en la que pasar la noche. Finalmente Amlaith encuentra una que todavía se mantiene en pie y en la cual parece que podemos refugiarnos las horas que quedan hasta el amanecer.

Mientras acomodamos nuestras pertenencias y nos limpiamos las heridas con el vino y las vendas impregnadas de arkasu que ha preparado Amlaith, miro a éste con gratitud y le digo. Gracias por tu preocupación. Tras lo cual comento en general. Yo tengo algo de mirrena por si en algún momento la necesitamos. Podría sernos de gran ayuda.

El arkasu alivia en gran medida el escozor que sentía en la pierna y tras unos minutos de descanso apoyada en mi mochila, vuelvo a levantarme, pues tras la pelea no consigo mantenerme quieta. Me acerco a la puerta de la choza y tras echar un rápido vistazo al poblado vuelvo a girarme hacia el interior de la cabaña. Puedo hacer guardias con vosotros, no me encuentro demasiado cansada y la herida de la pierna no es grave. Pero antes me gustaría inspeccionar el poblado. Quizás encontremos algo en las chozas que pueda sernos de ayuda en nuestro viaje, comida o alguna hierba, incluso puede que armas. O puede que como dice Harandir todavía queden supervivientes dentro de las cabañas y necesiten de nuestra ayuda. En cualquier caso me gustaría dar una vuelta, si ya no queda nadie en Maig Tuira quizas encontremos las pertenencias de los que tuvieron que huir o morir...

Después de que la guerrera acabe con el único Lobo que quedaba sobre la explanada, el silencio se apodera del lugar de nuevo, sólo un momento después, comienzan a sonar los pasos acelerados de los aventureros, unos para hablar entre ellos y otros para ver cómo se encuentran los demás.

La noche se les está echando encima y entre todos deciden que la pasarán en el Maig Tuira, protegidos por sus muros y por la certeza de que no volverá a ser atacado después de que sea quién sea, lo haya arrasado. Nada más entrar en el poblado, Amlaith enciende un pequeño fuego dentro de una de las cabañas que quedan en buen estado, en el que prepara  las hierbas con las que pretende curar a los heridos, lo que no le lleva demasiado tiempo.
Las heridas de los tres son de diferente consideración, ya que mientras Edha sólo lleva un rasguño que no necesita ni siquiera pomada, Pad tiene una fea herida en el pecho e Ivorwen... el brazo de Ivorwen tiene muy mala pinta, el mordisco del lobo a levantado un importante trozo de piel y a desgarrado los tendones, afectandole seriamente a la movilidad del miembro, necesita puntos de sutura ya que no deja de sangrar.

A pesar de todo, el trabajo no ha cesado y, tras realizar estas tareas, cada uno de los miembros del grupo propone algunas medidas que creen convenientes hacer antes de acostarse: Amlaith quiere explorar el exterior del recinto; Edha intentar averiguar que ha pasado allí y encontrar algo útil para el viaje; Harandir y Lolyan, después de bloquear la puerta con unos maderos, se quedarán haciendo guardia; Dagar a su vez, tendrá que permanecer cuidando de los heridos y asegurandose que los carros no se muevan de su su sitio. Este contratiempo, ha sido el primero del viaje hasta ahora tranquilo, pero ha dejado en los aventureros una sensación de inseguridad de la que será dificil apartarse en las próximas jornadas...

Antes de que se vayan, Dagar contesta la pregunta de Harandir...

-En efecto Harandir, la posada es el edificio que se encuentra fuera del poblado, a lo mejor es conveniente echarle un vistazo, puede que encontremos algunas provisiones por si se alarga el camino...-

El sol, finalmente se oculta para dejar paso a la noche. Pero no va a ser una noche des canso y con algo de comida caliente como habíamos imaginado todos.

Mientras mis compañeros deliberan, he sacado algo de carne seca y me dedico, a masticarla en silencio. Y una vez que he engullido el ultimo trozo, digo.

No es mala idea tratar de encontrar víveres en el poblado. Yo, entretanto, daré una vuelta por el perímetro defensivo. Quiero echar un vistazo a los posibles rastros que hayan dejado los atacantes y también, probar suerte para ver si encuentro algo que sea útil. Y no os preocupeis. No tardare demasiado.

Tras mis palabras, alzo la mano derecha a modo de despedida y, mientras me encamino hacia la salida de la choza, compruebo las correas de mi escudo y también, que ningún obstáculo atora mi espada en su vaina. No tardo en cruzar el umbral de la choza y me encamino, con pasos rápidos pero silenciosos, hacia la salida de Maig Tuira.

Después de que Amlaith salga de la cabaña en dirección al exterior del poblado, me acerco hasta el lugar en el que Ivorwen se encuentra tendida junto a Dagar y Pad. De rodillas junto a la maga examino la herida de su brazo, no tiene muy buena pinta, pero yo no tengo los suficientes conocimientos para sanarla y lo único que puedo hacer en estos momentos en ofrecerle mi apoyo. Suavemente acaricio a Ivorwen la frente, nunca he sido buena con los sentimientos, pero nuestra compañera necesita unas palabras de consuelo.  Tranquila amiga, seguro que encontraremos una forma de curar ese brazo, pero por el momento es mejor que guardes reposo. Dagar cuidará de ti... yo volveré en un momento.

Dejando dentro de la cabaña a los heridos, me dirijo al exterior, donde Lolyan y Harandir hacen guardia. Amigos voy a inspeccionar el poblado, no tardaré demasiado puesto que no creo que encuentre muchas cosas en estas cabañas abandonadas. Si por algún motivo os encontrais en apuros, gritad y vendré lo más rápido que pueda.

Dicho esto, desenvaino mi espada y me alejo hacia la cabaña que se encuentra a nuestra derecha y que parece mantenerse en pie todavía.

Gracias amiga! respondo sonriendo a las palabras de la guerrera.

Aunque el dolor ha mitigado no ha cesado y me parece que voy a necesitar toda mi concentración en olvidarme de él e intentar descansar. Cogo de la mochila un poco de frutos secos y los mastico lentamente mientras acaricio al gatito, me acomodo e intento descansar un poco mientras espero al resto.

Grrrrrr, maldito lobo!!!!

Acordándome de la tonada:

“Puertecita no tengo,
madre, adonde llamar;
llego a la tuya, madre de mi alma,
y la encuentro cerrada”,

me he aprestado a hacer guardia.

Amlaith ya ha salido fuera de los muros; Edha, tras avisarnos, se encuentra investigando en el interior del poblado. El vaho toca mi cabeza y la de Harandir, a pocos pasos de distancia. Alzo la vista, el cielo está nublado, no habrá estrellas en esta noche desapacible.

-Harandir –se me ocurre-, te propongo que de vez en cuando, nos vayamos turnando para hacer una ronda siguiendo el muro, ya que presenta tantas brechas por las que colarse.