Partida Rol por web

Poco a poco van pasando las horas mientras disfrutáis de la hospitalidad del pueblo, allá donde vais os reciben al grito de "nuestros salvadores". Por mucho que le preguntáis a Tafall sobre como ha de ser vuestra supuesta implicación en el rescate del pueblo, solo os dice que habréis de acompañarles en unos rezos, y los demás habitantes del pueblo responden con un simple "yo no se nada".  Durante toda la tarde veis como corren de aquí para allá jóvenes damiselas cargando con tablas, manteles, cuchillos y útiles para la cena , y de vez en cuando Diego detrás de alguna de ellas. La yegua de Lázaro, pese a que le habían dicho que iría a los establos...no se ve por ningún lado (y eso que el pueblo no es para nada grande). Al final, el banquete está listo y Tafall os ofrece un sitio al lado de el, la comida abunda, y la bebida no escasea...

Acepto el lugar que me ofrecía Tafall, sonriente, aunque obviamente no podía verla, pero mis ojos tenían cierto brillo y de alguna u otra forma, se mostraban alegres.

Arrastro una silla, un poco para poder sentarme. Al estar sentada observo detalladamente los alimentos y las bebidas, todo se veía exquisito y de muy buen sabor.

-Creo que es demasiado esto que hacen por nosotros, aún no los libramos de su maldición...- hago una pausa y miro a Tafall -deberían de haber esperado; estamos celebrando antes de tiempo o ¿Tan seguro estan de que los libraremos?

Diego estaba preocupado. Después de una buena siesta, los efectos del vino de la comida anterior se habían evaporado y según pasaban las horas, cada vez más cerca del irremediable banquete, más se preocupaba. No sentía ningún tipo de simpatía hacia el misterioso alcalde. Demasiado amable, pensaba. Tanto que parece que escondiera algo. Los gritos de la gente tampoco ayudaban a disipar las sospechas de su cabeza.

«La salvación siempre tiene un precio» 

Pero todo eso daba igual, sabía que tenía que resignarse. Conocía bien la neblina verde y creía a Tafall en lo referente a ella. También él estaba atrapado aquí, y debía continuar con el plan, seguirles el juego si fuese necesario, viendo como se desarrollaba todo. O al menos intentarlo si el vino y las mujeres se lo permitían. 

* * *

— ¡Será mejor que me sirvas otra si no quieres verme enfadado! —El goliardo le dedicó un guiño y una sonrisa a la chica que le servía—. Así, bien llena, pues necesitaré aclararme la garganta con largos tragos para poder seguir cantando.

Dicho y hecho. Tras un largo trago continuó cantando por donde lo había dejado, parándose frecuentemente para reír y agarrar de nuevo la copa. Las letras burlonas y picantes, junto con el estado ebrio del goliardo, no hicieron de la canción algo agradable para sus oyentes, pero le importaba poco y se encargaba de demostrarlo cada poco con sus risas.

Cuando la copa de Diego volvió a estar vacía, la misma joven de antes —y a la que Diego llevaba rato echándole el ojo— intentó llenarla de nuevo, pero Diego le agarró por la cintura, dándole un leve pellizco. La copa de vino se derramó.

—No te preocupes, mujer, no ha sido culpa tuya —El goliardo intentaba parecer consternado, aunque no podía quitarse la sonrisa de la cara—. Vamos, siéntate aquí, en mi regazo. Descansa un poco.

 Lázaro sigue a su anfitrión y a sus compañeros en las chanzas y canciones, pero su preocupación se hacía patente en cada momento, en cada gesto. Sin dejar de rascarse la incipiente barba le dice al alcade.

-Y bien. ¿Cuando tendrán lugar los rezos? 

Sin dejar de sopesar la situación mira a sus compañeros. No parecían muy preocupados.Después de escuchar al alcalde se levanta.

- Bueno señor mío me va a permitir vaciar la vejiga antes de dicho momento.

Se levanta y se dirige hacia el goliardo con paso firme.Cuando llega a su altura hace algunos aspavientos y le pasa el brazo con camaradería por el cuello

-Pero que tenemos aquí. ¿No me vas a contar tu secreto con las mujeres?-trata de levantarlo de la mesa-Acompáñame a vaciar la vejiga que buena falta te hará a ti también y ya me cuentas.

Al marcharse vuelve la vista hacia Isabella y le hace un gesto con  la cabeza.

Pestañeo confundida al ver el gesto de Lázaro. Carraspeo y me levanto lentamente -Discúlpeme, a estos dos no se les puede dejar solos- suelto una risa un tanto fingida, muevo la silla hacia atrás y camino con prisa hacia Lázaro.

Al estar cerca de ambos le susurro -¿Qué sucede?- lo miro confusa y camino a su ritmo.

 Director: a ver, son todo comentarios de Tafall pero iré por partes.

A Diego:

Vaya vaya,-dice al ver como el goliardo agarra a una damisela para sentarla en su regazo- veo que tenemos a un goliardo juguetón- el y las personas que estan cerca estallan en carcajadas, al parar hace un gesto y aparecen varias muchachas mas-. Tratad bien a nuestro invitado.

A Lázaro:

Por supuesto amigo, podéis ir vaciar la vegija, os hará falta para volverla rellenar, estáis invitados en nuestro pueblo, sois los salvadores y sería un mal gesto que no aceptarais nuestra bebida y comida - dice en un tono que no sabes si es una broma o lo dice enserio, incluso amenazando...es curioso lo de este hombre-

 Diego estaba en la gloria. Después de todo, había merecido la pena llegar a este lugar maldito. Las muchachas le rodeaban y reían con él. Sus ojos y sus manos sueltas iban de una a otra. 

—Pero que tenemos aquí. ¿No me vas a contar tu secreto con las mujeres? —Lázaro interrumpió a Diego—. Acompáñame a vaciar la vejiga que buena falta te hará a ti también y ya me cuentas.

—Creo que podrás mear tú solo. Como ves yo estoy ocupado —el soldado le agarró con fuerza, llevándole casi a rastras—. Vale, vale, ya voy. ¡No os quedéis frías, vuelvo en un minuto!

Lázaro arrastra a sus compañeros hasta un lugar apartado. Al ser el centro de atención resulta difícil irse tan discretamente como a él le hubiera gustado, saluda a toda la gente a la que ve con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza.Una vez están apartados se dirige a sus compañeros en voz muy baja.

- A ver, no me gusta demasiado esto. Parece que toda esta gente padezca una enfermedad grave en su cabeza. ¿Por qué si no iban a estar apartados?- mira de un lado a otro tanto al goliardo como a la chica- Necesito saber más, es la primera vez que me veo algo así y me gustaría saber vuestras opiniones.

-Bueno, a mi si me parece un poco extraño todo esto, pero ustedes dos no me prestaron atención cuando lo dije- los miro ceñuda y el tono un poco molesto -¿Qué propones hacer? ¿Investigar un poco? ¿Fingir?

—Vamos, no hay de que preocuparse —él mismo se creía esta afirmación a medias—. En todo el tiempo que llevamos aquí no ha ocurrido nada malo… 

Diego parecía bastante inquieto. Sin duda estaba deseando volver con todas esas muchachas, sin importarle nada el resto del mundo.

Tanto Diego, como Lázaro o Isabella empezáis a notar como os pesan los párpados y os invade una profunda sensación de sueño. Diego, que había comido copiosamente se desvanece en el suelo, mientras que Isabella y Lázaro consiguen mantenerse conscientes por el momento. 

 A los pocos segundos de que Diego se desmaye, aparecen unas mozas que rápidamente se lo llevan en dirección a una casa lejana prometiendo un poco de reposo y cuidados mientras Tafall se acerca a vosotros para invitaros a seguir con el banquete. Pese a no haberos desmayado como Diego, tanto Lázaro como Isabella notáis como os pesan los ojos, y una sensación de cansancio se apodera de vosotros, aunque por el momento conseguís manteneros despiertos.