Partida Rol por web

La cálida luz del sol de la tarde atraviesa las grandes ventanas de la biblioteca que, combinado con la voz monótona de tu mentor, el Maestro Elias, crea una efecto intensamente soporífero.

Vivís en la ciudad Neverwinter desde hace ya varios años por asuntos de negocios, aunque tu has nacido y te sientes de Aguas Profundas. Estos días son los Festivales de Verano y toda tu familia ya ha partido hacia Aguas Profundas para atender, entre el Día de la Hada y el Día del Dragón hay casi dos semanas, donde se junta toda la gente para disfrutar de la fiesta. La nobleza también aprovecha ese día para encontrarse con sus allegados, cerrar y crear nuevos negocios o simplemente hacer acto de presencia por el nombre de la familia.

En la mansión ahora mismo quedáis tu y el Maestro Elías, juntamente con parte del personal que no ha viajado y parte de los guardias.

— Eh-hem — una reprimenda aguda pero afable te saca de tu somnolencia.

El Maestro Elias había participado en tu formación desde que tenías 10 años, te enseñaba todo tipo de materias y conocimiento. Justamente ese día tocaba Historia de los Reinos del Norte, las mas aburrida

— Tras la Escisión llegó el evento conocido como la Gran Debacle. Ya sabes que desde el principio de los tiempos los Dragones y los Gigantes han sido enemigos jurados, cuentan las leyendas que la mas cruenta de sus batallas sucedió en la cima del Monte Hotenow y al terminar provocó lo que hoy se conoce como la Gran Brecha, que arrasó medio continente y partió esta misma ciudad, Neverwinter, por la mitad.

Ciertamente una profunda grieta había partido la ciudad por la mitad pero ahora numerosos puentes construidos sorteaban aquel gran agujero.

Cerró el libro y se sentó en su sofá preferido.

El Maestro era un humano muy viejo, mas de lo normal, de 112 años de edad. Era delgado y tenía la piel arrugada, una gran barba blanca adornaba su rostro y una nariz puntiaguda surcaba entre su pelo. Era la definición de un mago si le preguntabas a un niño de 5 años.

— Ya hemos terminado por hoy Caitlin. Recuerda que mañana partiremos hacia Aguas Profundas para encontrarnos con el resto de tu familia. Viajaremos a través del Círculo Mágico de Teletransporte que comunica con la otra mansión que tenéis ahí.

Al escuchar la reprimenda la joven da un ligero respingo y se recoloca en su sillón con un gesto levemente culpable. Entre el calor, el juego de luces que provocan las hojas a través del cristal de la ventana y el tono de voz de su profesor...parece que se ha quedado un poco traspuesta.

Musitando una disculpa vuelve a centrarse en los legajos que tiene delante, donde ha estado tomando notas de lo que el maestro Elias le estaba diciendo. Frunce el ceño: lo que está escrito en sus notas no tiene en absoluto relación con lo que le está contanto ahora. Ha debido pasar más tiempo del que ella creía pensando en las musarañas.

Mira con afecto a su profesor. Él sabe que esa materia no es de las que más le interesan, y que está haciendo su mejor esfuerzo para intentar que algo de lo que el hombre le cuenta se le quede en la cabeza. Si le permitieran escoger ahora mismo estaría fuera, experimentando con un poco de conocimiento más práctico. Eso es lo que suelen hacer: durante las mañanas estudian la teoría, y las tardes las dedican a conocimientos más manuales: herbolaria, medicina, a entender la naturaleza y sus habitantes...pero los festivales de Verano han trastocado un poco los planes y necesitan aprovecharse de la biblioteca todo el tiempo que puedan: en la casa de Aguas Profundas no tienen todos los libros que necesitan, y requerirá de bastante tiempo para reafirmar los lazos con parientes y amigos que hace tiempo que no ve.

Con un gesto fluido se pone de pie al dar su maestro la lección por terminada, y le tiende la mano para que le dé el libro. Con tranquilidad ordena todo el material que ha estado utilizando, dejándolo en perfecto estado de revista. Pone el libro de su mentor al lado de su material de escritura y asiente, los rizos rubios acariciándole el rostro.

-Sí, maestro. Ya tengo todo el equipaje preparado, pero me preguntaba si necesita que llevemos algo de la biblioteca para las lecciones durante las fiestas…

Espera que el hombre le diga que al menos tendrán alguna lección durante el periodo festivo. No está muy segura de poder estar dos semanas única y exclusivamente atendiendo eventos sociales. Sabe que Johann también estará, pero probablemente él también tenga compromisos y no puedan verse tanto como quisieran.

— No habrá mas estudios hasta tu vuelta, yo también tengo asuntos que atender y ganas de disfrutar del festival. Pero a la vuelta haremos un examen para repasar todo lo aprendido.

El Maestro, acomodado en el sofá al parecer cansado de deambular por la sala mientras impartía sus lecciones, aprovecha para sacar de una de sus mangas una pipa de madera y encendérsela con un chasquido de dedos. Te miró y te guiñó un ojo, como te había hecho desde pequeña cuando lo mirabas sorprendida de aquel truco capaz de encender la pipa.

— Bien, bien jovencita, así me gusta. Asegúrate de no dejarte nada... de lo tuyo.. — dice con una sonrisita, pues era perfectamente consciente de tus escapadas al bosque aunque tus padres no lo aprobaban.

Luego se quedó pensativo.

— ¡Ah, si! Antes de la cena recuerda que tienes que ir a entrar con el Teniente Bharmyr. Te tiene preparada tu última sesión antes de irte de viaje. Aguas Profundas es la ciudad mas grande de los Reinos, es una autentica jungla, tu padre se aseguró que recibieras entrenamiento básico.

Bueno, no va a haber lecciones pero al menos puede usar la excusa de que tiene que estudiar para cuando se vea un poco superada por las circunstancias.

Sonríe al verlo guiñarle un ojo: desde niña ese simple truco, el de encender la pipa con un chasquido de dedos, le ha parecido una maravilla. Incluso ahora, que entiende cómo se hace y que es consciente de que es un pequeño truco, apenas rascar la superficie de algo mucho más profundo.

No puede evitar hacer un gesto de leve incomodidad. Sabe que sus padres están conformes con que pase tanto tiempo en el bosque, y al mismo tiempo sabe que es ese tiempo en el bosque lo que le da la vida. Con la última recomendación mira hacia fuera, al cielo, intentando calcular cuántas horas de tarde le quedan.

-Creo que voy a ir ya a ver si el teniente está disponible ya. Me gustaría cenar y acostarme temprano, mañana va a ser un día movidito…

Hace un gesto de saludo con la cabeza a su mentor y se encamina a cambiarse de ropa e ir a ver al teniente para poder recibir la última lección de combate antes de las fiestas.

El olor de madera de pino recién trabajada da la bienvenida a tu nariz en cuando cruzas el umbral que te separa de la sala de entrenamientos. No sueles entrar en esta sala, pero no la recordabas así la última vez que estuviste, al parecer han estado preparando algo nuevo.

Al fondo de la sala, sentado en un trono, se encuentra el Teniente Bahrmyr. Lo llaman así porque antes servía a la milicia de Neverwinter pero en tu casa no hay rangos militares. Lleva sirviendo a la familia muchos años y es el encargado del entrenamiento de los guardias y de la seguridad en general.

Él mismo se encargó de entrenarte en las nociones básicas de combate y tiro al arco, pero era la primera vez que accedías a "su sala".

El Teniente era un varón enano de unos 200 años de edad. Tenía una barba color marrón en la que se solía hacer trenzas, aunque hoy la llevaba despejada. Iba vestido con buenos ropajes y no parecía preparado para un entrenamiento como el que estaba acostumbrada.

Era un tipo honorable y defendía a tu familia con mucha rectitud. A veces era un poco serio pero sabías que era de buen corazón.

— Llegas tarde. Aunque bueno supongo que debería culpar mas al mago que a ti, pero veo que vienes preparada, así me gusta. Dado que será la primera vez que te aventures fuera de la ciudad hemos estado preparando un último entrenamiento para ti. Quedas avisada que será algo mas... intenso de lo habitual.

Soltó su parrafada en tono ceremonioso y te hizo un ademán con las manos para que te acercaras encima de aquella plataforma de madera.

Inclina la cabeza: al parecer han estado haciendo obras. Como hija de los señores de la casa no es que frecuente la sala de entrenamientos. Sus lecciones suelen llevarse a cabo en el patio, con un par de dianas y suficiente paja como para acolchar un eventual accidente.

-Lo siento.- Contesta por instinto. Como su mentor no le dijo la hora a la que tenía que venir y ha llegado lo antes posible no hay gran cosa que pueda hacer salvo disculparse. Se sonroja al ser halagada por venir bien preparada, y con pasos ágiles se acerca a la tarima. Por razones obvias no está acostumbrada a llevar pantalones, y se recoge las perneras con las manos para poder subir las escaleras como si llevara puesto un vestido. La cimitarra le choca contra la pierna cada vez que se mueve, y no se siente muy cómoda al oír lo de que el entrenamiento va a ser más intenso de lo habitual. Aquí, en una zona manipulada por el hombre, no cree que pueda ser capaz de usar los pequeños encantamientos que conoce para retrasar al enemigo y defenderse.

Con una postura relajada y los músculos sueltos, tal y como el teniente le ha instruido siempre, espera a que él le dé la orden de desenvainar y empezar.

El Teniente asintió y en cuanto estuviste en medio de aquella plataforma, accionó una palanca que tenía al lado de su trono. Lo último que pudiste escuchar fueron los ecos de su risotada.

De repente el suelo debajo tuyo se abrió y caíste hacia el vació, la sensación era terrorífica. Tu adrenalina se activó al instante y pudiste ver como en el fondo de aquella trampa parecía haber un suelo lleno de estacas afiladas.

Mientras escucha los ecos de la carcajada deja escapar un chillido muy, pero que muy, femenino. El tiempo que tarda en mirar hacia abajo es tiempo que pierde en organizarse, y entre el shock y la sorpresa...no le da tiempo a mucho.

El Teniente siempre te decía «aunque vayas vestida como una dama, siempre tienes que estar alerta, los enemigos atacan cuando menos te lo esperas». Ahora entendías a que se refería.

Te encontrabas en el suelo, con alguna magulladura. Por suerte aquellas estacas eran de madera pero sin afilar y las puntas estaban tapadas con tela acolchada. Seguramente de ser una trampa de verdad estarías muerta.

La trampilla por la que caíste se cerró de golpe dejándote completamente a oscuras. Por suerte tus ojos de elfa se adaptaron en cuestión de segundos y podías ver en la oscuridad, no tan bien como a plena luz, pero distinguías todo en escala de grises.

Te encontrabas en un pequeño corredor hecho de madera sólida, a los pocos metros había una puerta de madera.

Aprieta los dientes al impactar contra el suelo. Después de un par de segundos se da cuenta de que las estacas no estaban afiladas, pero el embaldosado no ha ayudado mucho a que la caída fuera en blando. 

Con cautela se pone de pie, permitiendo que sus ojos se adapten a la oscuridad producida por la trampilla al cerrarse. Respira hondo y comprueba que al fondo del corredor hay una puerta. Con cautela se acerca a ella, pendiente de sus alrededores por si hay otras..."sorpresas".

Algo no encajaba. 

Avanzaste hasta la puerta del fondo y viste que de una de las esquinas del marco del umbral salía un pequeño cable, del tamaño de un hilo de pesca que se perdía en el techo por una ranura minúscula entre las maderas. Por como estaba montado y la dirección del cable parece que accionaba algo en cuando la puerta se abriese.

Tiene la desagradable sensación de que están intentando matarla y que parezca un accidente. Sigue nerviosa después del batacazo, y eso no ayuda a que sus manos dejen de temblar. Además...odia los espacios cerrados.

Trataste de desarticular aquella trampa, decidiste cortar el cable directamente con tu cimitarra y el hilo salió disparado. En ese momento pensaste que deberías haber cogido aquel cable y retenerlo para que no activase lo que fuera que activaba.

Enseguida viste de que se trataba, te cayó encima un cubo lleno de una sustancia negruzca y pegajosa, parecía a brea, olía a ceniza y a excremento de caballo.

Mojada y algo humillada, abriste la puerta ahora con seguridad y te encontraste en una bifurcación: a la izquierda había una cuerda que estaba colgando del techo que parecía subir hasta un segundo piso. A tu derecha había lo que parecía una especie de piscina de agua.

Cuando se le cae encima el cubo deja escapar un sonoro chillido, que se transforma en un ruido de asco cuando huele lo que ahora la empapa. Vale, no quieren matarla, "sólo" torturarla.

Al ver la piscina con agua avanza con cautela, quizás antes de cruzar pueda limpiarse un poco. No obstante va ojo avizor, no vaya a ser que la piscina tenga habitantes o algo...

Te acercas a aquel pozo, el agua parece normal al tacto, algo fría. Te puedes limpiar un poco lo que te acaba de caer encima sin problemas. Está todo oscuro y no parece que haya luz de ningún tipo den ese pozo por lo que no tienes ni idea que te puedes encontrar, pero a simple vista parece un conducto que se extiende hacia adelante.

Tras limpiarse un poco para librarse de ese mejunje la muchacha busca algo, un palo o cualquier otra cosa, para intentar comprobar la profundidad del pozo