Partida Rol por web

Una vez hubisteis elegido el equipo que necesitabais para el trabajo que se os había encomendado, Alenka os permitió prepararos en el minúsculo saloncito en que os había recluido. Agua y algo de fruta os fue ofrecido antes de partir, así como un buen asiento. Pero apenas una hora después ya estabais en marcha, preparados para cumplir con vuestra misión.

Ahora la maga del círculo guiaba vuestros pasos hacia el exterior del castillo, rumbo al bosque que cubre el área septentrional del arlingo de Neruda. Se detiene un momento para lanzar un hechizo sobre su propio cuerpo. Una luz mortecina la envuelve momentáneamente, y cuando ésta se disipa, el cuerpo de Alenka parece extrañamente sólido, como si fuese más firme que antes. Parece un pequeño proyecto de gólem en miniatura, con la piel más sólida, sin la tersura que la caracterizaba apenas unos segundos antes.

-Por si las moscas- os comenta con el ceño fruncido- Más vale estar precavidos.

¿Había sido por precaución o para tratar de impresionaros con el lanzamiento de un primer hechizo? No todos habíais tenido la oportunidad a ver muchos magos en acción antes, y éstos sabían que solían cautivar la atención de todos los presentes por su extraordinario dominio del poder místico.

Me alegra tener algo que llevarme a la boca, que después de habernos tenido tanto tiempo esperando el porche me sentía desfallecer. Después de estar saciado observo al grupo, hay muchos hombres de armas, por lo que sin duda no va a ser un viaje de rosas. Aunque no puedo dejar de observar a la muchacha que apenas ha dicho una palabra, ¿Es otra maga? Buff esto va empeorando, sé que se supone que son utiles, pero... Ya veremos, como termina todo.

Después de un rato salimos al camino y es allí donde Alenka realiza un hechizo. Mi bello se eriza al ver como ahora ha convertido su piel en piedra. ¿Como puede el creador permitir estos artificios? Pero intento descargar un poco de presión diciendo:- Claro, todo lo preparados que podamos estar, sin duda...- Quizás necesite escuchar mi propia voz para estar más tranquilo.

Bah, magia. ¿Quién la necesita? Ellos, magas y magos, débiles e insuficientes por sí mismos, la necesitan. Un rudo enano de buena familia y salud aún mejor no la necesita. Camino al lado de la maga con mi afilada hacha en las manos mientras fumo de mi pipa, agarrando el hacha a una sola mano a ratos para poder sostener la pipa en algunos momentos. -Ah...no estaría nada mal clavar mi hacha en el cráneo de un maldito engendro. -tras el comentario suelto una leve pero ruda carcajada que deja salir algo de humo.

Me ajusto bien la mochila, así como los nuevos artilugios con los que me he hecho antes de iniciar la expedición. Lanzo una última mirada al Fuerte del Arl Neruda, tan vulnerable en estos momentos. Una pensamiento a la madre cruza mi mente, reafirmando mis sentimientos en cumplir con la misión. El amor de una madre a sus hijos. El amor de unos hijos a su madre. Me repito en la cabeza varias, veces, mientras contemplo durante unos últimos segundos, aquel hogar, al fin y al cabo. 
Giro la cabeza al frente y nos observo, uno por uno, con cuidado, sonriendo interiormente. Parece que al menos... somos un equipo. - Es un placer viajar con vosotros - Musito, en una especie de desaliento. Recatada, o de apariencia tal, no me gustaba tampoco profundizar mucho por lo que la timidez, me parecía un escudo perfecto, y mucho más sensible que el ostracismo o la apatía.

El hechizo de la Maga, evidentemente, llama la atención. Procuro fijarme en las reacciones de los demás. Yo, personalmente, observo con admiración. Casi se puede percibir mi boca ligeramente abierta, aunque no tardo en cerrarla y continuar con el paso mirando a mi alrededor, intentando reconocer la vegetación que nos rodea, y qué clase de criaturas habitarían un área de esas características.

Reubicólos objetos que ya contenía la mochila para que ocuparán mucho menos espacio. Después de pelear con el equipaje conseguíó que todo cupiera de forma ordenada. Las ganzúas las puso en una de las dos bolsas para el cinto que había adquirido .
Cuando cuando acabó vió que los demás ya le estaban esperando para ser conducidos a una sala donde pudieron tomar un refrigerio antes de partir.
El grupo guiado por Alenka partió sin más contratiempo exceptuando cuando nada más partir Alenka hizo uso de su magia para cambiar su Tersa piel por por una especie de armadura natural
si los hecho para impresionarme la verdad es que los conseguido. Lo que has hecho es realmente increíble - le dijo a Alenka

Brenus no había cogido nada. Era un hombre sencillo, y pasaba claramente de preocuparse por una misión tan sencilla.

Decían que hombre precavido valía por dos. Pero en lo que a su persona se refería, le sobraba con el filo de su guadaña.

Durante el viaje no estuvo nunca a mas de cinco pasos de Alenka. Si hubiera conocido bien el camino seguramente habría adelantado a la mujer y se habría puesto en cabeza. Era de esa clase de personas.

Cuando ella se lanzo un conjuro, torció un poco el gesto. Porque tenía sanas intenciones de acostarse con aquella mujer, pero el tacto de la piedra no debía de ser placentero.

Pero aunque a muchos les podía impresionar la magia, molestar, o incluso atemorizar, a él le interesaba la mujer que había bajo la túnica, lo demás, era un ornamento que no le interesaba. También era cierto que no si algo tenía claro, era que no iba a pedirle matrimonio, solo alguna noche en su alcoba.

Al ritmo que vamos, seguramente pasemos entre los peligros tan rápido que ni engendros ni bandidos puedan siquiera pensar en atacarnos.

Era un buen auspicio, pero algo carente de sentido, todos lo sabían, el peligro en los caminos estaba al tomar cualquier senda. Pero el guerrero caminaba despreocupado en ese sentido. 

Ajustándose bien las polainas observó con mirada experta la realización del hechizo de Alenka.

Tomas precauciones demasiado pronto ¿Cómo de cerca están esos engendros tenebrosos?

 Cuando los demás se pusieron en marcha les dejó pasar delante y se colocó en la retaguardia junto al encapuchado, al que saludó con un leve cabeceo. Aunque había pensado emprender el camino afinando el laúd, la actitud precavida de Alenka le había puesto un poco tenso, así que lo dejó colgado en la espalda  y optó por llevar el bastón a mano.

Gracias al Hacedor, por fin ha cesado la llovizna. El calor por la caminata, sumado a la humedad de vuestras ropas os estaba comenzando a resultar agobiante. Un par de horas de claros no harían mal a nadie. Un tímido rayo de sol asomaba entre unas oscuras nubes, pero todos sabíais que no era más que un espejismo, algo que iba a durar escasamente antes de volver a arrancar con la incesante lluvia de la jornada.

Cuando os aproximáis a un claro entre los árboles, Alenka se limpia el sudor de su frente y la humedad de su rostro con la manga de su túnica, tan mojada ella misma que apenas logra diferencia entre su estado anterior y el actual. Entonces sonríe por primera vez, abandonando por unos instantes su característica frialdad, y os habla animada.

-Más adelante, pasando este claro entre la densa arboleda, hay un desastrado puente que ha conocido tiempos mejores- como todo en el arlingo de Neruda, ciertamente- Una vez lo hayamos cruzado, conozco un lugar excelente donde podremos pararnos un rato para almorzar y descansar.

Alenka se detiene por unos instantes en el claro, apoyando su macuto sobre el suelo. Extrae su odre de él y echa un buen trago de agua, guardándolo a continuación, fijándose mucho de cerrarlo en condiciones para evitar que pierda agua. Luego se echa la mochila al hombro y prosigue el camino sin más dilaciones.

-Tengo por costumbre conocer algunos detalles de aquellos con los que el arl tiene a bien enviarme en misión, aunque sea en una secundaria. Poco más que vuestros nombres y vuestra disposición para trabajar por un puñado de monedas conozco. Quizás podríamos tener a bien el conocernos un poco mejor.

Aunque realmente lo que quiero es matar el rato. Caminar en silencio con tanto desconocido me exaspera, y además ese grandullón de atrás parece que no deja de clavarme los ojos en el culo. Con que clave igual de bien esa guadaña en las posaderas de los engendros tenebrosos que nos encontremos por el camino, me doy por satisfecha.

-Doy por hecho que os preguntáis qué hace una maga del Círculo trabajando para un hombre como Neruda. A veces yo también me hago la misma pregunta. Supongo que el hecho de que mi padre fuese su antiguo mayordomo tiene algo que ver con que yo heredara el puesto. Y el hecho de que el arl, en tiempos más prósperos, pagara una suma importante al Círculo y a la Capilla para contar con mis servicios, ha hecho el resto.

Lo cual me lleva a la conclusión de siempre: toda norma impuesta puede romperse si se alcanza la suma apropiada de dinero. Todo en esta vida se puede comprar si surge un buen postor. Eso me hace preguntarme... No, no es momento ni lugar para pensar en ello. Ya lo harás más tarde, Alenka. Tiempo al tiempo.

-¿Y qué hay de vosotros? Algo habrá conducido vuestros pasos a esta recóndita parte del mundo. No creo que a todos os moviera una repentina necesidad de luchar en favor de Ferelden ante los candentes rumores de una posible Ruina.

Herencia y dinero, eso es lo que mueve a esta mujer...No creo que sea motivación suficiente, pero bueno nosotros tampoco es que seamos vasallos juramentados del arl Neruda, ni mucho menos. -Lo cierto es que yo vivo del intercambio, de la venta de bienes y de los consiguientes pactos comerciales. Llegué a las tierras del arl para cerrar un trato referente al ryott...pero como Neruda no puede atender ahora a mis necesidades, pensé: ¿porqué no aprovechar el tiempo y ganarme el jornal? Con un poco de suerte podré cercenarle el cuello a algún engendro. -y tras hablar suelto una de mis típicas, rudas y breves risotadas.

Brenus observaba de cerca a la hechicera, en un par de momentos noto como ella parecía darse cuenta de sus pensamientos, aunque no es que fuera excesivamente darse cuentas de cuales eran.

Si ella lo miraba, el sonreía de manera abierta, era mejor ser agradable en vez de huidizo.

Cuando el enano rompió el hielo contando un poco su historia el joven guerrero rio de buena gana.

Sin duda, tienes más pinta de rebanador de pescuezos que de comerciante, pero quién soy yo para saber qué pinta tiene un comerciante.

Dijo entre risas. Pues aquella conversación le estaba divirtiendo.

Yo por el momento solo pretendo ser un filo de alquiler. Vender mis músculos al mejor postor, y mientras, prepararme para el futuro.

No dijo qué futuro era ese, pero siguió con su arenga pasando claramente por alto ese detalle.

Lo cierto es que no había escuchado nada de los engendros hasta que llegue al arlingo. O tuve suerte, o mala suerte, porque podría haberme topado con alguno.

Pero sea como sea, estas monedas serán bien recibidas por mí y mi tripa.

Dijo frotándose la barriga.

Parece un trabajo seguro.- dijo mientras hacia un barrido con la vista sobre sus compañeros-. Somos suficientes para parar a un ejército entero de criaturas. No me cabe duda. 

-Tuve cierta experiencia comercial antes de unirme al Círculo, así que suelen emplear mis talentos para ciertos menesteres que requieren algo mas que las rudimentarias capacidades sociales de aquellos que has pasado toda su vida recluidos en la torre.  Me encontraba de regreso a la torre del círculo tras cumplir una misión en Denerim cuando me enteré de los problemas del Arl…Y me gusta el oro.-

Dijo tamborileando en el laúd que colgaba de su hombro.  

-Además no creo en esos rumores de una nueva Ruina ¿Después de cuatrocientos años? Solo son cuentos de vieja.-

Alenka se gira momentáneamente para contemplar al elfo que cerraba la última fila de avance.

-¿De verdad piensas que es imposible que se trate de una Ruina?

Vuelve a girarse y prosigue su camino.

-El propio arl Neruda tenía sus dudas, pero nos han llegado rumores de la presencia del Rey Cailan en la Fortaleza de Ostagar, no demasiado lejos de aquí. Y que con él viajaba nada menos que el Teyrn Loghain, su mano derecha y padre de su esposa, la reina Anora. Quizás se hallen allí meramente para evaluar la situación, pero si no se trata de una Ruina, al menos podemos estar seguros de que el aumento de engendros tenebrosos que han emergido de la Espesura de Korkari en los últimos tiempos son, indudablemente, alarmantes.

Mientras conversáis, vuestros pies os conducen a paso firme y veloz, aunque no exento de cautela, hacia vuestro objetivo: el puente del que Alenka había hablado unos minutos antes.

Sin embargo, en cuanto salís de los bosques os percatáis de que, evidentemente, algo va mal.

Veis la profunda sima que había mentado Alenka, justo frente a vosotros, como a unos diez metros de distancia. El problema es que no veis puente alguno. Sí alcanzáis a ver los pesados postes a los que probablemente hubiese estado sujeto anteriormente, pero no hay rastro del puente. Sin duda se ha venido abajo.

O lo han hecho caer.

Vaya, una posible Ruina en ciernes...Sin duda sería una gran oportunidad para patear algunos traseros tenebrosos. -Así que incluso hay motivos para pensarlo, eh? Bueno...no hay mal que por bien no venga, jeje. -digo con gesto alegre zarandeando ligeramente el hacha. -Vaya, esto va a ser un problema... -digo más para mí mismo que para el resto al ver los postes pero no el puente.

Veo que todos tenéis sueños y que buscáis la forma de realizarlos. pues tenéis suerte, yo me dedico a esto, a hacer los sueños realidad.
A veces son cosas sencillas, otras son algo más complicadas y otras simplemente consiste en buscar los hijos del arl.
Lo que sucede con los sueños es que a veces no los tenemos claros.
Como cuando alguien listo y capaz de controlar un poder que escapa a la razón de muchos mortales, aspira a unas monedas que no son más que otra forma de poder, dadas por alguien patético.
Estoy convencido que una persona como ella podría aspirar a muchísimo más