Partida Rol por web

Tras atravesar de nuevo el bosque con el miedo en el cuerpo llegáis a la granja Pelton. Ha empezado a llover, y las llamas a lo lejos se mitigan por momentos. No parece haber nadie en el lugar, estáis en la casa.

La niña sigue triste, y entre sollozos os comenta que en ese mismo granero es donde la tenían secuestrada en un primer momento, y os narra con mucho dolor que es donde Rafer abusó de ella sin contemplaciones, cuando os cuenta esto último casi se desmaya; Y aunque no lo hace se echa el suelo para llorar.

Las gotas caen fuertemente y golpean sin cesar el techo de la pequeña casa.

La historia que cuenta la niña es horrible, muestra una familia infame, cruel e inhumana. Con ánimo ensombrecido dejo que el doctor se ocupe de la niña y doy vuelta por la casa. Ya sea por deformación profesional o por distraer mi mente de las monstruosidades imposibles que hemos visto me dedico a buscar y recoger pruebas.

Por favor, sean testigos de cuanto encontremos y pueda revelar la magnitud de los crímenes de esta famlia endemoniada.

Cojo el libro que encontramos antes y busco alguna otra prueba en las escasas posesiones de la casa. Ropas ensangrentadas, pertenencias de la niña o de su padre, objetos que puedan pertenecer a otras víctimas si las hubiera . . . cualquier cosa que pueda ser presentado en un juicio. Aquello que encuentre lo mostraré al policía y al periodista antes de tomarlo.

Pero que estoy haciendo, les hemos matado, no habrá juicio de ningún tipo.

Ese pensamiento me detiene pero luego continúo por la fuerza de la costumbre, prefiero acumular pruebas que no se usen a no disponer de ellas.

Cuando inician el regreso a la granja, y Dirk nota que sus colegas le han alcanzado en la huida, sigue caminando sin soltar a la niña pero murmura entre toses causadas por el humo.
Han..han verificado que ese monstruo esté bien muerto? COF... ...deberiamos cortarle cofff! ...la cabeza y arrojar su cuerpo a las llamas...

La pregunta de Dirk me pone nervioso.

Pero si le hemos acribillado, le alcanzamos repetidas veces. Incluso vi como una de las balas se incrustaba en su cabeza. No puede estar vivo, es imposible.

Cabeceando continúo mi búsqueda mientras murmuro para mi mismo imposible . . . no puede ser.

Cuando llego a la cabaña me ocupo de la niña, pero antes indico a mis compañeros - Miren si en el libro hay algo que nos ayude a saber cómo acabar con esos mosntruos. De momento sólo sabemos que la plata no les gusta y dudo que tengan aquí algo de ese material, pero no estaría de más buscar por si acaso. Construyan también una cruz si encuentran con qué hacerlo, tal vez nuestro Señor nos proteja de ellos. - Y me dedico a la niña, tratando también de tranquilizarla y consolarla.

Llego a la casa todavía impactado por lo sucedido.

- Caballeros, ¿de verdad estamos perdiendo el tiempo aquí? Qué vamos a buscar, ¿pruebas de que esas bestias son reales? Nos tomarían por locos.

Hago una pausa para tomar aliento después de la carrera.

- No sabemos si esas criaturas han muerto, y en cualquier momento podrían volver a la casa. Propongo prender fuego a este lugar impío y volver al pueblo lo más rápido que podamos.

Detengo mi búsqueda para hablar muy seriamente.

No jefe McNee, se trata de encontrar pruebas sobre la culpabilidad de esta antinatural familia en un posible asesinato y en los abusos, vejaciones y secuestro de esta joven. Me parecen acusaciones suficientemente importantes para llevar a la cárcel y al cadalso a ese Pelton si estuviera vivo.

Y quizá también a sus hijas si han participado.

La imagen de los lobos atacándonos me asalta cuando hablo de ellos.

- Pero, ¿es trabajo para la policía o para la perrera municipal, Bingham? Seamos realistas, esto es de locos y sólo nos exponemos a que vuelvan y acaben lo que no han conseguido acabar en el bosque.

Hago una pausa para reflexionar sobre las palabras del abogado. Llevar al cadalso a semejante monstruo, ha debido de perder la cabeza este hombre.

- Maldición, señores, si no piensan en su seguridad, piensen al menos en la de la muchacha, deberíamos sacarla de esta pesadilla cuanto antes y llevarla a un hospital.

El Dr. deja un momento a la niña y se encara a sus compañeros: ¿Piensan de veras que estaremos más seguros allá afuera, de noche, en un lugar que no conocemos tan bien como ellos, sin paredes que nos protejan, y con lo largo que es el camino hasta el pueblo? señores, piensen en cómo son esos monstruos, nos darían caza al momento. Lo más seguro ahora es atrancar puertas y ventanas y tratar de protegernos con cualquier arma disponible si logran entrar.

- Sí, doctor, aquí encerrados en casa de esos monstruos me sentiré mucho más seguro. Así si vienen tendremos oportunidad de gritar antes de morir, porque no podremos escapar.

Me pregunto si es el miedo el que le hace decir eso a McNee pero no lo parece.

¡Por todos los santos jefe! Ahí afuera seríamos un blanco fácil en la oscuridad para cualquier animal. Precisamente aquí nos pueden encontrar pero les veremos llegar y estaremos preparados.

Preparados . . .

Inmediatamente me pongo a recargar mi pistola y busco con qué encender un buen fuego. El fuego siempre ha espantado a las bestias. Todo ello sin olvidar mi intención inicial así que busco también el libro que vimos antes para ponerlo a buen recaudo bajo mi abrigo.

Robert Bingham encuentra el libro sin problemas, luego enciende el fuego en la chimenea que se aviva por momentos hasta crear una buena lumbre mientras los demás discuten sobre lo que hacer.

El abogado revisa el libro, buscando alguna proba incriminatoria, pero no halla nada que no fuese antes contado por Dirk.

La niña observa deliberar a los mayores, se aproxima a Mcnee y le agarra fuertemente del brazo, y entre sollozos...

-Sáqueme de aquí por favor, quiero irme a mi casa, fuera de este lugar infernal... sáqueme de aquí...-

Dirk, mientras discuten que hacer, se entretiene registrando de punta a punta la biblioteca, en busca de algun libro valioso, o de algun documento sobre los Pelton.
Registra tambien la biblioteca, sospechando que estos seres podrian tener un compartimiento secreto en donde guardar los libros de valor.

Creo que deberiamos salir de acá lo antes pocible. En el pueblo estaremos a salvo, o más aun en la ciudad, cuando nos vayamos de este lugar infernal.

Sobre revelar lo que hemos descubierto, deben saber que tengo dos amigos editores, que dirigen revistas sobre estos mitos sobrenaturales. En general nunca me he interesado en ese rubro, pero apuesto que les va a interesar mi historia...Ellos sabrán como hacerla publica, les aseguro!

Dirk descubre un nuevo libro interesante: The Monstres and Their Kynde (Los Monstruos y su Ralea) escrito en un inglés algo arcaico. Parece un compendio de criaturas de fantasía y folclore popular.

Al escuchar a la niña me detengo, guardo el libro y pienso ¡Dios mío! La pobre muchacha ha tenido que pasar un auténtico calvario en este lugar, es normal que quiera marcharse. Quizá haya que hacer caso a McNee, pese a que no me gusta nada la idea.

Pensando en la posibilidad de salir rebusco algo de abrigo para ella, impermeables o paraguas. Luego me asomo a la ventana para mirar si aún llueve.

Está bien, quizá debamos irnos. No me gusta pero lo entiendo.

En el armario hay una chaqueta vieja y manida que asemeja de su talla, seguramente de alguna de las dos chicas Pelton. La muchacha se la pone, abrocha los botones y te da las gracias.

Dirk hojea un poco el libro, hasta que todos están listos para partir.
Entonces, lo guarda y tras espiar por las ventanas de la cabaña, abre la puerta dispuesto a regresar lo antes posible al poblado.
Vamos! Salgamos de acá...

Todos parecían dispuestos a regresar al pueblo, en cambio el Doctor se mostraba reticente, prefiriendo atrancar puertas y ventanas.

¿Soy el único con un poco de prudencia aquí?¿No se dan cuenta de que, de noche, seremos presas fáciles? Sería mejor esperar al amanecer. Recapaciten, por Dios. Si no entran en razón, es mi deber acompañarles, pero espero que se den cuenta y esperen al sol. Tal vez a la luz del día esos monstruos se vuelvan humanos de nuevo.

- Doctor, si esos seres están vivos, no tendremos tiempo hasta el sol. No sea un loco, no pienso quedarme en esta ratonera para morir. Al menos fuera tendremos una oportunidad para escapar. Aquí, en cuanto entren en la casa, estaremos muertos.

Resoplo indignado.

- ¿Es que no lo ve? No hay salida, y es su guarida. Yo me marcho con la niña, hagan lo que quieran.

Y dicho esto me acerco a la niña y le cojo la mano.

- Tranquila, Edith, el tío Edward te sacará de aquí. Llegaremos al pueblo y estaremos a salvo.