Partida Rol por web

No se preocupe, buen hombre. Que coja las baratijas que quiera -Suspiro sin sin hacer caso a la curiosa muchacha-. Ahí no tengo nada de valor.
Cualquiera que quiera quitarme algo importante tendrá que pasar antes por mi espada -Sonrío.
Para dar más enfasis a mis palabras clavo la hoja en la arena removida. El arma bibra.
Lleva un rato rondándome. Quizás le siguiera también a usted.
Esta joven... ¿guele a pelo de gato? -Me pregunto conociendo ya la respuesta.
No puedo evitar que me cause compasión la joven brivona. El equipo de escalada, el saco biejo, la cuerda usada y los demás “cachivaches de utilidad” que he dejado en el suelo a penas valen nada. Si al menos me quedase comida… Pero la última cecina la saboreé hace a penas unos minutos.

A parte de la muchacha que trata de hurgar entre tus pertenencias, te percatas de que otra figura, un humanoide gatuno totalmente transformado, está fisgoneando en los enseres que lleva Boront en su carreta.

¿Y vos quién sois? ¿Qué hacéis aquí parada en estos caminos tenebroso? -poco comprendía aquella situación, me parecía harto inexplicable, con toda esa niebla.

Mi nombre es Boront, y éstas son mis marionetas -señalé el carro por donde asomaba la cabeza de alguna. Son como mis hijas, mis hermanitas, mi vida.

Rapidamente saco las manos de los bolsillos y me pongo de pie, abrazandome a la mujer (y agarrarle los pecho) y me asomo para ber al enano.

- Saludos viajeros. ¿Como los trata este frio camino?

El abrazo de la ladronzuela no me loma por sorpresa. Lo que sí lo hace es la visión del carro del artesano:
Vaya -exclamo con exageroda sorpresa en mi voz-. Pues sois un excelente artista -río-. Una de vuestras marionetas a cobrado vida propia y está robando a las demás.

Me meto debajo de la carreta del enano

Veis como el hombre-gato que estaba detrás de la carreta, ahora se esconde debajo.

¨Fantasico,encima de ínutil parezco gilipollas¨

Me levanto rapidamente y me sacudo la ropa

-Buenas noches,damas y caballeros-

¡Ah, buenas noches! -saludo con animosidad.
Por un momento pensé que se trataba de otro hurgabolsillos y eso da más miedo que el que una marioneta cobre vida propia…
Tras tan enrevesadas palabras, que fluyen de mi boca sin control como consecuencia del cansancio del camino, miro a la pequeña bribona en busca de una respuesta. No sé si pretendo que se ofenda o que se haga la despistada…
Mi nombre es Mirra Cinnamon -me presento-. Me disponía ya a descansar.
Mañana quisiera llegar a la ciudad a tiempo de hacer algunas compras y encontrar algo de trabajo -explico.

Hola a todos -dijo el Siembravientos respondiendo-. Yo me disponía a aventurarme por estos caminos para el siguiente pueblo, en busca de espectadores. - y esbocé una sonrisilla.

¿Qué hacen ustedes por aquí?

Habían salido de todos lados, sin casi apreciar su procedencia, aunque aquellos tipos de dispares razas no parecían salteadores ni mucho menos... bueno, quizás la que rebuscaba... No, no, no: tampoco.

- Mi nombre es Shivan, y yo voy por donde los caminos me lleven - dijo separándome de Mirra.

Miro la carreta y luego al enano. Mis pies están cansados y el clima frío me hace que mis huesos truenen.

- Dime, no te importaría que yo viajara contigo un poco, por lo menos asta que lleguemos al próximo pueblo?

Claro, no me importa -respondí-. Eso si: no toques mi carreta y mucho menos mis marionetas. Esos muñecos son el pan en mi existencia ¿de acuerdo? Bueno, si no hay más que comentar creo que seguiré mi camino; al menos es un alivio que aquí no ha habido percances o asaltos de algún tipo.

De hecho, quizás los mejor sería que viajásemos todos juntos -propongo, sentándome nuevamente en a los pies del árbol.
Aunque yo, por el momento, lo que voy a hacer es descansar -anuncio, colocando bien las cosas en la mochila, para que pueda servirme de almohada.

- Si ese es el caso... - dijo aproximándose a la carreta - La verdad es que estoy algo cansada - Dijo subiendo a la carreta y acomodándose en un extremo donde no estuviera en contacto con las marionetas - Prometo no tocar tus marionetas

Mientras estáis con vuestra charla, de repente una fuerte rafaga de viento frío azota el lugar. La niebla se arremolina a vuestro alrededor creando figuras imposibles y el fuego de la hoguera se apaga, como un niño apaga la vela en su tarta de cumpleaños al soplar. También os ha parecido que el viento arrastraba una extraña mezcla de susurros ininteligibles y silbidos, provenientes de muchas personas a la vez que parecían estar por todas partes. Pero conforme pasa la ráfaga de aire todo vuelve a quedarse en calma...

El viento parecía parar mi camino. Los allí presentes parecían que iban a descansar y pensé que la verdad no sería tan mala idea...

Esta bien -dije-. Podemos continuar la marcha todos juntos. Me quedaré con voso...

En esos momentos escuché el silbar terrorífico del viento, pero aguanté como buen enano que era, pues había visto muchas más temeridades bajo las montañas que a pleno raso...

No os preocupéis, señores, no parece nada... -puntualicé.

Me llevo una mano a la empuñadura de mi espada he intento levantarme, pero después de un momento decido volver a recostarme, cubriéndome con la capa.

- Tienes razón, es solo el viento.

No sé si es buena idea continuar sin descansar -dudo, mientras recojo ya mi equipaje.
El aullido del viento me ha recordado viejas historias, aventuras ya pasadas.
Yo también tengo un mal presentimiento [B]-anuncio-. Deberíamos permanecer todos juntos, eso está claro. Si nos hemos encontrado es por una razón: tenemos un destino común. Es mejor que lleguemos unidos hasta él.[/B]
Yo puedo protegeros.

Aunque la pequeña ráfaga de viento podría haber asustado al campesino más humilde, vosotros os imponéis y decidís seguir adelante. Pasais un par de horas andando, con el frío haciéndose cada vez más intenso y calándose en vuestros huesos, hasta que advertís por fin lo que parece ser la silueta de una pequeña ciudad. 

Una luz os indica la proximidad de un edificio. Os llama la atención que sea el único edificio iluminado de todos los que hay cerca. Al acercaros podéis ver un cartel que cuelga encima de la puerta, con las letras "Posada El Apacible Descanso". La puerta de la posada está cerrada y la luz se filtra a través de la rendija entreabierta de uno de los postigos de la ventana del segundo piso