Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

3. El Monasterio de Caedus - Adrenalina.

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07/12/2012, 14:54
Aclamado Director

El sol había pasado de su ecuador sobre las nubes, amenazando con cernirse sobre el horizonte. Por la tarde, poco a poco los chiquillos se congregaban frente a la plaza de bienvenida donde, mes y medio antes, habían llegado al monasterio. Sabían, por la inmensa cantidad de rumores que serpenteaban por los canales, que esa tarde les iban a dejar salir. No en vano, la festividad católica del día de los difuntos tenía más peso en Albídion que en ninguna otra parte del mundo, y era una buena forma de dejar a los chiquillos algo de correa suelta mientras respiraban aire más allá de los muros sin perder por ello el espíritu del monasterio. Es más, todo aquella noche giraba en todo al foco eclesiástico que allí se congregaba.

Alumnos de todos los cursos recorrían las calles, aunque había menos conforme la edad subía. Algunos con criterio para decidir y la cabeza lo bastante en su sitio preferían quedarse y demostrar que estaban dedicados exclusivamente a la inquisición. Otros no podían salir por razones varias. Y algunos estaban, literalmente, enterrados. De ahí la diferencia de unas generaciones a otras, aunque no por eso dejaba de haber adolescentes o adultos.

Los tutores, y algún que otro maestro, se congregaba allí, en pequeños corros según su posición dentro del monasterio. También había algún que otro joven hasta ahora desconocido, pero ya le conocerían si surgía la ocasión.

El pequeño grupo de nueve alumnos, compuesto desde almas gemelas hasta un niño ciego, se había reunido en un pequeño corro. A su alrededor estaban los niños con los que habían podido tener algo de contacto, pero parecían enfrascados en sus propios asuntos. Según tenían entendido, iban a ir acompañados, en grupos de tres, por un adulto.

Por el momento eran todo esperas, pero tarde o temprano la puerta principal se abriría y saldrían a ver mundo. Era fácil suponer como se festejaba aquel día, pero para otros podía no serlo tanto. Sólo había que echarle imaginación. La iban a necesitar, pues alguno que otro murmuró la palabra "regalos", "compañeros" y "advenimiento", cerca del año nuevo.

Todos estaban duchados, con ropa limpia e impecable, propia de unos críos que iban a salir de una red de abadías para mezclarse con los ciudadanos mundanos, pero no estaban en plena forma física. El ligero agotamiento de media hora corriendo por la mañana quedaba como mella en sus cuerpos, y el vacío mental y espiritual de las clases antes de comer con Evangeline y Alexander, seguidas, se notaba en los aventajados con dones sobrenaturales.

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08/12/2012, 11:54
Gilbe Klimb

Habían estado esperando este día desde hacía por lo menos una semana. Tras mes y medio de rutina ininterrumpida por fin cambiarían planes y saldrían al mundo... Gilbe se había pasado la vida entera viajando, agotando la caridad y la paciencia de los habitantes de una ciudad hasta que cambiaban a otra. Quedarse quieto en un mismo punto era casi como estar encerrado.

Sin embargo parecía que no iba a ser una excursión "normal" pues según había oído irían en grupos de tres escoltados por un profesor... Probablemente así era más fácil controlarlos a todos, pero eso hacía que a Gilbe le diera todavía más la sensación de estar encerrado. Él no es que quisiera irse, se convertiría en inquisidor costara lo que costara, pero prefería tener la libertad de hacer lo que quisiera. 

Dirigiéndose a su grupito de compañeros, los niños que consideraba más "cercanos" de su curso, les dijo:

- ¿Habéis oído que nos van a separar en grupos de tres? ¿Con quién creéis que nos pondrán?

Él quería que le pusieran con Jared o con MJ... Pero en su grado de preferencia antes hubiera descartado a la monja que elegido a ningún otro profesor... Incluso había rezado por ello durante su castigo, ¿sería un pecado pedir algo así?

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08/12/2012, 12:56
Kael

Kael estaba agotado, pero por suerte había conseguido dormir esta noche. Ya fuera por el agotamiento, por las conversaciones con algunos de sus compañeros o por haber tomado algunas decisiones.

Después de las clases estaba cansado; pero sobretodo agotado mentalmente. El hecho de intentar entender una serie de poderes que no se tiene hacía que eso fuera un quebradero de cabeza y un agotamiento mental. ¿Cómo se podría entender algo que no se tiene? era como intentar explicar a Gilbe los colores, si es que era ciego de nacimiento.

El hecho de salir de los muros del Monasterio pues le parecía perfecto, aunque fueran supervisados, pero era algo fuera de la rutina.

En ese momento habló Gilbe

-¿En grupo de tres? Pues no se con quién nos van a poner -miró a Ace, a Gilbe, a Richard y a Resha, que es con lo que más trato había tenido, pero no quería dejar de lado a los demás- Apenas no se como os va a vosotros, ¿cómo os va las clases a vosotros? -preguntó a las gemelas, a Elohim y a Aenea.

Ahora estaba esperando quién podría ir con él, solo esperaba que no le tocara con la chica de la heterocromía.

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09/12/2012, 17:36
Aenea Hollen

 

Aenea estaba bastante bien, dentro de lo que cabe. La mañana había sido agotadora física y mentalmente, pero la perspectiva de esa "excursión" la mantenía con un alto nivel de energía, a pesar del cansancio.

- Bien - le respondió a Kael - Supongo, al menos. Las clases "de estudiar" creo que me van bien... No estoy segura. Las clases que hacemos en el jardín y las de MJ son divertidas, pero algunos hacen cosas geniales, y parece como si no supiese ni saltar a la cuerda, en comparación... Pero bueno. Las clases con Evangeline van bien... irían mejor con otro profesor... Pero bueno. Las que me traen de cabeza son las de Alexander... ¿Y vosotros como vais?

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09/12/2012, 18:26
Richard Wivernfall

Cierto era que en los últimos días la actividad en el monasterio había ido aumentando conforme se acercaba el día actual. La festividad sacra que tendría lugar era muy especial para la institución obviamente y durante las mañanas de rezo en la capilla Richard pudo oír a más de un sacerdote charlas sobre los preparativos. Al principio no se imaginaba cómo celebrarían el día de los difuntos. Años atrás, con su familia recordaba cómo con su familia había honrado a los antepasados con respeto pero austeridad y sin embargo aquí, les habían ordenado prepararse con sus mejores atuendos, con total pulcritud como si de una gran gala se tratara. Se llegó a preguntar por un momento cuál sería la reacción de los habitantes al ver a un ejercito tan numeroso de inquisidores en miniatura uniformados a juego. Pero lo que importaba ahora era que por fin saldrían otra vez al mundo "exterior". Un lugar donde había vivido siempre pero que ahora lo veía con otros ojos tras haber pasado más de un mes en el monasterio. 

Se propuso disfrutar al máximo posible el día de hoy. O al menos lo que su cuerpo y mente le permitieran. Los entrenamientos continuos se notaban en su físico. Algunas ojeras de no dormir todo lo que él necesitaba, pese a dormir más horas que muchos otros. Los músculos poco a poco comenzaban a marcarse mejor. Y su perspicacia también era algo más fina, siendo más consciente de lo que le rodeaba. 

Dando paseillos inquieto por la plaza, esperando la gran apertura de puertas, el niño ciego habló, y sus congéneres respondieron comenzando así una conversación.

-Algo había oído mientras rezaba éstas mañanas. Espero que no me toque ningún profesor estricto.- Contó él cuando pudo. -Lo que no hago más que preguntarme, es ¿para qué?. Ya lo averiguaremos, ¿no?- Sintió cierta envidia con el comentario de Aenea, pues esa chica parecía totalmente opuesta a él.- Ya me gustaría a mi desenvolverme como tu con Evangeline. Tanto su clase como la de Alexander me cuesta mantener el ritmo. No entiendo muchas de las cosas que hacen.-

 

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09/12/2012, 21:33
Resha

Resha estaba muy cansada, respiraba agitada y tenía una coleta más alta que la otra. A modo de respuesta sobre cómo iban con las clases levantó el pulgar con media sonrisa y las mejillas enrojeciendo ligeramente. Se puso en cuclillas con las manos en las rodillas inclinando la cabeza hacia delante. Quería ir a la excursión asíque tenía que parecer menos agitada de lo que se encontraba y menos afectada por el ejercicio de lo que realmente estaba.

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10/12/2012, 00:59
Juliette Bourgeois

Juliette estaba cansada, muy cansada... las clases con Maestro la dejaban exhausta físicamente y las clases con Evangeline y Alexander agotada mentalmente, necesitaba un respiro, y hoy era el día oportuno para ello, el día de la salida al "mundo exterior". Después de un mes de clases intensivas la niña no podía más... había aprendido muchísimo, pero necesitaba un descanso de toda aquella tediosa rutina.

La gente se agolpaba en la plaza a la espera de instrucciones, y las hermanas no iban a ser menos, allí estaban ambas de la mano, esperando que les dijeran lo que debían hacer.

Grupos de 3 ¿eh?.- Se preguntaba la niña para sí.

La niña miró a su hermana fijamente y puso cara de esfuerzo, como si no estuviera acostumbrada a hacer lo que estaba haciendo, es más casi nunca lo hacía... Con los ojo entrecerrados y los puños apretados miró a su hermana hasta que poco después respiró con fuerza e intentó seguir la conversación que sus compañeros habían comenzado.

Yo no sé con quién de vosotros nos van a poner.- Dijo mirando a su hermana y luego hacia Kael mientras sonreía.

Muchas preguntas surgieron de repente...

¿Que qué tal las clases?, pues mal, la mayoría son aburridas, solo me divierto en clase de Alexander, MJ, Leona y Leonardo, las demás se me hacen pesadísimas.- Pensó la niña para sí misma mientras sonreía y asentía a los demás niños.

Pues a nosotras no nos va mal, pero nos aburrimos bastante en las clases de Maestro y de Petros, aunque las de Petros se hacen más llevaderas.- Dijo la chica mirando de tanto en cuanto a su hermana, como si estuvieran manteniendo sus típicas comunicaciones mentales -. La clase de dones divinos, por lo menos yo, no la entiendo, pero bueno hay que ir ¿no?.- Sonrió falsamente y espero a la contestación de los demás jovencitos.

 

 

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10/12/2012, 01:37
Charlotte Bourgeois

Había llegado el día, llevaban esperando varias semanas desde que les avisaron que habría una celebración el día 31 de Octubre en la que podrían salir bajo la tutela de algún profesor.

Todos los alumnos o al menos muchos de ellos se encontraban en el gran jardín, esperando indicaciones algunos, jugando otros o descansando la mayoría de los pequeños. Charlotte era una de ellas, extenuada tras la agotadora mañana de ejercicio físico y ligeramente aturdida tras la clase de artes mentales pero el ánimo no decaía pues estaba muy ilusionada con la salida.

Estaban reunidos en un pequeño corro los niños que más se conocían desde que todo aquello había empezado, Gilbe, Richard, Juliette y el resto de chiquillos. Empezaron a hacerse preguntas los unos a los otros, interesándose por cómo llevaban las diferentes clases o por quién sería su tutor, otra de las preocupaciones era el grupo de tres en el que serían repartidos cada uno de ellos.

La pequeña solía escudarse tras su hermana cada vez que alguna situación social la impactaba de lleno, cosa que ocurría en aquel momento.

Charlotte y su hermana se miraban fijamente de cuando en cuando, algo a lo que todos se habían más o menos acostumbrado. Juliette respondía alegremente a las preguntas de los jóvenes pues su voz era más fácil de compartir que la de su silenciosa gemela.

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10/12/2012, 01:37
Juliette Bourgeois

La pequeña Juliette con los ojos entrecerrados y con una mueca de esfuerzo en su rostro se dirigió mentalmente a su gemela...

¿No nos separarán no?, no nos han separado desde aquel día... espero que los profesores tengan en cuenta eso cuando asignen las parejas, no soportaría que nos separaran de nuevo.- Dijo preocupada a su hermana.

Un poco más tranquila después de hablar con su hermana continuó con la conversación con sus compañeros...

¿Tu qué piensas de las clases hermanita?... A mí la mayoría me parecen un tostón, casi todas las que a tí te gustan a mí me resultan difíciles y las que a mi me gustan tu las detestas.- Sonrió mientras conversaba mentalmente con Charlotte-. ¿Qué les digo? dime tú, a mi me da igual.

Acto seguido se dirigió a sus compañeros transmitiendo las palabras de su gemela, dado que Charlotte no podía hablar, sus pensamientos debían ser oídos.

 

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10/12/2012, 02:10
Charlotte Bourgeois

Una pequeña y temblorosa vocecilla fue interceptada por la red que Charlotte tendía habitualmente a su alrededor, haciendo tililar los invisibles hilos que la conectaban en ese momento con su hermana.

(¿No nos separarán no?, no nos han separado desde aquel día... espero que los profesores tengan en cuenta eso cuando asignen las parejas, no soportaría que nos separaran de nuevo.)

Dijo preocupada.

...¿Separarnos?...

Por un momento tal pensamiento le produjo un escalofrío que hasta Juliette pudo sentir.

...Sabes que eso no volverá a ocurrir, ni te lo plantees...

Lo dijo de tal manera que sonaba convincente, hasta ella misma se lo creía.

Durante la conversación con los compañeros interactuaban mentalmente entre ellas, acostumbraban a hacerlo, ya fuera para ayudar a Juliette o para poder expresar algo Charlotte en voz alta, siempre se ayudaban la una a la otra en todo lo que podían.

(¿Tu qué piensas de las clases hermanita?... A mí la mayoría me parecen un tostón, casi todas las que a tí te gustan a mí me resultan difíciles y las que a mi me gustan tu las detestas. ¿Qué les digo? dime tú, a mi me da igual.)

...Bueno, ya sabes que me encantan las clases aburridas de teoría, aunque en la clase de Leo hacemos cosas prácticas muy divertidas ¿verdad?...

...Me gustaría dejar de ir a las clases de Maestro y Petros, aunque bueno...la de Petros siempre se hace más llevadera con todo eso de la es-pi-ri-tua-li-dad, incomprensible...pero si, las quitaría ambas de nuestra agenda...

...Ciertamente la clase de dones divinos me resulta bastante...insustancial...me imagino que pensarán lo mismo ellos de las clases del señor Alexander, intentar hacer algo que precisa de un don del que careces ha de ser bastante frustrante y sobre todo aburrido...

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10/12/2012, 16:50
Richard Wivernfall

...Tienes.... Tenéis miedo de que os separen, ¿verdad?...

Recordando las directrices que le había indicado tiempo atrás la gemela, le trató de enviar un mensaje acompañado de una de esas miradas tan especiales. No estaba seguro de si Charlotte le escucharía sin estar dedicándole atención directamente, pero había de probarlo. 

Los sutiles gestos y los ceños levemente fruncidos por las dos dejaba claro su recelo a ser separadas en grupos distintos.

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10/12/2012, 17:18
Aclamado Director

Y en esas, mientras los chiquillos hablaban, reunidos y revueltos tras mes y medio de entrenamiento, un par de palmadas sonaron a unos cuantos corros de gente de distancia. Alexander, el mentalista, había dado lo que parecía ser una señal, pues todos los adultos cundieron en una desbandada general hacia los críos. Al variopinto grupo con sin nombre, compuesto por nueve críos, se acercaron tres personas. Eso corroboraba la teoría de que, probablemente, acabasen divididos en grupos de tres.

Por un lado había un tutor al que ya conocían. Los otros dos, sin embargo, habían sido mudos. Era probable que les hubiesen visto deambulando por ahí, pero existía la posibilidad de no haberlos visto en su vida. Y se acercaban hasta los niños con paso presto, y una disparidad de caracteres grabada en el rostro.

Se acercaba el momento de salir de allí, al fin, y todo el mundo parecía comenzar a notarlo. Los grupos se removían, inquietos sin saber qué hacer en aquella situación de tensa espera, con una serie de personas separándolos sin muchos miramientos para tenerlos controlados.

Por otro lado, arriba, un puñado de guardias caminaban sobre el muro en dirección a la puerta. Allí una serie de tornos esperaban para ser girados, abriendo el gran portón que separaba el monasterio del mundo exterior.

Y los adjuntos llegaron a la altura de los críos.

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10/12/2012, 17:30
Santa Bernadette

La primera en hablar fue una mujer de edad dudosa, pues parecía joven, pero tenía la personalidad de una monja de mediana edad. Serena, de piel ligeramente pálida y pulcra, portaba un traje morado, que hacía un claro contraste con la melena verde que caía por su espalda. Las manos, descubiertas, eran suaves y de uñas blancas, cortadas a juego con aquel aura sin mácula que la rodeaba. El traje no tenía motas de polvo, y el cabello no se enredaba. No era tan bella como muchas otras, pero parecía tener un aseo personal imposible de mantener para nadie con los recursos de la época.

Su porte, sereno, pasó la mirada por los niños, buscando con los ojos a algunos. Sus pequeños excursionistas.

- Tú- dijo señalando al querubín- debes de ser Elohim. Vienes conmigo- sentenció sin duda alguna en la garganta, aunque lo decía como si no fuese una imposición, sino algo rutinario y lógico-. Aenea, Resha- añadió sin estar muy convencida, pero descartando a las gemelas no quedaban muchas más opciones-, también. Matheus ha insistido en que yo me encargue de sus alumnos.

Sus alumnos. Como si los demás estuviesen de adorno en clase de Dones Divinos. No lo había dicho con mala intención, pero era obvio que par muchos chiquillos según qué clases eran ver y callar.

- Yo soy Bernadette- añadió mientras hacía una señal a su lado para que los chiquillos seleccionados se pusiesen ahí, en grupos, al fin-, su adjunta. La sustituya cuando ella no está disponible, vaya.

No obstante, aquello no dejaba del todo claro si lo decía en general o para explicar el por qué estaba ahí en ese momento. Desde luego, no se la veía, pero tampoco al Rector, aunque ese sí que era difícil de ver. Sea como fuere, se había presentado como una segundona, y no parecía haberle importado.

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10/12/2012, 17:30
Dóminar

Al segundo ya lo conocían. Esperó en silencio hasta que Bernadette dejó de hablar, y entonces intervino. Era el tutor de otro de los grupos, y le habían oído en el comedor. Era una versión similar pero distinta de Owen a decir verdad. Vestía de forma similar a MJ, con pieles, pero también había tela y pequeñas joyas engarzadas en el traje. Su cabello, salvaje y encrespado, lucía en un tono oscuro salvo aquellos grandes ojos.

- El pelirrojo que no duerme- dijo señalando a Kael, o más concretamente a sus ojeras- y el ciego- señaló a Gilbe sin ningún miramiento, a sabiendas de que no podía ver el gesto pero sí oírle. Su voz era algo altiva y enérgica, un poco engreída, pero no parecía decirlo para ofender, aunque probablemente lo hubiese hecho. Tenía falta de tacto para con los pequeñajos, sencillamente, y más aquel día, pues no le hacía demasiada ilusión el tema de la excursión-. ¿Cuál de vosotras dos es Charlotte?- dijo mirando a las pequeñas-. Bueno, la que no hable. Alexander os quiere separadas.

Señaló su lado, pidiendo a los chicos que se pusiesen a su lado, sin reparar en el hecho de que las pequeñas eran peculiares a la hora de separarse.

- Yo soy Dóminar, por cierto, su adjunto. El mismo cargo que Bernadette, salvo por la Santidad- añadió en tono distendido, yéndose de la lengua. Desde luego aquel hombre debía de saber cómo comportarse, pues no hubiese sobrevivido de no ser así, pero en aquel momento no los estaba luciendo demasiado bien.

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10/12/2012, 17:32
Bronn Valiant

Capullo.

El tercero negó con la cabeza, sonriendo, mientras hablaba su compañero. Parecía su compañero, y estaba claro que conocía demasiado bien su temperamento, y que en cierto modo le hacía gracia. Era un hombre alto, sobre el metro noventa de estatura, y les sacaba sus generosos veinte centímetros a los otros dos. Vestía con ropa de calle, aunque bastante agradable a la estática. Sus botas de metal, blancas y anchas, parecían imponentes, pues una patada con eso debía de ser doloroso. Los pantalones, de color oscuro a medio camino entre el negro, el azul y el morado, se escondían entre las botas y una larga gabardina blanca, decorada con motivos color madera en el centro un par de hombreras blancas. De la espalda, atravesando el pecho con una correa para sujetarla, yacía una pesada espada de generoso tamaño y anchura, enfundada en una funda marrón y blanca.

El hombre sonreía, revelando un cabello castaño a juego con los ojos. Era la sonrisa de un hombre acostumbrado a ser el centro de atención en una taberna.

- Los que quedáis. Ace, Richard, y Juliette, la otra Bourgeois. Conmigo- declaró, acompañando la última palabra con el característico ademán de la mano para que se pusiesen a su lado. Al hacerlo, una pequeña bolsa de monedas, atada a la cadera, asomó desde el interior de la gabardina. Pesaba y tintineaba, por lo que debía de estar llena de dinero-. Yo me encargo de sustituir a Maestro.

Se señaló con el dedo al hablar, como si aquello fuese importante.

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10/12/2012, 18:41
Kael

Somos el grupo de tullidos, el ciego, la muda y el que no duerme; pero me gusta -pensaba mientras se situaba en su sitio. 

Le había molestado que la monja aprendiza de la santa hubiera dicho que solo esos tres fueran alumnos de Evangeline, y no hubiera dicho nada de eso...

¿Qué hago yo con el segundo de Alexander? No tengo nada que ver con los mentalistas -pensaba, esa segunda selección le había dejado algo descolocado. Aunque en parte vestía como MJ y si le gustaban esas clases. Pero para colmo el tercer ayudante dijo ser el de Maestro- Vaya... creía que se me daba bien su clase -pensaba; pero bueno, decidió dejar el tema y tranquilizarse.

Aun así sonrió a Gilbe, el chico con el que se había relacionado a lo largo de este mes y con el que se llevaba muy bien, y Charlotte... bueno, aún recordaba el primer día de clases en la que le había hecho ver lo que estaba pensando, había sido algo espectacular.

-Bueno, chicos, creo que lo vamos a pasar bien, ¿no? -dijo a ambos, y no pudo evitar pensar en la posible rabieta que le daría a Charlotte cuando la separaran de su hermana, ya que nunca se separaban.

Tras esto, se puso al lado del ayudante de Alexander y esperó

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10/12/2012, 20:40
Elohim

Elohim arrastraba sus pequeños pies por el suelo, forzando su cuerpo en cada paso. Las clases eran duras, muy duras, sobre todo para un chaval como él. El chiquillo se pasaba más tiempo en la enfermería que en las clases o en el salón de descanso. 

De hecho, las horas que no pasaba con Evangeline o con Ace, las solía invertir en recuperarse de las heridas y el cansancio provocado en las clases de Maestro. Poco tiempo estuvo fuera disfrutando de su tiempo libre, y las veces que se le veía estaba tirado en la hierba, observando las nubes pasar viendo como formaban pequeñas figuritas en el azul infinito.

Su expresión actual denotaba bastante cansancio, como si su cuerpo no estuviera del todo acostumbrado a soportar la tensión del monasterio. Pero aún así, aunque todo su cuerpo marcaba falta de energía, sí que se notaba que su espíritu seguía alegre pues con solo mirar a sus ojitos azules, con solo estar a su lado, algo en tu interior cambiaba. Su permanente sonrisa, su mirada tranquila y calmada hacía que cualquiera que estuviera cerca tuviera una mentalidad más positiva, una ilusión por la vida resurgida de las cenizas en las que podía convertirla la vida en el monasterio.

Su relación con Ace era cada día más fuerte, los dos chiquillos eran como uña y carne, como si con solo mirarse se comprendieran mejor que incluso las gemelas. El hecho de compartir habitación, de compartir pareja de lucha habitualmente en las clases de Maestro y de compartir secretos les hacía poseer una confianza envidiable. Un guiño, una sonrisa, o una caída de cabeza podía significar mucho para ellos, o quizá pudiera ser un simple juego, que ambos entendían y jugaban a la vez. Era precioso observar a esos dos pequeños, como la inocencia y la candidez, unidas a un sentimiento sincero de amistad podían con cualquier presión que el monasterio pudiera ejercer.

Aunque... quizá no fuera todo un lecho de rosas...

Evangeline, obviamente, era la preferida del ángel. Cuando rezaba por las mañanas, en silencio y siempre hablando con Dios para él mismo, se encontraba lo más cerca posible de ella, siempre y cuando la santa estuviera en la iglesia. Adoraba a esa mujer, de hecho, casi podría decirse que literalmente. No en vano era una santa, la representación canónica de la voluntad divina en la tierra. Todo lo que decía, además, casaba perfectamente con lo que en la mente del pequeño Elohim giraba. Sus ideas, sus lecciones... todo ello lo absorbía el pequeño proyecto de Santo como una esponja, con sus azules clavados en Evangeline.

 

Pero ese día era fiesta. No había que pensar en las clases. Iban a salir del monasterio y eso era suficientemente importante como para espantar todas las ideas extrañas que tuviera en la mente. Iba al lado de Ace, compartiendo miradas furtivas y sonrisas pícaras, pero sin decir absolutamente nada. Ya le costaba mucho andar como para que tuviera que perder más fuelle en parlotear con sus compañeros. No es que no quisiera, es que simplemente era duro para su cuerpo.

Cuando escuchó que les iban a separar en grupos de tres, deseó con toda su alma que estuviera en el grupo de Ace. Aunque tanto Resha con Aenea serían también unas buenas compañeras... pero eso hacían cuatro personas... Bueno, al menos con Ace sería un buen grupo...

Subió la cabeza como una centella cuando escuchó su nombre de boca de la mujer que acompañaba a los otros dos varones. Al parecer, ella era la segunda de Evangeline, por lo que, por extensión suponía que sus ideas sobre el mundo y la religión serían parecidas, por lo que sería agradable con ellos, aunque estricta. Es lo que esperaba al menos...

Pero...

¿Qué?

Ace no estaba en su grupo, les habían separado. Mientras andaba hacia la santa, dirigió una mirada hacia su compañero de andanzas. Y luego la bajó, aún incluso con su sempiterna sonrisa. Al menos compartiría grupo con las dos chiquillas y sabía que Resha cuidaría de él si le pasaba algo.

Se sentía un poco incómodo por el hecho de separarse de Ace... pero ¡Qué mas daba! Todos esos momentos eran para disfrutarlos y aprender más. Incluso los días libres podían ser usados para aprender.

Miró a Resha y a Aenea y subiendo cara. Hubiera aleteado demostrando felicidad como si fuera un pequeño pajarito, pero sus alas estaban bien ocultas bajo la capa. Se alineó tras Bernadette y símplemente esperó la siguiente señal. Ya tendría tiempo de improvisar luego.

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10/12/2012, 21:19
Ace Velvet

Aquel mes en el monasterio había sido más intenso para Ace que el resto de su vida. Mientras que en el orfanato había llevado una vida bastante relajada, tuvo que esforzarse al máximo para llevar a cabo todas las tareas que se le requerían. Así era que tenía que emplear casi todo el tiempo libre del que disponía en trabajar más. Ace era consciente de que no era tan inteligente como muchos de sus compañeros, por lo que tenía que esforzarse el doble o incluso el triple en algunas asignaturas para no dejar descontentos a los profesores. El único lugar en el que podía relajarse (si así podía decirse) era en la clase de Maestro, donde se alegraba de que lo hubieran entrenado con la espada antes de llegar. 

Pero no dedicaba todo su tiempo a los quehaceres del monasterio. Durante aquel corto periodo de tiempo, Ace había forjado una extraña pero profunda amistad con Elohim. Los dos niños, desde el primer contacto, habían establecido una especie de vínculo. Pasaban mucho tiempo juntos, siendo así que prácticamente lo sabían todo el uno del otro. El pequeño se alegraba enormemente de que el destino lo hubiese llevado al monasterio, pues así había podido conocer a quien sería, seguramente, su mejor amigo por mucho tiempo.

Llegada la tarde de aquel día, los niños se congregaron en la plaza donde los habían recibido. Parecía que iban a salir. Sus compañeros hablaban animadamente sobre cómo iban las clases y los rumores que habían oído acerca de lo que tenía que pasar aquella noche. Ace permaneció en silencio, intercambiando expresivas miradas con Elohim. Para su sorpresa, los chiquillos habían descubierto que podían decirse muchas cosas sin mediar palabra. No era nada fascinante como lo que hacían las gemelas pero... se comprendían.

Al llegar los tres tutores y descubrir que no iría en el mismo grupo que Elohim Ace se desanimó un poco, pero respondió a la sonrisa del querubín con otra igual de amplia. Su tutor parecía ser el ayudante de Maestro, así que se alegraba en cierto modo. Le había tocado con Juliette y Richard. Con Richard se llevaba bien, aunque Juliette todavía le era un poco extraña. Más bien todas las chicas le parecían extrañas, algo diferentes. Pensó que aquella sería una buena oportunidad para conocerla mejor. 

Asintiendo enérgicamente con la cabeza, Ace se situó junto a su tutor.

- Sí, señor - respondió, casi con porte militar. Luego dirigió una mirada de complicidad a Richard y una tímida sonrisa a Juliette, tratando de ser amable con ella. 

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10/12/2012, 22:40
Resha

Resha observaba con cierta fascinación a Bernadette sin poder evitar que la boca se le abriera ligeramente. El estado de pulcritud absoluta de la mujer le hacía pensar (y de hecho así era teniendo en cuenta el estado de la muchacha) que a su lado ella era el fiel reflejo del desaliño personificado. 

Mientras Bernadette designaba a Elohim ella se deshizo las coletas para volvérselas a hacer mirando al resto de cabecillas de grupo. Ninguno era como la mujercita, y eso le llevó a perderse en el hilo de pensamientos intentando averiguar como lograría esa mujer para conseguir ese efecto visual.

Entonces dijo su nombre y el de Aenea. No lo dijo en el mismo tono que Elohim, de hecho, daba a pensar que podía prescindir de ellas completamente pero que no le quedaba más remedio de llevárselas con el pequeño angel. Resha tomó de la mano a su querida compañera de cuarto y colchón y se acercó a Elohim que esperaba disciplinado tras Bernadette.

El niño parecía feliz, si bien algo consternado también cuando miraba hacia los niños. Resha sacudió la cabeza intentando no preocuparse y sonrió a Elohim soltando a Aenea y se puso detrás del niño cogiendo una de las coletas jugando con ella. El resto de niños tenía un grupo asignado y ella agitó una manita saludándoles desde donde estaba.

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10/12/2012, 23:15
Elohim

Elohim miró a Resha cuando se puso a su espalda, y dejó salir poco a poco una de las alas que ocultaba su gruesa capa. Como todavía estaban dentro del monasterio no le preocupaba que le vieran, aunque podrían considerarlo los profesores como una falta de respeto. No pensó en eso, hay momentos en los que un niño tiene que ser un niño, y Elohim sería el que más echaba en falta esos instantes.

Alargando la punta de su blanco apéndice comenzó a empujar una de las coletas de Resha, y antes de que la chica mirara, escondió de nuevo el ala dejando sólo un leve movimiento de vaivén en su capa. Luego, poniendo la mejor de sus caras de inocencia miró a Resha... y a Bernadette.