Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

Códice de Personajes.

Cargando editor
29/11/2012, 14:13
Alexander Lexington

Nombre: Alexander Lexington.
Edad: 49
Sexo: Hombre.
Pelo: Castaño.
Ojos: Negros.
Altura: 1,74m.
Peso: 65kg.
Forma de Ser: Serio, preciso, eficaz y eficiente en todo lo que hace.
Detalles de Interés: A pesar de su forma de ser, no es en absoluto un profesor duro. Simplemente le gustan las cosas bien hechas. Es la mano derecha del rector en la Academia.
Ocupación: Profesor titular de Artes Mentales.

Controlar el mundo

Algunos dicen que la Iglesia se dedica a controlar el mundo. Pero es mentira. La iglesia no se controla ni a sí misma. La iglesia está tan podrida por dentro, tan llena de odio y rencor, que se ha desnaturalizado y ha perdido su razón de ser. Reinhold lo sabe, y yo lo sé. Se avecinan tiempos oscuros de purga, muerte y lucha, y uno debe estar preparado.

Quizá no me creas, pero recuerda que, si bien la iglesia cree controlar el mundo, los mentalistas controlamos a la iglesia. No movemos los hilos, pero lo sabemos todo. Todo. Nadie puede ocultarle algo a un telépata. Confiar en nosotros fue un error, porque cuando todo explote, nosotros moveremos nuestras fichas de ajedrez por el tablero, y ganaremos. ¿Cómo no ganar cuando sabes en todo momento lo que hará tu adversario?

No lo esperan, y nosotros no daremos el primer paso. Somos pacíficos, pero sabemos como defender nuestros intereses. Yo no seré sacrificado como un perro herido que ya no sirve y solamente es una boca más a alimentar. Yo sobreviviré. Yo escribiré las crónicas de la manzana podrida cuando el cesto rebose. Y le falta poco, muy poco. Solamente hay que ver como el fanatismo crece en los ojos de Romeo. Ese loco psicópata. Ese.

Tienes dos opciones. Únete a nosotros, o cae con ellos. Da igual lo que elijas, nunca conseguirás escapar del laberinto si ya estás demasiado dentro. Lástima que como maestro, mi obligación sea involucrarte en todo esto.

Cuando muera le diré a tus padres que lo lamento profundamente. O no.

Cargando editor
29/11/2012, 14:16
Evangeline Matheus

 

Nombre: Santa Evangeline Matheus.
Edad: 26
Sexo: Mujer.
Pelo: Rubio.
Ojos: Azules.
Altura: 1,73m.
Peso: 52kg.
Forma de Ser: Amable y paciente, pero persistente al enseñar su materia y glaciar al ejercer su profesión.
Detalles de Interés: Aunque es amable, no tolera el uso irresponsable de lo sobrenatural, especialmente la magia.
Ocupación: Profesora titular de Dones Divinos y Agente del XIII Cardenal. Santa de la Iglesia de Abel.

Deber no es querer.

A mí no me hace gracia esta situación. No me gusta matar, lo digo   abiertamente. Soy católica, y creo fervientemente en los ideales puros   del comportamiento humano que la iglesia ofrece. Pero a veces, por   mucho que se desee hacer algo, las obligaciones lo impide. Si bien   matar es un pecado, es un pecado, a menudo, necesario. Es una   desgracia, pero es así.

Cuando acabas con una Sombra y te han visto tres aldeanos del pueblo,   no te queda más remedio que lobotomizarlos. En ocasiones se puede   crear un escenario teatral lo suficientemente complejo y elaborado   como para hacer cuadrar los hilos, pero, cuando no es así, hay que   recurrir a la desmemorización. Y cuando eso tampoco, es posible,   solamente queda una alternativa.

Eliminar el problema de raíz. Cortar el árbol. Matar.

No me gusta, pero es la verdad. A veces, por cruel que sea, hay que   sacrificar a unos pocos para el bien de muchos. ¿Nadie se acuerda del mesías?

Lo hago por los hombres. Y por las mujeres. Lo hago por el pueblo. Yo no enseño a matar. Enseño a proteger. Matar, por desgracia, forma parte de proteger.

Si todo el mundo supiese de esto, el propio mundo dejaría de ser un lugar seguro. Nadie debe saberlo. Y si hay que tomar medidas radicales, que así sea.

Cargando editor
29/11/2012, 14:18
Leona

 

Nombre: Leona Blanchett (Lea)
Edad: ¿20?
Sexo: Mujer
Cabello: Rubio
Ojos: Azules.
Forma de Ser: Alegre, algo despreocupada, impuntual, amistosa, protectora con sus alumnos, simpática, agradable y algo manipuladora con los adultos.
Detalles de Interés: Está al tanto de todos y cada uno de los rumores que corren por Caedus y bastantes de fuera, pero suele hacerse la tonta. Siempre está guapa y correctamente vestida para la ocasión. Suele llegar tarde a los sitios y todo el mundo parece tener en cuenta sus palabras.
Ocupación: Profesora titular de Artes Sociales.

Oferta laboral

Soy la hija de un conde, por favor, tráteme con un poco de respeto. Quizá le parece que soy una simple mujer indefensa, y lo comprendo, esa es la apariencia que puedo dar. Seguramente no sea capaz de derrotar a ninguno de sus inquisidores, pero no soy una negada. Tengo aptitudes, se lo aseguro. Puede traerme a uno de sus guardias, no, mejor a dos, y le aseguro que los derrotaré en combate si empleamos las mismas las armas. Si no me da nada y les arma a ellos, aún es probable que gane.

Pero no he venido aquí para decirle que soy una guerrera, porque no lo soy. Saber pelear es uno de mis talentos ocultos. Uno de tantos. ¿Ve estos dientes? Mírelos mejor. Mande a sus científicos. Son vestigios de algo extinto, ya sabrá de lo que hablo.

¿Conoce a Petros, Petros Salieri? Es uno de sus profesores, ¿cierto? Bien. Yo le conozco... bien. Puede usted pedirle referencias de mis talentos. Le aseguro que nadie puede resistirse a mis encantos, y, al contrario de lo que pueda parecer, no me refiero a mi cuerpo, no. También puede pedirle referencias a Maestro, él también me conoce.

Le ahorro el preguntarme cómo les conocí. Le contaré mi historia rápidamente, pues ninguno de los dos quiere perder el tiempo.

Mi padre, como ya le he dicho, es noble. Se encargó de enseñarme a pelear mejor que cualquier guardia, para que, aún siendo mujer, supiese defenderme. Pero se aseguró de enseñarme a moverme entre la nobleza, pues era lo que en fondo se esperaba de mí.

Lo lógico era que el varón de la familia se encargase de esos menesteres, pero mi hermano resultó ser un brujo. Mi padre, creyente en el señor y respetuoso con las leyes, hizo llamar a la iglesia para que resolviese el asunto como considerase oportuno. Vinieron Maestro y Petros.

Así oí hablar de la inquisición. Cuando ellos se fueron, yo me quedé con padre, pero no fue por mucho tiempo. Me hablaron de Caedus. Sé que es ilegal hablar de este monasterio fuera de los muros, pero, como le he dicho, soy una mujer muy persuasiva.

He venido para ofrecerle mis servicios como profesora de Artes Sociales. Y no lo niegue, soy la mejor para el puesto. Sé que acaba de jubilarse la maestra anterior, y necesita desesperadamente alguien que instruya a los pequeños. Yo lo haré.

¿Por qué? Porque quiero estar aquí. Tengo cosas que hacer. No pregunte, porque conseguiré igualmente que me contrate, y a un buen sueldo, todo sea dicho.

 

Cargando editor
29/11/2012, 14:21
Leonardo

 

Nombre: Leonardo Bolsón (Leo)
Edad: 29
Sexo: Hombre.
Pelo: Castaño.
Ojos: Marrones.
Altura: 1,65m.
Peso: 50kg.
Forma de Ser: Amable, tímido, algo distraído y le gusta ayudar a los demás. Sin embargo, es serio para con su trabajo, y en sus tutorías.
Detalles de Interés: Es el típico profesor que se concentra tanto en sus estudios que el resto del mundo pasa a un segundo plano. Aún así, es incapaz de negarle un favor a sus alumnos.
Ocupación: Profesor titular de Ciencia y Forja.

El Origen del Universo

Tengo la teoría de que Gaïa fue creada por una entidad superior. Eso parece obvio, teniendo en cuenta que, de alguna forma, el ser humano olvidó. ¿Por qué? Creo que porque era lo conveniente.

¿Y preguntarás? ¿Quién creo Gaïa? Da igual, pero sin lugar a dudas, un ser, o varios seres, de increíble poder. Estoy seguro de que podrían barrernos a todos en cuestión de un segundo.

Lo cual me lleva a la cuestión del continuo espacio-tiempo.

Tengo la teoría, de que Dios, o los Dioses, crearon Gaïa y todo lo que hay más allá de las barreras como experimento. ¿Experimento con qué fin? Dirás. Experimento para descubrir cuál fue su origen.

Estoy seguro que aquel o aquellos que crearon Gaïa eran seres que vivían en algo que va más allá del espacio y del tiempo. Creo que ellos crearon el espacio-tiempo, y que ellos crearon a los humanos.

¿Por qué creo eso? Porque creo que los Dioses no estaban hechos de materia, sino de energía. Una energía inmaterial.

Ellos crearon la materia, y nos crearon a nosotros. Su objetivo es ver si algún ser humano aprendía a transformar la materia en energía, y transformarse él mismo en un Dios, descubriendo así el origen.

Pero por ahora, creo que han fracasado. Ningún humano ha podido convertirse en un Dios, que yo sepa. Ninguno ha trascendido más allá del espacio, del tiempo, y de la materia. Los hay que retrasan su envejecimiento, los hay quienes lo detienen, los hay quienes pueden atravesar la materia sólida.

Los hay quienes pueden generar energía pura o transformarla. Incluso los hay que pueden convertirse en energía. Pero ninguno ha roto del todo sus limitaciones.

Los Dioses fracasaron, y no han descubierto su origen.

Esa es mi teoría.

Bueno, se ha acabado la clase, chicos. Espero que me disculpéis por esta tira de pensamientos en voz alta. Me ha salido del alma y no lo he meditado mucho.

 

Cargando editor
29/11/2012, 14:25
Maestro

 

Nombre: ¿?
Apodo: Maestro
Edad: 38
Sexo: Hombre
Pelo: Blanco
Ojos: Negros
Altura: 1,97m
Pelo: 92Kg
Forma de Ser: Inflexible, severo, duro, perro militar.
Detalles de Interés: Su Legislador(a) se llama Desalmada y nadie parece saber su verdadero nombre.
Ocupación: Profesor de Esgrima y Entrenamiento Físico, Alto Inquisidor.

El Secreto de Maestro

Maestro estaba sentado sobre las tejas rojas que coronaban el monasterio de Cadeus. Su armadura de anillas, negra como la noche, le ayudaba a pasar desapercibido a los ojos indiscretos de los guardias. Guardias que no habían tenido la fuerza para superar su prueba en el desierto y se habían convertido en simples protectores.

Pero Maestro no era uno de ellos. El era un inquisidor, y uno demoledor en combate cuerpo a cuerpo. Sin trampas, sin engaños, sin blasfemias sobrenaturales. Su mera habilidad de esgrimista le permitía salir airoso contra cualquier contrincante, y nadie podía discutírselo. En la última exhibición pública tuvo el arrojo de combatir con cinco guardias eclesiásticos a la vez, y no se permitió el lujo de ir a la enfermería. A los pocos días ya se había recuperado de las nimias magulladuras que había recibido como pago y castigo por su proeza.

Pero ser uno de los mejores tenía su precio. A lo largo de los años había perdido la inocencia de la juventud, convirtiéndose en un hombre sin alma. Ya nada podía asustarle, ya no había dolor físico que no pudiera soportar.

Y aún así, se sentía solo. El dolor del corazón era mucho más doloroso que el dolor del músculo. Aunque seguía siendo un hombre con sentimientos y la capacidad de amar, no tenía sobre quien volcarse. Tenía treinta y ocho años y todo se le daba mínimamente bien, era uno de los mejores luchadores y podía defender a una dama de toda una horda de ladrones, pero seguía solo.

No podía casarse, no podía tener hijos, no podía permitirse el lujo de tener a alguien a quien poder perder. Los inquisidores le habían dado permiso, considerando que aquello sería bueno para su espíritu, devolviéndole su humanidad. Pero él se negó. El quería, por supuesto que quería, el primero, pero no quería que aquello le volviese débil otra vez.

Si se volcaba en los pequeños a los que tenía que enseñar, todavía podía encontrar entre lágrimas nocturnas el consuelo de saber que su vida estaba sirviendo para algo. Todavía podía tener la esperanza de ir al cielo a pesar de ser un asesino.

Pocos eran los humanos que había matado, pero incontables las bestias de otros mundos que acechaban al pie de las camas. Sólo había matado a cuatro humanos en su vida.

De servicio, una noche, persiguiendo a una criatura del otro lado del velo, escuchó los gritos de una mujer a la vuelta de la esquina. Ante algo así hizo lo que más odiaba hacer, desenfundar a Desalmada, su Legisladora. Un arma negra cuyo filo podía sesgar a la piel como si fuese papel, el músculo como si fuese mantequilla y el hueso como si fuese cristal. En la noche los bordados dorados de cruces e inscripciones eclesiásticas centellearon bajo la luz de las farolas de Arkángel, capital del mundo.

Dobló la esquina y encontró a tres hombres rodeando a la mujer, y un cuarto sobre ella con los pantalones por los tobillos. Segundos después la mujer yacía semidesnuda bajo el cadáver de un hombre que la cubría de sangre carmesí. Otros tres cuerpos yacían contra las ensangrentadas paredes. Desalmada, su Legisladora Bastarda, estaba cubierta de rojo por culpa de aquellos hombres, y del propio maestro.

Cuando llegó al monasterio, Maestro decidió olvidar el nombre y el apellido que sus padres le habían dado. Ya no era merecedor de él. Ya no era un protector de los hombres, sino su asesino. Pidió retirarse para instruir a los jóvenes, y nadie pudo negarle ese derecho, pues no había nadie mejor que el ahora conocido como Maestro para enseñar a un niño a ser un hombre.

Aquel hombre era más humano que todos los demás, pero se ocultaba bajo una capa de odio hacia si mismo que le obligaba a mirar con cara de sabueso. Enseñaba a los demás a ser mejores que el, algo ya de por sí difícil. Enseñaba a matar, sí, pero enseñaba a saber qué merecía caer bajo el filo de un arma. Enseñaba a respetar la vida y a matar para protegerla. Enseñaba a usar la barbarie como si fuese caballería. Enseñaba lo que solamente Maestro podía enseñar.

Cargando editor
29/11/2012, 14:27
Mary Jane Cone

 

Nombre: Mary Jane Cone.
Apodo: MJ
Edad: 23
Sexo: Mujer.
Pelo: Castaño.
Ojos: Marrones.
Altura: 1,62m.
Peso: 54kg.
Forma de Ser: Liberal, risueña, amable, enrollada.
Detalles de Interés: Siempre tiene algo que hacer, siempre. Nunca está quieta. Nunca para. Quizá sea hiperactiva.
Ocupación: Profesora titular de Artes del Subterfugio.

No significa no

Las botas de cuero y piel de MJ golpeaban el suelo una y otra vez con movimientos rítmicos e hipnóticos. Su trasero se balanceaba al sol de sus caderas, dejando a todos los guardias del pasillo embobados como adolescentes ante su primera mujer. La mujer, con una sonrisa mortal en los labios, giró el pomo de la puerta y entró en la armería.

Allí encontró a Maestro, sumido en la oscuridad. El anterior profesor de esgrima se había jubilado ese mismo año, por lo que era Maestro quien debía encargarse a partir de ese momento de impartir las clases de combate cuerpo a cuerpo, y por tanto, de entregar los Legisladores a los nuevos Inquisidores. Inquisidora en aquel caso.

El joven de cabello blanco despegó los labios para decir algo, pero los dedos índice y corazón de la ladrona le impidieron decir nada. Al hombre de 32 años de edad no le quedó otra alternativa que sonrojarse ante el roce de la chiquilla de 17. Tan sólo le había dado clase ese año, y al ser el último, había podido hacer con ella más bien poco. No la conocía lo suficiente como para saber que podría hacer... eso. Le pilló con la guardia baja, desarmado. Literal y metafóricamente.

Desde aquel momento su relación nunca fue la misma, pero aquella es otra historia.

- Trae a Reinhold- susurró la pícara al oído del hombre.

Pero...

- Tráelo- insistió.

- S... sí, voy.

Los pasos de los zapatos de maestro volvieron a inundar el silencio. Sonó la puerta abrirse. Cerrarse. La ladrona se había quedado sola en la habitación llena de armas.

Sacó un trozo de madera cubierto de una sustancia pegajosa y lo golpeó contra la pared. Unas chispas doradas brotaron de la estaca, inflamando la sustancia pegajosa. Una antorcha alquímica.

La luz dorada inundaba la estancia mientras Mary Jane contemplaba todos los Legisladores. Algunos, incluso los tocaba.

Minutos más tarde, la puerta volvió a abrirse, y un hombre vestido con un traje morado, a juego con su piel color café, entró en la habitación. Llevaba un parche en un ojo similar al de los piratas, aunque de corte elegante. Un bastón de caoba se extendía bajo su mano derecha.

- ¿Me llamabas?- obvió Reinhold, ignorando que aquello era una violación de las normas, el protocolo, y el ritual. Y él nunca rompía las reglas, el protocolo, ni los rituales. Pero claro, era con Mary Jane con quien estaba hablando. Ella no respetaba nada.

- Sí. Te he hecho venir para decirte que me llevaré esa arma de ahí- señaló una espada corta colgada de la pared. Negra, con runas doradas.

- ¿Mímesis?- Dijo Reinhold abriendo de par en par el único ojo que tenía abierto- Mary Jane, ni siquiera es un legislador. Y mucho menos la tradicional Bastarda.

- Lo sé, pero quiero esta- apuntilló la caprichosa mujer-. Y a partir de ahora no es Mímesis, sino Cortesana. Además, poco tiene que preocuparte el arma. No voy a ser inquisidora.

- ¿!CÓMO TE ATREVES!?- bramó Reinhold. Un viento inundó la sala mientras el bastón golpeaba el suelo una vez- ¿ERES CONSCIENTE DE TODO LO QUE HEMOS HECHO POR TI? NO ERAS NADA. UNA MUERTA DE HAMBRE EN LAS CALLES DE UNA CIUDAD SIN LEY.

Una lágrima resbaló por la mejilla de MJ mientras la ensordecedora voz del mentalista inundaba la sala. Tuvo que cubrirse la cara con las manos por la pura potencia del viento. Su cabello y su traje de piel de zorra revoloteaba en dirección a la pared contraria. Sus pies se arrastraban lentamente por el suelo, a la par.

- ¡PARA! ¡Profesora, Reinhold! ¡Seré profesora!- gritó desesperada la ladrona.

Todo cesó. Reinhold, sorprendido, no supo como reaccionar. Tan sólo MJ podría haber hecho dudar a dos inquisidores en diez minutos.

- ¿Profesora? Pero tu deber es...

- No significa no, Próspero. Seré profesora- comenzó la mujer-. Piénsalo. ¿Quieres enviarme a las calles del mundo? Acabaría convirtiéndome en la reina de los ladrones. Estoy llamada a ello. Soy la mejor en lo mío. Aquí no corréis tal riesgo. Yo no dedico mi vida a matar monstruitos, y vosotros a cambio obtenéis a la mejor profesora de subterfugio de toda la historia de Caedus.

A Próspero Reinhold no le quedó mas remedio que aceptar. Más valía tenerla de aliada que de enemiga. Una líder de un gremio de ladrones entrenada por la inquisición y con conocimientos de su bastión y sus secretos no era buena idea.

 

Cargando editor
29/11/2012, 14:30
Petros Salieri

 

Nombre: Petros Salieri
Apodo: El Guaperas
Edad: 23
Sexo: Hombre
Pelo: Blanco
Ojos: Azules
Altura: 1,76m
Pelo: 64Kg
Forma de Ser: Simpático, sincero, jovial, mujeriego, estético.
Detalles de Interés: A veces presenta marcas de pequeñas heridas en el cuello o las muñecas.
Ocupación: Profesor de Artes Marciales y Dominio Espiritual.

El amor es dolor

Petros estaba tumbado sobre la vieja cama de la enfermería. Llevaba el pecho y medio rostro pulcramente vendados, obra de toda una profesional. Pero aún así las vendas estaban teñidas de rojo en algunas zonas, fruto de la absorción de la sangre que seguía saliendo de las heridas. El ojo que no tenía vendado estaba abierto mirando fíjamente el techo, y en su océano azul podía leerse claramente el amargo sabor de la derrota. Un florete blanco reposaba sobre la mesilla de noche, emitiendo destellos plateados cuando la luz de una vela lo enfocaba para sacarlo a relucir en la oscuridad de la habitación sin ventanas. Tenía a lo largo de la empuñadura cruces y runas eclesiásticas de color dorado, como si aquel arma fuese un atípico modelo de Legislador.

El chirrido de las visagras sin engrasar de la puerta se escucharon, y una mujer vestida de rojo entró en la habitación. Parecía joven, muy joven, y atractiva, muy atractiva. Debía de ser menor de edad, pues su rostro y estatura eran más propios de una niña que de una adulta.

- Tengo sed- dijo con una sonrisa.

- Le... ahora no puedes pedirme esto- dijo el hombre con hilo de voz- ¿no me ves? Estoy destrozado. Un sorbo y me desmayaré.

- Pero tengo sed- repitió la mujer sin perder la sonrisa, sabedora de que sus encantos eran irresistibles para aquel hombre-. ¿Y tú no quieres que pase sed, verdad? Porque ya sabes lo que me pasará, y no quieres verme en ese estado.

Era una amenaza, aunque con el carisma de aquella mujer casi no lo parecía. Era una manipuladora carismática y bella, estaba más claro que el océano de los ojos de Petros. Aunque por supuesto, el chico seguía en shock y en aquel momento no tenía nada claro.

- ¿Por qué he perdido?- preguntó el hombre. No podía saberse si le preguntaba a la mujer o a si mismo.

- Porque lleva armadura, Petros- respondió la mujer en tono condescendiente-. Una muy buena. Y porque se sabe defender mejor que tú.

- Pero yo...- comenzó a replicarle.

- Eres más rápido, sí- le interrumpió la sanguinaria-. Pero eso no te da la victoria si se para tu florete, Petros. Empuña una espada bastarda. Calcula bien las probabilidades- esperó un segundo antes de volver a insistir, dudando, aunque no pudo resistir la tentación- ¿Un tragito? Sólo un poquito, lo juro.

Petros, como respuesta, se quitó las vendas que le cubrían el cuello. No pudo reprimir una mueca de dolor al levantar sus brazos y despegar la venda adherida a la piel por culpa de la sangre.

- Gracias- dijo la mujer.

- A ti, por estar aquí- susurró Petros. Una lágrima resbaló por su mejilla mientras su carnicera se abalanzaba sobre su cuello, dispuesta a beberse la sangre del pobre hombre.

En el fondo sabía que aquella mujer se aprovechaba de él, pero no podía hacerle nada. Estaba enamorado de aquella niña, y el mero hecho de que se bebiera su dulzona sangre le bastaba y sobraba para sentirse amado, aunque de una forma muy enfermiza.

Cargando editor
29/11/2012, 14:31
Próspero Reinhold

 

Nombre: Próspero Reinhold
Edad: 56
Sexo: Hombre.
Cabello: Blanco.
Ojos: Azul y ¿?
Altura: 1,84m.
Peso: 82kg.
Forma de Ser: Educado, serio, firme, severo, estricto, inflexible, concienzudo, lea.
Detalles de Interés: Es el encargado de principal del monasterio. No se le suele ver mucho porque siempre está ocupado, pero está al tanto de prácticamente todo lo que sucede entre sus muros. Es totalmente inflexible cuando se trata del incumplimiento de las normas. Es el hermano de Alfred Reinhold de "Les Jaeger".
Ocupación: Rector del Monasterio de Caedus. Alto Inquisidor.

Cuestión de mente

Romeo, debemos tomar medidas. Supongo que sabrá cual es el porcentaje de superación, pero me veo en la obligación de recordáselo. Un veinte por ciento, aproximadamente.

No es una cifra aceptable. Debemos cambiar el plan de entrenamiento. El nivel de estrés que pueden soportar no es tan elevado como el que esperábamos. Por mucho potencial que tengan siguen siendo solamente niños. Me desagradada reconocerlo, pero nos hemos excedido en la dureza de nuestro programa. Hay que rebajar el nivel de crueldad, darles medios para que superen los objetivos. Motivarles. La señorita Blanchett cree que podríamos recurrir a algo que los psiquiatras llaman refuerzo positivo o estimulación por mérito.

¿Qué opina usted, Romeo? Sinceramente, si eleva la tasa de éxito, a mí me da igual lo que hagamos. Sabe que yo no tengo problema en dominarles a todos si es necesario. Lo que sea por la seguridad. Lo que sea por la Inquisición.

Por cierto... ¿sabe ya algo del Segundo Advenimiento? Me preocupa, Romeo. Mikael está extendiendo su zona de influencia a pasos de gigante. A este ritmo, en cuestión de años acabará apareciendo un nuevo mesías. Opino que lo más sensato es comenzar una purga preventiva.

¡¿Por qué no?!

 

Cargando editor
29/11/2012, 14:47
Renata

 

Nombre: Renata Crest.
Edad: 25
Sexo: Mujer.
Pelo: Castaño oscuro.
Ojos: Marrones.
Altura: 1,71m.
Peso: 62kg.
Forma de Ser: Algo despistada y torpe, pero muy eficiente para lo que le interesa.
Detalles de Interés: Lleva gafas graduadas. Su carácter amable esconde rasgos de serpiente.
Ocupación: Profesora titular de Medicina. Médico oficial del monasterio.

Fue un accidente

Cambié los frascos. El antídoto por más dosis de veneno. No lo niego. Ya se lo conté a Próspero, y a Severus. Intentaron echármelo en cara, pero no pudieron. Quizá fuera un método ortodoxo, pero funcionó.

Le envenené por segunda vez, aprovechando que él creía que le estaba curando. En cuanto le enseñé el antídoto y le conté lo que había hecho, escupió todo lo que quería. Cantó como un pajarito. Si lo hubiese sabido, nos hubiese dicho hasta el color de la ropa interior de Lucanor. Nos hubiera contado hasta como fue su noche de bodas, si hubiese estado casado.

Y le dí el antídoto. No hizo falta torturarle físicamente, ni llamar a los mentalistas. Solo necesité veneno y un poco de juego de sombras. Eso es todo.

¿Y luego me llamáis despistada? Quizá me tiemble el pulso a veces, pero deja de tratarme como si fuese una cría indefensa, porque tendré que decirle al guardia que fue un accidente.

"No, buen señor, yo sólo quería coger el libro, y la estantería se le cayó encima. No quería matarlo, lo juro."

Y un cuerno. Esto es Caedus. Esto es la Iglesia. Esto es un nido de serpientes. O te camuflas entre ellos o te devoran viva. Y como médico puedo decirte que ser devorado vivo por serpientes no es una experiencia agradable.

Cargando editor
29/11/2012, 14:48
Severus Gerardiere

 

Nombre: Severus Gerardiere.
Apodo: Gerard.
Edad: 36
Sexo: Hombre.
Pelo: Rubio.
Ojos: Negros.
Altura: 1,74m
Pelo: 65Kg
Forma de Ser: Estricto, severo, duro.
Detalles de Interés: Su carácter serio y estricto, unido a la gran dificultad de sus exámenes hacen que los alumnos le tengan cuanto menos un mínimo de respeto. Prefiere las mazmorras a la luz de los pisos superiores del monasterio. Su hija, Natalia, estudia en el mismo, pese a su condición.
Ocupación: Profesor titular de Artes Oscuras.

¿Y el relato que debería haber aquí?

Quizá Natalia sepa algo al respecto.

 

Cargando editor
29/11/2012, 14:51
Theresia Di Caela

 

Nombre: Theresia Di Caela.
Edad: 27
Sexo: Mujer.
Pelo: Blanco, con reflejos azules.
Ojos: Verdes.
Altura: 1,67m.
Peso: 54kg.
Forma de Ser: Seria, reservada y estricta.
Detalles de Interés: Su carácter serio y estricto, unido a la dificultad de sus exámenes hacen que los alumnos le tengan un mínimo de respeto.
Ocupación: Profesora titular de Historia y Leyes.

Cuestión de Normas

¿Crees que las reglas están para romperlas, de verdad? Mary Jane Cone, es usted una inconsciente. ¿Y dice que rechazó ser Inquisidora? Hizo bien, a mí, si fuese usted me avergonzaría aceptar un cargo de tal responsabilidad. No sabría ni atarme los zapatos, que por cierto, son de piel de zorra, ¿verdad? Le sientan a medida.

Escúcheme bien. La vida necesita normas. Sin ellas, nada de esto tendría sentido. Si el Todopoderoso dio una serie de normas, fue por algo. Pero está claro que muchos prefieren el purgatorio a seguir esas normas, así que los fieles debemos imponer todavía más normas, para garantizar una estabilidad terrenal. ¿Lo entiende? No puede corretear por los pasillos, y desde luego no puede robarme los libros o cambiármelos de sitio. Ni usted ni sus alumnos. No puede ponerles algo así como prueba. No es instructivo, pues entra en conflicto con lo que yo les enseño. Si quiere iniciar un conflicto conmigo, le aseguro que sé a quien le dará la razón el Rector.

Espero...

 

Cargando editor
29/11/2012, 14:53
León Cross

 

Nombre: León Cross
Edad: 24
Sexo: Hombre.
Pelo: Negro.
Ojos: Negros.
Altura: 1,78m.
Peso: 62kg.
Forma de Ser: Serio, retraído, frío, misterioso, oscuro.
Detalles de Interés: Fue uno de los mejores de su promoción. Desde que se convirtió en inquisidor, su carácter se ha ido ensombreciendo cada vez más y se ha ido haciendo más sistemático y frío a la hora de cumplir su cometido.
Ocupación: Alto Inquisidor, Maestro del Némesis. Brazo de la Iglesia. Ritualista. Aliado de los Inquisidores de Sangre.

Humanidad

Hay gente más humana que muchos humanos, pero nunca he pertenecido a esa categoría. Esa gente que no conoce la avaricia, la ira, la venganza, la soberbia, la envidia, la lujuria, la gula. Yo me llevo confesando desde pequeño, y seguiré haciéndolo, con un frecuencia cada vez más interesante, hasta que me muera. Lo cual, al paso que voy, podría ser demasiado pronto, o demasiado tarde.

Después está la gente normal. Gente que, cristiana o no, entra dentro de la media psicológica y espiritual. Pecadores varios, ocasiones.

Luego es cuando comienza la espiral de no retorno. Porque, no os engañéis. Una vez se comienza a caer al abismo salir de él quizá sea posible, pero el recuerdo no se va nunca. Y te atormenta, y sus manos necrománticas te arrastran con furia ciega al infierno.

El principio de esa espiral es aceptar que la gente, como los platos, se rompe, y que como las flores, se marchitan, enferman, y mueren. Los daños colaterales comienzan a hacerse posibles, y no son más que eso, daños colaterales. Dejan de ser vidas humanas para ser simplemente cifras y molestias que hay que barrer y ocultar.

Eso se incrementa, crece, se alimenta. Chupa de tu alma hasta retorcerla y obligarte a desear la muerte de la gente. No de toda la gente, por supuesto. Al comienzo sólo pides la muerte de los que merecen morir. Pero eso implica que consideras el asesinato como algo necesario. Implica que tu objetivo es un mal a erradicar, aunque siga siendo humano y no tenga ningún influjo sobrenatural. Es sólo el maestro de llaves que te impide el acceso a la celda, o el criado que está en el camino al aposento del maestro. Y deben morir como objetivos principales, no porque sepan demasiado, sino porque se han unido a las fuerzas del mal. Podríamos borrarles la memoria, condicionarles, pero uno acaba quitándoles esa posibilidad.

Y entonces comienzas a considerarles poco más que animales, hasta el punto en el que algunos llegan a considerar a los animales mejor que los propios humanos. Los animales están programados y así, actúan por instinto, sin libertad. Los humanos se labran su propio odio y muerte.

Es triste, pero se acaba pensando así.

Y al final, al fondo de esa espiral de aberración, de deshumanización, está la pérdida de la conciencia. La poca conciencia que te queda se desvanece, y torturas, asesinas, mutilas, destrozas y carbonizas a todos los humanos vivos que hagan falta para conseguir tus fines. A veces incluso... incluso temo no haber llegado al fin. A veces debo reconocer que empieza a divertirme, y eso me aterra.

Me aterra, porque apenas tengo veinticuatro años. Si sigo así, a los veintisiete seré del todo inhumano. No sólo físicamente, que también, sino psicológicamente.

Y después, ¿qué? ¿Habrán aún cuotas de horror mayores?

El siguiente paso es disfrutar con el dolor, sufrimiento y muerte de los inocentes. Se supone que me dedico a salvarlos. Se supone. Pero cuando ves lo que el ser humano ha hecho con las herramientas que Dios les ha dado te dan ganas de exterminarlos a todos.

 

Cargando editor
29/11/2012, 18:02
Jared

 

Nombre: Jared.
Apodo: El ciego.
Edad: 24
Sexo: Hombre.
Pelo: Pelirrojo.
Ojos: ¿?. Cubiertos por una venda.
Altura: 1,86m.
Peso: 84kg.
Forma de Ser: Sereno e inexpresivo en apariencia.
Detalles de Interés: Siempre lleva sobre los ojos una venda, tapada parcialmente por el cabello. Acostumbra a mentener la calma bajo presión y camina sin hacer ruido.
Ocupación: Profesor adjunto de Artes del Subterfugio. Inquisidor.

Un mundo sin luz

Yo creo en Dios. Él me ha dado la capacidad de ver sin unos ojos capaces de ello. De pequeño, era incapaz, y lloraba por las noches. Era injusto no poder ver el rostro de mi madre. Pero aprendí a palparlo, como años más tarde palpé su sangre y el tentáculo de aquella aberración. Ese hubiese sido mi fin de no ser por Maestro. Un hombre relativamente joven y experto que me llevó a un nuevo destino. Un destino donde aprendí a ver el mundo, algo imposible en apariencia. Aquello me devolvió la fe. Al principio sólo notaba a las personas, como luces a mi alrededor, pero luego comenzaron a tener perfil. Y los objetos. Enjaulado en las mazmorras por designio, pude ver, al fin, la forma de los barrotes sin necesidad de palparlos. Al principió creí que era un desvarío, pero acabó teniendo sentido. Dios me dejaba ver.

Ahora, años más tarde, no soy el único "invidente" del monasterio. Una circunstancia interesante.

Cargando editor
29/11/2012, 23:02
Mai Lin

 

Nombre: Mai Lin.
Edad: 24.
Sexo: Mujer.
Pelo: Rojo.
Ojos: Verdes.
Altura: 1,70m.
Peso: 66kg.
Forma de Ser: Pasional. Suele ser bastante agresiva y engreída al expresarse, y tosca en modales. Bastante varonil, en resumidas cuentas. Sin embargo, con algunos puede ser provocativa y sensual.
Detalles de Interés: Acostumbra a pasearse de noche por el monasterio, pero casi nadie suele verla. Se conoce el monasterio como la palma de su mano. De día se la ve menos si cabe, pero no se oculta. La pregunta es cuándo duerme, porque se sabe que dormir, duerme. A veces se cae de sueño en la mesa de profesores y deja a los guardias en máxima alerta mientras ella descansa. Le gusta mucho llevar kimono (puede que debido a sus raíces orientales) y a ser posible con un buen escote que deje al descubierto gran parte de sus “atributos”. En oca- siones se regocija viendo la incomodidad que esto pro- duce en alguno de sus interlocutores.
Ocupación: Responsable de la seguridad del monasterio. Inquisidora.

Quita la mano, bicho.

La palma de Mai Lin impactó en el cráneo de la bestia, haciendo que cayese hacia atrás con un ruido sordo. Junto a ella, cinco más. Mai resoplaba, casi jadeando, con aquella raíz mordisqueada entre los dientes. Se dejó caer, exhausta, mientras la furia amarilla desaparecía a su alrededor tal como vino. Así pues, cayó desde el suelo, apenas diez centímetros, pero suficiente para levantar una voluta de polvo. Volar la agotaba, como lo hacía liberar al dragón. Su cuerpo pedía a gritos a un Hechicero de luz o un mes de reposo en cama, pero no podía hacerlo.

Se levantó, poniéndose en pie como podía, e ignorando las heridas que volvían a sangrar como si el Ki nunca hubiese estado ahí cojeó por la pared del monasterio, ignorando las llamas que consumían el jardín interior.

Otro de aquellos peones se puso en su camino, pero ella, imbatible, alzó la pierna sana, columpiándose en una lámpara de aceite que se partió al tiempo que el talón impactaba en su barbilla. Con una elegante pirueta, los pies de Mai volvieron al suelo junto con la lámpara.

Diez minutos después, irrumpió en lo más hondo de las mazmorras. Perdido entre las sombras, el portón se abrió a su paso, revelando la gigantesca armadura, que al ver a la Tecnicista, se iluminó por los ojos con un brote azulado. Mai, sin detenerse a mirar, quitó los encajes de cobre. Una mano. La otra. Un pie. Y finalmente, el otro. El desgarrador gruñido llenó el aire, pero no le importó. Sólo aquel espécimen les salvaría. Sabía que el plan era sacrificarlo, pero no le quedaba alternativa. Acabarían muertos de no ser por las alas de aquel Vetala.

El monstruo salió de su prisión de cobre, revelando colmillos como cuchillas. Se abalanzó sobre Mai, pero esta posó su mano ante el demonio, amenazante, pero no con katas de Tai Chi, sino con su palabra.

- Tu hija- espetó cansada-. Tócame y muere. Toca algo mío- lo cual venía a ser lo mismo que todo el monasterio-y la encierro con el cocodrilo para el resto de su vida- y aquella quimera sádica sí que no atendería razones jamás-. Toca a los intrusos y seguirá siendo una rubita de voz angelical.

Cargando editor
11/12/2012, 20:51
Altaír

 

Nombre: Altaír
Edad: 1 año.
Sexo: Varón.
Raza: Pastor.
Piel: Negra.
Forma de Ser: Es un animalillo amigable, protector de Gilbe e inteligente.
Detalles de Interés: Sus sentidos son muy agudos y por sus características físicas cuando se enfada parece un lobo. Gracias a la afinidad animal de Gilbe se entiende con él a la perfección, cumpliendo siempre sus órdenes.

Una buena compra

Maestro soltó la bolsa de monedas en la mano del comerciante. Era sabedor de aquel sabueso iba a serle de mucha utilidad. No a él, no directamente, pero sí como medio. Aquel perrazo grande como la tierra sabía lo que hacía. Sin lugar a dudas una compra así facilitaría mucho la vida del chiquillo que tenía al lado.

Maestro no tenía fama de ser un tipo amable. No tenía fama de sonreír. No tenía fama de blando. Pero, entre los que le conocían, sabían que sí era amable, y que si no sonreía, era porque no tenía motivos, y que si era duro, era porque la vida le había obligado a volverse de piedra.

Por ello le compraba un animal al pequeñajo. No tenía obligación de hacerlo. Esas monedas iban de su propio bolsillo, y aún así las gastaba. Hubiera bastado con que lo llevase al monasterio. Incluso hubiese bastado con dejarlo ahí tirado para que lo marginasen como si fuese un estigma social encarnado.

Pero lo recogió, le compró un animal de compañía que le guiase, y lo llevó al monasterio.

Fue un bonito detalle por su parte. Darle, por caridad, una forma de ver a alguien que ha sufrido la desgracia de nacer con unos ojos inútiles.

Cargando editor
11/12/2012, 20:53
Bronn Valiant

 

Nombre: Bronn Valiant.
Edad: 26
Sexo: Hombre.
Pelo: Castaño claro.
Ojos: Negros.
Altura: 1,91m.
Peso: 91kg.
Forma de Ser: Majo, jovial, algo engreído y egocéntrico, ligeramente bravucón y vacilón, seguro de sí mismo, vividor y responsable.
Detalles de Interés: Le gusta mucho contar batallitas sobre cosas que ha vivido, solo que conforme las va contando, suele ir adornándolas y exagerando los hechos. Cuantas más veces lo cuenta, más aumentan los adornos, hasta el punto en que llegan a ser algo difíciles de creer.
Ocupación: Profesor adjunto de Esgrima y Entrenamiento Físico.

Mentiroso compulsivo.

Y ahí estaba yo, luchando contra aquel mequetrefe. Su botella rota ondeaba en su mano como una bandera, amenazando con rajarme la cara. Pero le partí la muñeca y lo estampé contra la jarra de cerveza.

Y ahí estaba yo, luchando contra aquel hombre. Su espada silbaba en el aire amenazando con cortarme en rodajas como si fuese queso en una taberna. Pero le rajé el dorso de la muñeca y lo inmovilicé contra la pared con una mano mientras seguía bebiéndome la cerveza.

Y ahí estaba yo, luchando contra aquel grandullón. Me lanzó una silla. Y luego una mesa. Luego sacó aquel mandoble y cortó el aire varias veces mientras yo saltaba hacia atrás. Al final abrí un barril de cerveza y resbaló. Le quité el arma y lo inmovilicé contra el suelo mientras bebía a morro el líquido que brotaba del contenedor.

Y ahí estaba yo, luchando contra aquella mole. Levantó a pulso un barril de cerveza y me lo lanzó, pero conseguí esquivarlo. Sacó un hacha de guerra de dos manos y empezó a destrozar el local mientras yo conseguía mantener aquel filo lejos de mi cuerpo. Teníais que haber visto sus músculos. Al final solté mi arma y a puño desnudo le derribé, golpeándolo hasta dejarle inconsciente. Después fue a la barra y le pedí otra cerveza al camarero como si nada.

Y ahí estaba yo, luchando contra aquel brujo. De sus manos brotaba fuego azul, y de sus ojos oleadas de muerte. Pero yo, armado con mi espada bastarda capaz de detenerlo todo, conseguí abrirme paso entre sus ataques y defensas hasta asestarle el golpe final que lo dejó inconsciente. Cuando creí que había ganado, se transformó en un golem de tres metros que rompió el techo del local al erguirse. No queréis saber cómo conseguí derrotarle, pero si me quitase la ropa podríais ver las cicatrices que aún conservo como pago por defender a aquella princesa.

Cargando editor
11/12/2012, 20:54
Dóminar

 

Nombre: Allen Dóminar Laminio.
Edad: 20
Sexo: Hombre.
Pelo: Negro.
Ojos: Azules.
Altura: 1,67m.
Peso: 56kg.
Forma de Ser: Pretencioso, egocéntrico, ingenioso, codicioso, arrogante, pero juicioso cuando debe serlo.
Detalles de Interés: Tiene una voluntad sobrehumana y sus matrices psíquicas son visibles para el mundo. Le gusta lo caro, las joyas, y la ciencia. Le encanta volar y aprovecha cualquier ocasión para dejar de caminar y alzarse por el aire. Es un amante de la naturaleza y los animales, sobretodo si son voladores, por lo que tiene un águila como mascota y suele vestir con piel, al menos en parte.
Ocupación: Profesor adjunto de Artes Mentales y de Ciencia y Forja.

Espíritu de Águila

Yo nací águila en otra vida. Si las hermanas me escuchasen, me echarían la bronca por decirlo, pero es la verdad. Yo nací águila en otra vida, seguro. No es normal que necesite tanto volar.

Si no fuese mentalista, compraría un cavalgavientos y echaría a recorrer todos los montes que tiene Gaïa. Por suerte, Dios lo previó, y me dotó de la capacidad de volar sin tener siquiera alas. Gracias desde aquí abajo, de corazón.

A veces me preguntan si soy científico. La respuesta es no. Seré el hijo de una relojera y un químico, habré visto como se crean unas gafas, y incluso sabré hacerlas, pero no tengo pensado dedicar mi vida a la ciencia.

Soy un inquisidor, y lo acepto. No me arrepiento de haber nacido con mi don. No me arrepiento de no recordar el rostro de mis padres. Imaginar lo que hubiese sido crecer en un mundo normal pudiendo volar, pudiendo alterar los recuerdos de la gente, pudiendo matar a la gente sin tocarla. Temo imaginar en lo que me hubiese convertido. No. Aquí al menos todos son tan poderosos como yo, tan raros como yo. Aquí al menos estoy rodeado de los míos.

Y hay naturaleza. Quizá penséis que no tiene sentido que a quien debiese ser científico le gusten la natura y los animales, pero yo creo que tiene todo el sentido del mundo. No tendré ni idea de animales, pero no dejo de encontrarlos más fascinantes que las máquinas. Están vivos. Eso es algo que no se puede emular con ciencia... ¿verdad?

Cargando editor
11/12/2012, 20:59
Santa Bernadette

 

Nombre: Santa Bernadette.
Edad: 28
Sexo: Mujer.
Pelo: Verde.
Ojos: Azules.
Altura: 1,69m.
Peso: 55kg.
Forma de Ser: Pacífica, calmada, reflexiva y devota.
Detalles de Interés: Una de sus hijas estudia en el monasterio.
Ocupación: Profesora adjunta de Dones Divinos y Santa de Albídion.

Tábula rasa

Un trapo blanco secó el perlado sudor de aquella frente, coronada por un par de mechones color naturaleza. La joven había dejado de asir con fuerza la mano del hombre, mientras el señor de las gafas, ante ellas, descargaba la mano contra lo que parecía ser un pequeño ser. El grito del recién nacido llenó la sala, anunciando el advenimiento. Pero estuvo mal decir que fue un hombre. La pequeña, con un pequeño quejido a pleno pulmón, se sacudía frenética, intentando escapar de aquel hombre. Y funcionó. Las manos del mismo la dejaron sobre una pequeña e improvisada cuna de piel curtida y limpia, no sin antes bañarla en un pequeño cubo de agua y secarla con una toalla gris hecha de lana.

- Es una niña- sentenció a través de las gafas, sonriendo, arrancándole una carcajada de felicidad a la madre, que no daba crédito.

E hizo bien, pues la niña dejó de llorar. A tientas, enganchó el pequeño pulgar del doctor, intentando aferrarse a él como si fuese una liana. Era pura, e inocente, como todas. Como lo era su madre, la cual, todo sea dicho, no tenía más de trece años.

Cargando editor
11/12/2012, 21:00
Judith

 

Nombre: Judith.
Edad: 19
Sexo: Mujer.
Pelo: Negro.
Ojos: Verdes.
Altura: 1,70m
Peso: 60Kg
Forma de Ser: Ensombrecida, caritativa, noble.
Detalles de Interés: Mantiene una relación estable con alguien de la academia. Está muy unida a Owen. Es muy atípico, pero al usar algunos de sus conjuros de Luz cargados con determinados sentimientos, el color de sus ojos puede cambiar. Su legisladora se llama Purgadora.
Ocupación: Tutora de las alumnas. Inquisidora Novel, recién ascendida.

Madre estaría orgullosa

La gente me felicita. Me felicitan porque tengo el valor de casarme por amor. Me felicitan porque, aunque sea una asesina, saben que sigo siendo capaz de amar. Se alegran por mí porque, aunque no suela ser muy expresiva, saben cómo me siento.

Saben que en lo más hondo de mi corazón ese hombre es lo único que me mantiene con vida. Está también Owen, por supuesto, y supongo que siempre podría encontrar consuelo entre los brazos del que considero mi hermano, aunque no nos unas lazos de sangre. Pero no sería feliz.

Como mujer, y como personaje, quiero casarme. Compartir mi vida para siempre con alguien que sea especial para mí. Mi hombre es esa persona. Somos complementarios como el día y la noche, y el cielo lloraría si el destino nos separase. Lo sé, y el lo sabe. Todos lo saben.

La boda está cada vez más peligrosamente cerca. No sé cómo me sentiré cuando esté en el altar, pero de simplemente pensarlo noto el enjambre de mariposas revoloteando dentro.

Por otro lado están los chiquillos. Acabo de convertirme en Inquisidora, en asesina. ¿Qué futuro nos esperará a mí y a mí marido? Nuestra vida es peligrosa, y a menudo, injusta. Temo acabar volviéndome una fanática como Romeo.

Pero por ahora eso no debe preocuparme. Soy la tutora de las futuras espadas del señor, y puedo centrarme en guiarlas por mi senda. Puedo cuidar de ellas. Puedo enseñarles a distinguir entre el bien y el mal.

Cargando editor
11/12/2012, 21:05
Owen

 

Nombre: Owen Salos.
Edad: 19
Sexo: Hombre.
Pelo: Castaño.
Ojos: Azul y Verde.
Altura: 1,81m.
Peso: 73kg.
Forma de Ser: Agradable, simpático, concesivo, comprensivo.
Detalles de Interés: Sufre Heterocromía, por lo que tiene un ojo de cada color. Si se le aprietan las tuercas, cede. Le gustan los espacios abiertos. Está muy unido a Judith, aunque también es uña y carne con Yoru y Kamus.
Ocupación: Tutor de los alumnos. Inquisidor Novel, recién ascendido.

¿Soy Inquisidor?

Pensaba que me sentiría diferente. Pensaba que con un Legislador en la mano y licencia para matar y salvar me sentiría diferente. Pero no ha sido así. Resulta que me siento como siempre, me siento igual que ayer. No hace ni veinticuatro horas que me han dado la Katana negra, así que supongo que será cuestión de acostumbrarme.

Pero no me he sentido diferente. No me he sentido especial al tocar el arma, ni cuando me han coronado Inquisidor Novel. Simplemente, es todo igual que ayer. Mis amigos siguen a mi lado, y los maestros siguen tratándome como si no me hubiese graduado, como si todavía no fuese un verdadero inquisidor.

Y eso es porque tienen razón. Yo no soy un verdadero inquisidor. Habré superado mi prueba en el desierto, pero eso no me convierte en una auténtica espada del señor. Ese título, lo tendré, pero en la práctica temo que deberé ganármelo conforme pase el tiempo, conforme asesine.

Espero que no me suceda lo mismo que a Maestro. Sería trágico acabar así. Él me enseñó a moderar y distinguir, a separar lo que debe hacerse de lo que ha de hacerse. Me enseñó a tener conciencia, y a saber de qué tengo que sentirme orgullo y de que no.

¿Cómo se sentirán los demás? Supongo que da igual. Ahora soy el encargado de cuidar de los pequeños, y francamente, lo agradezco. Que al día siguiente de graduarme me enviasen a Moth no me haría demasiada gracia. Quiero ser útil, pero no quiero convertirme en un monstruo tan joven.