Partida Rol por web

Todo el grupo llegó a la comisaría. Jonah consiguió una entrevista inmediata con la agente Mace y Court fue acompañada a los sótanos, lugar donde se encontraba la Morgue.

Jean y Hékate fueron acompañados a las celdas para charlar con Gallé. Éste se encontraba en una celda aislada del resto. Abajo, un funcionario observó al grupo de arriba a abajo.

—¿A qué preso desean ver? ¿Son ustedes familiares? —dijo un tipo agotado cumpliendo con la rutina—. Vayan dejando sus objetos en la bandeja.

Hékate dejó que Jean llevase el peso de la conversación con el agente. Sin duda sabría salir del paso mejor que ella. Por su parte, comenzó a vaciarse los bolsillos de objetos metálicos. Lo más llamativo eran algunos amuletos metálicos con extraños grabados y un atrapasueños, también con partes metálicas. El resto de sus posesiones eran en apariencia, corrientes. 

El funcionario alzo las cejas cuando en la bandeja aparecio una Desert Eagle, un cargador de doce balas, unas esposas y, finalmente, una placa de policia. Finalmente, Gabou dejo el llavero de los Sex Pistols del que colgaban las llaves de su coche y las de casa.

-Sargento Detective Jean Gabou, del Cuerpo de Policia de Saint Etienne. Venimos a hablar con François Gallé, preso 453A, detenido por homicidio en primer grado-se ahorro lo de "Equipo Lambda" para evitarse la enesima cara de desconcierto y el subsiguiente jaleo hasta que localizasen a su unidad-Formamos parte de la investigacion oficial.

El funcionario echó un vistazo a la identificación de Gabou y arqueó las cejas.

—¿Tienen autorización de la detective Mace? Tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie sin su autorización. Ese tipo —dijo señalando al fondo, a las celdas de aislamiento—, ha debido de liarla muy gorda.

-Si, claro-Gabou le tendio el documento de asignacion de caso. Era un papel de lo mas normal pero el membrete con el sello del ministerio le daba un cierto aire oficial.

Hékate se limitó a esbozar una sonrisa de complicidad cuando el guardia sugirió que Gallé hubiera cometido una muy gorda, pero no dijo nada. Jean estaba dominando completamente la situación y ella solo podría cagarla si habría la boca. 

—De acuerdo... esperen un instante, por favor —dijo el funcionario levantando un teléfono que había sobre su mesa—. ¿Mace? Detective verá, dos miembros del grupo... Lambda... quieren hablar con el preso de aislamiento. Sí, Gallé. Tienen una autorización suya... Sí, eso dicen... De acuerdo, les digo que esperen.

El hombre colgó el teléfono y volvió la mirada a Gabou.

—La detective bajará en seguida. Podrán ir con ella a visitar al preso.

El funcionario se levantó de la mesa y señaló con la mano hacia una pequeña salita.

—Pueden esperar ahí.

Mientras esperaban, los dos teléfonos de Hékate y Jean recibieron una notificación. Era Jonah Caen el que mandaba el mensaje.

—Estoy intentando ganarme a Mace, intentad no liarla. Le he pedido que se pasa por el forense para que autorice en persona a Dominique.

-Recibido, gracias. Mantennos informado, contestó Hékate.

Con gesto ausente, Gabou se guardó el teléfono en el bolsillo de la chaqueta. 

Tenía sentimientos encontrados respecto a la compañía de la distinguida inspectora jefe: por un lado, podría proporcionar valiosa información pero por otro restaría intimidad al asunto. Gallé era un viejo amigo y, si lograban quedarse a solas, era fácil que soltara más detalles escabrosos. 

Hékate pecibió la cara de Jean. No, no era nada conveniente la presencia de su superior, pero era lo que había.

Arqueó las cejas como gesto de resignación. Tocaba esperar.

—Disculpen la espera —dijo una atractiva joven, quizá en la treintena—. Soy la detective Mace. Tengo información de que quieren visitar a François Gallé. ¿Me acompañan?

La detective Mace acompañó a Gabou y Lacroix hacia una puerta que estaba flanqueada por dos policías. Uno de ellos abrió la puerta y permitió que pasaran con la mirada de aprobación de Mace. Dentro, otros dos policías vigilaban la celda donde se encontraba el preso.

François Gallé era un hombre joven, de unos treinta años, pero aparentaba ser mucho mayor. Era moreno, de complexión delgada y podía medir alrededor de 170 cms. Estaba sentado en el banco interior de la celda y levantó la cabeza cuando el grupo entró. Tenía unas horribles ojeras.

—Tienen cinco minutos —dijo Mace quedándose a un lado, junto a los dos policías que vigilaban la estancia.

Un nuevo mensaje de Caen llegó a los teléfonos.

—Cuando Mace vaya a volver a su despacho avisadme.

-Hola, François-saludo Jean entrando en la celda.

Dirigio una breve mirada a los guardias. Realmente daba igual que estuvieran alli porque aquel lugar estaba lleno de camaras. Era incluso conveniente tener cierta superioridad numerica en su equipo si los delirios mas paranoides de Gabou se hacian realidad y el artista resultaba ser el hospedador de lo que su psiquiatra denominaba "alucinaciones post-traumaticas cronificadas agravadas por estres".

En su mente, Gabou los tenia etiquetados como "horrores con tentaculos" pero hacia grandes esfuerzos por no pensar en ello.

Se llevo un palillo a la boca y lo sostuvo con la mano mientras contaba mentalmente hasta cinco. Parecia estudiar intensamente a Galle pero en realidad era una señal convenida con Lacroix que significaba "Haz lo tuyo" sin tener que explicar a los demas policias que se habia traido a una medium a un interrogatorio.

-¿Como estas, viejo amigo?

La mirada de Galle era la de un hombre que habia sostenido la mirada del abismo.

-Quiero que me cuentes con tus propias palabras lo que ocurrio exactamente.

Hékate aguardó pacientemente. Tecleó algo en su movil y esperó. Luego llegaría el momento de hacer preguntas, pero de momento deberían tranquilizar a Gallé y para eso, Jean era el más indicado, debido a su relación de amistad con él. 

"Ok. De momento está aquí con nosotros. " fue su contestación a Jonah

François se acercó a Jean.

—Jean, que alegría verte —dijo mostrando una clara expresión de alegría—. ¿Estás investigando mi caso? ¡Es estupendo! Soy inocente Jean, ¿tú me crees verdad?

Gallé inspiró levemente antes de volver a hablar.

—Hace poco compré una barat¡ja en una tienda de antigüedades, Jean. Era un objeto de excelente factura y un tacto del metal muy fino. Era un objeto precioso pero lo perdí... o eso pensé por unos momentos. Ayer, Nicole vino a mi despacho y, por como me miró, supe que había sido ella la que había cogido mi artefacto. Estaba muy nervioso y la increpé para que me lo devolviera pero ella quiso marcharse. No había cerrado la puerta de mi estudio y al girarse se topó con un extraño transeunte que yo había visto hacía dos días en Saint-Michel. Era alto y delgado, vestía con una andrajosa capa amarilla y olía horriblemente. Ese tipo empujó a Nicole dentro de mi estudio y cerro la puerta. Estoy seguro de que la criatura quería el artefacto y había seguido a Nicole... ¡porque ella me lo robó!

Las palabras de Gallé se aceleraron y se empezó a notar cierta tensión en ellas.

—Aquel tipo se quito la capucha y, oh dios, era un gul Jean. Sujetaba de la cabeza a Nicole y la puso frente a mi. Con la otra mano sacó el artefacto del bolso de Nicole. Los sabía Jean, yo lo sabía. Nicole me había robado el signo. La criatura me lo mostró y, de algún modo, me obligó a estrangular a Nicole. No era yo, Jean... ese signo me hizo hacerlo, controlado por esa criatura. Tú sabes que yo no podría. ¡La quería joder!

Gallé se sumió en la tristeza y comenzó a sollozar notoriamente.

La situación se había vuelto un tanto violenta para Hékate. Por un lado, se sentía de más allí; en medio de una conversación entre viejos amigos en el que uno se había derrumbado y otro se vería obligado a consolarle. Por otro, deseaba hablar a Gallé, porque realmente le creía, porque había visto lo que había pasado y aunque no estaba segura de que fuera un ghoul, había visto al tipo de la capa amarilla. Pero no veía el momento de hacerlo. Desde luego, ahora no era, así que se limitó a esperar. Miró discretamente a Jean y asintió como dándole a entender que debería ser él el que tomase la iniciativa. 

Gabou hizo un esfuerzo por ignorar a la escolta policial. Acerco un taburete y se sento frente a su amigo. Saco su libreta de notas. 

Soy inocente Jean, ¿tú me crees verdad?

-Tranquilo, François, descubriremos la verdad. Semper fidelis, ¿recuerdas?

Era un viejo lema de los viejos tiempos en la universidad, cuando todo era soltar latinajos lapidarios durante las pantagruelicas borracheras que les llevaban en interminables "baratones" (Galle habia inventado el termino) hasta bien entrada la madrugada.

—Hace poco compré una barat¡ja en una tienda de antigüedades, Jean. Era un objeto de excelente factura y un tacto del metal muy fino. Era un objeto precioso pero lo perdí.

-Interesante. ¿Que clase de artefacto? ¿Una joya? ¿Un instrumento? ¿Podrias describirmelo?

—Aquel tipo se quito la capucha y, oh dios, era un gul Jean.

-¿Un gul?-Gabou fruncio el ceño ante la familiaridad de su amigo con el termino-¿A que te refieres?

Lo cierto era que la palabra tenia muchisimos significados dependiendo del contexto: el "ghoul" medieval era un espiritu maligno parecido a un vampiro que se alimentaba de cadaveres; el "gulfrainn" aleman se referia a un ser esclavo creado con magia negra parecido al golem de la mitologia judia; en algunas partes de Africa Oriental se hacia mencion de una civilizacion entera de seres subterraneos que vivian bajo los cementerios... la investigacion de lo oculto topaba a menudo con un obstaculo insalvable a la hora de separar la verdad de las gilipolleces supersticiosas. Habia cosas siniestras ahi fuera, sin duda, pero a menudo quedaban ocultas por las truculentas historias que la mente humana creaba para protegerse de ellas.

La criatura me lo mostró y, de algún modo, me obligó a estrangular a Nicole. No era yo, Jean... ese signo me hizo hacerlo, controlado por esa criatura. Tú sabes que yo no podría.

-¿Que te obligo? ¿Quieres decir que ni siquiera te toco? François, ¿has tomado algo... ultimamente?

Con Galle no era una cuestion de "que" ni de "cuanto" si no "cuando". Como todos los artistas, habia pasado por sus correspondientes fases toxicas de adiccion a diversas sustancias. Gabou no estaba seguro de que preferia escuchar. Si todo se podia explicar con una inocente crisis politoxicomaniaca, el universo podria respirar un poco mas tranquilo. Y Gabou, tambien.

-¡La quería joder!

NOTA: asumo que hay una coma entre "queria" y "joder" o el significado cambia considerablemente...

-Lo entiendo pero la señorita Nicole estaba casada y tu lo sabes. Este "gul" que mencionas ¿podria ser su marido con un disfraz?

Gallé miraba fijamente a Gabou y asintió cuando éste recordó sus tiempos universitarios.

—Era un objeto pequeño Jean —comenzó a describir el objeto—, como esas joyas que se pueden engastar en anillos u otros objetos, ¿sabes? De color negro, con un dibujo en color oro. Tres "patas" que se enroscaban sobre si mismas en tres direcciones concéntricas.

François usaba las manos para tratar de describir el objeto correctamente.

—¿De verdad tengo que describirte lo que es un gul? —preguntó sorprendido—. Un humano corrompido por la magia, Jean. En otro tiempo sería un humano pero hace tiempo que dejó de serlo. Su carne putrefacta y sus dientes desencajados... un gul, Jean.

Tras la siguiente pregunta de Jean, François se levantó airado.

—¿Tú tampoco me crees? —gritó mientras se acercaba a la pared donde apoyó el dorso del brazo—. Estoy loco... es lo que piensas, ¿verdad? Pues no, no me tocó, no le hizo falta una vez se hizo con el signo.

Los guardias y la detective Mace se pusieron en alerta con ese arrebato de Gallé, pero pronto se tranquilizó.

—No te culpo... es solo que esperaba que tú me creyeras. Sí, sabía que estaba casada y, joder, al principio no quería que fuera para siempre. Ya me conoces, Jean, vivir la vida y esas cosas. Pero nunca haría daño nadie, tú deberías saberlo.