Partida Rol por web

 Ups quedó paralizado al instante.

 Cuando vió que la mujer se dirigía primero a él, arrodillándose, poniéndose a su altura hablándole de forma amistosa y sonriendo. No una de aquellas risas pérfidas de burla que le dirigían tan amenudo, sinó una de cálida y alegre. La sensación caló muy profundo en el aghar.

 Sin ni siquiera poder balbucear palabra alguna, pues su lengua se trabó, tan solo pudo tomar con inusitada suavidad y medio sonreir a modo de agredecimiento ante la pluma que la mujer le había dado y le sugería que le traería suerte.

 Luego la mujer se levantó y le dijo algo a Kundang, cosa que el menudo gully ignoró completamente ensimismado con la bonita pluma, pero sobretodo evocando recuerdos de años atrás. Incapaz de negar ciertas similitudes en esta mujer y con Manchitas, la gran madre de su hogar.

A pesar de la dureza de las palabras de Moonsong, el caballero trató de mantenerse sereno y agachó la cabeza en señal de respeto, mientras con una de las manos sacaba la carta que le había dado Lady Camilla.

-Mi señora, Lady Camilla os manda esta carta, no he venido a vuestro pueblo a crear mal alguno.- Responde tajante a las palabras de la mujer. Gundan extiende el brazo tendiendo de esta forma la carta, aguardando a que aquella mujer de duras facciones la recogiera.

Rackir, observo su espada, sin reconocerla.

La admiró como algo nuevo. En cambio la cinta roja, significaba algo especial, que no alcanzaba a atisbar.

¿Puedo examinar la cinta?, hay algo en ella que me atrae.

Moonsong tomó la carta, la abrió y la leyó rápidamente. Luego, miró a Gundan y a Ups, como tratando de encontrar algo en sus caras o cuerpos. 

"Síganme" dijo suave pero firmemente. Fue dentro de la casa y los condujo a salón grande y cuadrado, adornado con pieles colgando de las paredes, con algunos almohadones en el suelo. Una ventana grande daba a un patio en el que había un cerezo. Varios pétalos de las flores del árbol se habían desprendido y adornaban el suelo de la habitación. Un aroma dulce, seguramente influenciado por las flores de cerezo se impregnaba en el ambiente y un rayo de sol entraba dando al lugar una calidez reconfortante.

"Tomen asiento, por favor. Deben estar cansados. Les pido que se pongan cómodos y me esperen unos instantes."

Sin más, la jefa de Que-Shu salió de la habitación y casi al instante entró una hermosa joven de cabellos negros con pan y queso, además de un poco de vino. Dejó todo en una bandeja en el centro de la habitación y esperó unos minutos contra la puerta. 

 Cuando la larguirucha sabia de piernas largas les dijo que la siguieran, sin poderse explicar el porqué, el menudo y roñoso gully la siguió con un leve trote, resultando bastante cómico con su pancita redonda y los trapos con que cubría su cuerpo.

 La mujer los guió hacia un gran salón adornado con pieles de grandes animales muertos y el suelo sucio con pétalos de flor, en un rincón había una ventana abierta en la que él veía el cielo azul enmarcado. Cuando la sabia dijo que se ausentaba y que se sentaran, el sucio aghar empezó a curiosear cuando entró otra larguirucha con los pelos negros.

 - El suelo está susio, creo que ha venío de fuera, mejor serrá la ventana.- Dijo mientras se acercaba a las paredes para ver de cerca las pieles que allí se exibían.

Gundan sigió a la líder tribal con paso firme y casi ceremonioso al interior de la tienda. El caballero no perdió de vista ni un segundo al enano, asegurándose que se adentraba delante de él. Una vez dentro, Gundan, tomó asiento, mientras Ups curioseaba por el interior, hecho que consiguió arrancar una sonrisa del rostro de Gundan. Apenas había bajado la guardia cuando una preciosa joven se adentró cargada de una bandeja y conun acto casi reflejo el caballero se incorporó en un claro gesto de cortesía y respeto hacia la mujer.

Cuando ésta dejó la comida, Gundan la probó frugalmente, para no ser descortés ni ofender a la tribu en modo alguno.

-Ven Ups, sientate a mi lado y disfruta de la comida que los Que-Shu nos han ofrecido gentilmente.- Le dijo al enano con una amplia sonrisa en la cara, justó antes de dar un trago de vino.

 Con un sonoro rugir de tripas el gully se acercó trotando hacia la fuente de comida, tras oler la comida, una vez entre las manos se aupó de un salto al asiento, dejando los pies colgando, balanceándolos perezosamente mientras incaba el diente en el queso y el pan. Pero pronto bajo de nuevo para tomar más comida, la verdad es que parecía hambriento.

 ¡Comida gratis! Cooome, come, come, come... nunca sabes cuando podrás comer otra vez.

 Viendo que la moza de pelos negros no dedía nada, fue dando rienda suelta y a comer a manos llenas. Tras unos instantes medio atragantado se ayudo de una copa de ese oloroso brebaje para engullir más comida después.

 Sin lugar a dudas era curioso ver como podía llegar a comer una cosa tan pequeña...

Croril se mantuvo en silencio, una presencia tras el elfo y el yaciente hombre. Cualquier intento de ser hostiles con esa arma se iba a encontrar con su brazo en el cuello... pero al tiempo no se perdía palabra.

- Cuidado con eso, elfo, no queremos que te lastimes. Se acercó a tomar la espada con delicadeza. Es de buena construcción, y balanceada, dijo. Tal vez podemos remover la cinta para que la mires? completó mientras intentaba separarla de la espada para entregarle solo la cinta a Rackir. 

Tervalis le cedió la espada al bárbaro, mirándolo con gesto sorprendido por la arrogancia de aquella criatura. Al poco su gesto se tornó sonriente y contestó.

- No os preocupéis maese bárbaro estoy más familiarizado con la esgrima de lo que ambos quisiéramos reconocer- aquello era como en sus historias, robustos y rudos guerreros, un extraña espada un viaje en ciernes, pero la magia no podía durar- Lo que me extraña es que alguien de su origen conozca técnicas tan avanzadas como el trabajo del metal.

Tras este último comentario, que no tenía por seguro como iba a reaccionar el guerrero ni si lo iba a entender. Hizo una leve inclinación de cabeza y devolvió la mirada al hombre convaleciente, preguntándose cuando se podría levantar para marchar, ya que una vez más en su vida estaba impaciente.

- Señor elfo, puede que mi cuna haya sido un cuero de vaca crudo, puede que la belleza de mi tierra sean solo pasturas y plumas de pájaro, pero creame que he visto combates, he hablado con cientos de viajeros de aquí y de allá, y conozco mi trabajo. Mi trabajo, sopesó el arma en sus manos, es evitar que otros hagan daño. Y hacerlo, si es necesario. Conozco las herramientas del dolor. 

Rackir coge la espada, y se centra en la cinta.

Gracias.

Tras esto mira la cinta y la espada durante unos minutos...

El elfo observó al hombre convaleciente por si el contacto con la espada le devolvía algún recuerdo, cuando la respuesta del bárbaro le sorprendió, no pudo mas que devolverle una forzada y sonrisa y apoyar su mano en el hombro de este durante un corto instante ya que la apartó rápidamente.

- Siento haberle ofendido mi buen señor, pero una lengua tan simple como es el común puede dar lugar fácilmente a equívocos y más a un viajero principiante como yo que no está habituado a la germanía de la soldada- sopesó al humano con sus ojos almendrados-Estoy seguro de que sabe hacer su trabajo pero que quizá no esté tan familiarizado con los buenos modales. Ya dije que me llamo Tervalis, puede llamarme así, no todos los elfos nos llamamos elfo.

Tervalis tiende su mano al humano.

- Lo achacaré a que os turba mi presencia.

Croril sonrió, una sonrisa ancha y franca, estrechando la mano del elfo con fuerza. Oh, yo tampoco quise ofender. Y su presencia no me turba, sé que los de su raza sangran igual que los míos. Y, honestamente, con los nombres que a veces portan, es más fácil llamarlos elfos. Intentaré recordar su nombre.

Sin decir más, el bárbaro esperó la reacción de Rackir. No le gustó ni un poco que tomara la espada de sus manos cuando solo pretendía entregarle la cinta, por lo que esperó atento a cualquier movimiento que no le gustara, dispuesto a partirle el brazo si fuera necesario. 

Rackir tomó la cinta, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Miró fijamente la tela carmesí, y se sumergió en su profundo color, perdiéndose en los recovecos de su mente. 

Una sensación de nostalgia lo invadió y unas lágrimas afloraron en sus ojos. Unos ojos hermosos, de color negro se abrieron en su mente y brillaron con intensidad. Rackir sintió un vacío en el estómago, y esos ojos parecieron notarlo. 

Un acceso de tos hizo que su mente vuelva a estar en el cálido cuarto con el bárbaro y el elfo. Pero, ¿De quién eran esos ojos?

Esperaron un rato, y luego se abrió la puerta nuevamente. Moonsong, radiante como siempre, entró a la habitación con un rollo de pergamino cerrado y laqueado. Lo colocó en un estuche de cuero redondo, lo cerró y se lo entregó a Gundan.

"Es la respuesta al mensaje de Lady Camilla, caballero." dijo con su actitud entre altiva y tierna. "Supongo que volverá a la Ciudadela de la Luz directamente, ¿No es así?"

La jefa permanecía parada, cerca del caballero. En actitud firme, pero no desafiante.