Partida Rol por web

El sueño insondable

Epílogo

Cargando editor
12/05/2024, 15:19
Master

Con el caso prácticamente cerrado y la verdad finalmente al descubierto, te encaminas hacia la mansión de los Deakin con un peso en el corazón y la mente turbada. Margaret te recibe con una inusual calidez, ofreciéndote todo lo necesario para sanar tus heridas tanto físicas como emocionales: una ducha reparadora, ropa limpia y cuidados para tus rasguños y el golpe en la cabeza.

El trayecto a través del amanecer de Los Ángeles revela una ciudad envuelta en una neblina de sombras y secretos, donde la verdad parece esconderse en los recovecos más oscuros y la corrupción acecha en cada esquina.

Te asalta la incógnita de cuántas almas inocentes han caído presas de la oscuridad en esa caverna subterránea, y cuántos secretos esperan ser desenterrados de los rincones más siniestros del subsuelo.

Por ahora, te conformas con el hecho de que al menos una víctima ha encontrado un atisbo de paz. Aunque la verdad detrás de todo esto haya abierto tus ojos a un mundo nuevo y peligroso, lleno de misterios que escapan a la comprensión de la gente común.

El recuerdo de la experiencia en la cueva bajo el taller de Roy te estremece, recordando el frío húmedo del miedo que se colaba por tu espalda mientras la oscuridad te envolvía como una manta de desesperación. Las bestias humanoides, con sus ojos ardientes y sus aullidos salvajes, se graban en tu mente como una pesadilla que no puedes sacudir.

Pero sobreviviste. Siempre lo haces. Y ahora, mientras compartes con Margaret la intrincada historia de su hermana, sabes que la justicia puede estar más allá de tu alcance. Sin embargo, eres Dexter Raymond, detective privado de Los Ángeles, y no dejarás que la oscuridad te consuma. Harás lo que sea necesario para mantener viva la llama de la verdad, incluso si eso significa enfrentarte a las bestias que acechan en las sombras.

Cargando editor
12/05/2024, 16:35
Dexter Raymond

Mientras se dirige a la residencia de los Deakin, Dex ve el amanecer neblinoso, oscuro y aun así ligeramente luminoso, como si fuera la primera vez que lo ve. Pero de una manera distinta. Sí. Ahora el amanecer es diferente. ¿Qué misterios esconde el día? ¿Y la noche? ¿Qué hay bajo tierra? Cuando se quiere dar cuenta, se ha perdido en pensamientos oscuros que lo asaltan, imaginando que bajo sus pies hay siempre seres dispuestos a robarle la cordura, a arrojar a la humanidad a un rincón oscuro de perdición.

Por eso, cuando le cuenta la historia sucedida y la resolución del caso a Margaret, se termina quebrando y… llora. Sí. Llora y no sabe por qué. Pero llora. Y se arroja a los brazos de Margaret mientras lo hace. «Sargento de hierro», le dijeron. Y ahora, Dex, que se pensaba un tipo muy duro, se ve quebrado. Ha resuelto el caso. Ha escapado del infierno que le espera para siempre a Helen Deakin. Ha sobrevivido a las manos sangrientas de la mafia. Pero, aun así, se ve quebrado en lo más profundo. Hasta los tipos duros tienen sus límites, supone.

Llora en el hombro de Margaret Deakin, abrazado a ella, como si allí pudiera encontrar un consuelo. Sin embargo, mientras lo hace, sabe que bajo sus pies la oscuridad espera, una oscuridad profunda y temible. A veces, para sobrevivir a la oscuridad, el espíritu debe abrir las puertas de su fragilidad para volver a recomponerse. Y esas lágrimas pueden ser una catarsis.

Mientras se ducha, lavando su cuerpo y sus heridas, siente que también su espíritu necesita esa purificación. ¿Lo conseguirá? No lo sabe. Piensa en Margaret, por la que se ha quedado profundamente colado, pero sabe que entrar ahí es un territorio prohibido, un territorio peligroso, un territorio demasiado cercano al abismo que ha visto con sus propios ojos y que lo estremece de pies a cabeza. Siente que, para mantener su cordura, sería mejor que rompa su corazón. ¿Cómo es posible que Margaret Deakin se le haya clavado tanto en el corazón? ¿Será una forma de encontrar un apoyo frente a la oscuridad que abunda en la ciudad de Los Angeles? Quién podría decirlo…

Dexter ha visto lo más profundo del cosmos. Tras ducharse, se mira al espejo. Y no sabe ya qué es lo que ve allí al ver su rostro. O quizás sí lo sabe, quizás lo sabe mejor que nunca. Ahora, lo que ve es un misterio que nunca podrá resolverse. Un nuevo amanecer, enturbiado por las sombras, los secretos y los aullidos salvajes de criaturas terribles.

Una pesadilla.

Un sueño insondable.