Partida Rol por web

Sin decir nada vi como se movia el grupo y decidi que la sutileza era el mejor ejemplo ..., puse una mano delante de la gran mujer guerrera ... - si lo deseais dejarme a mi primero ... intentare ser sutil por si hay alguna cosa ... - comienzo a acercarme en sigilo hasta el islote ..., de repente sali de la vista del todo el grupo dirigiendome hacia la isla ...

El mediano había estado todo el rato farfullando. Algo de morir indignamente, algo de mosquitos gigantes, algo sobre el tamaño del colmillo del dragón más grande que él mismo, y varias cosas más.

No se lo veía especialmente contento. Porque no estaba para nada contento.

La guerrera se tomo la molestia de dorarla la píldora un poco, pero Saru sabia que no podía marcharse de allí por el pantano infernal él solo, era una sentencia de muerte segura.

Así que con un resoplido dejo caer una mano sobre el agua pantanosa, que siempre estaba mucho más cerca de su cara que de la de los demás. Y el impacto con el agua le lleno la cara de barro nuevamente.

Maldijo sin pudor, y finalmente contesto a la buena de Magdalena.

Mi señora, no tengo ganas de morir en este pantano, ni en ese lago extraño. Pero no me quedare aquí, aquella agua parece más limpia que esta.

Así que el comerciante, camino tras el resto, y en cuanto pudo, uso el agua del lago para lavarse las manchas de suciedad que tuviera, o creyera tener.

 si lo deseais dejarme a mi primero ... intentare ser sutil por si hay alguna cosa ... - 

Adelante Lideón.   Tomo la retaguardia entonces, por cualquier cosa.  -dijo el dracónido azul. 

A medida que se adentraban en el lago, el cielo sobre sus cabezas comenzaba a oscurecer y en cuestión de segundos comenzó a llover una vez más. Tras cruzar a la otra parte del lago, algunos con más esfuerzo que otros, todos llegaron a la otra orilla. Al salir del agua, Kareen y Kvothe tenían varias sanguijuelas adheridas  a su cuerpo. 

El druida, gracias a las duras escamas que recubrían su cuerpo, se las pudo quitar fácilmente de su cuerpo pues no se habían enganchado con fuerza. Kareen no corrió con la misma suerte y, pese a que también se las pudo quitar de encima, la maga comenzó a notarse febril y algo debilitada.

La lluvia se tornó tormenta en cuestión de segundos. El agua comenzó a caer con más fuerza, venía acompañada de un viento molesto y de truenos que hacían retumbar la ciénaga por completo.

Justo delante se alzaba el templo. Aunque la estructura estaba "intacta", un vistazo rápido revelaba grietas por dónde el agua se colaba. El musgo y los hongos crecían por todos lados, y un débil olor a huevos podridos surgía del interior. La entrada principal era, literalmente, un agujero en los propios muros del templo. Y es que daba la sensación que las puertas de acceso hubieran desaparecido.

El druida aplicó a Kareen una serie de remedios para quitar la infección causada por la sanguijuela.  Con lo puesto debería bastar para una rápida recuperación. 

Cuando pudo se levantó y se cubrió lo más posible para que la tormenta no le bloqueara la vista. Observó con cuidado las grietas para ver por donde podrían escabullirse  

De repente el clima había empeorado sin venir a cuento, sólo porque se habían acercado a esa estructura. Y aunque Magd fuera una guerrera y no una mística, sabía perfectamente que aquello no era bueno. De ninguna manera.

 -Tened cuidado. Que nadie entre hasta que no hayamos comprobado que el interior es seguro.

Con aquella tormenta cayéndoles encima era imposible ver algún tipo de rastro, por lo que la guerrera se conformaría con imitar a Kvothe y observar el interior del edificio a través de las grietas en las paredes. Si el sitio era seguro, entrarían. Si no, se largarían lo más rápido posible.

Saru no se lo pensó dos veces, no pensaba quedarse afuera mientras caía la de dioesesburgo en su cabeza. De ninguna manera.

Así que en cuanto encontré un hueco en la pared de la estructura que lo dejo pasar, entro, ,y en cuanto encontró un hueco donde no le llovieran mares en la cabeza, se acurruco allí, en las sombras, sin decir ni pio.

Le daba igual lo que hicieran los demás, él no ocupaba mucho, y no pensaba salir hasta que el clima mejorara. Si es que podia. Aquel pantano era un lugar odioso, y lo había sido cada vez más desde que habían entrado en él.

Kvothe se dio prisa en aplicar un remedio, algo viscoso y maloliente, sobre Kareen. Los dolores de cabeza desaparecían al momento pero durante un buen rato la hechicera se sentiría algo débil. 

Mientras tanto Magd observaba a través de las grietas. Desde su posición pudo ver perfectamente el interior del templo. 
Se trataba de una sala llena de columnas, que habían visto mejores épocas ya que estaban cubiertas de moho. En el suelo había varios charcos de agua estancada. Tras las columnas, en las paredes, había varias filas de nichos abiertos. Al fondo de la sala se encontraba un muro con la pintura descolorida de un sol que ocupa casi toda la pared. Bajo la imagen se alzaba un altar de piedra medio cubierto de huesos y estiércol. Estiércol que estaba siendo devorado por cuatro enormes escarabajos cuyos cuerpos emitían luz, como si de linternas andantes se tratase.

También pudo ver a ¿Saru? El mediano se había colado rápidamente por el hueco principal de la pared y se había adentrado más o menos hasta el inicio de la hilera de columnas, donde la lluvia que se colaba por los huecos del muro no pudiera mojarlo más. Pese a la presencia del pequeño Saru, los escarabajos no parecían haberse inmutado y seguían a lo suyo, que no era otra cosa que seguir comiendo estiércol.

 -Hay algo dentro.

Magd hablaba lo más bajo que podía, pero a un volumen que se la pudiera escuchar bajo aquella tormenta del diablo.

 -No es el dragón, son una especie de escarabajos gigantes. No parecen prestar atención más que al estiércol que se están comiendo. Podríamos entrar y atacarlos para explorar la construcción por dentro, pero no sé cómo de fuertes pueden ser esas criaturas. Acepto sugerencias sobre lo que hacer a continuación, compañeros.

El mediano se había colado en un hueco de la pared, refugiándose del fuinesto clima. Las criaturas parecían estar ignorando también ese detalle, centradas en su comida.

 -Saru se ha refugiado en la pared, los escarabajos le ignoran. En efecto creo que no nos harán caso hasta que no les ataquemos directamente, comer es lo único que parece importarles.

Luego se acercó a Maechen.

 -¿Os suena una especie local de escarabajo enorme que emite luz al comer? ¿Sabéis su fuerza, si son peligrosos o algún detalle útil?

Miró al druida tras decir aquello.

 -Maese Kvothe, la pregunta también va para vos. Todo conocimiento puede sernos de utilidad en esta situación.

Si, los reconozco.  Estos escarabajos son.... -y comenzó a describirles el número de patas, su ciclo de vida, sus conductas reproductivas, sus sentidos en la oscuridad, su distribución en la región, sus usos por los grupos indígenas de la zona, y obvio, sus hábitos alimenticios y de defensa del territorio.   

Ah, y seguro también les da miedo el fuego o así.  No que en el chubasco pudiéramos prender algo.

Aunque el estiércol es lo que me llama más la atención.  ¿Qué lo está produciendo?  Está en suficiente frecuencia y cantidad como para tener una colonia de escarabajos estercoleros aquí viviendo de forma permanente.

- parece que los escarabajos pasan de Saru, asi que yo los dejaria hasta que muestren algun caracter amenazante y controlemos la sala ... tal vez algo se oculte o nos espere en la proxima esquina ..- ., comienzo a caminar de forma sigilosa hacia la entrada o una grieta en la que pudeira entrar ... - vamos?? -

Vamos Lideon.  Y Kvothe se movilizó detrás del felino bardo para llegar juntos al templo resquebrajado.

Ahorita te digo que se de esos escarabajos*.  -le aseguró.

 -Os cubro la retaguardia.

Porque eran cuatro escarabajos enormes los que allí había. Cuanto menor fuera la diferencia numérica entre ellos y los posibles enemigos, mejor. Que ella no es que valiera por dos, pero era consciente de su fuerza y de la diferencia que podía haber en la batalla si ella no participaba.

Desgraciadamente, todo lo que Magd tenía de fuerte le faltaba de sigilosa. Y aunque intentó ser lo más silenciosa y discreta posible, acabó por no poder evitar el repiqueteo de sus armas o el sonido de sus pasos en el suelo de la estructura. Maldita fuera su escasa habilidad para el subterfugio.

Kvothe reconoció a los escarabajos nada más verlos. Se trataba de un grupo de los conocidos como "Escarabajos de Fuego". El sobrenombre "de Fuego" era debido a que estas criaturas poseían unas glándulas brillantes que emitían luz. Solían ser un recurso muy utilizado por mineros y aventureros que se atrevían a explorar lugares oscuros, ya que sus glándulas seguían brillando varias días depués de que el escarabajo muera. Por lo general no son criaturas agresivas pero atacarán con voracidad si son perturbadas o se sienten amenazadas, activando sus glándulas brillantes y lanzando pequeñas bocanadas de fuego.

- Yo no me acercaría demasiado a su fuente de comida - comentó Maechen, que asintió a la información proporcionada por el druida.

Uno a uno os vais colando por el hueco en la pared para refugiaros de la lluvia y alcanzar al pequeño Saru que ya estaba disfrutando de un pequeño respiro bajo techo. Los escarabajos seguían a lo suyo a pesar del ruido que la guerrera había echo al entrar en el templo. Pero rápidamente de entre los nichos que había en las paredes, cuatro criaturas surgieron con intenciones bastante hostiles. Se trataba de cuatro hombres lagarto, pero con una característica que no poseían los anteriores hombres lagarto que habíais visto. Sus pieles escamosas estaban deterioradas, con sarpullidos que no presagiaban nada bueno para su salud. Sus ojos encolerizados pedían a gritos sangre...

El druida Azurr actuó igual de lento que los atacantes.  ¿Alcanzarían a llegar antes que él hiciera algo?  En todo caso se puso en posición defensiva total, cuidando al dragoncito del daño, en lo que lo colocaba entre las piedras en un lugar seguro. 

Mientras lo hacía, sus ojos escudriñaban a las pústulas y llagas de los hombres-lagarto.   ¿Era locura inducida por la comezón?  Quizá podría remediarlo.

Maldita sea... ¿Cómo no había visto venir aquello? ¡Si el sitio era ideal para una emboscada!

 -Mierda...

Echando mano de su espadón, Magd se preparó para la batalla. Aquellos hombres lagarto les habían sorprendido y rodeado antes de que pudieran reaccionar, pero esa sería la última osadía que iban a cometer en sus miserables vidas. Blandiendo su enorme arma, la guerrera golpeó al hombre lagarto que tenía más cercano, golpeándole en el torso con la gran hoja y desgarrando la carne de aquella criatura.

Fue entonces cuando la mujer se fijó en el aspecto tan enfermo que ofrecían aquellos hombres lagarto. Parecían... Parecían estar descomponiéndose en vida.

 -¡No dejéis que os toquen!

Porque los dioses sabían que plaga podían estar portando en su corrompido cuerpo. Lo último que necesitaban era enfermarse de una patología desconocida y, a todas luces, mortal.

Lidraen saco sus dos armas y se preparo para el combate ( cuando se mi turno atacarre al maz proximo)

Saru estaba cansado del pantano. Cansado de tener que vigilar cada hoja y cada charco por si salía un dragón gigante y se lo comía. Y sobre todo cansado de no hacer sus negocios, que pare eso había llegado a esta región.

Pensaba que había conseguido un poco de tranquilidad a cubierto dentro de las ruinas, donde se estaba acomodando y procurando estar lo mas seco posible, cuando el resto del grupo empezó a hacer de las suyas.

No eran capaces de moverse sin generar el caos a su alrededor. Y justo cuando pensaba llamarles la atención, se dio cuenta. Nuevos enemigos. O puede que estos estuvieran viejos, pues tenían sin duda un aspecto teticramente macabro.

Cono presteza, coloco un nuevo virote en la ballesta, se pego a la roca buscando la oscuridad total, y espero mientras apuntaba a aquellas criaturas, a las que tendría que atacar mas pronto que tarde.

Al ver a esas odiosas criaturas repaso mentalmente mis hechizos y me preparo. Recito las palabras de mi conjuro y alzando la mano, aparecen dos flechas luminosas en la punta de mis dedos. Apunto a dos hombres lagarto y lanzo un misil mágico a cada uno.

A pesar de que los hombres lagarto os habían rodeado rápidamente, os da tiempo de desenfundar vuestras armas y plantar cara antes de empezar a sufrir sus ataques.

Magd soltó un tajo con su espadón que hirió gravemente a uno de los hombres lagarto. La sangre que manó de la herida del hombre lagarto era negra y viscosa, más de lo habitual. Kvothe, se había agazapado, adoptando una postura defensiva e interponiéndose entre los hombres lagarto y la pequeña cría de dragón. El druida observó detenidamente las yagas en la piel de los hombres lagarto así como la sangre que Magd había derramado y concluyó que se trataba de una enfermedad bastante contagiosa y perjudicial. Si alguno caía infectado, las capacidades naturales de su propio cuerpo para recuperarse de las heridas se verían afectadas.