Partida Rol por web

 Zulf, formando parte del corrillo, mueve pensativamente las mandíbulas, de forma parecida a un rumiante. No está convencido.

 - No quiero jugarme el pellejo por un presentiemiento. Mi hermano no iría por un lugar desaconsejado por la aldea, él debe estar por el paso de la derecha. Y posiblemente me necesite. Si no tiene un argumento mejor a un presentimiento, a una corazonada... no iré. Por muy bien que me caiga el tipo.

Sintiéndose totalmente extraño al sentir los brazos de sus compañeros sobre sus espalda, Zybax eleva el tono de voz, tratando que la inesperada situación acabe rápidamente

- Ya di mi opinión que es tan sólida como el hielo... o como mi hacha... aunque el hielo es quebradizo. Y mi hacha no. Ella no se quiebra. Ni mi opinión - totalmente confundido por sus propias palabras, Zybax levanta la cabeza y mira al humano que los ha curado tantas veces - Entonces... porqué? - pregunta mirándolo fijo - Acaso nos falta saber algo? Algo de ese mundo imaginario donde solo hay roca molida y no hay hielo? - pregunta con una sonrisa en sus labios - O Algo más terrenal? - completa más seriamente

Habib, que no esperaba que los enanos le acompañaran y no pretendía convencerles habló con la verdad desnuda. Estrajo el guantelete, lanzó un hechizo de luz para que observaran bien todos los presentes y pronunció: 

Ya habéis visto este guantelete con una gema engarzada. Es un poderoso artefacto proveniente de mi mundo. Ambos mundos, el vuestro y el mío, estuvieron, al principio de los tiempos, unidos. Bajó el objeto y les miró a los ojos uno a uno. Era un mundo lleno de magia, agua, plantas y vida. No hacía ni demasiado frío ni demasiado calor y las razas libres debieron prosperar. Los más poderosos hechiceros adquirieron gran poder pero rompieron el equilibrio que unía la magia con la naturaleza. Tal profanación tuvo repercusiones desastrosas. El mundo se fragmentó. En mi mundo escaseaba el agua, en el vuestro es el calor, quizá en otro que desconocemos falten otras cosas que suponemos imprescindibles. El equilibrio está roto. Sólo encontrando las gemas que faltan para completar los huecos del guantelete podremos reestablecerlo. Yo estoy unido al destino del guantelete por elección propia. Al él consagro mi vida. Por ello no me importa sacrificarla si es preciso. 

Hizo un pausa mientras buscaba las palabras. Anoche, el guantelete vibró cuando lo encaré a la gruta de la izquierda. Además, escuché la voz de mi amigo que me llamaba. Él también está unido al mismo destino. Pues cruzó conmigo el portal que me condujo aquí. El artefacto me indica esa dirección. Así que la tomaré. Quizá encontremos a mi amigo o algo necesario para seguir la búsqueda. Sea lo que sea, lo averiguaré. Si queréis acompañarme un tramo, os lo agradeceré. Pero comprendo que prefiráis desoír la petición de alguien que parece estar loco y seguir vuestro camino. No os lo reprocho. Hace unos meses no hubiera creído esta historia. Dijo mientras se giraba hacia la gruta de la izquierda. Aunque quizá no sea un loco, sólo alguien que ha visto cosas extrañas. 

Los enanos vieron al raro ser de espaldas. Incluso visto desde atrás era alguien ajeno a lo conocido: larguilucho, poco peludo, con ropas finas y de color claro, con poderes e ideas de locos, todo un extranjero. 

Ostras... un mundo con plantas... y sin frío. Si fuera verdad... ya no necesitaríamos comerciar con los elfos para la supervivencia de la tribu. Pasaríamos el primer invierno bueno desde el principio de los tiempos.

A Vorth la idea le seducía. ¿Quién está más loco? ¿El loco o el loco que sigue al loco? ¿O Zybax, que también está muy loco?

Miró a sus compañeros... no tenía la autoestima suficiente como para imponer su decisión a la de ellos, ni el valor de seguir a Habib en solitario. Seguiría a Zulf y a Zybax hasta que... bueno, hasta que decidieran tomar caminos distintos. Entonces sí que estaría con la cabeza hecha un lío.

Zybax está decidido a seguir por donde el sabe que es el camino correcto, pero las palabras del humano le hacen despertar dudas en su seguridad.

Lentamente se acerca al ahora iluminado guante y lo observa con curiosidad - dices que vibró y que escuchaste a tu compañero - repite mientras observa el guante con atención - NO creo que pueda existir un mundo sin agua... después de todo el hielo es agua y no entiendo que exista un lugar sin hielo, ni frío, ni... No. No puede existir. Pero si estás dispuesto a irte solo por allí, sin siquiera ver en la oscuridad, debe ser importante para ti -

El enano lo miró con curiosidad antes de levantar el dedo indice y declarar - Yo te acompañaré. Solo un día, pero te acompañaré. Si es un día no encontramos nada que demuestre que debemos ir por allí, volveré a donde se que debo ir y te dejaré solo. Pero estoy dispuesto a acompañarte un día. No más - insistió mirando al resto de sus compañeros - Perdimos más tiempo yendo por el otro túnel - intenta justificar su cambio de opinión

 Zulf escuchó con asombro creciente las palabras de Habib. Si fijó en el guantelete y los espacios que quedaban aún por engarzar. Al igual que Vorth quedó ensimismado con la idea de un mundo mejor, un mundo no tan tremendamente hostil y mortal. La consecución de un mundo así era un misión importante y loable.

 Pero...

 Pero por otro lado, estaba la necesidad de su pueblo en general, y la búsqueda de su hermano en particular. Si bien no había motivos para tener una confianza ciega en encontrarlo, tampoco quería dejar de buscarlo. Si llegaran a la comunidad élfica... tal vez estuviera allí o pudiera encontrar alguna información, si llegó si marchó de allí o lo que sea.

 Zulf miró el paso del otro túnel, no había nada que le sirviera para juzgaralo... nada salvo que no era el camino que le habían dicho seguir. Parecía resuelto a negarse en acompañarlo cunado Vorth y Zybax se avanzaron en dar sus pareceres. El tautado enano estudió sus respuestas.

 - No me gusta la idea de no continuar con la búsqueda del pueblo elfo... y menos el dejar de buscar a mi hermano. Pero... un día, creo que lo menos que puedo es brindarte ese día que propone Zybax.- Dijo con semblante pétreo.

Habib se giró con las palabras de sus compañeros enanos.

Gracias. Es un gesto que no olvidaré, así como agradezco todo lo que habéis hecho por mí hasta ahora.

Podía haber acabado con un "prometo compensaros", pero no hacía falta. Él haría lo que estuviera en su mano. Otra cosa es lo que imaginaran los enanos, pero si le querían acompañar, quizá es que ya no pensaban que era sólo un loco.

Luego, sin perder el tiempo, siguió caminando en la dirección que ya había tomado: hacia la gruta de la izquierda. 

Los enanos desvían sus miradas al guantelete de Habib contínuamente. Es cierto que en los nudillos tiene huecos vacíos donde supuestamente debe ir una gema como el zafiro que adorna ya en uno de ellos, una gema tan grande como ésa bien valdría un rebaño de morsas de las que alimentar un pueblo durante mucho tiempo. El resto del guantelete también destaca, las piezas de metal no están perfectamente encajadas sino que se trata de un amasijo de tiras metálicas que se solapan una sobre otra de forma desordenada oyendose de forma desagradable al rozarse entre ellas cada vez que el guantelete se mueve, que es bastante a menudo, ya que la mano de Habib apenas logra sujetar un guante que, por cuyo tamaño, debía estar hecho sin absolutamente ninguna duda para la mano de un minotauro.

La gruta a la izquierda se estrecha lo suficiente para que los enanos puedan ver ambos lados de la pared que les rodea, algo absolutamente inusual en esta cueva titánica. De nuevo formais dejando al desprotegido "humano" en el centro de la formación, comienza una leve ascensión  y al cabo de una hora una de las paredes desaparece dejando a vuestra derecha un vacío cuyo fondo es inalcanzable de ver ni imaginar pues la oscuridad parece abalanzarse contra vosotros con tal de aplastaros con la pared de vuestra derecha, el saliente por el que avanzais es suficientemente ancho para que paseis dos, pero en unos minutos de avanzar por éste se convierte en una ascendente escalera de hielo, ésta sí se pierde en la oscuridad. Los enanos advierten al humano y sin miedo se disponen a subir pero éste les para en seco.... es un tramo lo suficientemente peligroso como para que Habib se lo replantee dos veces.

Estamos de broma, ¿no? ¿Subir por ahí? Yo no digo que no podamos... ¿Pero qué pasa con la bajada cuando regresemos? ¡Y uno de nosotros no ve ni por dónde va!

Hace una pausa para explicarle a Habib la particular orografía del lugar, pero Vorth ha entrado en uno de sus típicos trances de mieditis aguda protestonae extrema.

La escalera, del lado derecho tiene pared, pero del izquierdo hay caída libre. Mínimo treinta o cuarenta pies, Habib. Y los escalones son de hielo: eso resbala. Muy mal. Muy mal. Yo no me atrevo a llevarte del brazo esta vez, ¿eh? Que si cae uno cae el otro. Y no sabemos cómo de largo es. Podría durar lo que una de tus luces, o podrías quedarte sin magia en medio de un tramo y a varias horas de cualquier lugar seguro.

- Tu decides... recuerda que solo tienes un día - asevera Zybax que busca en su mochila hasta darse cuenta que no tiene ninguna soga - Es una pena que no podemos sostenernos entre nosotros con alguna cuerda, pero si debemos subir, subamos. Por la bajada ya nos preocuparemos cuando sea el momento - insiste dando los primeros pasos por la helada escalera y demostrando que por más enano que fuera, la posibilidad de caer era muy cierta

- Cuidado con el escalón!!! - gritó sorprendido al notar como el hielo resultaba más resbaloso que lo esperado

Puede ser peligroso, sin duda, así, que aunque os he pedido un día, no teneís que seguir si lo consideráis conveniente. Yo seguiré. Usemos una cuerda. Así, si alguien cae, podremos salvarlo.

Buscaron la cuerda y la ataron a la cintura de todos. Habib lanzó un conjuro de luz. Quizá los usase todos hoy.

Sea la luz, disuélvanse las sombras.

Iba a decir algo más, pero Zybax se puso en marcha. Por muy poco resbaló. Se dispuso a tirar con sus débiles fuerzas. Sin embargo, antes debería afianzar sus pies en el resbaladizo hielo. Uff, por poco, pero aguantó. 

Está bien, está bien... ignoren las palabras del sabio Vorth. Pero si morimos todos, luego no vengáis echándome las culpas, ¿eh?

Vorth, a regañadientes, se ató la cuerda y empezó a caminar por los endiablados escalones de hielo.

¿Sabéis? A Plik se le daría bien caminar por aquí. Si no fuera porque no ve tan bien como un enano, podríamos haberle enviado a explorar la zona antes de... ¡Zybax, cuidado!

 Zulf miraba con desconfianza aquella ascensión, una caída podría resultar fatal. Pero en este mundo que les había tocado vivir... el peligro no era algo desconocido o nuevo, y no era la primera vez que le tendrían que hacer frente.

 Cerando la marcha, con la parte final de la cuerda, el enano emprendió el ascenso tras Vorth y Habib, en su mano portaba un puñal de hueso... si caía tal vez le sirviera para penetrar el hielo y tener un asidero...

 Esperamos que no tenga que comprobara si eso sería de utilidad.

 Con firmeza empezó la ascensión, pisando fuerte para que sus botas se encajaran en el hiejo. A medida que ascendía, el esfuerzo hacía que nubes de condensación salieran por la boca y la nariz de  Zulf, a la par que su pecho latía con fuerza.

 Enfrente de el, abriendo marcha, estaba Zybax avanzando impetuosamente... tal vez incluso un poco demasiado. Tras subir unos cuantos de aquellos altos peldaños, el desquiciado enano perdió pie y empezó a deslizarse fuera de la tracionera superficie.

 Zulf se paso un par de vueltas a la muñeca y tiró con fuerza, con ayuda de Habib, para intentar salvar la caída del bárbaro enano.

Vorth sintió el tirón de su cintura y sus pies empezaron a resbalar hacia el borde llevado por la cuerda.

Ngggg... ¡Habib! ¡Maldito @#&$! ¡Venir fue idea tuya! ¡Ayúdanos a levantar a Zybax!

A Zybax no le dijo nada, porque era un bestia que podría rebanarle los testículos, pero ayudaría que buscase puntos de sujección en la pared de hielo para intentar trepar de vuelta a aquí arriba.

Habib trataba de ser útil, pero su poca fuerza, sumado a que había poco sitio para colocarse hizo que tuviera que dejarlo estar. 

Zybax resbala el hacha se menea en su funda amenazando con caérsele junto a todo el equipo, el enano va derecho al precipicio pero la cuerda da un fuerte tirón a su compañero corrigiéndole el rumbo y haciendole caer varios peldaños. El resto buscais asidero donde evitar caer, el hielo de la pared es completamente liso y haceis uso de vuestras uñas y dientes para que el peso del enano no os deslice a todos escaleras abajo.

 Zulf logró que sus brazos no cedieran bajo el peso de la caída de Zybax... peros sus pies no pudiero encontrar un lugar donde aferrarse y poder aguantar el empuje con lo cual a pesar de sus esfuerzos, el enano también se precipitó al vacío. Por suerte cayó sobre una repesa no demasiado abajo. Sufriendo solo unas magulladuras.

El pie de Vorth se deslizó hasta el final del escalón, con la punta de los dedos justo en el borde. En ese momento, Plik salió raudo de la mochila, zigzagueó por el brazo y mordió la manga de su amo. El peso del armiño hacía de contrapeso para que Vorth no cayese.

Gracias, Plik. Si no fuese por ti...-se empezó a inclinar, el peso de un escuálido armiño no se hacía sentir en comparación al gordo culo de enano de Vorth-i... i... iiiiiiIIIIIH!!!

La caída accidentada de un enano, es como una bola de nieve: arrastra cuanto encuentra a su camino. Sin embargo, Habib logró agarrarse de la única forma que podía hacerlo: a cuatro patas. Una forma mucho más estable que la bípeda, sin duda. 

Compañeros, estáis bien? Si necesitáis curación, no dudéis en pedírmela.