Partida Rol por web

¿Tenéis una carta? Se vuelve a escuchar el aullido como si el viento y todo el edificio crujiese. Es esa la nota que tenéis en vuestras manos. Leedmela. Decidme lo que dice. Quizá sea de quien estaba esperando. Aunque creo que ya llega tarde.

Mordrogath asiente levemente ante la exigencia de la aparición, sin poder ocultar un rictus de horror al escuchar cómo la madera de la casa cruje a su alrededor..."y asi se hará...permitid que mi compañero arrastre al moribundo fuera de aquí mientras yo os leo la carta..." dice, evitando a duras penas que en su voz trasluzca el temor que siente en sus entrañas, mientras hace unos gestos tranquilizadores, haciendo ver que no va a atacar.

Naith se agacha lentamente y envainando su espada con cuidado, agarra la carta con una mano mientras, soltando el escudo en el suelo al lado del pequeño gnomo, con la mano recién liberada coge a Dimdel y lo arrastra detrás suyo, de tal forma que entre el fantasma y Dimdel esté él....al hacerlo, le dice a Mai-Cor "Toma al pequeño, sácalo de aquí....ya sabes lo que hacer....no te preocupes por mí.".

Trata de aparentar seguridad, pero en sus ojos se puede leer claramente la ansiedad que le desgarra por dentro, en sus labios marcados por un bocado propio el miedo que ha de estar soportando. Quiere gloria, pero luchando.....no es su ideal morir sin poder hacer nada, estando totalmente a merced del enemigo....por otra parte, sería muy noble morir aquí mientras sus compañeros escapan gracias a su sacrificio....pero sigue sin ser lo que él anda buscando.... 

Levanta la carta ante sus ojos y toma aire para leer...comenzando a leer lentamente..."Señor, en la carta pone lo siguiente, si tenéis a bien escuchar, os leo......cof....cof......: "Estoy de paso por...."

Sigo las indicaciones del caballero, pero solo a medias. Agarro el cuerpo de nuestro compañero  y lo separo un poco más de su posición, pero sigo sin salir de allí ya que creo que sería inútil. Nuestra única opción, es que el mensaje que taremos signifique algo para ese ser y nos permita marchar, y que lo que hay fuera también nos permita marchar, entonces, podremos atender a Dimdel.

Espero impaciente la reacción ante las palabras de la carta. Si todo sale mal, correré lo más rápido que pueda, pero espero que de alguna forma que no comprendo, las cosas salgan bien.

Mientras estas ideas dan vueltas en mi cabeza, observo la herida del Gnomo. Es terrible. Sangra con profusión y por la naturaleza de la herida, sin la ayuda de Mordrogath no creo que pueda hacer demasiado...su cuerpo ha sido atravesado y solo espero que la herida no haya dañado ningún órgano vital.

Mordrogath comienza a leer la carta e inconscientemente dejo de respirar esperando que el mundo se detenga y que cuando vuelva a arrancar...todo vaya mejor...

El fantasma arrebata la carta al caballero y con su contacto el papel queda deshecho en cenizas pues se había consumido a gran velocidad. El fantasma mostraba un rostro de ira, aquellas palabras que vosotros no habíais llegado a entender si las entendió el ser insubstancial.

¡Está bien! Grita ahora de forma aterradora, hasta tal punto que la sangre se os congela dentro de las venas. ¡Marchaos ahora! ¡Habéis cumplido la misión que os trajo hasta aquí! ¡Abandonad Nulb! ¡Largaos de aquí y nunca regreseis! ¡No le habléis a nadie de nuestra ciudad, no habléis de Nulb, la ciudad fantasma!

Con un vuelco del corazón que casi lo deja paralizado de terror, Mordrogath da un paso atrás, mirando intensamente con los ojos muy abiertos al fantasma que delante de él tiene un arrebato de furia. Echando la cabeza ligeramente hacia atrás, como si le hubieran golpeado, aguanta estoicamente el grito del ente, con las piernas clavadas al suelo, los brazos agarrotados y las manos crispadas, "¿La ciudad fantasma? ¡Mai-Cor tenía razón! ¡HAY MÁS!" alcanza a pensar con un tremendo pavor.

En cuanto el fantasma termina su frase, Mordrogath no pierde el tiempo. Él ha sido entrenado para la batalla, para ver heridas y para reaccionar en un instante para salvar la vida, la propia o la de otro. Agachándose fulgurantemente, agarra el escudo que había dejado caer y sale lo más rápido que le permiten sus pesadas y tensas piernas, agarrotadas por el esfuerzo que ha hecho para no salir corriendo. 

Al pasar por al lado de Mai-Cor, agarra a Dimdel con una de sus manos libres y le dice "¡Salgamos de aquí, corre, ayúdame con el pequeño, tienes que cerrar su herida ya, yo no he sido entrenado, puedo ayudarte, pero soy muy torpe en eso!" mientras trata de seguir su camino y salir por la puerta hacia el exterior, alejándose unos metros de la casa. Mordrogath siente la sangre caliente de Dimdel en su mano y siente la impotencia en su interior, una rabia que le va subiendo por el estómago, deshaciendo la bola de miedo frío que se había instalado en él conforme va saliendo de la casa y se da realmente cuenta del estado tan grave de su compañero. "¡Se nos muere Mai-Cor...deprisa!"

Me quedo paralizado ante la actuación del ser fantasmal. Nos deja marchar, pero no soy consciente de ellos hasta que Mordrogath actúa y me insta a que llevemos a Dimdel al exterior. Sin pensarlo, le acompaño y me sitúo junto a él y al Gnomo, arrodillado, observando nuevamente la herida que no deja de sangrar.

-Yo...nn...no...no se qué hace Mordrogath-digo al tiempo que miro alrededor esperando encontrarme con más figuras fantasmales dispuestas a acabar con nosotros sin un motivo que comprendamos.

"¡Se nos muere Mai-Cor...deprisa!"-Escucho de forma amortiguada, pero lo suficientemente alta como para que reaccione y me lance a sacar algo de tela que tenga a mano.

-Tal vez si conseguimos taponar la herida...digo sin estar nada seguro. Le han atravesado y una simple tela no creo que haga nada, pero tal vez Dimdel sea más fuerte de lo que parece.

Comienzo a presionar con la tela y siento como la sangre sigue saliendo empapando esta y saliendo entre los dedos con los que estoy presionando. En ese instante pienso que tengo las manos sucias y que se supone que para estas cosas uno cuidar esos detalles.

-Mierda Dimdel- digo mientras se me escapan las lagrimas- deja de sangrar..

Desesperado vuelvo a echar un vistazo y recuerdo la casa en la que ponía algo de hierbas, tal vez allí...pero ¿y si hay otro fantasma? Si me levanto y voy, puede que el Gnomo muera más rápido y podemos vernos envueltos en más problemas, por lo que Mordrogath tampoco debería ir, pero Dimdel se muere...haga lo que haga siento que su vida se escapa lenta y roja esparcida por la maldita ciudad de Nulb...

Salís fuera huyendo del fantasma, tendéis allí, sobre el duro pavimento a vuestro colega Dimdel. Pero vuestros intentos de sanación, más que ayudar, parecen abrir aún más la herida. Quizá ir a la tienda fuera una buena opción, pero ibais contrarreloj.

Tragabirras estaba dando sus últimos alientos de vida. Apenas le quedaba tiempo...

Observo en silencio como Mai-Cor trata de cerrar la herida por la que no hace más que sangrar Dimdel. Los dedos de Mai-Cor tiemblan y tratan de taponar con un trozo de tela la pérdida de sangre, pero tras un par de intentos, el trapo está totalmente empapado y la herida no deja de sangrar.

Veo como las lágrimas empiezan a resbalar por las mejillas de Mai-Cor y como deja caer entre sus dedos el trapo, mirándose durante un par de segundos las manos con cara de impotencia. Le veo levantar la vista hacia lo que un rato antes pensábamos que era una tienda de hierbas, y con un rechinar de dientes, tomo una decisión, quizá la última de mi vida "Si hay un fantasma también allí dentro, es muy posible que uno de los dos muera, si no los dos, al entrar ahí, pero nunca podrán tacharme de cobarde..." piensa mientras se levanta, coge a Dimdel entre sus brazos como si fuera un niño pequeño y sale corriendo hacia la tienda....no quiere pensar en nada, nota como sus piernas, pesadas hace unos segundos, ahora vuelan por encima del pavimento. Las manos que antes temblaban ahora agarran firme a Dimdel, olvidando el escudo en el suelo..."¡Mai-Cor ayúdame, concéntrate! Hay que buscar algo ahí dentro, quizás hayan hierbas, alguna cosa....¡rápido! ¡Dimdel se está poniendo cada vez más blanco!" grita a su compañero. Mai-Cor no puede verlo, pero unas lágrimas comienzan a caer por el rostro avezado del caballero, mientras su mandíbula aprieta fuertemente los dientes..."vamos..vamos...vamos....tú puedes Dim...aguanta...aguanta..." murmura entre dientes Mordrogath mientras llega a la puerta de la tienda...

Y sin pensarlo, entra en la tienda, buscando con la mirada algo que pueda ayudar....

Al observar cómo el caballero se ha dado cuenta de mis dudas y ha tomado una decisión, salgo corriendo tras él. Es fácil tener valor y confianza cuando sigues a alguien como Mordrogath, como para meterse en la boca del lobo.

Cuando entramos en el edificio comienzo a buscar por todas partes, observo que el caballero me indica un lugar con un gesto de la cabeza y me centro ahí. No sabemos si también hay algún fantasma, de hecho, incluso podría haber un pobre tendero observándonos con pavor, pero da igual, remuevo todo lo que hay en el lugar en busca de algo...algo que parezca de utilidad. Tengo un grito ahogado en la garganta, lleno de frustración y rabia y el único motivo por el que no lo dejo escapar, es porque creo que aún hay alguna esperanza para Dimdel...

Mai-Cor y Mordrogath estaba completamente desesperados, sentía como la vida de Dimdel se escapaba con cada segundo que pasaba. La sangre se iba derramando lentamente pero de forma constante. El caballero tomó al gnomo entre sus brazos y se marchó corriendo hacia la herboristería de la ciudad. Mai - cor corría detrás pensando que quizá se podrían estar metiendo en la boca del lobo.

Ese edificio tenía una estructura desvencijada, parecía que había sido un lugar muy visitado cuando la comunidad estaba aún viva. Un letrero todavía cuelga en el exterior, con una descolorida inscripción que dice: "Hierbas".

Cuando atravesasteis la puerta principal del edificio pudisteis ver una habitación principal con un almacén detrás y dos pequeños dormitorios al fondo. Uno de los dormitorios está en uno de forma evidente, el otro es igual de evidente que no. Todo el lugar está desordenado y sucio, con gran parte del antiguo suministro de hierbas todavía allí.

Entre todas ellas parecía haber unas que indicaban que venían en perfecto estado para casos parecidos al vuestro. Necesitabais de una buena mano que ayudara a curar las heridas de vuestro compañero, pero a falta de ayuda, solo podríais intentarlo vosotros solos. Y confiando, eso sí, en que aquella persona que aún vivía allí, no apareciese justo en el momento menos indicado.

Mordrogath señaló las hierbas que habían en la estancia con una mano "¡Ahí Mai-Cor, deprisa, úsalas, yo te ayudaré !" y comenzó a rasgar la ropa de Dimdel ahí donde tenía la herida, liberando espacio y dejando más visibilidad a Mai-Cor. Con uno de los trozos de ropa, limpió como pudo los bordes de la herida y comenzó a presionar, para tratar de evitar la perdida de sangre, dejó uno de los otros trozos, roto de manera alargada, formando una tira, a un lado, preparado para usarlo en cuanto su compañero hubiera empleado las hierbas, para atarlo alrededor del cuerpo y ejercer presión para taponar la herida y sostener las hierbas alrededor de la herida. 

Mientras hacía esto, un rezo salía de sus labios "San Cuthbert, tú que eres el protector de la justicia, de la sabiduría, de la ley y el orden, no dejes que éste pequeño muera en nuestras manos, aún tiene muchas historias que contar, muchas canciones que cantar. Hazlo y te prometo que ésta afrenta no quedará impune." Tras el rezo, los temblores y nervios desaparecieron, como cuando se preparaba para el combate y estaba a escasos segundos de entrar en batalla. Justo en ése momento de calma, cuando todo era silencio, el pensamiento claro, el pulso firme.....

Miró a su compañero y con una extraña calma, ojos tranquilos y voz baja, le dijo "Tú puedes Mai-Cor. Hazlo."

Con las hierbas en las manos y la herida palpitante entre las manos del caballero inspiro con fuerza sabedor de que no tengo ni idea de cómo emplear lo que hemos encontrado. Tal vez haya que preparar una cataplasma con agua hervida donde se le echen las hierbas, tal vez haya que triturarlas...pero no tenemos tiempo para eso, así que las estrujo por si su jugo es esencial para la curación y con un rápido movimiento las sitúo sobre la herida para posteriormente ayudar a Mordrogath a presionar.

-Su...supongo que las hierbas harán algo para que deje de sangrar- digo dudando de mis propias palabras.

Dimdel parece no moverse en absoluto y no se si noto el leve latido de su corazón en mis manos, o son mis imaginaciones. Parece que no sangra tanto, tal vez las hierbas hayan ayudado a coagular la sangre o tal vez ya no haya vida que corra por las venas, aun así, permanezco presionando, al igual que el caballero, sumidos en un tenso silencio sabedores de que no habrá ningún milagro que haga que el Gnomo levante la cabeza, pero con la esperanza de que aún le quede algo de vida.

Los segundos se convierten en minutos que parecen horas y aunque ninguno de los dos cejamos en nuestra presión, las manos comienzan a dolerme y me doy cuenta que es inútil que permanezcamos así.

-Lo mejor será preparar un buen vendaje para intentar llevarnoslo- digo con un hilo de voz- hay que llevarlo a la ciudad.

Dicho esto y con la ayuda de Mordrogath, preparamos a Dimdel para moverlo.. Aún no se si sigue vivo o ya está muerto, pero me siento incapaz de comprobarlo confiando en que sea la primera opción.

Las hierbas aplastadas por la mano de Mai-Cor logran hacer que la herida de vuestro compañero deje de sangrar. Dimdel había estado al borde de la muerte y si hubiera perdido un mínimo más de sangre hubiera muerto.

Su rostro estaba pálido y serio, no mostraba la sonrisa típica del bardo, ni tampoco las mejillas sonrosadas de "Tragabirras".

Afortunadamente los dioses se habían puesto de vuestra parte, y Dimdel había sobrevivido, aunque no podía perder ni una sola gota de sangre más o los dioses jamás le permitirían volver a cantar.

Mordrogath suspiró aliviado, mientras contemplaba como la respiración de Dimdel comenzaba a hacerse más regular. En los últimos momentos su respiración había comenzado a enlentecerse y apenas se veía subir y bajar el pecho. Ahora había apenas un cambio, pero era indudablemente a mejor. La herida había dejado de sangrar y parecía que su respiración se estabilizaba. Daba la sensación de que, de tan blanca que tenía la piel, Dimdel ya estaba muerto. Pero Mordrogath sabía que no era así, sus ojos no le engañaban, aunque el lugar donde estaban no era el mejor para pensamientos lúgubres. "Buen trabajo, Mai. Gracias San Cuthbert".

Parecía que habían superado la crisis in extremis, al menos de momento, pero no podían dar nada por sentado, así que el caballero se centró en lo más urgente. Asegurar la zona.

Miró alrededor y contempló de nuevo la estancia con más atención, ahora ya no acuciado por la angustia de ver morir a su compañero por desangramiento. Al ver los cuartos al fondo, sacó el otro escudo que llevaba y lo embrazó, haciéndole una señal a Mai-Cor con la cabeza, en dirección a los cuartos. "Voy a ver si hay algo peligroso...sólo un vistazo. No sé si podemos mover a Dimdel, quizá encontremos algo con lo que hacer unas parihuelas o una camilla improvisada, no creo que sea sano quedarnos aquí....¿qué opinas tú?" le dijo en voz baja....mientras tanto, se acercó con paso lento a la zona de los cuartos, tratando de escuchar o ver si había algún peligro.

"Busca aquí a ver si hay más hierbas o algo que nos pueda ser de utilidad...quizás....quizás necesitemos más de esas hierbas más adelante." le dijo Naith a su compañero... dedicándole una última mirada de soslayo a Dimdel.

Mordrogath llegó hasta la habitación con cautela, asomándose poco a poco, temiendo lo peor. La verdad era que, pese a su entrenamiento, voluntad y su valentía, ya tenía el miedo metido en el cuerpo tras el encuentro con el fantasma y con su compañero moribundo a escasos metros. La responsabilidad de la posible muerte de Dimdel pesaba como una losa sobre sus hombros y la notaba cada vez más. Tras verificar que la habitación estaba vacía, entró colgándose el escudo de nuevo a la espalda y rápidamente cogió dos palos grandes y unas sábanas con las que podían confeccionar una improvisada camilla para su compañero, al menos iría más cómodo y tendría más posibilidades de sobrevivir. Tras coger los palos y las sábanas, buscó alrededor, tratando de encontrar algo de utilidad. Encontró claros indicios que la criatura que habitaba ese sitio no tardaría mucho en volver, así que se dio prisa, no sabía qué era y si podrían acabar con ella sin peligro para Dimdel. "San Cuthbert....que sitio tan lúgubre....tenemos que salir de aquí. No estamos preparados para ésto." pensó con amargura Mordrogath.......sabía que tenía que curtirse en mil batallas más, y que no siempre saldría victorioso, pero eso no hacía agradable el salir como un perro con la cola entre las piernas...su orgullo estaba herido, aunque por otro lado, su conciencia tranquila, puesto que había hecho lo correcto para salvar a un compañero. 

Era un conflicto interno que siempre tendría. Orgullo, frente a razón. 

Una vez terminó de buscar, salió hacia donde estaban sus dos compañeros y tras preparar la camilla, urgió a Mai-Cor a salir de allí.

Respiro más aliviado cuando Dimdel parece estabilizarse.

-Gracias-digo en voz baja a las palabras de Mordrogath. Sin duda alguna ha estado cerca. El gnomo no tiene muy buena pinta, pero el lugar no es nada seguro.

-Deberíamos abandonar este lugar-digo mientras cojo unas pocas hierbas más-no somos bien recibidos y no deberíamos provocar a los habitantes de este lugar.

Dicho esto, comienzo a pensar en cómo hacer una camilla. Por suerte Dimdel no debe ser excesivamente pesado.s

Echo un vistazo al exterior por si veo alguna sombra más, y miro el primer lugar donde situamos a Dimdel. Allí está mi arco, debería recuperarlo junto al escudo del caballero, pero no me atrevo a salir en solitario ni a rondar mucho por el pueblo, mejor cuando vayamos a partir.

Me doy cuenta de que estoy realmente cansado, el miedo y la tensión vivida en los últimos minutos, sin duda alguna me ha dejado agotado física y moralmente, pero como le he dicho a Mordrogath, tenemos que salir de este lugar antes de que sea demasiado tarde.

-Cojamos un tablero que esté en buen estado y carguemos con Dimdel, por lo menos hasta habernos separado un poco de este lugar para poder descansar.

Qué distintos habían sido mis viajes hasta ahora. Siempre por lugares seguros, donde encontrar un pequeño refugio era algo sencillo, donde las herias eran extrañas y la muerte lejana...pero ahora, esta vida que había optado por llevar, era mucho más peligrosa y exigía mucho más de mi de lo que me había imaginado...