Partida Rol por web

Tras dos días de camino hacia el Este*, finalmente véis a lo lejos claras señales de chimeneas, por el humo que se ve subir hacia el cielo, así como también divisáis granjas aquí y allá, algo dispersas, pero visibles desde el camino. No están muy cerca las unas de las otras, pero de una a la otra se pueden ver en la distancia. Hay pequeñas cercas de madera que delimitan los campos, aunque en algunos sitios nisiquiera existen o están algo deterioradas. "Fairhill...al fin." murmura Galdar, secándose el sudor de la frente. La marcha ha sido agotadora, pues Shagar os ha hecho caminar rápido y sin descanso, intentando alcanzar al enemigo, sin embargo, Galdar no ha emitido ni una queja, de hecho, prácticamente no ha hablado, sumido en sus pensamientos.

En los campos a vuestro alrededor podéis ver algún que otro animal....a lo lejos, de hecho, las granjas no están cerca del camino. Vacas y algún caballo dentro de su cercado os contemplan al pasar, mientras pastan pacientemente. En un pequeño recodo del camino alcanzáis a ver una granja cercana a una pequeña arboleda, a unos doscientos metros aproximadamente de vosotros. La granja tiene tres edificios, uno grande y dos pequeños a un lado y un pequeño camino de tierra pisada se desvía del camino principal y se dirige hacia allí. Al mirar hacia allí, véis que un humo negro comienza a salir de los dos edificios laterales. Del edificio principal comienza a salir humo también por las ventanas superiores, y veis como de la puerta principal salen 2 figuras, pidiendo ayuda "_{¡Socorro...Ayuda.....socorro...!}" oís, a lo lejos....parecen un campesino y su mujer.

Galdar se gira al oir las voces y sale corriendo..."¡¡Aguantad!!¡Aguantad!"

shagar soñaba en que dentro los dos arqueros estaban haciendo de las suyas, por si mismo lo dudaba, nadie seria tan estupido, pero los sueños eran lo ultimo que se perdia.

Shagar no dudo, empezo a correr detras del.....de galdar mientras cogia con las dos manos su arma de gran tamaño.

Rapidamente avanzo a Galdar con su fisico superior*

Le dolía el culo de trotar sobre Lentejuela tanto tiempo seguido. Así no había manera de concentrarse en las cosas importantes, que para Sapo era, como no podía ser de otra forma, la magia. Más que los gritos de auxilio lo que llamó la atención del gnomo fue apreciar como Shagar se adelantaba. El semiorco, alto como la luna, era especialista en meterse en líos.

- ¡Cuidado Shagar!- Le advirtió. Los bajitos como Sapo no llegaban a lo sitios altos, pero los que elevaban su cabeza tan lejos de la tierra que pisaban solían ser bastante torpones. Al bárbaro semiorco le habían atrapado unos insectos, mordido unos leucrottas y plantado cara un huesudo esqueleto. ¿Qué le pasaría ahora? Azuzó a Lentejuela que inició un poco elegante trote. Por si acaso, el gnomo descolgó la ballesta de su espalda.

¡Espera, hermano...! ¡Recuerda a los leucrottas y sus trampas...!

No puede ser tan estúpido como para volver a caer en ese error...

Estragón echó a correr tras Shagar, pero sus gordas carnes eran demasiado lastre como para coger en velocidad a los dos turgentes y poderosos muslos de su hermano. La buena noticia es que según avanzaba vió el humo y reconoció los gritos de auxilio.

Si dicen palabras, no son leugrottas.

Pero la situación le recordaba a la de la primera granja. Y eso solo podía significar una cosa: un nuevo frasco de salmuera con el que cambiarle el agua a su oreja flotante.

Arf, arf, arf, arf... No debo... arf... frenar... arf, arf...

Se arrodilló, cansado. Necesitaba aflojar lastre, así que se tiró un pedo. Ahora era mucho más liviano, dónde va a parar. Con dificultad se puso de nuevo en pie y empezó a correr a un ritmo más lento, eternamente a la sombra del físico de su hermano.

Vuestra carrera os llevó hasta los dos campesinos, que corrían desesperados hacia vosotros....Galdar, corriendo con cierta dificultad por la armadura y la larga túnica, se iba quedado retrasado, así que el primero en llegar fue Shagar un poco más atrás, el resto.

La reacción de los dos campesinos al ver a Shagar de cerca fue como si les hubieran mostrado un arma apuntado a su cabeza..."¡AHHH! ¡OTRO ORCO! ¡NO...NO! Por favor...por favor" gritaba la mujer, dejándose caer al suelo, agotada, implorantes sus manos hacia adelante. El hombre, sin pensarlo demasiado cargó contra Shagar intentando derribarlo..."¡Corre cariño...CORRE!".

El campesino impactó contra el pecho de Shagar, que no lo vió venir*, pero rebotó contra él como lo hubiera hecho contra un muro. "¡Déjanos, ¿qué os hemos hecho?". Su mirada desafiante se mantuvo a apenas dos metros del orco, mientras se agachaba a coger una piedra del suelo y amenazaba a Shagar..."¡Ya habéis matado a mis hijos....acabad con nosotros y no nos hagáis sufrir más, bastardos!" La mujer lloraba en el suelo desconsoladamente. Mientras tanto, las llamas seguían creciendo a sus espaldas....

Justo en ése momento, una flecha se clavó en la espalda de la mujer, mientras dos saetas perforaban la espalda del hombre. Al caer, las saetas quedaron apuntando hacia el cielo con sus plumas negras. Por entre los dos edificios laterales, en una de las esquinas, parecían moverse varias figuras....

¡Aaaaah! ¡Ya son nuestros, hermano!-dijo Estragón, sin la menor piedad por el matrimonio fallecido-¡Querían tendernos la misma trampa, y no esperaban que le diésemos alcance!

Estragón contó las flechas: uno, uno dos veces, uno alto. En total, lo que los humanos llamaban tres. En la anterior granja solo vió a dos arqueros, esta vez podían ser más enemigos. Es como para pensárselo. Poder llegar hasta los edificios era fácil, solo había que correr como había hecho Shagar. Pero lo más problable es que cuando llegases tu pecho tuviese un buen repertorio de banderillas y sangrases como un chuletón poco hecho.

¡Mandil de faena!-conjuró-¡Ven a mí!

Frotó la cincha de cuero del asa de su mochila y la energía estática hizo saltar un chisporroteo, que estiró como si fuese un hilo. Al ponerlo alrededor del cuello, la magia descendió sobre su tripa hasta convertirse en un delantal translúcido con unas letras que decían: ME HE LAVADO LAS MANOS ANTES DE COCINAR. Lo cual era totalmente mentira, en opinión de Sapo, pero con sus cortas piernas el gnomo aún está corriendo tras el culo gordo de Estragón, sin posibilidad de leer el mensaje ni opinar.

Sapo no entendía nada. Los humanos no solían tener flechas clavadas en el cuerpo pero, desde que iba con este pintoresco grupo, así era como se los encontraba. Pero éstas eran flechas negras, sucias y apestosas, no como las que lanzaba su amigo de bello cabello plateado. El gnomo quería acercarse a los cuerpos para examinarlos. Sin embargo, afortunadamente para él, Lentejuela era mucho más precavida y consciente de la situación y tiró para otro lado. No por lanzarse de lleno al peligro había conseguido la mula llegar a vieja. Sapo se resistía allí arriba, harto ya de la testarudez de la mula y del dolor que el traqueteo le producía en las nalgas. Se bajó de un saltito y una vez con los pies en la tierra, como más cómodo se sentía un gnomo en este cruel mundo, amasó el éter con sus pequeñas manos hasta dar forma a una armadura reluciente. Sólo la veía él, con sus ojos estrábicos, pero ahí estaba, protegiéndole.

Por alguna extraña razón, Ulthor se quedó el último, vigilando el entorno. Parecía no fiarse de las apariencias y quería estar atento por si aparecían enemigos por otros lugares. Poniendo una flecha en su arco, se quedó expectante a la altura del camino, vigilando desde allí. 

Avanzasteis, cada uno a vuestra manera, para encontraros que entre las dos viviendas en el lateral de la casa se producía un combate a muerte entre un humano de aspecto delgado, moreno con el pelo liso y revuelto, cortado a aproximadamente la altura del cuello, caucásico, con barba de varias semanas, vestido con un chaleco negro encima de una camisa blanca, pantalones algo anchos, botas blandas y una capa con la capucha ahora mismo caída debido a sus desesperados movimientos y dos enormes orcos le están proporcionando una, aparentemente, brutal paliza. El humano va armado con una espada corta, que intenta interponer entre las dos enormes porras que los Orcos llevan, sin mucho éxito.  

En el momento de girar la esquina, uno de los Orcos deja caer la porra y saca una espada corta de una funda que se cae a pedazos, mientras el otro intenta golpear, ésta vez sin éxito, al humano. Un tercer Orco aparece en la esquina más alejada lanza una antorcha hacia el edificio más cercano y saca un arco corto, apuntando en vuestra dirección. Los tres Orcos llevan apenas pieles encima, y sus armas son arcos cortos, que cuelgan de sus espaldas, espadas cortas y porras. Su apariencia es brutal, casi tribal...con pinturas de guerra en sus pieles y algún que otro hueso atravesando sus orejas. 

Tras una breve escaramuza, acabáis con los Orcos*, sin darles cuarte, pues ellos hubieran hecho lo mismo, según deducís de sus gritos y amenazas.  

Apenas os han inflingido heridas (apuntaos 1 punto de daño cada uno), pero la pelea ha sido rápida y trepidante. La superioridad en número y la sorpresa les han dejado en clara desventaja, y no les habéis dado oportunidad. Tras el combate, os fijáis que entre los edificios también están los cuerpos muertos de dos jóvenes campesinos, uno de unos 17 años y el otro de alrededor de 12...ambos muertos por golpes de espada. Llevaban horcas y palos...parecen haber ofrecido resistencia, pero no eran rivales para los Orcos.

Ahora os encontráis con 3 edificios en llamas, 4 campesinos muertos y un hombre apaleado y sudoroso, tras un intenso combate. Galdar se apiada de los cuerpos y pide ayuda para lanzarlos a las llamas...."Es lo más piadoso y más rápido....no tenemos mucho tiempo..." Mientras él se dedica a darles el último adiós a los campesinos, os deja el previsible interrogatorio a vosotros. 

Empiezo a estar hasta las narices de recibir solo golpes y flechas por nada a cambio. Shagar parecia mosqueado pero de repente la cara marcada le cambio, una idea paso por su cabeza.

Sin decir nada fue hacia los cuerpos y los registro buscando algun anillo o objetos de valor. Esperaba que sus compañeros no le molestasen mientras hacia su trabajo, porque no tenia claro si se conformaria con un gruñido o pasaria al acero.

 
Y cuando termine tocara sus casas Dice por el mismo pero bajando un poco la voz.

Mi nadhiz... mi pobhe nadhiz-se queja Estragón, con voz gangosa.

En la lucha se había pedido al arquero, el orco más alejado. Su contrincante le tenía en el punto de mira, y al cocinero no le quedó más opción que coger a Rata de debajo del sobrero y lanzárselo a la cara al orco. La flecha salió desviada. Su nariz rota sucedió justo después, cuando Estragón se trabó cuerpo a cuerpo y el bárbaro se revolvió con la rata encima haciendo volar el brazo que sujetaba el arco. Le golpeó en la cara accidentalmente, pero seguía estando feo romperle la nariz a un cocinero desorejado tan atractivo.

Hedhmano, midha a vedh zi dheconocez a alguno de loz odhcoz. Tú fuizte el que loz vió máz de cedhca ayedh. Midha zi alguno edha de loz que eztaban con Vodhthigen.

Estragón echó un vistazo a Galdar y sus esperpentos, tirando cadáveres al fuego como si en la otra granja la mujer quemada de la chimenea no se hubiese transformado en zombi. El cura era de procesos de aprendizaje lentos. Por otro lado, tenía que hacer de niñera del humano rescatado.

Phezta atención, humano. Doz pheguntaz:

¿En qué didhección queda Faidh-hill?

¿Haz vizto pazar por aquí a un loco megalomaniaco, un cuedhvo y zuz doz guadhdaezpaldaz?

¿Cuando, podh donde han ido y zi dijedhon algo ezoz cuatho?

¡Y cómo me digaz que hice máz de thez pheguntaz, te cae un capón! ¿Entendido?

Sapo no había tenido que hacer demasiado contra aquellos orcos mal pertrechados. Un par de disparos con la ballesta y poco más. Ni siquiera se había dignado a amasar el éter y malgastar su poderosa magia en tan poca cosa. Se quedó mirando cómo las llamas consumían una de las casas a las que habían lanzado una antorcha encendida. El fuego era casi tan difícil de manejar como la materia mágica que manipulaba el gnomo ilusionista. Tras un buen rato, Sapo tiró del pantalón de su amigo elfo para arrastrarlo hacia el hombre que habían salvado. 

- Hola.- Le dijo al pobre desgraciado clavando uno de sus ojos sobre su persona y mostrando una enorme y artificial sonrisa.- ¿Qué ha pasado?

La pelea habia terminado, y otra vez herido para variar, el dia no habia empezado demasiado bien...

deberia empezar a plantearme hacer cuentas...creo que son demasiados.... Asi que sin decir nada, el orco que le hirio se quedo sin pulgar despues de que Shagar se lo cortara con la hacha, seguidamente despues de apretarlo un poco para sacar el maximo de sangre posible y que ensuciara poco lo guardo. Si lleno la bolsa tendre que empezar a buscar otro trabajo.

Hermano cada dia se te entiende menos.

Hablando en voz baja para si mismo, reflexiono sobre lo ocurrido. Intento refrescarme con un poco de agua.

 Este variopinto grupo me ha sacado las castañas del fuego, eso sin duda...aunque claro, no me hubiera quedado aquí a "compartir conocimientos culinarios sobre como cortar carne" con estos orcos si no hubiera visto a lo lejos a Galdar... además, hay que mostrar como es uno mismo... ¿no? El hombre se ríe para si mismo.

Resopla, saca el arco de algún lugar de debajo de la capa y lo extiende, comprueba si existen daños en el mecanismo, tensión de la cuerda, resortes... satisfecho de no ver ningún daño, lo vuelve a plegar y a guardar. Estaba tenso, si bien buscaba a Galdar y a su variopinta compañía no esperaba hacerlo durante un combate... tenia una misión que cumplir, debía hablar con Galdar, era de vital importancia comunicarle las nuevas y que le pusiera al tanto de todo.

Un Gnomo de mirada perdida y casi tan confusa de saber si te esta examinando o no, sigue una mota de polvo en el viento y me saluda de forma cordial, con la cercanía de aquellos que llevan viviendo una buena parte de sus vidas en los caminos y el viaje.

Bueno, no me he presentado, soy Eco, un placer conocernos de forma tan inesperada. Se inclina levemente. Aunque todos se giran, solo parecen prestarle atención tres.

Pero a decir verdad, tengo asuntos que tratar con uno de vuestros miembros. Y desearia que fuera en privado a poder ser.

Mira de reojo los cuerpos de los orcos. Aunque antes quizas, ¿deberíamos revisarlos, no creéis?

- Yo me llamo Sapo.- Dijo sin ofrecerle la pequeña mano pues el gnomo rehuía el contacto físico. Le quedó meridianamente claro que a quien quería dirigirse no era a é. Nadie hacía caso al el gnomo de ojos saltones y estrábicos. Mucho mejor. Pasar inadvertido era lo mejor que te podía pasar en un mundo en  el que los orcos campaban a sus anchas. De nuevo retrocedió correteando hasta Lentejuela y la cogió de las riendas para acercarla hasta el meollo del asunto. Al pasar junto a Galdar le comentó lo que habían encontrado.

- Uno de los supervivientes quiere hablar contigo, jefe.- Galdar era lo más parecido que tenía en el grupo a su maestro, sobre todo desde que el farsante de Corian cayó en combate.- Se llama Eco.- Tirando de la mula se acercó a Shagar y, como si fuera una hiena esperando a la carroña que dejaban los leones, se quedó a la espera de que el enorme semiorco rebuscase entre los cuervos. siempre guardando una distancia prudencial del colérico bárbaro.

Yo no quiero los dedos.- Sapo creía que Shagar arrancaba los dedos de sus víctimas puesto que, al igual que había visto hacer al gordo de su hermano, sólo sabían contar con los dedos. Así podría contar hasta más de 10. - Yo ya sé contar. Quizá tengan alguna pista sobre qué hacen por esta zona.

Aunque han pasado ya dos noches desde el encuentro con Vortigen y su diabólico familiar, todavía os sentís de alguna forma como recuperandoos de las heridas, tanto físicas, como mentales. Las imagenes que involuntariamente pasan por vuestra mente son de pesadilla al ver de nuevo otra escena macabra como la que habéis visto. Recordáis vívidamente los cuerpos alzándose de los pobres granjeros y sus hijos, las manos como garras de los esqueletos mientras se levantaban de sus tumbas, tratando de atraparos y llevaros con ellos, convocados por Vortigern, y el infernal chillido triunfal lanzado por su familiar al conseguir el amuleto, revelando su verdadera forma. Cansados del viaje y de las numerosas experiencias, vuestra mente vuelve al presente.

Registrar los cadáveres de los Orcos no os llevó mucho tiempo, apenas llevaban equipo encima*. Una vez registrados, os pudisteis centrar en lo que quedaba, en humano que, aunque se había enfrentado a dos Orcos, parecía estar bien. No sabíais si era por suerte, habilidad o porque habíais llegado en el momento apropiado. Galdar, al oír su nombre, se giró al humano llamado "Eco" y se dirigió hacia él con su característica voz profunda y autoritaria...."¿Y qué es lo que quieres de mí?¿Quién eres tú?", lo evaluó con la mirada un momento antes de separarse unos pasos del grupo...."Está bien, pero que sea rápido. ¿Qué quieres?" decía, mientras se alejaba. A pesar de lo dicho, visteis que mantuvo una cierta distancia con el recién llegado.

Mientras tanto, tanto la granja, como los dos edificios anexos ardían en llamas cada vez más altas. Pronto aquello se convirtió en una gran hoguera....de la cual no quedaría nada cuando acabara.

Me presentare Hermano Galdar, soy Eco. Me envía la orden Interna con este mensaje, el prelado esta preocupado y la orden esta disgustada por tu continuidad en esta misión sin deliberar en consejo.

Saca de un bolsillo escondido una carta doblada. La extiende y dubitativo la entrega a Galdar en mano.

Desconozco su contenido, pero por lo que me dijo el Prelado tu me darías más información al respecto y como debemos proseguir.

Sinceramente Galdar, apoyo tu acción de seguir en la misión que os encomendó la visión aun incluso sin deliberar esta en consejo su posible significado, pero debeis saber que esto no ha gustado y creo que os puede traer problemas. Aun así, desearía saber todo lo que esta ocurriendo y que me digáis que creéis que debemos hacer. Si en la carta nos pide volver pero pensáis que hay que seguir, lo aceptare. Me han encomendado que os convenza para que cumpláis su contenido, más no me han especificado que sea en el acto, además, uno siempre puede tardar más en encontrar a alguien en el camino del viaje (guiña un ojo). He visto en mi vida muchos horrores (se pone tenso y serio) para saber que a veces, no hay tiempo para la deliberación extensa y hay que actuar, lo conozco muy bien.

Relaja los brazos y se estira... su mirada se pierde en las llamas que crepitan en los restos de los recuerdos de una vida perdida, en los restos de la casa de los granjeros, sus hijos, su hogar....su vida, sueño y muerte.

Si, he visto mucho para saber que el Mal, hay que combatirlo antes de que se fortalezca.

El fuego se refleja en su mirada, se ve la determinación de un hombre dispuesto. Antes de que Galdar conteste, le deja espacio para que lea la carta con calma y piense en su contenido, se vuelve con el variopinto grupo que se reparten lo obtenido de los cuerpos.

Vuelve de hablar apartado con Galdar, va con movimientos sueltos y un rostro risueño.

Perdonar mis malos modales, pero tenia que darle una misiva importante a Galdar, es lo que tiene ser un humilde mensajero. Sonríe cordialmente.

Señalando con el mentón hacia un orco corpulento con sombrero de Chef. Así que tu eres....mmm....lo siento, no nos han presentado ahora que me doy cuenta, creo que lo he dicho antes, me llamo Eco. Tiende la mano hacia el Gnomo. Gracias por avisar a Galdar de que tenia que hablar con él.

Me temo que respecto a lo preguntado antes, no, no he visto al susodicho grupo, llegue hasta aquí en una pequeña caravana, pero me separe de ellos hace una pocas millas con la intención de llegar al pueblo antes, tuvimos problemas con el carro. Luego, ya me visteis, me encontré con la misma sorpresa que vosotros, 3 orcos divirtiéndose.

Me gustaría saber vuestros nombres, no esta de más dirigirse a la persona por los mismos, además, ya me lleváis ventaja sabiendo el mío. Se encoge de hombros con una ligera sonrisa.

Sin decir nada, fue pasando cuerpo por cuerpo, recogio los 3 arcos y los 3 carcaj. Dos de ellos los ato entre ellos y dos pares de carcaj con flechas. El otro se lo coloco mas o menos como pudo a mano. A medida que fue encontrando monedas las iba depositando a un saco del cinto.

Cuando termino y escucho lo de los nombres fue directamente a una de las casas que no estaban ardiendo, pero cuando paso por el lado del nuevo hombre simplemente nombre su nombre, Shagar. Golpeo la puerta con el hacha de guerra un par de veces hasta que consiguio entrar.