Partida Rol por web

Recuerdas que el glifo custodio sólo afecta al área del objeto que está encantado. Así que debería afectar sólo si pasaseis por la puerta. Aunque lo más seguro era no pasar muy cerca de la puerta.

Las paredes de alrededor parecen de algún tipo de madera, aunque no la reconoces. Empiezas a golpear para intentar averiguar algún punto débil. Así, descubres que al lado derecho de la puerta no está hueco. De hecho, seguramente haya piedra al otro lado. Pero, en cambio, en el lado izquierdo, sí que parece que esa pared está hueca. O, mejor dicho, parece que da directamente a la habitación. Por lo que si hay que tirar alguna pared, debe ser esa.

Con un hueco ladeado y semiabierto en la cara y los ojos agrietados mirando una para cada lado miro a mis compañeros en lo que más se asemeja a una sonrisa que puedo hacer y anuncio.

-He encontrado una forma de pasar! Si no recuerdo mal el glifo no afectará a la pared y esta de aquí- señalo a la pared de la izquierda de la puerta- es hueca y da directamente a la habitación. Si la tumbamos podemos entrar sin problemas. La pared es de madera así que solo queda el problema de las herramientas, yo tengo pico, pala, palanca y martillo. Alguno tiene algo más que nos pueda ser útil? 

El daño que podía ocasionar un glifo de ese tipo no era nada que no pudieran soportar él mismo, o el chamán. Pero si podían echar abajo un pedazo de pared, se evitaban mucho dolor, así como el malgasto de los recursos del grupo. Destridien podía estar esperándolos al otro lado.

—El glifo solo afecta al umbral, ciertamente —confirmó Cesare—. No es mala idea hacer un agujero en el muro para evitarlo, pero nos llevará tiempo. Y yo no llevo herramientas encimas, pero nada impide que un par de nosotros salgan a comprar las que sean necesarias.

Si el seguidor de Orcus se había servido de una ruta de escape procedente de su habitación, ya estaría lo bastante lejos como paa que no pudieran alcanzarlo, en cualquier caso.

Pyos escucho las palabras de su compañero forjado y asintió.

-Si Bzzak tiene pico y pala, creo que tenemos lo necesario. Como dice Cesare, no tenemos excesiva prisa. Pongámonos a ello cuanto antes. ¿Alguien es bueno en estas cosas?

Con eso debe bastar.

Karen envainó sus armas y cogió el pico. Con fuertes y preciso golpes comenzó a golpear la pared.

Estad atentos, puede que el ruido atraiga a más gente.

Cesare se quedó mirando las herramientas del forjado. ¿Por qué razón carga con todo eso cuando está en la ciudad?, se preguntó. No eran lo más adecuado para derrumbar una pared, aunque fuera una de madera, pero los demás ya estaban manos a la obra. Así que suspiró, agarró una de las que quedabam y se unió a Pyos y Karen en la tarea.

Tras estar un rato golpeando a la pared, haciendo que salten pequeñas piedras y se desmorone a veces a mayor velocidad, conseguís tirarla abajo. Cuando el humo se disipa, podéis ver la habitación.

Esta habitación alberga una gran cama con dosel cubierta de sábanas negras. Hay un libro sobre la cama. En una esquina hay un cofre de gran tamaño, con la estatua de un abotargado demonio con cabeza de cabra sobre él (representación de Orcus). Una mesa cubierta con botellas de vino, copas y algunos platos con cubertería de plata está arrinconada en otra esquina. Por último, un armario situado cerca de la cama tiene una linterna suspendida de un gancho en uno de sus laterales, y una capa negra colgada en el otro. Dos máscaras de teatro de bronce cuelgan en la pared oriental, parecidas a las que llevaban los seres que visteis en la entrada secreta del teatro.

Pyos apartó los últimos cascotes con cuidado y pasó a través de la abertura. Sus ojos se fijaron en el libro, en las máscaras y, sobretodo, en la capa. El cofre también lo atrajo pero, viendo que ya habían puesto una trampa en la puerta, temía que el cofre también estuviera custodiado con magia.

-Antes de tocar nada, estaría bien saber si alguno de los objetos es mágico. ¿Bzzak?

Paso con mucho cuidado por el boquete en la pared vigilando cada trocito de esta que se cae y miro a la habitación.Fijandome en las mascaras sobretodo observo cada detalle de la habitación intentando encontrar algún rastro de mágia. Aún así no puedo quitarme la sensacion de que esto se va a derrumbar de encima con lo que acabo rápido y recupero mis herramientas.

Aunque las herramientas no ean las más adecuadas, la pared no estaba construida para resistir impactos. Unos minutos golpeando fueron suficientes para abrir un boquete, y unos más bastaron para hacerlo lo bastante grande como para que pudieran entrar.

—Las máscaras emitían un aura mágica —recordó Cesare a sus compañeros, mientras se colaba por el agujero, protegiéndose la boca del polvo con un trapo—, y también el cofre. Tened cuidado con él; no me sorprendería que estuviera protegido con un glifo similar al de la puerta.

El forjado estaba echando un vistazo a las máscaras. Cesare se acercó a la cama, que era demasiado grande para una sola persona, recogió el libro que resposaba sobre sus sábanas negras y lo hojeó para comprobar su contenido.

—Deberíamos revisar el dormitorio. Puede que haya puertas ocultas —avisó a los demás.

Karen aguardó a que los demás terminaran dentro de la estancia.

Habían dicho que había glifos protectores y ella prefería mantenerse alejada de esas cosas. Aun así echaba furtivas miradas al interior para ver qué ocurría.

Bryzz permanecía atenta a las otras dos puertas con el arco listo. Era muy posible, como había señalado Karen, que algún morador hubiera oído el ruido y se acercara para echar un vistazo pillándoles por sorpresa. 

La fastidiaba sobremanera esta situación. Era la persona que más deseaba estar en la habitación fisgoneándolo todo y admirando la belleza de los tesoros hallados, pero alguien tenía que quedarse de guardia y ella era la más débil. Si hubiera una trampa o un glifo custodio de algún hechizo de ataque no sobreviviría.

Con un suspiro se resignó a la situación y permaneció alerta. 

El libro que ahora mismo tienes en las manos es un misal sacrílego con oraciones y rezos a Orcus. Puedes ver imágenes grotescas de la representación de este dios en sus actos más terroríficos.