Partida Rol por web

El fornido tendero hace crujir su cuello mientras escucha las palabras del Guerrero y le estrecha la mano bien fuerte.

- Espero que te sobren algunas monedas para reparar ese agujero... El bosque del que hablas es conocido por estos lares como "El Bosque de Espino", pocos se atreven a atravesarlo sin la debida preparación, (mirando a Kaelyn) quizás ella no tenga problemas pero debéis ser conscientes de que no es un bosque "común".

El hombre cambia de lenguaje corporal inclinándose hacia adelante y hablando en un tono más bajo.

-Asumo que venís por parte del hipócrita de Corby. El muy idiota lleva viviendo años de la bendición de la diosa y ahora que viene a cobrarse su pago, seguro que ha llorado y pataleado como un bebé hasta que habéis accedido a ayudarle.

- ¿Qué os ha prometido, dinero, reliquias? Dejadme deciros una cosa, nadie en este pueblo osa contradecir a la diosa y sale indemne, pero de eso ya os habréis dado cuenta en las últimas horas... Si aun sabiéndolo todavía estáis aquí, es porque sois unos inconscientes, y sólo por eso estoy dispuesto a ayudaros.

- Como sabréis mi nombre es Guiraud, y sí, soy el único que ha entrado y salido de ese bosque con vida. No necesito dinero, ni ningún tipo de obsequio, sólo necesito que me llevéis con vosotros hasta el final y en su debido momento, me ayudéis a recobrar algo que Ella tiene desde hace mucho tiempo. Necesito que me deis vuestra palabra de que, si se da la oportunidad, me ayudaréis a recuperar lo que es mío. A cambio, iré con vosotros, os ayudaré en lo que pueda y lucharé a vuestro lado.

- Debéis saber que no sois los primeros que pasan por aquí, hace días lo que parecían unos aventureros hicieron preguntas sobre el bosque y la población de Atwater, hasta el día de hoy no se ha sabido nada de ellos...

En cuanto entras en la casa de la abuela te das cuenta de que esta no ha podido recibir la bendición de Ella debido al estado general de la estancia. Tanto las estanterías como el suelo crepitan a tu paso y el techo de la vivienda que está adaptado a la pequeña estatura de su habitante hace que tengas que andar algo agachada e incómoda, una señora de avanzada edad se encuentra tras un mostrador lleno de extrañas hierbas, probetas y pociones de diferentes colores.

El olor allí tampoco denota una higiene regular, el polvo seco en suspensión entra en tu garganta y te hace carraspear en cuanto te das cuenta, antiguos compendios y libros de diferentes tamaños se acumulan en los muebles llenos de telarañas que hacen pensar que este fue un sitio de consulta antaño por parte de sus conciduadanos.

Diversos gatos habitan el salón contiguo, llegas a contar hasta 5 más de ellos que se sitúan en estanterías, sillones y juegan entre ellos, uno de ellos tuerto se rasca la cabeza mientras te mira.

El pequeño Dan entra tras de ti reaccionando al ver a su anciana abuela y sale corriendo hasta ella emocionado.

- ¡Abuela!

La anciana responde al niño con otro abrazo, acto seguido oculta a Dan tras de sí, te mira recelosa y reticente de las palabras que una extraña pueda decir.

Mira al pequeño.

- Dan, te he dicho un millón de veces que no hables con los extraños que llegan al pueblo...podrían devorarte...jijiiji.

Su rostro casi decrépito y sus vestimentas dan a entender la avanzada edad de la mujer. Tras el mostrador sus manos esqueléticas manejan un mortero con hábil destreza en la elaboración de un preparado, no logras identificar que es exactamente.

- No pareces de por aquí, ten cuidado con este pueblo muchacha, espero por tu bien que estés de paso...¿Quién eres? y que hacías con mi nieto...espero que lo hayas tratado bien, jijiji...

-Lo he tratado bien señora -digo mirando a Dan- Estaba asustado y quería venir con usted. He visto la casa donde estaba Dan, parece que los tiempos no han sido favorables, como si alguien hubiese obrado para que la mala racha fuese perpetua, si sabe a lo que me refiero...

Miro de nuevo al pequeño intentando no asustarlo, después me fijo en la mujer que tengo delante

-¿Cree que podríamos hablar de ciertos sucesos que pasan en el lugar?

 -Sólo dime lo que te debo y te pagaré.

Porque un hombre de verdad, con un mínimo de integridad, se aseguraba de pagar sus deudas. Y eso incluía la que habían contraído con Corby. Podía ser o no justo, el posadero podía merecerse lo que le había pasado o no, pero lo que Erik Berglund tenía claro era que la pequeña Fara era inocente. Dejarla a su suerte... No, simplemente no podía.

 -Es cierto que Corby nos pidió que le ayudáramos, pero no te confundas. No hacemos esto por la promesa de una recompensa, sino por las muchachas desaparecidas.

Estaba claro que aquel hombre tenía asuntos pendientes con la supuesta diosa... Y eso al guerrero ya le parecía bien. Cualquier ayuda era siempre bien recibida, más aún cuando esa ayuda conocía el terreno y podía hacer las labores de un guía.

Erik se giró hacia sus compañeros de viaje, preguntándoles con la mirada su opinión de todo aquello. ¿Confiar en Guiraud o ir a ciegas por el bosque?

Kaelyn se ha pasado un buen rato en silencio. Tras ver a Erik atravesar el suelo ha intentado ayudarle a salir, pero mover a alguien del tamaño del guerrero para ella es como intentar mover una pared. Su esfuerzo ni ha sido notado. Mira de arriba a abajo al hombre, intentando evaluarlo: emana bastante resentimiento, pero no parece malvado, sino simplemente amargado. Es posible que no haya tenido una buena vida, dado que en este pueblo parece que sólo existen dos tipos de personas, los que han recibido los favores de la "diosa" y los que han despertado su furia. Y cada vez es más difícil distinguir entre ambos.

- Te pagaremos lo suficiente, y más si es lo que quieres, contesta a Guiraud. Eso sí, nos gustaría que nos contases lo que puedas sobre el bosque, y sobre quien sea que vive allí. Hace una pausa y mira a sus compañeros. Y al menos yo preferiría saber esas cosas antes de adentrarme en la espesura. Si crees que este sitio no es seguro y puede haber ojos u oídos indiscretos, siempre podemos buscar algún otro.

 -Es cierto que Corby nos pidió que le ayudáramos, pero no te confundas. No hacemos esto por la promesa de una recompensa, sino por las muchachas desaparecidas.

El tendero suelta una sonora carcajada cuando escucha las palabras del guerrero.

- Pareces tener determinación Erik, eso me gusta, espero que esa bondad llene tu estómago de tanto en cuanto. En cuanto al suelo aceptaré lo que creas conveniente.

- Te pagaremos lo suficiente, y más si es lo que quieres, contesta a Guiraud. Eso sí, nos gustaría que nos contases lo que puedas sobre el bosque, y sobre quien sea que vive allí.

- Ya os he dicho lo que quiero muchacha....no es dinero, pues el dinero es solamente alimento de mentes pobres y desdichadas, hay cosas más importantes que lo terrenal.

Y al menos yo preferiría saber esas cosas antes de adentrarme en la espesura. Si crees que este sitio no es seguro y puede haber ojos u oídos indiscretos, siempre podemos buscar algún otro.

- Yo poca información puedo ofreceros. Cuando me encuentro en ese bosque suelen ocurrir sucesos antinaturales; animales nocturnos cazando a plena luz del día, raíces de árboles creciendo desmesuradamente retorciéndose formando una maraña cuando te apartas de los caminos, bandadas de pájaros que vuelan perfectamente sincronizados y sobretodo una densa niebla que lo cubre todo en ciertos días.

- Pero no temáis, la vieja Samantha lleva en este pueblo desde que tengo memoria y podría aportar a nuestra búsqueda información relevante del bosque. Si no os importa partamos hacia allí.

- Ya os he dicho lo que quiero muchacha....no es dinero, pues el dinero es solamente alimento de mentes pobres y desdichadas, hay cosas más importantes que lo terrenal.

 La druida no puede evitar sonreír de oreja a oreja cuando oye esas palabras. Su "educación" nunca fue muy normal y la mayoría de los conceptos que para los humanos normales resultan cotidianos para ella son casi irrelevantes. El dinero es uno de ellos, y le resulta refrescante ver a alguien que al menos en ese aspecto comparte su visión de las cosas.

- ¿La anciana del pueblo, eh? Bueno, si en todas partes tienen historias buenas que contar, aquí serán incluso mejores. La actitud de Guiraud le ha puesto de buen humor, y se nota. Por mi parte ningún problema en ir a hablar con ella.

Después de hablar con el viejo Guiraud con paso decidido os dirigís juntos a la casa de Samantha (Punto 8 del mapa), los lugareños parecen inquietos a vuestro paso, puesto que esta vez el conocido Guiraud guía vuestro camino y eso para los habitantes de este pueblo no es señal de nada bueno, conocen a ese viejo y no es la primera vez que trae problemas a sus vecinos. 

Los cuchicheos y las miradas se suceden hasta que alcanzáis el hogar de "Las hierbas de Samantha" , rodeada por sus 9 gatos, esta anciana medio sorda vende una cantidad apreciable de hierbas de todo tipo, desde los remedios más peregrinos para todo tipo de dolencias hasta la solución más insospechada, que torna un aburrido guiso en un espléndido manjar digno de reyes.

Es bastante usual que los habitantes del pueblo recurran a ella buscando viejos remedios caseros para curar enfermedades triviales, algún tipo de antídoto y algún que otro objeto "curioso" que ha podido comprar con el paso de los años a algún comerciante itinerante.

Cuando llegáis a su casa, a unos escasos 20 pies del almacén, contempláis como el paso del tiempo no ha perdonado su abandonada estructura, el veteado de la madera os parece indicar que esta casa posee generaciones de vida y que no ha sido rehabilitada desde su construcción, en el porche hay 3 gatos de diferentes colores; 2 están durmiendo juntos, otro está rascando la madera de las escaleras. El viento agita las ramas del viejo cerezo del jardín de la casa y la puerta principal se abate y cierra con suavidad.

En el porche también se encuentra vuestra compañera Tara que ha llegado antes que vosotros, junto a ella un niño sentado en una mecedora se balancea mientras juega con un pequeño caballo de madera, de pelo pajizo y trigueño, mirada perdida y aspecto poco favorecido exhibe un ojo gris y otro negro con estrabismo.

Antes de que los alcancéis ambos entran en la casa.

En cuanto entráis en la casa de Samantha os dais cuenta del terrible estado general de la estancia. Tanto las estanterías como el suelo crepitan a vuestro paso y el techo de la vivienda que está adaptado a la pequeña estatura de Samantha hace que tengais que andar algo agachados e incómodos, una señora de avanzada edad se encuentra tras un mostrador lleno de extrañas hierbas, probetas y pociones de diferentes colores.

El olor allí tampoco denota una higiene regular, el polvo seco en suspensión entra en vuestra garganta y os hace carraspear, antiguos compendios y libros de diferentes tamaños se acumulan en los muebles llenos de telarañas que os hacen pensar que este fue un sitio de consulta antaño por parte de sus conciduadanos.

Diversos gatos habitan el salón contiguo, llegais a contar hasta 5 más de ellos que se sitúan en estanterías, sillones y juegan entre ellos, uno de ellos tuerto se rasca la cabeza mientras os mira. Uno se acerca a los pies de Kaelyn y se restriega contra su pierna, otro de un salto se sube al hombro derecho de Ptolomeo.

El pequeño niño que estaba con Tara ahora está tras la anciana en un mostrador al fondo y en el aire se nota cierta incomodidad entre la exploradora y la misma tendera. Su rostro casi decrépito y sus vestimentas dan a entender la avanzada edad de la mujer.

Tras el mostrador sus manos esqueléticas manejan un mortero con hábil destreza en la elaboración de un preparado, no lográis identificar que es exactamente. La que parece ser Samantha os mira recelosa y reticente de las palabras que unos extraños pueda decir.

Observas que cuando la vieja Samantha se disponía a hablar tus compañeros entran por la puerta acompañados de un fornido señor, su aspecto es el de un monje fortalecido por el paso de los años y el adiestramiento.

- Pero....parece que tenemos mucha visita hoy pequeño Dan, los rumores de extranjeros pululando por el pueblo eran ciertos, espero que no vengáis con aviesas intenciones, mucho han intentado venderme baratijas, pero no sabían con quien trataban...jijijijiji.

Debilitada por los años la señora parece estas elaborando con sus esqueléticas manos algún tipo de ungüento a base de hierbas con un mortero. En cuanto escucha las palabras de Guiraud reacciona.

- Oh...Guiraud cuanto tiempo hace que no vienes a verme, sabes que aquí no tengo gran cosa, pero...¿No pretenderás volver al bosque?, ¿Quienes son tus nuevos amigos? no parecen de por aquí..jijijijiji.

Las cataratas en sus ojos denotan que esta señora apenas ve correctamente y se deja llevar por su oído.

- Anoche volvimos a perder una joven del pueblo-...al menos eso comenta Maribel, todavía recuerdo a la última niña que se llevó la diosa, yo era joven y éramos grandes amigas, supongo que fui una afortunada pero daría los últimos años de mi vida por saber que le ocurrió, nadie sabe adonde van o que hace la diosa con las chiquillas. El loco de Corby pensó que una torre en ruinas detendría su furia...no pudo ser más necio...

- Es bastante difícil detener a un bosque con una torre, si, reflexiona Kaelyn en voz alta, como si hablara consigo misma.

Acaricia con suavidad al gato que tiene en la pierna y busca un sitio apartado donde sentarse, puesto que le va a resultar más cómodo que estar todo el rato medio agachada o vigilando no chocar con nada. Encuentra un rincón y se queda allí en cuclillas, haciéndole mimos a todos los gatos que se le acercan, aunque tiene bastante cuidado de que ninguno se acerque demasiado a la bolsa en la que lleva la culebrilla.

No me he olvidado de ti, pero no es un buen momento para que te saque de la bolsa, ten un poquito de paciencia, piensa para sí misma mientras susurra unas palabras tranquilizadoras en el idioma de los bosques.

- No somos de aquí, no... por eso nos gustaría saber algo más sobre este pueblo, señora. Tras dirigirse a la anciana mira a su compañera Tara con una expresión de curiosidad que dice claramente: ¿has averiguado algo?.

Tara niega con la cabeza ante la pregunta sin palabras de Kaelyn

-Algo se podrá hacer para detener lo que está pasando -dijo Tara a la anciana-. Nada se podrá hacer ya por su amiga, pero sí por Fara o por las demás niñas del pueblo. Por favor señora, cualquier información nos sería de gran utilidad

La anciana del pueblo, ¿eh? Bueno, los ancianos siempre eran fuentes de sabiduría y si Guiraud confiaba en ella, seguramente sería porque esta mujer no era una excepción a la norma. Así que, sin objecciones por parte del guerrero, se pusieron en marcha hacia la casa de la anciana. En el porche se reencontraron con Tara, la cual estaba acompañada por aquel chiquillo que habían visto jugando en una de las casas menos afortunadas del pueblo. Erik la saludó con un simple gesto con la cabeza antes de entrar en la casa de la mujer.

Desde luego mira que le gustaba ser tan alto como era, pero a veces envidiaba la estatura de Ptolomeo. ¡Ese techo era infamemente bajo! Tanto que el guerrero tuvo que entrar agachado y quedarse sentado en el suelo para evitar golpearse la cabeza hasta quedarse tonto. Al menos la visita merecería la pena, ya que la señora en cuestión sí que parecía saber qué puñetas se cocía en el pueblo. O por lo menos en parte.

 -Como bien dice nuestra compañera, somos viajeros. Decidimos quedarnos a ayudar cuando supimos lo que iba a suceder con la hija de Corby. Y aunque una torre en ruinas no fuera suficiente para detener a esa "reina", al menos fue un intento. Eso ya dice mucho de su espíritu de lucha.

Tara y Kaelyn se encargaron de preguntar directamente por lo que necesitaban: información. Tenían que ir al bosque a rescatar a esas muchachar y cualquier cosa que pudiera serles util les vendría de perlas.

 -Me uno a la petición de mis compañeras. Cualquier dato que nos pueda dar sería de gran ayuda.

- Así que "Tara", nombre antiguo del dios Phenter que dedicaba a dos de sus hijos, "Flecha de luz" es su significado...(Golpea el mortero con fuerza la combinación de hierbas, después vierte un poco de líquido verde, con una cuchará acerca un poco de brebaje a Tara) ¿Quieres un poco?...jijijijii

Samantha reflexiona ante vuestra petición de ayuda, deja el mortero a un lado de la mesa, recoge un pequeño bastón que tiene apoyado cerca del mostrador y sale de el con lentitud, parece que su edad le ha pasado factura y apenas puede caminar. El niño que estaba con ella se inclina sobre el mostrador, coge el mortero y empieza a oler la mezcla de especies con brebaje de su interior.

La anciana se acerca a vosotros hasta llegar a la ventana frontal de la casa, mira a un lado y otro escudriñando el exterior, apoya su bastón a un lado y cierra con fuerza tanto la ventana como las persianas de madera, a continuación enciende una vela dejando ver únicamente el sillón donde permanece sentada, mientras se mece continua hablando. El niño permanece continuamente a su lado siguiéndola.

- Por lo que veo habéis decidido tomar la justicia por vuestra mano, especialmente Guiraud, sabed que no sois los primeros y seguramente no seréis los últimos que han intentado a lo largo de los años ayudar a nuestras gentes jijiji...

- Yo misma pertenecí en mis tiempos a la orden druídica de Melora, diosa de la naturaleza, mi curiosidad y ansias de conocimiento me llevaron antaño a tratar de desenmascarar a la "Falsa diosa", aquella conocida como Ella, nadie me apoyó....temían o adoraban a la hechicera por igual.

- Pero... a lo largo de los años sólo he obtenido meras conjeturas, nadie jamás la ha visto pero conocemos bien las consecuencias de su poder, lo que si se ha dejado ver es su castillo...

- Pensad un poco... si Ella fuera tan real como vosotros y yo, nada de lo que sucede en estas tierras mostraría este aspecto, siempre empeñada en esconderse tras un velo misterioso. El castillo se divisa a veces, y a veces no.

- En los días claros desaparece, reapareciendo más tarde, cuando la luna mengua y la niebla cubre la tierra. ¿Qué determina los caprichos de Ella? ¿A dónde se marcha? ¿Por qué nunca la ven recorriendo el mundo, los campos, el agua, las huertas…? (visiblemente alterada) Sus esbirros parecen ausentes, parecen espectros. Sus cuervos… ¡Sus cuervos no son de este mundo!

“Me pregunto si Ella en verdad es real, si no existe tan solo porque nosotros queremos que así sea.”

- Ella es un misterio silencioso, un sueño casi irreal pero presente.

Tras decir esto la anciana se levanta, recoge su viejo bastón y camina hacia la trastienda mientras continúa hablando, la luz tenue del salón ilumina sus andrajosas vestiduras y el niño continua a sus espaldas.

- Tras tantos años nunca he conseguido entender su influencia y poder, para ser sincera daría todos los años que me quedan de vida por averiguarlo.

Cuando la anciana le ofreció aquello que estaba haciendo asintió bebiendo el líquido de color verde

-Quizás porque muchos de los que viven aquí lo ven como una leyenda, como algo inalcanzable, han pasado tantos años que lo habéis divinizado, incluso la llamais "la Diosa". ¿Acaso alguien ha conseguido verla? Es cierto, puede que en el camino muramos, que ni siquiera demos con ella. ¿Pero cual es la alternativa? ¿Pasar de largo y que esto siga así hasta que en el pueblo no haya jóvenes a la que llevarse y pase a otro pueblo? Debemos hacer algo

En cuanto tomas lo que te acaba de ofrecer la anciana te sientes con fuerza como si hubieras rejuvenecido varios años, el sabor tostado y amargo combinado con los restos de hierbas se convierte en una textura que no es de tu agrado pero parece altamente reconstituyente, no logras distinguir que es, supones que algún tipo de brebaje contra veneno o similar.