La mañana se levantaba fría pero clara. Poco después del desayuno en la puerta estaban Sybill, el padre Brandt y el profesor Rogers esperando la llegada del policía que no tardó en aparecer con su coche de patrulla. Un vehículo nada discreto con las letras de la policía, sirenas y demás parafernalia de coche patrulla.
El grupo se puso en marcha hacia el oeste, hacia Ross Corner's. No tardaron mas de un par de horas en llegar a la aldea. Ésta estaba formada solo por unos cuantos edificios y casas en las que no debe vivir mas de 40 o 50 personas. Los campos se extienden a su alrededor y por la calle pasea tranquilamente aunque observan con recelo el coche de policía.
Supongo que tampoco nos hubiera ayudado venir discretamente.
Haciendo clara alusión al vehículo en el que venían subidos. Aquella mañana el sacerdote se había levantado con un humor algo ácido. No había comentado nada acerca del libro, tampoco es que hubiera mucho que comentar, solo habían podido revisarlo de forma superficial, pero estaba claro que lo que ahí ponía poco podía ayudarlos a mantener su cordura.
Aún así, Alexander se dio cuenta de que el comentario podría pasar por inadecuado y rectificó como pudo.
Espero que esto no le cause problemas Michael. Siempre podemos usar un transporte público para movernos.
- Teniendo en cuenta lo que tuvimos que hacer para conseguir el susudocho libro. - digo. No creo que pasaramos desapercibidos.
- No obstante, comparto la opinión del Padre Alexander y espero que pedir prestado este coche patrulla no le cause más problemas de los que ya pudiera ocasionarle todo lo acontecido anteriormente. - digo mirando al Agente Parker.
- Por lo menos la Aldea es un remanso de tranquilidad. - pienso. Espero poder mantenerla en este estado.
Sybill se removió en su asiento incómoda. Había estado todo el viaje fingiendo estar dormida, con la cabeza apoyada en la ventanilla, aunque no creía que hubiese sido muy creible ya que estaba demasiado rígida y de vez en cuando abría los ojos.
Ella no había sido partidaria de ir en el coche de policía. Eso podía meter a Michael en problemas y ya tenía suficiente con el tema del libro. La joven observaba todo y a todos y la preocupación aumentaba. Además, el sacerdote estaba raro. Muy raro. Y aquello la preocupaba. La escritora era incapaz de olvidar lo que había supuesto para ella leer aquellos diarios...y lo que supuestamente había aprendido.
Será mejor que busquemos alguna tienda y compremos cuatro tonterías. Así aprovechamos y preguntamos donde está la casa, alguna pensión
y algún hospital
La única tienda que parecía haber en el pueblo se encontraba a unos metros delante de vosotros. En su fachada podía leerse "Mamá Peters. Tienda general." parecía una combinación entre tienda, oficina de correos, gasolinera y lechería.
Michael escuchó los comentarios de sus compañeros de viaje con un encogimiento de hombros.
- No se preocupen -dijo simplemente, aunque lo que había dicho el profesor Rogers le había irritado un poco. No porque lo hubiera dicho él, si no porque tenía razón y quería pensar en eso lo menos posible. Cuando vio la tienda, redujo la velocidad.
- ¿Paramos aquí? Probablemente tengan de todo y quizá puedan orientarnos...
Sin esperar respuesta, detuvo el vehículo junto a la acera y cerró el contacto. Después de aquellas dos horas de viaje estaba algo entumecido y le apetecía estirar las piernas.
Alexander salió del coche y agradeció poder estirar las piernas. Además, el aire fuera del coche era también algo de agradecer.
Miró la gasolinera y entonces preguntó al policía.
¿Tenemos suficiente gasolina para el viaje? Lo digo porque es un buen momento para llenar el depósito si hace falta.
La verdad es que a Alexander le importaba poco el tema del combustible, pero por lo menos hablar de nimiedades le ayudaba a estar algo más relajado.
Por favor, refresca la memoria, ¿la casa a la que tenemos que ir? Tenemos la dirección o dónde localizarla. Es para no preguntar, "Perdone, sabe donde está la casa con el demonio dentro".
Por cierto, veo que Sybill está algo nerviosa con el cura, ¿qué pasa? ¿temes que me haya vuelto loco? XD
Teneis la dirección, pero es una pequeña granja a las afueras del pueblo. Lo más comodo sería preguntar si no quereis ir de granja en granja.
Sybill se apeó del cohe lentamente dejando que el suave sol la diese en la cara. Sol de Octubre pensó mientras los rayos iluminaban los azules ojos de la chica. Ilumina pero no calienta.
Con un leve suspiró miró a la tienda, no estaba tan entumecida como parecían estar Michael y el padre Alexander, pues ella estaba acostumbrada a pasarse largas horas delante de una máquina de escribir -por no hablar de los largos días en el hospital- pero aun así agradecía levantarse.
¿Entramos?-dijo finalmente tras ver que sus compañeros no se decidían
Salgo del coche tranquilamente con el Libro guardado en la mochila a salvo de miradas no deseadas.
- ¿Alguien sabe cuanto falta para llegar? - digo casi a la par que el Agente Parker. Si, será mejor que entremos. Por lo menos a preguntar como se va y para repostar en caso de ser necesario.
Los viajes en coche me resultan agotadores. Será cuestión de la edad pero cada vez los soporto peor.
Después de estirar la espalda me encamino al interior de la tienda.
La tienda era un amplio almacén donde había casi de todo. En el mostrador había una mujer de pelo rizado que, al contrario que la demás gente del pueblo, mostraba una sonrisa.
-Buenos días, ¿que desean?
Sybill dudó unos segundos antes de hablar. Cada vez se sentía más incómoda de cara al público pero ho había tiempo para sus inseguridades por lo que se subió un poco más el cuello de su vestido para evitar descubrir su cicatriz y devolvió la sonrisa a la dependienta.
Buenos días. Veníamos a comprar algo de comida, pan y un par de botellas de leche-comenzó mirando a sus compañeros de reojo- y también me preguntaba si podría indicarnos una dirección. Estamos buscando una vieja granja medio abandonada, nos han dicho que estaba a las afueras de Ross's Corner.
Sin dar tiempo a que la mujer respondiese, Sybill se volvió hacia Michael y tratando de restar importancia a la pregunta sobre la localización le preguntó
¿Dos botellas serán suficientes?
¿Se refiere usted a la granja de Merriweather?-preguntó la mujer mientras iba cogiendo de las estanterías lo que le había pedido Sybill
Si, esa es- respondió Sybill al momento - ¿No sabrá además como está de acondicionada? Supongo que aún no tenga electricidad pero tampoco quisiera meterme en una casa que esté a punto de derrumbarse
-Vaya, que sorpresa. La verdad es que no tengo ni la mas remota idea, solo sabemos que pertenece a un señor de Arkham y que paga los impuestos con puntualidad. Aunque la verdad es que no creo que haya venido nunca a la granja-la mujer ya estaba embolsando el pedido en una par de bolsas de papel marron- ¿Son ustedes amigos del señor Merriweather? A decir verdad creo que son las primeras personas que veo que se interesen por esa vieja granja.
- Disculpe usted a mi hija. - digo a la dependienta mientras le guiñaba el ojo a Sybill sin que la dependienta me vea hacerlo. Es de naturaleza curiosa.
- Si. - le digo a la señora. El señor Merriweather es amigo mío y me ha dejado la casa para venir con mis hijos y mi sobrino a pasar unos días.
Aaah pues eso está muy bien-dijo la mujer sonriendo- esto son 5 dolares en total.
- Tome. - le digo entregándole los 5 dolares. ¿Podría indicarnos como llegar a la casa de mi amigo? - le pregunto a la par que le entrego el dinero. Los mapas y yo no hacemos muy buenas migas.
Claro, la casa se encuentra según salen del pueblo por la carretera a 100 metros, la verán en lo alto de una colina. Aunque me temo que no podrán llevar el coche hasta allí pero no queda lejos. Pueden intentar pedirle a alguien que les acerque en su carro aunque... bueno, si no tienen mucho equipaje quizás puedan ir andando, será mejor-dijo la mujer guardando lso dolares en la caja.
Michael se sintió aliviado por lo fácil que había sido conseguir la información. Después de lo del despacho del Dr. Armitage, la verdad es que era de agradecer que las cosas empezaran a ir bien. Sonrió a la dependienta y se llevó la mano a la visera de la gorra a modo de despedida.
- Me vendrán bien estos días de vacaciones -comentó con tono casual-. Venga, a ver si encontramos la casa pronto.