Partida Rol por web

Eón

Club de Lectura

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22/05/2019, 09:03
Cusa

He abierto esta escena para mantener la integridad del off-topic. Es sólo para el club de lectura, el martes literario sigue en el off :-)

Todos los jugadores estáis por defecto, quien no tenga pensado participar y no quiera que le aparezcan las novedades de esta escena que lo diga y lo quito. Por supuesto si en algún momento se nos quiere unir al club me avisa y le vuelvo a añadir. (Cuando vayamos a comenzar un nuevo libro, tras elegirlo en esta escena, lo anunciaremos en el off, por si alguien se nos quiere unir).

¡Empezamos!

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22/05/2019, 09:11
Cusa

Una pregunta... ¿Son los volúmenes "Robinson Crusoe y Nuevas aventuras de Robinson Crusoe"?

Parece que hace poco la editorial Edhasa sacó la primera traducción de la obra completa en castellano. Por lo que dice el artículo la obra no sólo estaba recortada, sino también, en la traducción de Cortázar, censurada:

Publican primera versión íntegra en español de Robinson Crusoe

La novela de Defoe carecía de una traducción completa a nuestro idioma. Incluso la traducida por Julio Cortázar contiene sólo el 70% de la obra original.

La novela Robinson Crusoe, publicada por primera vez en 1719 y considerada como la primera gran novela británica, el Quijote en lengua inglesa, no contaba hasta ahora con una edición completa en castellano. Las traducciones disponibles, incluida la que hizo Julio Cortázar en los años 40, estaban mutiladas o no incluían el segundo volumen, mientras que el tercero estaba inédito en español.

Enrique de Hériz acaba de publicar en la editorial española Edhasa los dos primeros volúmenes y próximamente hará lo propio con el tercero, en lo que puede considerarse la primera versión íntegra de la obra cumbre de Daniel Defoe en castellano. “¿Puede afirmarse que jamás ha habido una traducción al español, íntegra, completa y actualizada? Al parecer, sí. Y si alguna vez la hubo, hace tanto tiempo que no queda ni rastro de ella”, afirma De Hériz.

La razón estriba en el hecho de que poco después de su publicación, aparecieron diversas versiones abreviadas y simplificadas del libro que tradicionalmente se tomaron como punto de partida para las traducciones, incluso cuando tal tarea corrió a cargo de alguien tan prestigioso como Julio Cortázar, que publicó una versión a la que le faltaba el 30% del texto original.

En el caso del escritor argentino, a quien De Hériz no pretende enmendarle la plana, el traductor y novelista español cree que suprimió párrafos enteros de la novela también por cuestiones ideológicas. “Eliminó muchas de las reflexiones morales y religiosas que hay en la novela”, afirma. Y además, dividió el libro en capítulos, cada uno de ellos con su título, cuando la versión original era toda seguida, añade.

Según el autor, al volver a la versión original aflora mucho más que la célebre novela de aventuras, pues buena parte de lo que solía eliminarse eran las reflexiones y la exposición de ideas que, en el mundo anglosajón, tan productivas fueron y dieron pie a interesantes interpretaciones de intelectuales tan distintos como Joyce, Marx, Poe o Coetzee.

“Todos creemos que hemos leído Moby Dick o Robinson Crusoe porque hemos leído libros de pequeños. Pero eso no vale. Crusoe es la piedra fundacional de la novela moderna”, afirma. Tomando como punto de partida las experiencias reales del marinero español Pedro Serrano (siglo XVI) y la del escocés Alexander Selkirk (siglo XVIII), Daniel Defoe creó una ambiciosa obra que no es sólo una apasionante novela de aventuras, sino también una obra que se plantea con agudeza diversas cuestiones de carácter social, político y filosófico.

“La versión íntegra”, añade De Hériz, “permite ver la profundidad moral de la obra. Por primera vez podemos comprobar por qué ha tenido la relevancia histórica que se le ha dado en el mundo anglosajón”, concluye este experto.

 

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22/05/2019, 09:30
Ketil Brambgard

Esto ya empieza a parecer un club de lectura de verdad. Ya antes de leerlo el libro nos esta enseñando cosas. Como que lo que das por sentado no lo es y que el espíritu humano (en positivo y en negativo) afecta en cosas, tan en principio simples, como una traducción.
¿Que hacemos? Por que parece mas jugosa la versión integral que las anteriores. Nos hacemos con la nueva edición completa o la clásica. Yo votaría por la nueva pero implica una serie de cuestiones de logística y posibles que nos tocan a todos.
¿Como lo veis?
Siempre podemos alternar el orden y empezar por el segundo en la selección y Crusoe para después. Por que leerla en Ingles del 1700 no lo veo.
P.D: Joder! Ya le vale a Cortazar.

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22/05/2019, 09:57
Aliosha

Vaya tela Cortázar... Como dicen los italianos, "traduttore, traditore" (con perdón para los "traduttori" que hay por aquí). ;-)

Yo preferiría leer la nueva traducción pero están los problemas de logística que dice Ketil. Ahora estaba viendo que la edición de Edhasa de "Robinson Crusoe" (sin la parte de "Las nuevas aventuras..."), tiene una extensión de 416 páginas.

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22/05/2019, 10:07
Morgian

Yo votaría por la versión íntegra también, aunque pueda complicarnos el conseguirla. Pero es que parece de largo mucho más interesante. 

Podemos tantear a ver cómo de difícil puede ser hacernos con ella y según eso decidimos qué hacer.

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22/05/2019, 10:56
Cusa

Hay otra edición íntegra, de la editorial sexto piso que es ilustrada cuya traducción busca un español más neutro evitando los localismos.

Os pongo un artículo muy interesante donde hablan los traductores de esta edición:

Rescatan la novela Robinson Crusoe
Se publica, completa, la historia de Daniel Defoe; en su traducción de 1981, Julio Cortázar omitió la parte religiosa del náufrago

CIUDAD DE MÉXICO, 15 de marzo.- Cuando Julio Cortázar tradujo Robinson Crusoe, de Daniel Defoe (Londres, 1660-1731), para la editorial Bruguera, nadie se percató de que había suprimido algunos fragmentos del original escrito en 1719. Así que gran parte del público en lengua española leyó aquellas aventuras de un náufrago sobreviviente sin sospechar que sus reflexiones espirituales habían sido “editadas”.

Varias décadas después, los traductores Carmen M. Cáceres y Andrés Barba volvieron al original de Robinson Crusoe para la versión que les había solicitado la editorial Sexto Piso, la cual sería ilustrada por Tullio Pericoli. Y conforme avanzaron en la historia descubrieron las omisiones o supresiones que hizo Cortázar.

“Ha sido muy impresionante ver cómo en la edición de Bruguera no aparece absolutamente nada de cómo Robinson pasaba del ateísmo al pensamiento cristiano o monoteísta, lo cual fue completamente editado por Cortázar”, asegura a Excélsior Carmen M. Cáceres, vía telefónica desde Argentina.

“Así que cuando Andrés Barba y yo hicimos la traducción, encontramos que faltaban varias páginas con esa parte donde Robinson se hace cuestionamientos místico-religiosos. Y es muy loco cómo toda una generación de lectores, al menos en Argentina y España, quizá también en México, no relacionamos a Robinson con un pensamiento místico, pese a que Defoe le imprimió al personaje una conversión muy importante”, asevera.

Lo cierto es que al revisar la traducción hecha por el autor de Rayuela y Casa tomada, considerada la más popular en español y publicada en febrero de 1981, deja ver las sustracciones, simplificaciones y supresiones al contrastarla con la reciente traducción completa al español.

Ésa es una de las mayores aportaciones de esta versión, explica. “Y no creo que sea algo menor, porque hay una intención del autor muy firme en la conversión de Robinson. Son largas sus reflexiones, aunado a la cristianización de Viernes; no es un simple detalle, porque está en muchas páginas y en varios capítulos donde se aprecia la formación de su credo”.

Sin embargo, más allá de esta sorpresa queda la reflexión más importante, comenta la traductora argentina: ¿Cómo ha logrado sobrevivir casi 300 años este náufrago? “Debe ser por esa necesidad o ilusión de crear una sociedad desde cero, de estar solos y poder crear un nuevo mundo un poco a nuestra medida”.

Pero al hacerlo pensamos en nuestras propias manos y nuestras pequeñas creencias y miedos, porque es interesante construir de la nada una vida posible en una sociedad virgen, añade.

Otros detalles de valía que se encuentran dentro de este clásico, explica Cáceres, es la cantidad de cambios que se registran en el texto. “Primero nos propone una historia de aventuras y luego una muy vigente posibilidad de crear una sociedad de la nada; en el fondo hay una utopía creada por un hombre desde la nada”.

Además de un rasgo curioso, algo que es casi imperceptible y es que se trata de un libro escrito de hombres para hombres. “Sí, porque cuando traduje la parte de la isla pensaba en Robinson y la ausencia de una relación con su cuerpo, pues jamás le picó un mosquito y en toda la historia sólo padeció un resfriado que le duró unas semanas”.

Falsa crónica

Para Andrés Barba, la traducción de este clásico de la literatura universal se apoyó en dos claves: descubrir que Robinson Crusoe fue una historia escrita como una crónica de supervivencia real; y en segundo término, aspirar a traducirla en un lenguaje más panhispánico.

Es bien cierto que esta historia es leída como un relato de aventuras, dice, pero era necesario rescatar un poco más su tono de crónica casi periodística, pues “el libro se publicó inicialmente como una falsa crónica; no olvidemos que las primeras ediciones no estaban firmadas por Defoe, sino supuestamente por el sobreviviente real de la isla. Y así mantuvo el engaño hasta que el libro se convirtió en una celebridad”.

¿Qué elementos han hecho que este clásico casi alcance los tres siglos de edad?, se le pregunta. “Hay varias cosas. Una es que se apoya en la experiencia de hacer las cosas por uno mismo, es decir, una de sus virtudes es que te pone como lector en la tesitura de cómo habrías hecho una choza, cómo habrías pescado o cultivado… es un libro para el que Defoe investigó muchas cosas, como el uso de las herramientas”.

Además, es un libro en el que puedes redescubrir muchas cosas. “Por ejemplo, algo que yo no recordaba era la belleza del primer encuentro con la huella de un pie humano en la orilla de la isla”.

Es una imagen fantasmagórica, espeluznante y casi fantástica, asegura,  e incluso César Aira ha comentado que esa imagen tan poderosa lo inspiró a escribir El náufrago (2011), basada en ese algo fragmentado dentro de la isla. “Pienso que es un libro lleno de sorpresas y que incluso los lectores previos vuelven a encontrar escenas que ni siquiera recordaba que existieran. Eso es lo más interesante de este libro”, apunta.

¿Qué otros personajes son determinantes en esta novela? “Después de Robinson está Viernes, el personaje estrella. Sobre todo en las primeras cuarenta páginas donde aparece. Es un robaplanos total”.

¿Cómo se logró unificar el idioma? “Para este trabajo nos ayudó ser un matrimonio mixto donde ambos oliscamos los localismos para alcanzar una especie de lenguaje más panhispánico.

Ésa es una de las ideas de la retraducción de los clásicos. Esto hace que un lector argentino no tenga que tragarse localismos españoles, ni un lector mexicano deba comerse los argentinos. Para este trabajo hicimos un pequeño esfuerzo y apostamos por una traducción más neutra.

Las moscas

Andrés Barba también comenta que más allá de esta emocionante traducción, el gran valor en Daniel Defoe está en su capacidad para conseguir el manejo de técnicas. Baste recordar sus tres grandes novelas: Diario de un año de la peste, Robinson Crusoe y Moll Flanders.

Pero éstas, que pudieron ser creadas por escritores distintos, no sólo fueron realizadas con maestría, sino que muestran la habilidad del autor para utilizar los distintos géneros literarios de su tiempo para darles una impronta personal.

Otro rasgo interesante es la permanencia y la influencia de sus historias en la narrativa contemporánea. No habremos de olvidar fácilmente que mantiene un estrecho lazo con otra gran novela, pero de 1954: El señor de las moscas, de sir William Golding.

“Se trata de dos historias que comparten un elemento muy concreto a lo largo del tiempo: personajes extraídos de su civilización, donde el individuo pone en tela de juicio todos los elementos que componen, justamente, su civilización”.

En ese sentido ambos libros se parecen un poco, tantos aquellos adolescentes de El señor de las moscas como el Robinson, porque salen de su lugar protegido, civilizado y organizado para imponer su propio orden y descubrir que algunas de las cosas en las que está fundada su civilización no funcionan, explica.

Por último, el traductor español se refiere a las ilustraciones de Tullio Pericoli, las cuales no sólo pertenecen a un mundo fantástico sino que destacan los elementos manuales de la narración. “Yo creo que Tullio supo ver el lado manual, con esa serie de inventarios de aves, plantas y herramientas, donde mezcla ese aire darwinista y del handman o creador de herramientas”.

Robinson Crusoe fue publicada en 1719 y es considerada la primera gran novela inglesa. Es una autobiografía ficticia inspirada en los hechos reales de ocurridos a Pedro Serrano y Alexander Selkirk, quienes naufragaron en 1534 y 1703, respectivamente.

 

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22/05/2019, 12:31
Aliosha

“Ha sido muy impresionante ver cómo en la edición de Bruguera no aparece absolutamente nada de cómo Robinson pasaba del ateísmo al pensamiento cristiano o monoteísta, lo cual fue completamente editado por Cortázar”, asegura a Excélsior Carmen M. Cáceres, vía telefónica desde Argentina.

Aquí han sido muy amables, pues la palabra no es "editado" sino "censurado". x-(

Es muy interesante ver esto, la verdad, aunque me tiene escandalizada. Y más aún que fuera algo que ni se sabía. Tengo la impresión de que si fuera al revés, si a un traductor le hubiera dado por añadir sentido espiritual a una novela que no lo tuviera, en su día habría salido hasta en la prensa y sería algo de conocimiento general. Pero así están las cosas en la cultura dominante actual. Mi impresión es que la espiritualidad se torela siempre y cuando sea una espiritualidad abstracta, por así decir, sin demasiada porfundidad, implicación o consecuencias para la persona, que sea más bien algo orientado al wellness y a alimentar el ego que a la transformación profunda.

Me recuerda a una miniserie de la BBC sobre "Crimen y castigo". Cuando la vimos le comenté a Cusa que habían obviado la parte espiritual, que es el eje fundamental de la novela. No me gustó pero bueno, no es lo mismo una adaptación para la TV o el cine que una traducción. Me parece una falta de respeto terrible cambiar una novela a tu gusto (y más una con tanta influencia cultural) y traicionar así tanto al autor como a los lectores.

Por cierto que leyendo el artículo he pensado que aunque sea tangencialmente la novela de Crusoe tiene que ver con la partida: de alguna manera nuestros personajes también son náufragos. :-)

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22/05/2019, 13:30
Ketil Brambgard

Cita:

Aquí han sido muy amables, pues la palabra no es "editado" sino "censurado". x-(

Toda la razón. A mi me sorprendía que en muchos lugares y mucha gente la metían como una de las obras necesarias a leer (al nivel de Moby Dick y La Celestina) y que fuera una historia que calificaba como de aventuras (en la que mentalmente pongo a historias como los tres mosqueteros que es buena literatura pero distinto estrato).
Con los apuntes de Cusa empiezo a comprender. Y madre mía, ahora lo entiendo.
Maravillosos años treinta del siglo pasado. Ugh!!!
Voy a seguir haciendo batidas para ver de donde conseguir la versión de sexto piso (nombre genial para una editorial, ahí debe haber una historia) o la de edhasa por los mejores medios legales y económicos o habrá que vislumbrar los campos verdes ;P
Saludetes

Notas de juego

En un orden de cosas colateral pero relacionado ya esta disponible la peli de la Favorita que retrata ese periodo de tiempo en concreto en que Defoe escribio la historia. Si no he leido mal fue bastante amigo de uno de los personajes que sale en ella.

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22/05/2019, 13:43
Aliosha

Notas de juego

No os la perdáis, está genial! Yo la tengo que volver a ver porque al ir al cine nos tocó verla doblada y aunque aún así se podía disfrutar de lo magistral de la interpretación de Olivia Colman (Rachel Weisz y Emma Stone también están muy bien) en versión original tiene que ser increíble. :-)

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22/05/2019, 14:20
Cusa

Yo lo veo así: cada época tiene su oscurantismo con su censura adaptada a su estilo. Los que viven inmersos en él apenas lo perciben igual que los peces no pueden ver el agua de su mar. El de mi medio social es un oscurantismo secular. Obviamente criticar un oscurantismo no es defender otro y digo esto porque me resulta amargo que el nuestro se disfrace con la piel del pensamiento libre para ahogar en el ridículo y la autocensura cualquier disidencia tachándola precisamente de retrógrada.

Con el libro que nos ocupa se podría hacer una historia de la censura, una más viva de lo que me gustaría. Buscando sobre ese tema he encontrado un artículo que dice:

La primera traducción española de Robinson Crusoe de Daniel Defoe data de 1835, más de un siglo después del original inglés. Dicha traducción fue traducida a través del italiano y no del francés como era costumbre, idioma a partir del cual la realizó el traductor italiano. Anterior a la traducción de 1835, hubo una en 1745 pero no vio la luz a causa de la censura. Así pues, se considera la traducción de 1835 como la primera versión impresa en español de la obra Robinson Crusoe. Bajo el título Aventuras de Crusoe, escritas en inglés por Daniel Defoe, no consta el nombre del traductor. En esta primera traducción predomina la reducción textual a causa de la autocensura dieciochesca y de la síntesis. Uno de los temas censurados es, por ejemplo, la crueldad de los conquistadores españoles y el trato para con los nativos. Además de reducciones por censura también aparecen modificaciones. Es el caso de la instrucción religiosa de Robinson a Viernes que se presenta orientada hacia las enseñanzas de la Iglesia Católica. Por último, cabe hacer mención al estilo propio de Defoe, un estilo sencillo pero reiterativo que también se ve sintetizado en esta primera traducción impresa en español. Por ejemplo, se sintetizan descripciones minuciosas y reflexiones religiosas.

Como hemos comentado anteriormente, toda versión de una obra literaria se ve sometida a cierta manipulación textual. En el caso particular de la primera traducción impresa al español, esta manipulación viene acentuada por la época en que se publicó; en el siglo XVIII regía una censura civil y eclesiástica.

Julio Cortázar tradujo la obra en 1944, por encargo de la editorial Viau de Buenos Aires, a la que le falta aproximadamente un 30 por ciento del texto. Este hecho fue descubierto varias décadas después cuando los traductores Carmen M. Cáceres y Andrés Barba volvieron al original de Robinson Crusoe para la versión que les había solicitado la editorial Sexto Piso, y se percataron de las omisiones que hizo Cortázar. Con lo cual, la traducción de Cortázar puede considerarse otra versión. La polémica de su versión fue causada por la supresión que realizó de párrafos enteros y la división del libro en capítulos con su correspondiente título, cosa que nunca hizo Defoe en el original. Estos cambios en la traducción pudieron haber estado motivados: por exigencias de la editorial argentina, porque quizá Cortázar tradujo a partir de otra edición que era una versión o por las libertades recreadores que se tomó Cortázar.

“Libertades recreadoras” otra forma amable y actual de llamarlo, con un toque a lo 1984.

Y precisamente este mismo trabajo trata de un proyecto para hacer una edición bilingüe de esta obra para libro electrónico (una forma de tener el texto accesible en ambas lenguas párrafo a párrafo) que es libre de derechos y se puede descargar tanto en html como en epub o mobi aquí.

Al ser una traducción párrafo a párrafo supongo que será la obra completa, pero no estoy seguro.

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22/05/2019, 19:16
Wakefield

Entonces ya hemos elegido libro ¿no? Yo ahora mismo estoy con el Ciclo de Hastur y los Hijos de Húrin, aunque siempre está bien meter un tercero y cultivar (la mente) con sistema rotativo de barbecho.

Como no he podido participar en la elección de libro, propongo para las siguientes Fundación, que aparte de evidentemente estar directamente relacionado con Eón, es lo único de ciencia ficción que ha leído Forest.

Aunque me da a mí que la mayoría, si no todos, lo habréis leído.

Lo de la censura en la traducción es una putada, pero nos la llevamos comiendo desde los cuentos clásicos. Podría ser que Cortázar tuviese pocos miramientos a la hora de recortar (cosa que me sabe rara, sabiendo el mimo que puso en otras traducciones, como las de Poe) pero yo me inclino más por exigencias de la editorial, sobretodo viendo el cambio del formato, que eso un traductor realmente no suele modificarlo.

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22/05/2019, 19:29
Queen_of_spades

Como no he podido participar en la elección de libro, propongo para las siguientes Fundación, que aparte de evidentemente estar directamente relacionado con Eón, es lo único de ciencia ficción que ha leído Forest.

Justamente iba a proponer Bóvedas de acero para la próxima lectura :-)

Lo de la censura en la traducción es una putada, pero nos la llevamos comiendo desde los cuentos clásicos. Podría ser que Cortázar tuviese pocos miramientos a la hora de recortar (cosa que me sabe rara, sabiendo el mimo que puso en otras traducciones, como las de Poe) pero yo me inclino más por exigencias de la editorial, sobretodo viendo el cambio del formato, que eso un traductor realmente no suele modificarlo.

En eso mismo estaba pensando yo. Quería comentarlo pero no estoy teniendo tiempo para leer ni para postear >__< A mí me suena más que ha sido un error del editor o de la falta de él, los que piensan los libros en cuartos u octavos son los editores no los traductores :-P (y en cuánto papel o tinta se gasta, jeje)

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22/05/2019, 23:15
Cusa

Un indicio que apunta al "error" -y no a un fallo fortuito sino una mala praxis- es que la traducción de Cortázar está organizada en títulos cuando la original era todo de seguido, lo que apunta a que pudo haber traducido una edición previamente mutilada. Lo cuenta muy bien, casi a modo de novela de misterio, el traductor de la edición de Edhasa en este artículo que resume años de disquisiciones e investigaciones alrededor de la sospecha, movido por una necesidad de exculpar a Cortázar no del todo satisfecha pues en el mejor de los casos éste no tradujo la original sino una versión reducida. (Perdonad si copio artículos enteros, lo hago para que con el tiempo no se pierdan si se borran los enlaces)
 

En busca de Robinson Crusoe

Casi por azar, Enrique de Hériz descubrió que la traducción de Julio Cortázar de Robinson Crusoe mutilaba ampliamente el original. En este ensayo, cuenta ese descubrimiento y cómo pesquisas posteriores lo llevaron a emprender una nueva traducción, esta vez completa, de la obra de Defoe.

Enrique de Hériz
07 Febrero 2012

Barcelona, julio de 2004

El Periódico de Cataluña me encarga una reseña de la novela Foe, de J. M. Coetzee. Les propongo aprovechar la edición simultánea de la traducción de Robinson Crusoe firmada porJulio Cortázar, y republicada con prólogo del propio Coetzee, para escribir uno de los largos reportajes que en esa épocasolían abrir el suplemento literario de dicho periódico.

Después de una intensa lectura de Foe acudo a mi ejemplar inglés de Robinson Crusoe en busca de puentes, algún párrafo, una frase, citas concretas para ilustrar el nexo entre las dos obras. Encuentro la cita perfecta:

Tenía tortugas en abundancia, mas apenas podía servirme de alguna de vez en cuando. Tenía madera suficiente para construir una flota entera, uvas hasta para hacer vino o para llenar de pasas las bodegas de dicha flota, suponiendo que la construyera. Mas solo me parecía valioso aquello que podía usar de algún modo. Teniendo lo suficiente para comer y para cubrir mis necesidades, ¿de qué me servía todo lo demás?

Coetzee es el gran narrador del despojo, de la poquedad, de una economía moral casi ecologista. Este Robinson que, en su abandono, lamenta precisamente lo que le sobra podría ser tranquilamente una creación del Nobel surafricano. Busco la traducción de Cortázar para brindar a los lectores el párrafo en la misma versión que encontrarán si acuden a comprar Robinson Crusoe en la edición vigente. No encuentro el párrafo. Es tarde, madrugada ya. Tengo que entregar. Maldigo mi torpeza. Busco y rebusco. Al final, con la edición inglesa en una mano y la española en la otra, retrocedo varias páginas y trato de seguir el hilo de los puntos y aparte. No soy yo; no ha empezado aún el Alzheimer. El párrafo no está.

Me apresuro a traducirlo, asombrado por la improbabilidad estadística de haber ido a dar precisamente con el único párrafo que habría sido recortado por los duendes de imprenta. Una intuición casi tenebrosa me impulsa a revisar las primeras páginas. Aún no he olvidado ese momento: las dos primeras páginas del Robinson se reducían a menos de media en la versión de Cortázar. ¡Las primeras! ¡Qué torpeza! Así, de entrada, sin el menor disimulo. He sido editor. He revisado decenas de traducciones mediocres cuyos perpetradores se esforzaban al menos por engañarme con una apariencia de dignidad y eficacia que solía prolongarse como mínimo durante las primeras diez páginas. Me negaba creer que Cortázar hubiera sido tan bruto.

Digo Cortázar pese a que, más de siete años después –y tras una investigación obsesiva y, si se me perdona el atrevimiento, rigurosa–, ignoro todavía quién mandó cortar qué a quién. Pudo ser alguien de la editorial que se lo encargó (Viau, Buenos Aires, 1945): era una práctica común en esos tiempos. Pudo ser él mismo: es sabido que se tomaba ciertas libertades al traducir algunos textos y más de una vez hizo referencia a la siempre sospechosa libertad recreadora que conviene conceder a los traductores. En alguna carta de la época menciona que el trabajo de traducir a Defoe le ha resultado aburrido. Pero también pudo ocurrir algo que nos permitiría eximirlo y respirar aliviados: tal vez tradujo a partir de una edición ya mutilada en origen. El texto de Cortázar no solo tiene supresiones graves y sistemáticas; también un curioso añadido: está dividido en capítulos con su correspondiente título, cosa que nunca hizo Defoe en el original, pero sí quienes, ya en tiempo contemporáneo a su primera publicación, piratearon el texto en su propio idioma.

En el verano de 2004 yo ignoraba todos estos detalles. Y tenía que entregar mi reportaje. Me limité a incluir un párrafo en el que revelaba las serias carencias de la traducción y lamentaba que no se hubiera publicado con alguna nota aclaratoria de las circunstancias en que se produjo. El 22 de julio, cuando apareció el artículo, comprobé que alguien, en la redacción del periódico, había considerado oportuno diagramar ese párrafo aparte, resaltarlo con un fondo de color y titular: “Las tijeras de Cortázar”. Así vamos, haciendo amigos por el camino. A altas horas de la noche sonó en casa el teléfono y acudí a contestar con el convencimientode que sería alguien de Mondadori, alguna de las viudas de Cortázar o una empleada de la Agencia Literaria Balcells. En cualquiera de los tres casos, la llamada tendría ánimos de venganza. Por suerte, era Daniel Fernández, presidente y director editorial de Edhasa. Mi editor, vamos.

Daniel suele ser bastante ceremonioso, pero aquella noche se ahorró hasta el saludo y disparó antes incluso de oír mi voz: “Ya sé que no son horas, pero te llamo para que me traduzcas Robinson Crusoe.” Mi respuesta tampoco fue especialmente cautelosa: “Cada día estás más loco, Daniel.”

¿Traducir Robinson Crusoe? ¿Un texto de 1719? ¿Los dos volúmenes, que sumarían, a ojo de buen cubero, cerca de setecientas páginas? Y encima, por mucho que esa no fuera mi intención... ¿hacerlo a riesgo de que se interpretara que era contra Cortázar? Loco, sí: él por proponérmelo; y yo si me atrevía siquiera a jugar con la idea.

 

Noruega, agosto de 2004

El mundo sigue girando. Milagrosamente. Mi revelación sobre las carencias en la traducción no ha provocado ningún terremoto. No se ha precipitado (todavía) ninguna gran crisis. Confirmo una vez más que en la industria editorial, mientras podamos seguir llenando páginas, vendiendo periódicos, facturando libros, es decir, mientras siga echando humo la máquina, a nadie le importa nada. Bueno, no seré yo quien se atribuya una mayor pureza. Leo Robinson Crusoe en una cabaña, junto a un lago. En inglés, por si acaso. Llevo años dedicando los veranos a releer, en su idioma original, una serie de clásicos que, sospecho, mi generación apenas cree haber leído. Libros que nos llegaron en ediciones infantiles, probablemente ilustradas, abreviadas y, en la mayoría de los casos, pésimamente traducidas. Gracias a esa suspicacia, los últimos quince años me han procurado redescubrimientos maravillosos de algunos textos de Conrad, Melville, Stevenson, Shelley... Por primera vez entiendo que los británicos concedan a Robinson la misma importancia que nosotros al Quijote. Que lo consideren obra fundacional del género novelesco. Robinson Crusoe tiene pasajes áridos, acaso aburridos, algunas carencias estructurales de las que se derivan ciertos desequilibrios y un uso particular, cuanto menos desmañado, de la gramática. Pero es una obra maestra. Está viva. Te lo parece cuando la terminas de leer y años después, más todavía.

Pero de nuevo... ¿traducir Robinson Crusoe?

Hace apenas medio año que salió mi novela Mentira y, contra todos mis pronósticos, ha sido bendecida por la lotería del éxito repentino. Ha ganado el Premi Llibreter, se vende, se reimprime, me proponen traducirla. No mantengo al respecto el menor cinismo: me encanta que le vaya tan bien a un libro mío. Pero llevo demasiados años en este negocio para desconocer la ley fundamental que obliga a huir de los éxitos igual que de los fracasos: escribiendo otro libro. En mi escritorio, aparte de las muestras de la fiebre Defoe que parece aquejarme, hay otros textos. Y tumbados en los huecos de la biblioteca. Y por el suelo. Libros de magia: manuales, estudios, copias de archivos bibliotecarios, tesis de historia de la magia, copias de los registros de la patente de diversos artilugios. Quiero escribir una nueva novela. Solo sé que su protagonista será un mago a punto de quedarse ciego, que me obliga a empaparme de detalles de la historia de la magia en la época victoriana y que de ningún modo puede tener menos de quinientas páginas. Tengo un calendario de promoción de Mentira insoportable pero me propongo cumplir con él con una sonrisa en la boca. Dure lo que dure. ¿Traducir Robinson Crusoe? Habría que estar loco.

Y sin embargo una doble curiosidad me impide tratar ese proyecto como lo que es: una ruinosa locura que conviene abandonar antes de que la simiente arraigue. Por un lado, quiero entender a qué se debe que el mundo hispano haya menospreciado siempre Robinson Crusoe como “novelita” de aventuras, muy lejos de concederle la trascendencia genérica que se le otorga en el anglosajón. Por otro, lo reconozco, hay una pulsión cotilla, unas ganas de saber qué diablos le pasó a Cortázar. Pasado el tiempo sospecho que la pasión con que me puse a rastrear esa historia no nacía de una voluntad inculpatoria, sino de todo lo contrario: necesitaba perdonar a Cortázar, encontrarle una excusa creíble, demostrar incluso que no tenía nada que ver, que no había sido él. Gracias a la amable intervención del muy cortazariano y cortazarista Carles Álvarez, y con la deliciosa participación de Aurora Bernárdez, primera esposa de Cortázar y, a su vez, buena traductora, tuve en mis manos un ejemplar precioso de la primera edición argentina de la traducción. Era el momento ansiado: creía que bastaría con abrirla para confirmar que era correcta y que, en consecuencia, cabía derivar la culpa a sus posteriores editores (unos cuantos, por cierto, tanto en España como en Argentina). Algún listillo, acaso muerto ya Cortázar, había decidido que al libro le sobraban páginas y las había suprimido a lo bruto. He visto cosas peores. Pero no era el caso. Primera página, segundo párrafo: ahí estaba el primer recorte.

En el juicio contra el genial cuentista argentino había un testimonio de mucho peso, un detalle que, pese a mi talante exculpatorio, lo señalaba permanentemente como usuario del arma del delito, unas flagrantes tijeras. Se trataba del criterio utilizado para recortar. Porque había un criterio que, en primera lectura, parecía de naturaleza ideológica. Robinson Crusoe está lleno de reflexiones de orden religioso en torno al pecado de la desobediencia y a propósito del uso que Dios hace de la providencia para castigar a quien lo practica. Está plagado de ideas sobre la organización de la sociedad que responderían, como mínimo, al calificativo de “jerárquicas”. Si a alguien con el perfil ideológico de Cortázar le daba por recortar un tercio del Quijote, era lógico que quitara exactamente eso y eso es justamente lo que falta en su versión. ¿Demasiadas casualidades?

Demos un paso más y llegaremos a la encrucijada perfecta: un recodo del camino en el que podremos perdonar a Cortázar y resolver de paso la otra incógnita. Para ello, como todo viaje que se precie, hemos de desplazarnos por el tiempo.

 

Londres, 25 de abril de 1719

Salen de la imprenta de un tal William Taylor, ubicada en la londinense Paternoster Row, los primeros ejemplares de una nueva obra: Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe, marinero de York, que vivió veintiocho años solo por completo en una isla deshabitada en la costa de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco, tras ser arrojado a tierra en un naufragio en el que perecieron todos los hombres menos él. Con un relato de cómo al fin fue extrañamente rescatado por piratas. Escrito por él mismo.

¿Escrito por él mismo? Defoe pretendía otorgar un sesgo testimonial e historicista al texto, acaso verdaderamente hacerlo pasar por autobiográfico, pero se trataba de su primera obra de ficción tras una larga serie de panfletos políticos, ensayos, panegíricos poéticos, sátiras, columnas periodísticas y manuales de conducta. El éxito fue inmediato. El 20 de agosto, menos de cuatro meses después de la primera edición, fresca aún la tinta de las sucesivas reimpresiones, apareció la segunda parte: Nuevas aventuras de Robinson Crusoe. Apenas tres semanas antes se había publicado por primera vez una edición pirata que mantenía el largo titulo de Defoe en términos casi exactos, pero añadía: “Escrito originalmente por él mismo y ahora fielmente abreviado sin omisión de ninguna circunstancia destacable.” Para mayor ofensa, costaba dos chelines, contralos cinco de la edición original. La firmaba como editor un tal T. Cox en el Amsterdam Coffee House de Londres, ubicado en “las cercanías del Royal Exchange”.

Indignado, Defoe redactó un prefacio al segundo volumen, en el que equiparaba el pillaje de sus textos con el bandolerismo o el allanamiento de morada. El 29 de octubre de 1719, en el “Flying Post” de Londres, el tal T. Cox dio un paso al frente para convertir la controversia en polémica pública con una respuesta en la que se daba por enterado de lasacusaciones y se exculpaba con el argumento de que, en la fecha de la publicación de la edición pirata, él estaba de viaje por Escocia. Admitía haber recibido la visita de “un cierto hombre” que le había mostrado algunas páginas sueltas entre alusiones a supuestas disputas entre el autor y su editor a la hora de fijar los honorarios por la entrega de la segunda parte. Cox insinuaba a continuación que aquella versión pirata bien podía ser obra del propio Defoe, quien estaría así tomándose cumplida venganza de la racanería de su editor legítimo. No contento con ese pequeño borrón, se atrevía a extender la mancha sobre los nombres de ambos con una última amenaza:

Si el señor Taylor o el autor del donquijotismo de Crusoe [Daniel Defoe] dan algún paso más en lainsinuación de que yo era el propietario de dicha versión abreviada, aseguro al público que, en justa reparación, haré públicos algunos secretos que el mundo aún desconoce y demostraré que las acusaciones en mi contra por parte del autor y del librero contienen tan poca sinceridad y honestidad como poca es la verdad contenida en Robinson Crusoe.

Entre cartas y prefacios, entre acusaciones, recortes, quejas e insinuaciones, se estaba armando una discusión sobre algunos puntos fundamentales en la configuración de la novela como género literario moderno. El más importante era la veracidad. Ya hemos visto que hasta un burdo imitador como el tal Cox afeaba a Robinson Crusoe su condición de artefacto inventado. En el ya mencionado prefacio de la segunda parte, Defoe se defendía de la “gente envidiosa” que le reprochaba haber escrito “un romance” y aseguraba que las invenciones contenidas en el texto quedaban legitimadas por sus usos y aplicaciones de orden moral. Inflamado, llegó a escribir:

Hallándome en plena y perfecta posesión de mi mente y mi memoria, gracias sean dadas a Dios, declaro por la presente que esa objeción es un invento escandaloso por su intención y afirmo que la historia, aunque alegórica, es también histórica [...] Además, existe y vive un hombre, bien conocido, cuyos actos en la vida son el verídico sujeto de estos volúmenes y a quien alude toda la historia, o su mayor parte; se puede confiar en la veracidad de esta afirmación y por ella pongo en juego mi nombre.

Buena respuesta, si no fuera porque la firma, es decir, ese nombre que ponía en juego, no era el suyo, sino el de Robinson.

Dicho de otro modo, el mundo le estaba preguntando a Defoe qué diablos había escrito y él, que para defenderse no disponía aún de la palabra “novela”, tan mágica y multifuncional, solo podía decir que su relato, si bien no era del todo cierto, se parecía mucho a la verdad. Y que era bello. Y que era útil:

Es la bella representación de una vida de infortunios sin precedentes, de una variedad imposible de encontrar en el mundo, adaptada con sinceridad y destinada al bien común de la humanidad y pensada en principio, tal como se usa ahora, para los fines más serios posibles.

Desde lo alto de esa afirmación, casi tres siglos de novela nos contemplan.

Cuarenta años después de su primera edición, Robinson Crusoe contaba con cuarenta y una reimpresiones y, hasta donde podemos contabilizar, quince imitaciones, por así llamar a los textos que apenas usaban al personaje como referencia y coartada para elpillaje literario. A finales del siglo XIX se calculaban unas setecientas versiones para todos los gustos y en todos los idiomas posibles. La Universidad de Indiana conserva en su biblioteca un ejemplar de 1878 en persa, traducido a partir del urdu. Triunfaban con especial rotundidad las versiones para niños, acaso por dar la razón a Rousseau, que había ensalzado el Robinson hasta el extremo de considerar que su lectura bastaba para la educación completa de su Émile. Pero es de suponer que Rousseau se refería a una versión íntegra. No, por ejemplo, al Robinson der Jünger publicado en Alemania en 1779 por Joachim Campe, cuya aparición dio pie a una caterva de ediciones ilegítimas en todo el mundo con la coartada de educar a los jóvenes, incluidos los españoles merced a la edición de El nuevo Robinson (1789), “reducido a diálogos”, según confesaba la propia portada.

Era la condena del éxito. O la maldición de Cox. Porque todas esas versiónes bastardas tenían algo en común con la primera edición pirata: a lahora de abreviar, subyugaban la novela, la sometían, le negaban toda su capacidad de constituir por sí misma un género nuevo. ¿Y cómo? Despojándola de ideas. Tachando todo lo que les impedía clasificarla en el mismo estante que los libros de viaje y los relatos de aventuras biográficas y las crónicas periodísticas. ¿No es exactamente lo mismo que hizo Cortázar doscientos veintiséis años después?

 

Barcelona, otoño de 2009

Fin del viaje temporal. Vuelta al presente. Aclaradas, o casi, mis dos inquietudes. Si fue Cortázar quien cometió el crimen del recorte, lo hizo al menos siguiendo una costumbre, casi una tradición. No era un loco con unas tijeras. Además, ya no parecía tan insensato pensar que el texto original de su traducción pudo ser una edición abreviada. Me temo que el desconocimiento del dolo no lo exculpa por completo, pues el traductor de un clásico tiene la obligación de asegurarse de estar manejando la fuente correcta. Pero no es lo mismo. Y la investigación me había llevado a averiguar dos datos tremendos. El primero, que todas las versiones de Robinson Crusoe a lo largo de casi trescientos años contienen una de dos limitaciones (si no ambas): excluyen el segundo volumen, o incluyen los dos pero recortan brutalmente el texto. Hay una sola excepción, mediado el siglo XIX, que comete el error contrario: glosarlo en exceso con la excusa de la intención didáctica. El segundo dato era todavía más sorprendente: existe un tercer volumen y nunca ha sido traducido. O, si lo ha sido en algún momento, no dejó rastro. Se trata de un volumen de ensayos morales que Defoe publicó un año después con el título Serias reflexiones a lo largo de la vida y de las sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe, con su visión del mundo angélico. Escritas por él mismo. En su prefacio, el autor sostiene que es el volumen más importante de los tres, el que contiene la verdadera sustancia de cuanto él quería decir: “Porque la fábula siempre se escribe para la moral; nunca la moral para la fábula.” Leído en nuestro tiempo, el aporte poético de este sorprendente volumen supera con mucho su valía como texto filosófico.

¿Traducir Robinson Crusoe? ¿Los tres volúmenes? ¿Algo más de un millar de páginas? Había que estar loco para no hacerlo.

Las buena noticias de todo esto son que podremos redescubrir muchos de los clásicos que creemos haber leído y que ahora disponemos al menos de dos traducciones completas de la obra original en castellano.

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23/05/2019, 12:59
Aliosha

Está muy interesante. Es como decía Ketil, antes de empezar a leer y ya hemos aprendido un montón. XD La verdad que era totalmente necesario que se hicieran nuevas traducciones desde el original. Hemos tenido suerte ya que hemos decidido leer ésta. :-)
 

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23/05/2019, 13:52
Cusa

Una cosa que me ha llamado mucho la atención de lo leído en estos artículos es que Defoe vendió la primera edición de la obra como si fuera un relato autobiográfico firmando como Robinson Crusoe.

Se dice que pudo basarse en dos casos de náufragos célebres, uno de ellos español. Defoe viajó por negocios por España y Francia y los estudiosos del tema piensan que mucha de su obra estuvo basada en la historia verídica de este hombre: Pedro Serrano.

Leyendo su artículo en la Wikipedia me he topado con las hazañas de Pedro contadas por el historiador Inca Garcilaso de la Vega -en su libro de 1609 Comentarios Reales de los Incas- a quien se lo había contado un caballero que lo había oído del náufrago en persona. Os recomiendo que lo leáis pero sobre todo quería contaros una anécdota que me ha hecho mucha gracia.

Imaginaos, Pedro llega a un arenal con apenas vegetación y claro, ya se sabe qué pinta acaba teniendo un naúfrago:

Con las inclemencias del cielo le creció el vello de todo el cuerpo tan excesivamente que parecía pellejo de animal, y no cualquiera, sino el de un jabalí; el cabello y la barba le pasaba de la cintura.

El tiempo pasa y ocurre algo inesperado y asombroso.

Al cabo de los tres años, una tarde, sin pensarlo, vio Pedro Serrano un hombre en su isla, que la noche antes se había perdido en los bajíos de ella y se había sustentado en una tabla del navío y, como luego que amaneció viese el humo del fuego de Pedro Serrano, sospechando lo que fue, se había ido a él, ayudado de la tabla y de su buen nadar.

Cuando se vieron ambos, no se puede certificar cuál quedó más asombrado de cuál. Serrano imaginó que era el demonio que venía en figura de hombre para tentarle en alguna desesperación. El huésped entendió que Serrano era el demonio en su propia figura, según lo vio cubierto de cabellos, barbas y pelaje. Cada uno huyó del otro, y Pedro Serrano fue diciendo: “¡Jesús, Jesús, líbrame, Señor, del demonio!”.

Bueno, imaginarme la escena me ha hecho mucha gracia, las dos únicas personas en un miserable arenal huyendo una de otra. Luego se hicieron amigos, y pronto riñeron para luego volverse a hacer amigos, qué remedio.

Además, ese primer encuentro les dio una experiencia que pusieron en práctica cuando les hizo falta cuatro años después:

En este tiempo vieron pasar algunos navíos y hacían sus ahumadas, mas no les aprovechaba, de que ellos quedaban tan desconsolados que no les faltaba sino morir.

Al cabo de este largo tiempo, acertó a pasar un navío tan cerca de ellos que vio la ahumada y les echó el batel para recogerlos. Pedro Serrano y su compañero, que se había puesto de su mismo pelaje, viendo el batel cerca, por que los marineros que iban por ellos no entendiesen que eran demonios y huyesen de ellos, dieron en decir el Credo y llamar el nombre de Nuestro Redentor a voces, y valióles el aviso, que de otra manera sin duda huyeran los marineros, porque no tenían figura de hombres. Así los llevaron al navío, donde admiraron a cuantos los vieron y oyeron sus trabajos pasados.

Y para terminar:

El compañero murió en la mar viniendo a España. Pedro Serrano llegó acá y pasó a Alemania, donde el Emperador estaba entonces: llevó su pelaje como lo traía, para que fuese prueba de su naufragio y de lo que en él había pasado. Por todos los pueblos que pasaba a la ida (si quisiera mostrarse) ganara muchos dineros.

:-)

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23/05/2019, 17:06
Queen_of_spades

JAJAJ, impresionante!!

Quería aclarar con respecto a la polémica de ayer que si bien es genial que se vuelva a traducir y redescubrir después de tantos años el verdadero espíritu del texto, el que le quiso dar su autor -sin cortes ni arreglos de ningún tipo- tampoco es cuestión de horrorizarse por las (malas) prácticas pasadas, antes bien tienen que servir de lección para mejorar las prácticas editoriales a futuro y no cometer los mismos errores, omisiones u horrores.

Solamente quiero acotar dos cosas:

Me negaba creer que Cortázar hubiera sido tan bruto.

Creo que el error quizás es creer que los escritores son infalibles, y no, son mujeres y hombres que saben escribir bien o expresar de manera diferente aquello que experimenta el ser humano o aquello que el espíritu humano sueña. Eso no los convierte ni en visionarios ni en sabios mucho menos los hace entender sobre cuestiones editoriales que no les atañen; quizás ese fue el error de aquella generación y por suerte hoy se toma mucho más en serio a la integridad del texto, al sentido del autor y al delicado arte que es la traducción.

Si fue Cortázar quien cometió el crimen del recorte, lo hizo al menos siguiendo una costumbre, casi una tradición. No era un loco con unas tijeras. Además, ya no parecía tan insensato pensar que el texto original de su traducción pudo ser una edición abreviada. Me temo que el desconocimiento del dolo no lo exculpa por completo, pues el traductor de un clásico tiene la obligación de asegurarse de estar manejando la fuente correcta.

De nuevo, no. El que le da el texto para trabajar al traductor es el editor y el que coteja la fidelidad de la versión es el editor. Esa es una metodología de trabajo alienante que circula hoy en día en la que todos tienen que saber hacer todo, en realidad si cada uno hiciera bien lo que le toca sería suficiente. Por otro lado, Cortázar podría haber sido más meticuloso PERO si la versión de derechos que compró (o pirateó) el editor fue esa y no la original Cortázar tampoco podría haber reclamado que se tradujera completa, a lo sumo podría haber renunciado y que la tradujera otro y alertar sobre lo que estaba ocurriendo, pero ese no era el espíritu de la época, el espíritu de la época era sacar libros como patadas y vender como fuera porque la competencia era feroz.

Y voy a hacer un pequeño inciso sobre Cortázar: para mí siempre fue un mercenario. Sí, escribía bien, su talento es indiscutido pero también era un hombre que se ganaba el pan como periodista y fue adquiriendo habilidades a medida que se iba forjando como hombre de letras, no era un erudito y tenía sus falencias. Para mí ha sido un error en conjunto de él y su editor y de todos los que publicaron luego sin fijarse si coincidía con el original, algo tan básico hoy en día.

Pero, creo que el autor del texto ha dado en la diana con esta declaración:

El mundo sigue girando. Milagrosamente. Mi revelación sobre las carencias en la traducción no ha provocado ningún terremoto. No se ha precipitado (todavía) ninguna gran crisis. Confirmo una vez más que en la industria editorial, mientras podamos seguir llenando páginas, vendiendo periódicos, facturando libros, es decir, mientras siga echando humo la máquina, a nadie le importa nada.

ESTE ES EL VERDADERO PROBLEMA. La maquinaria sigue y a nadie le importa nada, tristemente esta es una de las razones por las que dejé de editar libros y de trabajar para editoriales para pasar a trabajar solamente con autores: es muy difícil luchar contra una maquinaria tan inmensa. Ojalá que esto vaya cambiando de a poco y se dejen de publicar las cantidades ingentes de paparruchadas que se publican XD

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24/05/2019, 08:48
Cusa

Siento mucho lo que me cuentas sobre "la maquinaria" Queen. Lo malo es que esa "lógica del mercado" es una inercia que sirve a los intereses del sistema. Inmersos en un océano de ruido la lucha de nuestros hijos no será tanto por la falta de información sino por el control de la atención.

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24/05/2019, 12:56
Morgian

Me parece super interesante toda esta historia. De algún modo ingenuo pensaba que las traducciones literarias eran fieles salvo en los casos marcados como adaptación. Ahora tengo más ganas aún de releerlo en versión íntegra, seguro que es como descubrir un mundo nuevo.

¿Vamos a ponernos de acuerdo para elegir una de las dos traducciones? ¿O cualquiera de las dos es válida?

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24/05/2019, 13:06
Aliosha

De algún modo ingenuo pensaba que las traducciones literarias eran fieles salvo en los casos marcados como adaptación

Exacto, lo mismo pensaba yo, por eso estaba escandalizada de descubrir que pueden estafarte tan impunemente, por así decir. Y sí, va a ser como descubrir un mundo nuevo! :-) Respecto a lo de las traducciones, lo que digáis. Si ambas son fieles al texto original seguramente no importe que leamos diferentes, pero si todo el mundo lo va a buscar de cero, pues no sé, tal vez esté bien ponerse de acuerdo.

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26/05/2019, 11:52
Seishi

Chicos, he estado de congreso y no he podido pasarme hasta ahora por aquí. ¿En qué ha quedado la cosa?