Partida Rol por web

Cuando el helicóptero aterrizó, dejándola en la colina cercana, aún tenía esperanzas de haber llegado a tiempo, pero según fue avanzando hacia el perímetro del Festival, se dio cuenta de que en las praderas de Willkill ya había una cantidad considerable de gente. 

- ¿No empezaba esto mañana? Pensé que podríamos controlar las entradas y las salidas- dijo a uno de sus hombres

- Muchos llevan días acampados esperando el evento. Pero si le sirve, teniente, mañana habrá diez veces más. No hubiéramos podido controlar la turba ni siquiera con el apoyo de las autoridades locales. 

- Lo único que nos sirve es encontrarle cuanto antes - respondió seca la mujer.

Después se abrigó ante un viento frío impropio de estos días del verano. O tal vez era ella que se acordaba de la fría brisa que soplaba en los acantilados de su pasado. 

Aquellos tres hombres la habían acompañado cruzando el país en pos de una quimera. Ni siquiera había tenido el apoyo de sus superiores y esta vez no pensaba que tuviera que ver con ser una mujer divorciada en el FBI. No se merecían tanta dureza por su parte. 

- ... y tal cómo dice, tenemos suerte de que ahora al menos podamos movernos entre la multitud- dijo rebajando el tono- Veamos... ¿Dónde podría esconderse esa maldita culebra? Es escurridiza y hábil, pero no precisamente discreta... 

El pequeño grupo de federales enseñó sus insignias en la entrada. Tal y como ya apuntaba la falta de organización y seguridad del Festival podrían haber enseñado el carnet del pub y también hubieran accedido al recinto. 

Aún se trabajaba la víspera de la inauguración en la construcción del gran escenario con forma de pirámide. Tampoco estaban terminados los sanitarios y los primeros asistentes parecían organizarse entre ellos para la disposición de sus caravanas y tiendas de campaña. Milagrosamente parecían no bloquearse unos a otros y despejar la gran explanada frente a aquel domo donde se probaban los focos. Veríamos si cuando fueran 50.000 en vez de 5.000 seguía imperando ese clima de fraternidad que tan impostado le parecía. 

Entonces se acordó de lo que pasaría si se los encontraban y tenían que confrontarles. 

Sería una carnicería. Allí mismo. En Wallkill. El nombre de aquel lugar no podía ser más apropiado... Y aún así, aunque murieran cientos de personas, miles... No sería nada comparado con lo que ocurriría si se les adelantaran. 

"Maldita seas mil veces Katherine" 

Algo interrumpió la angustia que le provocaba ese pensamiento como no lo habían conseguido los tranquilizantes o los gritos en las últimas semanas. Un potente estruendo que hizo temblar Willkill. 

- Son los altavoces. Están probando el sonido- dijo uno de sus hombres sacando los prismáticos

La gente se empezó a congregar hacia el escenario, que aún estaba desprovisto de sus estrellas. Aquel primer sonido acababa de despertar en el público la idea de que estaban a horas de presenciar un momento musical histórico. 

El sonido se repitió. La gente se tapaba los oídos, pero luego aplaudía y alzaba las cervezas. 

- Malditos aficionados. ¿Es que ni siquiera pueden tener controlado el tema musical?- dijo uno de los agentes. 

- No hay ningún control. Seguro que están probándolo ellos mismos. No me extrañaría que alguien quisiera hacer de teloneros por su propia cuenta esta misma noche- respondió otro- Dicen que vienen para apostar por la paz y el amor, pero todos aquí quieren su puto minuto de gloria. 

Entonces la teniente se giró y miró hacia el domo. En aquella algarabía había caravanas y tiendas detrás. 

- Todos no sé. Pero apuesto que nuestra culebra no va a poder resistir la llamada de los focos. Tiene que estar allí... ¡Vamos, deprisa! 

El potente latido levantó una sonrisa a Robert Tombstone. Se encontraba cerca del escenario, merodeando entre los cables. Aquel estruendo estaba lejos de ser la armonía perfecta que él buscaba, pero sin duda la calidad de aquellos amplificadores iba a proporcionarle grandes alegrías esos días. 

Cerca de él un grupo de jóvenes estaba disfrutando de un concierto improvisado a los pies del escenario. Uno de ellos, Josh Mc.Kenzie acababa de conectar su bajo al amplificador y se unía a una banda de músicos mientras que Nicole Gardner también se arrancaba a seguir los coros de aquellos jóvenes. Ohio se encendió un cigarro. Llevaba un rato atento a aquellos jóvenes improvisadores, buscando descubrir a esa estrella entre los desconocidos. 

Allí donde había música en directo acudía en seguida Lori Lue, entusiasmada ante ser la grupie de cada artista que tocara en el Festival. Thomas Murphy la miraba bailar pero para su desgracia, sobre la música alguien en el escenario empezó a hablar a todo volumen. 

- Detengan este sacrilegio, salven sus almas ahora que están a tiempo!- El Padre Arno gritaba ahora al micrófono consiguiendo toda la atención. 

- ¡Cállese y vuelva a las tumbas!- le gritó Mathias Strom encarándose desde abajo. Pero parecía que cada vez más adultos cortarrollos se estaban subiendo al escenario. 

- Perdone... un momento... ¿me deja el micro?- preguntaba un señor con sombrero. Hola a todos, hola, soy el profesor David y he acampado con mi clase de instituto en aquella zona. Estamos encantados de estar aquí y quería saber si... 

- ¡Deje eso! Que estos drogadictos quieran montar su orgía se explica por la falta de valores de este país y de falsos educadores como usted- gritó un airado Westin Churchill 

Uno de sus jefes llamó a JC para que pusiera orden. El segurata apartó a aquellos hombres del micrófono, pero solo sirvió para que otra mujer lo cogiera: 

- ¡Hermanas, este es nuestro momento! No dejéis que ningún hombre os diga lo que tenéis que hacer estos días- gritaba ahora Lucy Sky, una conocida feminista

Donald Kane se quitó el sombrero. Todo lo del festival le era ajeno, pero el condado le había mandado allí para evitar que todo aquello se descontrolara, así que empezó a pedir a la gente que desalojaran el domo

- Por favor, solo organizadores en este momento, vayan marchando, por favor... 

Otto, uno de los montadores abrió la valla para que todos empezaran a desalojar, pero en ese momento dos grandes focos estaban siendo transportados

Una joven muy bella se acercó con cara de perdida. Unos técnicos tras ella empezaron a pasar más cables. Jessie estaba intentando saber cómo salir de allí cuando una mujer vestida de cowboy le cogió del brazo

- Tranquila, querida, lo que necesitan todos esos es un buen revolcón y pronto estarán relajados. Me llamo Anne Dickinson. Vamos a ver dónde nos llevan. 

Casi una veintena de personas fue conducida hacia la parte trasera, que al estar también en obras obligó a pasar bajo el domo, en los hangares que estaban destinados a camerinos y salas de almacenaje

Allí Juani barría. Aquella mujer jamás había visto en su España natal gente como aquella. Ella pensaba que trabajaría en la limpieza de una sala de fiestas como las que un día vio en la capital. 

- ¿Dónde está yendo toda esta gente? Por atrás no se puede salir, van a tener que esperar aquí un tiempo y este lugar no es seguro con tanto cable y tanto andamio- quien hablaba era Josephine, una de las enfermeras que se encontraba en el recinto

- ¿No se puede salir ahora? Vaya, voy a tener que llevar estas salchichas más tarde, entonces- contestó el joven Stevie que no había hecho sino demorar el momento de atender su puesto de comida y ahora se unía al heterogéneo grupo deambular 

Pronto el polvo de los andamios empezó a hacer toser a los presentes y la impaciencia cundió entre aquel grupo de extraños que por azar habían sido separados del resto. Trabajadores, boicoteadores, curiosos y fiesteros querían volver al objetivo que se habían marcado cuando acudieron a Wallkill 

- Callad... creo que llega alguien. Siento su fuerza acercarse- dijo Chandra Umarani

Entonces sonó otro latido enorme. 

- ¿Qué es eso? 

- ¿Podemos salir? 

- ¿Quién viene? 

- ¿Es un músico famoso? 

De las sombras apareció un nutrido grupo de jóvenes hippies. Parecían drogados pero perfectamente sincronizados. Y dirigiéndoles un hombre que gritó al grupo

- ¿Saben qué es ese poderoso latido? ¡Es el ritmo de la vida! 

- Hijos, hermanos, primos segundos de mi fe, por favor, seguidme... estamos teniendo una pequeña fiesta ahí detrás. Hay alimentos para todos los tipos de estómago de este universo... 

Tras su espectacular entrada, aquel hombre ahora sonreía y abrazaba al grupo mientras sus seguidores se dirigían fuera del domo, a la parte trasera donde una enorme hoguera era alimentada con las vigas sobrantes. 

Anne, Chandra, Jesie, Josh, Lori, Mathias, Nicole, Ohio, Otto, Stevie y Thomas dudaron poco cuando vieron que aquella gente amigable se besaba y bailaba mientras les ofrecían frutas y licores. 

Josephine, Juani, Lucy, el Profesor David y Robert estaban algo más dudosos. Pero aquel ambiente festivo era mejor que el desencuentro y los empujones de hace unos minutos. Si tenían que esperar a que acabaran de despejar la zona aquello parecía un sitio agradable. 

Donald, JC, el Padre Arno y Westin estaban perplejos aunque se alegraban de hacer descubierto aquel campamento tras el escenario para desalojarlo cuanto antes. 

- Todo lo consume el fuego- bailó Daddy Dope arrojando más cosas a la hoguera- Y nosotros consumimos la ceniza. 

Daddy Dope sacó una enorme pipa que tendía en armónica comunión. 
Su congregación empezó a cantar y a bailar cada vez más fuerte. 

Y entonces ya no había grupos, profesiones o procedencias. De manera individual cada alma vibraba con aquel latido, con aquel ritmo de la vida que empezaba a difuminar los contornos y a liberar sus mentes... 

De acuerdo, malditos melenudos - Exclamó el veterano con enfado mientras sacaba un cortapuros para prepararse un cigarro que llevar a la boca y con el que contrarrestar aquel horrible olor a marihuana.

No combatí en Corea para que vosotros is dediquéis a fornicar y fumar hierba en medio de mi pueblo, así que ya estáis desalojando este lugar antes de que venga las fuerzas de seguridad y os encarcelen a todos por comunistas subversivos...

​​​​​​​¡Si McCarthy levantara la cabeza no tendríais las pelotas de intentar montar la que estáis montando!

Mathias había viajado desde su Finlandia natal a USA expresamente motivado por el festival de música más rompedor del año, o al menos así se lo habían vendido a bombo y platillo en la radio que escuchaba todos los días en su lúgubre trabajo de enterrador. Iggy Pop estaba confirmado como estrella invitada, al igual que David Bowie, amigo y padrino de su último LP. Ni corto ni perezoso se enfundó sus tejanos de talle bajo, unos que dejaban al descubierto un par de tatuajes negros en la zona de sus caderas, bien definidas por su delgadez.

No podía faltar para rematar su look, una camiseta con la cara estampada de su ídolo en blanco y negro que confirmase porque estaba allí, las botas de cuero que calzaba se las compró a un granjero de la categoría de Donald Kane, o…quizás se las robó a algún cowboy desprevenido, no lo sabemos a ciencia cierta porque… cuando el finlandés no estaba borracho, era la droga su principal coqueteo, y no se privaba de pasárselo teta en los mundos de yupi (darks, más darks que el sobaco de un grillo)

Yo voy a volar hasta allí para coger a Iggy cuando se tire en plancha como un loco desde el escenario.- y así se había jurado que iba a ser. Y si Iggy se hostiaba, recogería alguno de sus dientes encantado, para después enmarcarlo en su vitrina de cosas chungas y oscuras, como fotografías post-mortem de la era victoriana y alguna que otra calavera mugrosa y negra.

¿Cómo había llegado hasta el Wallkill? Pues como lo hace todo hijo de vecino sin recursos. Mediante auto-stop. Se montó en una roulotte de hippies al bajar del avión, y se dejó seducir por ellos sin oponer apenas resistencias.

-Venga padre Karras*, bájate de ahí, y no pidas que esta música infernal cese. Nos gusta lo infernal, lo pecaminoso, y lo impío.- como gozaba Mathias soltándole todas esas cosas feas al cura con cara de despistado. Desde aquí no me puede echar agua bendita. Y si lo hace peor para él, debería guardarla para bautizar a algún hippie del festival.

Aplaudió a la señorita de las gafas (Lucy). La única que dijo algo interesante. El otro tipo (Winston) estaba fuera de onda. -Paz y amor, carcamal, rock and roll, y mucha droga.- sacó la lengua moviéndola lascivamente y le hizo el símbolo de los cuernos con la mano.

De pasada se fijó en los seguratas, y concretamente en uno que lucía un bigote estilo Village People, lo cual no dejaba de ser inquietante en un tipo fornido y aparentemente heterosexual. Este me lo va a poner difícil para acercarme a Iggy.

No tuvo tiempo de encenderse un cigarro, cuando de repente estaban siendo llevados a otro lugar lejos del escenario. Un lugar donde los hippies se habían hecho dueños de todo. -Hermanos, que empiecen a rular las pipas, jajajaja.

"Pero... como esto siga así no vamos a llegar a las clases de mañana..." en cierto modo era responsable. 

Se acercó al sargento de hierro puro en boca. - Parece un usted un hombre cuerdo y recio. ¿Ha visto usted a un grupo de jóvenes de unos 20 años con pantalones de campaña? 

El militar malhumorado no parecía prestarle atención. Así que se acercó a otro grupo preguntando por sus alumnas. No las veía por ningún lado pero no se planteaba dejar tiradas a las chicas que él mismo había llevado hasta ese lugar lleno de divertida indecencia. Intentó buscar con la mirada el lugar de salida por si se veía en la tesitura de tenerse que marchar a solas en su viejo coche. 

Mientras él andaba preocupado por la salida, sus alumnas y las clases del día siguiente la gente fue poco a poco adentrándose en el festival con sus drogas y su bebida. Miró alrededor y observó como un chico con semimelena y los brazos tatuados empezó a animarse, en ese preciso momento cambió el chip. Tocaba pasarlo bien así que se predispuso para dejarse llevar por lo que fuera a venir. 

Pensó en su Laura, que se la había llevado la diabetes 4 años atrás y mentalmente brindó con ella otro sorbo de la cerveza.  

Nicole pegó un respingo al escuchar las palabras de Westin y como si de un reflejo involuntario se tratara, se giró hacia él y comenzó a gritarle:

- ¡Amargado! ¡Viejo carcamal! Si tanto le molesta la vida, se puede volver a Corea y dejarnos tranquilos con nuestra fiesta. ¡Infeliz!

Sin esperar respuesta, volvió a fijar su atención en el grupo de hippies y siguió cantando y bailando, más fuerte si cabe, tratando de sacudir su menudo cuerpo al compás, deshaciéndose así de las emociones generadas por el reciente incidente.

¿Quién se ha creído que es el abuelo gruñón éste?

La llegada de Daddy Dope y sus seguidores pilló a Stevie con un campingaz y un paquete de salchichas en un brazo y cargado con una mochila que le doblaba en tamaño.

- (...) Hay alimentos para todos los tipos de estómago de este universo...

¿Cómo? ¿MÁS puestos de comida? Corcho, si padre me dijo que sólo habían dado dos o tres licencias de cómida y ya he visto como dieciseis tenderetes. Como me tenga que volver con todas las malditas salchichas a casa me va a moler a palos...

Su pensamiento se paró en seco al recibir un sorpresivo abrazo por parte de uno de los seguidores de aquel hombre. El muchacho, visiblemente colocado, le besó cerca de los labios para alejarse después tan rápido como había llegado entregándole una lata de cerveza que, por el sabor que le había dejado en la cara, era evidente ese hippie ya había probado.

Stevie miró alrededor con precaución comprobando que nadie conocido le viera para primero oler el contenido de la lata y después dar un buen trago.

Yiiieeekkkss.... - exclamó poniendo cara de asco. Era la primera vez que probaba esa bebida y en ese momento estaba convencido de que sería la última. Se quitó el ridículo gorro de tela que llevaba como uniforme para el puesto de comida y se limpió la boca para quitarse el regusto. Justo en ese momento pasaba a su lado un chaval delgaducho gritando con un acento extraño a un cura. Llevaba una camiseta con un muñeco en blanco y negro al que no reconocía del todo pero le resultaba familiar.

- Ey, hola - le dijo a Mathias pasándole la cerveza para quitársela de encima - ¿Ese es el de la revista MAD pero de mayor, no?

Jessie miraba impasiva lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Había llegado allí sola, dispuesta a cambiar de aires, de gentes, de trabajo... lo que surgiera. No era la primera vez que intentaba poner un punto y aparte en su vida poniendo kilómetros de por medio. Por eso cuando escuchó hablar del Festival Wallkill, sus ganas de juerga no la hicieron dudar ni un segundo. ¿Música? ¿Drogas? ¿Sexo? ¿Gente nueva? Ése era su sitio. 

Vio cómo un tal Daddy Dope manejaba el cotarro y cómo muchos le seguían. A uno de ellos, muy borracho ya, Jessie le quitó un canuto de la mano para darle unas caladas y relajarse un poco... Hemos venido a disfrutar, ¿no? Pensó para sí misma mientras miraba al chico de las salchichas... Qué ternurita.

Luego vio cómo otros observaban también pero con rechazo, como un tal Westin, o con preocupación, como el profesor David. Pero una joven universitaria la devolvió al ambiente prefestivalero. Así que decidió quitarse casi toda su ropa, coger una guitarra que había cerca y unirse a los demás...

Ohio miraba a ese grupo que se había formado y del que por fortuna o desgracia estaba perteneciendo.

Bajo su paraguas, siempre hay que llevar uno haga sol o truene, observaba el ecléctico grupo frente a él.

“Madre del amor hermosos, de aquí no sale una estrella ni haciendo magia”, pensó mientras movía su cigarrillo entre sus dedos. 

Ohio no fumaba, no le gustaba el sabor, pero le encantaba verse a si mismo con uno encendido mientras lo movía de un lado al otro elegantemente.

Entonces algo le llamó la atención, dos figuras, dos latidos, dos mujeres.

Una hermosa chica mulata que derrochaba energía, amor y buen rollo. Ella sí que tenía magia… ahí había una estrella en potencia y curiosamente ni ella misma se daba cuenta de su propio potencial. “Es una tostada estrella fugaz persiguiendo estrellas”.

Y al otro lado, justo en el opuesto, como enfrentadas, otra mujer, blanca esta vez, y también con un halo de inocencia pero sensualidad indescriptible… era “¿española? ¿Pero que hace aquí rodeada de esta calaña? Esa mezcla de fragilidad y madre coraje la hacen única. Una rosa en el estiércol de lo mundano.Tengo que conocerla. La convertiré en la nueva Dusty Springfield latina”.

“Pero antes hablaré con la más joven, no quiero espantarlas… las amo”.

Ohio se acercó tarjeta en mano hasta Lori Lue ¿Que tal? ¿Tienes nombre? Soy Ohio… cazatalentos. 

A Thomas el curioso acto de Daddy Dope le causaba a la vez rechazo y fascinación. Había hecho varias veces el gesto de irse, pero no podía, había algo en todo el numerito que lo atraía y quería saber que pasaba allí, así que lo siguió, a él y a su séquito de delirantes.

Había atraído a otros y otras también, algunos decididamente curiosos, así que fuera por la marihuana que estaba fumando, por el hipnótico ritmo de la música, por la promesa de alguna emoción distinta o simplemente por inercia, se dejó conducir allá donde lo guiaban. Total, ¿que podía pasar de malo?

Lori estaba en su nirvana, disfruta de cada momento y porque no decirlo también intenta sacar algo bueno de la polémica. Entre el barullo se choca con un chico y esboza esa sonrisa picarona que ella tiene.

¿Que tal? ¿Tienes nombre? Soy Ohio… cazatalentos. le dice...

Hola guapo!! Perdona por el empujón, ya sabes como es esto. Me encanta tu look. Mi nombre es Lori. Tengo unas ganas locas de que empiecen a sonar las baterías y los bajos.

Mathias seguía a lo suyo, sacó su paquete de (Winston Chuchi) y se puso el piti en la boca, esperando que le llegase la pipa de alguna chica o chico flowerpower de allí, cuando un chico de aspecto vendedor, se acercó a él con una birra en la mano.

Alzó las cejas y alargó el cuello como una de esas cacatúas gigantes del trópico. ¿SI? - escuchó el sacrilegio más gordo de la velada. Si, el más gordo, ya se lo adelantamos.

Soltó una carcajada. La revista Mad… ¡Que gran sentido del humor tenían los americanos! Los estaba descubriendo sobre la marcha.

-Jajajaja, muy buena hermano. Pero no, no, no, este de aquí.- se señaló el centro de la camiseta, concretamente el careto de Iggy. -Es un ídolo de masas. Se llama Iggy Pop. Y cuando haces “Pop”… ya no hay stop.- amplió su sonrisa. El finlandés exageraba, Iggy y Los Stooges, se habían disuelto y sus tres primeros álbumes no es que hubiesen causado "sensación" alrededor del mundo, un público más selecto los conocía. Eran los 70, y estaban empezando a encontrar la forma y el sonido. -Es el padre del punk-rock. Abre bien las orejas cuando lo escuches sobre el escenario, Stef… Stiwi… Stivi…- no atinaba a pronunciar bien su nombre. -¿Te vas a beber esa cerveza? ¿no? ¿no te gusta? Pues trae.- se la bebió él sin contemplaciones. Aqui no se tira nada.

Luego, se dirigió al señor de sombrero color crema, el que bebia cerveza. Parecía abierto a unirse a la fiesta, o como mínimo admirar a la juventud por ello.-¡Eso es señor! ¡Que no se diga que la edad entierra a los espíritus jóvenes! ¡Brinde amigo, participe de este festival como uno más!

Las chicas como no, estaban haciéndose de notar, libres como pajarillos, siguiendo los consejos feministas de Lucy. Necesariamente tenían que llamar su atención. Ohhh, bueno, una niña mala… - miró con curiosidad a la joven de gafas, la que había increpado al veterano de Corea por intentar cortarles el rollo. Esperad, esperad, una rubia se estaba quitando la ropa y había sacado su guitarrita para cantar. Dos chicas malas. Corregido.

El Padre Arno Moriani estaba claramente lejos, muy lejos, de su zona de confort, pese a ello, decidió mantenerse lo más recto posible y no solo resistir la tentación, sino que esbozar una sonrisa nerviosa mientras pasaba por delante de aquellos asistentes hasta llegar junto a aquel Militar y el Profesor. No le interesaba las réplicas de aquel joven melenudo.

-S-Saludos, Caballeros. -Dijo con claro nerviosismo mientras se secaba el sudor de su frente- Por lo que veo esto no es simplemente música desenfrenada, quiero decir, Satánica. También hay... otras prácticas... -Por no decir orgías en el backstage o el consumo de estupefacientes- ¿Es esto habitual en esta área o... es un caso especial por el concierto?.

J.C pensaba en dispersar a golpes a todas aquellas personas, pero quedo hipnotizado ante la entrada de Daddy Dope y compañía. Quedo petrificado, estupefacto. Su pie involuntariamente se movió al ritmo de la música. Llevado por la corriente acabo detrás del escenario. Tardo un momento, pero consiguió salir de esa masa de cuerpos sudorosos. - ¡Vamos a ver! ¿Quién cojones os ha autorizado a hacer fuego aquí? Ya me lo estáis apagando... Advirtió a la multitud que bailaba desatada.

Ese lugar era el paraíso. Música, alcohol, drogas, incluso una chica se desnudo allí mismo, en su cara... Solo una guitarra tapaba sus encantos, pero el estaba allí para poner orden, no para divertirse. Gruño. - Señorita tápese. Va a conseguir que aquel viejo sufra un ataque al corazón. Señalo a Westin* mientras se despojaba de su camisa para ponérsela por encima a Jessie*.

Cuando llego a la zona de caravanas del festival con su furgoneta naranja de cristales tintados, salio por la puerta lateral abriéndola con fuerza, debía engrasarla desde hacia semanas, pero quien tiene tiempo mientras hace su trabajo. Robert bajo de un ligero salto del auto, cerro de nuevo, recordando ahora mejor que antes porque debe comprar grasa para motos en cuanto pueda, y aseguro su "hogar" durante la próxima semana con llave. Aquel hombre ataviado con un LFO acomodado en la cadera, amarrado alrededor de su cuello con una gruesa cinta de cuero marrón, donde tenia enchufado un caro y sensible micro y unos gruesos auriculares, todo propiedad de la universidad donde trabaja, toqueteo un poco con los botones de su caro aparato antes de salir decidido hacia el recinto principal.
-Primera parada los altavoces del escenario, llegar un día antes a sido lo mejor que podía ocurrir. -Comento orgulloso, mirando el bolsillo superior de su camisa, donde presumiblemente debía tener una grabadora, por el tamaño del cacharro que descansaba en el.

Estar escuchando a los espontáneos del micro no era lo que él esperaba cuando empezó a deambular por el cableado y la zona cercana, pero que le hubieran llevado a la "fuerza" hasta ese campamento improvisado lleno de hippies con aires de cantantes y sincronización armónica, puede que fuera un golpe de suerte, claramente no estaban en el tono que él buscaba, pero pueden que si se sentaba a escucharles el tiempo suficiente y "hacerse" su amigo, pudiera encontrar alguien que le diera una pista de que grupo en aquel festival estaba mas cerca de aquello que ansiaba o ha que guitarra debía prestar mas atención o que bajo escuchar mas alto o ha que voz añadir agudos para estar mas cerca. Si, era una buena opción, y ademas parecían buena gente.

-Espere amigo, déjeles hablar un rato, tal vez sea importante. -Hablo con el primer hombre que había alzado la voz, una grave y para nada útil. Pero pronto a ese hombre se le unieron dos personas mas entre ellas un cura y no parecía el típico new priest con guitarra y patines que se estaba poniendo de moda en la ciudad. Así que prefirió dejarlos solos y centrarse en la chica semi-desnuda que tocaba la guitarra, todo por analizar su estilo de música por supuesto, por eso dirigió el micrófono, que mas parecía un arma que el clásico micro, hacia la chica y procedió a analizar su sonido.

Josephine no se separaba de Juani. Se habían conocido el día antes cuando llegaron para incorporarse como trabajadoras en el festival. 

A Josephine todo lo que estaba pasando le parecía a la vez fascinante y aterrador. Por una parte le apetecía dejarse llevar. Olvidar que había ido allí a velar por la salud de los participantes y entregarse al desenfreno. Quitarse la ropa, enseñar su piel, gritar y bailar al ritmo de la música y entregarse a las sustancias. Era lo contrario que le había enseñado su estricto padre al que adoró pero al que también odió. 

- ¡Responsabilidad, disciplina y trabajo! Así he conseguido yo hacerme un hueco en este país. ¡No te lo ponen fácil cuando eres un hombre negro, Josephine. No te lo ponen fácil! - Josephine parecía estar oyéndolo gritar allí mismo. 

No. No podía dejarse llevar. Aunque cuidar de borrachos no era algo que le agradara, especialmente si tenía que cuidar a ese tal Mathias que estaba segura de que iba a dar problemas. Ella había estudiado enfermería para cuidar a gente noble. Curar heridas de hombres valientes que luchaban por su país. No gente que se dejaba llevar de aquella manera tan salvaje. 

Buscó a Juani, a la que creía a su lado, pero ya no estaba. ¿Dónde se habría metido esa muchacha?

Ahí estaba Josh, lanzándose a tocar su bajo junto a aquellos músicos deseosos de probar suerte como él. Esa joven, Nicole, con quien cruzó unas palabras, se animó de forma improvisada a poner letra a su música… “Quien sabe, quizá de aquí salga algo interesante”, pensó.

Se fijó en un tipo con un cigarro que les miraba con cara de interesante… Saltaba a la vista que era un “cazatalentos”… fijo, pensó… Josh, ya había visto a varios de esos tipos en bares y festivales… siempre con esa actitud observadora desde la distancia… Vió cómo se acercaba a esa chica mulata… “Ha visto algo en ella”… “Esos tipos tienen esa capacidad”, pensó….

Luego apareció ese cura, y luego esas mujeres, y el segurata… y el tipo hippi raro ese… y todo se precipitó. Sin saber cómo había llegado hasta allí, se encontraba en una fiesta hippi dentro del propio festival, rodeado de comida, bebida, música y drogas… Mucho buen rollo, y no sé que historias de que “todo lo consume el fuego” y que “nosotros consumimos la ceniza”… Este líder hippie era un raro, sí… pero estaban de festival, “¡Que cojones!”… "habrá que vivirlo al máximo". Este festival no era cualquiera… este festival era EL FESTIVAL.

Nicole se lo estaba pasando como nunca en su vida, pero pensó que era el momento de descansar y reponer fuerzas para todo lo que viviría a partir del día siguiente. Notó la mirada de un joven melenudo sobre ella (Mathias) y un escalofrío le recorrió la espalda. Decidió que era el momento de comprar algo de comida en uno de los puestos y, después, retirarse a dormir a su tienda. Sin embargo, no podía dejar de decirle a aquel bajista (Josh) y a la chica desnuda (Jessie) la conexión musical que había sentido y sus ganas de repetir.

Quizá podríamos componer algo juntos – pensó.

Entonces se acercó al Josh, abriéndose paso entre gritos y descontrol, le puso la mando en el hombro y le dijo:

– Ey, me ha encantado lo que has hecho. La música fluye por tus dedos de una forma tan orgánica… ¿Cómo te llamas?

Juani se agarró a su escoba viendo pasar a aquel grupo junto a ella, llevando en las suelas de sus zapatos toda la arena de la parte principal de la que venían. Puso los ojos en blanco, pensando que tendría que volver a empezar y volver a barrer todo lo barrido. ¿A quien se le había ocurrido contratarla para mantener limpio un sitio que estaba rodeado de tierra y campo?

-¡Y a mi qué! Mientras que me paguen…seguiré barriendo, que en esto yo tengo práctica… Pero, ¿A dónde van todos estos? No hay ni uno decente. Que ropas, que maquillajes, ¡que pintas! Estos americanos son raros. ¡Vaya si lo son!

Decidió finalmente que no perdía nada en seguirlos y curiosear un poco. Cuando tanta gente junta iban en una dirección supuso que sería bueno ir en esa misma dirección también. Es como cuando en el pueblo se decía "cuando veas que todas las cabras tiran para el monte, tira tu detrás, porque aquí abajo va a pasar algo y ellas no quieren estar presentes". Nunca había sabido exactamente a que se refería aquella frase pero ahora decidió aplicarla siguiendo a estas cabras….bueno, personas, detrás del escenario.

De repente, aquel sonido la dejó plantada en donde estaba y cuando vio a aquel tipo y a sus seguidores avanzar hacia ellos bailando y cantando, Juani se pegó a la pared en un intento de pasar desapercibida. Esa música le parecía extraña. Ella echaba en falta a su Camilo Sesto, a su Paolo Salvatore, a los fantásticos Mocedades. Pero aquel sonido, ¿qué era?

-¡Oh! Y ahora se van a drogar…esas son pipas de la paz como la de los indios. Seguro que tienen alguna hierba de esas que te hacen ver unicornios rosas volando. Pero…pero…-se volvió buscando a alguien a su lado (Josephine). ¿Dónde estaba? ¡Cielos! Se había movido con toda aquella gente sin esperarla. La vio a lo lejos, mirando un poco perdida a todos aquellos individuos. Se acercó casi a la carrera a por ella-Querida Josephine no se separe de mí, venga, venga,… un poco más adelante se está bien, hay menos humo de eso que estos se andan fumando. Alejémonos de aquí que no quiero respirar esa mierda-Tiro de la enfermera hasta separarla del tumulto, acabando junto a un tipo que parecía cura (Padre Arno) y a un señor mayor (Profesor David) que parecían estar hablando-Buenas tardes, Juani y Josephine. Ustedes parecen no ser como el resto pero parecen saber de qué va esto. ¿Es normal aquí en américa que la gente… bueno… que se toque la guitarra desnuda?-les preguntó señalando a la señorita que tocaba el instrumento que, gracias a Dios, tapaba sus partes-¿Y que se fume de esa forma? Nos vamos a ahogar aquí todos con el humo y huele raro, como a plantas, eso no es el Ducados que se fuma en mi casa. Y esa música que ha cantado ese tipo, ¿es lo que se lleva aquí en las américas? Verán, yo es soy de España, llevo aquí unos días escasos buscando trabajo pero, viendo esto, no se si voy a encajar. No es esto lo que yo esperaba-se fijó que tenía su escoba aun en la mano, la apoyó en el suelo y miró a Josephine con cara de circunstancias-Me esperaba esto de otra forma. Primero, mi trabajo consiste en barrer arena en mitad de un explanada llena de tierra y, segundo, ni me gusta la música, ni me gusta eso que se están fumando ni me pienso besar de esa forma en mi vida con nadie… -se le iban a salir los ojos de las órbitas mirando a una pareja que se comían, literalmente-…¡que indecencia hacer eso delante de todos!-exclamó.