Partida Rol por web

Menudo días, la verdad es que me recuerda tanto a mi aldea: mar, sudor, gente amable. Pero esto de dormir en akella habitación... es lo que peor llevo, peor que el cansancio, el mareo, la comida, y con diferencia. Si puedo intentaré coincidir mis guardias con las de Urumi, Khenta y Dynamo también son simpáticos y agradables, pero no son mujeres.

Por el resto los días pasan de manera tranquila, en los que mi mente se llena de recuerdos. Pero no quiero revivir los malos momentos, sino que los utilizo para que me den fuerzas, junto con la brisa marina. Así una podría llegar a sentirse invencible.

Los días a bordo del barco pasan todos igual: trabajando de día, durmiendo mal de noche (al aire libre y trabajando el movimiento del barco es soportable, pero intentar dormir apretujado en una habitación minúscula que se mueve sin parar es un auténtico reto). Y a medida que pasan los días, Jumai va perdiendo el buen humor. No es que el trabajo físico le agote, pero la falta de sueño y de espacio personal van haciendo mella en su ánimo. Sus compañeros más habladores y simpáticos ahora se le antojan cargantes. Cada día, Jumai cumple con el trabajo que le dan, y pasa sus ratos libres repasando mentalmente fórmulas mágicas (nunca se sabe cuando harán falta, y ante el peligro uno no tiene que recordarlas automáticamente) y rezando para que el cautiverio en esa celda que se mueve por el mar acabe pronto. 

El chico se mantiene apoyado en la barandilla mientras sigue con la vista fija en el horizonte.

- Hace un día agradable... Como para estar encerrado en mi camarote...

Y tras esto, sigue en su sitio observando el horizonte.

- ¡Podemos practicar aquí!

Y dice señalando la cubierta delantera, que es bastante amplia y espaciosa.

- Aquí no podemos chocar con nada. ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? 

El chico tiene una gran sonrisa en los labios.

Sonrio y avanzo hasta la zona señalada mientras saco mi lanza, no es como las demas, de hecho parece mas bien una lanza ceremonial que otra cosa, aun así se puede ver que la punta está bastante afilada.

---Bueno...lo primero de todo es saber apreciar las diferentes partes que la componen, es bastante sencillo, en primer lugar está el cuerpo, que como puedes ver es lo mas largo de la lanza, el mio es de metal pero puede ser perfectamente factible usar madera, siempre que sea lo suficientemente resistente para recibir los golpes y realizarlos- despues paso de la zona del medio en la que hay un circulo con el símbolo de Yevon y paso a la punta- Y la parte superior es la punta, la lazas no tienen un gran misterio, aunque hay muchisimos tipos diferentes ,y cada uno es un mundo, y la busqueda de tu lanza ideal puede suponerte un verdadero dolor de cabeza puesto que tu arma debe ser una prologanción de tu cuerpo y debe de serte sumamente facil moverte con ella, tan facil como respirar...

Sonrio ante este comentario.

---A mi me costó bastante encontrar mi lanza ideal, tuve que buscar mucho...bueno ¿alguna pregunta?

Los días pasan y el cuerpo se resiente. Urumi empieza a admirar a los marineros por la forma en que soportan la dura vida a bordo de un barco. La humedad, las camas incómodas, el duro trabajo constante y la comida sencilla. Ella nunca se queja y siempre tiene una buena cara para el resto, pero lo cierto es que más de un día sus huesos le dolían y el cansancio por las malas rachas de sueño puede con ella.

Aun con todo eso cada día resulta una experiencia única. Cada vez que termina con la jornada de trabajos de mantenimiento Urumi busca confraternizar con sus camaradas. Reza a Yevon junto a Jumai, salvo cuando este está en su peor humor, se entrena junto a Yusuke y Khenta, ambos muy diestros con las armas e incluso dedica cierto tiempo a relajarse en cubierta, practicando Tai Chi junto a Lilith, quien aunque reacia y con mucho reparó acabo por acceder ante sus insistencias para calmar sus miedos. Pero sin duda, la mejor parte del día era cuando charlaba de cosas banales con Dynamo y Jimmy. Esos dos niños, uno de ellos más grande,  se habían ganado su simpatía.

Ultimo día de viaje. Urumi se encontraba en la proa del barco, en cabeza viendo como la nave cortaba tanto las olas como el viento. Con la mirada fija en el horizonte y la mano en la frente para cubrirse del sol no veía el momento de llegar a tierra y estaba impaciente por divisar la isla Besaid.

-No menos agradable que cualquiera de los anteriores. No se cómo has podido pasar tanto tiempo en tu camarote. Los mareos no me habrían dejado.- Le dijo a Velfire. Parecía que hoy estaba algo más hablador.

-Probablemente porque en su camarote tiene una cama cómoda, no es así?- dije mirando a Velfire con una sonrisa - además seguramente en su camarote estudie o cosas así- miré al viajero- a que te dedicas Velfire? Es decir que haces para ganarte la vida? Nosotros ahora somos guardianes pero cada uno claramente tiene un oficio, un mago, un caballero, un lancero, etc. Tu que haces?-

El chico mantiene la vista puesta en el mar mientras le hacéis las sucesivas preguntas.

- Algo me dijo que hoy era el día para disfrutar de la brisa marina. - Responde a Urumi. - Y soy explorador. - Contesta a la pregunta de Dynamo. 

El chico se mantiene con la vista puesta en el horizonte. 

El muchacho escucha atentamente las explicaciones que le de Khenta mientras observa su "lanza".

- Yo no tengo una lanza. - Y te muestra su palo. - ¿Esto me vale? Un arpón sería más recomendable, pero papa... Digo el capitán, me ha dicho que, por el momento, solo coja un palo. Eso quiere decir que, si entreno mucho, puede que me deje un arpón más adelante... - En ese momento parece que una idea cruza la mente del niño y una expresión de felicidad se ilumina en su rostro. - ¡A lo mejor! ¡Si soy muy bueno muy bueno muy bueno! ¡Papa! Digo, ¡el capitán me puede comprar una lanza cuando vayamos a Luca o a Bevelle. ¿No?

No entiendo a Urumi, ¿que necesidad tiene de cansarse haciendo ejercicio con la de tareas que nos da el capitán? Pobre Velfire, es que no lo van a dejar tranquilo, pero mientras hablan con él a mi me dejan tranquila, cosa que me encanta. Ahora que llevamos unos cuantos días el cansancio empieza a pasarme factura, además con este terrible sol debo ir tapada todo el día, por lo que paso un calor de mil demonios. Suerte que estamos en el mar, y agua para refrescar mi rostro no me falta.

Creo que ahora que he visto que por la noche hay poca gente en cubierta intentaré pasar el rato de día, que no tenga que hacer trabajo o comer, en el camarote y cuando se vaya el sol saldré a cubierta e intentaré dormir bajo el manto de las estrellas, y una mantita en caso de que haga frío.

Después de ver cómo interrogan a Velfire, les digo a Dynamo y a Urumi (mentalmente), que dejen respirar a Velfire, que parece un interrogatorio de la guardia.

---Tu padre lo que  quiere es que no te hagas daño entrenando con un arma de verdad, eso es lo que hacen los padres....supongo- digo esto ultimo mas para mi que para Jimmy mientras tengo la mirada puesta en el horizonte-...pero si, un arpón puede serte igualmente util, de hecho podria considerarse un tipo de lanza...asi que deberas entrenarte muy duro si quieres que tu padre te dé permiso.

Sonrio ante el entusiasmo del chico.

---Bueno no pienses en el futuro mientras vivas en el presente, por ahora centrate en entrenar, dudo mucho que te especialices antes de llegar a Luca pero...¿quien sabe? ¡ Quizas estememos frente a un joven talento con la lanza! 

Que buena persona que es Khenta, me gusta cómo trata a Jimmy. Por su modo de tratarlo diría que que tiene hermanos pequeños, o que se ha criado con con chicillos y/o chiquillas. Es uno de aquellos momentos en que una persona se ve su corazón, y el de Khenta es indudablemente bueno. Me alegra haberlo elegido, seguro que con esas ganas y sus buenas intenciones llegará lejos.

-Vaya, explorador! Dicen que su vida esta llena de aventuras, aunque nunca había visto un explorador con poderes mentales sin arco!- dije mirando a Velfire.

-Tranquila Lily, solo quiero saber más de él pues me parece de lo más interesante, pero si quieres voy a charlar contigo-

-Y es verdad que este parece ser un gran día, hay que disfrutarlo ahora que no tenemos tareas, con permiso- dije comenzando a caminar hacía donde estaba Lilith.

Un día más amanecía a bordo del barco rumbo a Besaid. Jumai, como cada mañana de la travesía, arrastró su cuerpo como pudo hacia la cubierta, dedicando breves saludos a todos con los que se cruzaba, para que la brisa del mar le espabilara un poco. El panorama aquella mañana era una pequeña variación del de siempre: Dynamo y Urumi acosando al pasajero llamado Velfire, Khenta charlando con el pequeño Jimmy (parecía que iba a darle unas clases de manejo de la lanza o algo por el estilo),... todo en orden. Jumai aprovechó el tiempo antes de que repartieran las tareas para dejar que el sol y el viento le despejaran la mente. Ya debía quedar poco para llegar a Besaid, y entonces empezaría el auténtico reto.

Al oír las palabras que Dynamo dirige hacia mí, la vergüenza invade mi cuerpo, una vergüenza que se convierte en miedo. La sangre bombea sobre-calentada tiñe de rojo mi blanco rostro (cosa fácil), al sentir que me dice Lily, qué es el diminutivo de Lilith. ¡Será desvergonzado! Ni siquiera me ha pedido permiso para llamarme así, lo suyo realmente es peor de lo que pensaba, esto ya roza la mala educación. Igualmente, si me hubiera pedido permiso no le habría dejado, Lily sólo me llama mi familia y está muerta. Además se mueve en dirección donde yo estoy, pero no quiero que se acerque a mi, al menos hasta que haya digerido su acto de... de... ¡INSOLENCIA!

Ya no puedo más, sentía a mi padre llamándome Lily, mi corazón ya no aguantaba más. Así que me encerré en el camarote, allí mis ojos no aguantaron más la presión, y empecé a llorar. A llorar cómo yo sabía, sin hacer ruido, sin molestar, sin manchar. Para disimular cojo un libro, por si alguien entra en el camarote, aún que cierro la puerta por dentro. Cuando me haya pasado, me seco, me lavo la cara y abro el cierre de la puerta, no obstante seguiré allí dentro.

Mientras estas charlando con el pequeño marinero, te fijas en que el barco comienza a ir más despacio.

Al principio es apenas perceptible, pero poco a poco te vas dando cuenta que la velocidad... Y no es porque deje de haber viento, sino porque hay... Algo... Hay algo en el agua que está haciendo ir más despacio la embarcación... 

Mientras estáis haciendo vuestras tareas o simplemente no haciendo nada, os dais cuenta que la embarcación empieza a ir muchos más despacio, hasta el punto de detenerse. 

- Bueno... - Dice el pelirrojo cuando la embarcación se para. - Parece que ya es la hora...

Observáis como el muchacho, poco a poco, se eleva de la cubierta del barco.

- Siento que vuestro viaje solo haya llegado hasta aquí...

Dice mientras os sonríe de una forma que os pone un poco los pelos de punta.