Partida Rol por web

El campo de tierra de la rivera, es de los pocos lugares de Beric donde entrenar por las tardes cuando los institutos cierran sus puertas. Cuando los jóvenes futbolistas terminan sus clases suelen acudir a este lugar. No es de extrañar que el campo haya visto disputarse muchos duelos entre los jugadores de distintos institutos.

El anochecer es precioso en este lugar, cuando el sol se pone y emite eso colores anaranjados que se reflejan en las aguas del rio verde.

Desde el campo se puede ver en la lejanía el puente de Angarth que lleva desde el Instituto Angarth a las instalaciones deportivas del mismo.

El campo de tierra de la rivera, es de los pocos lugares de Beric donde entrenar por las tardes cuando los institutos cierran sus puertas. Cuando los jóvenes futbolistas terminan sus clases suelen acudir a este lugar. No es de extrañar que el campo haya visto disputarse muchos duelos entre los jugadores de distintos institutos.

El anochecer es precioso en este lugar, cuando el sol se pone y emite eso colores anaranjados que se reflejan en las aguas del rio verde.

Desde el campo se puede ver en la lejanía el puente de Angarth que lleva desde el Instituto Angarth a las instalaciones deportivas del mismo.

Recientemente te mudaste a la ciudad, ingresaste en el Instituto Levard pero con toda la historia del torneo de futbol local apenas has asistido a clase y por petición del Director del Instituto no serás presentado e incluido en las aulas hasta terminar el Torneo. Por este motivo llevas varias mañanas yendo a jugar a futbol al campo de tierra de la rivera esperando conocer a alguien con quien compartir unos pases y entablar una amistad pero ninguna mañana a dado frutos y finalmente siempre has tenido que jugar solo.

Otro día más, allá iba con mi balón a la ribera a ver si por fin había suerte. Sino, pues seguiría mejorando mi potencia con el balón, era algo que me encantaba también.

Aunque comprobaba como mi balón se resentía cada vez más. Era de muy buena calidad, mi madre me lo había regalado por mi cumpleaños, estaba sucio y por algunas partes ya se notaba la mella de los golpes, pero aún así seguia volando y botando como el primer día.

Mis botas no podían decir lo mismo, estaban al borde de romperse, pero no me importaba, eran casi como mis segundos pies.
Nunca me fijaba en esta parte del pueblo, solo sabía el camino hasta allí girando un par de calles, pero mi cabeza siempre pensaba en lo mismo, que hubiese algún compañero para jugar.
Y al final llegué, el campo de tierra de la rivera. ¿Estaría sólo de nuevo?
 

Al llegar al campo de tierra la ilusión te desborda. En el centro del campo un chico da toques a un balón, de la pierna a la rodilla, de la rodilla a la cabeza donde en un perfecto control la mantiene unos instantes en su frente para dejarla caer a su pie y volver a repetir la secuencia…

Observo al chico con detenimiento. ¿Será de mi escuela? ¿Será de una escuela rival? En realidad poco importa, es el primero que me encuentro y quiero jugar con alguién.
¿¡Eh chico, te apetece que jugemos juntos!? Me llamo Änsèrd y vengo aquí todos los días. Intento decirle en el tono más cordial que pueda, aunque mi torrente de voz suene un poco brusco

¡¡Por fin hemos llegado!!! ¿Qué os parece si empezamos a buscar compañero de equipo y planteamos una pachanga a quien se apunte?

Salí corriendo para seguir el ritmo de Jarn pero me fue imposible. Vaya, veo que sigues igual de rápido. Me quedé un momento recuperando el aliento y escuche las palabras de Fastholp. Tienes razón, deberíamos ir a buscar a alguien que se quiera unir. Tal vez deberíamos montar ya la pachanga y esperar que alguien se una, además tengo ganas de jugar. Dije riéndome

Igualf... de rápidof... dicesf...? Cof... Cof... No recordaba que hubiese un trecho tan largo entre la escuela y el campo. Pero venga dale, empecemos a tocarla!

Sí venga, empecemos cuanto antes... ¿Alguien me dispara unos tiritos? Tengo que empezar a calentar...

Antes de recibir respuesta del muchacho ves como desde la lejanía se acerca un grupo de chicos corriendo. En su carrera no parecen darse cuenta de vosotros 

Tras reponeros de la carrera os percatáis que en el campo de tierra hay dos muchachos dando toques al balón.

Observo a los chicos con detenimiento. ¿Serán de mi escuela? ¿Serán de una escuela rival? En realidad poco importa, son los primeros que me encuentro y quiero jugar con alguién.
¿¡Eh chicos, puedo unirme a jugar!? Me llamo Änsèrd y vengo aquí todos los días. Intento decirles en el tono más cordial que pueda, aunque mi torrente de voz suene un poco brusco

-Mi nombre es Albeden. Dice el otro chico. Mis amigos tienes que estar a punto de llegar, de que escuela eres Änsèrd. Albeden es un elfo y a pesar de sus cabellos rojos, sus ropajes y el anillo que porta en su mano derecha delatan su alta posición social. Mientras habla juguetea con una pelota. Mejor déjame adivinarlo seguro que eres del mediocre instituto Levard… Tal vez no sea necesario que vengan el resto de mi equipo para demostraros que no hace falta que os presentéis en el Torneo Local. No había duda de que Albeden era uno de los miembros del equipo de Angarth. Sin mediar mucha más palabra el chico salió corriendo en dirección contraria a la vuestra hasta situarse en la portería contraria, una vez allí piso el balón dejando unos segundos para que os posicionéis. Os atrevéis a pararme!!!!

Fastolph salió corriendo hacia la portería.

¡¡¡Vamos chicos, paradle!!! ¡¡¡Nadie va a amedrentarnos!!!

¿Qué soy del instituto Levard? ¡Soy nuevo alumno del instituto Rahdoc! Grito bien alto colocandome frente a él.

¿Habrá insinuado que no soy un elfo? Se va a enterar! Pienso para mis adentros mientras veo que los otros nuevos chicos quieren enfrentarse también a él. En otro momento me habría posicionado de su parte porque era algo totalmente desigual, pero me había faltado al honor y debía pagar por ello. Chicos, yo me encargo de defender esta portería, no os preocupeis. Termino diciendo con total seguridad y colocándome en el centro del área

Salí corriendo en dirección a la portería contraria

Vamos chicos, no tiene nada que hacer contra nosotros

Pero dejad que descanse! Digo refunfuñando, mientras voy a cubrir un poco zona. Como no, quejándome... Hmf!

-¡Voy hacia él! ¡¿Qué se ha creído ese presuntuoso?

Mourith corrió hacia el centro del campo para intentar bloquear cualquier acercamiento de su rival.