Partida Rol por web

Gram intentó evadir las piedras pero le fue imposible. Cada una se clavaba en su cuerpo furiosamente arañándolo y haciéndolo sangrar.
Trató de invisibilizarse pero no lo logró, el dolor era demasiado intenso para concentrarse en lo que debía hacer.
De repente una roca aún más grande que las anteriores dio el golpe final que lo dejaría inerte sobre la hierba.

Lo último que logró ver fue la sonrisa de Giondra al llevar a cabo la caza que tanto había buscado.

El aire se hizo dueño de las partículas de su cuerpo que fueron desprendiéndose una a una para concentrarse a la altura de los ojos de la cazadora.
Algo se diviso como nueva materia frente a Giondra, Fionn y el oculto Bergen. Era otro bastón de similares medidas al que la mujer había usado. Pero su estética muy distinta.
Dos partes de madera flotaban como un cetro de centro violáceo y casi transparente.

El stub flotó luego hacia Giondra y desapareció en algún punto dentro de su ser.

La escena desapareció como una explosión en su cabeza aturdiéndolo. La imagen había sido tan real que todavía le parecía sentir el aroma de las flores cantoras.
Ni Giondra, Fionn ni el bicho se encontraban cerca de él. Grau volvió a ser el fondo gris que tanto conocía. ¿Qué mierda había sido eso?

Yuri comenzaba a desesperarse. Le tomó el pulso a Bergen y se calmó un poco al sentir que la respiración era normal y que las pulsaciones también lo eran. Estaban un poco bajas, pero al menos estaban allí.
Miró hacia la jaula y el caótico seguía doblándose sobre sí mismo, plegándose y fundiéndose consigo mismo como si fuera masa para hacer pan.
Sacudió al señor Leuenberger hasta que finalmente éste respondió.

Señor Leuenbergen... ¿Se encuentra bien? Llamaré a una enfermera para que lo vea. Espero no haberle impresionado con la sangre.

¡Caótico, Caótico... Treiber... Gelineau! ¡Gelineau! ¡Gelineauuuuuuu! Gritaba Bergen mientras intentaba despertar. Pocos minutos después, Bergen se encontró en condiciones de poder conversar de manera coherente nuevamente.

No es necesario que llame a ninguna enfermera estimado Yuri. Me encuentro bien. Por favor sepa disculpar cualquier inconveniente que le haya podido ocasionar, me tomó por sorpresa todo lo ocurrido. Tengo que contarle algo, lo vi; pude verlo, al Caótico digo. No era tal cual usted lo describió, pero lo vi en sueños. Era muy real. ¿Sigue acá con nosotros?

Bergen miró a su alreadedor hasta fijar su mirada en la jaula. No podía ver nada dentro, pero algo en su interior le hacía sentir plena seguridad de que la criatura estaba allí.

No se preocupe por eso... espero no le moleste que la llame Aridai. Sabía que tenía que escoger bien las palabras si no quería perder la confianza de la mujer. No hablaré del trabajo de su esposo si no lo desea, disculpe la intromisión, entienda que es mi trabajo. Además es mi deber como aldeano aportar mi grano de arena para no asentir con una sonrisa al discurso de una empresa que usa su propio producto para desarrollar medios y procedimientos que compren a todos los habitantes de Grau. No lo están haciendo para nada mal, en mi opinión. Las últimas encuestas muestran números desorbitados de consumidores de Panzer. Yo mismo estoy en tratamiento y es lo mejor que le ha pasado tanto a mi carrera como a mi vida personal. Tomó otro dulce de la canasta y se lo llevó a la boca. Mientras masticaba continuó hablando informalmente. Aunque si me lo pregunta ahora mismo, creo que con un par de estos al día, cualquier aldeano puede considerar haber alcanzado la felicidad.
Tras comer el segundo dulce, Bonzo comenzó a tener un sentimiento extraño. Lo extraño era que estuviera sintiendo algo emocionalmente. Por un momento recordó un afecto de lo más negativo por el tal Loke que se metía a cuanto grauo se le cruzaba en sus planes, en el bolsillo. El sentimiento desapareció al terminar de tragar y su mente retomó el curso normal de pensamientos. ¿Aliada me dijo? Eso espero, por mi bien y en última instancia, por el de su esposo.