Partida Rol por web

Observo con angustia el desarrollo del duelo mágico, comprobando cómo mi Clarie realiza un maravilloso despliegue de ingenio y potencia a la hora de lanzar sus ataques en tanto que muestra sus debilidades a la hora de defenderse. Unas debilidades que Vitaly explota con maestría, imponiéndose poco a poco a su adversaria. 

Viéndoles a ambos combatir no puedo evitar sentir la tensión por la anticipación de mi propio duelo con Aline. A pesar de mi fingida tranquilidad, he aprendido por las malas que las brujas de Beauxbatons son rivales más que respetables a la hora de batirse con ellas en duelo.

Todo el mundo mira al Ministro de Magia, quien con un asentimiento deja claro que es un empate. El marcador no se mueve, por lo que ninguno recibe el punto, ya que ninguno de los dos ha vencido al oponente.

El muchacho vió a Shacklebolt, quien tras un silencio incómodo dejó claro que se trató de un empate. Con un respiro profundo, manteniendo su posición, sin dejar de apuntar su varita a Clarisse, le miró por unos segundos antes de girar su cabeza hacia Clarisse, a la vez que su varita se agitó dócil y fugazmente, su voz se alzó en un tono monótono: "Confrigio". Un rayo rojizo salió de su varita, dirigiéndose rápidamente hacia su contrincante.

Clarisse comprendiendo también el gesto del ministro ante el empate, comprueba como el marcador no se mueve en ese momento. Mira después a Vitaly concentrada en intentar defenderse esta vez. Varita en mano apuntando hacia él espera que el chico lance el hechizo para lo más rápido posible, lanzar ella el suyo. 

— ¡Partis Temporus! — Murmuró la chica casi cerrando los ojos tras lanzarlo, rezando interiormente porque le saliera bien. Abre un ojo, casi con miedo, a tiempo de ver como su hechizo es efectivo y consigue defenderla del ataque de Vitaly. Siente la necesidad de saltar y gritar de alegría, pero se contiene. Ya era hora de que un maldito hechizo de defensa le saliera bien.

Aun con la euforia del momento, lanza su hechizo de ataque. — ¡Desmaius! — 

Vitaly vio su hechizo detenerse en medio del aire, a varios metros de Clarisse, desvaneciéndose. Vitaly sintió que su frente sudaba, que, viendo cómo estaba el resultado parcial, la contienda era demasiado reñida como para empezar a tomar riesgos. Mantenía su posición inmóvil, su expresión, inmutable; y sin embargo sintió que su brazo estaba ligeramente más a abajo de lo que debía estar, y al alzarlo, vió que Clarisse había lanzado el hechizo directo a él, un destello de luz súbita que iba hacia él. Vitaly movió su varita y dijo con voz clara: "Fianto Duri".

El hechizo en cuestión alzó una capa visible al ojo humano que cubrió a Vítaly e hizo que dicha luz chocase ahí, haciendo un destello que dejaría a algunos ciegos por unos cuantos segundos. Vitaly, sin quitar de la mirada a Clarisse, sintió que sus ojos dolían y que ella apenas era una sombra, pero adelantando dos pasos giró nuevamente la varita, esta vez siendo un movimiento más brusco, animado... violento. De su boca salió estas palabras más fuerte que otras veces pero conservando su voz monótona: "Deprimo"

Clarisse estaba atenta cien por cien al combate ahora mismo, ni siquiera escuchaba los murmullos del público, no miraba a nadie más que no fuera Vitaly y su peligrosa varita. Atenta entonces al ataque de este, no dudó en defenderse, mucho más confiada en si misma que al principio del duelo. Ya no tenía miedo y eso se notaba. 

— Relashio. — Apenas murmuró convencida de que esta vez le saldría bien. Y así fue. Volvió a defenderse del hechizo del chico y esbozó una sonrisa triunfal que esta vez no pudo reprimir. Estaba muy reñido, pero se veía mucho más cerca de la victoria que al principio. 

Movió la varita en un movimiento brusco, casi imitando y retando a Vitaly. — ¡Diffindo! — Gritó enérgica.

Vitaly vió que su hechizo ofensivo había perdido todo efecto producto de su defensa, pero notó que el hechizo utilizado por Clarisse no fue complejo, por lo que sólo le daría un punto en vez de darle la victoria... aquel pensamiento le provocó un escozor, y sintió su corazón incrementar de ritmo... algo que no había pasado en todo el enfrentamiento. En aquellos escasos segundos, sintió que lentamente sus sentidos se intensificaban: notaba el sudor producto de su frente, el olor de su varita de alerce. El sonido del público parecía ensordecedor, y entonces vio por último el hilo de aire que iba directamente a su rostro. Vitaly dió un paso adelante, contrajo todo su cuerpo hacia atrás y agitó su varita bruscamente, a diferencia de todo el duelo, mientras su voz se quebró, diciendo en voz alta el siguiente hechizo: "¡Protego!".

Aquella reacción le sepultó.

Parpadeó, sintió su visión nublada por unos segundos, y al ver su palma se dió cuenta que estaba manchada de sangre. Un hilo de sangre podía verse en su frente, uno superficial que recorría y dejaba caer una gota que pasaba por su pómulo derecho y caía en sus labios. El muchacho, sin embargo, no sentía aquel dolor... sus ojos, al recuperar su conciencia, quedaron fijos en la muchacha, quien había ganado el duelo justamente... y sin embargo... por un segundo, Vitaly siguió apuntando a Clarisse, aún cuando empezó el bullicio general ante la victoria de la alumna de Beauxbatons, pero entonces Vitaly sintió algo en su estómago subir... lo que parecía ser un caldero ardiendo dentro de éste.

El muchacho guardó su varita en su estuche y rápidamente se cubrió la boca mientras empezó a caminar hacia afuera de la arena. Su visión nuevamente se tornó nublada, mientras sentía un olor a azufre desprenderse de sus fosas nasales. Medio ciego, Vitaly intentaba ir a la salida y fue así como rápidamente salió de la arena, yendo directamente hacia el baño de hombres... sin saber que había ingresado al de mujeres, producto de lo corto de su visión.

Clarisse expectante al resultado de su último hechizo permaneció unos segundos sin aliento, el corazón pareció habersele parado en ese momento. A continuación vio como su hechizo pasaba por alto el intento de defensa de Vitaly. Este recibió unos cuantos cortes que le hicieron sangrar. Por un momento se sintió ligeramente culpable, pero ese sentimiento duró poco. El clamor del público apartó la culpa y trajo consigo la euforia que hacía un rato comenzaba a sentir. Ahora sí se permitió festejarlo. Había ganado. 

Se quedó allí plantada sin saber que hacer más que reír, con el corazón a mil por hora, sentía la adrenalina recorriendo su cuerpo. Miró a Vitaly que aun la apuntaba con su varita con una expresión de desagrado. Parecía que no le había sentado bien perder. Ella sin embargo, ahora no le temía. Le dedicó una sonrisa. Había sido un buen duelo, bastante reñido. Y aunque había comenzado mal, se hizo con la victoria. 

De repente vio como Vitaly se iba corriendo mientras parecía que fuera a vomitar. Ella tardó unos segundos en reaccionar. Buscó a Nikolay con la mirada mientras se guardaba la varita. Allí estaba. Corrió hacia él bajando de la tarima entre aplausos. Lo abrazó riendo a carcajadas. — ¡Lo he conseguido! — Decía emocionada rondeandolo por el cuello.

Clarisse logra reequilibrar el combate haciendo uso del Partis Temporus que ambos hemos practicado con tanta asiduidad desde nuestro primer duelo y que supuso también un punto de inflexión en el reciente ataque de los búhos al Gran Comedor.

—¡Así se hace, joder! —exclamo, saltando de mi asiento y haciendo caso omiso a las miradas de reproche que recibo de algunos de mis compañeros de Durmstrang—. ¡Ya es tuyo, destrózalo!

Sin embargo, a pesar de mi entusiasmo, el duelo está lejos de tocar a su fin y ambos contendientes llevan el combate hasta sus límites. La tensión alcanza un nivel insoportable cuando los dos se enzarzan por obtener el punto definitivo y yo solo puedo alegrarme de que sea mi Clarie quien lleva la iniciativa. Los hechizos ofensivos son su fuerte.

Ni pestañeo cuando el encantamiento seccionador surge de la varita de mi chica. Vity parece sorprendido pero no superado por la situación e incluso logra reaccionar casi a tiempo. Casi.

Con diferencia, el mejor de los tres combates que se han librado hasta el momento y cualquiera de los dos podía haberse alzado merecidamente con la victoria.

Me pongo en pie, me llevo dos dedos a los labios y silbo ruidosamente. Los que se encuentran más cerca de mí se encogen molestos y yo me río en su cara antes de bajar a la carrera hasta el entarimado.

—¡Esa es mi Clarie! —digo sonriente al tiempo que la rodeo por la cintura, dando un par de vueltas sobre mí mismo con ella todavía apresada entre mis brazos y le planto un beso en los labios.

En este momento de euforia me acuerdo del desafortunado Vity. Lo ha hecho bien y se merece al menos una palmadita en la espalda. No obstante, para cuando le descubro, está saliendo a toda prisa de la estancia. Pobre chico, a todos nos puede la presión en uno u otro momento.

Ni me planteo por un instante ir tras él. Ahora es mi turno, mi momento de gloria.

—Deséame suerte —le pido a mi triunfal compañera, guiñándole un ojo.

La chica gira abrazada a Kolia riendo, más feliz que nunca. Aquella victoria le había dado una buena dosis de ego, más aun del que ya tenía. Correspondió al beso del chico medio sonriendo. Pasó las manos por su pelo y las dejó deslizarse hasta volver al cuello de él en una caricia. 

Se sentía orgullosa de si misma, nunca le había hecho falta que lo estuviera nadie. Pero era realmente reconfortante saber que Nikolay también lo estaba. 

— Hombre... Me gustaría que ganase Aline. Lo cual nos daría 3 victorias a Beauxbatons. Pero... — Se mordió el labio con una sonrisa socarrona. — Gana. Quiero volver a vernos las caras ahí arriba. — Volvió a darle un beso.

—Que gane Aline, dice, será arpía... —comento con fingida indignación antes de darle una palmada en el trasero—. Anda, largo de aquí que me distraes con esos ojos.

Vuelvo a besarla fugazmente y subo al entarimado sin esperar a que el ministro de magia británico pronuncie mi nombre. Desde ahí arriba puedo ver los flashes de las cámaras fotográficas y a los espectadores murmurando todavía sus impresiones sobre el duelo que acaban de presenciar.

Mi único pensamiento ahora mismo es asegurarme de que disfruten de un espectáculo al menos tan bueno como los anteriores y confío en que Aline no me ponga las cosas demasiado fáciles desde el principio. No habría nada más triste que acabar la prueba con un contendiente indemne.

Extraigo mi varita de ébano y núcleo de fibra de corazón de dragón y saludo teatralmente al público para arrancarles una ovación cuando Shacklebolt nos indica que nos dispongamos para el enfrentamiento.

—Tú atacas primero —invito a mi adversaria, realizando el saludo ritual y dedicándole una sonrisa confiada.

La sala se queda completamente en silencio en el último movimiento de los combatientes. Es el momento decisivo, el desempate, y la tensión en el ambiente hace que el aire sea casi sólido. Todos contienen la respiración cuando la estudiante de Beauxbatons lanza su hechizo y consigue alcanzar al estoico Durmstrang.

Toda la sala estalla en vítores y aplausos y el rumor de los susurros se hace más evidente que nunca. Los flashes cubren a la vencedora como una lluvia de luz y la huida de Vitaly pasa desapercibida por la muchedumbre. Sólo unos pocos han prestado la suficiente atención para ver su marcha.

—¡Bravo, bravo! —grita el Ministro de Magia entusiasmado entre aplausos — Hemos sido testigos de un duelo espectacular. Os felicito a ambos. Ahora, por favor, que suban a la tarima Alinne Dunne y Nikolay Mijaílovich Poliakov. Recordad: respeto y deportividad. 

Vitaly corrió como pudo, con la vista nublada, hasta el primer aseo que pudo encontrar. Tardó unos instantes en darse cuenta de que había entrado en el lavabo equivocado, pero no le importó. Estaba allí solo, todo el mundo estaba viendo la prueba de duelo, por lo que se permitió tomar aire unos instantes. Limpió la sangre que le había goteado desde el rostro hasta el uniforme y escuchó un chasquido a sus espaldas. Vitaly levantó la vista y miró detrás de sí a través del reflejo que le devolvía el espejo.

Allí, junto a la puerta, había un hombre. Era de edad avanzada e iba vestido con un traje elegante en color negro. El hombre estableció contacto visual con Vitaly y avanzó unos pocos pasos, deteniéndose aún a unos cuantos metros del joven mago.

—Ha sido un combate espectacular, señor Bobrinsky. No tiene nada que envidiar a los mejores duelistas. Lástima que la señorita Delacroix tuviera la suerte de su lado. También es una gran rival.

El hombre adoptó una postura más relajada, con los brazos a sus espaldas, y volvió a acercarse unos pocos pasos más, contemplando con cierta curiosidad el entorno de los húmedos baños. Vitaly se fijó en sus facciones y juraría que le había visto alguna vez entre el público de las anteriores pruebas.

—Estoy aquí para ofrecerte algo —comenzó el hombre con cautela—. He estado siguiendo de cerca tus progresos desde el inicio de la competición y creo que tienes mucho potencial. Sería una lástima desperdiciarlo y dejar que otros llegasen a quitarte el merecido puesto en la final. ¿Qué dirías si te dijese que puedo ayudarte a exprimir ese potencial?

Vitaly, al abrir la puerta, el primer lugar al que se topó fue un excusado; ahí, vomitó un líquido rosa que olía a azufre, azufre puro que se impregnó en su ropa y en su nariz. Tras botar todo, tosió un poco antes de incorporarse y apoyarse en la plancha que cubría éste. En ello sintió unos pasos que se acercaban al baño; suponiendo lo peor, el muchacho rápidamente fue al lavamanos a limpiarse la sangre de su frente y, tras un respiro profundo, suspiró mientras sacaba su varita y con un movimiento la herida superficial que cruzaba su frente se cerró rápidamente. Para cuando sintió que la puerta se abría, su sorpresa fue la llegada de un extraño hombre, uno que parecía sabio pero intimidante... una sensación incómoda le invadió mientras éste se acercaba, mas Vitaly mantuvo su expresión estóica característica.

El anciano en cuestión ya lo había visto en anteriores veces. Lo que parecía ser un ser humano común ahora le empezó a hablar, y en sus palabras las cuales apenas entendía por su barrera linguística distinguía tanto un halago como un ofrecimiento... independiente del calibre del premio, Vitaly se acordó inmediatamente de su tierra natal... los gritos de unos transeúntes, la batahola a escasos metros suyos y el sonido de los subfusiles disparando, silenciando aquellos gritos, volviendo una vez más el silencio en el pueblo.

Un lugar abandonado era un mal lugar para aceptar un trato.

"No me importa, disculpa, debo ir a ver el duelo.", dijo Vitaly, con su varita empuñada escondida debajo de su chaqueta, mirándolo unos segundos en silencio antes de caminar al lado de él y abrir la puerta hacia la salida, saliendo del baño.

El duelo que disputaron Clarisse y Vitaly había resultado espectacular. Animó a su compañera durante el desarrollo del mismo, con intensidad y entusiasmo y, finalmente, se proclamó campeona de la contienda. Vitaly había salido corriendo según terminó, y no puedo evitar sentir preocupación por él. Afortunadamente, los cortes que se habían producido en su rostro no parecían graves, por lo que no debía temer por su salud.

Notó cómo el corazón le palpitaba a gran velocidad cuando el ministro pronunció su nombre. Con la vista fijada al frente, ajena a todas las personas que le rodeaban, subió a la tarima con pasos firmes y decididos, a pesar de estar hecha un manojo de nervios. Tanto Elphie como Clarisse se habían alzado con la victoria, y eso añadía presión a la prueba, ya que se veía en la obligación de ganar para no defraudar a su escuela. Respiró lentamente y cerró los ojos durante unos segundos para relajarse. Volvió a abrirlos, y observó cómo Nikolay saludaba al público. Ella se limitó a hacer una leve referencia. Después de que se terminasen las ovaciones, el estudiante de Durmstrang le concedió el privilegio de iniciar el duelo. Aunque prefería que hubiese comenzado él, no se negó. Volvió a respirar pausadamente antes de pronunciar el nombre del hechizo que había escogido. Con un movimiento rápido de brazo, apuntó a su rival y exclamó: ¡oppugno!

La sonrisa se me congela en los labios cuando escucho a Rubia pronunciar su encantamiento. Lo hace con una decisión y una firmeza que no esperaba ver en una fase tan temprana del duelo y soy consciente de que difícilmente podré resistir la fuerza de su maldición cuando una lluvia de objetos inanimados vuela desde las gradas de los espectadores.

—¡Fianto duri! —exclamo, apuntando con la varita al techo pero sabiendo de antemano que es demasiado tarde y que no lo lograré.

La barrera mágica comienza a formarse por encima de mi cabeza pero la lluvia de proyectiles se precipita contra mi cuerpo desde todas direcciones antes de que la esfera protectora haya terminado de formarse, rompiendo mi concentración y malogrando mi conjuro a medio ejecutar.

Me protejo el rostro con los brazos y dejo que mi inconcluso hechizo se desvanezca. El dolor físico no es mayor que la humillación moral de haber perdido el primer punto. Sin embargo, todavía es pronto para dejarme llevar por la ira y no quiero ofrecer un espectáculo tan cruento como el que Aaron nos ha proporcionado, de modo que opto por no darle demasiada importancia a la situación y respondo con un conjuro tan inofensivo como humillante:

—Tarantallegra —declamo, apuntando con mi varita de ébano a las piernas de mi adversaria.

El encantamiento que produjo surtió efecto a pesar de que Nikolay intentó crear una barrera protectora, que funcionó parcialmente. Aline se alegró al ver que había ganado la primera ronda, sin embargo, no quería confiarse demasiado. Tan solo era el inicio del duelo y, aunque hubiese comenzado bien, nada aseguraba que terminaría de la misma manera. Esperó, con temor, a que su contrincante pronunciase el nombre del hechizo que iba a utilizar. Cuando escuchó a Nikolay, suspiró aliviada durante un segundo, ya que la inquietaba que se ensañara con ella como lo habían hecho Aaron con su respectivo rival o Vitaly. Aline dirigió la varita de peral hacia las piernas y gritó «protego», con el objetivo de  producir una barrera invisible que la amparase del hechizo de pies danzantes. Afortunadamente, surtió efecto. Volvió a respirar aliviada, y decidió imitar la estrategia de su rival, utilizando un hechizo no demasiado agresivo. Apretó el puño derecho, apuntó con la varita a su rival y dijo en un tono casi inaudible: «rictusempra».

No puedo evitar torcer el gesto al ver la facilidad con la que mi adversaria bloquea mi hechizo ofensivo, alzándose con el segundo punto del duelo. Sin embargo, mi irritación alcanza cotas insospechadas cuando la estudiante de Beauxbatons decide poner de manifiesto el desprecio que siente por mí como rival invocando un encantamiento vergonzante.

Mi mente trabaja a marchas forzadas tratando de pensar en un impresionante conjuro defensivo que demuestre a todos que no soy un duelista tan insignificante como mi rival pretende mostrarme. Sin embargo, la rabia me ciega y me impide razonar con claridad.

—Salvio... —tarde otra vez.

El encantamiento de Aline me azota y me encojo sobre mí mismo, con los brazos abrazando mi estómago y estallo en estruendosa carcajadas, aunque las involuntarias lágrimas que resbalan por mis mejillas sean amargas. El que mis risas sean coreadas por alguno de los asistentes a la prueba solo logra agigantar mi enfado.

Lo peor no es que vayamos 0-3, sino la humillación que Rubia me está haciendo pasar delante de todos. Delante de mi Clarisse.

Aunque los efectos de las cosquillas terminan por remitir, mi mano tiembla de manera incontrolable a causa de la ira y el oprobio que siento. Puedo sentir todas las miradas puestas en mí y juraría que todos se burlan. Todos menos Clarisse, que sin duda se avergonzará de que la hayan visto en público conmigo.

—De-de-desmaius —tartamudeo inexplicablemente, con los dientes apretados por la cólera. Aline ni siquiera necesita defenderse porque de mi varita de ébano no surge ningún encantamiento aturdidor.

«Traición. Brujería. Alguien ha conjurado un confundus o un maleficio aún más oscuro de alguna clase contra mí para amañar el combate y quitarme de en medio —pienso, mientras mi ardiente mirada fulmina a los presentes en busca del responsable—. Y no es esta veela. Ella no se atrevería, ni sabría cómo. Ha sido alguno de los espectadores, o quizá los propios organizadores. Tal vez incluso este puto negro de Shacklebolt...»

No espero a que concluya el duelo. Bajo de un salto del entarimado todavía temblando de rabia. No voy a seguirles el juego ni un segundo más, me niego a dejar que continúen humillándome más tiempo públicamente.

«Todavía no sé quién es el responsable de esto pero cuando lo averigüe, y lo haré, se va a pasar meando sangre y cagando sus propios dientes durante los próximos días.»

Abandono el Club de Duelo con paso enérgico, la mandíbula encajada y los puños apretados, olvidando por completo la petición del individuo entrecano de la gabardina gris. La magia parece funcionar correctamente de nuevo cuando mi conjuro de bombarda destroza la puerta que se interpone en mi camino.

El estudiante de Durmstrang no parece nada contento con su rápida y aplastante derrota, y se larga tan precipitadamente como su compañero de escuela, pero con mucha más violencia. 

La sala entera ha estallado en comentarios en voz alta nada disimulados, y lo que antes eran murmullos ahora son silbidos, aplausos, gritos de rabia y manotazos. Veis cómo algunos de los espectadores arroja con fuerza un periódico arrugado al suelo antes de abandonar la sala. Otros sonríen o se abrazan, y otros tantos permanecen atentos estirando el cuello por encima del griterío.

—Silencio, por favor —apacigua el Ministro a los espectadores con un gesto de sus manos—. Enhorabuena a la señorita Aline Dunne. Parece que la escuela Beauxbatons ha estado entrenando duro. Ahora nos tomaremos un descanso. La siguiente ronda comenzará en una hora. 

Vitaly iba en dirección a la arena.

Los pasos de Vitaly eran enérgicos, mirando ocasionalmente detrás para ver si alguien le seguía. Para cuando se acercaba a la arena, a pocos pasos de tocar la puerta, olió a algo quemado emanar de aquella. En un instinto reflejo, Vitaly alzó su varita y pronunció en voz baja pero sorprendido: "¡Protego!"...

Los pedazos de madera que conformaban la puerta salieron disparados al frente, mas algunos pedazos de éste, combinados con algunos escombros de roca que salieron disparados por los aires, rebotaron en el escudo invisible que había hecho. Sus ojos se dilataron, su respiración empezó a acelerar, mientras su tez estóica se transformó en asombro, en miedo... y sintió que retrocedió unos pasos mientras el humo empezó a envolver la habitación. Apuntando con mi varita a la puerta, Vitaly respiró profundamente mientras esperaba la oportunidad para atacar a quien se asomase a ésta, mas su sorpresa se incrementó al ver que, quien habría salido de esta, no era sino Nikolay, quien vió su rostro de cólera, sus puños apretando la varita como si la intentase quebrar y... y...

"¿Aline?", dijo Vitaly musitando. Entonces sintió su corazón later más aún mientras se acercaba a la puerta recién destrozada. El muchacho, jadeando, se asomó a la puerta, viendo para su sorpresa a la muchacha de los cabellos dorados intacta, arriba en la arena... al parpadear, el muchacho mira nuevamente a Kolia, quien empieza a alejarse del lugar. El muchacho, tomando otro respiro, finalmente caminó hacia él, mirando su espalda ante cualquier extraño que lo siguiese, su varita en mano escondida entre sus ropas.