Partida Rol por web

Clarisse y yo cumplimos con nuestra parte del acuerdo y, por su parte, las gentes del agua hacen también lo propio de modo que acaban guiándonos hasta el lugar donde se halla el nido que los organizadores del torneo han ideado para nuestros huevos.

Mi disgusto es enorme al descubrir allí que alguien se nos ha adelantado. Al menos uno, pero quién sabe cuántos de los otros habrán resuelto ya a estas alturas el enigma planteado.

Con resignación, devuelvo el huevo a su nido y me dispongo a regresar a la superficie. Supongo que una plata o incluso un bronce será mejor que nada.

En una de sus escenas. Como la partida no es lineal para todos los personajes, estoy esperando a que terminéis todos la prueba para hacerlo público en un post especial.

Clarisse también se queda bastante decepcionada al descubrir que hay un huevo en el nido al que les habían guiado los selkies. Pone una expresión de tristeza en el rostro y se encoge de hombros hacia su compañero. Junto con él deja el huevo en el nido y vuelve a la superficie. 

Aquello si que había sido una desilusión... Pensaba que podrían ser los primeros...

Los dos muchachos se acercan cautelosos al nido y depositan los respectivos huevos en él, mirando uno por encima del hombro mientras el otro le cubre las espaldas. No parece haber ninguna temible criatura por allí cerca. Un poco más relajados y concentrados en la decepción de no ser los primeros, ambos reanudan a nado la vuelta hacia la superficie.

Es Clarisse quien se da cuenta de que algo raro ocurre a vuestro alrededor. La temperatura del agua ha ascendido un par de grados y una pequeña corriente rojiza os envuelve. A unos 100 metros de vosotros, entre las rocas, un Kappa ha hecho contacto visual con vosotros y parece dispuesto a defender su territorio. Sin duda se trata de la madre de los huevos que habéis depositado, pues se muestra muy agresiva, pero podéis ver que se encuentra herida y una espesa sangre roja brota de su costado y se disuelve en el agua a su paso.

Se apresuró para llegar a la biblioteca a tiempo y evitar que Vitaly esperase. Sin embargo, reducía el paso en las zonas empedradas del camino y humedecidas por la lluvia que había caído una hora antes, ya que no quería resbalar y hacerse daño. 

Cuando llegó a su destino, vio, entre los alumnos de Hogwarts, a Vitaly. Se dirigió con paso apresurado hacia él. Le saludó sonriendo, retiró la pequeña libreta verde que llevaba siempre con ella después de su última conversación, y se dispuso a redactarle un mensaje. Su caligrafía era algo mala debido a la velocidad en la que escribía.

¡Hola!

Perdona por haber llegado tarde. No quería hacerte esperar.

Gracias por avisarme para vernos. Y gracias por tus palabras de ánimo la última vez que nos vimos. Lo valoro mucho.

¿Qué tal llevas la prueba?

El aviso de mi socia llega justo a tiempo. La presencia de un kappa adulto y herido cerca del nido confirma dos cosas importantes: que hemos llegado hasta el nido correcto y que alguien se nos ha adelantado y combatido a la madre de las criaturas. Un Hogwarts, por supuesto, uno de esos alumnos tramposos que seguramente conocerían la respuesta a la prueba incluso antes de que nos la presentaran. Lady Petulante probablemente. No pueden soportar que un Durmstrang vaya en cabeza por méritos propios.

La rabia que crece en mi interior me insta a desahogarme con la primera criatura que tenga a mano y esa parece ser el malherido kappa. Matarlo no supondría una gran tragedia para el mundo pero creo que es mejor que reserve mis fuerzas para cuando me enfrente en duelo a esos estafadores de Hogwarts.

Agarro a Clarisse por la cintura y recito el conjuro Aqua Eructo con la esperanza de que la fuerza del chorro nos impulse rápidamente a ambos hacia la superficie, lejos del enfrentamiento con el kappa.

El joven Nikolay, haciendo un alarde de reflejos y de ingenio, abraza con fuerza a Clarisse y lanza el hechizo. Consigue convocar un potente chorro de agua que da de pleno al herido kappa, no sólo alejándole a él de vosotros, sino impulsándoos a los dos hasta la superficie, lejos del peligro.

Por fin habéis logrado completar la prueba. Y lo habéis hecho juntos.

Vitaly asintió mientras iba a una de las mesas para sentarse, mas su camino fue interrumpido por la muchacha de los cabellos dorados, Aline. Llegó a ser tan insólita su llegada que Vitaly saltó, mirándola con cierto pavor y verguenza, en silencio, antes de recomponerse y respirar profundamente, con su mirada fija a los ojos de ella unos segundos, al igual que su chaqueta la cual estaba ligeramente mojada, aparte del paraguas que estaba ella llevando. Entonces miró hacia el libro verde al frente suyo, y lo tomó con delicadeza, abriéndolo y leyendo lo que había escrito ella, mas su caligrafía le había confundido de cierta manera, aunque se mantuvo cayado y serio; suponiendo el mensaje que ella quería dar, él escribió de vuelta, mientras señaló con un dedo dos puestos vacíos, uno al lado del otro, para poder ir a estudiar.

Él, sin embargo, no se sentó primero, sino que corrió una silla para que ella se sentase, a la vez que sentía el perfume a rosa que ella usaba, y por un momento contuvo la respiración, antes de estornudar en su brazo, que tapó su nariz y boca.

Clarisse que no había llegado a asimilar la presencia de la madre kappa, se vio de un momento para otro siendo presa del agarre de su compañero. Bajó la mirada a su mano, rodeando su cintura. "¡¿Cómo osa?!" Más sonrojada que un tomate se dispone a deshacerse del agarre, pero justo en ese momento su compañero lanza un hechizo y salen volando. Se aferra a él, claro está. Deja de lado el decoro y la refinería digna de una dama para después, cuando esté a salvo. Una vez salen a superficie lo suficientemente cerca de la orilla como para hacer pie casi de rodillas empuja disimuladamente a su compañero. Su rostro vuelve a ponerse bastante rojo y siente el calor en las mejillas. — No vuelvas a hacer eso. — Murmura adelantando a Nikolay y caminando hasta salir del lago totalmente empapada. Allí empieza a apretar su ropa y su pelo para hacer salir todo el agua. Sin duda, está temblando. — Bueno... Creo que lo logramos... ¿No? — Dijo sin mirar a los ojos al chico, seguía afanada en escurrir todo el agua. — Deberías ir a cambiarte o te resfriarás. — Sí, estando en igualdad de condiciones, ella se permitía el lujo de preocuparse por él y darle órdenes. Vaya tía.

Vitaly tomó la libreta y leyó con seriedad el mensaje. Aline observaba con curiosidad el rostro de su compañero mientras estaba concentrado en la lectura, y un ligero rubor tiñó sus mejillas cuando se percató de que se había quedado ensimismada mirando sus ojos oscuros. Desvió la mirada, y esperó a que Vitaly estuviese listo. Comenzó a redactar una respuesta al mensaje que le había escrito, y ella volvió a examinar su rostro. Apenas lo conocía, pero le parecía un buen chico, y se sentía feliz de pasar más tiempo con él. Vitaly le tendió la libreta, y sugirió tomar asiento en unos pupitres. Le cedió uno de los sitios antes de sentarse, y ella se lo agradeció, y se dispuso a leer el mensaje. Se sobresaltó cuando leyó el comentario sobre los lugares de Hogwarts, y le dijo que creía saber cuáles eran. Se dispuso a escribir, emocionada, la respuesta. 

¡Hola!

Sí, llovió hace un rato, pero no me mojé mucho. Es algo normal en este país, jejeje. 

¡Justo acabo de encontrar esos dato en un libro! El aula de pociones o la cocina pueden ser un buen lugar para albergar nuestros huevos. ¿Te parece bien si vamos juntos y lo intentamos?

Le entregó la libreta, con una gran sonrisa y con las manos temblorosas por la emoción.

Vitaly miró cómo la muchacha escribió la libreta, pero en el transcurso de su escritura se percató de unos detalles que había omitido previamente; por un momento, sintió que ella le estaba observando mientras él escribía en la libreta, de una manera más allá de la simple cortesía... Al darse cuenta de ese detalle, respiró profundamente, suspirando a la vez que se rascaba el cuello. Entonces, al verla nuevamente, parpadeó mientras veía cómo sus manos tiritaban y su sonrisa era más que notoria; el muchacho se quedó quieto por un breve periodo de tiempo, viendo las manos blancas y aparentemente suaves de Aline, tiritando mientras sostenían la libreta; entonces Vitaly tomó la libreta y leyó el contenido.

Y entonces, sonrió.

Cerró la libreta con un suspiro de satisfacción, devolviéndosela con una mano al frente de ella, mientras se levantaba de su silla y aclaraba su lengua. "Sí... sería una... buena idea echarle... un vistazo ahora", dijo Vitaly con una voz baritona y ronca y un marcado acento búlgaro; no evitó rascarse la cabeza después de eso, a la vez que un ligero rubor se pudo notar en sus mejillas. Él suspiró después de eso, mirando a Aline y golpeando suavemente su bolso abultado mientras esperaba una respuesta de ella.

Vitaly sonrió tras leer la nota que le había escrito, y ella notó cómo su corazón se aceleraba mientras le devolvía la sonrisa. Recogió la libreta, y la guardó en la pequeña mochila que llevaba. Vitaly sugirió que sería una buena idea acudir a uno de los lugares para llevar los huevos. En lugar de contestarle mediante un mensaje escrito, Aline le respondió voz alta, con una entonación clara, ya que su compañero conocía el vocabulario que iba a emplear. 

—¿A dónde prefieres ir? ¿A la cocina o a la mazmorras?

Aunque poco ortodoxo, lo cierto es que mi hechizo cumple su cometido de enviarnos a Clarisse y a mí a la superficie antes de que la furiosa y herida mamá-kappa tenga ocasión de atacarnos en un entorno en el que estaríamos en franca desventaja.

Quizá precisamente por eso o porque no estoy muy acostumbrado a tratar con mujeres en Durmstrang me sorprenda la reacción de mi socia. No es que esperara gratitud, claro está, pero parece molesta conmigo por algo que no termino de entender.

—Sí, lo logramos —respondo, tratando de no fijarme en cómo la empapada túnica de Clarisse se ajusta a sus formas—. Esto... buen trabajo...

Antes incluso de saber qué estoy haciendo, le tiendo mi mano y le dedico una sonrisa estúpida. Me mira y me siento algo abochornado. 

—Tienes razón, debería ir a cambiarme —digo, atropelladamente, retirando mi mano tendida y dándome media vuelta—. Supongo que ya nos veremos por ahí. En el gran comedor o donde sea.

Una colaboración puntual con esas veelas de Beauxbatons y ya me he quedado medio gilipollas. Será mejor que me marche ya o terminaré siguiendo a Clarisse a todas partes como un perrillo faldero.

Clarisse cuando el chico le felicitó esbozó una leve sonrisa, aún seguía un poco abochornada. Y cuando vio como el chico la miraba, se abochornó aún más. También era hora de que se cambiara ella esa túnica pronto. Se levantó tras él, cruzándose de brazos sobre el pecho. Ella, a pesar de eso, deshace su cruce para cogerle la mano cuando él se la tiende, es un gesto bastante amable que no esperaba de alguien tan rudo como podía ser un alumno de Dumstrang. Sonríe y él parece sentire incómodo, o al menos así se lo parece a ella. Lo observa irse una vez se aleja, parece que se hubiera puesto bastante nervioso, ella casi tiene ganas de reír por su reacción. — Adiós... — Murmura a su espalda sin ser consciente ni si quiera de si ha llegado a escucharle. Tras unos segundos mirándole ir, un escalofrío le recuerda que se está helando de frío y decide correr a darse un buen baño de agua caliente antes de ponerse ropa seca.

Aún con una sonrisa en sus labios, Vitaly respondió: "A las mazmorras..."; se quedó atrás para que ella guiase el camino, ya que no tenía conocimiento de dónde estaría ubicado dicho lugar... sin embargo, mientras la seguía con ambas manos en el bolsillo, su semblante alegre se disolvió a medida que cada vez su expresión recuperaba la misma neutralidad estóica de antes. Miró dentro de su bolso, donde yacía su huevo y entonces nuevamente a la muchacha de cabellos dorados al frente suyo...

Y entonces recordó algo.

Caminaba en las calles frías de Vyborg, Leningrado, con su padre en la mano, yendo a un parque aledaño donde su padre entró a una panadería, dejando a un infante Vitaly de ocho años en medio del pasillo. Yendo afuera por el aburrimiento, tras minutos de espera, el muchacho divisó al a distancia una muchacha. Una muchacha de cabellos dorados y ojos grandes... una muchacha de un vestido bordado con la textura fina de la seda, el brillo de la plata y varias flores de campánulas y manzanillas adornándola, a la vez que éstas se enredaban en su pelo ondulado y brillante... el muchacho, sorprendido ante dicha belleza, empezó a caminar hacia donde ésta estaba, abandonando su padre en la panadería mientras la muchacha, mirándola seriamente, empezó a alejarse de dicha plaza yendo hacia el oeste.

— Vale, yo también creo que es mejor que vayamos a las mazmorras, al aula de Pociones. Creo recordar cómo se llega, porque estuve allí un par de veces. Queda cerca de aquí, solo tendremos que bajar un par de pisos.

Salieron de la biblioteca, que se hallaba en el tercer piso, con Aline encabezando la marcha, mientras Vitaly la seguía unos pasos más atrás. Concentrada, y en silencio, intentó construir mentalmente el camino que había seguido semanas antes. Bajaron unas cuantas escaleras, y llegaron a una bifurcación. Descartó uno de los caminos porque conducía a una torre, y las mazmorras se hallaban en la planta baja, así que se decantaron por el otro pasillo.

—Perdona por no hablar. Es que si no, me desconcentro, y no quiero que nos perdamos—comentó a Vitaly, mientras observaba cuidadosamente el lugar en el que se encontraban.

A medida que se acercaban al aula, su nerviosismo iba en aumento. El final de la prueba era inminente, y no sabía si el derrotero que había tomado los llevaría a alcanzar el objetivo final. Pensó que había hecho todo lo que estaba en su mano para solucionar el enigma, por lo que no debía dudar de sí misma.

Pasaron por delante de varias aulas hasta llegar a la de Pociones. La zona estaba desierta, y en silencio. No se escuchaba el típico bullicio de estudiantes.

—Es esta. ¿Llamamos a la puerta para ver si hay alguien? 

Para cuando había terminado su pequeño recuerdo, el muchacho estaba ya al frente de las puertas de las mazmorras. Confundido a primeras por su absorta visión, simplemente asintió con su cabeza a Aline, quien estaba siguiendo. Al entrar a las mazmorras, cerca de la sala de pociones. El muchacho, al ver la puerta, vió cómo la muchacha se había quedado congelada en la puerta. Vitaly suspiró, y entonces dió dos palmadas en el hombro de ella, y entonces abrió la puerta sin siquiera advertir de quién estaría al otro lado. Una de sus manos fue con su bolso y la otra con la varita, escondida debajo de su abrigo, mientras intentó ver qué había más atrás de la puerta.

Por fin os decantáis por uno de los dos destinos posibles y comenzáis vuestra pequeña incursión a las frías mazmorras del castillo. Después de muchos pasillos de piedra que os parecen iguales, conseguís llegar a la puerta del aula de Pociones gracias a la memoria de la joven bruja. 

Allí, una vez cruzáis el umbral de la pesada puerta, notáis el intenso calor que emana del aula. Casi lo sentís como una bofetada en la cara, y tenéis que desabrocharos un poco la corbata del uniforme. Dentro os encontráis tres grandes mesas de trabajo con varios calderos sobre ellas. Los fuegos están encendidos y parece que llevan bastante tiempo ardiendo. En los calderos, podéis identificar multitud de pociones diferentes en elaboración: esencias de díctamo, tónicos, antídotos para venenos comunes, poción crece huesos... sin duda, aprovechando que algunas aulas aún permanecían cerradas para el alumnado, habían estado reabasteciendo los recursos de la enfermería del colegio. 

Estáis absortos en los contenidos de los calderos cuando de pronto Vitaly se percata de algo. En uno de los fuegos más grandes e intensos, brilla algo entre las brasas. Cuando os acercáis, descubrís que lo que casi os ciega la vista son multitud de pequeños huevos al rojo vivo.