Partida Rol por web

Eileen acabó agotada después de las carreras que había hecho al recorrerse el castillo de punta a punta, saltando aquí y allá algún muro aún medio en ruinas. En un par de ocasiones estuvo a punto de tropezar, pero finalmente consiguió llegar hasta la escalerilla de mano que llevaba hasta el aula de Trelawney.
Entró en la esférica habitación y el olor a incienso le nubló la mente, mezclada con la sofocante luz rojiza de las lámparas tapadas con tapetes rojos.

Cuando encontró por fin a la extravagante profesora, ésta estaba sentada en su sillón de orejas, frente a una bola de cristal.

—Ah, sí, ya me preguntaba cuándo vendrías. Es decir… sabía que vendrías. Eso que tanto te inquieta está a punto de suceder. Oh, sí, pobre chiquilla. Qué lástima… tan joven y tan inocente… y que te vayan a romper así el corazón… ah, tsk, tsk… No, no me des las gracias. Sólo recuerda tomar una infusión de mango y asfódelo tres veces al día cuando ese chico te rechace.

Definitivamente, la profesora Trelawney estaba en uno de sus frecuentes días de desvaríos incomprensibles.

Kolia y Clarisse deciden continuar con sus experimentos para averiguar más puntos débiles del huevo que tienen en común. En una esquina de uno de los patios empedrados, forman una pequeña fogata a la que acercan el misterioso huevo.

Tras unos segundos exponiéndoles a un calor indirecto, Kolia y Clarisse deciden intensificar un poco el calor. Y tras unos segundos, los dos huevos emiten un pequeño gritito a la par que saltan de su sitio y comienzan a dar pequeños botes alejándose de la improvisada hoguera, hasta quedar los dos juntos y apartados en una esquina, bajo un banco de piedra.

Tras salir de la cabaña del profesor Hagrid, Gabriel se dirigió hacia la puerta del Castillo, donde teóricamente había quedado con Artemis, él parecía tener un par de ideas en mente y estaría bien oírlas porque la información que había extraído del profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas era algo que ya suponía, aunque se confirmaba, no era del todo necesaria.

Una vez en la puerta el joven Hufflepuff vió a Artemis pensativo y a media carrera le silvó para que se percatase de su presencia por si estaba demasiado ensimismado valorando posibilidades. - ¡Artemis! ¿Cómo van esas ideas? No nos vendría mal ir a al Biblioteca, quizá hayamos de mirar un par de libros, quiero probar algo. - Le comentó el heredero D. Lumir a su compañero y esperó su reacción e ideas.

En la tranquilidad de su habitación Gabriel estaba meditando sobre las amplias posibilidades que el Huevo encantado podía poseer, un centenar de encantamientos y transformaciones aparecían en su mente, una pena no estar en casa, contar con la ayuda de Dampier, su padre hubiese sido la mejor solución, no solo porque Dampier fue uno de los mejores alumnos de Hufflepuff en Transformaciones, sino, porque su facilidad para determinar que tipo de conjuro estaba vigente en cada objeto. En cambio el tío Ethan era muchísimo mejor en el combate cuerpo a cuerpo, su domino de los hechizos ofensivos y defensivos eran increíbles, no para menos era uno de los mejores duelistas de la nación.

Se que es para compartir con los compañeros de otras naciones y establecer relaciones, pero... la competitividad me supera, no es malo preguntar, pero ¿Y si no quieren cooperar? Preguntaré a papá un par de cosas y depende de lo que me diga, iré con ellos. - Hablaba para sí mismo Gabriel mientras se acercaba a su baúl. Tocó tres veces la cerradura y la abrió, una pequeña maceta estaba en ese compartimento. La sacó y puso en el suelo, se sentó con las piernas en torno a ella y clavó la cabeza en ella.

En Escocia el tiempo era nublado, una tarde de otoño bastante corriente y Dampier estaba en la sala de estar leyendo un libro, con doce más sobre la mesa que atraía y soltaba mediante conjuros no verbales de atracción y repulsión.

¿P-Papá? ¿Estás en casa? - Preguntó Gabriel mientras que la silueta de su cara aparecía en una maceta idéntica que había en la habitación. Su padre se acercó y le saludó. - Hola cariño, ¿Va todo bien? - Dampier lanzó el libro que tenía en las manos a la mesa, donde dió varias vueltas de campana y se posó boca arriba sin perder la página por donde estaba.

Sí papá, solo necesito un poco de consejo, como ya sabrás este año hay una competencia de cooperación en Hogwarts y demás, y estamos liados con la prueba de Cuidado de Criaturas Mágicas, pero más que esa asignatura, ya se que no eres experto sino que lo era mamá, tengo un problema con unos conjuros que la Directora McGonagall le ha puesto al huevo, probé con Deletrius, sabia que las probabilidades eran bajas y que debería haber probado con Finite Incantatem, ya se encargó un compañero de eso, pero no conseguimos nada, solo quería probar ya que era obvio que el anti-encantamientos sería más efectivo. - Hablaba como una metralleta, como siempre cuando algo le interesaba en demasía, en casa lo llevaban bien, su padre era igual. - Así que he investigado y creo que más que encantamientos es posible que esté lleno de transformaciones, creo que puede tener Multicorfors para tener un cambio de color, pero el movimiento del color me deja entender de que puede ser más complicado, además nos han dicho que también puede no ser su tamaño original, así que es posible que hayan modificado también su tamaño. Además de eso cuenta con protecciones de alto nivel ya que recibí una pequeña quemadura en los dedos al intentar Deletrius. ¿Qué opinas? ¿Algún consejo? Ah, ante Finite Incantatem cuando lo realizó Artemis, un chico de Gryffindor brilló durante unos instantes, pero no le sucedió nada, en cambio cuando lo hice yo, no le sucedió nada. Aunque puede ser porque mi huevo esté encantado con otros encantamientos y/o transformaciones. ¿Podrían haberle puesto maldiciones?

—¿Maldiciones, dices? No, hijo mío, no creo que ni la Directora McGonagall ni el Ministro de Magia permitieran tal cosa. Pero por lo que me cuentas, parece que tanto McGonagall como Shacklebolt hayan participado en ello. Son magos muy competentes, ya lo creo.

Dampier se quedó meditativo durante unos instantes, repasando todo lo que su hijo había intentado ya e intentando pensar en más opciones.

—Creo que si se han tomado tantas molestias en transformar ese huevo así, es que no hay manera de romper los conjuros —dijo finalmente—. ¿Has probado con otro tipo de hechizo? Quizá hayan orientado la prueba hacia buscar debilidades o cosas afines a ese huevo en vez de intentar desencantarlo, ¿no crees?

—Me imagino que esto es lo más parecido a una confirmación que vamos a obtener de que nuestros huevos sienten predilección por el agua y aversión por el fuego —comento con mi compañera—. Creo que es el momento de regresar a la biblioteca y ver si somos capaces de obtener un listado de bestias hidrofílicas y/o pirofóbicas.

»El factor sorpresa juega a nuestro favor y no quiero perderlo tan pronto así que será mejor que no nos vean trabajando juntos. Nos encontraremos en este mismo lugar después de la cena y compartiremos nuestras notas. Hasta entonces..., tú no me conoces y yo no te conozco.

Recojo mi tembloroso huevo púrpura, le guiño un ojo a Morena y me encamino de vuelta a la Biblioteca. Con un poco de suerte a estas horas el lugar estará más tranquilo y las distracciones indeseadas no me causarán un nuevo percance.

Por un momento me planteo la posibilidad de preguntarle a la bibliotecaria por algún compendio de criaturas acuáticas pero finalmente decido buscarlo por mi cuenta temiendo que pueda estar compinchada con alguno de los otros participantes.

Pfffff La profesora Trelawney no estaba en condiciones de ayudarme pero estaba segura de que algo oscuro se estaba gestando y no iba a permitir que Hogwarts volviera a ser sacudida por el infortunio.

Kolia se dirige hacia la Biblioteca y, rechazando su propia idea de pedir ayuda como un buen norteño cabezota, se vuelve a sumergir entre los libros, eso sí, sujetándolos ahora a una distancia más que prudencial por si a alguno se le ocurre volver a atacarle.

Después de varias horas investigando, la lista de criaturas resultante es la siguiente:

Caballito de mar volador
Calamar gigante
Dugbog
Grindylow
Kappas
Kelpie
Merrow
Plimpy
Rámora
Sirena
Selkie
 

La palabras de su padre provocaron un cambio brusco en su mentalidad, todas las frases que le habían ido diciendo estaban reorganizándose en su cabeza y encontrándole la lógica. ¡Eureka! Es posible que todos los contrahechizos que estoy lanzando no pueda deshacerlos jamás, gente muy competente está detrás de estos conjuros y no puedo ser tan arrogante y creer que yo solo soy capaz de deshacerme de ellos, quizás necesite otro tipo de conjuros, pero más para acertar y quizás como si fuese de un candado, desbloquear los hechizos anteriores y al igual que un rompecabezas dar por fin al estado original del huevo. Pero vaya, Ahora que lo pienso.... - ¡Gracias papá! Me acabas de dar una idea genial, no he probado otro tipo de hechizos, pero ahora mismo me pongo a ello, quizás sea la clave, trataré también con otras ideas más originales, espero que sean acertadas. Y sino siempre podré echar un vistazo a la bola de cristal. - Finalizó guiñándole un terroso ojo a su padre que sonreía.

Tras haber hablado con Dampier, Gabriel sacó la cabeza del tiesto y luego la metió de nuevo en el compartimento del baúl y fue derecho a por el huevo. Se sentó con las piernas cruzadas y lo abrazó, abrió su tercer ojo y esperó a ver si sentía algo.

El color rojo me recuerda a los huevos de Ashwinder, está catalogado por el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas como una XXX, así que es posible que se diese el caso de que fuera, además relacionándolo cuando hice el Deletrius me quemó, es posible que se tratase por el conjuro o por la propia criatura, pero en caso de la criatura, esta debería ser de fuego y podría ser el mismo Ashwinder o cualquier otra como un cangrejo de fuego, o un Bola de Fuego Chino, aunque no creo en esa posibilidad ya que tendría que llevar el huevo al nido y China no estaba cerca.

Dejando las cábalas a un lado, el joven Hufflepuff se centró en el huevo y trató de percibir todo lo posible de él para que le ayudase en la desencriptación de todo lo posible.

La directora le comentó que no podía revelar ese tipo de información. 

—Lo entiendo, disculpe. Gracias, y buenas noches. 

De camino al dormitorio, Aline ordenó mentalmente la escasa información que había obtenido hasta ese momento. Había ojeado un par de libros en la biblioteca y anotado nombres de posibles criaturas candidatas a pertenecer al huevo. No obstante, sentía que se estaba desviando de la ruta que debía seguir. ¿Y si intentaba realizar un contrahechizo para finalizar los efectos mágicos que habían sido aplicados en el huevo y, por consiguiente, descubrir su verdadera forma? «A lo mejor el finite incantatem surte efecto», pensó. 

Se paró en seco, y se sentó en la repisa de un enorme ventanal. Quería llevar a cabo cuanto antes esta idea, por lo que sacó su varita, apuntó con ella hacia el huevo y pronunció el hechizo:

—Finite incantatem. 

Gabriel se concentró todo lo que pudo abrazando fuertemente el huevo. Esperó unos minutos en total silencio, aunque su mente no paraba de dar vueltas con todo tipo de pensamientos. Cuando el fin consiguió dejar la mente en blanco, Gabriel empezó a sentir calor procedente del huevo, cada vez más intenso, que le calentaba los brazos y el pecho. Al abrir los ojos, el huevo seguía sin ningún cambio, pero su ropa estaba manchada de ceniza.

Mi investigación no tarda en ramificarse y en llevarme de un libro a otro, añadiendo nombres a una lista que comienza a crecer a pasos agigantados. Podría tratar de limitar su longitud, pero temo dejarme fuera por exceso de celo la raza de la criatura que estamos investigando y antes de llevar a cabo una poda selectiva de la lista prefiero comentarla con mi compañera.
Para cuando doy por finalizado mi estudio, la cabeza me duele terriblemente pero al menos he conseguido garabatear en mi pergamino una docena de especies afines a entornos acuáticos y algunas características que pueden resultarnos interesantes de cara a la experimentación.
Hasta el momento, el agua y el fuego nos han dado buenos indicios y creo que tentar ahora a nuestro huevo con potenciales alimentos preferidos puede ser un buen punto por el que continuar nuestra investigación. Trato de conseguir una mandrágora, un pepino y caracoles de agua dulce. Si reacciona positivamente a alguno de ellos, habré logrado identificar la especie con la que estamos tratando. En caso contrario, al menos habremos descartado tres nombres de la lista.
Cuando acudo al Gran Comedor para la cena, procuro comentar lo mínimo con mis allegados sobre la investigación que estoy llevando a cabo, y también trato de guardarme algunos restos con los que tentar a mi huevo. No es hasta bien entrada la noche me presento a mi cita con mi aliada de Beaubatons.

Aline paró en seco en cuanto se le ocurrió la idea, así que allí, en mitad de un pasillo, probó con el encantamiento finalizador. Unas chispas salieron de su varita y alcanzaron el huevo, que brilló ligeramente apenas un segundo, pero después volvió a la normalidad. Aline volvió a tomarlo entre sus manos con el ceño fruncido, frustrada, y entonces vio una pequeña mancha de ceniza allí donde había estado apoyado el huevo.

La chica se quedó bastante pensativa al ver la reacción de sus huevos. Fue a cogerlo. Y escuchó lo que su compañero dijo. Parecía tener razón esta vez, y ella se había equivocado al interpretar la actuación del huevo con respecto al agua. Por lo que se ve, si que le gustaba el agua. Y para nada, el fuego. Hizo caso a su compañero y tras este despedirse, ella esperó un rato para dejarle distancia y que no pareciera que iban juntos. Una vez hubo esperado lo suficiente, subió a la biblioteca también. 

Allí se dispuso a buscar por su cuenta algún libro que le pudiera indicar que tipo de criaturas eran afines al agua. Y una vez ahí, intentaría buscar cual de ellas, tenía miedo al fuego. 

Clarisse fue a la biblioteca y se metió de lleno entre los libros. Las horas pasaban y la luz de las velas comenzaba a provocarle dolor de cabeza, pero poco a poco consiguió reunir la información que buscaba. Había poca información sobre criaturas que rechazasen el fuego, pero sí consiguió una lista bastante decente de criaturas acuáticas.

De entre la larga lista, Clarisse fue descartando algunas criaturas por sus características, por lo que había estudiado en Beauxbatons sobre ellas, y por lo que había observado en el comportamiento del huevo. Así que cuando dio por terminada su jornada de investigación, esta fue la lista resultante:

Dugbog
Grindylow
Kappa
Kelpie
Plimpy
Rámora

La chica tras obtener aquella lista se dispuso a probar con alimentos que comían algunas de esas especies. Quizá acercándolo al huevo, podría obtener alguna respuesta de este. Así que, dejó los libros en su sitio y salió del castillo antes de que fuera la hora de la cena. 

Se apresuró a llegar a los invernaderos, quería buscar alguna mandrágora. Una vez la encontrase, acercaría el huevo a esta. Si era un Dugbog... estos se alimentaban de ellas. Así que, una vez viera si había respuesta, optaría por descartarlo o no. 

Kolia aprovechó las últimas horas del día antes de la cena para intentar conseguir algunos de los alimentos que creía que podrían darle alguna pista.

Comenzó con la mandrágora, ya que en cuanto la profesora Sprout se dirigiese al Gran Comedor a cenar, ya no conseguiría entrar en los invernaderos… o al menos no sin llamar demasiado la atención. Así que se dirigió hacia los asfixiantes jardines acristalados y aprovechó un momento en que la profesora salía con una carretilla de estiércol de dragón para escurrirse entre los lazos del diablo, que casi le atrapan un tobillo. Un poco más y le hubieran descubierto… o asfixiado. Recorrió la hileras de macetas recién plantadas hasta que llegó a un pequeño cuarto aislado con orejeras en la puerta. Emocionado, se puso un par de orejeras y entró en busca de su mandrágora chillona. Por desgracia, la profesora Sprout acababa de cosecharlas y triturarlas, por lo que Kolia sólo pudo conseguir un pequeño frasco con el zumo de la mandrágora.

Conseguir el pepino resultó más sencillo. Durante la cena, estiró el cuello para buscar alguna de esas ensaladas verdes que jamás había tocado desde que comenzara su estancia en Hogwarts (ni nunca, para ser sinceros) y se sirvió un gran plato. Si comer lechuga era el precio que tenía que pagar para poder apartar el pepino de su ensalada y guardarlo discretamente, estaba dispuesto a asumir ese riesgo.

Intentó también guardar algo más sustancioso del resto de su cena, apostando por un trozo de roastbeef en salsa de setas, pero al intentar guardarlo, el bolsillo de su capa se pringó de salsa y tuvo que limpiar la tela con un hechizo. Después de esa pequeña escena, decidió que lo mejor era no llamar más la atención en el Gran Comedor.

Después de la cena, se dirigió al lago, donde intentó pescar algunos caracoles. Probó con el hechizo carpe retractum, pero las aguas estaban especialmente bravas debido a la agitación del calamar gigante, que se encontraba muy cerca de la orilla, y le resultó imposible pescar ningún caracol sin riesgo a llevarse un considerable tentaculazo.

Con lo que pudo reunir, se sentó allí mismo y comenzó ansioso sus experimentos.
Sacó el frasquito de zumo de mandrágora y se la acercó al huevo, vertiendo un poco por encima. Rápidamente, el huevo se agitó salpicando por todas partes, recordándole a Kolia a un perro que se sacude al salir del agua.
Después de limpiarlo bien para que no se mezclasen los olores y sabores, Kolia volvió a guardar el frasquito de mandrágora y sacó un paquetito improvisado de su bolsillo. Abrió la servilleta, que estaba empapada en salsa de roastbeef, y sacó el pepino. Pero justo en ese mismo instante, el calamar gigante, que había olido el aroma de la salsa de carne y setas, alargó uno de sus enormes y delgados tentáculos, llevándose a su descomunal boca el pepino de Kolia.

Clarisse se dirigió a los invernaderos cuando la luz ya era prácticamente inexistente en el exterior, pidiendo para sus adentros que la profesora Sprout no los hubiese cerrado ya. Cuando llegó, se encontró con la profesora, que estaba cerrando las acristaladas puertas con un hechizo y le dijo que volviese al día siguiente.

Abatida, Clarisse pateó una pequeña piedra del suelo y siguió el trayecto de esta, y cuando miró al horizonte, vio a Kolia a lo lejos dirigiéndose de vuelta al castillo. Le siguió hasta el Gran Comedor y le observó mientras cenaban, viendo que el brusco norteño se comportaba de manera extraña, guardando comida en los bolsillos durante la cena. Después, dejándole un margen para que nadie les viera juntos, le siguió hasta el lago, donde le encontró sentado, en la orilla, con su huevo delante y las manos vacías, mirando al lago con estupefacción.

No es hasta bien entrada la noche que me presento a mi cita con mi aliada de Beauxbatons en la orilla del Lago Negro, pero oculto a las miradas indiscretas que puedan proceder del barco de Durmstrang.

Aprovecho el tiempo de espera para poner a prueba alguna de mis teorías pero el calamar gigante que habita estas aguas parece decidido a entorpecer mi labor. Por momentos casi deseo que el huevo púrpura sea una de sus crías y aplastarla contra el suelo por el mero placer de vengarme del octópodo. Afortunadamente, Morena llega justo a tiempo de evitar que haga algo de lo que después pueda arrepentirme.

—Buenas noches —saludo en un susurro a mi aliada cuando llega hasta mí, antes de adentrarme de lleno en los asuntos que nos ocupan—. Estoy deseando saber cómo de provechosas han resultado tus indagaciones, pero te alegrará saber que las mías han sido fructíferas. Traigo aquí una lista de once posibles candidatos a ser la criatura encerrada en este huevo y me gustaría cotejarla con la que tú hayas obtenido para ver si hay algún nombre que yo haya pasado por alto o hay alguno que despierte particularmente el interés de ambos.

»El primero de mi lista es el "caballito de mar volador". No parece un especimen muy prometedor a priori pero he leído que es oriundo del Lago Negro y eso hace de él un potencial candidato para nuestro huevo. Otros habitantes del lago de Hogwarts son también el "calamar gigante", los "selkies" y los "grindylows". Por supuesto, no deberíamos obviar la posibilidad de que podamos tener un "merrow" o una "sirena" pero, a diferencia de sus parientes "selkies", no son nativos de esta región geográfica.

»Aunque poco habitual, nuestro huevo podría pertenecer también a una cría de "dugbog". Esta criatura vive en pantanos de Europa y de todo el continente americano. Se parece a un leño mientras está inmóvil, pero si se examina más de cerca, se apreciarán unas patas delgadas y unos dientes muy afilados. Lo más notable es que su alimento preferido es la mandrágora, de modo que si pudiéramos conseguir alguna muestra de esta planta estaríamos más cerca de confirmar o refutar si el huevo púrpura pertenece a esta raza.

»Una lógica similar podríamos aplicar para ver si tenemos entre manos a uno de los sanguinarios "kappas", originarios de japón. Aman el sabor de la sangre y de los hígados humanos, pero al parecer no hay ningún alimento que disfruten más que los pepinos. 

»Más temible que el "kappa" es el diabólico y cambiante "kelpie". Personalmente preferiría que no tuviéramos la desdicha de estar tratando con una cría de esta raza pero no quisiera descartarlo demasiado pronto. No sabiendo como sabemos que la gente de Hogwarts es capaz de cualquier cosa con tal de hacernos perder esta prueba.

»Tal vez la opción más inofensiva que tenemos es la de los "plimpies". El "plimpy" es un pez esférico y moteado provisto de dos patas largas y elásticas que terminan en dedos palmeados. Habita en lagos profundos, como el Lago Negro, y suele merodear por el fondo en busca de alimento, preferentemente caracoles de agua dulce.

»Y finalmente tenemos a la exótica y poderosa "rámora", pero sinceramente dudo que siendo una especie protegida por la Confederación Internacional de Magos se hayan atrevido a repartir tres de sus huevos para esta prueba.

»Lo sé, son muchos nombres y tal vez tú tengas otros que añadir a nuestra lista. Estoy deseando escuchar tus sugerencias.

Clarisse que estaba sentada al lado de su acompañante con la piernas cruzadas como un indio mantenía su huevo en el hueco que hacía su regazo en aquella postura. Miraba al chico, escuchando lo que decía. Asentía a todo lo que ella ya había leído o sabía, mientras que se mostraba interesada en lo nuevo. Una vez el chico terminó sonrió. — Bien, yo tengo varios de esos nombres en la lista que he podido conseguir. Los cuales son: Dugbog, Grindylow, Kappa, Kelpie, Plimpy, Rámora.

Y estoy de acuerdo contigo en que no creo que usaran para la prueba huevos de Rámora ya que están protegidos. Lo cual quedan otros cinco nombres que tenemos en común y que sea muy posible que esté entre esos. — La chica esbozó una sonrisa sintiendo que cada vez estaban más cerca. — En cuanto a conseguir una mandrágora... Creo que me he adelantado. Vengo de los invernaderos, pero Sprout estaba cerrándolos. Me dijo que volviera mañana. — Se encogió de hombros. — Así que lo único que creo que podemos probar hoy, antes de esperar a mañana es... La sangre. Alguno de los dos... Debería hacerse un corte y echarlo sobre el huevo. Podríamos ver con ello si se trata de Kappas. — Se pasó una mano por el pelo esperando ver que decidía el chico. Mientras acariciaba el huevo. Le había cogido cariño y todo.