Partida Rol por web

Alana tomó el pequeño frasquito de perfume, practicamente vacío. Miró su contenido, llevandolo enfrente de sus ojos, y luego se lo tendió a Madelain.

-Le quedarán dos gotas como mucho. Usalas, si lo crees necesario. Siempre puedes decidir ponerte un poco de perfume antes de invitarle algo.

Sonrió.

Madelain puso las palmas de sus manos hacia adelante, indicando que no iba a tomar eso.

_No, yo ni siquiera sabría qué dosis es la necesaria, y no tengo chocolates donde ponerla. Jaja y no lo usaré de perfume -añadió, como si fuera necesario aclararlo-. Guárdalo, ya veré qué hago. ¿Tienes algo pensado para hoy? Pensaba volver a intentar en la biblioteca. Si los libros quedaron ordenados como ayer, y vamos juntas, ya sabremos por dónde hemos buscando y posiblemente nos sea más fácil encontrar lo que buscamos.

-Bueno, dos gotas son suficientes para que te respondan cualquier cosa que preguntes sin mentiras.

Volvió a guardarlo.

-Si las necesitas estarán ahí, aunque no habría que desperdiciarlas. Y no se cuando pueda tener tiempo de hacer mas o conseguir mas, así que habría que reservarlas para algo que lo amerite. Y no tengo nada mas que hacer por hoy, así que si quieres podemos ir a la biblioteca.

Madelain se tomó su tiempo para responder, hasta que finalmente dijo:

_Guárdalas, creo que no me mentiría a mi. Mejor guardarlas por si las necesitamos con otra persona. Vamos a la biblioteca, esperemos tener mejor suerte que ayer.

Madelain salió del comedor seguida por Alex, y lo condujo hasta el lago. Era un lugar que a Madelain le gustaba cuando tenía que hablar tranquila con alguien.

_No te quitaré mucho tiempo, he visto que estás muy solicitado hoy, así que te agradezco por darme este tiempo. Iré al grano. ¿Recuerdas la charla que tuvimos ayer? Que me dijiste que no estabas lo suficientemente loco como para levantarte contra quien-tú-sabes. ¿Y si te dijera que yo sí estoy lo suficientemente loca, qué me dirías?

En silencio, Alex se dejó llevar. Se preguntó hasta qué punto Madelain estaba al tanto de lo de la morena, y qué demonios había hablado con Henri y Lissy para que hubiese acabado la cosa de esa forma. Ciertamente, la organización no podía haber sido demasiada buena.

Al escucharla hablar, sin embargo, su rostro en un comienzo estaba relajado y concesivo, por los halagos. Se volvió neutral y cauto al mentar la conversación de ayer, y escéptico, echando el cuello para atrás y alzando una ceja, cuando terminó.

- En primer lugar, Mad, no te preocupes. Que ya no me puedas meter mano no significa que no sigas teniendo derecho a raptarme- concedió en su habitual lenguaje de comediante, aclarándola que seguía siendo alguien importante y una cualquiera-. Sin embargo, y aunque tú sabes que yo estoy todo lo loco que se puede estar- una broma, por supuesto, al menos en el sentido literal, pues Alex se consideraba y se sabía un chico cuerdo y cabal-, te diría que claro que la recuerdo- la conversación-, y que ayer, si mal no recuerdo, asegurabas a grandes rasgos que algo así sería una locura, y que por qué querría nadie hacer algo así. Por lo tanto, Mad, te digo que por qué.

Su tono no era de incógnita, pero por la construcción de la frase podía leerse que sí lo era. Estaba claro que Madelain había pegado un giro brusco desde su última conversación, pero desde luego, Alex no era tonto del todo. De hecho, era un poco listillo. Si bien ayer fue él quien dejó caer un hilo, hoy era Madelain, y le tocaba a él asegurarse de nada antes de actuar.

- No soy estúpido, Madelain. Llevas rara desde que cortaste la relación de un modo muy impropio en ti. Ambos sabemos que te pasa algo. Desconozco si tiene relación alguna con esta pregunta, pero sabes que siempre me ha gustado cuidar de la gente. Y de ti, más- añadió en tono decidido, recordándola que ocho meses debían haber servido para algo, aunque fuese un recuerdo.

Miró al lago y sonrió. Después, taladró los ojos de su ex-amante.

Eso no iba a ser fácil, Madelain lo sabía. Sin embargo tenía la esperanza de que el chico no se lo pusiera particularmente difícil. Ya de por sí se estaba jugando mucho al hablar con el, y ni hablar con lo que tenia planeado.

_Alex, lo que dije ayer lo sostengo. No hace falta que el sombrero seleccionador te envíe a Ravenclaw para darte cuenta de que levantarse contra él es una locura. Es decir, todos los que lo han hecho han acabado muertos o en Azkaban. No creas que no lo sé.

Ella se interrumpió. No quería detenerse demasiado en eso, en pensar en las muchas posibilidades de terminar como ellos en caso de intentarlo. Tomó aire y siguió.

_Sabes que ésta es la sociedad en la que nos tocó vivir y que uno no puede andar gritando a vivas voces que no está de acuerdo. La mayoría de la gente está de acuerdo o al menos acostumbrada. Por eso ayer no te dije nada. Ya bastante fue hablar después de tanto tiempo, quería pensármelo mejor todo.

Incluso era raro estar hablándole en ese mismo momento.

_Justamente porque siempre has querido cuidar de mí es que corté la relación como la corté. ¿Si te hubiese dicho que pensaba ir a la guerra contra ya-sabes-quién, no me hubieras querido detener? Recuerda que a mi también me gusta defender a la gente, así nos conocimos. Por ese mismo motivo es que me alejé de todo el mundo este último tiempo. No quería que intentaran detenerme ni que arriesgaran sus vidas al intentar ayudarme. Pero al leer la historia del niño, para la clase del profesor Deans, me di cuenta que si ese chico llegó tan lejos fue gracias a la ayuda de sus amigos, y no podría haberlo hecho de otra forma. Por eso volví a ser la de antes, no croe que haga falta alejarme de todo el mundo, aunque obviamente no a todos les cuento mis intenciones. Tu tía murió en Azkaban. Mi padre lo hará, si es que no lo ha hecho ya. ¿Volver a verlo, o evitar que otros pasen por lo mismo que yo, no te resultar suficiente motivo para intentarlo?

La chica lo miró a los ojos. Todo lo que había dicho posiblemente fuera difícil de digerir, así que le dio unos segundos para que metabolice todas sus palabras.

_Bien, ya sabes por qué me alejé de todo el mundo, ya sabes que sí, que estoy dispuesta a cometer la locura. Si estoy aquí es porque el otro día al escucharte me quedó la duda, parecía que tú también tuvieras deseos de hacerlo. En ese caso quería invitarte para intentar hacerlo juntos. Aceptes o no, solo te pido que no intentes detenerme ni me delates por favor.

Alexander Blair se frotó el mentón un par de veces. Nariz arrugada y ojos caídos, mirando el césped. Soltó aire por la nariz, ofendido y molesto, aunque pegó un cabeceo vertical con la cabeza, asintiendo.

- Lo que me jode todo esto no es que intentes luchar contra el Señor Tenebroso. Es que no entiendo por qué demonios estamos divorciados ahora mismo- el término empleado era una parodia a los adultos, pero seguía siendo acertado-. Y no sé qué pensar a ese respecto, la verdad. Imagínese usted, señorita Garden, qué he de pensar yo cuando el motivo de nuestra ruptura se ha evaporado. Asumo que usted y yo no vamos a acabar exactamente como Weasley y Granger, y eso me toca un poco las narices, aunque que no se entere nadie. Tengo una reputación que mantener.

Guiñó un ojo. Estaba utilizando un lenguaje suave, excesivamente educado como era él a veces por costumbre bufonesca, aunque salpicado de términos sinceros que revelaban la molestia que le provocaba. Por sus comparaciones con personales ilustres, el chico tenía su propia cultura sobre la biografía de Harry Potter, incluyendo a sus compañías.

- Y sin embargo, es para mi imposible no seguir acogiéndote bajo mis alas- añadió con un prolongado parpadeo-. Se enfadarán unos cuantos, pero acepto. Pásate en un rato por el retrato de Barnabás el Chiflado. Estaré por ahí cerca y pasaré a buscarte, espero. Si todo va bien. Y sí, eso significa que no voy ni a detenerte ni a delatarte, y que voy a ponerte en contacto con gente como nosotros.

No hacía falta ser un águila para darse cuenta de que Alex acostumbraba a ocultar sus emociones, proyectando una máscara altiva de indiferencia. Una que se ríe del mundo y no siente dolor. El rostro del joven en ese momento se iluminó con una media sonrisa, rota y triste. Con los ojos vacíos y gesto ausente, ladeó ligeramente el rostro, bajando la mirada para no tener que soportar la de Madelain.

- Creo que necesito un abrazo- fue lo único que dijo en un principio-. A veces siento que soporto demasiado peso solo, aunque no sea así. Todos acudís a mi cuando necestais algo. Y eso puedo soportarlo. El problema es que no tengo con quien desahogarme. Sé que ya no somos pareja, y que no tienes por qué oír esto, pero en el fondo, aunque sea una de las personas más sociables y relacionadas del castillo, me siento solo- se encogió de hombros, incrementando el tamaño de su sonrisa para mirarla a los ojos-. Sé que no tiene sentido- mintió-, pero no deja de ser cierto. Sólo espero que no dejéis de hacerlo, pese a todo. Contar conmigo, quiero decir. Lo necesito.

Las cosas tomaron un cauce que Madelain no había previsto. ¡Es decir, estaban hablando ni más ni menos que de ir a la guerra, de enfrentar al mago más poderoso del mundo! Y de alguna manera eso había quedado relegado a un segundo plano, nuevamente estaban hablando de la relación. Ella entendía a Alex y la entristecía que él no pudiera superarlo, que siguiera aferrado a eso, u obsesionado. Y conociéndolo, sabía que estaba intentando mostrarse fuerte. Si así se mostraba no quería pensar cómo se sentía en realidad dentro suyo.

_Oh, vamos, ven aquí.

La chica lo abrazó, respondiendo a su pedido. Era un abrazo de amigos, pero un abrazo sincero. Incluso se permitió acariciarle el cabello a sabiendas de que eso podía llegar a malinterpretarse, pero no le importó. Solo quería hacerlo sentir bien. El cariño hacia él permanecía.

_Alex, vas a tener que empezar a pensar en tí en algún momento, de otra forma siempre te sentirás solo. Me encanta que te preocupes por los demás, lo sabes, pero debes preocuparte por tí también. Y del mismo modo que tú siempre querías cuidarme, si me alejé de todos mis seres queridos fue justamente por intentar protegerlos de lo que sabía que podía llegar a ocurrir.

Mantuvo el abrazo unos cuantos segundos más, hasta sentir que el chico ya estaba un poco mejor. Recién en ese momento se alejó un poco.

_Gracias por la confianza. ¿Hablas de Ashton y Henri, y todos esos que andan juntos todo el tiempo? Me sorprendió verlos tan pegotes este año. Supuse que andaban en algo raro, pero no pensé que era esto. ¿A qué hora debemos estar por el retrato de Barnabás? Tengo que avisarte que yo también estoy con alguien, y debo hablarle para saber si quiere venir. ¿Puedo? ¿Y puedo ayudarte con eso que hablaba Henri de una morena? ¿O la morena es Scarlet? No me malinterpretes, no es que quiera meterme en tu vida amorosa, es solo que sé que pasa algo entre ustedes, pero si realmente hay una chica en problemas me gustaría ayudarte, como en los viejos tiempos -le guiñó un ojo y le sonrió, quitándole peso a la situación-.

Estaba saliendo con otro. Bien, al menos no era Alex el único que no perdía el tiempo en esa casa de locos. Permaneció en silencio, asintiendo con humildad ante los consejos emocionales y sobre su vida personal. Sin embargo, negó con la cabeza ante la retahíla de preguntas sobre los proyectos que tenían en mente.

- No soy el líder indiscutible del grupo- añadió sin concretar de quienes se trataba exactamente-. Estoy seguro de las buenas intenciones de tu actual pareja, siempre has tenido buen ojo- era, o no, una forma de tirarse flores-, pero considero que es mejor que hablemos con él primero. Creo que sería precipitado invitarle sin más. Sobre ayudar a Henri, no lo sé- cambió de tema oportunamente-. Apenas sé nada del asunto todavía, pero puedo asegurarte que no es Scarlet. Sea como fuere, en principio es decisión de Henri informarte o no, según considere. Yo tengo las manos atadas.

Sonrió y puso una mano sobre el hombro de Madelain, animándola a partir rumbo al monasterio de vuelta. No quería hacer esperar demasiado a sus amigos, claro, y prefería no redundar demasiado en lo obvio.

- Y no estoy saliendo con Scarlet- añadió de pasada, pero lo añadió-. No todo es lo que pudiera parecer.

Y no es que fuese a dar demasiada información sobre asunto. Demasiado personal.

- Yo iré al retrato cuando acabe de hablar con Ashton y Henri sobre lo que necesiten decirme- añadió finalmente, respondiendo como podía a la pregunta de a qué hora aparecer por Barnabás.

Madelain primero escuchó extrañada las palabras de Alex, sin saber a qué se refería, hasta que finalmente entendió. Confirmado: estaba obsesionado.

_¿De qué hablas? Alex, ¿no has escuchado nada de lo que te dije? Dije que me alejé de todo el mundo. ¿De qué pareja hablas? La persona con la que te dije que estoy también está cansada de esta sociedad en la que vivimos, y también quiere cambios. Y ni siquiera es hombre.

La chica tenía el entrecejo fruncido. Intentaba ser comprensiva con su ex novio, pero algunas cosas terminaban por fastidiarla.

_Y no dije que salieras con Scarlet, dije que había algo entre ustedes, y eso no me lo has negado. No sé por qué me dices todo lo que me dices si ya tienes los ojos puestos en otra chica. En fin... Sin ser el líder del grupo me dices de ir a esta especie de reunión. ¿No quieres conocer a ESTA CHICA para ver si puedes invitarla o no también? Antes de hablar contigo, ella estuvo de acuerdo en que te haga esta propuesta. Es la chica de Slytherin con la que compartí el vagón, ¿la recuerdas? Sí, sé que es raro y que los de esa casa no son los más confiables, pero creeme que tiene sus motivos para hacer esto.

Alex negó con la cabeza. Ya estaba otra vez. Odiaba cuando Madelain levantaba montañas a raíz de granos de arena. Era un tanto histriónica a su parecer.

- Para mi "estar con alguien" y "no es que quiera meterme en tu vida amorosa, es sólo que sé que pasa algo entre ustedes" son frases que suelen referirse a un lío de túnicas. Llámame precipitado por darlo por supuesto, si quieres. Pero vaya, que no es preciso que te pongas así, querida, no es tan importante- la animó en un tono ligeramente, más que concesivo, despreocupado. No iba a dejar que Madelain y su temperamento le chafasen el día-. He hablado personalmente con todos los que han ido a las reuniones antes de que lo hiciesen, salvando a quienes me metieron a mi dentro. No es nada personal. Sin embargo, cuando entremos, puedes preguntarle al resto. Si consienten en traerla sin que hablemos antes con ella adelante, no tengo problema. Sino, un par de minutos deberían ser suficientes. No es para tanto.

El chico siguió caminando, sin darle demasiado crédito a las palabras de Madelain. Él no se inventaba normas, sólo las aplicaba. Llevaban escritas desde que a alguien se les ocurrieron. Frases hechas y escepticismo. Simple y llano.

- Hablas de Alana, supongo. Os he visto bastante juntas, sí- señaló en tono de incógnita, sin saber muy bien qué se traían entre manos.

Casi tenía ganas de llegar rápido. Aceleró ligeramente el ritmo, marcando de forma muda que ciertamente empezaba a sentirse incómodo con la conversación y quería atajarla.

_Sí, hablo de Alana. No sabía que supieras su nombre. Bien, te veo bastante apurado, así que te dejaré con tus cosas. Dentro de un rato iré al séptimo piso. Si no me ves, vuelve a buscarme o espérame, porque iré, pero ya que tienes que hablar con más gente y no sabes cuánto demorarás, yo también iré a hacer algunas cosas. Te veo más tarde.

Ella siguió rumbo al castillo pero sin acelerar su paso, por lo cual Alex, que sí había apurado su ritmo, se alejó.

Así que ya había un grupo pensando en eso también...

Madelain se sorprendió, le pareció mucha casualidad que tantos alumnos se interesasen en lo mismo al mismo tiempo; o como cualquiera podría verlo, que enloquecieran todos al mismo tiempo. O quizás fuera que había más gente desconforme con el régimen de lo que ella pensaba, cosa que en todo caso le resultaba alentadora.

Recorrió la zona un rato buscando a Alana. Ellas habitualmente se juntaban en el lago después de comer para hablar, quizás ella estuviera por allí. Si no la encontraba iría a buscarla al castillo, a la biblioteca.

Alex se entretuvo hablando por el camino de asuntos relativamente triviales. Alguna broma de las suyas, algún comentario sobre el desarrollo de las clases, y poco más. No mencionó a Spencer, ni la relación de los tres, ni ningún asunto personal o incómodo. Estaba, a todas luces, dando espacio a Scarlet, pero no por ello dejaba de ser el Alex de antes. Era simplemente el modelo de amante educado, respetuoso y cargado de paciencia y buen hacer.

Señaló a Scarlet su árbol favorito, de espaldas al mundo y en un lugar apartado. No quería ser molestado por nadie que también visitase el lago, pues para él, su tiempo con Scarlet era sagrado como la familia, el ajedrez o el deber impuesto. Sin miramiento ni contemplación, el hombre se recostó contra el árbol y, tomando por la espalda los hombros de la chica, la bajó junto a él dejando que la cabeza de esta reposase sobre uno de los pectorales. Así de cercano y natural era con Scarlet dado ese momento. Andarse con miramientos o tonterías le parecía superfluo, y si quería pecar de algo que fuese de afectuoso e íntimo que de abusar de el amor de la chica como tal en un sentido físico. Ni necesidad de ello.

- ¿Sigues portándote mal?- preguntó señalando su mochila y bolsa de libros. Clara referencia al libro muggle de antes, pero también una broma típica en líneas generales-. Enséñame qué escondes y con qué te entretienes ahora, chica mala.- pero obviamente, no lo decía en serio. Nada más puro e inocente que Scarlet, pero Alex estaba jugando.

Dejó pasar un rato con la chica, en silencio, hablando, o dejando que esta le enseñase sus volúmenes si quería. Lo había dicho como una orden, pero no lo era en absoluto. Le interesaba en grado sumo la lectura de Scarlet, pues le interesaban por separado Scarlet y la lectura, así que en conjunto, más todavía. Pero tenía otros asuntos que atender.

- A expensas de que Chris pueda ser difícil en algunos momentos- dijo al fin haciendo mención al día anterior y sin darle más importancia a aquello-, me ha pedido, te ha pedido en realidad- rectificó, sólo que lo había sugerido ante Alex-, que la eches, nos eches, un cable con el sistema de avisos a través de galeones- posó un beso, más afectuoso que otra cosa, en el cogote de la chica, casi como animándola e insuflándole fuerza-. Transformaciones, los planos los tiene ella. Pero confío en ti- la animó recolocándole un mechón tras la oreja-, y lo haría aunque no hubieses echo un patronus a la segunda.

Alex sonrió y estrujó a Scarlet. Estaba muy orgulloso de ella. Estaba intentando demostrárselo. Bueno, lo estaba haciendo.

- Tú solo, si te ves fuerzas, haz lo que puedas- la añadió para rebajar la petición, que no era un juramento inquebrantable pero sabía el grado de compromiso de la aguilucha-. Como con todo.

Sonrió. Se sintió tentado de decir algo romántico, pero se contuvo. No quería agobiar a la chica. Sí, era muy posible que Scarlet quisiese escucharle a Alex decir cosas bonitas, pero bien sabía este por experiencia que a veces, y sólo a veces, era mejor hacer el papel de caballero que de pasteloso.

La muchacha escuchaba con atención a Alex mientras hablaba de camino al lago, las conversaciones de ese estilo con él siempre solían ser así: él hablaba y bromeaba y ella escuchaba encantada, soltando alguna que otra risa o un comentario respecto al tema. 

Sonrió cuando le señaló el árbol que más le gustaba a ella, y siguió al muchacho hasta allí para luego sentarse ambos junto a éste. Él usando el tronco como respaldo y ella usándolo a él. Se acomodó entre sus brazos y dejó reposar la cabeza sobre su pecho. Poco a poco se hizo un breve silencio, en el que ella escuchaba el latir del corazón de Alex cerca de su oído, le gustaba. Entonces su voz rompió ese pequeño momento que Scarlet disfrutaba, aunque no tanto como el tema que su amigo había sacado. 

La chica Ravenclaw sonrío de medio lado, si tuviese algo de maldad, se podría decir incluso que lo hizo con picardía... aunque el gesto de Scarlet, más que a eso, se parecía al de una niña que acababa de hacer una travesura. Acercó la mochila y rebuscó en ésta hasta dar con el libro con tapas negras que estaba leyendo. Acarició la oscura portada con cariño, casi como si le doliera tener que haberle hecho esa clase de censura al pobre volumen. Después de darle ese gesto mimoso al libro, se lo tendió a Alex para que le echase un vistazo. 

-Se llama "La princesa prometida"*-le cuenta.-Es una historia preciosa de amor, pero también hay combates con espada y conspiraciones...-le comenta, emocionada, sin querer contarle de qué va exactamente pero buscando picar la curiosidad de Alex, intrigarlo para que quiera leerlo algún día.-Es... la segunda vez que me lo leo.-se ríe. 

Después, escucha con atención la propuesta de Alex, mirándolo desde abajo con la cabeza girada ligeramente y con el mentón alzado. Conforme va explicándole, el rostro de la chica se va iluminando con una amplia sonrisa que denota sorpresa y entusiasmo, mientras que su mirada verde ahora brilla con curiosidad y emoción en sus pupilas oscuras. Antes de que a Alex le da tiempo a finalizar, Scarlet ya está asintiendo enérgicamente. 

La idea de poder participar de forma más activa en un proyecto como era la nueva orden, emocionaba mucho a la joven, aunque eso supusiera un riesgo mayor para ella... pero es uno que está dispuesto a correr. Además, nunca había hecho algo así, por lo que además de ayudar, podría aprender. 

-¡Sí!-respondió ella rápidamente.-¡Contad conmigo! ¿Cuándo comenzaríamos?-sigue ella, preguntando esa ansiada fecha.