Partida Rol por web

¡Hay un primigenio en mi sopa!

II. Fundido en blanco

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19/10/2021, 08:32
Rutherford

Rutherford toma la iniciativa al tiempo advierte a Abel de que esta cuestión va a dirimirla él mismo con Armín.

—Señor Bahramí, su teoría de la conspiración es más que bienvenida y aplaudo su pensamiento creativo, pero descartamos su hipótesis por la sencilla razón de que Alex Collins estuvo en el Hospital Mercy en Oklahoma City el tiempo suficiente como para desaparecer sin dejar rastro mucho antes de que ustedes llegasen. Si no lo hizo fue por la vigilancia de la Policía de OKC, ello con independencia de las negligencias que ustedes citan —El tipo frunce los labios en una mueca de disgusto—.

—Si la resurgida Estirpe no fue directamente a por la niña en el Mercy... es porque la estaban vigilando —concluye son su habitual sonrisa de superioridad—. Verá, nuestra teoría es que la difunta Aileen Collins, en paz descanse, lideraba un grupo de inadaptados adictos a diversas drogas de diseño y con algunos antecedentes menores que parecían querer llevar a la niña hasta un lugar concreto. Puede que la Estirpe quiera saber hacia dónde. Piense que al raptar a Alex y a Victoria podrían haberlas matado directamente. Y ahora piense en por qué no lo hicieron —Rutherford se levanta y con un cómico gesto en el que apunta a Abel con su índice como si fuese una 9 milímetros en el riñón le susurra algo al oído. El Rabino despliega para la ocasión un proyector que manipula con ayuda de Sadie. Rutherford prosigue su speech.

—Señor Bahramí, ha presionado usted en una llaga que nos incomoda especialmente al señor Hershko y a mí: Brian FUCKING Taker. Ese mamón está pudriéndose de por vida en la penitenciaria insular de Witchrock, en Nueva York, y nos hemos encargado de que esté prácticamente incomunicado. Tenemos aún sobre la mesa una interesante charla con la señorita Abigail Smith, ¿verdad, Rabino? Charla en la que tengo depositadas considerables expectativas para obtener una respuesta concluyente a la duda que usted expone de modo velado: ¿Cómo puede Taker seguir ejerciendo liderazgo sobre los restos de la Estirpe? Bien, desde luego es algo que vamos a averiguar.

Abel oprime un pulsador en un mando a distancia y los ventanales del salón se cubren por unas persianas blindadas. Se escucha a Corcoran chasquear la lengua mientras dobla una página del libro que hojeaba. En la sala solo queda la luz del proyector contra una lámina en blanco.

—Esto va a resultarles de interés. Sadie, si eres tan amable... —desliza mientras alza el mentón con un deje altivo.

La experta en informática, siguiendo las instrucciones de Triple R, acciona la presentación que le ha ordenado preparar el tipo del sombrero y gafas de sol.

Por si alguno lo dudaba, no se las quita durante la presentación.

Deben estar increíblemente bien graduadas.

Ante los presentes comienzan a fluir un torrente de ilustraciones.

Algunas de estas imágenes muestran cadáveres tendidos en un suelo de grava y rodeados por el fuego. Los rostros son fotorrealistas. Las heridas parecen reales, la sangre fresca y las miradas de los muertos reflejan el vacío. Armín no tarda en reconocer -¿¡Cómo podría olvidarlo!?- el rostro de la difunta que reposaba en la mesa de tanatopraxia en la morgue del Hospital Mercy entre los cadáveres que aparecen reflejados en las imágenes. Otras imágenes se centran en captar paisajes desérticos, ásperos y desolados, pero de una profunda y epatante belleza. Todas las escenas trascurren de noche, con un cielo cuajado de estrellas pintadas con tonos rojos y azules. En el suelo pueden apreciarse curiosas formaciones rocosas y grietas en la tierra reseca. Pequeños cañones se otean en el horizonte, así como un grupúsculo de edificios que parecen configurar un viejo rancho con una estructura de madera. Incluso se puede apreciar un viejo molino de agua. En algunas imágenes puede verse una carretera en mitad del desierto, su asfalto perdiéndose en el horizonte. Una de las carreteras pasa junto a una decrépita gasolinera en la que destaca un rótulo desgastado con el rostro aguileño de un jefe indio aguantando un cono de helado de fresa. En otra se aprecia un motel de carretera.

Uno de los dibujos es especialmente inquietante. Un plano cenital de esa granja, ese rancho que puede verse en otras ilustraciones. El suelo que rodea el edificio está cuarteado, con grietas que se expanden hacia el exterior de la ilustración. Algunas de ellas se abren como pequeñas fallas de las que brota un resplandor carmesí. Como en todas las ilustraciones, el grado de detalle es increíble, de una pericia técnica fuera de lo común capaz de rivalizar con una fotografía. El efecto del resplandor sanguíneo que surge de las entrañas de la tierra es tan efectivo que casi parece que haya algo hirviendo debajo. Algo que se agita, algo que se mueve como una miríada de pequeños insectos que se debaten ansiosos por salir de una herida supurante grabada en la corteza terrestre.

—Deberían reconocer a la artista tras estas obras —advierte Rutherford—. Al fin y al cabo, es su protegida, señora Liebermann.

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19/10/2021, 09:21
Director

Notas de juego

Para que nadie se me pierda, la respuesta de Rutherford a Armín es una especie de recapitulación de lo que ocurrió en la S1.

Aparte, he traído a colación un elemento que se os había pasado un poco por alto y que Sadie me pidió analizar durante estas tres semanas: la tablet de Alex.

Ahora tenéis un extracto de información nuevo.

Por cierto... Control de Estabilidad para todo aquel que quiera examinar a fondo las desagradables ilustraciones.

Si alguien quiere usar sus habilidades, aquí le estoy esperando ^^

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19/10/2021, 16:39
Armín Bahramí

Asisto incrédulo a la rapidez con la que el tal Rutherford desestima mis conclusiones sin considerar siquiera la posibilidad de que sean fiables. Joder, ¡pero si está clarísimo! ¿Es que no lo ven?

—No, no, a ver… —empiezo, llevándome una mano a la frente—. A ver. Si no se llevaron a Alex antes, fue porque los leones se retrasaron más de lo que planeaban. Cuando por fin llegaron al hospital, nosotros ya estábamos allí. No digo que nos considerasen una amenaza —me obligo inmediatamente a aclarar, hablando tan rápido que casi se me traba la lengua—, pero seguramente sabían de nuestra relación con el profesor Charles Kane, y decidieron ser cautos. De cómo lo supieron, no tengo ni idea. No tengo ni idea de cómo sabían la mayoría de cosas que sabían, la verdad. —Pierdo el hilo durante unos momentos, quedándome sin saber cómo continuar defendiendo mi argumento. Ah, sí—. Ah, sí. Otra cosa. ¿Cómo es que, estando el hospital a reventar de policías después de lo que había pasado, nadie vino a ayudarnos cuando los sectarios nos asaltaron? Si apenas habíamos cruzado una calle. Además, conseguimos tenerlos parados al menos dos o tres minutos. Fue tiempo más que suficiente como para que, si hubiesen querido, hubiesen asomado la nariz por allí. Piénsenlo. Piénsenlo, en serio. Es la única posibilidad que cuadra. Querían que todo saliese como salió. Excepto el final, claro.

Mis ojos buscan desesperadamente entre mis compañeros. ¿Nadie va a echarme un cable? A estos tíos solo les importa su Brian Taker, pero, ¿es que acaso no se dan cuenta de que lo que trato de decirles también explica eso? Qué gente más corta. Sin embargo, cuando parece que la conversación se desvía hacia otros derroteros, me trago un resoplido de frustración. Será mejor que espere a un mejor momento para seguir intentando hacer ver lo obvio a los demás.

Y entonces, sin previo aviso, las imágenes del proyector. Mis ojos se abren como platos al reconocer lo que veo. Casi de inmediato, aparto la vista, echando únicamente algunas miradas discontinuas cargadas de ansiedad. No puedo soportarlo. Esas imágenes, profundamente turbadoras, tienen el don de revolver los recuerdos y todas las cosas nuevas que ahora sabemos, trayéndolas al primer plano, impidiéndonos ignorar por más tiempo lo profundo que desciende la escalera hacia el infierno. Y con todo, no puedo evitar volver a maravillarme con el talento de la artista. No puedo evitar, una vez más, sentirme orgulloso de ella.

Alex Collins, mi hija.

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20/10/2021, 13:39
Kyle Angel

Armín despliega una florida teoría conspirativa en la que de algún modo logra involucrar a la policía de Oklahoma en los planes de la Estirpe del León. Asusta la convicción con la que defiende sus fantasiosas suposiciones, pero, por una cuestión de respeto, me giro para mirarlo con seriedad, escuchándolo en silencio y sin emitir ningún juicio. Rutherford le contesta ofreciendo argumentos lógicos, como si la propuesta del iraní fuese plenamente lícita, y me pregunto sinceramente si está tan tarado como para no reconocer unos síntomas tan obvios de ideación delirante o si solo está siendo considerado con él, aunque lo dudo. No puedo evitar sentir un extraño acceso de compasión solidaria hacia mi compañero, que parece empeñado en quedar en evidencia ante estas personas, y mi mente busca cualquier pretexto para interrumpir su discurso, encontrándolo en el libro que está hojeando el tal Corcoran. Mi libro.

—Puedo firmarte un autógrafo, si quieres —digo con una sonrisa modesta—. Aunque te advierto que es más una novela que una autobiografía. Exigencias de mis editores —añado enlazando los dedos. De repente me siento como si hubiese vuelto al día de la publicación y yo estuviera de nuevo en uno de esos mostradores de firmas—. Si tienes cualquier duda sobre lo que pasó, estaré encantado de satisfacer tu curiosidad.

Si seré idiota. Lo último que quiero es hablar por enésima vez sobre los asesinatos de esas niñas y mis años en la cárcel, y menos con un… ni siquiera sé cómo definirlo. Uno de ellos.

De repente, reparo en la expresión de soberano aburrimiento de Korsgaard (que, siendo sinceros, tampoco dista tanto de su expresión habitual), pero, sobre todo, en el modo compulsivo en el que está revisando las mangas de su camisa. Tomo nota mental, por supuesto, y me siento tentado de provocarlo diciéndole que una de las mangas es más corta, pero finalmente descarto la idea. Probablemente me diría que eso es imposible, que su camisa de haute-couture es más cara que todo lo que llevo yo puesto, junto. Nah, lo más seguro es que se limitase a hacer caso omiso de mi comentario, y no sé qué es peor.

Armín, por su parte, sigue parloteando, desesperado por nuestro asentimiento, o nuestra atención, o ambas cosas, y tengo la repentina sensación de estar en una especie de circo de los horrores, rodeado de caricaturas parlanchinas y no de verdaderos seres humanos. Me va a estallar la cabeza.

En ese momento, que no podía ser más oportuno, Rutherford enciende la máquina de diapositivas, y quedo maravillado ante la brutal belleza del torrente de imágenes, tan inquietantes como cautivadoras. Además, hay algo en ellas que me resulta lejanamente familiar… Cuando veo el rótulo de un nativo americano, casi espero ver a su lado al castor de dientes ensangrentados de cierta fotografía…

Muchas de las ilustraciones son de una granja o rancho de madera, pero una de ellas es particularmente llamativa. El suelo que rodea la edificación está cubierto de grietas que, como arterias palpitantes, refulgen de un rojo enfermizo.

—¿Qué estamos viendo?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Y empezamos la T2 con una majestuosa pérdida de Estabilidad... Espero obtener alguna pista a cambio (wink, wink).

Edit: Corregida una repetición un tanto antiestética. No es necesario volver a leer el post.

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20/10/2021, 15:06
Rutherford

Esa, detective, es la pregunta correcta —afirma Rutherford mientras introduce su mano izquierda en el bolsillo del pantalón y hace un gesto a Sadie para siga pasando las imágenes.

Notas de juego

Sadie, todo tuyo.

Voy a plantearme si Corcoran contesta a Kyle o no... ;-P

Excelente pérdida de cordura, querido Kyle ^^

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20/10/2021, 16:25
Sadie Bell

Tras su primera intervención Sadie había guardado silencio y se había dedicado a observar a los demás. Su postura era rígida y en algún momento de la conversación cruzó los brazos sobre el estómago. No había hablado con nadie al respecto, pero desde la noche en que todo sucedió la hacker había apreciado un cambio en Abel. El fundador de RETURN hablaba cada vez más con un fanatismo que la joven toleraba a duras penas. Mostraba un entusiasmo desmedido ante el horror experimentado. Como si fuera un niño con un juguete nuevo.

Por un instante, sus ojos verdes se fijaron en Victoria. Sadie la había tratado mucho durante las últimas semanas. Pasaba tanto tiempo en la casa que prácticamente se podría decir que vivían juntas. Había observado de primera mano su lucha diaria, la profunda herida que la terrible experiencia había infligido y el esfuerzo que le suponía seguir respirando. Y, sin embargo, allí estaba. Sadie sabía que Kyle sufría esquizofrenia y, aunque dudaba mucho que el investigador hubiera hablado con alguien de lo ocurrido hacía tres semanas, estaba segura que la experiencia le habría pasado factura. Sin embargo, Victoria y Kyle, las dos personas que presentaban un mayor riesgo para la inestabilidad, parecían bastante racionales junto al que de forma inesperada se había alzado como firme candidato a "ida de la olla" del grupo. Mientras Armín hablaba Sadie había buscado con la mirada a Abel. Su mueca podría parecer inexpresiva, pero para alguien que la conociera reflejaba una pregunta clara: ¿Qué diablos crees que estás haciendo?

Sadie había visto la reacción de Armín aquella noche. El escultor había salido corriendo y gritando como si estuviera poseído en el momento más crítico. Había abandonado a Alex. A una niña. La había dejado sola ante la Bestia y se había refugiado en el vehículo. Cuando lo encontraron escondido en el coche estaba llorando a lágrima viva, totalmente enajenado. Y ahora estaba allí. Soltando disparates con una convicción propia de un loco. Aquello no estaba bien. Victoria no estaba en condiciones de enfrentarse a la Estirpe del León. Era demasiado pronto. Sus heridas aún no habían terminado de sanar. Alex la necesitaba. Pero lo de Armín estaba fuera de toda duda. Era inestable. Estaba desequilibrado. Podía acabar a tiros con la Policía y eso en el mejor de los supuestos. Sadie sonrió con tristeza y cierta ironía. Al final iba a resultar que el esquizofrénico del grupo era el más estable.

—Son dibujos de Alex. Los extraje de su tablet. Debo reconocer que la primera vez que los vi me sobrecogieron. Tiene un talento increíble. Mi teoría es que Alex tiene memoria fotográfica y es capaz de reproducir con una precisión absoluta todo lo que ve. Por lo que deduzco que esta granja existe. Tal vez una base desconocida de la Estirpe. Utilizando Google Maps y estos dibujos fotorrealistas he creado un programa de reconocimiento que nos permita rastrear la localización exacta de la misma, aunque por ahora no ha dado resultados. —Lo que no había dicho a nadie es que en ese programa también había introducido los símbolos que aparecieron grabados en los campos alrededor de la puerta que se había convertido en su obsesión. ¿Qué significaban? ¿Los habrían captado en alguna otra localización? ¿Seguirían allí cuando volvieran? ¿Y la puerta? Eran interrogantes que la acosaban sin descanso y que sospechaba no tendrían respuestas sencillas. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Estoy dispuesta a gastar un punto de tecnología para investigar las imágenes de la tablet. Ya empezamos a quemar puntos... xD

 

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20/10/2021, 17:59
Dr. Kristian Korsgaard

El indio calvo parecía nervioso. Aquel tándem formado por el detective psicólogo y el indio artista estaba aburriendo sobremanera al doctor, quien había centrado la atención ahora en sus elegantes gemelos. El señor Bahramí parecía creer que estaba tratando con aficionados o quizá con simples matones que no sabían lo que hacían. ¿Por qué se empeñaba el señor Hershko en tener a bordo a aquellos dos elementos tan evidentemente inestables?

La estabilidad es un equilibrio muy frágil. Un pequeño golpe, unas partículas que se salen de su lugar, un órgano que de pronto decide funcionar de forma ligeramente diferente… y lo que antes era un sistema estable que contenía la propiedad a la que llamamos «vida», de pronto comienza un proceso de desintegración, entre cuyos primeros pasos más habituales suele estar la pérdida de esa propiedad vital, es decir, lo que se suele conocer como «muerte». Sin embargo, este proceso de desintegración no termina con la muerte, sino que este es únicamente uno de los pasos iniciales.

Precisamente, en su polémico Manual sobre la muerte violenta y traumatología forense, Korsgaard había incluido un prólogo al que, con cierta travesura mordaz, había titulado «Ensayo sobre la desintegración humana y otras florituras tanatológicas». Me permitirás, querido lector, un pequeño excurso para tener una idea más clara de a qué nos referimos con el término «muerte» cuando hablamos del doctor Kristian Korsgaard. Quizás resulte un poco excesivo, pero no tengo el ánimo de aburrirte, sino de ser un poco más exhaustivo acerca del carácter y de la retorcida lógica que alberga esa pulcramente peinada cabeza. Apelo a la comprensiva indulgencia del lector.

En la página 7 de ese prólogo, puede leerse el siguiente pasaje:

La idea de muerte —que no la muerte misma, términos que haríamos bien en distinguir con precisión quirúrgica— tiene la propiedad casi inherente de producir en el ser humano un terror y un espanto que sólo puede explicarse si se atiende a la natural irracionalidad a la que están sometidas las emociones humanas. Frente a este espanto, han surgido esperpénticas cosmovisiones que tratan de hacer de la muerte una puerta mística, una suerte de paso a un mundo espiritual. Sin embargo, como han destacado los mejores filósofos de la humanidad a lo largo de la historia —los únicos que realmente merecen con propiedad el nombre de «filósofos»—, la muerte no tiene una verdadera entidad fuera de su esencia puramente material. Como idea, digámoslo así, «existencial», sería preferible desterrarla del debate humano, salvo para mostrar —como trato de hacer en este momento— su futilidad e improductividad. La muerte es interesante únicamente en cuanto parte de un proceso material mucho más amplio que podemos denominar «desintegración del sistema vital». No es ni el momento inicial, ni el momento culmen, sino sólo un pequeño paso más en ese fascinante proceso de desintegración. Un paso al que la irracionalidad emocional del ser humano ha rodeado de erróneas mistificaciones.

Pero basta. Volvamos al edificio de Return, donde las persianas habían caído, dejando la sala en una penumbra sólo rota por el proyector que había empezado a mostrar fotos variopintas —¡No, dibujos, como dijo la señorita Bell!— y, sin duda alguna, admirables para el doctor.

Korsgaard centró su atención en aquellos cadáveres sugestivamente tendidos, en sus heridas exquisitamente supurantes de sangre, en sus miradas seductoramente vacías. En la mirada del doctor, se reflejaba una ambivalencia. Por un lado, una fría y analítica profesionalidad, escudriñando cada detalle para obtener información cierta y precisa sobre el «proceso de desintegración del sistema vital» en el que estaban inmersos cuando fueron retratados fotográficamente. Por otro lado, un ardoroso arrebato capaz de desequilibrar momentáneamente su frialdad habitual, que le hacía abrir los ojos con pasión y acelerar ligeramente su respiración.

El doctor apretó sus manos alrededor de los reposabrazos de la silla, con el propósito de contener el cosquilleo que sentía surgir en su pecho. Se levantó de su silla y se acercó muy lentamente a la pantalla, como atraído hipnóticamente hacia ella. Pero, una vez cerca, simplemente miró con una aséptica atención aquellas imágenes, dejando atrás el ardor y asumiendo de nuevo su fría profesionalidad. Como escribía el doctor en otro pasaje de su Manual (página 42, sección 1.2), «Los cadáveres hablan, nunca terminan de hablar, y cada minuto que pasa dicen algo nuevo. Quien piense que el lenguaje corporal termina con la muerte no alberga en su cerebro la más remota idea acerca de qué es el lenguaje ni de qué es el cuerpo».

Finalmente, mientras trataba de extraer alguna pista sobre aquellos cuerpos, el doctor sintió una profunda admiración por la niña que había dibujado aquello. Al final, resultaba que la más interesante de aquel grupo rescatado iba a ser, precisamente, la pequeña Collins. Vaya, vaya, vaya…

- Tiradas (1)

Notas de juego

Uso un puntito de Medicina forense y, si es que sirve para algo, otro de Recogida de pruebas para analizar lo que se ve en las imágenes proyectadas.

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20/10/2021, 19:20
Miss Kukoo

Victoria estuvo a punto de levantarse e irse. Se preguntó en su interior varias veces qué hacía allí, se lo preguntó mientras escuchaba la propuesta de Abel, las palabras de Armín y Kyle. -No se en verdad si la policía está o no involucrada en todo esto, pero creo que sería una forma de que el tal Brian pueda seguir operando desde la cárcel... En todo caso el sargento Payton me dio confianza cuando hablamos, si es que quieren tirar de ese hilo -soltó al aire y miró a Armín, a Rutherford y a Hershko, luego a Kyle y a Sadie.

El doctor y Carcamán, ¿no se llamaba así? Bueno, detalles, detalles... Ellos implicaban otro nivel de comunicación, uno casi etérico y basado en un amplio manto de suposiciones y mutismos, microexpresiones y gestos elocuentes. Sin proponérselo se los imaginó enzarzados en el acto sexual y se preguntó si harían competencia para ver quién llegaba al orgasmo sin expresión, "el que demuestra pasión, pierde".

Al menos aquello le quitó una sonrisa y sacó un cigarrillo para acompañar al rabino en cuanto preguntó si a alguien le molestaba, le pidió fuego y de paso lo observó más de cerca con la devoción de quien es agradecido por quien nos ayuda pero el miedo propio de quien se sabe desnudo. Luego exhaló una larga bocanada de humo lenta y pausadamente, no en forma premeditada sino porque los dibujos de Alex aparecieron en pantalla y la obligaron a tratar de contener el aliento.

Desde que había visto a Alex morder al secuestrador y sorber su sangre se había dado cuenta de lo obvio: Alex nunca iba a ser normal. El regalo envenenado de parte de Aileen que había significado la pequeña para Victoria cada día se hacía más palpable, entonces varias preguntas cruzaban su mente insistentemente: ¿Debía Alex terminar su recorrido como le había pedido su madre a Victoria? ¿Qué significaba eso? ¿Acaso Alex tenía un destino marcado? Y lo más importante: ¿Podría algún día la pequeña trazar su propio recorrido y no ser codiciada todo el tiempo por otros? ¿Podría alguna vez decir: "esta decisión es mía" sin que otros la usaran para su beneficio? ¿Podría ser libre?

Vio al doctor pararse para aproximarse a la pantalla y sonrió de lado, al menos no era tan inhumano como parecía. -Lo sé señor Rutherford, me sería imposible no reconocerla - sostuvo con la voz ligeramente quebrada. -Me parece una excelente idea Sadie, ¿Has pensado en identificar constelaciones en el cielo dibujado? Eso quizás nos dé inclusive más precisión para dar con los lugares, que sin duda existen -suspiró -Lo cual significa que eso que está pulsando el suelo también debe ser encontrado... ¿Qué creen que es? ¿Otro ser como el que los atacó en el maizal?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Uso Astronomía para ver si detecto yo misma alguna constelación en los dibujos, ya sea tanto como por esa ciencia como por la astrología se miran mapas celestes todo el tiempo.

PD: perdón las ediciones XD

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20/10/2021, 20:33
El Cazador
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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20/10/2021, 21:09
El Cazador

Había visto unas cuantas veces esas fotografías. Ahora miraba el ascua de su cigarro como si fuera el fuego del hogar. Sonrió ante la ocurrencia de Rutherford. Antes su socio se había opuesto con vehemencia a cualquier tipo de acuerdo con sus invitados —y no es que le faltaran motivos— y ahora los metía directamente en el ajo, enseñándoles la joya de la corona e implicándolos directamente en la siguiente fase de la investigación. Señaló a Rutherford, una forma de agradecerle que se hubiera unido a su juego. Luego a Victoria.

—¡Bravo! ¡Las constelaciones! No nos darán un lugar preciso pero nos agilizará la búsqueda. Una vez sepamos dónde nos podrá dar información sobre cuándo la niña estuvo allí.

Se acercó a la imagen poniéndose junto a Kristian, el haz del proyector delataba el humo de su cigarro.

—Tened en cuenta que aunque sean un indicio de que esa niña está dotada con memoria fotográfica, lo que tenemos delante no son fotografías. Si la pequeña Alex ha visto alguno de estos escenarios con los sentidos alterados, puede que nos esté enseñando su percepción, lo que les da un valor añadido. Ahí parece dormir un ser ctónico, algo que quizá quieran despertar*. Intuyo que esta vez, si lo logran, no nos valdrá el ingenio de las armas para salir con vida. ¿No os parece?

Pegó otra calada, reflexivo. Miró a Sadie.

—Esta vez tenemos que anticiparnos. No perdáis el tiempo con elucubraciones sobre el presunto aislamiento del líder de la secta. No hace falta que sea la policía. Hablarán por otro plano, en sueños, o algo así. Me importa una mierda. Si pudiera haría que lo ahorcaran en su celda.

Miró a Armín. Dudó. Abel no era un sádico, y con Corcoran allí, atento, se sentía con la situación suficientemente controlada. Así que sí, iba a usar todas las cartas que tenía a mano para acabar con la Estirpe. Todas.

—Señor Bahramí. Tengo entendido que usted es un artista. Su sensibilidad nos puede ayudar tanto como los dibujos de la niña. Dígame, ¿qué ve en esas grietas? Si le dijera que eso es un huevo rompiéndose, ¿cuánto tiempo intuye usted que tenemos antes de que la criatura venga a este mundo?

Notas de juego

(*) Este es el momento de la tirada de Estabilidad.

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21/10/2021, 01:44
Armín Bahramí

Todos los presentes asistimos al dantesco espectáculo de las imágenes del proyector. Algunos hacemos un esfuerzo por crear una barrera de hielo que impida el paso de los aspectos más negativos, más perniciosos del tóxico despliegue; otros contemplan en silencio; aun otros, los menos, lanzan sus primeras preguntas tentativas ante aquello que no puede ser comprendido. Observo al doctor Korsgaard, quien camina lentamente hacia la pantalla con el paso fascinado e indeciso, casi tímido, que hacen los bailarines de ballet cuando se aproximan a su amada. Está flotando, como Eurídice siguiendo a su Orfeo a través del inframundo. Cuando se planta frente al pantallón, inmóvil, me pregunto vagamente qué lo diferencia de un maniquí. Oh, es cierto, respira. Porque respira, ¿verdad?

Sin desear desearlo, mi mirada ha vuelto a caer sobre las enfermizas ilustraciones de mi hija, que me muerden como un cepo, y esta vez no puedo escapar. Las mórbidas imágenes se abalanzan sobre mí desde la pantalla, envolviéndome con zarcillos de fotones, ensordeciéndome con su ruido blanco y sofocándome con su calor infernal, y solo el tenue parpadeo del proyector evita que crea que es real. Pero real o no, es perturbador, de una terrible genialidad al límite de lo ungeheure. Pronto me hallo privado de aliento, con la boca entreabierta y una mirada fascinada y horrorizada al tiempo.

Más parloteo insensible y altisonante. Irritado, muevo los ojos para clavar a Hershko en su sitio, como disparándole la imaginaria saeta de una ballesta. El israelí me dedica una pequeña dosis de lameculismo que no resulta ni la mitad de sutil de lo que él piensa, para a continuación preguntarme qué veo en las monstruosas fisuras que ajan la tierra ilustrada por Alex. Me pregunta también cuánto tiempo creo que tenemos antes de que lo que sea que haya allí abajo nazca. Una sonrisa se extiende lentamente por mi rostro, pero es una sonrisa cargada de desdén, como preguntándole a su vez: «¿De verdad que no lo sabes?».

—Dios. —El monosílabo sale de mis labios con tanta facilidad que me ofende hasta a mí mismo—. Lo que hay tras ese velo es Dios, o una de sus muchas… ¿Me lo pregunta en serio, señor Hershko? ¿O solo intenta hacerme hablar? —Ladeo el rostro, y mi sonrisa se torna inquisitiva, suspicaz. Desconfiada. Chasqueo la lengua en un gesto de desaprobación—. Ya lo había visto antes. O, bueno, algo parecido. Otra de sus formas. El dolor lo trae. Y el dolor no se mide en tiempo. Solo se soporta. O te mata. —De repente parezco absolutamente desolado, como si estuviese contemplando un mundo destruido por un maremoto de proporciones cósmicas—. El tiempo no se tiene. Creemos que sabemos lo que es el tiempo, pero el tiempo… El tiempo se tuerce, se rompe y se reforma, da vueltas como un huracán caprichoso y silencioso. Aquello vino del otro lado de la eternidad, y tardó solo un latido en tocarme. —Niego lentamente con la cabeza—. No tenemos tiempo, señor Hershko. Solo podemos aguantar. Y cuando el dolor nos quiebre…

No termino la frase. Mis ojos vuelven a posarse sobre la superficie pulsátil y resquebrajada, rojo contra negro, de la angustiosa imagen.

¿Clemens?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tirada que hago, fallo que me como. 1 Punto de Estabilidad menos XD.

Bueno, con este post quería hacer notar que Armín ha perdido ya 2 Puntitos de Cordura (no Estabilidad, que también, sino Cordura), con lo que ya empieza a «creer en cosas». Espero no haberme pasado :).

P.D.: ¡Ay!, que se me olvida. Para contribuir a la causa, hago uso de Habilidad Artística para examinar las imágenes, efectuando un Gasto de hasta 2 Puntos si lo hubiere disponible.

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21/10/2021, 20:37
Corcoran

@Kyle: —Puedo firmarte un autógrafo, si quieres —digo con una sonrisa modesta—. Aunque te advierto que es más una novela que una autobiografía. Exigencias de mis editores —añado enlazando los dedos. De repente me siento como si hubiese vuelto al día de la publicación y yo estuviera de nuevo en uno de esos mostradores de firmas—. Si tienes cualquier duda sobre lo que pasó, estaré encantado de satisfacer tu curiosidad.

Corcoran, que ya ha procedido a cerrar el libro ante la imposibilidad de proseguir su lectura con el numerito de la presentación, intercambia entonces una mirada con el detective, sembrando en este la duda razonable de si en realidad se trata de un autómata, no ya por la mirada vacía e insondable que le dedica, sino por el deje mecánico que exhibe su cuello durante la torsión. En todo caso, Kyle puede relajarse un poco porque el tipo parece esbozar una media sonrisa.

¿Tendrá sentimientos?

—Interesante propuesta, Mr. Angel —contesta en voz baja mientras echa un vistazo con bien disimulado hastío a su reloj de muñeca, un Casio pasado de moda—. Le tomo la palabra. Simularemos que usted es un autor de éxito y yo un ávido lector de su obra de pseudofantasía criminal. Ya averiguaremos dónde está la Verdad.

Primicia: Corcoran habla. Lo hace con el mismo entusiasmo que emplearía un androide en una estación espacial abandonada al descubrir a un superviviente humano extraviado, pero habla.

Luego asiste impertérrito al desfile de imágenes truculentas sin aportar nada, a salvo de una tenue sonrisilla al ver a Korsgaard alzar el vuelo cual carroñero hacia los restos mortales de una serie de desconocidos que al psicoanalista no pueden importarle menos.

Cold, Cold Heart.

Notas de juego

Previa a la tanda de pistas por alusiones a mi detective.

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21/10/2021, 21:02
Director

Notas de juego

Como aquí vienen algunas pistas muy valiosas, os las especifico a cada cual individualmente y os sugiero un orden de posteo tal que:

a) Dr. Korsgaard

b) Armín & Kyle

c) Vicky

d) Sadie

Abel marca el reinicio del turno ;-)

Así todos os retroalimentáis con lo que vais comentando y si se queda algo suelto entro yo para repescar ^^

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21/10/2021, 21:07
Narrador

Como entregado artista que eres, sabes distinguir –y puede que seas el único en esta sala capaz de hacerlo- el increíble y desaforado talento que se precisaría para plasmar algo remotamente cercano al arte que late en las ilustraciones de tu hija, Alex Collins.

Podrías tildarlo de fotorrealismo y aun así te quedarías corto describiendo la precisión y la fidelidad que emana de cada una de las truculentas obras de Alex. Parece que los cadáveres están ahí, atrapados en la pared como moscas en la tela de una araña en una morbosa exhibición de la muerte.

Pero esto no es lo que más te perturba.

Oh, no.

Cuando el doctor Korsgaard se aproxima a la pantalla compruebas atónito cómo al ampliar las ilustraciones, estas, de algún modo, no pierden ni un ápice de calidad, sino que revelan nuevos detalles como arrugas en la piel, hebras de plata en las cabelleras de los cadáveres o el incipiente vello facial de uno de los fallecidos, entre otras filigranas inconcebibles no ya para un pintor experimentado, sino incluso para un virtuoso.

¿Cómo es esto posible?

Barruntas la posibilidad de que Alex, tu hija, no solo tenga un talento artístico innato y preternatural, sino una memoria fotográfica con pocos precedentes en la Historia del Arte.

Reparas entonces en que no la has observado dibujar en vivo y en directo. Ello te hace sentir impaciente de un modo repentino.

Notas de juego

Me quedo 1 punto de tu Habilidad Artística

Con esto tienes para decorarte aún más en tus delirios ;-)

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21/10/2021, 21:09
Narrador

Tus conocimientos en Medicina te permiten deleitarte en el festín de heridas mortales que se suceden en tu retina como un grotesco carrusel. Es innegable la calidad de estas ilustraciones, en particular el realismo con el que la niña, Alex Collins, ha captado el instante del óbito. Solo con ellas podrías reconstruir con precisión la causa de la muerte de todos y cada uno de los infelices que aparecen desmadejados en ellas. Aunque no te resulta nada despreciable su forma de plasmar los parajes desérticos e inhóspitos.

Quiere la casualidad que te aproximes a las sugerentes imágenes para admirar el macabro talento artístico de vuestra joven rescatada cuando tus manos palpan involuntarias y movidas por un sarcástico azar una imagen de un cadáver, ampliándola.

Para tu deleite, la ilustración no pierde calidad. Antes al contrario, gana nuevos matices, insospechados detalles que no habías sido capaz de captar: minúsculos regueros de sangre descolgándose por las comisuras de los labios del difunto, una pequeña cicatriz que surca en diagonal su ceja izquierda, un hueco en su maxilar inferior que evidencia la ausencia de un colmillo.

Es asombroso el detalle de la ilustración.

Tan asombroso, te dices, que no está al alcance de ningún ser humano.

Hay otro asunto que capta tu atención.

Entre los cuerpos prolifera un insidioso tatuaje. Uno con forma de texto en una tipografía en cursiva, demasiado recargada para tu gusto como para resultarte elegante. El texto en cuestión te resulta intrigante, motivo por el que te afanas en localizar una ilustración que te permita leerlo con precisión. Pasas las imágenes que reflejan la matanza en el cementerio de neumáticos a las afueras de Carson, a las afueras de Oklahoma City. Fue el lugar donde la Policía rescató a Alex Collins y a su difunta madre, recuerdas. Y por fin, para tu deleite personal, te encuentras con un primer plano de una mujer joven, lívida y yerta, tumbada sobre una cama metálica de tanatopraxia. Alex debe haberse colado en una morgue para realizar este dibujo. La mujer está desnuda, su expresión serena, y puedes leer en su cuello, al amparo de una leonina y vigilante efigie que te observa en su hombro izquierdo, un fragmento que no te resulta del todo desconocido...

Que las fauces de tu Voluntad

Trituren las Mentiras del mundo

Te preguntas por un instante dónde has escuchado o leído estas palabras antes. 

Notas de juego

Solo me quedo 1 punto de Recogida de pruebas.

En teoría, esta habilidad es literalmente lo que sugiere ser: recoger pruebas del escenario de un crimen. Como es lo que estás haciendo aunque sea en un entorno digital, pues arreando que es gerundio ;-D

Ahora  estoy contento ^^

Puedes añadir este último detalle cuando gustes. Advierte a los demás de que tienes mi bendición ;-)

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21/10/2021, 21:11
Narrador

Las ilustraciones que reflejan el cielo estrellado resultan especialmente interesantes para ti por tu obsesiva afición a la astrología.

No tardas en identificar la constelación de Escorpio en varias de las imágenes que Sadie va pasando en la presentación, puesto que las estrellas que la dibujan en el cielo parecen destacadas adrede con un fulgor rojizo, en contraste con la aureola azul que destilan las demás estrellas del firmamento.

De otro lado, cuando el doctor Korsgaard se aproxima a la pantalla compruebas atónita cómo al ampliar las ilustraciones, estas, de algún modo, no pierden ni un ápice de calidad, sino que revelan nuevos detalles como arrugas en la piel, hebras de plata en las cabelleras de los cadáveres o el incipiente vello facial de uno de los fallecidos, entre otras filigranas inconcebibles no ya para un pintor experimentado, sino incluso para un virtuoso.

¿Cómo es esto posible si no son fotografías de alta precisión?

Notas de juego

Me quedo 1 puntito en Astrología y de Fotografía.

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21/10/2021, 21:14
Narrador

Haciendo uso de Google Maps y de varios programas complementarios de geolocalización ubicas las formaciones rocosas y los parajes naturales ilustrados por Alex Collins en algún punto de Nuevo México con un margen de error de un 6%, todo un logro.

Asimismo, detectas en una de las imágenes de la carretera un lejano indicador que muestra el kilómetro 285.

Notas de juego

Me quedo 1 punto de Tecnología.

Bien jugado, papafrita... Bien jugado ;-)

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21/10/2021, 21:18
Narrador

Eh.

Un momento.

¿Qué ha sido...?

Justo cuando el Dr. Korsgaard se ha levantado para revisar las imágenes, ha empezado a ampliarlas, algo que, para sorpresa general, lejos de hacerles perder calidad ha desvelado nuevos detalles en las ilustraciones. ¡Los cadáveres son tan realistas que puedes hasta apreciar el incipiente vello capilar en el rostro de uno de los cadáveres!

¿Quién iba a decirte a ti que la pequeña Alex es una artista de tanto talen...?

¿Pero qué coño...?

En la imagen del rancho perdido en el desierto atisbas una casa de madera.

Hay una ventana.

Y en la ventana, una silueta.

Eres el único que se ha percatado de este detalle, pero cuando Korsgaard y Sadie empiezan a ampliar las imágenes buscando pistas y detalles, tragas saliva al darte perfecta cuenta de que esa figura, esa sombra...

Te está mirando.

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22/10/2021, 00:53
Dr. Kristian Korsgaard

Mientras miraba las fascinantes imágenes de la joven Alex Collins, notó sobre la pantalla la sombra de un humo. Aquello le hizo fruncir el ceño de manera casi imperceptible. Esas sombras le hicieron notar la presencia de Abel Hershko junto a él, fumando un cigarrillo. Korsgaard lo miró de reojo por apenas un par de segundos, sin manifestar en ningún momento la molestia que le causaba el humo sobre las imágenes.

El buen arte debe respetarse. Pero el señor Hershko lo profanaba con su tabaco y su humo. Él sólo veía una fuente de pistas allí: él hablaba de «indicios», «percepción», «memoria fotográfica», «elucubraciones». Bárbaros.

Fue entonces cuando Armín Bahramí había dicho aquella palabra escueta, «Dios». Al doctor Korsgaard se le escapó una suave tos, que rápidamente reprimió sacando el pañuelo de seda que llevaba en la pechera de su chaqueta. Se limpió despacio los labios, en los cuales se había dibujado una muy tenue sonrisa sarcástica. Alzó sus cejas con aire burlón mientras doblaba despacio y volvía a introducir de nuevo su pañuelo en el bolsillo de la pechera. Tras hacerlo, devolvió su atención a las imágenes, moviendo muy despacio su cabeza en gesto de negación.

Una vez liberado de aquellas distracciones que revoloteaban a su alrededor como fastidiosas moscas, se aproximó más aún para contemplar detenidamente los detalles de aquel excelso retrato de la descomposición. Al acercar sus dedos a las imágenes, estas se ampliaron casi sin quererlo. A su vista quedó la nítida imagen de un cadáver que miró con especial atención. Los ojos le brillaron durante unos segundos, con un ligero destello de asombro e incluso, pareciera, una ligera sombra de incredulidad. Pero de gozosa incredulidad. Luego, una tenue sonrisa se dibujó sobre su cara como si los músculos de los labios funcionaran de forma independiente del resto de músculos faciales.

Cerró apenas los ojos, como si estuviera tratando de ver algo mejor, y se llevó la punta de la lengua a los labios, pasándola de un lado a otro despacio y con una pincelada de algo que podríamos llamar (sí, por qué no, estamos hablando del doctor Korsgaard) elegancia. Después, volvió a sacar el pañuelo de su pechera y se retocó las comisuras de los labios. Mientras se daba media vuelta para volver a su asiento, guardó el pañuelo.

Una vez en la silla, miró con una sonrisa altanera al indio calvo y le dijo:

—Parece que su dios fantaseara con los vampiros, señor Bahramí, o con alguna otra ridícula fábula para niños que no quieren dormir. ¿Hombres lobo, quizá?

Al decir esto último, sin apartar la mirada de Armín, su sonrisa dejó de ser altanera para convertirse, durante apenas un segundo, en la mueca de una burla maliciosa. Después, como si el indio ya no estuviera en la sala y sin volver a prestarle más atención, borró de un golpe la sonrisa de su cara y devolvió de nuevo su mirada a las imágenes proyectadas.

—A ese cuerpo le falta un colmillo en el maxilar inferior. ¿Ven ese hueco en su… mandíbula? Falta un colmillo. Sí, un colmillo. Me refiero a ese cuerpo, el que tiene una cicatriz en su ceja izquierda y de cuyas comisuras surgen unos apenas apreciables reguerillos de sangre.

Se quedó mirando la imagen un breve momento más, en silencio, antes de decir:

—La joven Collins ha resultado ser… —Hizo una pausa dramática para chasquear ligeramente la lengua (sí, también con elegancia) y para ajustarse los puños de la camisa—. Todo un descubrimiento.

Notas de juego

Edit. Algunas cursivas, nada más.

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22/10/2021, 02:28
Armín Bahramí

Y, por supuesto, no es otro que Korsgaard el primero en ridiculizar mi opinión. Por desgracia para su ego, no esperaba otra cosa de él. Qué tragedia para la humanidad. No hay nada peor que ser predecible. Busco la mirada del danés con una actitud juguetona, casi provocadora.

—Pero hombre, sígame el juego, ¿no? ¿No? Oh, qué aburrido. No me extraña que sea usted solo un médico —dejo escapar con un tono de fingido desaliento. Luego esbozo la sonrisa más radiante que he tenido en años—. Hágase un favor a usted mismo, ¿quiere? No sea tan rápido en menospreciar lo que no puede entender. Hace mal perdedor, que lo sepa.

El muñeco de cera a tamaño natural es tan encorsetado, tan limitado, que resulta hasta adorable. Decide ignorar mi consejo, y a mí también, de paso. Él sabrá, pero la verdad es que me importa un pimiento. Al menos ha conseguido divertirme. No sé por qué, pero últimamente, las cosas tristes me divierten bastante. Lo que Korsgaard dice a continuación puede que no sea tan divertido, pero desde luego sí es interesante: se ha dado cuenta de que una de las víctimas retratadas carece de uno de sus caninos. Vaya, qué observador. Cuando miro el cadáver al que se refiere el doctor, veo los finos arroyuelos carmesíes de los que habla, discurriendo por las mejillas. Así que por eso ha dicho esa gilipollez de los vampiros. Entender el chiste hace que pierda parte de su gracia, la verdad. Entonces, al examinar de nuevo la pantalla, me doy cuenta de algo muy extraño. Frunciendo el ceño, como si creyese haber visto mal, me acerco un par de pasos hacia la imagen, ladeando la cabeza cual búho.

—Un momento, a ver… No puede ser. Hershko, Rutherford, ¿están seguros de que esto son ilustraciones? —pregunto, examinando los nuevos detalles que quedan desvelados a medida que me aproximo, totalmente descolocado. Qué cosa más rara—. Desde luego, no son fotografías. Lo surreal del objeto representado niega por completo esa posibilidad, supongo que en eso estaremos todos de acuerdo. Pero, si fuesen dibujos, se perdería detalle con la ampliación, no lo contario. Pero entonces…

Trago saliva, recordando que ninguno de nosotros, en ningún momento, ha visto dibujar a mi hija. ¿Y si, de algún modo, lo que estuviésemos viendo fuese, literalmente, lo que Alex ve en su cabeza? ¿Y si estos «dibujos» fueran, en realidad, alguna clase de impresión psíquica, las visiones de Alex plasmadas en la imagen digital de una tableta? Como un eco de mis pensamientos, el doctor Korsgaard hace una declaración que parece de admiración hacia el talento de mi hija.

Y, a mi pesar, sus palabras me llenan de orgullo.