Partida Rol por web

El señor Van Dyck correspondió el abrazo de su hija, destensándose:

- Y yo a ti princesa.- le respondió.

Después escuchó lo que tenía que decirle y lo cierto es que su rostro se ensombreció un poco, cansado. Llevaba meses dándole vueltas a aquel asunto y cuantas más cosas pasaban, menos entendía. Eso si, estaba claro que una amenaza se cernía cada vez más sobre el mundo mágico inglés y que todos estaban amenazados.

- Lo sé. Lo de Elliot.- le comentó. Le hubiera gustado no contarle más cosas a Emily, porque pensaba que cuantas más cosas supiera más en peligro estaría. Pero también tenía el extraño presentimiento de que su hija ya estaba metida en aquel lío.- Y han realizado ataques sorpresa. Los Scofield, los Scott, su hijo salió ileso de milagro. Ha habido arrestos en los último días. Múltiples arrestos, pero nadie canta. Nadie dice nada.- Recordó que la amiga de Emily, Eileen, tenía que ver con el apellido Morgan- Han intentado cambiar las pociones matalobos de los Morgan por otras cuyo efecto yo desconozco. Ahora los Morgan son libres, declarados no culpables de lo sucedido con su hijo, y recibirán una disculpa pública.- se masajeó las sienes. Demasiadas cosas en la cabeza.- Tengo demasiado trabajo. Por eso lamento no haber podido estar contigo en Navidad, hija. Están pasando demasiadas cosas.

El auror negó con la cabeza, apretando los labios:

- Lo siento chico, pero es todo confidencial. Lo único que puedo garantizarte es que no ha habido ningún muerto.

Entonces se escuchó a otro auror desde alguna zona de la casa:

Auror 1:- ¡He encontrado al chaval!

A los pocos segundos lo trajo. El chico parecía muy asustado. Comentaron que estaba escondido en un armario. No tenía ni idea de nada de lo que pasaba. Ahora se lo tendrían que llevar los servicios sociales porque sus padres no estaban en condiciones de ocuparse de él.

Señor Scofield:- Bueno, nos vamos.

Bajaron corriendo para abrir los regalos. Entre los de Will había corbatas, una máquina de afeitar, un chandal, unas zapatillas de deporte, un libro sobre cómo no ser un manco en el baseball y una foto de Ian y Will en el baile, bailando y sonriendo, felices. En la esquina ponía un "No bailaste tan mal <3". 

Y por supuesto no podían faltar los calcetines, dos pares de guantes y un gorro de invierno con orejeras.

Siguió obviando la conversación, insistiéndole de nuevo a Jeremy hasta que Zoey dijo que marcharía a Hogwarts. El corazón le empezó a latir a toda velocidad, mientras las manos le empezaban a sudar profusamente. En un gesto disimulado, se las secó con la servilleta pero aún así estaba nerviosa, muy nerviosa. Zoey iría a Hogwarts con ella. ¿Por qué? ¿Por trabajo? ¿Por ella? Realmente aquello no tenía nada que ver con la abogacía y esa era su profesión, su vocación, su sueño.

- Oh, ¿y eso? - preguntó con fingida indiferencia, con la vista fija en su plato mientras cortaba lentamente la carne -. ¿Durante este curso sólo o toda la vida escolar de Hogwarts? - el corazón le latía a mil por hora y ya no sabía lo que estaba. Confusa, emocionada, preocupada. Sí, muy preocupada. Estar con Emily y Zoey...eso no iba a ser nada fácil -. ¿Y qué pasará con tu trabajo?

- Enseñaré a Jeremy cómo hacer la poción y a partir del año que viene será capaz de preparársela sin problemas. - explicaba. Ese era el plan. Le daba miedo mirar a Eileen, pero tuvo que hacer porque la chica preguntó. Se encontró con sus azules ojos y se puso aún más nerviosa. Eileen parecía indiferente, pero todo era fingido. Lo sabía. No hacía falta conocer a alguien de muchos años para saber que indiferencia era lo que menos sentía la chica. Lo que temía era el sentimiento tras la indiferencia. ¿Bueno? ¿Malo? No lo sabía.- Me pagarán por estar allí, así que se podría decir que es trabajo. Y solo durará unos meses. Además, seguro que consiguen encontrar al que esté detrás de vuestro cambio de pociones. Y entonces ni siquiera Jeremy tendrá que preocuparse de hacer la poción más adelante. Estoy segura.

Ben:- Eso está bien. Seguro que te es divertido volver a Hogwarts. A mí me gustaría volver también. 

Zoey sonrió con intención de no mostrar toda su tensión y nerviosismo.

Zoey:- Ya veremos qué tal se da la vuelta.- no había agua y había que bajar al sótano, por lo que Zoey se ofreció para ir. Al levantarse se dirigió a Eileen. No aguantaba más estar allí sentada sin saber si su decisión había sido buena o mala, y sin saber qué pensaba realmente la chica de todo aquello.- Eileen, ¿me acompañas y así cargamos más botellas?

Puso cara de interés ante lo que decía Zoey pero seguía sin saber qué sentir. Aquella vuelta de la rubia estaba resultando muy confusa, demasiado, y ella seguía sin saber cómo actuar. De repente se sentía totalmente antinatural, forzada, y no sabía lo que quería o lo que pensaba.

Y, por desgracia, Zoey tampoco. Veía bastante claro lo que se ocultaba tras su petición.

- Claro, sin problema - y a ella la habían educado demasiado bien. ¡¿Por qué?! Odiaba ceder siempre ante las peticiones como aquella, a pesar de saber lo que ocultaban. Se levantó, cada vez más nerviosa, y echó a andar tras de Zoey, sabiendo que quería hablar del tema. Pero es que ella no tenía una explicación o una opinión clara, estaba muy liada -. Entonces... ¿cómo ha pasado esto? - preguntó cuando la puerta se cerró tras ella, agachándose a por las botellas intentando escapar así de la mirada penetrante de Zoey.

Bajamos  y abrimos los regalos, el primero unas corbatas.

Vaya, genial. Son muy bonitas. Dije mientras me ponía una de ellas.

Una máquina de afeitar. La miré curioso. Me gusta, muy útil para mantenerme guapo. Bromeé.

Reí cuando abrí el chándal y las zapatillas de deporte. Ya no tengo excusa para no jugar.

Un libro para jugar al baseball. Me enseñará a darle a una pelota enana? Pregunté divertido, mientras me reía. No creo que un libro haga milagros. Reí de nuevo.

Una foto de Ian y mía, el que más me gustó. Sonreí y me puse algo colorado. Es una buena foto. No tenía ninguna foto suya y me gustaba la idea de tener una por fin. Salimos muy guapos.

Y por último, unos guantes, unos calcetines y un gorro. Me probé el gorro. Que tal me queda? Pregunté.

Muchas gracias, me han gustado todos muchos. Nunca me habían regalado nada por navidad, y tanto regalo me había hecho feliz, no me había esperado tantas cosas.

Le di un pequeño y rápido beso en los labios a Ian, cuando su familia no miraba, como agradecimiento. Después me levanté y le entregué mi regalo a Ian. El último modelo de escobas. Super rápida y super resistente. Tengo un regalo más para ti, pero el otro te lo doy en privado. Le confesé en bajito.

Si Eileen se agachaba a por las botellas, ella simplemente se apoyaba en la mesa, de brazos cruzados. Quería exponer bien sus opiniones pero sin parecer excesivamente calculadora. Porque sí. Lo había pensado muchísimo. Demasiado. Le estaba dando muchísima importancia a lo ocurrido con Eileen. Y es que no había parado de pensar en ella cada momento desde que se había separado.

- Bueno, lo primero de todo es que no quiero agobiarte, ¿vale?- dicho aquello, que pensaba que le iba a hacer sentir mejor de lo que realmente lo había hecho, prosiguió- He estado pensando mucho, Eileen. Y... bueno, tras lo ocurrido entre nosotras, he sentido el impulso y la necesidad de... no estar lejos de ti durante tantos meses. Esa es... la principal razón. Ya te dije que nunca me he atrevido a hacer estas cosas y he decidido apostar por ello.- Y porque cada día me gustas más.- Además, dijiste que no podrías estar con alguien a quien apenas ves. ¡No estoy diciendo que así lo vayamos a estar! Pero... no sé. No sé tú pero yo quiero saber a dónde lleva esto. Si es solo cosa pasajera, si no quieres verme allí o si decides dejarlo... no pasará nada. Me lo dices y evitaré cualquier tipo de contacto. Pero de verdad que esta vez...- la miraba aunque Eileen no la mirara a ella. Cerró los ojos un momento y apretó las manos en puños- esta vez quiero elegir arriesgarme. ¿Qué... qué piensas de ello?

Saqué la taza de papá y puse la siguiente mientras hablábamos. Cuándo estaba sacando el Latte de mi madre se me resbaló ligeramente y me quemé los dedos, pero es que me había pillado por sorpresa.

- ¿Will? ¿Está bien? - Oh Por las barbas de Merlín, definitivamente no se quedaba sólo en Hogwarts. Decidí no contarle a papá lo de la noche anterior, pues eso supondría tener que decirle porqué estaba ahí con Sean... No, definitivamente esta era una de esas cosas que no se podían explicar hasta que se arreglasen.

Me limpié los dedos y puse la siguiente capsula. Por supuesto alguien había intentado cambiarles la poción. Yo no había dudado nunca de ellos. Se lo dije a mi padre entonces, se lo dije a todos después. Mientras se hacía el siguiente café volví a abrazar a mi padre.

- Tienes que ir con cuidado papá, y preocuparte un poco más por ti y un poco menos por el resto. ¿Me prometes que irás con cuidado? 

No quería agobiarla. Así había empezado su discurso y sabía que tenía razón. No era culpa de Zoey, era ella y sus cargas. O más bien, ella y su Emily recurrente. Sufría un caso agudo de Emilitis. O lo había sufrido. Y era ese condicional, ese no saber si era presente, pasado o ambas cosas, lo que la confundía. ¡Quería estar con Zoey! Le gustaba la muchísimo la rubia, la había echado muchísimo de menos, la volvía loca. Pero tenía miedo de mil cosas. De equivocarse,de sufrir, de que al volver a Hogwarts todo fuera de nuevo demasiado difícil y le hiciera daño a Zoey.

- Lo haces por mí - curiosamente, no había acusación en su voz. Había cierta emoción. Y cierta angustia. Por ella, y ella sin saber si podía. Sólo quería tiempo para poder centrarse totalmente en Zoey -. También quiero saberlo - aseguró con un dejo nervioso en la voz -. Me gustas mucho, ya te lo dije. Quiero...yo quiero...sólo...ten paciencia conmigo, por favor. Estoy contenta de que hagas esto por mí - aseguró, ruborizándose un poco. Aunque le daba miedo las consecuencias. Pero iba a tener que enfrentarlas.

Suspiré aliviado al ver que al menos no había habido víctimas mortales. Una buena noticia tras el susto de ver cómo alguien intenta matarte a ti y a tu familia. Asentí a las palabras de mi padre y nos dirigimos a casa. 

Al llegar a casa no les dije nada a mis padres, me dirigí corriendo a mi habitación donde cogí pluma y pergamino antes de ponerme a escribir tres cartas iguales. Sólo cambiando el encabezamiento, pues no estaba yo para perder el tiempo con pomposidades. A última instancia añadí una también para Katherine pues por muy dolido que estuviera con ella la seguía queriendo con locura. 

Hola ****

Acaban de intentar matarme a mi y a mis padres unos locos imperiados. El auror que estaba allí me dijo que había habido más ataques por lo que quería saber si estabas bien. 

Si quieres quedar o algo por mi encantado, no ha sido una experiencia agradable enfrentarse a un Avada Kedavra.

Espero que no haya ocurrido nada malo. Un abrazo

Max

Al acabar llamé a Puf. -Lleva estas cartas a sus destinatarios por favor Puf. Estoy preocupado por ellos. Y si te enteras de algo no dudes en venir a decírmelo. Gracias.  

Lo hago por ti y por mí.

El pensamiento se quedó en eso. No quiso exteriorizarlo porque Eileen seguía hablando. El hecho de que la chica admitiera en voz alta que quería saber lo que podría ocurrir la alegró. Vale. Al menos no era cosa de una sola y saber que era correspondida y que Eileen no se lo tomaba a mal le hacía sentir mejor. 

Luego le pidió paciencia e imaginó que se trataba de Emily. No quería agobiarla. Era lo primero que le había dicho:

- Tranquila. Hagamos una cosa. Siempre que quieras verme o hablar conmigo... ven a buscarme tú. Así no te agobiaré ni te haré sentir incómoda. Y yo, si no estoy ocupada, estaré encantada de estar contigo. ¿Trato?

Llevaba una botella en cada mano lo que imposibilitaba que recurriera a la socorrida postura de cruzar los brazos de modo que tuvo que conformarse con la sonrisa compungida, una sin mostrar dientes y con las cejas contraídas, una que por sí sola pedía perdón aunque no hubiera nada que perdonar.

- No parece muy justo - protestó. Jo. Se sentía una adolescente estúpida. Ella quería enamorarse ya de Zoey, si le encantaba en todos los aspectos. Sólo tenía que quitarse a Emily de la cabeza. Ojalá pudiera forzarse, pero no podía y no era tan tonta como para sentirse a tontear con un obliviate -. ¿Siempre voy a tener que irte detrás? Qué posición más cómoda te has buscado.

Que Eileen pegara a Roy me parecía más que aceptable. Era un repugnante viperino que merecía la muerte. Por un momento me sorprendo a mi misma pensando en que ojalá la siguiente victima fuera él ¿Me estaba volviendo malvada? La verdad es que más de uno se merecía que le hicieran esas cosas e incluso que le mataran. 

- ¿Eileen es lesbiana?- Pregunté, haciendo que no se notara para nada mis pensamientos oscuros y fingiendo ser la Vilma de siempre, como lo había hecho con Aengus.

- Oh...- Dije alzando una ceja. - Pues me parece muy triste. -Zanjé el tema de conversación sobre Max. No me gustaba.

Cuando entré en el castillo no me lo pensé ni un momento: Quería ir a ver a Henry. Necesitaba saber la verdad por mucha vergüenza que me diera. 

- ¿Dónde estará Henry? 

- Nadie ha sufrido daños graves. Afortunadamente no ha habido ningún muerto. 

Abrazó entonces a su hija de nuevo. Su pequeña Emily. Cómo había crecido. Antes solo le llegaba a las rodillas y tenía que cogerla o subirla encima de una cama para que la niña pudiera abrazarle bien y dedicarle su siempre cálida y alegre sonrisa. Y ahora se había convertido en toda una mujer. Estaba orgulloso de en lo que se había convertido, pero por otro lado echaba de menos a la niñita que corría a saludarle cuando llegaba por la puerta, nunca consciente de los peligros, siempre feliz y sin preocupaciones. 

- Te lo prometo- le dio un beso paternal en la cabeza. Su pequeña...- Y tú no te preocupes tanto. ¿Vale? Se solucionará.

Aunque antes de solucionarse me da que esto va a ir a peor. Esos ataques... no se lo diré, pero suenan a querer despistar. Demasiado directos.

Y no pudo evitarlo. La Eileen cascarrabias y quejica le hacía mucha gracia. Era adorable. No pudo más que sonreir abiertamente, divertida ante la situación. Levantó ambas manos mientras se acercaba para cogerle alguna botella pues la veía muy cargada:

- Está bien. Está bien. Pensé que irme a Hogwarts ya era ir detrás de ti, pero tú te lo has buscado- bromeó. Estaban muy cerca nuevamente. Su sonrisa desapareció paulatinamente para decir algo más serio- Solo quiero... que esto vaya bien. No estropearlo. Eres especial.

Era verdad, ir a Hogwarts era una declaración de intenciones por parte de Zoey, estaba claro, pero si tenía que irle siempre ella detrás iba a hacerse más lío del que ya llevaba de base. Además, a todo el mundo le gustaba sentirse deseado, buscado y necesitado. Quería que Zoey se sintiera así lo mismo que quería que se lo hiciera sentir a ella. ¡Y encima todo aquello estaba sucediendo a un paso de los EXTASIS! Compaginarlo todo iba a ser complicado.

Su proceso de pensamiento fue interrumpido por aquellas últimas palabras que la dejaron con la boca seca y el casi irreprimible deseo de lanzarse sobre Zoey y comérsela a besos. ¿Cómo podía decirle eso y quedarse tan ancha? La iba a derretir. Quizás necesitaba más tonterías románticas como aquella en su vida para que todo fuera bien.

- Ai, que bonito - no pudo evitarlo. ¡Se sentía tan estúpida! Quería desesperadamente tomárselo con humor e imprimir su voz de un tono jocoso pero sólo podía que ruborizarse porque era lo mismo que ella sentía y que le costaba tanto poner en palabras -. Y...cambiando de tema antes de que mi pelo salga ardiendo... - risa nerviosa. Genial. Estúpida -...¿cómo quieres llevar todo esto en Hogwarts? Y tía, qué vas a hacer cuando no hagas poción que va a ser el 99% del tiempo?

Aguantó la sonrisa nuevamente ante los comentarios de Eileen. Bajó la mirada un poco y después miró hacia arriba, como examinando el techo, pensativa:

- ¿Cómo quiero llevarlo? Por mí como hasta ahora, o mejor. Vernos, pasar tiempo juntas, besarnos y disfrutar la una de la otra. Y... que me gustes cada vez más. - Se estaba descubriendo hablando del futuro con una chica. No lo habría imaginado nunca, a decir verdad. Pero era lo que quería. Quería que las cosas con Eileen fueran a mejor. Conocerla mejor, divertirse e ir queriéndola cada vez más. Se sentía bien eso de ser correspondida. Su otra relación fue bastante farsa. Quería disfrutar de lo auténtico.- El tiempo libre... papeleo.- se encogió de hombros.- Será divertido volver a Hogwarts. ¿Cómo quieres llevarlo tú?

Sus padres empezarían a pensar que era extraño que tardaran tanto de modo que empezó a encaminar sus pasos hacia las escaleras de subida, escuchando la respuesta de Zoey con un cosquilleo en el estómago, mientras su rubor decrecía de intenso a moderado, coloreando sólo su nariz y mejillas.

- Me refería a... - ¿por qué quería saber aquello? Ella estaba bien como estaban por el momento, aún así quería saber qué pensaba la rubia al respecto. Quizás diera menos lugar a posibles malentendidos -...¿lo mantenemos en secreto? Supongo que sí porque tú ahora serás algo así como una figura de autoridad. Pero...secreto, secreto...¿absoluto?

¿Qué estaba preguntando? En realidad preferiría que le dijera que sí. Mucho mejor si no se veía forzada a compartir aquella información con Emily pero claro, si Zoey quería que sus amigas estuvieran al corriente y ella no se lo contaba a Emily, luego quizás Zoey se sentiría mal. Qué complicado. Bueno y, a decir verdad, que fuera secreto lo haría muy emocionante.

Kegan se relajó tras la entrevista y se despidió  de Freeda y los otros.

El resto de días estuvo relajado sin hacer mucho, aprovechando la soledad del lugar para pasear en su forma animal, sin hablar mucho con su padre y pensativo de cómo podría avanzar en su investigación.

Esa mañana, al leer el periódico, el titular le dejó completamente impactado.

-¡¿Cómo puede desaparecer el mismísimo ministro de magia?! - exclamó en alto ¿Qué habría sucedido? Fuese lo que fuese, probablemente lo resolverían pronto pues estaría todo el mundo trabajando en ello.

Tras el shock, se quedó pensando en sus cosas y al final, decidió que ese día necesitaba un cambio de aires, por lo que cogió la escoba que le iba a regalar a Mia, que ya estaba preparada para regalar, la suya propia, las guardó en una funda para que no llamasen la atención y se dispuso a aparecerse cerca de la casa de Mia, pues al haber intercambiado cartas esos días con ella, conocía su dirección.