Partida Rol por web

No me respondió y me dio miedo, por lo que miré bien por el pasillo por si las veía y fui directo y rápido al baño, para no encontrarme a nadie. Una vez allí, suspiré aliviado por haberme librado no sabía muy bien de qué. Dejé mis cosas y entré en la ducha.

Era un baño muy diferente a lo que estaba acostumbrado en mi casa, pero no me quejaría, estaría igual de limpio. Y mientras me duchaba tranquilamente, tarareando en bajito, para que no me escucharan, una canción de un grupo famoso, entró una de las mellizas en el baño. Pero qué??? En serio??? Al parecer todos los Stone tenían esa falta de protocolo y educación.

Me tape mi miembro varonil inconscientemente, aunque cuando se puso a peinarse, lo destapé de nuevo para seguir duchándome, suponía que mirar no miraría, hasta ahí no llegaría, no? Slytherin. Le respondí con educación y orgullo.

Aguantó el chaparrón de su hijo sin decir absolutamente nada. Ni siquiera se enfadó. Solo estaba serio y cansado. Estaba exhausto de aquella situación:

- Yo ya te he dicho lo que tienes que hacer, Kegan. Ya eres un adulto. 

Le comentó con tranquilidad.

- No voy a darte ninguna información. Haz lo que debas. Aquí siempre tendrás un hogar.

Dicho aquello se levantó, cogió los platos de la cena acabada, y se fue a la cocina a fregar.

Se fue a su habitación, enfadado. ¿Cómo era posible que su propio padre no le fuese a ayudar? Pero él no se rendiría, él lo averiguaría todo y encontraría a su madre.

Aunque por ahora no sabía muy bien que hacer, podía buscar información en el periódico y esperar que el profesor Pullap le dijese algo pero… ¿Qué más?

Se tumbó en la cama y comenzó a pensar ¿Y si se convertía en un Auror? Podía ser una opción aunque también necesitaba ser jugador profesional, si obtenía recursos también podría llegar a descubrir algo.

Mientras pensaba que más podía hacer, acabó quedándose dormido.

Una abundante cantidad de agua fría sobre sus mejillas sonrojadas habían bastado para calmarla, llegando para la comida de su madre como si nada la hubiera alterado. Por supuesto, Eileen no tardó en entregarse a la comida como si fuera su prioridad número uno, escuchando sólo a medias las conversaciones que la rodeaban mientras comía a toda velocidad, no porque tuviera prisa sino por costumbre.

Incluso estaba consiguiendo ignorar la incesante cháchara preKegan de Jeremy hasta que su hermano, el muy rata asquerosa traicionera, mencionó el tema de la cita.

- ¿Para qué hablas de lo que no sabes, idiota? - comentó de mal talante, tirándole una miga de pan porque encima se había sentado lejos de su alcance. Sino, desde luego no se habría atrevido a decir aquello -. Lo de la cita fue una apuesta entre él y yo - aclaró. De verdad, tener que contarle esas cosas a sus padres... Además, se sentía fatal pensando en lo decepcionados que iban a estar al saber que nunca habría novios para Eileen -. Y ya está, no hay nada más. No nos gustamos ni nada parecido. Además, Kegan tiene novia y se nota que se quieren, ¿ves, Papá? Ya puede volver a caerte bien.

Se lo pensó un poco, callado, mientras Jeremy se comía la miga de pan que su hermana le había lanzado y respondía con un:

- Ya sé que no saldría nunca contigo. Eres más agresiva que una bludger. 

Audrey riñó de nuevo a Jeremy. Estos niños... se pasaban el día discutiendo.

Benjamín:- Vale. Entonces volverá a caerme bien- aceptó el padre mientras Zoey intentaba ocultar una sonrisa divertida.

Jeremy:- Te caería genial, papá. Además, tiene un olor curioso, parecido al nuestro.

Audrey: - ¿Ah, sí? - preguntó Audrey.- ¿Entonces con quién fuiste al baile de anoche, cielo?- estaba más centrada en eso que en el olor de Kegan. Había pensado que habría ido con Kegan, pero visto lo visto, ahora era imposible.

Arrugó la nariz ante el primer comentario de Jeremy, sin que el niño supiera que había tocado un punto sensible para ella. Aún así, no dejó que le afectara, sobre todo distraída a raíz del siguiente comentario de Jeremy. ¿Un olor parecido al de ellos? Pero Kegan no era licántropo, estaba claro, se habría dado cuenta si faltara las lunas llenas y Jeremy lo sabría, seguro. Así que o tenía un perro escondido en la habitación o quizás era animago. ¿Ilegal? Vaya...

Por desgracia no pudo seguir con aquel hilo de pensamiento cuando su madre volvió a la carga, algo que sin que la mujer se diera cuenta empezaba a agobiarla bastante.

- Con nadie, Mamá. Bueno, fui con Bella, una de las chicas de intercambio que nos hemos hecho buenas amigas, pero porque no teníamos pareja. Aunque yo me fui del baile a los cinco minutos. No me gustan los bailes, son estúpidos.

Jeremy iba a abrir la boca ante el comentario de que no había ido con nadie pero Zoey abusó de su confianza y le metió un trozo enorme de pan en la boca, imaginando que lo fuera a salir de la boca del chico no iba a ser nada bonito.

- ¡Prueba el pan, Jeremy! ¿A que está rico?

Miró a Eileen. Se imaginaba que ir sola al baile y que hubiera tenido una cita con un chico que después se echó otra novia debía de estar molestándola. Audrey no era una cotilla empedernida. Solo quería saber cosas de su hija, y creía que ya había preguntado suficiente.

Audrey:- Está bien.-  y le dedicó una sonrisa amable a su hija.

¿Qué iba a decir Jeremy? Se quedó con la duda porque Zoey de modo inesperado acudió en su ayuda. ¿Por qué? ¿Solidaridad juvenil? Seguramente era obvio para todo el mundo cuán penosa era su situación: había ido sola a un baile de parejas, con una chica - algo que si no sabían de su condición sólo sumaba penosidad -, mientras que el chico que quizás le gustaba bajo la óptica de su madre había ido con otra pareja. Era una pringada.

En otra ocasión y bajo otras circunstancias, posiblemente habría zanjado la conversación marchándose a su habitación de mal humor pero no quería tensar el ambiente feliz de su familia, sobre todo de sus padres, quienes seguramente se sentían verdaderamente felices por primera vez en meses. ¿Y ella no? Tenía que intentar olvidar todo lo que las preguntas de su madre sacaban a relucir. Por lo menos no había caído en su desliz: ¿si se había ido a los cinco minutos del baile, por qué estaba tan cansada? Era una suerte que llevara todo el día obviando las muecas de dolor para que siguieran viviendo en la inopia.

- Pues creo que me iré ya a duchar y a dormir, que me duele un poco la cabeza de tanto leer y más leer.

La noche había sido tranquilísima. Ni ruidos extraños, ni movimientos de compañeras en la misma habitación... solo silencio y relax.

Cuando menos lo esperó, Eileen despertó al día siguiente sintiendo que el dolor por la cruciatus había terminado por menguar prácticamente.

Por la tarde, la chica estaba tan tranquila viendo la televisión. Su madre y su padre cocinaban juntos en la cocina, de buen humor, Jeremy jugaba arriba en su habitación. Entonces llegó Zoey:

- ¡Hey! Eileen, tu madre quiere que dejes de ver la televisión así que he pensado que, ya que dice que se te dan bien las pociones, me ayudes abajo. ¿Te apetece?

Casi no podía creérselo pero después de mes y medio de malas noches o incluso noches en vela, había dormido del tirón y plácidamente. Incluso el olor de Zoey impregnado en sus sábanas no la había molestado a pesar de la extrañeza del mismo. Era un alivio no pasar horas contemplando la silueta dormida de Emily o morirse de celos por saber por qué su cama estaba vacía.

Por eso había despertado del mejor de los humores e incluso había ayudado a su madre a cocinar, siguiendo después con una rutina diaria relajada. Su casa era una mezcla perfecta entre el mundo muggle y mágico de modo que había disfrutado de las tecnologías que en Hogwarts ni siquiera funcionaban cuando no estaba hablando con sus padres.

En eso estaba, viendo una película romántica en la televisión, cuando Zoey apareció para decirle que su madre había decidido que tenía bastante de televisión, lo que le hizo enarcar una ceja con expresión incrédula. ¿En serio después de cuatro meses su madre creía que estaba demasiado en la televisión?

- Que mujer... - alzó los ojos al techo con resignación antes de apagar la televisión y levantarse -. Todo sea para que mi madre se quede tranquila - bromeó. No, en realidad siempre le gustaba trastear con las pociones así que no le suponía ninguna molestia -. Venga, está bien, enséñame tus juguetes.

La expresión le pareció muy divertida. La miró aguantando una sonrisa antes de repetir la frase:

- ¿Mis juguetes?

Pero no comentó nada más y fue con ella hacia el sótano. Lo habían arreglado mucho y casi no parecía el viejo sótano de antes. Ahora había una mesa larga llena de instrumentos para pociones. Los ingredientes, todos, estaban relacionados con la poción matalobos, estaban muy bien ordenados en estantes. Había un colchón hinchable en el suelo y la maleta con ropa bien ordenada dentro. 

Se acercaron hasta la mesa donde encendió el fuego y miró a Eileen:

- Poción matalobos. En unos días tendrá lugar luna llena, así que tengo que preparársela a tu familia- le explicó- Yo soy la responsable de que la poción esté bien hecha . - era su principal labor- La hago yo, pero hoy quiero ver de lo que eres capaz.-  se apoyó en el borde de la mesa, apoyando un antebrazo, de lado- ¿Te atreves?

Empezaba a darse cuenta de que el gesto de contener la sonrisa era habitual en Zoey, podía saberlo por la forma en que las comisuras de sus labios se crispaban. ¿Cómo se había fijado en eso? Ni idea.

Fuera como fuera, obvió la diversión de la chica para bajar al sótano. El motivo por el que vivían en aquella casa no era sólo el precio sino que se cimentaba en una construcción de la época medieval. El sótano era sólido, de piedra y, en general, lleno de cadenas para las noches de luna llena. Pero ahora estaba aclimatado para la vida de Zoey.

Miró con perplejidad el lugar lúgubre que, a pesar de la mejora, era el habitáculo de la chica, quien ahora la miraba retándola. No entendía por qué la ponía a prueba.

- Ya he hecho la poción matalobos antes, de todos modos, ¿por qué quieres saber de lo que soy capaz? - no había reproche en su pregunta, o por lo menos no demasiado porque quedaba bastante eclipsado por la intriga. Se acercó sin más y empezó a preparar los ingredientes, al principio con la mosca detrás de la oreja por sentirse puesta a prueba pero poco a poco fue cogiendo la soltura y la concentración clásicas de cuando hacía pociones, algo que adoraba. Durante un rato que bien pudo ser media hora estuvo callada, con un mechón de pelo cayendo sobre su frente, concentrada en la tarea que se traía entre manos hasta que por fin la poción estuvo hirviendo a fuego lento -. ¿Nunca vas a tu casa? ¿Hasta cuándo se supone que se alargará todo esto? Ya no lo digo sólo por mis padres. ¿Se supone que ahora esto es tu vida? ¿Dormir en un sótano, vivir haciendo una poción, controlando unos licántropos y ya? ¿Cuándo tienes tiempo para ti? ¿No tienes novio o algo así?

Asentí a Sean. Tenía su gracia inventarse unz historia sobre nuestra relación, podíamos fantasear todo lo que nos apeteciese pero aún así prefería nuestra historia real por encima del resto. No era perfecta, y era probablemente una historia que no podríamos contar nunca, pero era nuestra historia. Cada minuto de esa historia nos había llevado a ese momento y aser las personas que éramos, y no cambiaría nada.

- Y nos enamoramos. - ​repetí con una sonrisa sincera. 

Terminamos de ultma un par de detalles: cuánto llevábamos como pareja, el hecho de que yo tendría que añadirme un par de años, nuevos nombres de pila... 

- Creo que vamos a hacer un buen papel como señor y futura señora Smith. Aunque ahora tenemos un rato antes de la fiesta... - dije levantándome y acercándome a Sean, apoyando mis manos en la encimera. - Me pregunto cómo se lo montan los Smith... - dije antes de besar a Sean.

Mira que le había dicho que la primera regla de aquello era estar concentrado y abstenerse de sexo... pero verla así, tan provocativa y sexy... era demasiado para cualquier hombre y más aún para él. ¿Quién podría librarse de los encantos y el buen saber hacer de Emily? Al final la compra de comida se aplazó a cambio de una tarde de pasión haciendo un tour por varias zonas de la casa.

Y así llegó la noche. Sean se había arreglado mínimamente. Quería aparentar cercanía y normalidad también con su ropa. Así que se puso unos vaqueros y una camiseta negra bien planchada debajo de un jersey del mismo color. Finalmente un abrigo algo más largo de lo que él acostumbraba con sus cazadoras.

Ahora que era de noche se podía ver con mayor claridad la decoración muggle de navidad. Las diferentes luces con formas de estrella o letras formando la palabra "Merry Christmas" iluminaban toda la calle. Los vecinos estaban divididos en grupos. Algunos con barbacoas ofreciendo comida caliente, otros eran más de bebidas, y muchos, como el señor y la futura señora Smith, paseaban entre los diferentes puestos charlando.

Habían pasado un buen rato hablando con un par de matrimonios. Algunos con hijos, otros sin ellos. Muchos perros jugaban por allí y se respiraba un ambiente tranquilo y alegre. Tanto Sean como Emily estaban haciendo su papel a la perfección. Parecían caer bien a los demás y se llevaban varias miraditas por parte de los hijos e hijas adolescentes. Eran demasiado atractivos.

Acababan de coger una bebida, cuando pudieron adivinar la figura de los Tower, frente a su casa. Ofrecían tarta en su puesto y, ¡qué casualidad! ahora mismo se encontraban a solas. Sean miró a Emily:

- Creo que aún no hemos tomado tarta. 

- Te darían la poción de la verdad, no recuerdo su nombre.- Digo sentándome a los pies de su cama.- Pero Aen ¿De verdad no recuerdas nada? ¿Ni siquiera atacar a Wilson, a Marian ni a ti mismo? ¿Ni el porqué de todo eso? Sabes que soy tu amiga y no te juzgaré, Aen... Es más... Si me das un buen motivo quizás incluso te apoye.- Le digo, mirando de soslayo a la puerta para asegurarme de que Kat no estuviera escuchando. 

- Sabes que yo no te repudiaría, tontorrón. Y menos con esa melenaza. 

Sorprendida por la facilidad con que Eileen preparaba aquella poción, la observó en silencio. Todos los movimientos de la chica estaban bien calculados y parecían gráciles. Hacían que una poción de tal dificultad pareciera coser y cantar. No tuvo que comentarle ningún consejo, ni avisarle de que debía seguir el siguiente paso cuanto antes. Nada. Eileen estaba haciendo una poción perfecta casi sin inmutarse.

Solo cuando la puso al fuego, Eileen se dirigió a Zoey, sabiendo que ya no necesitaba tener todos los sentidos en la matalobos. Le sorprendió, aunque no sabía muy por qué después de ver lo sedienta de información que parecía estar la chica siempre, que le preguntara por ella:

- Cuantas preguntas. Intentaré responderlas todas.- puso cara de concentración, como si no quisiera saltarse ninguna respuesta- Voy a mi casa una vez al mes, como si fuera un día libre. Supongo que esto se alargará bastante. Hasta que adivinemos qué es lo que está ocurriendo. No es que sea mi vida, es que es mi trabajo- le sonrió- Me pagan por estar aquí y hacer mi trabajo.- el recuerdo de la siguiente pregunta, sobre el tiempo libre, le hizo gracia- Bueno, a excepción de cuando estoy haciendo la poción o vigilando algunas noches, se puede decir que tengo tiempo para mí. Ahora estoy leyendo un libro bastante interesante. Y...- la última pregunta también le hizo algo de gracia, pero la sonrisa era de amabilidad, no de diversión- No. No tengo novio o algo así. Estoy soltera.

Rió levemente, apoyándose nuevamente en la encimera, mirando a Eileen directamente:

- ¿Alguna pregunta más?- no lo decía para mal. De hecho se notaba que disfrutaba con la compañía de Eileen y su personalidad tan característica.

El chico la miró unos segundos, callado y pensativo. Estaba examinando si realmente era Vilma quien estaba allí. Al cabo de unos segundos decidió creerle. Nadie más vendría a visitarle y nadie más actuaría de aquel modo. No podían imitar a Vilma y la conocía demasiado bien. Suspiró:

- Lo cierto es que he querido contártelo desde el principio. Pero me dijeron que era alto secreto.- le susurró. Se lo contaría. Era la única persona que le apoyaba. No tenía nada que perder- En verano vinieron a verme. Adriana Elliot, la de Oceans, estaba con ellos. Me hablaron de un grupo que quería reivindicarse, hacerse valer. Todos habían sufrido como yo o más. Todo por culpa de los sangre limpia que nos repudian y nos hacen pensar que somos inferiores. Me dieron un tiempo para pensármelo, y antes de que empezara el curso, acepté.- estaba serio, mirando fijamente a los ojos a Vilma mientras su mente vagaba por sus recuerdos- No quería ser inferior de nuevo. No quería que Anna y Cosette te hicieran daño otra vez. Me hablaron de su jefe, un tal señor T y me dieron instrucciones claras: empezar anunciando la rebelión. Empecé con el fluido explosivo, después con el ataque a Stana. Yo la ataqué.- no parecía lamentarlo- y después me herí a mí mismo para que no sospecharan de mí.- recordó que le había mentido a Vilma en la enfermería. Eso sí le dolía. Hizo un gesto de disgusto- Después las notas y finalmente, me dijeron que debía seguir el siguiente paso: matar a Greenbell y a una alumna. Le hice una imperius a Marian, pero alguien lo desbarató. Sé que subí a comer chocolate con Emily y... y lo demás es lo que está borroso. No recuerdo nada más a partir de entonces.- hizo un silencio.- Pero es demasiado peligroso, Vilma. No quiero que te metas en ello. Yo solo era un peón. 

Cuando Kegan despertó aquella mañana, su padre ya se había ido a la tienda. Le había dejado el desayuno preparado y le había dejado varias cartas en la mesa.

La primera era de Freeda, que le anunciaba que al día siguiente acudirían para entrevistarle los del profeta. Ya habían dado la noticia a la prensa de que iba a ser el jugador estrella del equipo. 

La segunda era una nota de su padre que le decía que le tendría la escoba preparada para que pudiera enviársela a Mía.

La tercera era una fotografía:

Detrás había algo escrito con una caligrafía muy similar a la de Kegan:

Siempre os querré

Finalmente había otra pequeña nota, con una dirección escrita y un nombre: Richard Parker

Silencio momentáneo ante la respuesta de Will. Aunque él no pudiera verlo era porque la chica se estaba echando brillo en los labios. Cuando hubo terminado la acción, respondió:

- Me deben veinte libras. No está mal.- comentó sin más.- ¿Estás saliendo entonces con mi hermano?- ¡Qué directa! De ahí seguro que venían los avisos de Ian.- ¿Te paso la toalla?

Cuando Max llegó abajo, su padre también estaba. Vestido con su mejor traje y oliendo a un caro perfume masculino. Observó a su hijo y éstas fueron las primeras palabras que le dirigió:

- Ya estás aquí. Bien. Podemos irnos.

Salió a la calle y fue hacia el coche mágico de lujo que había alquilado para ir a la cena esperada. La señora Scofield miró a su hijo. Si es que... después de lo cabezón que había sido... menos mal que luego recapacitaba.

Señora Scofield:- Vamos entonces. No queremos llegar tarde.