Partida Rol por web

Hollow

Gungir

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14/07/2011, 00:59
Director

Los dioses estaban furiosos, los cielos estaban furiosos y lo demostraban arrojando toda su furia trueno, rayo y granizo sobre la solitaria silueta que se recortaba entre las sombras del atardecer. La figura completamente empapada andaba a trompicones guareciéndose como podía de la lluvia con una raída capa de viaje tan agujereada que a un pordiosero habría llegado a aborrecer. Andando a campo abierto sobre un lodazal, lo único que evitaba que se hundiese en el fango y los pequeños lagos que surgían en el camino de forma improvisada eran los matojos desperdigados por todas partes sobre los que andaba en precario equilibrio. Acostumbrada a la nieves siempre heladas de las altas cumbres de su tierra aquel era un terreno deprimente e inhóspito... y mojado.
La silueta se detuvo sobre una colina imprecando en voz baja contra los vientos y la lluvia, no fuese más ya su desdicha que los dioses la escuchasen. Si hasta él la había abandonado con las primeras lluvias, su silueta ya no se vislumbraba en el cielo. Quizá aquello había sido también un castigo por fallar con su deber. Dejó caer sobre los hombros la desgastada tela dejando que el pelo rubio empapado cayese de nuevo sobre su espalda. Protegiéndose los ojos de la lluvia trató de otear el horizonte para encontrar algún punto geográfico con el que orientarse.
La llanura por la que andaba pesadamente se extendía a los cuatro costados hasta donde alcanzaba la vista. Solo al norte se dibujaba el enorme Bosque de la Luna Oscura y detrás suyo el Peñasco de Droskar. Se suponía que tras unas millas llegaría al Río Foam y si el carretero que la había llevado hasta medio camino no mentía, el ferry y Falcon's Hollow. El último pueblo en aquellas recónditas tierras anegadas. Quedaba al menos medio día de camino. Colocándose de nuevo la capa sobre su cabeza y empezó a andar de forma monótona y mecánica recordando de nuevo como había llegado hasta allí.
Traición, si había traicionado su pueblo y sus tradiciones y por eso estaba en el culo del mundo, donde no pudiese avergonzar a nadie más.

Todo había empezado con la muerte de Angus, hasta entonces a pesar de que jamás había contado con el amor de un padre pero al menos no la había tratado como una niña. En las tierras de su padre una mujer, tuviese la edad que tuviese, era una niña. Una mujer siempre debía ser una propiedad, del padre o del marido y en caso de vejez a veces de los hijos. Pero jamás libre,  algo que con ella, con Gungnir, Lanza de Wodanaz, Oro que Nunca Falla no iba. Jamás llegó a respetar a otro hombre que no fuese su padre. Había tratado de ser digna a la memoria de su madre, aprendió a luchar con los demás niños y los vencía a casi todos, aprendió a usar la espada, el hacha, la lanza y el arco pero nunca la dejaron ser una guerrera del clan, era una mujer solo apta para criar. Ni siquiera la relación con aquellos dos cuervos pudo hacer pensar a alguien del clan que su vida no estaba destinada a amamantar a una docena de criaturas chillonas. 
A pesar de todo ello su padre respetó su decisión de no encamarse con ningún hombre. La libertad de Gungir duró hasta casi sus 27 años, hasta que su padre Angus ya anciano y sin hijo varón que lo mantuviese murió en un accidente de caza. Un jabalí acabó con su padre desparramando sus entrañas sobre el suelo nevado.  Desde aquél momento Beregor maza de trueno se hizo dueño de su casa y su hija. Gungir tuvo que abandonar la lanza para servir a su tío como si fuese su sirvienta y hubiese sido como su amante si la daga que le regaló Angus por su décimo cumpleaños no se hubiese interpuesto entre sus muslos y las manos de su tío.
Beregor la regaló a un porquerizo gordo y que apestaba más que sus animales. Su boda fue larga, el matrimonio corto. La misma noche de bodas el porquero acabó con la cabeza abierta con un candelabro, la bolsa vacía y con un caballo y una esposa menos bajo su techo. Gungir no volvió nunca la espalda para ver como se alejaba de la vida que había conocido hasta el momento.
De aquella hacía unos meses, unos meses de seguir sin rumbo hasta que sobre su cabeza la empezaron a revolotear don cuervos negros como dos tizones. Recordando la historia de su nacimiento y sin ningún otro rumbo que seguir empezó a encaminar sus pasos hacia aquellas dos siluetas que la fueron alejando del helado norte que había sido su hogar durante toda su vida.
Ahora estaba empapada, sola, sin rumbo y sin que ninguno de aquellos dos pájaros se mostrase en el aire. Le quedaba una larga caminata durante toda la noche hasta el pueblo que había abandonado al amanecer o seguir adelante y con un poco de suerte llegaría al ferry con la salida de la luna.
En verdad que odiaba aquella lluvia.

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14/07/2011, 15:57
Gungnir
Sólo para el director

El relampago hirió el cielo, lo resquebrajó preparándolo para el trueno que lo sacudiría después... y levanté la mirada desafiante al gesto del dios, afianzando las piernas en el barro resbaladizo y escudriñándo la bóveda que se abría sobre mí con fiereza animal. Les busqué, más con el corazón que con los ojos, pero ellos no estaban... Hugin y Munin no desafiarían a aquella lluvia.. no desafiarían al Dios.

Solo los locos y los estúpidos no tenían miedo... yo debía ser una de las dos cosas.

Los nudillos blanqueaban obligados por la firmeza con la que sujetaba la lanza, misma firmeza con la que sujetaba la maldición y la blasfemia entre los dientes, la misma con la que mantenía los recuerdos vivos en el fondo de mi pecho, y en el aliento ardiente. Entornaba la mirada sobre el hombro, hacia la calidez fría y falsa del pueblo que dejé atrás... de la vida que dejé atrás. Y fue al alarido del trueno cuando dejé de mirar y mi diestra tiró un poco más de la capucha para resguardar el ámbar de los ojos de las agujas de lluvia. Y fue cuando di otro paso hacia delante.. y otro más, notando la tierra ahogada bajo mis pies revolverse casi burlona intentando en vano retenerme. Otro paso, y otro.. alejándome de falsos fuegos que no calentaban, acercandome a ese otro fuego, el mío, que conseguiría mantener por encima de todo... por encima de todos...

La tierra temblaba lodosa bajo mi andar. Yo no temblaría.

Caminaba... y sentía la lluvia resbalar por mi piel, odiosa y espesa. Lluvia que me goteaba de las pestañas, que me anegaba el pelo rubio que se oscurecía a su peso, agua que se destilaba entre mis ropas para paladearme el cuerpo. Sí, caminaba... y sentía la tormenta helada y con regusto de acero sobre mi, y me sabía amarga, muy amarga...

Cómo le sabría yo a la lluvia?

Se me afiló la mirada ante ese pensamiento, e involuntaría me erguí a todo lo que me dieron las piernas y el orgullo, casta aprendida. El sabor acre de aquella lluvia me arañaba la garganta y el pecho... quizá algo mucho más profundo que eso... Y de repente, con los recuerdos enredandose en las gotas de lluvia que me pendían de los ojos, pensé que, después de todo, aquel lugar sucio y húmedo quizá fuera mucho más digno y limpio que aquellas nieves blancas que el destino me obligó a dejar, que aquellas mentes obtusas y ciegas que no reconocían la verdadera valía... Sí, mucho mejor aquel barro que aquellos hombres de cuerpo de carne, de deseos de lodo, de alma de estiércol...

Que los dioses les condenaran al Helheim... yo ya lo había hecho.

Un paso, y otro, y otro más... Las mandíbulas se tensaban hasta el chirriar de los dientes buscando una señal de aprobación, buscando un destino que los necios me habían negado, un camino que seguiría obcecada a costa de la vergüenza para mi nombre y mi estirpe. No me importaba y.. aún así... sentía todo el peso del mundo sobre mis hombros, todo el fuego de la sangre Aesir en el palpitar furioso del pecho...

Otro relámpago, demasiado cercano, me centró de nuevo en el camino... y agité la cabeza, y aferré más firme la lanza, y trastablillé solo para erguirme aún más fuerte y orgullosa. Dioses, como odiaba aquella lluvia. Pero al nuevo grito amenazante del Dios volví a mirar al cielo que se desbordaba furioso sobre mi. Mi sangre me obligó al desafio, mi orgullo me obligó a los pasos más rápidos y firmes. La luna me encontraría en el ferry...

Un nuevo trueno, como una carcajada, pareció sacudirme confundiendose con el latido que ya me atronaba las sienes... y la media sonrisa se me dibujo altiva en los labios cuando el ámbar de los ojos y el filo de la voz respondieron acuchillando la tormenta...

-BIEN!!!!!

Bien. Estaba bien... Mejor la furia de los dioses que su indiferencia. Porque nadie escapa a su destino, porque solo un cobarde quiere hacerlo... y, si aquello era lo que Wodanaz tenía para mi, solo vería en mi alma un regocijo fiero por ello.

Notas de juego

:)

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15/07/2011, 23:36
Director

Gungir avanzó a trompicones atravesando el temporal, su corazón cantaba con cada uno de los truenos, mucho más segura de si misma que antes de  emprender el viaje. El sol se escondió entre las nubes de tormenta sumiendo a la mujer en la oscuridad. Imposible de encender fuego alguno y desconfiando de métodos más arcanos se resignó a avanzar hundiéndose hasta los tobillos en el lodo al avanzar por la vera del río. Un par de veces casi resbaló para dar con sus huesos en el torrente de agua que con la tormenta arrastraba arbustos y algún tronco podrido que debía proceder del enorme bosque que ahora sumido en la oscuridad se iluminaba con alguno de los rayos que se dibujaban con pasmosa lentitud en medio de los cielos.

La furia de Wodanaz, los ojos ambarinos de Gungir buscaron el cielo para distinguir si era la conformidad del dios o su malestar, de todos modos ella seguiría adelante como había seguido desde que huyó el día de su boda. En su interior sospechaba que él quería algo, tenía que tener un destino. Su nacimiento, la muerte de su madre, su educación como guerrera. Todo debía tener un motivo, estaba allí por aquel motivo, le gustase a él o no.

Continuó su camino, cada trueno empujándola a avanzar, cada rayo iluminándole el camino. Su alma cantaba. Y allí estaba, empapada, dolorida y no se veía a nadie a aquel lado del río. Falcon's Hollow cuya empalizada de madera podía observar a través de la cortina de agua que caía sobre sus hombros prometía agua caliente, comida y un lugar donde guarecerse. La única señal del ferry a aquel lado del río era gruesa cuerda trenzada que se enrollaba en un enorme poste de madera clavado profundamente en el blando suelo que se perdía en la oscuridad del otro lado del río. Una campanilla oxidada de hierro colgaba de un poste, encima del poste un cartel descolorido se mantenía en precario equilibrio. “Ferri de Hans el onrado” se leía.

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17/07/2011, 17:34
Gungnir

Por fin... El río.

La Luna me encontró en el ferry...y allí, espigada en la orilla, soportando el dolor de los días y de los músculos, soportando el peso del agua en los hombros y el del barro en los pies, parpadeaba obligada por las gotas que se filtraban por mi capa anegada. Los dioses carcajearon a mi alrededor mientras las limpiaba con el dorso de la mano. Estaba allí, la Luna me había encontrado en el ferry, y aquel pequeño triunfo, insignificante y teñido de ese dulce dolor que acaricia el cuerpo tras la propia y extenuada superación, alimentaba la llama desafiante de los ojos incluso en aquella oscuridad.

Estaba oscuro, sí... La Luna me encontró en el ferry y yo la encontré a ella amordazada en el cielo por las nubes y el agua, aún más opacada y gris por cada una de las llamas que lanzaban la furia de los dioses. Bien... estaba bien. Los relámpagos iluminaban el paisaje de una forma colérica y casi irreal, y me estremecí, involutariamente, desagradablemente... Maldito reflejo traicionero.

Pero bien, estaba bien... Estaría bien...

Me acerqué al poste de madera que parecía sudar cansancio y tiempo pasado...y vi la campanilla pendiendo de él, de aspecto roído, del color de las advertencias. La mano le dió un par de golpes y casi pude ver como su tintineo, que me sonó extrañamente alegre, se extendía a través de la lluvia. Era más que probable que el barquero se encontrase a poco de allí, resguardado en una cabaña en la otra orilla. Era más que probable que escuchase la llamada golosa de su campana y de la moneda que obtendría por su trabajo. Era más que probable que no le pareciera tan apetecible ganarsela bajo aquella lluvia...

Enarqué las cejas al distinguir el nombre grabado en el cartel moribundo que pendía en lo alto. Hans el honrado...

-Uhm....

Apoyé entonces firme la lanza en el barro y esperé... Esperé paciente una señal al otro lado del río preguntándome cómo sería ese Hans, sintiendo ese extraño sentimiento de expectación en el pecho que solo deben sentir los animales. Ningún hombre honrado necesitaba llamarse a si como tal, pero... no. No tomaría la decisión ahora, esperaría. Esperaría hasta verle los ojos porque.. no... no eran las palabras las que definian a un hombre...

Sí, esperaría. Veríamos que decían sobre él los actos y los ojos de Hans...

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18/07/2011, 18:01
Director

La lluvia continuó golpeteando las espaldas de Gungir, no podía guarecerse en sitio alguno, no había refugio y la lluvia siguió empapándola más aún si era posible. Las nubes oscuras continuaron tronando y arrojando su furia sobre los mortales y sobre una mujer en concreto. Los pies se le hundieron un poco más aún en el fango durante la tediosa espera. La cortina de agua arreció impidiendo que las luces al otro lado del río fuesen visibles. La lanza servía de precario punto de apoyo para no resbalar y darse de bruces en el agua del embravecido rio.

Por algún deseo peregrino de los dioses las lluvias pararon durante unos minutos, permitiendo que el frío viento empezara a helar a la mujer hasta el tuétano de los huesos. El viento sacudió de nuevo la campana arrancando un triste tintineo, casi casual. Un graznido hizo que los ojos de Gungir se levantaran, un cuervo negro, con las alas impolutas y completamente libre de agua graznó por segunda vez de forma burlona. Parecía reprochar a la mujer que no hubiese sabido guarecerse. Otro soplo de viento chillón a través del río y una luz se iluminó al otro lado. Bamboleante la luz se acercó a la otra orilla y se detuvo allí durante unos segundos. El viento continuó aullando y moviendo las nubes que remolonas lanzaban sus atronadores quejidos a lo lejos llevándose la tormenta.

La luna, furiosa por haber sido negada su visión a los diminutos seres que se arrastraban por el suelo iluminó con toda su redondez el bajío del río. Allí estaba una figura encorvada sujetando lo que parecía ser a lo lejos una lámpara. La silueta movió frenéticamente la lámpara y correteó sobre una plataforma de madera rehinchada. La operación de quitar las amarras duró pocos minutos y en unos pocos más la cuerda del poste empezó a tensarse y lentamente la luz empezó a cruzar por el agua y a acercarse.

De nuevo empezaron a caer gordos goterones de agua que la golpearon en las mejillas. El cuervo protestó y con fuerza aleteó para alejarse en la oscuridad lejos de la fastidiosa tormenta.

De nuevo empezaron a caer gordos goterones de agua que la golpearon en las mejillas. El cuervo protestó y con fuerza aleteó para alejarse en la oscuridad lejos de la fastidiosa tormenta.

El ferry continuó con su lento proceder hasta detenerse a unos pocos metros de la orilla. La silueta dejó la cuerda descansar en los rieles y manteniendo el equilibrio una mano encorvada por la artritis recuperó la lámpara y se acercó a Gungir. Levantó la luz por encima de su cabeza para poder observar mejor a la joven. Un hombre de mediana edad, muy castigado la observaba. Frente despoblada y pelo oscuro, grasiento por el que resbalaban algunas gotas de agua. El rostro era una máscara de cuero resecada por el viento y el sol, dos ojos pequeños y amarillentos le recordó a la mirada esquiva de un rodedor, demasiadas veces había visto aquellos ojos de borracho en su aldea. Vestido con ropas entreabiertas y abrigado con un impermeable varias tallas más grandes observaba a Gungir relamiéndose los labios nervioso.
 

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18/07/2011, 18:01
Hans el Honrado

¿Vaya... Vaya... Que tenemos aquí?. Carraspeó y esputó despreocupadamente sobre el suelo de madera del Ferry. Miró a Gungnir de arriba a abajo deteniéndose en las caderas de la mujer remarcadas por las ropas y capa sobre su cuerpo completamente empapadas. Espero que tengas algo con que pagar el pasaje... Acércate más a la luz -Ordenó con la voz gangosa de quien ha abusado demasiado del aguardiente- Vamos. La mano que no sujetaba la lámpara hizo unas señas para invitarla a avanzar y luego la apoyó sobre una de sus piernas arqueadas para mantener el equilibrio.

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19/07/2011, 21:45
Gungnir

Pareció que el tiempo amainaba a su aleteo, y yo levantaba la mirada al cielo y a su graznido, con el brillo renovado en la mirada... Si me estaban observando, incluso en la burla, incluso en la provocación... me verían en pie.

La barca se acercó y afilé los ojos para distinguir entre las sombras que proyectaba el pequeño farol al hombre... el leve bufido se me escurrió entre los labios... los ojos del hombre lo decían todo. No se dudaba del instinto, era una pérdida de tiempo.

No me gustó su voz, no me gustó su mirada, no me gustó como me recorrió con ella. Pero aún así me espigué a su paso por mi cuerpo, orgullosa y fuerte... Los pantalones empapados se me ceñian a las piernas para perderse bajo las botas . La camisa me lamía el cuerpo, obligada por el agua y por la cuerda del arco que atravesaba oprimiendo el pecho, obligada por el pelo que, llorando agua, serpenteaba por mis hombros y aún la empapaba más.

La capa y su sombra me disfrazaron los ojos y el desden de su brillo cuando me acerqué al hombre con paso pausado... Los dedos acariciaron la bolsa obligando a las monedas al tintineo.

Algo tengo... -retiré la capa con la diestra mientras a cada paso la lanza se asentaba firme en la tierra, y los ojos en él -Pero para contestar correctamente a eso, primero deberé saber el precio del viaje

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22/07/2011, 15:18
Hans el Honrado

El que debía ser Hans el Honrado se mesó la barba rala y oscura moviendo los ojillos de roedor regodeándose en las redondeces de la mujer rubia que tenía frente a él. Su gesto solo se turbó al detenerse en la lanza en la que se sontenía la mujer.

Son horas muy tardías... -de nuevo se rascaba la barba rala ¿piojos?- el río es una puta caprichosa y con este tiempo es peligroso cruzar... Dejó pasar unos segundos para que Gungnir pudiese darse cuenta de la verdad de sus palabras. Se balanceó sobre el ferry, demasiado para tratarse del la fuerza del agua. Te costará... dos, no!! Tres monedas de oro!. Lanzó una risita picarona. Decídete bonita porque empieza a lloviznar de nuevo y tendré que irme. Si no tienes dinero... bueno, siempre podemos acordar algo...

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25/07/2011, 17:03
Gungnir

Tres monedas!!! No, definitivamente no se dudaba del insinstinto.

Podría haberle matado allí mismo, habría sido fácil, y cruzar yo misma. Estaba agotada pero mis brazos lo soportarían, eso y mucho más.

Podría haberle pagado y, una vez cerca de la otra orilla, haberle tirarlo de la barca para que esa puta caprichosa le demostrase toda su pasión engulléndole. Estaba segura de que la corriente implacable le escuchaba y le destataba con la misma fuerza que yo. Y sobretodo sabía, y el rugido del agua también, que tarde o temprano el río tendría su oportunidad.

Podría haberme ofrecido a mi misma, los ojos de animal de madriguera son fáciles de deslumbrar, siempre esconden un alma de estiércol. Podría haberle prometido el valhalla de las valkirias en mi cuerpo y, una vez cruzado el río, podría haberle destripado sin remordimientos antes siquiera de que sus dedos me rozasen. Sabía que nadie le echaria de menos, sabía que todos pensarían que el agua lo devoró en una de sus borracheras....

Sí, podría haber hecho muchas cosas, y en cambio, solo le observé serena.

Tres monedas...

El temblor de sus manos y el brillo inexistente de sus ojos me hablaron de lágrimas y miseria no vertidas, quizá incluso jamás reconocidas en voz alta pero pesadas como losas. Aquel era un triste hombre, triste.  Sin valor, sin honor, sin vida... condenado al Helheim desde hacia mucho. Quizá Hans lo sabía y eso le llevaba a beber solo cada noche hasta la salida del sol. Había visto a muchos como él intentar ahogar lo ruín de sus vidas en la bebida... Nunca vi que ninguno lo consiguiera.

Tres monedas para su vida miserable, tres para la mía llena de orgullo...

Bien. Tres monedas... - me acerqué a la barca con los hombros obligados al orgullo a pesar del cansancio, con la voz entrelazada de truenos y maldiciones de agua, y con la amenaza de la lanza en las pupilas... y en la mano -pero si vuelves a llamarme bonita, o a mirarme así... serán las últimas de tu vida... - Rápido y simple.

Aquel hombre no iba a creer la suerte que tenía. Nunca podría imaginar lo afortunado que era, lo cerca que caminaba del abismo. Yo podía haber hecho cualquier cosa...  Por tres monedas, decidí hablar completamente en serio.

Notas de juego

Apunté el dinero que me quedaba en notas y reste las tres monedas, no sé por qué no puedo editar el equipo

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26/07/2011, 15:13
Hans el Honrado

Hans el autoproclamado honrado no recogió directamente las monedas que le tendía Gungnir, miró a la mujer desde otro aspecto. Los ojillos de rata del barquero la observaban nerviosos, parecía incluso que parte del sopor etílico le había abandonado. Hundió los hombros aparentemente derrotado la posibilidad de más beneficio o de montar a la joven de forma rápida en su choza se habían desvanecido. Bufó un exabrupto y con cautela extendió la mano para recoger las tres monedas. Una vez recibidas las sopesó y tras mirarlas con los ojos semicerrados mordió una por una hasta que pareció darse por satisfecho.

Sube entonces antes de que llueva más y el puto río nos envíe al fondo... Los enormes goterones parecían ir en aumento y pronto la lluvia volvería a golpearles con todas sus fuerzas. Los maderos crujieron casi sollozantes bajo el peso de la joven. De cerca, el ferry tenía aún peor aspecto, maderos semipodridos la sostenían entrecruzados por cuerdas deshilachadas y un bajío con mucha falta de pez. Hans se movió son soltura y agarró la cuerda con la fuerza del que ha realizado una tarea miles de veces. La estructura del ferry crujió ahogando resuellos de Hans mientras toda la estructura crujía al atravesar las aguas embravecidas. 

Dígame...Señorita... a que viene a este pueblo... -se detuvo unos segundos a recuperar el aliento- no la veo trabajando en el aserradero y no creo que venga a trabajar al Rouge... ¿Que la trae a este agujero? Hans empezó de nuevo a tirar de la cuerda para terminar el último tramo.

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30/07/2011, 00:42
Gungnir

Curioso... muy curioso...

El ferry, de aspecto moribundo, suspiraba y parecía plañirse de su suerte mientras Hans le obligaba con ahínco a arrastrarse sobre el agua. El hombre resoplaba y hacía un nuevo esfuerzo, y otro más. Podría haberle ayudado... No lo haría. Pagué tres monedas por su dignidad... tres por la mía. Quizá aquellas tres monedas le demostrasen, cuando fuese capaz de pensar en ello, que había algo más que ruindad en el mundo...

Miraba la orilla, con la lanza apuntalada en la madera anciana, y me sorprendió escuchar la voz del hombre entrelazarse con la espuma bravía de río, con los lamentos que se elevaban de los maderos. Curioso, muy curioso. Noté el cambio sutil en su tono como los animales notan la rendición de la presa. Fue un cambio sutil, fue un cambio importante... y no me importó si fue miedo, si fue codicia. Preferí no mirar a los ojos de aquel hombre y no darle la oportunidad de desmentirme la esperanza. Preferí pensar que quizá, solo quizá, las cosas podían cambiarse...

Las suyas... Las mías.

-Me trae la lluvia... y el aleteo de un cuervo negro.- la barbilla casi me rozó el hombro cuando entorné la mirada sobre él para observar al hombre y su esfuerzo. Quizá las cosas podían ser diferentes... Quizá no. -Qué importa el motivo? No lo tengo. Este lugar es tan bueno como cualquier otro. Quizá mejor.

Devolví la mirada a la orilla que ya se acercaba. Quizá un lugar mejor. Quizá el peor de todos. Qué importaba el motivo? Estaba allí,  ahora, y eso era lo único que a mi me importaba.

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31/07/2011, 19:19
Hans el Honrado

Eso es porque no conoces Falcon's Hollow -dijo Hans en voz baja pero lo suficientemente alto como para que Gugnir le escuchase-. Hans no se tomó la molestia de girarse mientras ataba de nuevo el ferry con gruesas cuerdas hinchadas por la humedad. Siguió sin girarse y entre zancadas para evitar colocar las botas de cuero aceitado en algunos de los numerosos charcos que habían de camino a una casucha destartalada. Empujó con el hombro para abrir una puerta hecha de cuatro maderos mal claveteados. Una vez dentro colocó de nuevo la puerta y la cerro sin mirar atrás ni una vez a Gungnir que aún se encontraba de pie sobre el ferry.

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31/07/2011, 19:51
Director

Parecía que los dioses de la lluvia y el trueno se habían hartado de la tregua y de nuevo volvieron a resonar sobre su cabeza el rayo y el grito de guerra de Wodanaz hasta que una cortina de agua volvió a empaparla de nuevo. El humo empezó a subir por el orifico del techo de la diminuta cabaña de Hans señal de que al menos tenía un hogar allí dentro.

Miró alrededor para orientarse. A sus espaldas el río rugía arrastrando árboles arrancados del cercano bosque y todo tipo de desechos. Al norte a lo lejos una masa negra y sombría dibujaba la silueta de lo que había visto antes del anochecer como un profundo y espeso bosque, viejo como el trono en el que él la contemplaba y se reía, sus carcajadas eran los truenos y su vista el rayo que la iluminaba. Al Oeste caminos de fango casi intransitables que conducían a la llanura pelada y de allí a alguno de los esparcidos campamentos de leñadores. A este a unos meros 100 pies estaba la empalizada hecha de troncos puntiagudos muy juntos que marcaban la entrada a Falcon's Hollow. La empalizada debía tener casi diez pies de alto, la entrada compuesta por troncos y reforzada con bandas de hierro oxidado se mantenía hierática.

No parecía haber nadie al otro lado.

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01/08/2011, 13:13
Gungnir

Extraño. La voz del hombre dejaba un sabor extraño. No de advertencia, no de peligro. Simplemente sabía a… a certeza, a profecía cansada. Incliné la cabeza levemente sobre el hombro observándole marchar. Extraño. No se giró ni una vez, y me pregunté si me rehuía a mi, o al peso de sus palabras.

El cielo volvía a verterse sobre mi, codicioso. Me anegaba el cuerpo, filtrándose entre las ropas que ahora parecían reptarme pesadas por la piel. La capa tampoco podía contener ya la furia de la tormenta y gruesas gotas resbalaban por mis sienes, recorrían mis mejillas, para gotear por fin de mi barbilla sobre el pecho.

Dioses… El agua parecía caer en todas direcciones, desde arriba afilada y fiera, desde los flancos traicionera y roma… Apreté los dientes. Maldita lluvia.

La empalizada se dibujaba sombría ante mí, y se me antojo hermética a pesar del herrumbre, de lo solitaria de su figura. Caminé hacia ella, con la cabeza levemente inclinada sobre el pecho para intentar proteger una mirada que no se inclinaba jamás.

-AH DE FALCON’S HOLLOWS !!!!- la voz se impuso sobre el atronar del cielo – ABRID!!!

No pareció respirar nadie al otro lado, pero la voz del hombre me impelía a seguir reclamando mi entrada… el Rouge, había dicho, y yo casi podía sentir comida caliente en los labios, resguardo de aquella maldita lluvia en la piel… El resto ya llegaría.

No puede evitar el escalofrío en la piel. Quizá un lugar mejor. Quizá el peor de todos.

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03/08/2011, 21:01
Director

Durante una plomiza eternidad la lluvia la siguió azotando, a pesar de ello ya era algo que no importase, estaba tan empapada que ya apenas lo notaba. A pesar de ello la molesta agua la cegaba al deslizarse sobre sus cabellos

Encima de la muralla, como si se tratase de una cabeza deforme y plana de un gigante que abriese un solo se encendió una luz de linterna en el interior de un puesto de observación chato y bajo en lo alto de gruesos troncos entrelazados a pocos metros de la valla. La luz de la linterna -probablemente un ojo de buey pensó Gungnir- se dirigió torpemente hacia la empalizada y a través del torrente de agua cubrió con escasa luz la figura de la mujer. Pasaron unos minutos más con la linterna iluminando alrdedor de ella y hacía la nada, como si tratasen de comprobar que no había nadie más con ella. Cuando el que fuere que estuviese arriba se dio por satisfecho la linterna bamboleante fue descendiendo por el grueso tronco, la silueta se protegía con una abultada capa de la lluvia, resbaló en el último tramo del descenso y cayó de pié mientras la linterna caía al suelo y veía su luz ahogada.

Gungnir ya no veía nada a través de la empalizada hasta que escuchó ruido al otro lado de la barrera, el ruido de las cadenas y la tos le permitían tener esperanzas en tener pronto aquella comida caliente en los labios.

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03/08/2011, 21:23
Ibraim

La empalizada arrancó un grito casi de agonía de las dolidas bisagras. De aquel que la manipulaba el esfuerzo continuado produjo un nuevo estallido de tos ronca y seca que se escuchaba incluso a través de los postes. 

Al fin se abrió lentamente la empalizada, solo un par de palmos para que el guarda pudiese sacar la cabeza para mirar de hito a hito a la mujer. Era un hombre de mediana edad, pelo rojizo y corto con profundas ojeras que miraba a Gungnir con desgana. 

Que demonios haces aquí? -Se interrumpió de nuevo con un acceso de tos- Hay lobos ahí fuera ¿Sabes?. Miró de nuevo alrededor desconfiado de cualquier cosa que pudiese haber más allá de la seguridad de la empalizada. ¿Estas sola? ¿Seguro? Inseguro miraba la lanza que Gungnir mantenía hundida en el suelo.

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05/08/2011, 15:59
Gungnir

Todo en aquel lugar parecía oscuro... su lluvia, su barrera, sus malditos hombres... El pelirrojo me miraba desconfiado, con el gesto cansado pero nervioso del que teme todas las sombras. Parecía agotado.

Debía ser agotador temer tanto.

-No me crucé ningún lobo... - entorné la mirada sobre el hombro mientras las gotas de lluvia recorrían la expresión firme de mi rostro al escrutar los pasos que dejé atrás -solo a Hans, el barquero. Eso cuenta?.

Volví los ojos dorados al hombre para observarle atenta. Los suyos alternaban entre mis pupilas, el brillo de mi lanza y el horizonte más allá de mis espaldas, y yo no podía dejar de preguntarme a qué temían aquellas gentes, cuál era el mal, cuál la historia o la vivencia que había convertido aquel pueblo en algo tan hérmetico y receloso de todo y todos. No lo comprendía. En mi tierra de hielos y muerte blanca, un forastero bajo la ventisca siempre recibía cobijo. Siempre. Era la ley del Norte, era la ley que reinaba en aquellos lugares en que el Hombre solo contaba con el Hombre para sobrevivir...

Que le ocurría a aquella gente?

-Estoy sola.- la llluvia no daba descanso y sentía las ropas pesadas y frías sobre mi piel. - He caminado todo el día y solo busco descansar las botas, una comida caliente... y un techo que me aleje de esta maldita lluvia. - Le mire bajo el resguardo de mi capa, serena pero intrigada, qué le ocurría a aquella gente?- Por favor... dejame entrar.

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06/08/2011, 01:13
Ibraim

El hombre la escuchó atentamente aún con la inseguridad pintada en el rostro. No suelen salir con la lluvia... Sonrió ante la mención de Hans y trató de decir algo ocurrente cuando un ataque de tos le interrumpió. La cara grisácea del hombre apenas iluminada por la luz no mostró odio ni desprecio, solo miedo y desconfianza. Está bien, pasa -dijo con un resuello- pero no quiero problemas, ¿De acuerdo? Abrió la puerta, quedó atorada durante unos segundos la puerta por el barro acumulado en el bajío. El portalón se abrió lo suficiente como para que Gungnir entrase por su lado. El hombre la miró de hito a hito observando sus armas y la lanza. La desconfianza volvió a aparecer en sus ojos plomizos pero el paso al pueblo siguió abierta.

Techo encontrarás, si tienes monedas para pagarlo, aquí todo tiene un precio... Supongo que como en todos lados. ¿No? Cerró el portalón empujando con el hombro deteniéndose solo cuando los accesos de tos le detenían. Con presteza corrió las cadenas y colocó los pesados candados, un tanto oxidados pero de apariencia robusta. Ahora podía ver el pueblo, lo que había cerca no la impresionó, aunque sin nieve le recordaba a los fríos páramos que fueron su hogar. Las casas eran bajas, la mayoría en mal estado, de madera oscura e hinchada. Apenas se veían luces encendidas pero el ambiente del pueblo era de pesar, puro y dura la desesperación era uno más de los que andaba por las calles enfangadas.

Hay unas cuantas posadas aunque... ¿Que coño eres tú?. Un gato negro, empapado y con el rabo tieso empezó a maullar con premura. Ignoraba al guarda fuese cual fuese su nombre, sus ojos redondos y amarillos se clavaban en la mujer rubia. Empezó a maullar nervioso, insistente. Dió un par de pasos hacia atrás y continuó mirando a Gungnir. ¿Esperando a que le siguiera?.

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07/08/2011, 15:40
Gungnir

Miauuuwww...

Lástimero y urgente.

Miauuwwww miauww...

Acuciante e ineludible.

La mirada se me inclinó levemente para buscar al animal, para encontrar otro negro y otro dorado que me miraban llenos de intención. Intención? Realmente había un alma y una voluntad tras las pupilas de aquel micho?

Le observé aguda, afilada. Solo era un gato. Un gato que salía bajo aquella lluvia, que no despegaba su dorado del mio, que mantenía su cola desafiante al cielo que se vertía sobre él contra todo su instinto, contra toda su  naturaleza. Qué hacía allí? Por qué desafiaba a los dioses? Por qué me miraba así? Por qué?

Otro negro y otro amarillo me habían llevado a aquel pueblo... Por qué? Levanté la vista al cielo, buscando una confirmación...Solo obtuve el gris plomizo y su agua, siempre más agua, y la herida en el cielo de un relámpago furioso. Ellos no estaban. Hugin y Munin, trozos de mi destino, quizá de mi alma, ya habían hecho su trabajo. La decisión era mía.

Me escuche el latir con cuidado. 

-Sea...

Fue un susurro, leve y suave, casi inconsciente. Una aceptación tácita a la lluvia, al camino, a aquella mirada y a aquel gato que desafíaba su instinto para obligarme a seguir el mio. Sea. Nadie escapa a su destino, nadie quiere hacerlo.

-Gracias por dejarme entrar... - El miel de los ojos se perdió en la mirada apagada y opaca del hombre, y la media sonrisa que teñía ahora mis labios resulto salvaje, pero sincera, mientras la leve inclinación de cabeza daba paso a mi caminar firme sobre el barro. -Buenas noches.

Y así me adentré en Falcon's Hollow... al auspicio de una tormenta y de ojos de animal. Y al pasar a su lado, las pupilas observaron de soslayo la reacción de aquel gato empapado como empapada estaba yo.

Sea...

 

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08/08/2011, 00:16
Ibraim

Bu...

Buenas noches señora y... Cuidado.

Gungnir se alejó del guarda mientras este le daba la espalda para de nuevo con meticulosidad volver a poner las cadenas y cerrojos para asegurar el portalón, solo de detenía cuando un nuevo acceso de tos le obligaba a encorvarse sobre si mismo.