Partida Rol por web

Hacia sólo un par de días que habiáis llegado a la ciudad y por lo tanto, no habéis tenido mucho más tiempo para sacar las cosas de las cajas y colocarlas donde iban, en cada armario, en cada alacena. Dos días sin salir de tu casa, pero eso tampoco te había importado mucho, ya que primero, estabas ocupada con tu nueva habitación que era el doble de grande que la que tenías antes, aunque un poco más destartalada, y segundo, la lluvía no ha parado durante estos dos días, por lo que salir fuera era una locura. ¿Para qué mojarte el cabello, que tan guapo llevas?

Pero ese mediodía, justo un par de horas antes de la comida, mientras tu madre preparaba algo realmente rico ya que el olor que salía de la cocina abría el apetito hasta al gato, tu padre, sentado en la mesa del comedor, te pide que te sientes frente a él, que tenía algo que comentarte.

Y te dirigiste hasta allí, donde tu padre, Akito, estaba tomando un poco de te y leyendo el periódico de ese día. Siempre la misma rutina durante todos estos años, por lo menos, los días que no trabajaba. Sabías que por el tema de la mudanza, hasta dentro de un par de días tus padres iban a estar en cada dando el coñazo a su manera, pero la cara seria de tu padre en este momento, te daba a entender que tenía cosas importantes que decirte.

Siéntate frente a mí, Ayaka-chan. Tenemos que hablar del Instituto al cual vas a ir. Dijo Akito con su voz siempre suave y tranquila.

Sus gafas estaban en el lugar incorrecto, por lo que utilizó sus dedos íncide y mayor de la mano derecha para colocarlas en su sitio y continuar leyendo el periodico.

Ayaka se había pasado dos días completos sacando ropa, maquillaje y zapatos de las cajas que había traído para meterlas en el armario. No es que se gastara mucho dinero en ropa... pero nunca tiraba nada de nada. Seguro que algún día podría servir para algo, aunque pasara de moda y ahora no lo utilizara. Era un palo tener que hacer la mudanza... pero por otro lado, su nueva habitación era fantástica. Los libros de texto seguían en las cajas completamente embaladas. En el mismo sitio donde dejaron las cajas al llegar.

Estaba empezando a colocar los peluches cuando su padre la llama. ¿Qué querría?

Unos minutos después de la llamada, una adolorida Ayaka llega saltando a la pata coja sujetándose la punta del pie con una mano. Le había dado una patada al marco de la puerta de su habitación al salir. Tardaría mucho tiempo en acostumbrarse a las esquinas de su nueva casa... aunque la novedad no era una excusa. Siempre se estaba dando golpes con cualquier cosa.

Disimulando un poco la cara de dolor, se arrodilla frente a su padre al ver la seriedad del asunto.

Te escucho, padre.

¿Instituto? Pues... uno normal, ¿no? Como el anterior...

Me acomodé un poco mejor las gafas mientras escuchaba la voz de mi niña que me responde al llamado como siempre, rauda y servicial. Muchos padres quisieran tener una niña como la mía. Atenta, guapa, buena persona... estaría toda la mañana hablando bien de ella...

No te desvíes del tema, Akito, el instituto, el nuevo instituto...

Verás, cariño... Le dije dejando el periodico a mi lado y sirviéndole una taza de te de naranja con trazas de menta en una tacita de porcelana, la cual le dejé en su lado de la mesa. El instituto al cual te ha tocado ir... es el Seinei...

Seinei.

La palabra rebotaba en tu cabeza mil y una vez. Iba para un lado, para el otro... y después se quedó quieta...

Cientos de publicidades aparecieron en tu mente...

"Más de 10 Km cuadrados de superficie"

El Instituto Seinei...

"Diez laboratorios"

uno de los más caros de Japón...

"Teatro y sala de cine"

el mejor instituto de Japón...

"Campos de Fútbol y de todos los demás deportes"

uno de los mejores del Mundo...

"Pista de carreras"

el sueño de cualquier alumno...

Seinei, sí. Continué.

Bebí un poco del te y al ver que me quedaba solo un poco, me serví otra taza.

Este té está delicioso. Creo que pediré que me envien una nueva partida.

¡Céntrate, Akito!

Decía que gracias al Presidente de la Compañía y como no había plazas en ningún otro instituto casi quedando unos días para el comienzo de las clases, ha movido algunos hilos y te han dejado, como excepción, cursar allí el primer año, pero después, deberás buscarte otro colegio. Salvo que tus notas sean tan buenas que no te dejen escapar de allí. Finalicé sonriente mientras continuaba con mi té. ¿Qué te parece?

Todavía no había superado el shok. Estaba intentando por todos los medios controlar su reacción para no tirar la taza de té que tenía en las manos a la cabeza de su padre. Se fuerza a bajar la cabeza y dar un pequeño sorbo.

Respira, Ayaka... -Respira hondamente... y se atraganta.- Coff, coff... -Pero se recupera enseguida y vuelve a beber- Así, cálmate... poco a poco. Mmmmm... ¡este té está buenísimo!...Tendré que venir más amenudo a charlar con padre... ¡No desvaríes!

Con completa calma, deja la taza encima de la mesa y tarda unos segundos todavía en abrir los ojos. Con una sonrisa amplia en los labios.

Oh, padre... ¡Es maravilloso! Podré dar lo mejor de mí misma en los estudios durante este año... ¿Cómo no me va a parecer bien? Cualquier otra chica se moriría de envidia por mí... Tendré que esforzarme mucho pero lo conseguiré...

Hasta ese momento, Akito bien podría haberse tragado la perfecta actuación de Ayaka. Pero es en ese momento cuando la pelirosa frunce el ceño... señal de que su fuerte temperamento está a punto de salir a la luz. Efectivamente, sus finas y delicadas manos se estampan contra la mesa de té y sus ojos azules, tan brillantes y hermosos, se clavan con rabia en la mirada de su padre.

¡Eso es lo que te habría gustado escuchar! ¿Verdad? ¡Pues no va a ser así! ¡Sabes que se me da de pena estudiar y me metes en ese instituto donde voy a ser el hazmerreír! ¡La popularidad es algo muy importante para una idol, papá! ¿Cómo has podido hacerme esto? ¿Sabes lo que me ha costado no ser expulsada del instituto de Fukuoka? ¡Y era de nivel medio!

Primera fase completada: Ira. Finalmente suspira, respirando hondo por la nariz un par de veces otra vez.

Padre... No me puedes hacer esto... -Sus ojos se empañan en lágrimas mientras lleva sus manos delante de su pecho- Snif, snif... seré la última de la clase y todos se reirán de mí...

Segunda fase: Llorar a moco tendido.

No sé por qué me sorprende su reacción. Tal vez esté actuando, pero esas lágrimas parecen de verdad. Bueno, no creo que el instituto sea tan malo... supongo que al ser un instituto tan elitista le exigiran un poco más, pero mi niña puede con eso y con mucho más. Es la mejor niña del mundo y todo lo que hace lo hace bien. ¿Por qué no va a poder ser una buena alumna en ese instituto?

Por que ha sacado la inteligencia de su madre.

En ese momento, una risilla se me escapó de entre los labios, pero rápidamente volví a mi estado de tranquilidad mental zen. No iba a permitir que mi niña le fuera mal en el colegio... pero era la única opción que nos quedaba... eso... o que repita el curso...

Golpe bajo, Akito, golpe bajo.

Ayaka, no hay más opciones. Creeme cariño cuando te digo que lo he intentado todo, absolutamente todo para que puedas ir a otro colegio, pero ninguno quería aceptar más alumnas. En ese momento el Presidente vino a verme y me propuso esto... ¿es qué ni siquiera puedes hacer el esfuerzo de intentarlo? Le dije mirándola por encima de las gafas y dejando el té a un lado.

Ayaka cierra los ojos un momento, baja la mirada... y al volver a levantar la cara no hay ni rastro de lágrimas. Efectivamente, la pequeña de los Konami había vuelto a actuar. Ni la primera fase ni la segunda habían funcionado. No había nada que hacer.

Suspira y vuelve a tomar la taza de té para darle otro trago.

Está bien... lo intentaré... Si no hay más remedio... ¡lo conseguiré!

Levanta un puño ahora emocionada, con las llamas de la pasión moviéndose sinuosamente en sus pupilas azules.

Ninguna expulsión va a tachar el impecable expediente de Ayaka Konami... ¡y mucho menos va a impedir que llegue a lo más alto!

Y después del discursito, vuelve a arrodillarse como dios manda delante de su padre, tomando la taza caliente entre sus manos.

¿Tengo ya el uniforme preparado, padre? ¿Cuando empiezo las clases? ¿Necesitas algo más, padre?

Pregunta con voz dulce... tranquila y harmoniosa... imitando a la perfección el comportamiento de Akito.

Pero en ese momento, un paño de cocina vuela por los aires, pasando por delante de tu rostro y estampándose contra el rostro de hielo de tu padre. El paño lo golpea justo sobre las gafas y después cae a la mesa, junto a la taza de té. Akito, como siempre, se lleva sus dedos a las gafas y se las acomoda, levantando la mirada a la puerta de la cocina dónde tu madre, apoyada con un brazo sobre el marco y con el dedo índice apuntándole justo entre medio de los ojos como si fuera una pistola está sonriente como siempre.

Tu madre lleva el dedo pulgar hacia atrás y después, hace como si le dispara a tu padre.

A él se le escapa un suave: Arg cuando la imaginaria bala impacta sobre su cabeza y después, lo ves negar con la cabeza.

¡La comida está lista, gandul! ¡Levántate de allí y coloca la mesa para comer! ¡Maldita sea la hora que decidí casarme contigo, engendro del demonio de los mil infiernos del Yomi Wan! Grité con todas mis fuerzas mientras me llevaba el dorso de la mano a la frente y tiraba la cabeza hacia atrás.

Ayaka se queda pasmada al ver el trapo volar junto a su cabeza. Y no se mueve hasta que éste ha caído sobre la mesa. En ese momento, empieza a reírse a carcajadas.

Te lo has comidoooooooooooooo... ¡jajajajajaja!

Poco a poco se pone en pie, se arrodilla junto a su padre y coge el trapo para levantarse de nuevo y dirigirse a la cocina.

Yo te ayudo, mamá...

Consigue murmurar, aguantandose la risa desde el momento en que ha estado junto a su padre... para volver a reírse una vez dentro de la cocina.

¿Qué hay hoy para comer?

Pregunta olisqueando el aroma.

Una vez que sus padres han entrado en escena, se puede entender mejor la inestabilidad en el comportamiento de nuestra pequeña Ayaka...

Tenemos pollo al curry, pollo con almendras, ternera en salsa picante y cerdo en salsa picante, todo acompañado con arroz blanco y tallarines salteados con pimientos rojos, verdes y cebolla cortada finita de una manera especial para que tu madre no llore en el momento que esté cortando. Le digo de corrido a mi niña mientras observo como Akito prepara la mesa.

Supongo que todos estos platos son de tu predilección, pero no debes llenarte, por que de postre tenemos... ¡helado de chololate y de vainilla! Regalo de nuestra empresa... ¡dotación anual de helados de todos los gustos! Continué mientras miraba por la ventana. Aunque si sigue lloviendo así, supongo que cambiaremos los helados por arroz con leche o algún otro postre un poco más de invierno, ¿no crees, cielo?

Ayaka se inclina sobre la comida y vuelve a olisquear.

Mmmmmmmm... Mamá, como sigas cocinando así voy a tener que apuntarme a un gimnasio.

Bromea mientras da un par de palmaditas a su vientre plano. No puede permitirse el lujo de engordar. Su físico era su herramienta de trabajo y no podía estropearla. Y pensando en el trabajo... Tendría que ir buscando una fuente de información para enterarse de dónde hay cástings en esta zona. O eso, o buscarse un mánager.

¡Helado! Mejor aprovechar que todavía no hace tanto frío... más adelante no podremos comerlo y sería una pena desperdiciarlo, ¿no?

Insinua con una sonrisa inocente mientras va llevando platos a la mesa para empezar a comer.

Ayaka vuelve a su habitación con las manos detrás de la espalda. Al llegar allí, se da cuenta de que sólo faltaban por abrir y acomodar las cajas de los libros del colegio... así que a regañadientes empieza a vaciarlas poco a poco hasta dejar su escritorio lleno de libros, libretas y todo tipo de utensilios. En su mano queda un bolígrafo y su pequeño diario.

Se tumba en la cama bocabajo y empieza a escribir.

Cita:

Cuando ha terminado de escribir, cierra la pequeña libreta que hace de diario y la guarda debajo del colchón. Al dejar el bolígrafo sobre la mesita de noche, coge el teléfono movil que había dejado allí antes para ver si había algún mensaje o llamada.

No es que fuera "lo más" del mercado. Pero era discreto y tenía estilo. Y le había costado la mitad de la paga del último anuncio que hizo... Eso lo hacía todavía más valioso.

... NO SIGNAL ...

... NO SIGNAL ...

El móvil está sin cobertura en estos momentos. ¿Será la lluvia? ¿O la tormenta de rayos?

Tal vez algún rayo cayó en la antena repetidora de los móviles de la zona...

O simplemente es que en esa casa, no hay cobertura.

Ayaka parpadea un par de veces. Extiende el brazo y mueve el movil de un lado a otro, comprobando si hay o no señal. Negativo. Apaga y enciende el movil de nuevo. Nada.

¡PAPAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Eso es lo que se escucha desde el comedor. Eso y los pasos precipitados de la pequeña de los Konami, tropezando y aterrizando de culo en medio del salón.

Con lagrimillas en los ojos, no se sabe si por el dolor o por la pérdida de su teléfono movil, Ayaka sigue gritando.

¡MI MOVIL HA MUERTOOOOOOOO! ¡PAPIIIIIIIIIIIII!

Sentada en el suelo, espatarrada, sigue gritando hasta que alguien venga a socorrerla.

La miro por encima de las gafas y vuelvo a acomodármelas en su sitio. Saco mi móvil del bolsillo y lo miro enarcando una ceja.

Tiene razón, el mío también esta muerto. Seguramente la tormenta haya destrozado una antena. Mañana estará completamente solucionado y no creo que sea algo por lo que preocuparme ahora...

Tu hija...

¡Ah, sí!

Doblo el periodico en cuatro y me levanto de la mesa, colocándome el diario de hoy bajo el brazo y me acerco hacia mi niña, que yace de culo en el suelo con algunas lágrimas en los ojos.

Mi mano se apoya en su hombro mientras vuelvo a negar con la cabeza.

El mío también ha muerto. Creo que debemos enterrarlos juntos por lo que han vivido bajo nuestro techo. Lo mejor será que subas a tu cuarto y te prepares por que mañana empiezas el instituto. El uniforme está, claro, en la caja que dice uniforme Seinen.

Después, continúo caminando hacia el cuarto de baño, tarareando una vieja canción.