Partida Rol por web

Tras un minuto haciendo cálculos y tras rellenar una hoja entera de números Duncan da con el lugar que indican las coordenadas. Después dibuja un mapa terrestre muy básico y traza un circulo sobre el sureste de Rusia.
Todos intercambiáis miradas de confusión, una vez conocido seguís sin saber que significa el mensaje.

De repente Duncan vuelve a mirar sus cuentas y se corrige a si mismo poniendo el signo menos delante de su resultado. Tacha el circulo y dibuja uno nuevo sobre Anchorage, lo cual no tranquiliza al grupo precisamente.

- No sabemos quién envía ese mensaje, puede ser un refugio, un punto de extracción o incluso coordenadas para un ataque. - dice el almirante.

- Tengo un mapa de Anchorage con coordenadas anotadas que albergaban posibles portales al infierno. - dice de repente Edwards - ¿Podríamos usarlo para localizar el punto exacto? Aunque... está en mi camioneta...

Lent pone sobre la mesa su bolsa de armas y la abre por completo mostrando un pequeño arsenal militar.

- No soy experto en operaciones sigilosas, pero se que el plomo mata a esas cosas. Solo necesito voluntarios.

Sarah es la primera en negar con la cabeza, parece demasiado asustada como para tomar parte en la improvisada operación de rescate de documentos.

- ¿Nadie tiene una idea mejor? - dice Yu-ri esperando que alguien sugiera algo menos arriesgado.

Danny interrumpe la conversación con el viejo del refugio para seguir el hilo de razonamiento de Duncan. De repente, hay un nuevo objetivo. A pesar de la crisis de supervivencia y de estar, probablemente, a las puertas de la extinción de la especie, el ser humano es incapaz de meterse en una cabaña apartada y esperar el fin del mundo mientras se toma una cerveza.

Había que descubrir el punto exacto que marcaban las coordenadas interceptadas. Si para eso había que hacer una incursión en busca del mapa, se haría. Al fin y al cabo, los walkies indicaban que estaban seguros. Al menos, todo lo seguro que se podía estar en estas circunstancias.

Danny fue el primer sorprendido ante su reacción. Levantó la mano y dijo:

- Cuenta conmigo, Lent.

Me encojo de hombros cuando sugieren volver al vehículo.

- Me temo que yo sólo sería una molestia si queréis avanzar deprisa y en silencio - comento. "Al César lo que es del César". - Pero igual hay una forma más sencilla de resolver esas coordenadas - añado, aún algo fastidiado por haber hecho mal los cálculos. Es posible que con un poco más de calma y de tiempo pueda repetirlos con tranquilidad. - ¿Cuánto te fías del tipo del refugio? - Le pregunto a Danny. - Por lo que habeis dicho, es probable que él tenga un mapa para convertir esas coordenadas, así que sencillamente habría que decírselas o darle la frecuencia de radio para que luego convierta a Morse la localización de Anchorage donde correspondan, si creéis que alguien puede estar interfiriendo esas comunicaciones.

Por mi parte, prefiero darle la información a Howard. Como he dicho desde el principio, estamos todos juntos en esto y cualquier cosa que pueda servir de ayuda creo que es conveniente compartirla. Sé que Steve no se ha mostrado muy de acuerdo con eso, pero ahora somos más, así que será mejor que todos den su opinión al respecto.

Nuestra única opción parecía pasar por hacer una incursión de regreso a la carretera. Por el camino podíamos encontrar cualquier cosa pero parece que el militar confiaba en las armas, cómo no.
Me sorprendió ver que Danny también se apuntaba a la improvisada misión, no sabría si darle un arma a él era más peligroso que cualquier alienigena volador.

- Soy de los pocos con experiencia en armas, será mejor que también vaya. - Dije mirando fijamente a Lent para comprobar su reacción.

Duncan volvía a usar más la cabeza que el corazón, él tenía la alternativa que pedía Lent.

- Se que esta información está al alcance de cualquiera, pero si han usado un código es por algo. - Expuse una vaga idea que posiblemente todos habíamos tenido. - Creo que sería mejor mantener a ese tío al margen por el momento. No sabemos con quién puede compartir él la información, de hecho ni siquiera sabemos que nos espera si llegamos a descubrir el lugar que marcan las coordenadas.

Me acerqué a la mesa y busqué un arma corta, algo rápido de usar y manejable.

- He dicho que es mejor no moverse ahora que tenemos refugio, pero nuestra supervivencia puede depender de esas coordenadas.

La dirección a seguir no parece muy clara, aunque hay una evidente división entre los que quieren ir a por ese mapa y los que confían en seguir ocultos y compartir la información.
Finalmente ocurren ambas cosas, como era de esperar sin un líder claro cada uno hace lo que considera oportuno para su propia supervivencia.
El almirante, Danny, Henry, Edwards y Steve se marchan a la carrera en busca de la camioneta que abandonasteis en la carretera.
Steve, Yu-ri y Sarah se quedan en la cabaña, aparentemente a salvo.

Los vehículos se encuentran exactamente como los dejasteis, nada ni nadie parece haber pasado por allí. Edwards rebusca durante unos minutos mientras el resto vigila los alrededores, incluyendo el cielo, por si apareciese cualquier cosa.
Finalmente lo encuentra y regresáis montaña arriba a toda la velocidad que os permiten vuestras fatigadas piernas.

Mientras tanto en la cabaña Sarah toma la iniciativa y se dirige a Howard a través de la radio, le comunica las coordenadas y el hombre os informa de que os dará la ubicación en cuanto lo sepa, sin embargo pasados unos minutos no vuelve a responder.

En cuanto el grupo regresa a la cabaña Edwards despliega el mapa sobre la mesa, Duncan usa las anotaciones cercanas para calcular mediante triangulación la posición exacta que marcan las coordenadas. Tras repasarlo dos veces el lugar señalado se encuentra en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Anchorage.
El aeropuerto está a doce kilómetros y hay que atravesar media ciudad para llegar hasta allí, a píe.

Aún algo avergonzado por haberme equivocado con mis cálculos de forma tan estrepitosa, miro el punto del mapa que señalan las coordenadas. "El aeropuerto, ¡maldita sea! Si casi debería haberme sabido esos números de memoria..." Miro a mis compañeros un a uno,  intentando adivinar qué están pensando. Sin embargo, transcurre un momento en silencio sin que nadie diga nada.

- Bueno, supongo que nuestra mejor opción es ir allí... - digo. - No es que me guste demasiado la idea, pero no veo muchas alternativas viables. El bosque tal vez pueda proporcionar sustento a algunos, pero claramente no es algo en lo que yo tenga habilidades para participar, así que si hay alguna forma de irse de aquí, creo que será una mejor opción.

Por supuesto, tengo más motivos para querer ir allí. Un avión parece la única forma de dejar este estado y acercarme a mi casa, y por mucho que me preocupe lo que pueda encontrar allí, es preferible intentarlo a quedarme aquí indefinidamente.

El grupo que ha ido a buscar las anotaciones de Edwards parece motivado para iniciar el viaje hacia las coordenadas, está claro que las armas dan sensación de seguridad aunque no se sepa si son efectivas contra lo que os podáis encontrar.

- El bosque tampoco es el lugar mas seguro de Alaska, - dice Edwards - os sorprendería la cantidad de desapariciones al año que hay. Y eso sin alienigenas invadiéndonos. Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que debemos ir a ese lugar. Yo, como investigador, no puedo dejar pasar estar oportunidad.

- No os lo toméis como un viaje de placer, - responde el almirante - cubrir esos doce kilómetros serán unas cuatro horas si nada nos retrasa o nos corta el paso.

Lent parece que va a decir algo más, pero Yu-ri levanta la mano pidiendo la palabra e interrumpiendo al militar.

- ¿Realmente es mejor idea ir a comprobar un posible punto de encuentro con desconocidos que permanecer aquí refugiados? ¿Todo el mundo piensa que es mejor abandonar ésta cabaña?

Sarah se muestra poco convencida, el resto parece que tener claro que solo hay una opción con futuro en este momento.

Sin más dilación, y en vista de la opinión de la mayoría, todos cogéis un arma y comenzáis el viaje al aeropuerto.
Regresáis a los coches para comprobar que siguen en un estado inservible, de modo que el resto del camino será a píe.

Vuestra primera parada, tras una hora de viaje sin problemas, es en una pequeña tienda de comestibles frente al Russian Jack Springs Park, una enorme zona verde poco transitada de noche y por tanto presumiblemente más segura.
Os abastecéis de agua y comida, algo que llevabais necesitando desde hace horas. Lamentablemente la red eléctrica ya no funciona, por suerte el ambiente frío de Anchorage permite la conservación mas allá de los frigoríficos.
Mientras coméis con prisa observáis el cielo, las lineas han cubierto todo hasta donde vuestros ojos, y la curvatura de la Tierra, os permiten ver. Sea lo que sea parece haber terminado, o puede que siga por el otro lado del globo.

De repente una sombra enorme os sobrevuela, veis una figura triangular que pasa por encima de la tienda y se dirige hacia una zona despejada del parque. El triangulo, equilatero, debe de medir unos quince metros por lado y su grosor es de apenas cuarenta centímetros. Es de color negro, absorbe en gran medida la luz y no se ven dibujos ni formas en su superficie.
Lo más llamativo es el comportamiento de su material, parece estar compuesto por miles de cubos que ondean aleatoriamente como si de una tela se tratase. Tras unos segundos flotando a un par de metros del césped se eleva y continúa su camino, afortunadamente para vosotros su rumbo lo aleja de vuestro objetivo.

- Sea lo que sea eso, no es de los nuestros. - afirma Lent tan sorprendido como el resto.

- ¿Alguna idea de qué era eso, Duncan? -  pregunta Edwards aún boquiabierto.

Me quedé callado y descansando el trasero en una de las sillas para acumular toda la energía posible por si el mapa que trajeran nos diera algún punto donde dirigirnos para encontrar un lugar más seguro que la cabaña. No nos quedaba otra que sobrevivir y aunque pese reconocerlo, estar en esas cuatro paredes de madera no nos iba a proporcionar una seguridad a largo plazo. Con la llegada de los que salieron en busca del mapa llegó un destino al que dirigirnos: el aeropuerto. En absoluto silencio les miré a todos y esperé a ver qué tenía que decir sobre irnos a la quinta puñeta a pie teniendo en cuenta el peligro que nos esperaba fuera por culpa de esas mantas voladoras. Los walkies no podían avisar para tener algo de tiempo de reacción pero cuando esas criaturas cayeran en picado sobre nosotros y nos congelaran como había hecho con Aaron ya no habría nada que hacer. Ni si quiera sabíamos si las armas de fuego o el machete le harían daño.

— Tienes razón en que el bosque no es seguro pero desde luego lo es más que esta cabaña. No solo nos proporcionaría alimento si sabemos buscar bien sino que también nos serviría de cobertura gracias al follaje de los árboles. No nos perderíamos porque yo sé moverme bien por esos lares pero es evidente que no vamos a quedarnos allí eternamente viviendo de lo que nos de la naturaleza porque tarde o temprano alguna de esas cosas daría con nosotros, si no es a través del aire por parte de esas mantas voladoras, ocurrirá por tierra cuando esas “masillas”.

Al final por decisión de la mayoría salimos de allí y nos encaminamos hacia el aeropuerto, esperanzados de que sea un lugar que nos proporcionara la oportunidad de escapar de allí. La comida que devoramos nos sentaría mal, al menos a mi, después de ver lo que nos mostraba el cielo, no sabíamos qué era pero nada positivo seguro. Quedé con la boca abierta al ver aquella cosa triangular sobrevolándonos. Por un instante creí que sería nuestro fin pero lo que sea que fuera nos pasó de largo. — Qué genio… — murmuré bajito por lo que dijo Lent, vaya comentario más revelador… — ¿Una nave alielígena? — no me preguntó a mi pero me dio igual, respondí de la misma manera, Agh, era ridículo pensar que era real la posibilidad de que yo estuviese en lo cierto. 

Me agacho junto a los demás para ocultarnos de la vista de esa cosa voladora y escucho la pregunta de Edwards. Me empiezo a enconger de hombros justo cuando Steve contesta.

- Sinceramente, ahora mismo esa respuesta es tanto o más plausible como cualquier otra que os pueda dar - digo. - Déjame comprobar si también emite algún tipo de señal de radio - digo comprobando el walkie después de asegurarme que está configurado para no emitir ninguna señal propia.

Sin embargo, lo que más me preocupa no es el triángulo volador, sino la evolución de las líneas en el cielo. Si mis sospechas iniciales son correctas y se generan de la misma forma que las auroras boreales, el campo magnético que implica esa formación es tremendo y, desde luego, mucho más estable que el magnetismo natural de nuestro planeta. Es incluso posible que esté relacionado con el fallo generalizado de la electrónica. Lo que no tengo tan claro es si la activación de la ionosfera que es lo que realmente produce la luz está causada por el Sol, que probablemente siga con altos niveles de emisión, o por algún otro tipo de radiación, también artificial.

- Sea como sea, deberíamos seguir avanzando mientras intentamos evitar los espacios abiertos. Tanto las medusas como esa cosa se desplazan por el aire y, hasta ahora, lo único que nos hemos encontrado a ras de suelo han sido los humanoides grises, a los que nos podemos enfrentar con más facilidad que a esas cosas... - propongo.

La radio no presenta alteración alguna con la presencia de la presunta aeronave alienigena, o al menos no en las frecuencias que puede rastrear el walkie talkie.

Una vez el exterior parece seguro retomáis vuestro pequeño viaje a lo desconocido, la siguiente parada es un pequeño aeropuerto civil llamado Merrill Field. Rodearlo os llevará más tiempo, de modo que rompéis la valla que rodea una de las pistas y cruzáis a través de aviones estacionados y pequeños hangares.

- Creo que se la respuesta, pero ¿alguno de vosotros sabe pilotar uno de estos? - dice Henry señalando una de las múltiples avionetas alineadas.

Antes de que podáis responder el sonido de un disparo resuena no muy lejos de vuestra posición. Miráis hacía la torre y veis tres hombres correr alejándose del edificio. Uno de ellos aún lleva los pantalones de presidiario.
El disparo ha sido para acabar con uno de esos seres grises, otro más sale de la torre persiguiéndolos.
Su carrera parece dirigirse hacia una pequeña avioneta al principio de la pista, tan lejos que no podéis oír el ruido del motor pese a estar en marcha.

No os han visto, aunque en direcciones casi opuestas os separa la misma distancia del avión.

Observo un momento la avioneta.

- Bueno, yo hice una práctica en la escuela de ingeniería... Pero no tengo muy claro que me acuerde de mucho más que manejarla en vuelo, así que no sé si llegaría a poder ponerla en marcha... - Inmediatamente me pongo a recordar mis clases: el manejo de controles es sencillo, en los virajes hay que usar el timón de dirección con los pies mientras controlas el balanceo con la palanca, equilibrando el bastón y la bola del panel de mandos. En el despegue hay que elevarse de forma lenta, para evitar entrar en pérdida y corregir la distribución de peso con el trim una vez se alcanza el vuelo estacionario... Pero la parte de rodadura y el aterrizaje seguramente queden mucho más allá de mis habilidades. - No, me temo que no me atrevería a pilotarla. Al menos no siendo responsable de nadie más.*

Escucho los disparos y me agacho bruscamente antes de acordarme de que tengo una escopeta. La aferro con fuerza mientras observo el panorama delante de nosotros.

- Parece que esa torre tiene más de esos seres grises - comento, sin siquiera plantearme correr hacia la avioneta. Nosotros ahora mismo no tenemos ningún perseguidor, así que considero preferible que los presos consigan escapar de esas criaturas. - Tal vez deberíamos dar un pequeño rodeo para evitarla. Con todas las balizas y las señales de las calles de rodadura, seguro que podemos avanzar manteniéndonos más o menos a cubierto.

Yo tenía el machete entre manos por si había que partir por la mitad a una de esas masillas grises. Lo cierto es que estaba deseando que algunas se nos acercara para hacerlo, de ese modo la ansiedad que sentía oprimiendome el pecho se desvanecería. El síndrome de abstinencia es muy malo.

- Ni idea de cómo pilotar ese trasto.- pero cómo no, Duncan sabía hacer de todo, hasta pilotar aunque solo hubiese realizado una práctica. Empezaba tocar la moral tener al lado a un genio en todos los ámbitos, pero tambien es verdad que era conveniente para mi supervivencia. - Estamos pasándolo fatal como para que nos matemos en un accidente aéreo, yo lo descarto.

Me cubrió por instinto cuando se oyen disparos desde la torre... Vaya, hombre, otra vez nos cruzamos con los presos. Espero que no nos localicen.

- Estoy con nuestro genio. Pasemos sigilosamente y ocultándonos, veo difícil que nos vean si se están ocupando de esas masillas- y no espero a que apoyen esa decisión, comienzo a avanzar entre las balizas y otras avionetas para seguir adelante.

La avioneta comienza a avanzar antes incluso de los hombres lleguen a ella, veis como suben pero también lo hace una de esas criaturas. Aún así se mueve rápidamente por la pista y logra despegar, sin embargo cuando apenas ha avanzando cien metros comienza a hacer movimientos bruscos y terminar estrellándose en un parque cercano. No tarda en aparecer una columna de humo indicando el destino de la aeronave.

Continuáis vuestra peculiar travesía, el cansancio sumado a la ausencia de sueño comienza a hacer mella. Ya no camináis tan rápido como antes y parece que todo lo que lleváis encima pesa mucho más.
Llegáis a la parte trasera del Walmart de la calle A, un hipermercado enorme donde se vende casi de todo.
Por lo que conocéis de Anchorage sabéis que esta puede ser la última parada antes del aeropuerto, por delante os queda una gran zona residencial con miles de casas unifamiliares. Un infierno de callejones y esquinas que no van a ir nada bien para vuestra tranquilidad.

La fachada principal del Walmart está completamente desierta, a través de los escaparates se puede ver una parte mínima de la tienda, en principio no parece que haya nada vivo cerca de la entrada.
Al otro lado hay un aparcamiento gigante, está repleto de coches y la salida está colapsada con aquellos que intentaron huir y nunca lo lograron.

Henry, pese a su cansancio, no parece haber perdido su inoportuno humor.

- El fin del mundo debe ser la única forma de encontrar este lugar vacío. Propongo entrar y "comprar" algunas bebidas, no sabemos que nos espera y cuando volveremos a tener otra oportunidad.

Escucho a Henry un momento, pensativo.

- Preferiría ir directamente al aeropuerto, pero tienes razón en una cosa, no podemos estar seguros de que allí vayamos a encontrar nada, así que tal vez no sea buena idea dejar pasar la oportunidad de abastecernos... - digo pensativo, incapaz de tomar una decisión.

Miro a mis compañeros, esperando alguna respuesta. - Además, ahora ya no hay twinkies... - Digo en voz baja con una sonrisa triste, recordando una película que vi hace tiempo con mi mujer.

- De todas formas, si queréis entrar ahí, será mejor hacerlo con cuidado. No hemos vuelto a ver a la gente que se volvió loca y, si tienen alguna relación con esas cosas grises, se tienen que estar ocultando en algún sitio. - Vale que Anchorage no es la ciudad más poblada del Pacífico Norte, pero en algún lugar se tiene que haber ocultado todo el mundo. Aunque, visto lo visto, es igualmente posible que les hayan abducido... literalmente.

Echáis un vistazo al interior del Walmart sin llegar a entrar. No tardáis en ver sombras y figuras moverse entre los pasillos, lo que en un principio os parecen supervivientes resultan ser esas criaturas grises que parecen hacerse más numerosas a medida que os adentráis en la ciudad.

Sin mucho que discutir concluis que adentrarse en el establecimiento es demasiado arriesgado y que la recompensa está muy por debajo del peligro.
Abandonáis el recinto antes de que una de esas cosas os descubra y el viaje se convierta en una huida.

Durante la siguiente hora avanzáis de escondite en escondite, recorriendo callejones agazapados y cruzando carreteras a la carrera para reducir al mínimo vuestra presencia. Habéis visto algunos seres grises, parecen estar acechando cualquier cosa que se acerque.
También os ha sobrevolado otra de esas naves triangulares, puede que fuese la misma, ha pasado de largo en dirección sur.

Finalmente llegáis al aeropuerto. El lugar parece menos afectado por el caos, los aviones están en sus posiciones o en los hangares, el problema con las comunicaciones impidió el tráfico aéreo y gracias a ello seguramente cientos de accidentes.
No se ve movimiento en las enormes pistas de aterrizaje que recorren la zona, vuestro objetivo se encuentra en la principal. Sin embargo no veis nada, repasáis las coordenadas y a simple vista el lugar está vacío.

Desde el escondite que os ofrecen unos arboles cercanos oteáis la zona, no hay nada ni nadie cerca o al menos a la vista.

- Vale, hemos llegado ¿Y ahora qué? - dice Edwards tan confundido como el resto.

- Propondría esperar, pero la última vez no nos sirvió de mucho... - apunta Yu-ri señalando con la cabeza al almirante.

Se me hace la boca agua cuando pienso en cerveza o un exquisito sándwich. La idea de abastecernos en el centro comercial me parece más que aceptable y ya estoy pensando en llenar la mochila hasta los topes a pesar de que estoy excesivamente cansado. Sin embargo, cuando nos percatamos de que en su interior hay personas, o “masillas”, desechamos la idea. Hemos sorteado la posibilidad de morir de manera inmediata, porque por lo que presenciamos, eran demasiadas criaturas o personas locas las que estaban en el interior de la tienda, pero si seguíamos así, moriríamos de deshidratación.

Durante el resto del trayecto, no digo nada. No me quejo por puro orgullo. Hacía mucho tiempo que no lo pasaba así de mal; al menos donde me encontraba me daban comida y bebida, pero aquello por lo que estaba pasando ya era inaguantable.

La llegada al aeropuerto despertó ligeramente una esperanza que ya empezaba a morir. Allí dentro también había muchos comercios de hostelería, era muy posible que allí pudiésemos llenar nuestros estómagos y cargar nuestras mochilas de alimentos y bebidas. Esa era al menos mi prioridad porque lo necesitábamos. No nos alimentábamos de aire. La cosa pintaba bien porque a simple vista, no parecía estar tan arrasado como el centro comercial que dejamos atrás.

— Yo diría de adentrarnos en algún establecimiento para hacer lo que teníamos pensado en el centro comercial. Si no lo hacemos, no vamos a llegar mucho más lejos. — No sé si van a negarse o no, pero yo ya estoy moviendo me hacia el edificio pero con cautela. Tampoco voy a ir a lo loco si veo que diviso alguna amenaza.

Miro un momento a Steve.

- Si conseguimos largarnos de aquí, probablemente nos sirva con las provisiones que tenemos por ahora... - digo. - El mensaje con las coordenadas en Morse nos ha traido hasta esa pista, y con suerte habrá alguien que pueda llegar hasta aquí.

Miro el lugar, aparentemente vacío, con cierta desesperanza. - Si no encontramos nada, me parecerá bien buscar esa comida - digo. - Pero mientras...

Cojo el walkie que tengo para hablar con mis compañeros y cambio la frecuencia para sintonizar la señal con las coordenadas. Sin decir nada, empiezo a pulsar el botón para transmitir pulsos. Un suave pitido se escucha en el aparato: pi-pi-pi. PIII-PIII-PIII. pi-pi-pi... Repito la secuencia tres veces esperando que haya alguien al otro lado escuchando la señal. S.O.S. "Save Our Souls", dicen que significa, aunque no es precisamente nuestras almas lo que espero que salven.

Miro al militar, sabiendo que él reconocerá fácilmente la señal, como cualquiera que haya trabajado en un barco. - Se repite en grupos de tres, ¿verdad? - pregunto para confirmar mientras escucho el canal, esperando algún cambio en la señal que confirme la recepción del mensaje. Al cabo de un rato, vuelvo a enviar el SOS tres veces seguidas, seguido de las mismas coordenadas que ellos están emitiendo. - ¿Hay algún protocolo para enviar una respuesta en un canal próximo al que ellos emiten? - pregunto a Lent, porque normalmente el sistema del centro de control en el que trabajo ya está configurado y no conozco todos esos detalles. Por si acaso, repito la señal un canal por encima y por debajo de la frecuencia en la que se están emitiendo esas coordenadas.

Lent asiente con la cabeza a la primera pregunta de Duncan, pero ante la segunda se encoge de hombros.

- No sabemos con quién estamos comunicándonos, ni siquiera sabemos si están escuchando. Puede ser una emisión automática, pero es lo único que está emitiendo ahora mismo.

Comenzáis a escuchar un leve zumbido, la valla que rodea el perímetro del aeropuerto empieza a vibrar como si un pesado camión pasase muy cerca. Vuestro vello se eriza y sois capaces de notar como la electricidad estática invade la zona. La señal del walkie se pierde por completo, ni siquiera devuelve estática solo silencio.
Sin embargo no ocurre nada más, no sois capaces de saber de donde proviene este fenómeno.

Un ruido lejano llama vuestra atención, al fondo de la pista varios metros de valla han caído al suelo o más bien han sido derribados. Veis una veintena de esas cosas grises entrar en el aeropuerto pisando la valla derribada. Tras ellos se adivina otra masa gris, un grupo aún más numeroso.
Os separan cientos de metros, puede que casi un kilómetro, pero podéis ver que avanzan en vuestra dirección aunque es muy poco probable que os puedan ver, es como si supieran donde estáis.
Steve se detiene en su camino hacia el edificio, se esconde tras un panel que indica el numero de pista y otros datos.

Las dos opciones son luchar o huir. Gracias a Lent tenéis armas, aunque no sabéis si serán suficientes. La segunda opción, huir, plantea el dilema de a donde ir. Cruzar la pista y entrar en el edificio principal, intentar ocultarse en los hangares o abandonar el recinto para adentrarse en la ciudad.

Al notar que falla el walkie me aferro a la escopeta con la desesperación de alguien que sabe que no puede confiar en su habilidad disparándola para sobrevivir.

- ¡Tenemos que escondernos! - digo. Miro a Steve, que se había alejado ligeramente en dirección a la terminal para buscar algo de comida. El edificio principal está más lleno de pasillos y seguramente sea más fácil escabullirse por él que los hangares (que únicamente tendrán el portón para aeronaves y alguna salida trasera para personal hacia los talleres), pero lamentablemente, eso puede servir también para esas cosas. Sin embargo, no parece que sean muy dados a esconderse, así que probablemente nosotros podamos sacar más partido de los recovecos de la terminal.

- Espera, vamos contigo - le digo a Steve tomando una decisión, por mucho que me cueste normalmente hacerlo sin meditarlo tranquilamente.

— ¿Qué coño ha sido eso? — pregunto en un murmuro, y alargo el cuello hacia un lado guiado por la procedencia del sonido y de la sensación extraña que nos ha invadido de pronto. Entonces lo veo. La valla se va a la mierda a consecuencia de las "masillas" grises que en grupo la han tirado abajo y se acercan peligrosamente hacia nuestra posición. — Joder, joder, joder... Vienen... ¿Cómo saben de nuestra posición? 

Abandono la idea de adentrarnos en el edificio en busca de comida, ahora sí que estamos jodidos y nuestra prioridad es salvar el pellejo, además, que tampoco se me ocurriría ir hacia allá ahora porque habría que atravesar el circuito y seguramente pudieran localizarnos. Aunque... ¿sirve de algo si ya nos "sienten"? No tengo ni puta idea de como funcionan los sentidos de esas criaturas pero paso de arriesgarme. — Mejor que... — No puedo acabar la frase, no puedo realmente hablar porque ahora sí que estoy preocupado por mi vida. Dejo que mi avance responda a Duncan para que me siga si quiere, y busco esconderme en el hangar. Al principio creo que vamos a tener que hacerlo de manera individual pero pronto veo uno de esos vehículos llamados "jardineras" que son usados para transportar a los viajeros.

Me meto dentro y me voy al fondo cerca de la otra puerta que fuerzo un poco con el machete por si hay que salir por patas, y una vez allí me quedo muy quieto. — Tened preparadas las armas...