Partida Rol por web

Me parece totalmente una falta de ética pensar en salvar a una persona por dinero. ¿Si no pagaran no la salvarías? ¿Dejarías que los muertos vivientes tomaran su vida? Yo no, desde luego; jamás haría algo así y mucho menos me preocuparía de la vida de una persona cuando muchos corren peligro.

Estamos aquí por un objetivo, para salvar millones de vidas.

A Wolkot no le pasó desapercibido la mirada de desaprobación de uno de los clérigos de Pelor.

Tampoco esperaba mucho más de ellos

Me estaba divirtiéndome mucho viendo como Yoru sacaba de quicio a uno de los nuevos. Apoyando mis brazos en mis perfectas caderas, me limitaba a escuchar la conversación y sonreír a cada tontería con la que Yoru me sorprendía.

Cuando se alejó, me fui con él. Pasando por su lado, suavemente deje que mi mano tocara con la suya mientras me acercaba junto con Igor a la otra tienda, a ver si allí se cocía algo más interesante. 

Girándome en el momento justo, sonreí a Yoru y le guiñé un ojo.

Qué bien lo voy a pasar con él...

Meto las manos dentro de las mangas de la túnica  y bajando la cabeza   suspiro ante la tensa situación.El humor no forma parte de la equipación básica del paladín ni la prudencia  y la templanza de  los otros .Me encierro en mi mutismo  observando  a los demás  sin dejar traslucir  mis pensamientos.

- Es comprensible que no quieran quedarse a ayudarnos aquí en la plaza si de verdad están dispuestos a ayudar aquí lo único que harán será defendernos, pero es posible que logren erradicar el mal si es que tiene un origen. No se preocupen, ahora que liquidaron a esta última horda de muertos mandaré a mi sobrino a reparar las barricadas y estaremos protegidos por un tiempo. Con suerte el justo para que ustedes acaben con esta plaga  que lleva asediándanos por lo menos una semana ya. Solo puedo decirlos, gracias! - El hombre muy agradecido abrió la puerta dejando solo salir a su sobrino cargado con varias herramientas y este sin deciros nada y con la cabeza gacha se puso a reparar las barricadas.

Después os dirigisteis para el edificio de enfrente.

El murmullo de voces, el tintineo de la vajilla y el gemido de un instrumento de viento tocado con más ganas que maña salen de este edificio destartalado. Un letrero que cuelga precariamente sobre la puerta reza "Taberna La Sangre de la Niña". Un hilillo de humo se retuerce en lo alto de su ancha chimenea.

Muchos lugareños están refugiados en esta taberna cuando empezó el problema con los zombis y siguen aquí hasta que pase el peligro. Una decena de familias se apretujan en la sala comunal y otras dos decenas más ocupan las diversas habitaciones de invitados, armarios, sótano e incluso los pasillos.

Además en la propia taberna están el tabernero y dueño el cual está limpiando mécanicamente sus vasos en la barra. Tres tipos andrajosos que tienen pinta de vivir en el campo más que en la ciudad, los tres están jugando a las cartas y bebiendo cerveza. Y en una esquina sombría alejado de los demás mientras sorbe vino de una copa se sienta un hombre mucho mejor vestido que el resto, por su vestimenta podría pasar por un noble a pesar de está sucia y ajada.

Cuando entráis en la taberna, dos de los tipos que están jugando a las cartas refunfuñan y se van a ayudar al sobrino de Bildrath a reparar las barricadas. El otro les espera jugando a las cartas él solo.

Vaya, vaya, cuánta animación hay aquí. ¿Ha sido divertido mirar lucha de zombis contra bichos raros? pregunté a nadie en especial mientras miraba por toda la taberna

Wolkot se adelantó a Yoru para llegar a la barra. Tanto sudar le había hecho que necesitara algo de líquido.

Cerveza y de la buena.- pidió a uno de los que estaban detrás de la barra

Se giró a los que entraban en la taberna...¿vosotros qué queréis??? Invito yo... qué diablos, invito a una ronda a todos los presentes, no todos los días se consigue una victoria como la de hoy, sin bajas y a lo mejor mañana no estamos para disfrutar de estos momentos.

El guerrero sabía que eso animaría a la gente del pueblo que allí estaba y les animaría a hablar con aquellos desconocidos....o eso esperaba

- Mierda...

Yoru se lamentó. Había tantos rastos superpuestos de no muertos que era absurdo seguir uno concreto. Demasiados nomuertos como lso que habían abatido habían hoyado aquella tierra, mancillandola con la energía negativa que corría por sus venas. Era tarea y disfrute de Yoru cortar aquel hilo, pero siempre que había ratas, una era la reina, y lo mejor era ahogar el nido donde esta habitaba. Quizás con preguntas y un poco de interacción social, el grupo cazador descubría algo interesante.

Yoru notó la mano y la mirada sesgada que Quenya le dedicó. Luego contempló como movía ese cuerpo esbelto y curvilíneo hasta el interior de la taberna y se ponía a "animar" a los parroquianos con sus palabras.

El contonero... Los alardes... Quenya era una provocadora nata. Yoru lo tenía más que claro. Y bien lo sabía porque él mismo estaba hecho de la misma pasta. Los iguales tienen tendencia a reconocerse. Más aun los raros. Y no los diferentes. Los raros.

El elfo se quedó a un lado del marco de la puerta y se apoyó de brazos cruzados a un lado de la misma, con esa feroz y siniestra sonrisa suya, amplia como la expresión de un payaso. Contempló con descaro el contoneo de Quenya y luego centró su atención en Wolkot, que había tenido un acto de generosidad con los presentes.

En la taberna también se personaron los tres nuevos y pios luchadores e igor y su peludo colega habían entrado hace rato. El mastodonte de Thokk debía estar fuera con Envy, aun sorprendido por el cambio que esta había efectuado, seguramente temiendo que su aspecto pudiera soliviantar a los parroquianos...

- ¿Cuando aprenderá esa masa de músculos DE VERDAD que el aspecto importa... nada...? -reflexionó.

Acomodado donde estaba, guardando la entrada como un portero circunstancial, contemplo con desagrado el miedo e inquietud de muchos de los presentes. Sus ojos buscaron a Alesse. Aquella niña tenía la capacidad de calentar los corazónes de la gente con fe y esperanza. Lo que necesitaba aquella gente. Más incluso que una buena cerveza.

- La verdad, no se de quien lo habrá heredado... -se dijo Yoru para si mismo pensando en aquella niña a la que había cogido... ¿aprecio...?- Pero igual le viene bien la presencia de los luminosos estos... Parecen buena gente... de su estilo... aunque estén más estirados que con un palo en el...

Sus pensamientos se interrumpieron de golpe, mudando la expresión de su rostro.

Había tenido una revelación interior.

Pero comprendía que aun no tenía base sobre la que cimentar sus pensamientos y teorías. Así pues decidió callar y prestar atención. Además, sin nada serio con lo que desarrollar su idea, lo mejor era ver como Quenya se desenvolvía entre los lugareños y como Wolkot pillaba una buena tostada.

La sonrisa desquiciada volvió a su rostro...

Alese respiró hondo, y después pidió atención sin levantar demasiado la voz. No era necesario, el tono dulce atraía las miradas al momento, y su reluciente aspecto las capturaba. Aunque no tenía la capacidad de mudar de aspecto, sí era hábil con las expresiones faciales y corporales, y en ese momento decidió ponerse algo más erguida para resaltar su figura, que así ya no parecía infantil. Y su rostro, sin mudar de belleza, adquirió algo más de serenidad y firmeza, y así ya no parecía siquiera una adolescente, sino una mujer joven abrumaduramente hermosa. Los primeros en quedarse mirando fueron los chicos jóvenes, luego los parroquianos algo mayores y los niños pequeños, por último las mujeres; pero en muy poco tiempo, todos le prestaban atención, atentos a lo que tuviese que decir.

- Mi nombre es Alese, sacerdotisa de Pelor. Y como podéis ver formo parte de este grupo de aventureros que, por esas cosas de la vida, hemos llegado aquí al mismo tiempo. Podría ser una casualidad, pero da lo mismo, el caso es que hemos llegado aquí a la vez, y juntos hemos combatido a esa horda de muertos vivientes que parecían asolar el pueblo. Los que había en la plaza están todos... eliminados. Pero eso no es suficiente para solucionar el problema. Los muertos vivientes suelen ser creados por un mago poderoso que siga la senda de la nigromancia, o bien por algún adorador de un dios maligno. Necesitamos saber quien los está creando, y dónde. Cualquier información concreta que nos puedan proporcionar será bienvenida. Nada de suposiciones por favor, sólo hechos, cosas que hayan notado de uno u otro modo. Y de uno en uno, levanten la mano y yo les iré dando la palabra. 

Igor había sido el primero en entrar junto con Ocaso. Sus entradas en los locales no solían pasar desapercibidas, así que rápidamente atrajo las miradas hacia él.

Avanzó unos pasos para apartarse de la entrada y devolvió las miradas. Realmente estaba inspeccionando el lugar en busca de alguna presencia no muerta. Tras un breve momento de silencio, se disponía a hablar cuando por la puerta, a su espalda en tropel empezó a aparecer el resto de la <<compañía>> y cada uno por su cuenta, como no podía ser de otra forma, atrajo hacia sí parte de la atención de los parroquianos allí congregados.

Viendo como acontecían las cosas se apartó a un lado. Hasta ese momento su cuerpo impedía la vista de la entrada, por lo que el hacerlo fue como correr el telón en un teatro, dejando paso a la impresionate figura de Alesse, que les habló a todos.

Él, con movimientos muy lentos, para no desviar la atención creada por la dama de blanco*, se retiró a un lado de la puerta de entrada y allí permaneció, atento a lo que ocurría e impidiendo de forma educada y con un gesto de calma que nadie más entrara <<como Pedro por su casa>> interrumpiendo las palabras de la sacerdotisa de Pelor.

Viendo como todos sus compañeros, a excepción de Envy, entraban en lo que parecia una taberna decidió que su presencia allí sería contraproducente para conseguir informacion de los aldeanos, al fin y al cabo creía que no le dejarian torturarles que es como Thokk conseguia información. Viendo como salian 3 hombres y se ponian a arreglar las barricadas dijo a Envy: No creo que los aldeanos se alegren de ver mi fea cara, esperare aqui fuera. mientras se acercaba: Esperar que os ayudo, soy fuerte y eso podria ayudar.

El sobrino de Baldrith y los tipos que salen de la taberna aceptan con mucho gusto la ayuda de Thokk para reparar las barricadas. En tan solo unos minutos recopilan maderas, puertas y mesas y la barricada queda como nueva, a pesar del destrozo causado por los zombis y el aliento de Quenya.

Por otro lado, Wolkot invitaba a todos los presentes a una ronda más y los parroquianos se pusieron a vitorear a los recién llegados. Los gritos de emoción, los "aleluyas" y los "estamos salvados" se oían por todos las dos. La gente se había animado ante la presencia de los aventureros y mucho más gracias a la oferta de Wolkot.

Esto te costará un poquito - dijo el tabernero mientras contaba a los presentes que había en la sala - quizá unas 40 piezas de cobre, más o menos.

Tras el alboroto causado por el guerrero, Alese enmudeció a la clientela con sus palabras y su presencia. Aquella pequeña chica parecía toda una señora y cuando finalizaron sus palabras todos miraron a otros lugares, parecía que nadie sabía nada o no querían responder. El único que no les quitó ojo fue el tabernero que alternaba su mirada entre la apuesta Quenya, la carismática Alese y el extraño individuo que estaba sentado en un rincón de la taberna. Entonces cuando nadie dijo nada, el tabernero volvió a habler.

¿Por qué no les cuentas lo que sabes, Ismark? - el hombre se echó la capa por encima y se ocultó entre las sombras. El tabernero volvió a hablar: Ellos han sido buenos con nosotros y parece que traen buenas intenciones. Ismark se levantó con la copa en la mano y dio un largo trago mientras miraba al guerrero.

- Esto lo hago por ti. dijo mientras señalaba con la copa vacía a Wolkot - Es raro ver gente generosa ya en este pueblo. Pero vos lo habéis sido conmigo, así que yo lo seré con vos y la jovencita. Y ahora que se puso de pie se percató del tamaño de la clériga.

Entonces tomó aire, apoyó la copa en la mesa y os dijo:

La plaga comenzó en la iglesia. El sacerdote Danovich solía proteger la iglesia y el pueblo, pero su vigilia se vino abajo cuando su hijo Doru fue asesinado por maleantes en el Viejo camino de Svalich. Nadie sabe qué ha sido de Danovich, pero poco después, los muertos volvieron a caminar. Si no se los detiene, todos moriremos en pocos días.

- ¿Hay alguna autoridad aquí en el pueblo? ¿Salió alguien a pedir ayuda a otros pueblos? ¿Los muertos que hemos visto y combatido tenían rostros que habéis reconocido como parientes enterrados en vuestro cementerio?

[B]- Supongo que la única autoridad que queda en pie, ahora mismo sería yo, aunque no me han nombrado para tal cargo. Soy Ismark "el Menor", hijo de Kolyan Indirovich el burgomaestre de Barovia. Bueno, era el burgomaestre... ¡Ahora mi padre está muerto! Su cuerpo ha yacido durante 10 días o más en la mansión. Mi hermana sigue allí, asediada por los zombis.

" Que yo sepa nadie ha pedido ayuda todavía a ningún pueblo ni a ningún aventurero, ¡es una casualidad que justo hayais llegado aquí! La gente se encerró en sus casas y luchó contra los zombis como pudieron. Aquellos que fueron dañados por sus ataques y caidos en combate se han levantado como uno más de ellos. Afortunadamente ninguno de nuestros antepasados se ha levantado, los muertos del cementerio siguen allí enterrados, que sepamos..."[/B]

Observo como cada uno del extraño grupo de aventureros comienza a separarse por la taberna cada uno a sus quehaceres. Por otro lado, la seguidora de Pelor llamó mi atención. Parecía tratar de ganarse a los parroquianos por su aspecto físico y no por la sabiduría que un servidor de los dioses ha de mostrar en todo momento.

No comparto esa forma de ser, pero la acepto.

Me giro hacia mis compañeros iluminados y me dirijo en un tono reducido a la paladina.

-Ashlyn, ¿qué vamos a hacer? ¿nos vamos a quedar con este grupo aunque no atienda a nuestros objetivos y tratamos de liberar el pueblo de esta amenaza directa o tratamos de conseguir lo que hemos venido buscando?

Envy seguía en un mutismo continuo desde sus palabras con los seguidores de Pelor. Aun no se había acostumbrado al hecho de que todos supieran que era, no le molesto la canción de Yoru, incluso le gustaba, no por la canción, sino porque sabia que el tonto la cantaba para molestar y al mismo tiempo elevar su humor aunque el no lo fuera a reconocer nunca.

Ella no hablo y se quedo a un lado cuando hablaron con el hombre refugiado en la posada, y cuando el resto se fue a la taberna no tuvo deseo alguno de entrar, digamos que se quedo con la excusa de vigilar fuera, y cuidar de que no hubiera un ataque mientras se reparaba la barricada.

Ante las palabras de Thokk, ella solo contesto. –Tampoco creo que quieran que asome el hocico- Dijo con un pobre intento de recuperar su alegría. Sabiéndose que si los parroquianos habían visto la pelea, también era posible que le reconocieran como una loba.

Thokk en seguida se ofreció a ayudar, y ella en realidad quería ayudar ya que era fuerte, pero como distraída por su interior, no reacciono, y cuando dio forma al pensamiento ya estaban terminando, por lo que solo se acerco a la barricada. Y se quedo mirando al otro lado, buscando alguna cosa rara, y olfateando el aire para buscar algún olor de algo nuevo, como cual lobo en busca de un objetivo. -Dime ya que piensas Thokk, se que esta parte de mi no es lo que esperabas- Le solto sin mirarlo, mientras veia al otro lado de la barricada, sin girar su cabeza.