Partida Rol por web

-Es un motivo muy noble. Normalmente suelo decir que es mejor dejar el pasado en el pasado y no remover los restos pero te ayudaré a que desveles éste misterio-se frotó las manos sin dejar de mirar el fuego de la hoguera- da igual lo que descubramos, nunca te olvides de quien eres ahora-dijo como si hablase para si mismo.

Tranquilo Kevan, mas que molestarme me sorprendió eso fue todo—dijo con media sonrisa sin querer recordar el momento para evitar humillar al mago aún más, dadas las circunstancias de la escena de la posada. La chica se colocó la flor den la oreja, pues no quería ofenderlo y se dejó caer al suelo con expresión perezosa, tenía ganas de dormir ahi mismo, con el aroma del campo dentro.

Bueno, Ameiko, pronto lo sabras todo. Ya verás...

Drommbar despertó con un ronquido violento y gruñó desperezándose.

- Mmmh... ¿me he perdido algo interesante? -preguntó con voz gangosa.

El segundo día pasó también sin contratiempos. Pero las cosas no eran fáciles y la inexperiencia les había jugado una mala pasada. No llevaban provisiones suficientes y, pese a que Shalelu seguia trayendo comida, no era suficiente para todos. Compartieron como podían la poca comida que les había sobrado y lo que había traido Shalelu, pero era comida excasa para cuatro personas. Los caballos tenían hambre y tampoco podían comer. El día siguiente sería un día duro, y seguro que no irían a la misma velocidad a la que habian ido, dado que las fuerzas por el hambre pasarían factura, y los estómagos rugirían durante todo el día.

Grongar no decía nada, pero su tripa hablaba por él. Los ruidos que hacía eran suficientes para ser escuchados por sus compañeros cuando estaban cerca. Menuda tontería no haber comprado más comida, nunca pensó que un viaje así pudiera ser tan duro y esta vez poco tenían que ver los goblins y sus fuegos de artificio. Grongar creaba algunos galones de agua, pero no podían subsistir solo bebiendo sin comida. Y lo que es peor, bebiendo agua y no cerveza.

-Gracias Shalelu, que haríamos sin ti-le dijo un sentido enano mientras comía la parte que le tocaba.

Mmmmm—dijo chica llevandose la mano al estómago— Cierto, y Ameiko cocina muy bien... Eso si... el viaje de ayer me revolvió las tripas... ¡La resaca que llevaba! Espero que lleguemos pronto. Para la próxima vez compraremos más comida

Efectivamente, el cansancio era horrible. Y, acentuado por la sensación del hambre, hacía que cada paso costara una barbaridad. Sandru ya había vivido sensaciones como aquella, por lo que parecía el más relajado de los presentes. Pero el gesto de cansancio y los rugidos del estómago acompañaban a cada uno de los presentes.

El hambre se cebaba en Kevan, que empezaba a dejar a animar a la caravana con sus trucos.

- ¿A cuanta distancia estamos Sandru?

Sandru apoyaba la cabeza contra un lateral. Llevaba dos dias comiendo entre muchos la comida de muy pocos. Kevan le hizo una pregunta, pero casi no tenia fuerzas ni para contestar.

- Queda poco. - dijo - Estamos avanzando muy lentos. Los caballos tienen hambre y a pesar del agua y de que le estamos dando parte de las bayas que trae Shalelu, es complicado que avancen rapidamente sin comer una ración considerable. Asi que intuyo que nos debe de quedar un día más, quizás dos.

El estómago de Debbe rugía como un lobo hambriento, pero no se quejaba demasiado. Ya había vivido antes la privación de comida, cuando era una niña y empezó con sus pequeños robos además, ellos eran culpables así que mejor no quejarse para no oír un "ya os lo advertí". 
La chica había tratado de hacer una trampa a lazo, pero no parecía haber tenido mucha fortuna en su intento. Bueno, pronto llegarían a la ciudad y podrían comer a sus anchas.

Y tal y como decía Sandru, llegaron a la ciudad de Galduria. Era la primera parada que tenían pensado hacer de camino a Brinewall.

El estómago apremiaba, asi que Debbe agarró los fardos que consideró necesarios para ir a venderlos cuanto antes. Con el dinero que sacara, se comprarían una buena comida y dormirían en la posada para continuar al día siguiente después de hacer las compras pertinentes.

La chica había tenido buen cuidado, de ponerse una muda limpia y cepillarse el cabello para tener un aspecto más presentable y decente frente a los ciudadanos, así como de poner su mejor cara para que no viesen que tenía un hambre tan grande que se hubiese comido las alfombras. Nunca se había dedicado a vender, aunque Sandru le había enseñado a tergiversar las palabras cuando era niña, algo en lo que había mejorado considerablemente desde que le había visto la última vez. Si la gente quería llamarlo engaño, de acuerdo. Que lo llamasen así, pero nada de lo que decía era completamente falso, o quizas si.

Cuando vió a un comerciante local con su mujer coger una de las vasijas puso cara de preocupación y dio un salto haciendo al hombre casi tirar la vasija por la impresión. La chica murmuró un "Lo siento no está a la venta" para captar su atención, haciendo desaparecer a su espalda la bella vasija.

No puedo, moralmente hablando venderle esta vasija, pero fijese que alfombras, que diseño...son hermosisimas ¿verdad? —comentó la joven—Son autenticas alfombras Varisianas, algunos dicen que hasta pueden volar... aunque claro, yo no creo en esas tonterías y nunca he visto nada parecido. De verdad que no— dijo mirando la jarra con desconfianza. La chica pretendía atraer el suficiente público como para vender finalmente aquella jarra por el doble o incluso el triple de lo que costaba y para ello comenzó a mirarla con desconfianza mientras contaba una historia— Mire que calidad, que entretejido. El mejor hilo de esta parte del mundo, puedo asegurarselo... Y ve esta...esta es especialmente bonita... y como todas las cosas hermosas tiene una bella historia detras—improvisso la chica—una historia de amor.

La mujer tejió esta alfombra mientras el marido iba a la guerra. Todo el mundo pensaba que había muerto, porque no regresaba, aun cuando todos los supervivientes habían vuelto ya... La gente empezó a presionarla, pues hablamos de hace casi cincuenta años, cuando las cosas no eran tan faciles, querían que se casase y ella dijo que cuando terminase la alfombra en honor a su difunto marido, volvería a contraer matrimonio....Lo que la gente no sabía es que descosía por la noche su trabajo para alargar el tiempo, pues para ella, no había mas hombre que su adorado Ulis. Pasaron cuatro largos años y finalmente su marido apareció. Había sufrido amnesia pero gracias a los dioses, su camino le había llevado tras muchas aventuras a su hogar, y cuando vio a su mujer, sentada en la puerta recupero milagrosamente la memoria. Dicen que cuando Enelóp terminó su obra, hicieron el amor sobre esta alfombra y los dioses quedaron tan complacidos que protegerían la relación de quien la poseyese.

La joven suspiró mirandola ensimismada. Dicen que da a los matrimonios estabilidad, amor y fertilidad para siempre, si yo estuviese casada no la vendería ni por todo el oro del mundo.

Era el momento de que la mujer convenciese al comerciante para comprar esa alfombra y el hombre a la mujer de hacerse con la vasija. Aquel era el plan de Debbe, además de conseguir un buen número de clientes potenciales que la escuchasen para ver si conseguía vender algo mas ¿Tiene que pensarselo? Bueno, pero dense prisa, aquí está empezando a llegar mucha gente—dijo mientras mostraba unos finos vasos a otros curiosos que se asomaban por allí. Si, aqui es donde se vende la cristalería y las alfombras de Varisia

Sacais 19 monedas de oro por la venta de uno de los fardos. No era suficiente dinero para comprar más que una carga de provisiones. El siguiente viaje, no obstante, era mucho menor que el anterior. Y descansar en la caravana era gratis si tenían comida.

Debbe se acercó al grupo en la caravana que había estado deambulando, observando o simplemente descansando mientras ella volvía de nuevo, con la capucha puesta y una sonrisa mal disimulada en el rostro

—No he sacado mucho, la verdad...—comentó perezosamente para luego añadir mordazmente— tan solo...19 monedas de oro. Nada mal, para ser la primera vez que negocio.

Ahora quedaba por decidir que era lo que iban a comprar -a parte de bastantes provisiones-

El enano regresó a la caravana malhumorado.

-Malditospaganos,atreverseadeciresocuandolounicoqueyoqueriaeraayudarlos.Deberiacaerlesunrayoeneltejadodesumalditaposada-refunfuñó entre dientes pero cuando, al alzar la vista vio que los demás lo miraban se rascó la barba y les explicó lo que pasaba- he ido a la posada para bendecirla con la gracia de Caydan Caylean. ¿Y a que no sabeis que se han atrevido a decirme? ¡Que no necesitaban la ayuda de ningún dios borracho y vago! ¡Ja! Una posada es justo lo conecesita, borrachos. Con gente tan avariciosa s imposible dialogar, asi que me fui sin beberme la segunda cerveza. 

Debbe ladeó la cabeza ante la salida del enano. Ya había pensado en entrar en la taberna a ganarse unas monedas con sus habilidades para el juego. Y el ver de tan mal humor al alegre enano la hizo desear aún mas sacar algo de dinero a esa gente.

—Vaya—respondió con tacto—No suele ser buena idea insultar a los dioses, aunque no seas su seguidor... No es muy inteligente por su parte. Por cierto... ¿No habría alguna timba o partida de dados? preguntó con picardía mientras movía con rapidez las manos con la habilidad de un prestidigistador— Tengo la impresión de que despues de esto Desna y Claydan se pondran de acuerdo para darme "suerte". La chica rebuscó en la bolsa y deposito unas monedas de oro, quedandose con un puñado de monedas plateadas que utilizaría para apostar.
¿Porque no llevas a tasar la armadura? Seguro que nos dan bastante por ella

-Y pensar que hace dos días estaba tan contento en el Dragón verde sentado encima de ese cofre... y ahora parecemos un atajo de gitanos. Sea, venderé la armadura. Lástima que no sea de mi talla, es muy bonita-dijo el enano mientras la cogía-¿Estas de acuerdo, Ameiko?-le preguntó sabiendo que la armadura quizás le importase por ser parte de alguien ligado a su familia.