Partida Rol por web

-Claro que si, morena, se nota a la legua que eres una mujer independiente, fuerte y que sabe lo que quiere- Le guiña un ojo a Val y la obsequia con la mejor de sus sonrisas -Entonces una ajustada armadura de cuero para ti ¿Como arma no querrás una fusta verdad? Unas cuantas flechas para nuestro infalible cazador y ¿ropajes de piel? Y por último pero no menos importantes, unas gualdrapas y unas alforjas para nuestro hercúleo luchador. ¿Armas necesitáis nuevas? Yo estas las veo bien, pero a lo mejor lo que se necesita es saber utilizarlas ¿Recordáis como decapito Dunkel a ese lagarto enorme con el único golpe que lance?

Entonces Dunkel buscara al mendigo que tenga pinta de ser mas espabilado y de confianza, dejara caer una moneda disimuladamente y le susurrara:

-Ey, socio, puede ser que se caigan mas como estas si trabajas para mi unos días. Ahora mismo necesito un lugar donde comprar equipamiento... armaduras, ropa, armas, ya sabes, que tenga una buena relación calidad precio. Después me llevas a una posada decente, con baños calientes, esto es condición sinecuanum. Allí te daré de comer y de...-Hace un gesto de empinar el codo y le guiña un ojo- Y te encargare otro trabajito ¿hay trato?

Primero consigamos un sitio donde dormir y lavarnos un poco, saliendo de este pozo de excrementos, y luego dedicaos a las compras...

Y a ver si pasa pronto la noche, y podemos ir a ver a Aluino lo antes posible.

Sólo darte una excusa para hacerlo (le digo sonriendo) Saber que mujeres hiperboreas volver locas por bárbaros... JAJAJA

Observé a nuestro dicharachero compañero:

-Armadura tengo, no es la mejor pero por ahora funciona. Una espada zíngara o una encantada no me iría mal, pero yo intentaría pasar desapercibida... y si, tuviste suerte de matar a aquel lagarto después de que Ator y yo nos matásemos contra cuatro de ellos. Rematar a una bestia moribunda siempre es fácil.

Esperé a ver que contestaba el mendigo.

No es de fiar... me decía algo en mi cabeza.
 

Yo necesitar espada más grande y armadura, mucha armadura, tanta como tu poder pagar. 

Al hombre se le ilumina la cara a la vista de las monedas.

- Grasias! grasias! gran señor!, oh! alabado sea Mitra,- alza los brazos al cielo, momentos antes de intentar besar la mano de Dunkel, pero éste se aparta justo a tiempo.

Su olor es una mezcla de orines, con alcohol, sal marina y pescado podrido. 

- Haré lo que pedís, si, Aurelio es vueso hombre, conosco bien, la siudad, y se donde podéis conseguir esas cosas, si, si, - os hace un gesto para que le sigáis, - síganme vuesas señorías, sus llevaré a las nueve espadas, una posada decente, donde tratan bien a Aurelio además. - Llegáis ante un edificio grande de dos plantas, con cartel de posada, no está muy lejos del pozo, ni muy lejos de la entrada de la ciudad. Parece limpio, y al acercaros, se aprecia un olor a carne asada delicioso.

- Maese Sabral, es el dueño, buenas gentes, si , - continúa el hombrecillo llamado Aurelio, mientras os hace gestos para que entréis - comamos, comamos, y luego Aurelio irá a hablar con sastres y armeros, si, si, pasen, pasen, oh alabado sea Mitra, - intenta besar de nuevo la mano de Dunkel, pero éste vuelve a apartarse, por lo que el mendigo opta por besar su capa...

Qué bonito día hace, digo, mientras salgo a la calle y remoloneo un poco para que en lugar de ir todos

en grupo a casa de Aluino, pueda ir manteniendo la distancia y evitar parecer un grupo de 4 personas buscadas por la justicia, si es que a lo que hay aquí, se le puede llamar así...

Caminaba espectante vigilando a los transeuntes de camino a la casa de Aluino:

-Ahora dirá que hemos tardado mucho o creerá que hemos huido. -me quejaba- hemos tardado mucho y parecía un tipo serio.

Apretaba la empuñadura de mi arma mientras caminaba embotada en la túnica.

Dunkel camina altivo, con paso seguro y con el pecho hinchado cual orgulloso palomo.

-Tampoco hemos tardado tanto, morena, una noche de descanso es lo mínimo que nos merecíamos tras nuestra heroica huida. Además las cosas que merecen la pena hay que hacerlas con tranquilidad y paciencia, seguro que solo te has encontrado con tipo impulsivos, que actúan egoísta y precipitadamente y no con hombres que saben hacerlo tomándose su tiempo para hacerlo bien.

Sonríe y sigue con sus andares vaciletas hacia el lugar donde se reunirán con su benefactor.

Camino mientras replico en voz baja:

-No parecemos mercenarios serios a los que contratar, y posiblemente allí hubiese sido el sitio donde mas seguros estábamos y no te habría hecho falta gastar el dinero que robaste. -Finalmente le advertí- Por cierto, si tienes pensado robarme algo a mi espero que seas tan ágil con los pies como con las manos, porque si no tu cabeza acabará en lo alto de una pica.

-Mientras parezcamos mercenarios caros la seriedad es secundaria –Y aflige el gesto cuando le acusa de ladrón -¿¡Robarte yo a ti dices!? ¿¡Tienes el valor de acusarme tú a mí!? –Responde a Val melodramático –Cuando tú eres la ladrona, tú eres quien me robo el corazón y también te apoderaste de mis más dulces sueños nocturnos desde la primera vez que te vi en aquella apestosa celda –Pone cara de penilla y hace como que se limpiara una lagrimilla del ojo.

-Es un aviso, conozco a los de tu calaña  -sentencié- y si tuviese tu corazón ahora mismo lo exprimiría entre los dedos y cuando dejase de sangrar se lo tiraría al primer perro que viese para que se lo coma.

Finalmente, y tras un agradable paseo, más o menos al medio día, os encontráis de nuevo frente a la casa, que según os dijeron, pertenecía al noble Aluino Barantes. Está sita en un lugar claramente más rico del que provenís, con más anchas avenidas, calles más limpias, y casas más grandes y cuidadas. 

La casa del rubio se encuentra en la esquina de una tranquila plaza dedicada a algún antiguo caballero Zamorio, de nombre ya olvidado.

Sin más demora, llamáis a la puerta, y tras unos instantes, alguien abre una rendija, para echaros un vistazo, - ¡por Mitra! ¡sois vosotros!, - oís al otro lado. La puerta vuelve a cerrarse, y continuación se escuchan una serie de sonidos de cerrojos y cadenas al descorrerse, luego, cuando parece que todo ha terminado la puerta se abre lo suficiente para que veáis a un hombre de estatura media, complexión débil, elegántemente vestido con una librea roja y adornos dorados.

Os da paso, de manera algo apresurada, y cuando el último está dentro, vuelve a cerrar la puerta, no sin antes comprobar que no haya nadie mirando.

- Pensamos que no vendríais, ha pasado casi un día entero, ¿que sucedió? ,- os dice, antes de comenzar a andar en dirección a unas escaleras, esperando que lo sigáis.

Tras huir estar cansados y descansar. 

Somos gente de palabra, y si nos comprometimos a venir, lo cumplimos, por eso estamos aquí.
El retraso se ha debido a la necesidad de nuestros sacrificados compañeros, los que más sufrieron para que pudiéramos salir de la arena, de pasar una noche de reposo y cura.

El caso es que hemos venido a ver a Aluino, así que si no tienes inconveniente... te seguimos...
 

Mi mirada fulminó al ladrón...

-Además seria una descortesía presentarnos llenos de sangre y barro en una casa tan bonita, preferimos arreglarnos un poco antes de reunirnos con tu señor –Con dos deditos se recoloca la capa con altanería.

Dunkel se pasea lentamente por la sala a grandes zancadas, tasando mentalmente lo que costarían las piezas decorativas o de algún valor del cuarto, mientras dice sin siquiera mirar al sirviente –Mi buen amigo, por favor ve y dile a tu amo que Los Intrépidos de Dunkel ya están aquí –Y al sentir la mirada punzante de Val en su pescuezo, le dedica una sonrisa al pensar que le esta haciendo ojitos.

Me acerco a Dunkel y le susurro que tenemos que seguir al sirviente (suponiendo que lo sea) en dirección a las escaleras...

¿¿¿Los intrépidos de Dunkel???... En fin...