Partida Rol por web

Nuevamente, Morodar resiste la llamada del ser detrás del portal, mientras que Zenram es capaz de evitar las garras que lo intentan apresar.

Kalarel, trata de golpear a Merhin con su cetro, pero el enano está atento y detiene el golpe. Sin embargo, no logra golpear al clérigo cuando este se mueve.

Kalarel observa a Merhin y le dirige un rayo helador.

Sufre la ira de Orcus...

Merhin siente como todo el cuerpo se le queda completamente paralizado.

Mientras tanto el no-muerto observa la situación, se levanta lentamente y apunta a Mikael con su mano. Un rayo de energía de muerte golpea al clérigo que también siente que la fuerza abandona sus músculos.

Zenram se acerca a Kalarel intentando devolverlo al lado de sus amigos pero su daga no traspasa la pesada armadura del clérigo.

El mago avanzó para ayudar a Mikael, con sus llamas pero antes intentó lanzar un proyectil a Kalarel sin éxito

La magia de Morodar hiere de forma grave a la criatura no-muerta mientras que Kalarel sigue ileso ante vuestros golpes de este asalto.

Rhogar con sus fuerzas recuperadas se lanza contra Kalarel sin darle tregua, golpeando rápidamente desde todos los flancos y sin permitirle un respiro. Sus ataques son molestos, pero no demasiado efectivos.

Mikael trata de moverse sin éxito, y enfurecido con su adversario desata toda la furia divina de Bahamut sobre el wight en la forma de una columna de intensa luz que le carboniza la piel allí donde le toca.

La luz de Bahamut consume por completo al muerto viviente.

El enano arrojó una daga al sacerdote, que por poco no alcanza a sus compañeros. Estaba claro que arrojar dagas no era un arte que dominase.

- Joputa cabrón, verás cuando te pille...

Tras varios intentos evitándolo, Morodar ahora cede a las voces que lo llaman y se acerca. Sin embargo el ser del otro lado se centra en el más cercano: Rhogar. El paladín no tiene problemas en evitar el golpe a la vez deteniendo el golpe que le ha intentado propinar Kalarel.

El clérigo al ver la situación, decide mantener a raya a su oponente primario y lanza un nuevo rayo de energía a Merhin. El enano vuelve a notar la inmovilidad, pero Rhogar aprovecha la distracción para lanzarle un nuevo golpe al siervo de Orcus...

Zenram rueda buscando el flanqueo con Rhogar y entonces coloca un impacto más débil que los anteriores pero más efectivo que rasga el culo del clérigo. Kalarel se retira presa del dolo y el mediano se coloca para ayudar al enano.

- Merhin, devuélvele las atenciones que está teniendo contigo.

Morodar reculó de nuevo buscando un línde recta despejada hasta Kalarel y disparó su proyectil de luz que impactó al clérigo en la rodilla.

Sucesivamente, Zenram y Morodar hieren a Kalarel que está ciertamente en las últimas.

Afortunadamente para él, consigue esquivar el ataque de Mikael.

¡Sí! ¡Y ahora es el turno de ese siervo de Orcus de pacotilla! Exclama Mikael al ver desaparecer calcinado al wight tras su ataque.

Entonces se vuelve con dificultad hacia Kalarel y trata de invocar una lanza de luz contra él, pero sus movimientos siguen impedidos y no apunta demasiado bien. Al menos después de esta nueva oración la movilidad parece volver a sus piernas.

El enano sonrió, de nuevo, con confianza.

- ¡Toma! -dijo simplemente, y en esa palabra iba incluida una enorme cantidad de rabia, y un enorme martillazo.

El golpetazo de Merhin deja al clérigo completamente desencajado, escupe sangre y alza su cetro intentando golpear al enano. De repente, da un paso hacia uno de los lados y unas garras vuelven a surgir de la grieta pero en esta ocasión su objetivo no sois vosotros sino vuestro oponente...

Kalarel apenas tiene tiempo de gritar cuando las garras de oscuridad lo aferran y lo arrastran para llevarlo al Páramo Sombrío a un destino incierto...

Tras la desaparición de Kalarel, es relativamente sencillo para Morodar y Mikael deshacer el ritual y sellar nuevamente el portal.

Mientras tanto Zenram y Merhin se encargan de echar un vistazo a lo que estos depravados dejaron tras de sí y Rhogar aprovecha para orar por las almas de los que se han perdido...