Partida Rol por web

El clérigo se levanta descansado y con ánimos renovados, se siente bien por tener al fin un objetivo concreto al alcance de la mano, pero sobre todo por haber podido descansar sus pobres piernas del largo viaje.

Buenos días, ¿qué, estáis listos para acabar con la plaga de kobolds que amenaza los caminos? Ya veo que tu si Zenram, como siempre, jeje... dice respondiendo al entusiasmo del mediano. Luego añade: Yo tengo que rezar mis oraciones matutinas, pero antes quería comentaros si preferiais ir al templo a hablar con la Hermana Linora o que lo haga aquí mismo y salgamos cuanto antes, a mi no me importa, se que Bahamut estará conmigo allá donde le necesite.

- Vayamos al templo.

Morodar ya estaba despierto cuando el mediano apareció para que espabilara. Le gustaba despertarse para ver amanecer y contemplar como el mundo emergía en un nuevo día.

- Podemos ir al templo primero pues no creo que nos lleve mucho tiempo y después buscar a esos escurridizos seres.

Una gran estructura de piedra parece ser el templo del pueblo. Las puertas de madera están entreabiertas y en su interior veis a un puñado de habitantes del pueblo y varios altares dedicados a diferentes deidades. En un lugar céntrico y con alguna ofrenda más que el resto de altares veis un santuario dedicado a Avandra. A su lado se encuentra una mujer que charla animosa con una pareja de mediana edad. La mujer lleva un símbolo sagrado de la diosa de la suerte, debe ser la Hermana Linora.

Si me disculpais voy a rezar mis oraciones, aquella debe ser la Hermana Linora, creo que podemos confiar en ella, y espero que pueda ayudarnos en algo, lo dejo en vuestras manos.

Se despide con una sonrisa y una palmada en el hombro intentando dar ánimos a los menos habladores del grupo y se acerca al altar dedicado a Bahamut para dirigirse a su dios. Mientras sus compañeros podrán aprovechar para investigar y así no perderan más tiempo del necesario.

Morodar asintió a la petición de Mikael y se acercó a la hermana Linora y la pareja con la que hablaba, manteniendo una distancia adecuada para que no pareciese que intentaba fisgar en la conversación.

Al terminar de charlar con la pareja, la mujer se gira a Morodar.

Saludos amigo. Que la suerte te acompañe en tu caminar, ¿qué puede hacer Avandra por ti y tus compañeros?

El enano saludó a la sacerdotisa con una inclinación de cabeza, pero esperó a que otros hablasen. Al menos Rufus o Morodar, Zenram mejor que no hablase demasiado.

La simple idea de que el mediano fuese el interlocutor le hizo cambiar el pie de apoyo dos veces.

Morodar hizo una pequeña reverencia a modo de saludo.

- Buenos días, hermana. Somos un grupo de aventureros de paso que busca situaciones problemáticas a resolver para ganarse la vida, hace un gesto con la mano para abarcar a sus compañeros.

- En el camino hasta aquí hemos sido asaltados por un kobolds de los que hemos dado cuenta y al comentar ayer por la tarde el asunto con Lord Padraig nos ha encomendado la misión de erradicar esta plaga, vuelve a hacer una pausa observando a la mujer.

- Hemos pensado que dado que vos recorréis la granja y sois la única ayuda espiritual del pueblo quizá tengáis alguna información que podáis compartir con nosotros que nos ayude en nuestra tarea.

Me alegra ver que por fin Lord Padraig toma cartas en el asunto. Se quejaba de no tener ni los recursos ni el personal para llevar la lucha a su terreno.

Dice la Hermana Linora visiblemente conforme con las novedades.

Esos bichejos no solo estaban atacando a los viajeros del camino. También habían comenzado a asaltar las granjas que estaban más lejos del fuerte, llevándose el ganado y atacando las casas durante la noche. Pero quizá vosotros podáis pararles los pies a esos monstruos antes de que llegue a ese extremo.

Su semblante se oscurece un instante al recordar algo que ha debido pasar hace no mucho.

Espero que vuestra presencia cambie estos acontecimientos. Temía que esto solo fuese el heraldo de un desastre mayor.

Poco ducho en las relaciones sociales Morodar no dudó en preguntar:

- ¿Hay algo que no nos hayáis dicho? ¿Algo que os preocupe?

La mujer mira a Morodar extrañada.

No. Simplemente son sensaciones que tengo de estos ataques. Esas criaturas son cada vez más osadas y las atrocidades que cometen son cada vez más crueles. Había que poner una solución y parece que vosotros habéis sido la opción elegida por Lord Padraig. Espero que sea una buena elección.

Dice la mujer con una sonrisa para terminar.

En esos momentos aparece Mikael, acaba de terminar de rezar y se reune con el resto. Se presenta y saluda con respeto a la Hermana Linora, pero luego dice:

Si nos disculpa, hemos quedado a primera hora con Lord Padraig para que nos indicara el lugar donde se encuentra la guarida de los kobolds, como supongo le habrán comentado mis compañeros, y no nos gustaría hacerle esperar, parece un hombre de mucho temperamento... tal vez cuando volvamos de esta misión podamos hablar con usted de otros asuntos. Hasta entonces, ha sido un placer conocerla, pero tenemos que despedirnos.

Al observar a la hermosa sacerdotisa el mediano casi se lanza a intervenir en la conversación, sin embargo al darse cuenta de las miradas de soslayo que le dirigía el enano comprendió de inmediato que su colaboración no seria del todo apreciada, por lo que prefiere mantenerse a distancia...

El mago se despidió de la clériga y siguió a Mikael camino del encuentro con Lord Padraig.

Buena suerte, aventureros.

Dice la Hermana Linora mientras se vuelve a sus quehaceres.

Tras la visita al templo vais al portón que da a la mansión de Lord Padraig. Los guardias de la puerta os dejan entrar en el momento en el que les explicáis a qué venís.

Cuando llegáis a la mansión os dais cuenta de que debe tener bastantes años. Posiblemente fuera construida en tiempos del Imperio.

Tras llamar a la puerta, un sirviente os abre (un hombre de unos treinta años) y os lleva al salón donde se encuentra Lord Padraig.

Lord Padraig se encuentra sentado en un sillón mientras mira a una hoguera que no tiene mucha pinta de llevar mucho tiempo encendida. Al entrar vosotros en la sala, el hombre se levanta, deja una jarra sobre la chimenea y os saluda.

Me alegra ver que habéis decidido venir a escuchar mi oferta. Espero que con vuestra ayuda podamos hacer algo con los kobolds, aunque solo sea asustarlos...