Partida Rol por web

Base secreta actual: Piso pequeño.

Un piso pequeño y acogedor, quizás demasiado pequeño para 5 personas. Alguno de vosotros dormís en el suelo, otros en el sofá. Es incómodo pero estáis acostumbrados a cosas peores. Hay espacio para un ordenador sin accesorio, ya que no hay tanto espacio. Podéis tener hasta 3 criminales contratados a vuestra disposición. Cuando os busquéis otro sitio más grande podréis tener más criminales a vuestra disposición y más espacio para los ordenadores, y por lo tanto más fuerza como organización. O podéis probar a ocupar otro piso o casa por la fuerza, totalmente gratis, aunque pueda traeros consecuencias...

Finalmente llegáis tras un corto viaje, no estaba excesivamente lejos esa tienda de vuestro pequeño piso. En un barrio marginal en el que la policía rara vez entraba (Excepto los corruptos). El lugar era territorio italiano, de hecho, cada cierto tiempo os pedían dinero por su protección. Ya habíais tenido algún problema con ellos, pero más valía pagar, porque la mafia italiana era poderosa allá donde andara. La protección en lenguaje de calle significaba poder vivir allí tranquilamente, sin que ellos mismos te destrozaran la choza, y además viendo que erais un pequeño grupo delictivo os hacían encargos en el que os daban la mitad de lo que ganaríais normalmente de ir por libre. Vuestra choza era una mierda, pero ahora, hasta que sacarais a vuestros compañeros del trullo ibais a tener espacio de sobra. Los italianos tenían contactos en la policía, pero seguramente el precio sería demasiado alto... quizás. 

Cyphra había robado una moto que dejó en el garaje improvisado que tenían, que no era más que un sótano abandonado en el edificio. La moto tenía aún la matrícula, así que si salía con ella y se cruzaba con un policía correría el riesgo de que identificaran la moto y lo detuvieran. Aunque con un simple cambio en la moto y en la matrícula nadie tendría por qué sospechar...

Por fin en casa, la mayor alegría del día, después de todo lo que habíamos pasado. Tras dejar la moto aparcada en el improvisado garaje, y ya me ocuparía luego de "arreglarla" para que los maderos no la detectaran, subo arriba, con el ordenador en las manos.

Lanzando la chaqueta lo más lejos posible de mí, me siento en el sofá y levanto la pantalla del portátil. Tenía que hacer algo por los que habían caído en las redes de la policía: Mark, Boom y Dean. Aunque, si regresaban, habría que escuchar todas las tonterías que se les ocurrieran y la discusión estaba asegurada, pero no estábamos sobrados de personal cualificado.

-Tch -llamo la atención de Brooklyn- no sé a que esperas para darte una ducha, menudo pestazo -agito una mano por delante de la cara- y más te vale que se quite el olor de la chaqueta o me debes un traje nuevo -eso último era más una broma, por aliviar la tensión de decirle que apestaba-.

Era una locura, pero tenía que intentar colarme en los servidores de la policía para saber qué hacer con ellos para dejarlos en la calle, pero antes, quizás podría terminar desde aquí lo que no pude hacer en la maldita tienda.

Medio sonrió tras las bordes palabras de su compañero. Sabía que no lo decía con mala intención. Simplemente a veces se ponía más cascarrabias de lo que tocaba. De todos modos no estaba para tonterías, así que optó por seguir sus órdenes e ir a meterse a la ducha. Una larga, relajada y merecida lucha de agua extremadamente caliente. Como le gustaban.

-Espero que consigas algo tecleando en esa maquinita tuya, porque no podemos estar sin nuestros compañeros durante demasiado tiempo si queremos seguir haciendo de las nuestras- diría antes de meterse a la ducha.

-Ni te imaginas la de cosas que puedo hacer con esta maquinita si tengo un buen día... aunque el día de hoy no es que haya sido muy bueno que digamos...

Manos a la obra. Me crujo sonoramente los dedos, entrelazando las manos y echándolas hacia delante. Lo primero sería intentar colarme en el departamento de policía, para saber como iban las solicitudes de nuestros queridos camaradas. Me la estaba jugando y mucho con un movimiento como este, pero si no fueran tan lerdos, nos estaríamos ahorrando esto y gastando la pasta en algún lado. Quizás podría hacer rebotar la señal en algún repetidor, haciendo que fuera más difícil que el rastreo, mucho curro.

Caes en la cuenta de que para entrar en los archivos de la policía no había otro modo que colando un troyano metido manualmente, o con ayuda, claro está. De eso los que pueden saber son los italianos, se conocía el chanchullo que tenían con algunos "policías". Si estaban de buenas quizás podrían echaros una mano en eso. O quizás fuera demasiado pronto y deberías optar por otra opción... te quedas meditando un segundo. Lo que tienes claro es que con un simple ordenador no puedes entrar en un lugar tan restringido.

Brooklyn se va a dar una ducha mientras Cyphra intenta hacer algo con su cachivache. Tras la ducha, Brooklyn observa mientras sostiene una toalla como única prenda en su cuerpo que cyphra está un tanto pensativo...

Ahí estás tu, frente a la puerta de la habitación que te han dicho unos contactos italianos que reclutan "Anti-héroes" para hacerse ricos y matar superhéroes. Estás un poco nerviosa, todavía puedes dar media vuelta y salir de allí... pero sabes que lo necesitas. Tu decides si llamar a la puerta o no.

Me quedo pensando, fijando la mirada en el ordenador. Completamente ausente de todo lo que pasaba alrededor. Ahora mismo el problema era sacar a esos dos zopencos de la cárcel sin demasiadas sospechas, de algún método que pareciese legal, aunque no lo fuera ni de lejos. Tengo un as en la manga, pero puede ser caro, muy caro.

Debí haberme quedado mucho tiempo en la parra, porque cuando salgo de entre mis pensamientos, Brookyln está mirándome desde la puerta del salón, sólo y exclusivamente, con una toalla tapando su cuerpo.

-Si esta es tu forma de darme las gracias por haberte salvado en el callejón, tengo que decir que eres muy agradecida -y sonrío de oreja a oreja-, ¿y quién soy yo para rechazar tal recompensa?

Aflojo un poco el nudo de la corbata, que con tanta mierda como teníamos encima, ni me había acordado de como el nudo me empieza a agobiar.

 Allí estaba después de terminar la carrera universitaria y buscar alguna institución donde pudiera hacer sus experimentos con normalidad, pero todas tenían esa ética de que el bien de los humanos no puede verse alterada con las investigaciones, debía hacer sus investigaciones en animales, y no en humanos. Así es como llegó a aquél piso, donde un contacto de un contacto de un largo etcétera muy largo había oído hablar de un grupo de anti-héroes, la parte que más le llamó la atención era hacerse ricos, matar no entraba dentro de sus planes si la investigación salía bien, pero con dinero podía comprar equipo científico, y aquello era mejor que ser no tener nada o trabajar como una científica más en un proyecto en el que no tenías totalmente nada de interés. Golpeó la puerta con su mano con un par de veces, no con excesiva fuerza pero ni tampoco como si estuviera asustada, con firmeza, estaba allí para lo que estaba.

De repente algo os sobresalta. Escucháis un par de golpes en la puerta, como llamando. ¿Quién sería? 

Cuando la cosa se iba a poner interesante, llaman a la puerta. Como si esto fuera algún tipo de película y en el mejor momento alguien interrumpe, jodiendo la escena.

-Mejor vístete -maldita sea mi suerte, voy a matar a quien esté detrás-, no vaya ser que necesite tu ayuda para algo -como para bajarme la hinchazón, por ejemplo...-

Con desconfianza, pues no esperaba ninguna visita y dudo que la pelirroja de los contenedores tampoco, me acerco a la puerta. Antes de abrir, como era de esperar en alguien tan desconfiado, hecho un vistazo por la mirilla. No quiero sorpresas desagradables.

Ves a una chica rubia bastante atractiva detrás de la puerta. 

Dios cierra una puerta pero abre una ventana, sonrío para mi mismo, frente a la puerta. Un momento, ¿le voy a abrir sin más? ¿y si está tras nuestra pista por lo que pasó en la tienda de los amarillos..? Demonios. Si tardaba demasiado puede que se pensara que estábamos ocultando algo, no sé, por ejemplo... ¿una bolsa llena de billetes?

Intento recuperar la compostura, me aliso el pantalón del traje -esperando que no se note demasiado lo que había provocado Brooklyn- y recomponer la camisa. Descorro el cerrojo y abro la puerta con toda la naturalidad del mundo.

-Si está aquí para venderme una biblia o hacerme sentir culpable para que ayude a víctimas de una guerra... está perdiendo el tiempo. Tras dejar claro ese punto, ¿qué quieres? -y le dedico la mejor de mis sonrisas-.

 Se pasó la mano por su pelo rubio esperando que abrieran aquella puerta, tardaban demasiado, incluso se le antojó dar un ligero bostezo en la espera. - Al fin... - Pensó al escuchar el cerrojo. - A estos les coge la policía con las manos en la masa sólo con lo que tardan en abrir la puerta. - Levantó la ceja ante aquél comentario, no, no tenía pinta de ir vendiendo biblias de puerta en puerta, pantalones ajustados, chaqueta de cuero con capucha, y camiseta, todo de color negro. - Negocios. - No tenía que dar más explicaciones en el pasillo, y aquella palabra era suficiente como para dar a entender que es lo que quería allí. 

 No pudo evitar percatarse del intento de disimulo en el pantalón de aquél hombre. - ¿Mal momento? - Sonrió de medio lado.

Enarco una ceja al escuchar la palabra negocios que, sin duda, siempre llevaba a la palabra mágica: dinero. La verdad es que no me hacía una idea del negocio que me iba a ofrecer semejante rubia, mucho menos habiendo llegado al piso sin haber sido invitada. Se estaban perdiendo los viejos modales, una pena.

-Ponte cómoda, como si fuese tu casa -me aparto para dejarle paso al interior de nuestro mugriento piso-. ¿Eh? -miro el pantalón tras el último comentario- oh, no, nunca es mal momento para los negocios -sonrío quitándole la importancia que no merecía. Realmente no era el mejor momento para proponernos un negocio, pero no perdía nada por escuchar su oferta-.

Tras su acceso, cierro la puerta y echo el cerrojo, como venía siendo habitual.

-¿Un café? -había que tratar bien a los invitados-.

 Asintió con la cabeza y sonrió al hombre que la dejaba pasar apartándose de la puerta. Siguió al pie de la letra las palabras del hombre "como si fuese tu casa", lo primero que hizo fue quitarse la cazadora de cuero para quedarse con la camiseta negra, la dejó sobre el primer lugar que encontró, si había perchero en la entrada o una silla o similar. - Claro, si tiene canela mejor. - Se apoyó en el marco de la puerta de la cocina mirando como hacía el café. 

 Tenía la vista clavada en él, en cada movimiento de su cuerpo, cada paso que daba, como si estuviera evaluando al hombre que tenía delante tratando de averiguar cosas de él con sólo sus movimientos. 

Sin más, me voy a la cocina a preparar el café. Una pequeña cafetera descansaba sobre la encimera de la cocina. Añado unas cucharadas de café, generoso, que a mí me gusta el café fuerte, y agua. La enciendo y me quedo mirándola hasta que empieza a hacer su ruido característico, el del agua caliente filtrando el café.

-Parece que canela no queda, no es algo que nos pidan a diario -a decir verdad, nunca salimos de lo habitual, aquello si que era una extraña petición-. Bueno, ¿y tú eres? -me giro y me apoyo sobre la encimera con los brazos cruzados, dando la espalda a la cafetera. Tras dejar un tiempo prudencial y ver que no se presenta, no quedó más remedio que preguntarle-. Me gusta saber con quien hablo a lo que negocios se refiere.

 Hizo una mueca con sus labios apoyada en el marco de la puerta ante la contestación sobre la canela, bueno, se iba a tener que tomar el café sólo con leche. - Airine. - Contestó a la pregunta del hombre. - Unos contactos me comentaron acerca de que buscaban personal para ciertos asuntos no legales. - Se despegó de la puerta para dar un par de pasos hacia el interior de la cocina. - Así que aquí he venido. - Centró su mirada en los ojos del varón mientras daba pasos lentamente hacia él. - Digamos que todo se puede englobar en ámbito general, a que vengo a buscar trabajo, entre otras cosas. - No iba a ser tan fácil y tampoco esperaba que lo fuera, iba a tener que contestar preguntas. 

 Se detuvo delante de él. - ¿Y yo puedo saber su nombre? - Sonrió de medio lado.

-Así que unos contactos, ¿y quienes pueden ser esos contactos como para conocernos? ¿Spaguettis? Es difícil pensar en otro grupo que mire por nuestros intereses... Eso no importa, por el momento, Airine -pronuncio el nombre para familiarizarme con él-. Puedes llamarme Cyphra.

No negaré que la información que te han dado es cierta, buscamos ampliar el pequeño negocio que tenemos entre las manos. Han sido poco los garrulos que han llegado hasta esa puerta -dejo de cruzar los brazos para señalar la puerta de entrada, luego vuelvo a cruzarlos- y por muy predispuestos que estén, no valían ni para hacer la "o" con un canuto. Así pues, ¿qué sabes hacer? u, otra forma de decirlo, tu especialidad, qué te hace diferente a ellos.

De repente me había convertido en el chico de los Recursos Humanos, haciendo entrevistas a los candidatos para unirse a nuestras filas. No estaba mal eso, así podía conocer de primera mano a la chusma inútil que añadíamos al negocio. La cafetera termina su labor, pero las respuestas de la mujer eran demasiado importantes como para darme la vuelta ahora y empezar a servir los cafés.