Partida Rol por web

Katherina estaba frustrada porque sus patadas no eran suficientemente poderosas como para tirar abajo la puerta, pero mientras daba el tercer puntapié empezó a pensar si se le ocurría otra manera de entrar en esa habitación y averiguar a qué olía tan mal allí dentro y, sobre todo, el por qué. Se temía lo peor, seguramente no estuviera preparada para ello, pero era su deber llegar al fondo de la cuestión. Por Sigmar. Por Middenheim. Y por el Imperio.

Aquel ser demoníaco atacaba a Lazar como si hubiera ofendido de manera directa al dios al que servía. Volvió la lanzar una serie de ataques furiosos contra el joven indefenso, y volviendo a romper sus protecciones perforó su cuerpo causándole un par de nuevas heridas. Aquel lugar comenzaba a ser el mismísimo infierno. El líquido viscoso que salpicaba todas las paredes y cubría todo el suelo, en el que flotaban huesos y calaveras de los cuerpos que aquel ser había empleado para materializarse. El humo comenzaba a invadirlo todo, mientras los cuerpos de los caídos se podrían rápidamente en una reacción nada normal.

El guardia que acarreaba a Thalber era inspirado por el terror que aquella bestia le transmitía, por lo que arrastraba al hombre a una velocidad bastante digna. De su rostro, al igual que de las juntas de la armadura, comenzaban a caer perladas gotas de sudor debido tanto al esfuerzo como al calor del fuego que comenzaba a lamer la base de las escaleras que llevaban al segundo piso. Por su parte, el otro guardia, que tiraba de Maul, lo hacía lentamente y apretando mucho los dientes. Sus bruscos tirones estaban siendo frenados por todos los obstáculos de la sala, que parecían engancharse con todo el mobiliario y ralentizar la huida.

De pronto Heinrich volvió a entrar en la posada y se encontró de frente la escena de aquellos soldados arrastrando los cuerpos de sus compañeros. Las miradas del guardia que arrastraba a Thalber y la de Heinrich se encontraron, en los ojos del guardia destellaba la furia, la determinación y la suplica. Cuando vio que el hombre que había entrado no se movía, le gritó: ¡Esto se va al infierno! ¡Ayúdame con este hombre! La orden fue categórica.

Lazár no sabía donde estaba ni lo que ocurría a su alrededor. La parálisis, la podredumbre, el humo y los golpes recibidos nublaron su juicio y raciocinio, haciéndole caer en un pozo de ignorancia e inexistencia. 

Tal era el caos reinante en su muerte que siquiera se enteraría de su propia muerte.

Heinrich maldijo a todos los dioses del caos, no caos y en general cualquiera que estuviera en medio MENOS a Sigmar que el pobre patron ya estaba muy ocupado salvando el indigno pellejo del idiota del caza brujas enfrente de el gracias a la intervencion heroica de un pobre guardia de la ciudad.

Apretando los dientes y rodeandose las manos con sus guantes de cuero; que mas tarde irian derechitos a la hogera; Heinrich se unio al guardia que arrastraba a Thalber para alejarlo de la bestia inmunda lejos de sus victimas; no habia mas remedio que hacer arder la casa entera; que no quedase nada, que todo el lugar ardiese y de paso toda la inmunda ciudad de Middenheim de paso...Perros inutiles....

Para Thalber las órdenes del soldado hacia Artzmann fueron como miel en sus labios. Por fin esa rata se mercería, en parte, un trato a su nivel, ser mandado por un soldado raso. Esa debería haber sido la esencia de su vida, ser víctima de órdenes categóricas y nunca poder alzar la voz, pues su existencia se rebajaba al nivel de los de su ralea, las ratas.

Pero esa no había sido su vida, seguramente ayudado por las fuerzas del caos para ocupar un cargo inmerecido desde el cual ayudar a debilitar El Imperio con sus artimañas y falsedades. 

Conforme el techo de la posada se iba moviendo frente a sus ojos fijos el cazador de brujas trataba de descubrir cual sería el mejor camino para Artzmann pues su destino ya estaba claro. Morir por traición.

Sacadme de aqui que me muero y eso quedaria fatal a la hora de presentarme ante el patron....medito Maul en su mente mientras era arrastrado con muy pocas ceremonias por el soldado que tenia encima; agarrando su armadura como si se le fuera la vida en ello y desde luego que no era para extrañarse...vista la cosa que tenian delante...

Katherina intentó por tercera vez abrir de una patada aquella maldita puerta pero siguió sin conseguir nada. Frustrada, cesó en su empeño y echó a correr en dirección a las escaleras para volver al piso inferior donde suponía que se seguía librando una dura batalla contra aquel ser inmundo y asqueroso.

- ¡Maldita sea! ¡Estaba a un paso de averiguar algo, lo sé! - exclamaba en voz alta, aunque nadie podía oirla, con tono enfadado y preocupado a la vez.

El demonio finalmente acabó con la vida de Lazar. Las garras subían y bajaban mientras en su único ojo negro brillaba una maldad proveniente de un espacio diferente al que compartían en aquel momento los presentes en la posada. Los trozos de armadura volaron por todos lados cuando el último zarpazo destrozó el pecho del joven Lazar. La vida abandonó al hombre tendido en el suelo mientras de su boca abierta en un rictus de muerte corría un fino hilo de sangre. La criatura rugió haciendo temblar las paredes de aquella posada que se estaba consumiendo en las llamas.

El hombre que arrastraba a Thalber recibió la ayuda de aquel sujeto que había aparecido de la calle con buen ánimo y entre los dos lograron sacar al paralizado inquisidor hasta la calle. Thalber notó con alivio como el calor disminuía al salir al exterior y el aire limpio llenaba sus pulmones. Por su parte, el guardia que tiraba de Maul se estaba desfondando en el intento, y comenzaba a maldecir las horas pasadas en las posadas en vez de en los gimnasios del cuartel. Tan solo lograba dar unos pocos pasos antes de tener que parar a tomar aire, que cada vez era más denso y le hacía toser, con lo que perdía más aire. Sabía que o salía pronto de ahí, o moriría junto a los hombres en los que la bestia había centrado su atención.

Heinrich estaba furioso; la verdad es que estaba que echaba humo; primero tenia que arrastrar a este inutil cabeza de paja fuera de la taberna debido a que ni el ni la mula de carga que se suponia eran capaces guerreros habian hecho nada que no fuera sencillamente caer como bolos delante de esa cosa...

Heinrich miro una sola vez a Thalber con una de sus patentadas sonrisas de rata "Me debes tu asquerosa vida" decian esos ojos pero rapidamente bufo y corrio dentro de la taverna para ayudar al jadeante guardia con la masa de Maul antes de que las llamas lamieran todo el lugar de arriba a abajo...

Por fin el cazador de brujas pudo volver la luz del sol y notó como la presión en su pecho disminuía. No sabía que había ocurrido con sus compañeros, que estaba haciendo Frau Muller para no ayudarlos, donde se encontraba ese artefacto del caos ni que ocurría en la ciudad. Pero algo tenía claro, mataría a Artzman él mismo por su traición. Y luego buscaría al hombre que escapó por la ventana, él debía ser el hechicero.

Que esta mierda me coge...Maul podia escuchar resoplar al guardia que tiraba de el; muchas cervezas y pocas carreras es lo que hace y vaya un momento que le tenia que tocar el guardia gordo; los ojos de Maul parpadearon varias veces mientras la cosa se ensañaba en lo que quedaba de Lazar antes de que se diera la vuelta y se pusiera a despacharlos como si no fueran mas que pequeñas molestias..

Lo que daria por al menos poder morir con la espada en mano...

Katherina siguió alejándose de aquella maldita puerta que no se abría, aunque su estómago revuelto le exigía que regresara a terminar lo que había empezado. Llegó enseguida a las mismas escaleras por las que acababa de subir y, con cuidado pero aprisa, las bajó en 4 zancadas llegando así de nuevo a la planta principal donde todo era humo y ese abominable hedor.

El fuego se extendía rápidamente por la posada, ahora sin control devorándola por completo como la bestia que plagaba de mal aquel espacio devoraba a los caídos por sus garras. En el preciso instante en que Katherina llegaba al final de la escalera, la criatura del caos cargaba contra el guardia que arrastraba a Maul hacia el exterior de la posada. Dando grandes zancadas llegó hasta aquel hombre y barrió el aire con su garra, pasando a escasos centímetros del rostro del guardia que espantado miraba a aquella mole monstruosa. El humo lo invadía todo, el fuego llameaba desde las escaleras del otro ala de la posada, mientras el crujir de las tablas presagiaba el rápido colapso de la Luna Roja.

No había posibilidad de salir bien de aquella y el guardia lo sabía. El guerrero era demasiado pesado y estaba a los pies de la bestia, la posada crujía, sus pulmones se estaban quedando sin aire por el humo y el calor comenzaba a quemarle los pelos de los brazos. La garra pasó a un palmo de su rostro y vio la muerte tan cerca que no pudo evitarlo. Sabía que debía salir de ahí, era cuestión de segundos.

En ese momento vio a la mujer que bajaba las escaleras y descubría todo lo que ahí estaba pasando. No podía ser peor momento, tan solo quedaban escasos segundos para que todo se viniera abajo. Haciendo aspavientos mientras se mantenía agachado el guardia gritó a Katherina entre toses: ¡Vamos! ¡Salga de aquí, esto se viene abajo! Y acto seguido dando la espalda a la criatura salió corriendo de la posada.

Viendo que aquel hombre se movía la criatura volvió a atacarlo en un intento por aferrarlo con sus garras y retenerlo. A sus pies tenía una criatura viva aun, pero la otra tenía vida y se movía. La garra no acertó al guardia y este se perdió en el humo, saliendo en realidad a la calle mientras tosía.

Una vez fuera, los ojos de su compañero guardia lo miraron con suspicacia. No era la primera vez que se escaqueaba de sus deberes. Un encogimiento de hombros zanjó toda cuestión a cerca de donde estaba el hombre que intentaba sacar de la posada.

Hijo de un tjo, tjo, tjo.,.arrmmohhssptu   Un gordo flemon negro surgio de la boca de Heinrich cuando vio al guardia abandonar su deber y lo que era mucho peor, dejar a los dos tirados en  medio de la taberna y con la cosa aun sobre ellos...Heinrich maldijo en su fuero interno y con toda la fuerza que pudo uso a Maul como escudo humano para que las garras de la cosa no lo alcanzaran antes de arrastrarse hacia la salida de la taberna jurando que si salia de esta iba a ejecutar a ese guardia por inepto aunque fuera lo ultimo que hiciera...

Fuego, humo, podredumbre, gorgoteos, dolores musculares, miedo, ojos llorosos, cobardes a su alrededor, un demonio berreando directamente enfrente de su rostro, un saco de carne supuestamente el que iba a luchar en el suelo paralizado, otro supuesto guerrero ya degollado y reducido a pulpa sanguinolenta que se mezclaba con los fluidos del demonio por las paredes y el suelo.

En resumidas cuentas el cerebro del hombre conocido como Heinrich estaba al borde del colapso no solo por que tenia todos los músculos del cuerpo ardiendo como si alguien les hubiera prendido fuego a ellos sino por que encima la inmundicia del demonio le había salpicado cuando había tratado de atraparle con sus garras y ahora estaba respirando esa baba viscosa y verde legañosa menos mal que su mente ya no estaba para grandes meditaciones y no podía procesara el inmenso asco y repulsa que algo así estaba provocando en su lengua.

Heinrich soltó los amarres de la armadura de cuero del gigante y dio un salto hacia atrás como un conejo asustado; tan pronto sus pies empezaron a girar una voz que le hizo envararse mas que si le hubieran dado un palazo en la espalda resonó por su cerebro.

-Señor Arztmman espero que no este pensando en huir-

La voz de Herr Uther, su maestro y profesor en el arte de extraer información de sujetos de notable resistencia a conversar sobre sus secretos perforo el embotamiento de su mente como si fuera un cuchillo al rojo vivo mandando por la ventana mental todo el miedo que le tenia al demonio.

El viejo instinto de supervivencia; el miedo que le tenia al viejo cabrón era mucho mayor que el que le tenia a un jodido demonio de plaga...para que luego digan que la letra con sangre no entra, en el caso de Heinrich esto era literalmente cierto; su educación implico muchos varazos y no pocos castigos corporales del interrogador que le adiestro en como sonsacar secretos a la gente.

En su mente podía casi conjurar al viejo torturador jugando con un par de afilados bisturís, idénticos a los que existían en la bolsa que tenia el en la cintura; la única herencia material que le había dejado el cabrón cuando murió de viejo.

Era su mirada la que tenia a Heinrich paralizado como si fuera un ratoncito delante de una cobra real; esa misma puta mirada de reproche y decepción que aun hoy en día le escocia como si fuera una herida abierta.

¿Que sabrías tu cabronazo petulante de lo que es ser un cazador de brujas?, ¿ acaso has salido alguna vez de tu puta mazmorra para recorrer los caminos y cazar brujas en medio de ninguna parte?...no te limitabas a hurgar en los cuerpos de los cabrones que te traian, manos limpias salvo de la sangre de los torturados.

Aun con todas sus broncas morales Heinrich sabia que irse al otro barrio con esa mirada le seria imposible; Sigmar bendito el demonio era mucho mas preferible que esto.

El viejo hizo brillar los bisturis y en esa misma refracción Heinrich vio el pequeño dibujo que había en la base del afilado metal; un símbolo sencillo, prácticamente un dibujo de niño pero que permanecía firmemente grabado en el metal de la herramienta.

Un martillo con una ese grabada.

La comprensión se fue abriendo paso a ritmos agigantados dentro de la ofuscada mente de Heinrich que entendió...no le gustaba pero entendió; la herramienta del cirujano no solo sirve para cortar sino que también para sanar y cuando la gangrena se extiende la única solución es cortar.

Heinrich recogió de nuevo las correas de la armadura de Maul y con todas las fuerzas que pudo reunir arrojo el fardo de hombre; no sin insultar repetidas veces por su peso corporal al paralizado guerrero que no podía hacer mas que mirar con cara de horror y desesperación a su alrededor sin comprender muy bien que estaba pasando; a las manos de Katherine que se habia acercado a ellos pero no pudo avanzar mucho cuando Maul le cayo encima como un pesadisimo fardo de patatas aun salpicado de toda la mierda mugrosa que recorria las paredes y apestaba peor que todas las caballerizas del imperio juntas.

-¡Salgan de aquí ya!- aullo Heinrich manoteando su morral en busca de las afiladas piezas, sin importar los ligeros cortes que se iba haciendo el los dedos cada vez que pasaba demasiado cerca de los filos de otras herramientas semejantes pero sin la marca que estaba buscando.

Heinrich iba a añadir algo mas pero entonces una desagradable y gorgoteante sensación se abrió paso por su costado; honestamente no quería mirar; al encararse hacia el dolor la garra del demonio salio con un obsceno chasquido de sus costillas.

Era el fin; estaba condenado y lo sabia perfectamente, si no lo mataba los restos de hueso fracturados en el interior de su cuerpo lo haría la contaminación del demonio dentro de su sangre; parpadeando un par de veces para quitarse los restos de baba verde y sangre de los ojos Heinrich sonrió; con el diente artificial brillando bajo los fuegos que arrasaban la taberna; alcanzando por fin aquello que estaba buscando.

El demonio grito delante de su cara; vomitando una riada de inmundicia de múltiples colores; desde bilis hasta pequeños trozos de excrementos salieron volando de la boca de la bestia antes de que aferrara con sus garras el pequeño cuerpo de Heinrich y lo alzara en volandas desgarrando músculos y ropas por igual.

El brillo del bisturí surgió por encima de la cabeza de la bestia y con un destello como el de una pequeña luciérnaga bajo directamente hacia el único punto débil en el grotescamente hinchado cuerpo de la bestia.

El bisturí penetro el ojo amarillo e hinchado del demonio abrasando el liquido blancuzco del interior así como la mano de Heinrich incinerando su única pieza ocular con un largo y negro surco que era rápidamente llenado por el brazo prácticamente destrozado del interrogador.

Una vez fuera el cazador trató de cerrar los ojos para protegerse del cegador sol pero siquiera los párpados obedecían sus órdenes. Ambos guardias estaban fuera con él y, por sus palabras, se imaginó que Maul, el bueno y letal Maul, no había podido escapar. Una vez mas la ira, su fiel compañera, inundó su mente y juró que Artzman pagaeía tambien por la muerte de Maul y por los fracasos de todos.

No...NO, NO,NO!!!!...la mente de Maul era una tormenta de negacion e ira; incapaz de admitir que esta vez habia hecho falta que alguien muriera por el; esto no era como deberia ser, el era el guerrero no la victima..

Malditos sean..malditos sean todos....Maul solo podia frustarse en el interior de su propia mente atrapada..