Partida Rol por web

Adam se despierta al sentir el poder curativo de Wiberg, pero, al intentar levantarse, los hombres lagarto no se lo piensan dos veces. Ven que tienen la oportunidad de atacarle y, sin dudarlo, se lanzan, golpeandole con las grandes clavas que tienen en sus manos. Adam vuelve a caer inconsciente.

Los enemigos que rodeaban a Askabal le buscaron de nuevo, pero no consiguieron golpearlo. Dos de los rivales que rodeaban a Wiberg y a Adam, al ver que no podían tocar al clérigo, se unieron al combate contra Askabal, consiguiendo uno de ellos golpearle duramente.

Otros dos que habían derribado a Adam se acercaron hacia el clérigo, siseando con la lengua. Arremetieron juntos y el aura invisible de Wiberg se interpuso. Hubo un momento de tensión, en el que parecía que la magia del clérigo sería otra vez más poderosa que sus ataques... Pero esta vez no fue así. Las clavas de los enemigos sobrepasaron ese escudo mágico y golpearon en la armadura de su enemigo, al que no le hicieron por suerte daño.

Mientras tanto, los que ya habían atacado a Wiberg y no consiguieron dañarle, se quedaron a la espera. La oscuridad mágica no tardaría en pasar y podrían atacar a los que todavía estaban dentro.

Genial no duro mucho Adam, al menos no esta muerto, con escudo y espada en mano golpeo a uno de los hombre lagarto q tengo más cerca, el aura mágica me protegía se desvanece al empezar tal acción, mientras ataco, trato de recapacitar sobre las heridas de Adam, cuando lo cure no tenía ninguna herida en el, pero lo habían golpeado, ¿estaremos en una ilusión? Algo no cuadraba aquí, pero tendría q pensarlo mientras peleaba.

Yandrak observaba como sus compañeros caían una y otra vez. No podía creérselo, sin su ayuda, el equipo estaba sentenciado. Tenía que conseguir ayudarles si quería que salieran de allí todos con vida. Pero aquella red seguía dificultándole cualquier intento de ayuda hacia sus compañeros...

El escarabajo invocado por Ganzúa hace acto de presencia. Pero, por causa de la niebla mágica, lo hace más lejos de lo esperado, y no tiene ningún enemigo cerca. Yandrak, mientras tanto, intenta liberarse de las ataduras de la red, pero sin éxito.

Los arqueros ocultos dispararon sus flechas contra el escarabajo, clavando tres de seis, hiriendo a la criatura.

Wiberg rompió su concentración y el hechizo se desvaneció. Era una oportunidad para salvar a sus compañeros, pero también era muy peligroso. Golpeó al que tenía más cerca con la rapidez de desenfundar y le hirió profundamente.

Askabal estaba enfurecido por los ataques, pero eso le había hecho perder la concentración. Sus ataques no estaban siendo efectivos contra sus rivales, que le seguían rodeando. Los ataques de los hombres lagartos eran cada vez más contundentes. De hecho, Askabal cayó tras varios golpes de esas clavas. Pronto le siguió Wiberg, al cual le golpearon en la nuca y cayó inconsciente.

Los dos únicos hombres lagartos que no habían atacado se giraron hacia la sombra mágica. Ambos lanzaron las redes que tenían. Cayeron sobre la sombra mágica y, por desgracia para Yandrak y Ganzúa, cayeron sobre ellos, apresándolos contra el suelo.

Yandrak no podía creérselo, no solo le habían dejado completamente inutilizado durante aquel combate en el que estaba viendo como uno a uno sus compañeros caían inconsciente a merced de aquellas bestias. No, no solo era eso, para colmo habían decidido lanzarle una segunda red, que hacía ya prácticamente imposible escapar de allí sano y salvo.

Miró como pudo al resto, tan solo quedaba la esperanza de aquel escarabajo gigantesco convocado, no sabía que su compañero era capaz de atraer a semejante bestia, pero confiaba en ella y en que ella fuese la que les diese la solución a todos sus problemas...

Otra de aquellas redes, como la que apresaban voló hacía el semielfo que ni la vio venir. Cuando quiso darse cuenta estaba apresado junto a Yandrak, nervioso intentó moverse para escapar pero eso sólo hizo que aquella red lo atrapar un poco más.

Ganzúa se quedó quieto un instante y observó la red para buscar el mejor sitio por donde escapar.

Eran demasiados, pero mi voluntad era más fuerte que sus acometidas.

Segundos después, supe que nada podría salvarme de aquello, que podría ser el último día en el que respirase, el último suspiro, el último momento en el que vería la luz a través de mis ojos.

Contemplé a mis compañeros, les ví luchando por ellos, por nosotros, por la vida.

Hasta que...¡pumm!

Caí inconsciente.

Mientras Yandrak y Ganzúa luchaban contra las redes sin conseguir nada, los hombres lagartos se lanzaron todos a la vez a por el escarabajo. Redes, flechas y golpes cayeron sobre la criatura, que se revolvió como una loca mordiendo y pisoteando a todo aquel que estaba por allí, pero al final acabaron con la vida mágica del escarabajo. Se deshizo en una luz igual que había aparecido. La criatura convocada por Ganzúa se había llevado muy pocas vidas por delante, pero seguían siendo muy numerosos para que sólo los que estaban bajo las redes se enfrentaran a ellos.

Cuando los apresados vieron cómo el conjuro de Yandrak se deshacía, vieron numerosos hombres lagartos apuntandoles con flechas y clavas. Ya no podían hacer nada y ellos lo sabían. Los hombres lagartos más grandes cogieron los cuerpos caídos de Adam, Askabal y Wiberg mientras los más pequeños dejaban inconscientes a Ganzúa y a Yandrak de un par de golpes en la cabeza...

Estáis sobre los hombros de los hombres lagartos. Vuestra consciencia va y viene, haciendo que escuchéis siseos y veáis cómo atravesáis el pantano.

El aire se vuelve cada vez más húmedo y cálido, y un olor sulfuroso llega hasta vosotros. Hacia delante, la bruma cubre los árboles, cubriendo el pantano de sombras. Un temblor retumba en el suelo y notáis cómo los hombres lagarto apresuran el paso, vadeando ansiosamente el agua, que se vuelve más cálida mientras se arremolina en torno a sus piernas. De repente escucháis una explosión. Los que se han ido despejando, pueden ver a través de los árboles un pilar de agua caliente, ascendiendo a unos 100' de altura en el aire. Sin duda, algún tipo de geiser.

El suelo pantanoso da paso a una grava húmeda y embarrada, y a roca desnuda salpicada con burbujeantes estanques de agua humeante. Hay pequeñas cabañas hechas de cañas y ramas salpicando el claro.

Os sientan en el suelo y os desarman a todos. Todavía estáis muy cansados para defenderos, pero lo intentáis. Rápidamente, los hombre lagarto os atan y uno de ellos va corriendo hacia lo que parece la tribu. Vuelve con otro hombre lagarto. Éste parece que tiene una mirada más fría y serena, como si fuera el líder de todos ellos.

Tranquilosss os dice mientras alza las manos y empieza a susurrar unas palabras extrañas. Los que tenéis conocimientos de conjuros, sabéis que os está lanzando uno. Tras unos segundos, en los que el hombre lagarto os inspecciona, parece que no ha ocurrido nada, porque notáis cómo suspira aliviado. Se gira y otro hombre lagarto aparece corriendo con algo entre sus manos. Es una varita, que él coge y, decidido, se acerca a vosotros. Va poniendo la varita en vuestra cabeza y... notáis cómo vuestro atontamiento y vuestras heridas desaparecen.

Soy Kessessek, jefe de la tribu del Diente afilado. Siento las formas, pero son necesarias... se terminó apartando de vosotros y volvió a levantar las manos, dispuesto a lanzar otro conjuro. Pero algo debió pensar, porque las bajó.

Quiero lanzaros un conjuro... Uno para detectar si me decís la verdad. Si no tenéis problema y para que veáis que nuestras intenciones son buenas, os soltaremos. ¿Qué decis?

Pues creo que no tengamos otra opción, digo mientras recorro con la mirada la zona, además si no parece que nos quieran muertos, ya nos tuvieron a su merced y aquí estamos, gracias a la diosa que todavía no reclama mi alma, adelante jefe lance su conjuro y vera que nuestras intenciones para entrar en estas tierras también son buenas, no venimos en busca de pelea innecesarias.

Atontado aún por lo sucedido, Askabal fue recobrando la consciencia.

Notó que le colocaban sobre una superficie, oía ruidos, alboroto, siseos. Tenía algo de dolor de cabeza, pero no lo suficiente como para poder responder a una pregunta que lanzaron a todos.

A-hora misss-mo poca opppp-ción nosss que-da - le contesté a trompicones.

Os agradeceríamos algo de agua para poder saciar nuestra sed y así tener la mente más despierta para responderos.

Yandrak recobró la conciencia un poco después que los demás, si hubiera sido el primero y no hubiera escuchado a su compañero, se habría puesto a patalear y a berrear para que alguien le oyera y les rescatasen. No hubiera dejado que ninguna de aquellas lagartijas se acercase a él o a cualquiera de sus amigos.

Pero como Wiberg había despertado el primero, éste ya se encargó de responder al rey de los hombres escamosos, y la verdad que tenía razón. Así que, el gnomo aplacó su ira respirando hondo y tranquilinzándose. Después miró sus manos y su cuerpo que había recibido varias heridas por culpa de la red y contempló que todo estaba intacto.

Luego miró a su interlocutor, y tan solo le respondió: Hombre, solo espero que todos los que nos rapten de ahora en adelante nos traten así de bien. Dijo dando a entender que estaba de acuerdo con todo aquello.

Kessessek comienza a gesticular con las manos al tiempo que murmura palabras extrañas para los que no conocen el idioma de los conjuros. Mientras, uno de los hombres lagarto se acerca a vosotros y corta las ligaduras. Justo cuando termina, el conjuro de Kessessek ha finalizado. Os rodea una fina línea dorada que emite pequeños destellos. Notáis la presencia del conjuro.

Tras unos segundos, se os acercan otros hombres lagarto con cuencos llenos de agua, y los dejan a vuestros pies.

Kessessek espera a que bebáis para preguntaros.

Decidme... ¿Quiénes sois y qué hacéis por estos parajes? ¿Qué buscáis? ¿Sois espías? ¿Habéis estado en contacto con los hombres lagarto de la Escama Sombría?

 Yandrak contempló la línea dorada que les rodeaba. Sabía que le habían lanzado un conjuro, aunque no sentía la necesidad de tal hecho. A pesar de ello, se limitó a responder sin preocupación alguna, aquellos extraños daba la impresión de ser aliados potenciales, aunque sus métodos no hubieran sido los mejores...

Mi nombre es Yandrak, soy el hijo del último dragón, este es Bahy, dijo señalando el pequeño dragoncito que lo acompañaba en todo momento. Ambos somos los líderes de esta comitiva de aventureros. Dijo sin creer que verdaderamente estaba mintiendo, pues para él esa era la verdad.

Somos simples aventureros contratados por un señor que nos contrató, dijo de forma redundante, nuestra misión es la de investigar el falso templo de Mystra, y los seguidores de éste. Nuestro viaje nos ha conducido hasta aquí, pues teníamos un mapa que nos indicaba el camino hacia un lugar muy sospechoso que teníamos que buscar. Dijo recordando el viaje que supuestamente iban a realizar. En cuanto a esos hombres lagarto, si no sois vosotros, entonces creo recordar que no, al menos no de forma consciente.

Ya está haciendo algo que me incomoda - me dije al ver cómo conjuraba un hechizo.

El relucir de esa especie de anillo brillante, no parecía amenazante, al menos por el momento. A Askabal no le importó responder a lo preguntado por aquella criatura.

Miré a Yandrak, pues fue el primero en responder. Cuando acabó, fue mi turno.

Mi nombre es Askabal, soy un humano, criado por los elfos de Cormanzhor. No somos espías, eso que quede bien claro, y como acaba de decir mi compañero, fuimos contratados para saber qué clase de gente estaba en dicho templo y qué es lo que hacían allí. Respecto a tu última pregunta, Yandrak ya lo ha contestado.

El guerrero se despierta con pocas ganas de conversación: ha sido apaleado, transportado y atado, así que por amables que se muestren sus captores, no está dispuesto a mostrar una sonrisa. No intenta resistirse al conjuro, pero tampoco se molesta en contestar a las preguntas. En su lugar, se centra en buscar sus pertenencias, comprobando cuanto de su equipo lleva encima y buscando con la mirada su arma.

-Tengo sed, ¿y mi petaca? Espero que esas lenguas viperinas no hayan rozado mis reservas.

No somos una amenaza para vosotros, sólo queremos seguir nuestro camino.

El semielfo se movió ligeramente. Sabía que podría escapar fácilmente de sus ataduras pero eso sería una locura. Quizás pudiese escapar antes de que lo mataran, pero el resto de sus compañeros morirían, así que decidió aguardar un poco más para ver como evolucionaba aquel encuentro con los hombres reptil

El hombre lagarto frunció el ceño y miraba a los que no habían respondido. Estaba seguro que el conjuro funcionaba, no podían mentir...

Vosotros tres debéis responder, habéis ignorado las preguntas sin ocultarlo dijo, refiriéndose a Adam, Ganzúa y Wiberg.

Yo soy wiberg, venimos en una misión para encontrar una secta oculta, no soy un espía y no eh estado en contacto con ningún lagarto de la escama sombría, espero que este satisfecho con las respuestas, debían de salir rápido de allí para seguir con la misión.

Ganzúa se apretó las muñecas para dejar que la sangre volviera a circular libremente.

A mí me puedes llamar Ganzúa, todos me llaman así y considero que ese es mi nombre. Te digo lo mismo que mis compañeros no somos espías, venimos buscando a unos secuestradores y juro que esta vez es la primera en mi vida que me encuentro a alguien de vuestra raza.