Partida Rol por web

¡Oh no! - dijo al ver desplomado a Ganzúa. Habéis sobrepasado el límite de lo humano, eso es razón de más para cortaros la cabeza y mandaros al infierno de donde venís.

Guardó su arco y sacó sus espadas bastardas. Una en cada mano, dispuesto a rebanar cuellos.

Cargó contra el mago que tenía más cerca. Su mano izquierda fue hacia su cabeza y su mano derecha hacia uno de sus brazos.

El dolor de las quemaduras nublo los nervios de Kassmal, que, al ir a golpear con su mangual, lo sintio resbalar de sus garras pero se las apaño en el ultimo momento para volver a cogerlo.

Adam tarda en reaccionar. Cuando finalmente lo hace, se lanza contra alguno de los magos a los que se enfrentan, consciente de que sus aptitudes de combate son más útiles contra estos enemigos. La quemadura que ha sufrido le duele, y aún más en el orgullo, después de perder tiempo intentando razonar con estos locos.

Yandrak salió corriendo hacia Ganzúa, no podía dejar que se muriera allí mismo. Desenfundó la varita de sanación de los lagartos y con ella empezó a curar las heridas de su compañero.

Una vez caído Ganzúa, uno de los magos metió la mano dentro de la manga de su túnica. Sacó un frasco con una sustancia que no os parásteis a mirar, hasta que la lanzó contra Yandrak, que acababa de matar a una de sus compañeras. El frasco estalló en el cuerpo del pequeño y un poderoso fuego le rodeó por unos instantes, provocándole más quemaduras.

Askabal, creyendo que él podía matar a todos los que quisiera pero los demás no podían hacerlo, se avalanzó contra el mago que acababa de atacar a Yandrak. Con una gran torpeza, su primer golpe falló por mucho. El segundo, sin embargo, le cortó el cuello, derribándolo.

El clérigo dio un paso atrás, observando con detenimiento a Askabal. Hasta ahora, había sido uno de los rivales más duros, quitando al pequeño Yandrak. Asíque elevando una plegaria a su dios, alzó la mano y señaló al guerrero.

El otro mago repitió los mismos pasos que su compañero ahora muerto, y le lanzó otro frasco al pequeño Yandrak, que recibió la misma dosis de fuego.

A pesar de sus heridas, Yandrak salió corriendo y se agachó con cuidado ante el cuerpo de Ganzúa. Su pulso se iba perdiendo poco a poco, apenas le quedaba vida. Pero la varita de los lagartos parecía funcionar bien, y sus heridas empezaron a sanarse lentamente.

No era el combate de Kassmal, eso estaba claro. Su mangual, fiel compañero, salió volando de sus manos ante el primer intento de golpe contra el clérigo. El mangual se quedó lejos, demasiado, y él se quedó totalmente desarmado.

Adam por fin reaccionó. Se acercaba a Askabal cuando acabó de un golpe contra uno de los magos, así que se colocó al lado de Kassmal, evitando el lanzamiendo libre del mangual, para acabar con el otro mago. Y claro que lo consiguió. De un solo golpe, le tiró al suelo, derribándolo y partiéndole el cuello. Ahora sólo quedaba el clérigo en pie.

Kassmal rugió al ver su mangual rodando por los suelos y cedió del todo a la furia que pugnaba por dominarlo. El Hombre-lagarto arremetió contra el clérigo con su escudo, y empezó a golpearlo en la cabeza con él, causando daños ostensibles. La furia que lo dominaba le impedía parar de martillear el cráneo del humano, a pesar de que lo exponía a él también a recibir daños.

Yandrak se llevó las manos a la cabeza al sentir todo ese fuego cubriendo sus ropas. ¡No podía creerse que le estuvieran atacando de aquella manera! Pero decidió seguir curando a su compañero, él lo necesitaba cerca y allí es donde estaría el pequeño gnomo.

Tras acabar con uno de ellos, Askabal notó algo distinto en el clérigo.

Casi al momento empezó a no sentir nada, era como si su cuerpo no respondiese. ¿Sería el momento previo a su muerte?, ¿acabarían con él rompiéndole en pedazos como una estatua sin poder defenderse?

No podía acabar así, de ningún modo.

Con Ganzúa inconsciente y Askabal paralizado, estaba claro que, para el clérigo, todavía había muchas opciones de supervivencia.

El clérigo de Mystra volvió a dar un paso atrás, y soltó unas palabras en el idioma de la magia. Alzó las manos y entre ellas se materializó un shuriken de 7 puntas de color blanco azulada, que emitía una poderosa luz. El clérigo hizo un gesto, y se lanzó contra Kassmal, pero golpeó en su tosca piel. Y, con gran extrañeza, visteis cómo el arma volvía y se colocaba sobre la cabeza del clérigo, dispuesta a volar de nuevo hacia otro rival.

Yandrak, a pesar de las múltiples quemaduras que ya tenía, consiguió sanar a Ganzúa lo justo para que recuperara la consciencia. ¿Volvería al combate o se recuperaría de sus heridas tranquilamente?

Podría descansar, Kassmal se iba a encargar de eso. Aunque sin su arma de ataque, poseía su escudo, y sabía muy bien utilizarlo. Con un salto de guerra, se lanzó contra el clérigo. Éste le esperaba con una gran sonrisa, una sonrisa diabólica, como si supiera que no podía ser derrotado... Pero se equivocó. Kassmal le derribó, y le golpeó tantas veces que, cuando su furia pasó, la cara del hombre estaba completamente desfigurada.

Askabal, tras la derrota del clérigo, empezó a recuperar la movilidad de su cuerpo.

Adam no había hecho demasiado en todo el combate, y eso que los magos eran su enemigo predilecto. Sin embargo, una vez todos los adversarios están fuera de combate, se ocupa de revisar uno por uno que realmente estén muertos y rematarlos en caso de que no. Nunca se sabe si pueden estar fingiendo.

Una vez terminada esta tarea y comprobado que sus compañeros están en buenas condiciones, ayuda a registrar los cuerpos en busca de botín interesante.

-Empieza a ser cansado este lugar... uno se pregunta cuántos locos más quedan entre estas paredes.

Kassmal se sacó el escudo y lo puso en la cabeza del humano. A continuación descargo toda su fuerza en un pisotón que hizo explotar su cabeza como un melón podrido. Al hombre- lagartó le llevó unos segundos dejar escapar su furia asesina, así que se alejó del resto de humanos para no herirlos por accidente.

Cuando hubo acabado, jadeaba y respiraba trabajosamente. La fatiga siempre seguía a la furia.

-Espero que hayamosss acabado de una vez. ¿Todos humanosss bien?

El gnomo continuó usando su varita para curar a Ganzúa, y cuando estuvo listo miró a los demás. Si alguno está herido, que me lo diga. Dijo mientras se curaba también a sí mismo para sanar sus heridas. Id registrando los cuerpos, no olvidéis, y reparámoslo, a ver que hay que nos pueda resultar útil. Luego miró a Ganzúa y le dijo, tú estate quietecito que aún hay que curarte durante un rato.

Ganzúa fue poco a poco recuperando la consciencia. Escuchó las palabras del pequeño Yandrak y optó por no moverse. Le dolía todo el cuerpo.

Lo último que recordaba era las llamas por encima de su cabeza, Su estoque en el estómago de uno de aquellos magos, y después nada, oscuridad.

Esta vez había tenido suerte. La próxima sería menos alocado.

Por un momento, Askabal, pensó que iba a ser su final, pero gracias a su compañero todo pasó. Se acercó a él y se lo agradeció.

Aquel hombre yacía en el suelo, muerto. No sentía lástima alguna. Se acomodó los ropajes antes de hacer lo que Yandrak había dicho. Sin duda él era el adecuado para rebuscar entre todos los caídos. Aunque estaba algo cansado y notaba que los párpados se le caían.

Se agachó y comenzó a levantar prendas, remover esto y aquello, procurando encontrar algo de valor o útil.

Ánimo Ganzúa, tienes a tu lado al mejor para recuperarte.

¿Eso era un sentimiento de compañerismo? - se dijo. Enseguida lo borró de su mente. Todos estaban del mismo lado, en el mismo bando, así que él haría lo posible para mantenerse y mantenerlos con vida.

Kassmal observó a Askabal. Para el hombre.lagarto cuidar de sus compañeros era natural. Era lo necesario para la supervivencia de la tribu. Lo llevaba impreso en su ADN, gracias a miles de años de evolución y condicionamiento. Iba a decirle que no eranecesario agradecerselo cuando se dió cuenta de que no era a él a quién se refería, si no  a Yandrak. 

Kassmal bufó. Había sido él y no el mago el que había reventado a golpes el rostro del sacerdote cuando todo peligraba. Aún así, no se hizo mala sangre. El grupo había sobrevivido. Aquello era lo importante.

-¿Ahora qué hacer? -dijo cuando todos los humanos estuvieron recuperados. Él había sufrido el daño del fuego pero no era nada grave y no quería abusar de la magia de la varita.

Mientras unos registraban los cuerpos, Yandrak seguía curando a Ganzúa que, sin duda, había sido el más debilitado. Pero el pequeño notaba algo extraño en la varita, y es que su poder no era como el de antes. Cada vez parecía emitir menos calor sanador hasta que, de pronto, se apagó.
 

Efectivamente, habíais abusado de la varita. Aunque tenía un poder increíble, también necesitaba descansar. Habías visto que había ocurrido varias veces en el clan y tu lider tenía que dejarla reposar durante unas horas antes de que volviera a funcionar.

El interior del gran salón está en peor estado de lo que parecía desde fuera. Esta entrada está repleta de escombros, algunos caídos del techo, otros restos de pilares derribados o de muros que se han venido abajo. La zona da la impresión de que va a colapsarse en cualquier momento.

Kassmal, equipado de nuevo con su mangual, olisqueó el aire. Olía a polvo viejo, rancio.  Habría que explorar el edificio, así que era indiferetne por donde empezar, así que el gran lagarto se movió a hacia la izquierda, hacia el pasillo que se adivinaba allí.

-¿Por aqui?

Askabal, que en principio se fiaba de la palabra de cada uno de sus compañeros, no hizo caso a Kassmal. Intentó palpar los escombros, oler el ambiente de alrededor por si le daba alguna pista de por dónde era mejor continuar.

Dudaba. 

Finalmente cedió ante la idea de ir por aquel lado.

Te sigo - le comentó a Kassmal.